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jueves, 9 de octubre de 2025

Oraciones de San John Henry Newman para irradiar a Cristo, para pedirle por la conversión de los alejados de Dios y para entregar la propia vida al Señor

Camino Católico.- Cada 9 de octubre la Iglesia Católica celebra a San John Henry Newman (1801-1890), figura prominente del catolicismo británico, brillante teólogo y uno de los más celebrados conversos al catolicismo de los últimos siglos.

Nacido en Londres (Reino Unido) el 21 de febrero de 1801, fue primero presbítero de la Iglesia anglicana, hasta su conversión al catolicismo en 1845. Su amor y apertura a la verdad, así como la docilidad con la que se dejó conducir por el Espíritu Santo, lo impulsaron a dar tan grande paso. 


Como católico profundizó y contribuyó a la enseñanza de la Iglesia, gracias a su amplio conocimiento de la teología y a su mirada aguda sobre los tiempos modernos, mirada cimentada en el Evangelio. Fue elevado a la dignidad cardenalicia por decisión del Papa León XIII.

En su juventud estuvo vinculado al denominado Movimiento de Oxford, llegando a ser una de sus figuras más importantes. Dicho movimiento -integrado por destacados intelectuales vinculados a la no menos prestigiosa universidad- aspiraba a que la Iglesia de Inglaterra volviera a sus raíces, lo que derivó en posiciones teológicas cada vez más cercanas al catolicismo y en el consiguiente deseo de sus miembros de incorporarse a la Iglesia Católica.

Después de concluir sus estudios en el Trinity College de la Universidad de Oxford, Newman fue ordenado presbítero de la Iglesia anglicana el 29 de mayo de 1825. Fueron dos décadas las que estuvo al servicio de dicha Iglesia hasta que se produjo su conversión definitiva al catolicismo en el año 1845. Dos años más tarde recibiría la sagrada orden sacerdotal en la Iglesia Católica, el 30 de mayo de 1847.

Newman fue el fundador del Oratorio de San Felipe Neri en Inglaterra y desarrolló una prolífica obra: fue autor de 40 libros y 21 mil cartas.

Al ser creado cardenal en 1879 por León XIII, Newman tomó como lema “Cor ad cor loquitur” (El corazón habla al corazón) como expresión de su experiencia de conversión, que es una “vuelta a casa”, un viaje de retorno hacia lo más íntimo del corazón, allí donde reside Dios.  

El Cardenal Newman falleció en Edgbaston (Inglaterra), en 1890. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI el 19 de septiembre de 2010, gracias a la curación milagrosa del diácono Jack Sullivan, de Braintree, Massachusetts (EE.UU.), quien se recuperó de una dolencia en la columna vertebral que le impedía caminar.

El Papa Francisco lo canonizó el 13 de octubre de 2019, en virtud de la curación inmediata y definitiva de una mujer embarazada que sufrió de una profusa hemorragia interna. La hemorragia no pudo ser controlada por los médicos, pero se detuvo cuando la madre pidió la intercesión del santo -ella había visto recientemente el documental sobre la vida de John Henry Newman a través de EWTN-.

El bebé nació completamente sano y la madre quedó totalmente restablecida. 

San John Henry Newman es el patrono del Ordinario Personal de Nuestra Señora de Walsingham, y del Oratorio de Birmingham, Inglaterra, que es considerado su santuario. Sus restos reposan en el pequeño cementerio católico de Rednal, en la misma localidad (Birmingham).

El postulador de la causa de canonización del Cardenal Newman, P. Ignatius Harrison, señaló en el año 2019: “Newman fue una figura central dentro del Movimiento de Oxford en la Iglesia de Inglaterra, y esto lo ayudó a hacer su contribución teológica y espiritual única al catolicismo después de su conversión en 1845”.

Harrison añadió que el “largo peregrinaje espiritual de Newman ‘de las sombras y las imágenes a la verdad’ alienta a todos los cristianos a perseverar en su búsqueda de Dios por encima de todo… Su conversión al catolicismo es un claro ejemplo de cómo Dios usa todas las circunstancias de nuestras vidas para atraernos a sí mismo, a su propio buen tiempo y de muchas maneras diferentes”.

Invoquemos a San John Henry Newman con estas dos oraciones, una para irradiar a Cristo y otra para pedirle por la conversión de los alejados de Dios:

Oración de San John Henry Newman para irradiar a Cristo


Jesús mío: ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya;

inunda mi alma con tu espíritu y tu vida;
llena todo mi ser y toma de él posesión
de tal manera que mi vida no sea en adelante
sino una irradiación de la tuya.

Quédate en mi corazón en una unión tan íntima
que quienes tengan contacto conmigo
puedan sentir en mí tu presencia;
y que al mirarme olviden que yo existo
y no piensen sino en Ti.

Quédate conmigo.
Así podré convertirme en luz para los otros.
Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti;
ni uno solo de sus rayos será mío.

Te serviré apenas de instrumento
para que Tú ilumines a las almas a través de mí.

Déjame alabarte en la forma que te es más agradable:
llevando mi lámpara encendida para disipar las sombras
en el camino de otras almas.

Déjame predicar tu nombre sin palabras…
Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción
con la sobrenatural influencia de mis obras,
con la fuerza evidente del amor que mi corazón siente por Ti.

San John Henry Newman



Oración a San John Henry Newman por la conversión de los alejados de Dios


Oh San John Henry Newman, ferviente buscador de la verdad divina e ilustre defensor de la fe, te invocamos con humildad en esta oración, llena de esperanza y devoción, por la conversión de todos los alejados de Dios y de su Iglesia santa.

Te pedimos, San John Henry Newman, que dirijas tu mirada compasiva hacia todos aquellos que han perdido su fe en Dios, especialmente por los ateos que transitan por la oscuridad de la incredulidad. Ruega ante el Creador para que la luz de la verdad pueda iluminar sus corazones y guiarlos de regreso al camino de la fe.

Intercede también, San John Henry Newman, por aquellos que han abandonado su creencia en Dios, aquellos cuyos corazones han sido endurecidos por el escepticismo y la indiferencia. Implora ante Dios para que, a través de Su gracia y amor misericordioso, puedan encontrar el camino de vuelta a Su abrazo amoroso.

Te pedimos que protejas y fortalezcas a la Santa Iglesia, que a menudo enfrenta ataques y desafíos en un mundo lleno de incredulidad y hostilidad. Que tu intercesión inspire a los fieles a defender su fe con valentía y amor, como lo hiciste tú mismo tras tu conversión.

Finalmente, te rogamos que, mediante tu poderosa intercesión, Dios conceda la conversión de aquellos que perpetúan el mal en el mundo, que sus corazones sean tocados por la gracia divina y se alejen de la senda del pecado para abrazar la justicia y la bondad.

San John Henry Newman, guíanos con tu ejemplo y ruega por nosotros ante Dios Todopoderoso. Que tu intercesión nos lleve a todos hacia la verdad, la fe y el amor divinos. Amén.


Oración de San John Henry Newman para entregar la propia vida a Dios: "En tus manos me entrego, Señor"


«Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» / Por P. Carlos García Malo

 


miércoles, 8 de octubre de 2025

Papa León XIV en la Audiencia General, 8-10-2025: «Jesús Resucitado se acerca en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que somos le es ajeno»

* «Hoy, el Señor resucitado viene junto a cada uno de nosotros, tal como recorremos nuestros caminos -los del trabajo y el compromiso, pero también los del sufrimiento y la soledad- y con infinita delicadeza nos pide que nos dejemos calentar el corazón. No se impone con clamores, no exige ser reconocido inmediatamente. Con paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su rostro amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa León XIV ha hecho en nuestro idioma

* «Los invito a pedir la gracia de reconocer la presencia humilde y discreta de Dios en todos los momentos de nuestra vida, especialmente en los más difíciles. Que no haya nada que pueda arrebatarnos la alegría de experimentar a Cristo vivo»

8 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- “El Resucitado se acerca en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos cotidianos que pesan sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que somos, ningún fragmento de nuestra existencia le es ajeno” ha afirmado el Papa León XIV en su catequesis de hoy, en la plaza de San Pedro, ante decenas de miles de fieles, en el transcurso de la Audiencia General de los miércoles.

En su catequesis, el Pontífice ha invitado a los fieles a contemplar un aspecto profundamente conmovedor del misterio pascual: la humildad de la Resurrección de Cristo. Lejos de los gestos espectaculares o de las manifestaciones de poder, el Señor resucitado se presenta ante sus discípulos con la sencillez del amor cotidiano: “El Señor resucitado no hace nada espectacular para imponerse a la fe de sus discípulos. No aparece rodeado de huestes de ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes para revelar los secretos del universo. Al contrario, se acerca discretamente, como un viandante cualquiera, como un hombre hambriento que pide compartir un poco de pan.” En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

LEÓN XIV

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 8 de octubre de 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 10. Volver a encender. «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». (Lc 24, 32)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera invitaros a reflexionar sobre un aspecto sorprendente de la resurrección de Cristo: su humildad. Si recordamos los relatos evangélicos, nos damos cuenta de que el Señor resucitado no hace nada espectacular para imponerse a la fe de sus discípulos. No aparece rodeado de huestes de ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes para revelar los secretos del universo. Al contrario, se acerca discretamente, como un viandante cualquiera, como un hombre hambriento que pide compartir un poco de pan (cf. Lc 24,15.41).

María de Magdala lo confunde con un jardinero (cf. Jn 20,15). Los discípulos de Emaús creen que es un forastero (cf. Lc 24,18). Pedro y los demás pescadores creen que es un simple transeúnte (cf. Jn 21,4). Habríamos esperado efectos especiales, signos de poder, pruebas abrumadoras. Pero el Señor no busca eso: prefiere el lenguaje de la proximidad, de la normalidad, de la mesa compartida.

Hermanos y hermanas, en esto hay un mensaje precioso: la Resurrección no es un giro teatral, es una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto humano. Jesús resucitado come una porción de pescado delante de sus discípulos: no es un detalle marginal, es la confirmación de que nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son un envoltorio para tirar. Están destinados a la plenitud de la vida. Resucitar no significa convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor.

En la Pascua de Cristo, todo puede convertirse en gracia. Incluso las cosas más ordinarias: comer, trabajar, esperar, cuidar de la casa, apoyar a un amigo. La Resurrección no resta vida al tiempo y al esfuerzo, sino que cambia su sentido y su "sabor". Cada gesto realizado en gratitud y comunión anticipa el Reino de Dios.

Sin embargo, hay un obstáculo que a menudo nos impide reconocer esta presencia de Cristo en lo cotidiano: la pretensión de que la alegría debe ser sin heridas. Los discípulos de Emaús caminaban tristes porque esperaban otro final, un Mesías que no conociera la cruz. A pesar de haber oído que la tumba está vacía, son incapaces de sonreír. Pero Jesús está a su lado y, con paciencia, les ayuda a comprender que el dolor no es la negación de la promesa, sino el modo en que Dios ha manifestado la medida de su amor (cf. Lc 24, 13-27).

Cuando por fin se sientan a la mesa con Él y parten el pan, se les abren los ojos. Y se dan cuenta de que su corazón ya ardía, aunque no lo sabían (cf. Lc 24, 28-32). Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas del desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser reavivado.


Hermanos y hermanas, la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza. Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre. Por distantes, perdidos o indignos que nos sintamos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza infalible del amor de Dios.

A veces pensamos que el Señor sólo viene a visitarnos en momentos de recogimiento o de fervor espiritual, cuando nos sentimos con fuerzas, cuando nuestra vida parece ordenada y luminosa. En cambio, el Resucitado se acerca en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos cotidianos que pesan sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que somos, ningún fragmento de nuestra existencia le es ajeno.

Hoy, el Señor resucitado viene junto a cada uno de nosotros, tal como recorremos nuestros caminos -los del trabajo y el compromiso, pero también los del sufrimiento y la soledad- y con infinita delicadeza nos pide que nos dejemos calentar el corazón. No se impone con clamores, no exige ser reconocido inmediatamente. Con paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su rostro amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza.

El Resucitado sólo desea manifestar su presencia, hacerse nuestro compañero de camino y encender en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que cualquier muerte. Pidamos, pues, la gracia de reconocer su presencia humilde y discreta, de no esperar una vida sin pruebas, de descubrir que todo dolor, si es habitado por el amor, puede convertirse en lugar de comunión.

Y así, como los discípulos de Emaús, también nosotros volvemos a nuestras casas con un corazón que arde de alegría. Una alegría sencilla, que no borra las heridas, sino que las ilumina. Una alegría que nace de la certeza de que el Señor está vivo, que camina con nosotros y nos da en cada momento la posibilidad de recomenzar.

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis contemplamos un rasgo sorprendente del misterio de la Resurrección de Cristo, la humildad. El Señor resucitado no se manifiesta de manera espectacular, no irrumpe forzando la fe de los discípulos, al contrario, se acerca con discreción: mientras María Magdalena lo confunde con el jardinero, los discípulos de Emaús creían que era un forastero. De este modo, Jesús resucitado tiene gestos tan ordinarios como comer con sus discípulos un trozo de pescado. 

Jesús, con su Resurrección, nos enseña, además, que ninguna caída es definitiva. Si bien la historia humana está herida por la desilusión y el pecado, por este misterio de amor tenemos la esperanza de que no existe nada, ni siquiera la muerte, que pueda separarnos del amor de Dios. A veces pensamos que Él está con nosotros sólo cuando las cosas van bien, sin embargo, nos acompaña también en los momentos más oscuros.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Los invito a pedir la gracia de reconocer la presencia humilde y discreta de Dios en todos los momentos de nuestra vida, especialmente en los más difíciles. Que no haya nada que pueda arrebatarnos la alegría de experimentar a Cristo vivo. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:     

Finalmente, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Invito a todos a pensar en María, invocada este mes de octubre como Reina del Santo Rosario; fíjense en ella y estén dispuestos a responder al plan amoroso de Dios para cada uno de ustedes. 

¡Mi bendición para todos!

Papa León XIV












Fotos: Vatican Media, 8-10-2025

Homilía del P. Fernando Redondo y lecturas de la Misa de hoy, miércoles de la 27ª semana del Tiempo Ordinario, 8-10-2025

8 de octubre de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Fernando Redondo y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 27ª semana del Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, miércoles de la 27ª semana del Tiempo Ordinario, 8-10-2025

8 de octubre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 27ª semana del Tiempo Ordinario, presidida por el P. Fernando Redondo, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gloriosos del Santo Rosario, desde el Santuario de Lourdes, 8-10-2025

8 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, miércoles, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero. 

Palabra de Vida 8/10/2025: «Señor, enséñanos a orar» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 8 de octubre de 2025, miércoles de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 11, 1-4:

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo:

«Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación”».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 8-10-2025

8 de octubre de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Faustina Kowalska nos enseña que el camino hacia la santidad se encuentra en la humildad, la confianza absoluta en Dios y en la práctica del amor misericordioso hacia los demás / Por P. Carlos García Malo