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sábado, 15 de noviembre de 2025

Patrick Jay Ream trabaja en la NASA: «En mi adolescencia dejé la fe porque con tanto sufrimiento no parecía que pudiera existir un Dios, pero volví a Él cuando el Espíritu Santo reveló a mi mamá algo que yo iba a hacer»

Patrick Jay Ream nació con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (ADHD por sus siglas en inglés) y tenía que ir a terapias, pero tuvo un encuentro con Cristo y hoy tiene una alta responsabilidad en la NASA / Fotos: Cortesía de Patrick Jay Ream

* «Yo estaba impresionado. No había explicación científica para lo que acababa de ocurrir, por lo que tenía que existir algo más allá de lo que había pensado. Entonces me abrí porque, si algo no tenía explicación científica, era bien claro que venía de Dios. Empecé a ir a Misa otra vez, y empecé un proceso de sanación bien, pero bien difícil, porque me di cuenta de que muchas de las huellas de mi niñez y del caos que viví todavía me estaban afectando de una manera tremenda. Era el año 2018 y yo estaba en la capilla rezando, rogándole a Dios que me dijera por qué había tenido que nacer con ADHD y pasar por tantas cosas. Y, en eso se me vino a la mente la figura de Jesús agarrándome, sosteniéndome y diciéndome que siempre ha estado a mi lado. Y desde ese momento entendí que no tengo que tener razón, sino sólo tengo que tener la confianza de que Dios va a estar ahí conmigo, sosteniéndome siempre, aunque las cosas sean caóticas. Además, que debo tener fe en los planes del Señor, que es el Creador de todo el universo, y que debo tener la humildad de aceptarlos. A partir de ese momento ya me volví increíblemente católico. Amo mi fe y amo a mi Dios» 

Camino Católico.- Tiene 27 años de edad, nació en McAllen, Texas (EU), vive en Houston y su nombre es Patrick Jay Ream. Estudió la carrera de ingeniero aeroespacial en la Texas A&M University, y, más que la historia de su camino hasta llegar a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés), aquí está su experiencia de sanación interior y de reconciliación familiar.

Una vida caótica

Patrick resume su niñez y adolescencia como de «caos por todos lados: en mi familia, en el ámbito escolar…, ¡de cualquier manera que lo puedas ver, había caos!», dice a Chucho Picón en Desde la fe

El caos había estado con Patrick desde el momento mismo de su nacimiento: «Nací un mes antes de lo que se esperaba porque el médico se quería ir a jugar golf y de vacaciones, así que hizo que mi mamá me diera a luz antes de lo normal».

Patrick Jay Ream cuando era pequeño y vivió una infancia caótica que Cristo ha tenido que sanar / Foto: Cortesía de Patrick Jay Ream

Las consecuencias de esto fueron desastrosas: «Desafortunadamente, mis pulmones no estaban lo suficientemente desarrollados, así que tuve que estar en tratamientos desde el momento en que nací, porque no podía respirar».

Igualmente, nació con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (ADHD por sus siglas en inglés), y, mientras crecía, «me estaba desarrollando de una manera retrasada; así que tenía que ir a terapias físicas».

Ya en edad escolar, debido al ADHD, «yo no me estaba portando bien, entonces me corrieron de varias escuelas. Y todo esto deja huellas, y se me dificultaba hacer amigos».

Para rematar, «de la nada se reventó el matrimonio de mis papás. Por eso digo que todo era caos detrás del caos».

Una clase universitaria

«Mis padres estaban trabajando, y mi tía era la que nos cuidaba».

«Pero en las tardes mi tía tomaba clases en una de las universidades que están por San Antonio, Texas. Las clases eran sobre el espacio exterior y todo lo que tenía que ver con la astronomía».

«Ella nos venía a decir todo lo que había aprendido y nos enseñaba mucho de la ciencia».

Patrick Jay Ream trabajando en su responsabilidad en la NASA que es la de ayudar a volar la Estación Espacial Internacional / Foto: Cortesía de Patrick Jay Ream

Del enojo a la curiosidad

«Me acuerdo de que una mañana, al levantarme, supe que mi tía y mi hermano habían salido en la noche a ver a Saturno en el cielo, y yo me sentí sumamente enojado porque no pensaron en despertarme a mí también para verlo con ellos».

«Yo me lo estaba imaginando como un súper planeta que estaba ahí apareciendo en el cielo más grande que la luna».

«A partir de ahí se empezó a formar en mí una gran curiosidad y pasión por todo lo que tiene que ver con el espacio. Porque, honestamente, cuando estás viviendo en el caos, lo que quieres hacer es escaparte, y no hay mejor escape que estar afuera de este planeta».

Crisis de fe

En cuanto a su vida espiritual, Patrick cuenta: «Desde que nací he sido católico. Así es como me enseñaron mis papás, e íbamos a Misa casi todos los días. Así que siempre me había sentido cerca de Dios».

«Pero cuando me hice adolescente empecé a cuestionar todo. Primero, porque mis papás se separaron, se divorciaron. Segundo, porque en una vida con tanto sufrimiento no parecía que pudiera existir un Dios».

La ciencia como sustitución

Patrick buscó entonces creer en la ciencia: «Todo tenía que tener una razón basada en la ciencia, todo debía tener una explicación».

Reconoce que, en el fondo, aquella actitud se debía a que no sentía que Dios mereciera ser amado por él: «Porque si no me sentía amado, ¿para qué iba yo a amar a Alguien que no me amaba a mí?».

Sin explicación científica

Cuando Patrick ya estudiaba en la universidad, «ocurrió que yo había regresado a la casa por unas vacaciones navideñas, y entonces pasó algo con mi mamá y conmigo: el Espíritu Santo le dijo a ella algo que yo iba a hacer, y que yo no quería que supieran mis papás; pero mi mamá se había dado cuenta rezando, me dijo que el Espíritu Santo le había dicho que necesitaba ir a rezar a la capilla».

«Yo estaba impresionado. No había explicación científica para lo que acababa de ocurrir, por lo que tenía que existir algo más allá de lo que había pensado. Entonces me abrí porque, si algo no tenía explicación científica, era bien claro que venía de Dios».

Patrick Jay Ream con sus padres cuando obtuvo su título de la carrera de ingeniero aeroespacial en la Texas A&M University / Foto: Cortesía de Patrick Jay Ream

Sanación interior

«Empecé a ir a Misa otra vez, y empecé un proceso de sanación bien, pero bien difícil, porque me di cuenta de que muchas de las huellas de mi niñez y del caos que viví todavía me estaban afectando de una manera tremenda».

«Era el año 2018 y yo estaba en la capilla rezando, rogándole a Dios que me dijera por qué había tenido que nacer con ADHD y pasar por tantas cosas. Y, en un momento de la oración, se vino a mi mente la memoria de mis papás peleándose y gritándose. El peor momento de mi vida fue ése. Yo era un niño y estaba llorando, viendo a mis papás tratándose así, y les rogaba que pararan, pero fui incapaz de hacer cualquier cosa para pararlos».

«En eso se me vino a la mente la figura de Jesús agarrándome, sosteniéndome y diciéndome que siempre ha estado a mi lado. Y desde ese momento entendí que no tengo que tener razón, sino sólo tengo que tener la confianza de que Dios va a estar ahí conmigo, sosteniéndome siempre, aunque las cosas sean caóticas. Además, que debo tener fe en los planes del Señor, que es el Creador de todo el universo, y que debo tener la humildad de aceptarlos».

«A partir de ese momento ya me volví increíblemente católico. Amo mi fe y amo a mi Dios».

Reconciliación inesperada

El conflicto entre los padres de Patrick también había dañado profundamente a su hermano mayor en la adolescencia: «Yo vi cómo lo afectaba. Paró de ir a la escuela y se metía con la policía».

Sin embargo, ya siendo adultos, los dos hermanos fueron sorprendidos por un gran regalo: «Gracias a Dios, mis papás se reconciliaron, y eso vino de la nada. No lo esperábamos». 

«De hecho, mi hermano se enojó porque él pensaba que otra vez pelearían y que eso nos iba a lastimar otra vez. Pero no fue así. Gracias a Dios que no».

Patrick recreó una fotografía con su hermano y su madre en la NASA / Foto: Cortesía de Patrick Jay Ream

Patrick recreó una fotografía con su hermano y su madre en la NASA. Cortesía: Patrick Jay Ream

«Mis papás escucharon la voz de Dios y le hicieron caso. Y ahora, gracias a ellos y gracias a Dios, estamos viviendo la vida familiar de nuestros sueños».

Católicos en la NASA

Patrick goza ahora de una vida estable, trabajando en la NASA. Y, sorprendentemente, revela: «La NASA está bien llena de católicos. Sí, la gente no me va a creer, pero ahí hay muchos católicos». 

«Ahora bien, si te pones a pensar, eso tiene mucho sentido, porque para estar interesado en el espacio tienes que estar interesado en lo que está más allá; tienes que estar pensando en las cosas que no simplemente te están rodeando, sino en las cosas que están arriba de ti, afuera de todo. Y, para ser católico, para tener fe, tienes que pensar en esas cosas».

Patrick Jay Ream trabajando en la NASA / Foto: Cortesía de Patrick Jay Ream

Su trabajo aeroespacial

¿Y qué hace concretamente Patrick en la NASA? Él responde: «Yo trabajo en control de misiones; yo ayudo a volar todos los vehículos de la NASA que tengan astronautas o que estén diseñados para tener astronautas».

«Hoy día ayudo a volar la Estación Espacial Internacional. Tienes que tener un entrenamiento y un conocimiento que nunca te puede fallar, porque, si te falla, puedes matar a los astronautas, literalmente. Es una mega responsabilidad la que te dan, pero tengo la confianza de que Dios me ha puesto en donde se me necesita».

Daniel: «Dejé la Iglesia, me introduje en el punk y en las drogas, tuve pensamientos suicidas, clamé a Jesús que me rescatara y leyendo sobre el milagro del sol de Fátima, Cristo transformó mi vida en un instante»


Daniel fue rescatado por Jesucristo de la adicción a las drogas

* «Mientras estaba acostado en mi cama, leyendo un artículo sobre el "milagro del sol", de repente sentí una poderosa revelación del Espíritu Santo. Es difícil de explicar, pero en un instante comprendí que Jesús existe de verdad y que todo lo demás es vanidad. Ahora sé que Jesús es el único y verdadero Señor del cielo y de la tierra, ¡y a Él sea la gloria, la alabanza y la honra por los siglos de los siglos! Estoy seguro de que si Jesucristo logró algo así en mi vida, también puede hacerlo en la tuya. ¡Su misericordia es mayor que tu pecado! Confía en Él y permítele amarte» 

Camino Católico.-  El éxtasis de las drogas se convirtió en una gran depresión en Daniel quien afirma que "mi vida se volvió sin sentido, sin propósito y el diablo me sugería pensamientos suicidas... Mientras estaba acostado en mi cama, leyendo un artículo sobre el ‘milagro del sol’ de Fátima, de repente sentí una poderosa revelación del Espíritu Santo. Es difícil de explicar, pero en un instante comprendí que Jesús existe de verdad y que todo lo demás es vanidad Jesucristo, él solo, en un instante, hizo algo que parecía imposible: transformó mi antigua vida y me dio una nueva, libre de adicciones y miedos, una vida plena. Ahora sé que Jesús es el único y verdadero Señor del cielo y de la tierra, ¡y a Él sea la gloria, la alabanza y la honra por los siglos de los siglos!”. Explica su testimonio en primera persona en el portal polaco Trwajciewmiłości.pl. Esta es su historia:

Daniel se sumergió en la subcultura punk, un tanto «depredadora». Empezó a vestir diferente: botas militares con cordones multicolores, pantalones rotos con los bajos remangados e insignias sujetas con imperdibles a suéteres oscuros y chaquetas de cuero

«El milagro del sol me salvó»

Cuando tenía catorce años, algo malo empezó a suceder en mi vida. Fue una época de rebeldía, de esas que todos experimentamos en mayor o menor medida. Acababa de dejar mi compromiso como lector en la parroquia y, ya adulto, decidí romper todo vínculo con la Iglesia, que por aquel entonces no era más que una institución muerta.

Fue también una época de fascinación por la subcultura punk, un tanto «depredadora». Empecé a vestir diferente: botas militares con cordones multicolores, pantalones rotos con los bajos remangados e insignias sujetas con imperdibles a suéteres oscuros y chaquetas de cuero. Me dejé crecer el pelo, que, según las normas, no me peinaba muy a menudo. Escuchaba un punk rock muy particular y contundente, que, dicho sea de paso, es un vehículo perfecto para una filosofía poco cristiana. Se puede resumir en pocas palabras: libertad e «ignorancia» total de todo.

Las cosas se pusieron realmente peligrosas cuando las drogas entraron en escena: primero cerveza y cigarrillos, a los que pronto se unieron vino barato y las llamadas drogas blandas: marihuana y hachís. En dos años, cambié por completo. Mis padres dejaron de ser cercanos y se convirtieron en mis enemigos. Aún recuerdo las fuertes discusiones que solían terminar con mi madre llorando desconsoladamente. Solo volvía a casa para comer y dormir, e incluso entonces, no siempre. Tuve muchas adicciones, algunas de las cuales me avergüenza escribir. En el colegio, la situación empeoró. Falté a clase durante dos semanas; mi promedio bajó de 5,3 a 2,8…

Lo interesante es que, a mi manera, siempre creí en Dios, y ahora veo claramente que inconscientemente lo buscaba constantemente, y Él nunca dejó de llamarme. Incluso leí la Biblia completa y, animado por mi novia, me confesé. Jesús me dio entonces una verdadera sensación de libertad y alegría. Pero este sacramento no produjo ninguna transformación visible en mí.

Jesús intentó llegar a mí a través de los jóvenes del movimiento "La Parada de Jesús", que evangelizaban en las paradas de buses, y que estaban a la salida del festival de rock  "Przystanek Woodstock". Hasta allí llegué escapando de mi casa por una ventana de noche, sin dinero, solo con una botella de agua y siete panecillos secos en mi mochila. La misa a la que me invitaron fue inolvidable.

Después de Woodstock, todo empeoró. Cuando perdí dolorosamente a mi novia, y luego a todos mis amigos, el mal se apoderó de mí. Me mostró mi soledad, mis deudas, la basura que era: golpeado por matones, rechazado por mis amigos. Incluso el éxtasis de las drogas se convirtió en una profunda depresión. Mi vida se volvió insignificante y sin sentido. El diablo me inculcó pensamientos suicidas (de no ser por mi torpeza, lo habría logrado por completo).

Recuerdo un breve momento de oración nocturna, pidiéndole a Jesús que me rescatara de este atolladero, porque no podía hacerlo solo. Él se inclinó una vez más sobre aquel pecador sucio y maloliente. Jesús volvió a tocar mi corazón. Mi tío, un maravilloso sacerdote misionero (a quien veo solo un mes al año), aprovechó mi interés por el recientemente revelado Tercer Secreto de Fátima y me recomendó su revista, cuyo tema principal eran las apariciones de María en Fátima.

Mucha gente cuenta historias de encuentros con Jesús en retiros, cursos de Nueva Evangelización, peregrinaciones u otros eventos similares, pero ¡el Espíritu Santo actúa donde quiere! Mientras estaba acostado en mi cama, leyendo un artículo sobre el "milagro del sol", de repente sentí una poderosa revelación del Espíritu Santo. Es difícil de explicar, pero en un instante comprendí que Jesús existe de verdad y que todo lo demás es vanidad.

Jesucristo, él solo, en un instante, hizo algo que parecía imposible: transformó mi antigua vida y me dio una nueva, libre de adicciones y miedos, una vida plena. Ahora sé que Jesús es el único y verdadero Señor del cielo y de la tierra, ¡y a Él sea la gloria, la alabanza y la honra por los siglos de los siglos! Estoy seguro de que si Jesucristo logró algo así en mi vida, también puede hacerlo en la tuya. ¡Su misericordia es mayor que tu pecado! Confía en Él y permítele amarte.

“Te alabaré con todo mi corazón (…) Porque tu misericordia ha sido grande para mí, y has librado mi vida de las profundidades del infierno” (Salmo 86).

Daniel

Azar y Omid, matrimonio de Irán que se ha convertido del islam al catolicismo: «Nuestra vida cambió gracias a la Biblia, viviendo la fe oculta; podemos confiar los problemas a Dios y nos hemos bautizado»

Azar y Omid son un matrimonio de Irán que se acaban de convertir al catolicismo. Actualmente residen en Alemania 

* «En nuestra iglesia, hemos encontrado muchos amigos en el extranjero que siempre nos ayudan y nos apoyan. Todo esto ha sucedido gracias a la obra de Jesucristo y es una gran oportunidad para nosotros» 

Camino Católico.- El matrimonio formado por Azar y Omid (que hablan bajo seudónimos) son originarios de Irán, se criaron como musulmanes y ahora son católicos; por eso, una pareja de conversos que viven hoy en Alemania no puede regresar a su país de origen. En una entrevista con katholisch.de, hablan sobre su fe y su visión del islam en la actualidad. El contacto del marido con el cristianismo les acarreó dificultades a ambos. Actualmente residen en Alemania. ¿Cómo se llega al catolicismo? ¿Y cuál es su visión del islam hoy en día? La pareja aborda estas cuestiones en la entrevista.

Omid empieza relatando cómo entró en contacto con el cristianismo: “A través de las manifestaciones contra el régimen. Participé en ellas en 2007, y eso me hizo reflexionar profundamente: cómo se había llegado a esta situación y por qué existía este régimen teocrático. Los mulás en Irán son despiadados, y me preguntaba cómo todo eso podía encajar con una religión que supuestamente promueve la paz. Así que empecé a leer libros sobre el islam. Durante ese tiempo, también hablé de estos temas con un amigo cristiano. Él me regaló una Biblia. Al leerla, encontré muchas cosas que coincidían con mis propias opiniones y creencias. Así que seguí aprendiendo y reflexionando sobre ello. Ese fue el comienzo de mi camino”.

Reconoce que “fue un impulso político. Siempre he tenido problemas con los mulás. Pero en Irán, mucha gente dice: un mulá es un mulá, el islam es completamente diferente. He leído algunos libros críticos con el islam —aquí están prohibidos, claro, pero se pueden encontrar en internet— y he llegado a la conclusión de que el islam puede ser, en efecto, una de las causas principales de un régimen como el de Irán. Eso ha cambiado significativamente mi actitud hacia el islam”.

Por su parte la esposa, Azar explica que “Como tantas otras mujeres iraníes, crecí en una familia musulmana con todos los rituales que conlleva. Cuando empecé a estudiar, me quedó cada vez más claro que no me identificaba con nada de eso. Ya no quería ser musulmana; de hecho, no quería tener nada que ver con ninguna religión. Por eso, cuando mi marido empezó a informarse al respecto, yo tampoco quise saber mucho. Simplemente, no había tenido buenas experiencias con la religión”.

Omid cuenta sus inicios en el cristianismo mientras aparentaban que eran musulmanes: “El bautismo no es posible en Irán: la conversión del islam está prohibida, y los cristianos locales tampoco pueden bautizar. Así que yo estaba en una etapa en la que creía en Jesucristo y rezaba con amigos, pero oficialmente seguía siendo musulmán. Usábamos nuestro apartamento como iglesia doméstica con otros cristianos. Claro que todo eso está prohibido, y nos metimos en problemas”.

Eso le supuso a Omid perder su empresa: “En Irán, tenía una constructora con un amigo. Construimos muchas casas juntos, y también le hablé de mi fe. Pero me delató a la policía. Cuando mi esposa y yo estábamos en Alemania para el Oktoberfest, me denunció por apostasía. No podía regresar, porque me habrían arrestado. Para él, era una oportunidad para apoderarse de toda la empresa sin compensación alguna. Tenía mi poder notarial, así que todo sucedió muy rápido”.

En Alemania, la vida de Omid y su esposa Azar   evolucionó así: “Por un lado, tuve que reconstruir mi vida por completo, empezar de cero, de hecho, incluso menos que de cero. Fue muy difícil. No tenía apartamento ni trabajo. Tuve que aprender un nuevo idioma y mi licencia de conducir ya no era válida. Afortunadamente, el nuevo comienzo aquí funcionó: nuestros títulos universitarios fueron reconocidos y encontramos nuevos trabajos. Por otro lado, estoy muy feliz con mi nueva libertad: puedo ir a misa sin miedo. Puedo vivir y profundizar mi fe. Me puse en contacto con un centro comunitario y pude aprender mucho más sobre mi fe a través de muchas conversaciones”.

Omid asegura que “estoy muy contento con mi conversión. A menudo he comparado el Corán y la Biblia: el islam tiene normas muy estrictas, que se aplican con bastante precisión en Irán. En ese país, hombres y mujeres no son valorados por igual, y lo mismo ocurre con la relación entre religiones; esto se nota, por ejemplo, en asuntos de herencia o indemnizaciones. Pero para mí, lo importante es la humanidad. Para mí, Dios solo ve seres humanos, no géneros ni religiones. Todos tenemos el mismo valor. Encuentro esto más fácilmente en el cristianismo”.

Azar comparte su cambio en la experiencia respecto a la práctica de la fe: “Empecé poco a poco porque al principio tenía prejuicios y quería ser libre. Siempre he creído en Dios, pero después de mis experiencias en Irán, no quería seguir tantas reglas. Claro, siempre me habían enseñado que el islam es la mejor y más humana religión, así que al principio no quería saber nada de las demás. Solo gradualmente me involucré con la iglesia y entablé contacto con la congregación. Percibí todo como muy amigable y limpio. Al principio, todavía tenía la sensación en la iglesia de que algo me pesaba, que no podía respirar bien, que algo me oprimía. Probablemente eso tenía algo que ver con mi actitud defensiva. Hoy me siento muy bien. Tomé un curso sobre el cristianismo y ahora tengo una meta clara. Si no me siento bien, simplemente puedo hablar con alguien o encender una vela en la iglesia, y entonces me siento mejor. He llegado a apreciar verdaderamente el cristianismo: hay tanta paz y alegría en él. Por eso quise bautizarme".

Azar y Omid se han bautizado católicos

Aunque vive en Alemania con su esposo, Azar subraya que “no hablo con musulmanes sobre mi religión. Si alguien me pregunta, le digo que soy católica. En el trabajo, suelo llevar mi cruz al cuello; creo que eso lo dice todo. Pero, por lo demás, evito el tema. He conocido a mucha gente muy obsesionada con su religión. Me da miedo discutir con ellos, porque puede ser peligroso. En Irán, vi con frecuencia las consecuencias de que la gente, por ejemplo, reniegue de sus propios hijos”.

Omid dice que “mi vida cambió en Irán, por ejemplo, gracias a la Biblia. Mi fe estaba oculta. Hoy soy mucho más libre; eso supone un gran cambio para mí. Aquí puedo profundizar en mi fe”.

La transformación que ha vivido Azar la explica así: “Tengo una meta y un rumbo en mi vida; puedo encontrar la paz. Tengo a Dios a quien puedo confiar mis problemas. En nuestra iglesia, hemos encontrado muchos amigos en el extranjero que siempre nos ayudan y nos apoyan. Todo esto ha sucedido gracias a la obra de Jesucristo y es una gran oportunidad para nosotros”. 

Respecto a su relación con su familia de Irán, Omid afirma que “no he visto a mi familia en seis años y no pude ir al funeral de mi hermano en enero. Ninguno de los dos podrá volver a Irán. Eso me entristece mucho. La nostalgia es muy fuerte”.

Por su parte, Azar cuenta que “cuando viajamos a Alemania, le dije a mi padre que volvería en nueve días. Eso fue hace seis años, y mi padre falleció de Covid. No he podido volver a verlo. Echo de menos a mis hermanas y sobrinas que siguen en Irán. Nunca hice nada ilegal en Irán, pero siempre tengo miedo de que me pase algo si viajo allí”.

Pese a todo, las familias de este matrimonio no son contrarias a la fe católica que han abrazado. Omid dice que “eso no es un problema para mi familia. Son musulmanes, pero no radicales”. Y 

Azar concluye: “Mi familia tiene tan poca relación con la religión como yo antes. Es algo común en Irán. Por lo tanto, no es un tema importante para ellos. Me dijeron: «Lo más importante es que te sientas a gusto». Un cuñado mío también se convirtió al cristianismo, y allí fue igual”.

Carmen Cordón, hija de Publio Cordón, asesinado por el GRAPO: «Me aparté de la fe, pero un amanecer Dios me encontró y su voz resonó en mí, solo dijo: 'te quiero'; supe que Él me ha hecho y que me amaba»

Carmen Cordón, empresaria, hija del secuestrado Publio Cordón, comunicadora, cuenta cómo Dios la sorprendió y transformó

* «Entendí que todas las cosas que me han pasado fueron las cosas exactas y necesarias para que mi vida llegara ahí, que nada escapa de su consciencia. Sentí que yo debía ser pura bondad y atenderle. Cambié. Ya no me distraigo con ruido, con lo superfluo. Busco en cada circunstancia ser quien Dios puso en el mundo. Cuando no le atiendo, me siento perdida y angustiada… Aplico su mandato de bondad esencial en mis empresas, en mi familia, en cualquiera que se cruce en mi camino, con valentía y sin ningún miedo a las consecuencias, porque es su plan. En su amor, en su fuerza, yo descanso» 

Camino Católico.- En el Desayuno de Oración organizado en España por la Asociación Católica de Propagandistas, el martes 11 de noviembre, en un pabellón temporal de la Universidad San Pablo CEU, clausurado por el Arzobispo de Madrid, Cardenal José Cobo, ha impactado a los asistentes el testimonio de conversión de Carmen Cordón, hija de Publio Cordón, secuestrado y asesinado en 1995 por la banda terrorista GRAPO, antigua alumna del CEU, que dirige la cadena hotelera Hidden Hotels.

"¿Cuánto hay de libre albedrío y cuánto de destino? Mi vida es una pluma al viento", empezó. Recordó que su hermano murió joven y que secuestraron a su padre. El cuerpo sigue sin recuperarse ni localizarse. "Vivimos dolor, impotencia, miedo por la maldad humana. Hubo gobernantes con cortinas de humo", enumeró. Vivió "fracasos personales". La antigua empresa familiar se hundió. Cuando tuvo su hijo, oró a la Virgen María ante un problema, y no escuchó respuesta: Le recé, le imploré y lloré desconsolada, y solo encontré silencio. Y la verdad que dejé de esperar respuestas del cielo y me aparté de la práctica de la fe. ¡Tome el control! Parapeté mi vida a base de rigor, de esfuerzo, de constancia y comencé de cero junto a Ignacio, mi marido, que se mantenía firme a mi lado ante este temporal”.

Se volcó en su familia y en el trabajo, "con rigor, esfuerzo". Apoyada en su marido, logró éxito empresarial y social, una empresa pujante. "Tenía dinero, éxito... pero no era feliz. Nada me satisfacía. Leía con avidez teorías cuánticas, filosofía, yoga, meditaciones, hacía silencios. Quería entender esa maldad que nunca entendí. El estudio de la ciencia le llevó de nuevo a la búsqueda de Dios. Leí a Francis Collins, el genetista: investigando el ADN, él descubrió a Dios, decía".

Carmen Cordón, empresaria, hija del secuestrado Publio Cordón, comunicadora, vivió un encuentro místico con Dios que la llevó a ponerlo en el centro de su vida

Y sucedió lo inesperado, lo imprevisto: Dios fue quien dio el paso. "Un amanecer, Dios me encontró a mí. Fue la experiencia más abrumadora, más desgarradora de mi existencia. Sin aviso, sin mística y sin preparación. Su presencia era más real que nada de todo lo que en ese momento me rodeaba. Irrumpió en mi alma. Sentí su mirada directa a mi corazón. (...) Tanto que me sentía avergonzada", describió. Los asistentes al desayuno oyeron la descripción de una experiencia mística de manual. 

"Me sentí abrumada. Me latía el corazón a mil. Su voz resonó en mí. Y solo dijo: 'te quiero'. Y volvió mi mundo del revés. Supe que Él me ha hecho, que soy su obra. Entendí que Él me amaba, así tal y como soy, insignificante e imperfecta. Entendí que todas las cosas que me han pasado fueron las cosas exactas y necesarias para que mi vida llegara ahí, que nada escapa de su consciencia. Sentí que yo debía ser pura bondad y atenderle. Cambié. Ya no me distraigo con ruido, con lo superfluo. Busco en cada circunstancia ser quien Él puso en el mundo. Cuando no le atiendo, me siento perdida y angustiada".

 Hoy, a pesar de que hay circunstancias terribles, como el hecho de que el cadáver de su padre sigue sin ser localizado, Carmen Cordón pone a Dios en el centro de su vida: “Aplico su mandato de bondad esencial en mis empresas, en mi familia, en cualquiera que se cruce en mi camino, con valentía y sin ningún miedo a las consecuencias, porque es su plan. En su amor, en su fuerza, yo descanso. Es amor a raudales, es como una energía nuclear, atómica, que atrae el amor y la simpatía de otros. ¡Soy amada -todos los somos- por El Más Grande! La vida es ahora poesía. Soy una pluma en Su viento".

Homilía del evangelio del domingo: Para garantizar la asistencia del Espíritu Santo, los cristianos deberán perseverar en la fe hasta el final, con la convicción de que «ni un cabello de sus cabezas perecerá» / Por P. José María Prats

* «Los valores cristianos como la dignidad inviolable de todo ser humano o la vida entendida como entrega a Dios y al prójimo estarán en lucha permanente con otros valores del mundo, lo cual generará graves conflictos a nivel familiar y social (‘os echarán mano, os perseguirán ... hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos ... os odiarán por mi causa’)»

Domingo XXXIII del tiempo ordinario - C

Malaquías 3, 19-20a / Salmo 97  /  2 Tesalonicenses 3, 7-12  / San Lucas 21, 5-19

P. José María Prats / Camino Católico.- Estamos terminando el año litúrgico y las lecturas de hoy nos hablan del fin del mundo y del juicio final. El evangelio nos presenta el discurso escatológico de Jesús, un texto complejo y difícil, escrito con lenguaje apocalíptico, donde se mezclan muchas cosas.

Jesús empieza anunciando la destrucción del Templo de Jerusalén que acaeció en el año 70 y, en cambio, sus discípulos parecen preguntarle más bien por el fin del mundo y las señales que lo acompañarán. Y es que los judíos de aquella época creían que destrucción del Templo, catástrofe universal y Reino del Mesías iban a ser hechos conexos y simultáneos.

Jesús responde a las inquietudes de sus oyentes profetizando sobre lo que iba a ser la vida de sus discípulos a lo largo de la historia, hasta el fin del mundo. Como no puede ser de otra manera, esta profecía está tejida a partir de las vicisitudes concretas que estaban viviendo las comunidades cristianas cuando se escribió el evangelio de San Lucas: conflictos con las sinagogas y con los familiares no convertidos al cristianismo, persecución, comparecencia ante los gobernadores para ser juzgados, proliferación de falsos profetas... Pero la esencia de la profecía puede aplicarse a los cristianos de todos los tiempos y podríamos sintetizarla en estos puntos:

  • La vida de los cristianos se desarrollará dentro de un marco histórico muy duro marcado por conflictos políticos y sociales (guerras, revoluciones...) y por desastres naturales (terremotos, epidemias, hambre...).

  • La fe que sostiene la vida cristiana se verá continuamente amenazada por la seducción de otras comprensiones del hombre y del mundo («muchos vendrán usurpando mi nombre ... no vayáis tras ellos»). Los humanismos ateos, la ideología de género o la Nueva Era son ejemplos actuales de estas seducciones.

  • Los valores cristianos como la dignidad inviolable de todo ser humano o la vida entendida como entrega a Dios y al prójimo estarán en lucha permanente con otros valores del mundo, lo cual generará graves conflictos a nivel familiar y social («os echarán mano, os perseguirán ... hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos ... os odiarán por mi causa»). 

  • Los cristianos podrán superar todas estas amenazas y dificultades humanamente insalvables gracias a la asistencia del Espíritu Santo, el Paráclito, el Defensor, que les dará «palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario».

La comunidad de los discípulos de Jesús se nos presenta, pues, como un frágil barquito que navega en un mar embravecido, amenazado por olas gigantes: guerras, hambre, enfermedades, desastres naturales, incomprensión, persecuciones, conflictos familiares, seducciones, engaños... Pero este barquito que sube y baja zarandeado por las olas, está todo él envuelto, como en una burbuja, por el poder del Espíritu Santo con el que el Padre lo defiende y sostiene en todo momento para que llegue a buen puerto. Para garantizar esta asistencia del Espíritu Santo, los cristianos deberán perseverar en la fe hasta el final, con la convicción inquebrantable de que «ni un cabello de sus cabezas perecerá» y que cuando sea destruido su cuerpo, templo del Espíritu Santo, será reconstruido en plenitud y para siempre.


P. José María Prats

Evangelio:  

En aquel tiempo, como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, Él dijo: 

«Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

Le preguntaron: 

«Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?». 

Él dijo: 

«Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy’ y ‘el tiempo está cerca’. No les sigáis. Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato».

Entonces les dijo: 

«Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo. Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

San Lucas 21, 5-19