Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida dejando a Jesucristo ser quien ocupe el lugar central.
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Juman Al Qawasmi encontró una web cristiana en árabe, donde se leía un mensaje que le llamó la atención: "Ama a tus enemigos"
* «El islam enseña a los niños a odiar, a luchar, les llena la cabeza de violencia. Pero la verdad no nace del odio. Jesús ama a los musulmanes, los ama profundamente y quiere liberarlos. Jesús nos está empujando ahora mismo. Déjalo entrar, porque es la vida y ha venido a darte la vida, a darte la alegría, a darte la libertad. Jesús ama a los musulmanes. Él nos ama tanto. Quiere que estemos libres de este miedo, quiere liberarnos. No tenemos que tener miedo, deberíamos poner nuestros ojos en Jesús y creer que Él es el camino. El único camino. Es el hombre más grande»
Camino Católico.- Juman Al Qawasmi es la hija de uno de los fundadores del grupo terrorista Hamas y exesposa de uno de sus líderes. Juman creció siendo educada en que su lealtad debía estar con la causa de Hamás. Se le enseñó a ver a los judíos y a los cristianos como enemigos y como una amenaza religiosa.
"Nací y crecí en Catar, mi padre es uno de los fundadores de Hamas. Mis padres nos animaron a odiar a Israel, a los judíos, a los cristianos, incluso a todos los que no pertenecían a Hamas. Debíamos matarlos, porque es lo que dice el Corán", dice en una entrevista con CBN News.
En el año 2007, Hamás tomó el control de Gaza. Hasta entonces los judíos y los palestinos vivían en cierta calma, pero en esas fechasella presenció actos de violencia incluso contra palestinos, mientras el grupo consolidaba así su poder.
"Entre los años 2002 y 2012 viví en Gaza y vi lo que estaba haciendo Hamas cuando tomó el poder. Dijeron que venían para traer igualdad para todos y cumplir sus promesas, y nada de esto sucedió", comenta.
Estas experiencias alimentaron en ella una inquietud profunda. Juman empezó a cuestionar no solo la doctrina, sino también la forma en que su familia y su movimiento político ejercían la autoridad. "No estaba permitido hacer preguntas en el islam", afirma.
Entre 2012 y 2014, vivió momentos de miedo. Cuenta que cuando el Ejército israelí le avisó de un bombardeo inminente en su vecindario; esa noche, mientras su familia escapaba, ella oró de forma muy personal: "Dios, si existes, quiero conocerte, quiero que me salves".
Juman se puso a rezar a Dios durante un bombardeo
Tras esa súplica, Juman cuenta que tuvo una experiencia que le cambió el rumbo de su vida: en un sueño vio a su madre, que había muerto un tiempo atrás, y estaban sentadas en un balcón mientras veían la luna, ésta se fue haciendo más grande y vio el rostro de Jesús en la luna, que le habló en árabe: "Soy Dios, Jesús. Tú eres mi hija; no tengas miedo'. Cuando me desperté, sentí que había una luz en la habitación, algo como, ¡esto es real!".
Nunca había escuchado el nombre de "Jesús" ni había tenido contacto con cristianos. "Mi comunidad era 100% musulmana, mis actividades eran ir al centro islámico y memorizar el Corán. Nunca había conocido a gente cristiana en mi vida", dice.
Sin embargo, aquella visión despertó en ella una paz interior desconocida. "Nadie me había hablado de Él antes, pero, cuando escuché Su nombre, sentí que era un nombre hermoso, un Dios hermoso, y sentí paz dentro de mí. Por primera vez, Alguien me amaba, nunca me había sentido amada por mi familia", explica. Y, motivada por esa experiencia, buscó más información.
Encontró un sitio web cristiano en árabe, donde se leía un mensaje que le llamó la atención: "Ama a tus enemigos". Esa enseñanza le resultó completamente opuesta a lo que le habían inculcado desde pequeña: había que matar a los enemigos, no amarlos. Eso le hizo darse cuenta de que estaba ante un Dios diferente al que le habían enseñado en el islam.
A través de esa página contactó con otros creyentes, comenzó a leer la Biblia y se adentró en la nueva fe hasta que, finalmente, decidió convertirse al cristianismo. Además de su conversión espiritual, Juman ha realizado críticas explícitas hacia Hamás. Afirma que el grupo no solo predicaba la lucha contra Israel, sino que también gobierna mediante el miedo y la opresión.
"Nací en el Islam y nunca he estado satisfecha con Dios. Sentía que Dios nunca estaría feliz conmigo, no tenía ninguna garantía de ir al paraíso. Siempre tenía miedo del infierno. El Islam no te da paz, siempre tienes miedo de que algo malo sucederá", comenta.
"El islam enseña a los niños a odiar, a luchar, les llena la cabeza de violencia. Pero la verdad no nace del odio". Y, añade: "Jesús ama a los musulmanes, los ama profundamente y quiere liberarlos".
Hoy, Juman afirma que su identidad ya no está definida por su linaje familiar ni por su pasado en Hamás, sino por su nueva relación con Dios: se describe a sí misma como "hija del Dios viviente".
"Jesús nos está empujando ahora mismo. Déjalo entrar, porque es la vida y ha venido a darte la vida, a darte la alegría, a darte la libertad. Jesús ama a los musulmanes. Él nos ama tanto. Quiere que estemos libres de este miedo, quiere liberarnos. No tenemos que tener miedo, deberíamos poner nuestros ojos en Jesús y creer que Él es el camino. El único camino. Es el hombre más grande", concluye.
La entrevista completa en inglés puedes escucharla en este vídeo
Jennifer S. Bryson era agnóstica y estaba estudiando comunismo en la Alemania comunista, cuando Dios le salió al encuentro de golpe / Foto: Catholic information center
* «Fue una experiencia de Dios como mi Creador, de que Dios es Creador, que nos ha creado. Y tuve una sensación de paz y tranquilidad, de total y completo y radical sobrecogimiento. Miraba a mi alrededor a los otros estudiantes y quería hablarles, sacudirles, gritarles y decirles ‘¡no tenéis por qué ser infelices! ¡Dios existe!’ Pero no lo hice. Yo era norteamericana y la experiencia era un poco abrumadora. Desde las ventanas veía el cielo, los árboles... y volviendo a casa, esas cosas simples las veía de forma completamente nueva. ¡Dios creó el cielo, el árbol, Dios me creó a mí!. Un par de meses después, en pleno invierno, se me ocurrió que podía hablar con Dios. Intenté hacerlo... y descubrí la oración. Y no sólo oración. Me impactó porque descubrí ¡libertad! Me di cuenta de que 'esta es la única cosa que el gobierno de Alemania Oriental no puede quitarme'. En Dios, en la fe, soy libre… Dejad a Dios trabajar en vuestras vidas, cuando intenté luchar contra eso no funcionó bien. Abríos al amor de Dios. Dios quiere compartirse. Dios no es abstracto, nos guía con su Iglesia, con semillas, y con esa alegría que yo veía en aquellos jóvenes polacos»
Camino Católico.-Jennifer S. Bryson es una mujer interesante por multitud de razones: ha sidointerrogadora de yihadistas en Guantánamo (y activista contra la tortura), ha estudiado árabe y griego, ha sido activista contra la ideología de género en el deporte y ahora traduce y difunde a autoras cristianas de lengua alemana el siglo XX, Ida Friederike Görres y Oda Scheneider.
Pero en su infancia y juventud estaba convencida de que la religión era una tontería, algo para gente tonta. Hasta que tuvo una experiencia mística en el lugar más inesperado: la sala de estudios de la Universidad Karl Marx, en la Alemania comunista, leyendo a Lenin, mientras estudiaba un curso de comunismo y filosofía marxista. Lo ha contado con detalle en inglés en Coming Home Network, el programa de entrevistas a conversos católicos y lo sintetiza y traduce P.J. Ginés en Religión en Libertad.
Familia de origen luterano, poco devota
Jennifer S. Bryson nació en Estados Unidos, en una familia de cultura luterana y orígenes finlandeses. Para sus padres, lo más importante era que estudiara e hiciera carrera. Sólo la madre iba a la iglesia y llevaba a sus hijos. Iban a una iglesia luterana en parte por costumbre y convención social, en parte por mantener contactos. En su casa no se hablaba de Dios, aunque se bendecía la mesa.
Un día, cuando tenía unos diez años, en la escuela dominical (la catequesis que se da los domingos a los niños, antes o después de los servicios religiosos), hizo una pregunta incómoda. A ella le gustaba aprender cosas de ciencia, y en un reportaje en televisión había aprendido que en Mesopotamia no había manzanas. Así que, respecto a la historia de Adán y Eva y la manzana, levantó la mano y planteó que la fruta podría haber sido una granada. "Para mí, era una pregunta sincera, yo estaba interesada en el mundo. Pero la catequista dijo: 'Simplemente, deja de preguntar". Jennifer sacó una conclusión: la religión era una cosa tonta para gente tonta. Gente que temía las preguntas. Sus hermanos mayores también le decían eso. "Es un tema estúpido, no nos interesa para nada", le decían.
Ya en la adolescencia, tocaba hacer la Confirmación, un rito importante en los luteranos de países escandinavos. Ella ya no creía en lo que enseñaban en la Iglesia. Su madre le dijo que, por favor, siguiera la corriente, lo justo para hacer la ceremonia. "Me sentí como si me pidieran mentir, pero era importante para ella", recuerda. En la ceremonia, cuando todos recitaban el Credo, ella se saltaba algunas partes, como el "nació de María Virgen".
De su formación en la adolescencia, recuerda a un buen pastor de jóvenes, que recomendaba leer a CS Lewis (a ella le gustaron Las Crónicas de Narnia) y con el que se podía hablar. Transmitía "algo pacífico, gozoso y sólido en su vida, y con su esposa tenían un buen matrimonio, mientras ya veía yo divorciarse a los padres de mis amigas. Pensé: 'algún día tengo que averiguar qué hay en su vida'". ¡No lo asociaba con su fe!
En Austria con Juan Pablo II
Poco antes de los 15 años llegó a Austria para estar un año de estudiante de intercambio y mejorar su alemán. Era 1983. "Yo ya era bastante anticatólica, no sé bien por qué. Pero ahora estaba en una zona rural de Austria y todo era católico". Nada más llegar, la familia que la acogía la invitó a la misa al aire libre, en Viena, con Juan Pablo II. No recuerda mucho de esa misa. No le gustaron nada los crucifijos metálicos (con el Crucificado), similares a los del Papa, aunque no lo comentó con nadie. La misa no le pareció muy distinta al servicio luterano, pero no le causó una gran impresión.
Jennifer no acompañaba a misa dominical a su familia de acogida ese año. Sí fue a la misa de medianoche de Navidad, que le pareció "oscura, como un funeral".
Ese mismo año, acompañó a su hermano mayor (casi 20 años mayor que ella) a un viaje a Roma. En San Pedro del Vaticano vio a una mujer besar los pies de una estatua. "¿Ves? Ya lo decía yo, los católicos son paganos", se dijo.
Sin religión, a la Alemania comunista
Empezó la universidad convencida de que la religión no era para personas inteligentes como ella. En 1987, como sabía alemán, buscando viajar y aventura, se apuntó a un programa especial becado por el gobierno de la RDA, la Alemania comunista, para poder estudiar un año en la Universidad Karl Marx (desde 1991 se llama, simplemente, la Universidad de Leipzig).
Frontispicio marxista que en los años 70 y 80 recibía a los estudiantes en la Universidad Karl Marx de LeipzigBundesarchiv / Foto: CC BY-SA 3.0
Allí había estudiantes de varios países comunistas y de movimientos comunistas (sandinistas de Nicaragua, sudafricanos del ANC, etc...). "¿Eres marxista?", le preguntó un alumno. "Pues, no lo sé", dijo ella. Como el marxismo parecía importante allí, se apuntó a un curso especial que intentaba resumir en un año 3 cursos de marxismo obligatorio para los universitarios alemanes.
La primera parte era la Filosofía. De los griegos materialistas como Demócrito y Anaximandro (siglo IV a.C) pasaban directamente a Feuerbach (s.XIX) con su crítica a la religión. No existían Platón, ni Aristóteles, ni Agustín, ni Tomás de Aquino, ni Descartes, ni Leibniz...
"Mi profesor era fantástico, un auténtico creyente en el marxismo-leninismo, magnífico enseñante. En su primer día de clase nos dijo que el objetivo del curso era averiguar lo que es verdadero en la existencia". Le fascinó porque nunca antes le habían planteado la pregunta acerca de la verdad. En Stanford leían "grandes libros" de autores en desacuerdos, pero nunca le plantearon si lo que decían era verdad o no. Pensó: "Esto importa".
El curso filosófico no mencionaba el ateísmo durante los primeros meses de clase, era algo que se daba por supuesto. Ella estudiaba muy duro, se preparaba bien las clases, pensando que esa filosofía lo explicaba todo. Era nueva y fascinante.
Experiencia mística en la sala de lectura
"Nos encargaron leer un ensayo de Lenin que íbamos a debatir sobre por qué no puede haber marxismo-leninismo sin ateísmo. Y allí estaba yo, en la sala de lectura de la Universidad Karl Marx, con filas de mesas y estudiantes, rodeada de las obras completas en muchos volúmenes de Marx, Engels y Lenin, con muchas copias. Yo leía ese ensayo. No me hacía la pregunta de "ateísmo o Dios". Dios no estaba ni siquiera en mi radar".
Ella leía a Lenin con atención, y veía que era como ir hacia un precipicio, que iba a tener que decidir en algún momento sobre si lo que leía era verdadero.
"De repente, tuve una experiencia de Dios. Todo lo que puedo decir es que Dios irrumpió en mi vida. Tengo escalofríos al recordarlo", explica hablando en CHNetwork.
"Yo no estaba pensando en Él. Yo leía lo que Lenin decía, que el ateísmo es un sine qua non, que has de seguirlo. Y en ese momento... No fue un proceso de pensamiento racional, no fue el final de un silogismo. Fue una experiencia de Dios como mi Creador, de que Dios es Creador, que nos ha creado. Y tuve una sensación de paz y tranquilidad, de total y completo y radical sobrecogimiento [awe]".
"Miraba a mi alrededor a los otros estudiantes y quería hablarles, sacudirles, gritarles y decirles ‘¡no tenéis por qué ser infelices! ¡Dios existe!’ Pero no lo hice. Yo era norteamericana y la experiencia era un poco abrumadora. Desde las ventanas veía el cielo, los árboles... y volviendo a casa, esas cosas simples las veía de forma completamente nueva. ¡Dios creó el cielo, el árbol, Dios me creó a mí! Ese fue el punto que cambió mi vida, y nunca miré ya atrás".
Con la oración, ¡libertad!
Los meses que le quedaban en la Alemania comunista podrían haber sido muy duros, si no fuera por los estudiantes polacos del lugar. Eran los más amigables, "un poco locos", los más alegres... y católicos. Ellos mismos buscaban hablar con Jennifer. "La mayoría eran creyentes devotos, sin miedo, hablaban de su fe, iban a actividades de iglesia, y estaban llenos de gozo. ¡No había mucho gozo en la Alemania Oriental! Eran una chispa de luz brillante. Eran inteligentes y agudos".
Un par de meses después, en pleno invierno, "se me ocurrió que podía hablar con Dios. Intenté hacerlo... y descubrí la oración. Y no sólo oración. Me impactó porque descubrí ¡libertad! Me di cuenta de que 'esta es la única cosa que el gobierno de Alemania Oriental no puede quitarme'", detalla. Como extranjera, podían quitarle papeles, permisos, y se encontraba con controles, alambradas, soldados, el Muro de Berlín... "En Dios, en la fe, soy libre", descubrió.
Estudiantes en la Karl Marx University en noviembre de 1989, cuando cayó el Muro de Berlín, apenas 2 años después del paso de Jennifer
En "una esquina oscura de una habitación oscura de una librería oscura" en la Alemania comunista, encontró un libro inesperado. ¡Estaba en inglés! Era Mero Cristianismo, de CS Lewis. Aún lo guarda. "Debía haber llegado allí de contrabando", considera. Ella conocía a Lewis por Crónicas de Narnia y por recomendaciones de su antiguo pastor de jóvenes,
Leyó la primera parte: Dios existe. "Sí, sí, sí, es lo que yo había experimentado". Segunda parte: ¿existe el bien y el mal, lo correcto y lo inmoral? "Oh, rayos, sí, sí". Tercera parte: Jesús. Ahí ella se bloqueó y dejó de leer: no le interesaba Jesús.
Buscando creyentes en EEUU
De vuelta en EEUU, en la descreída Universidad de Stanford, buscaba creyentes, y no los encontraba. Fue a la iglesia de su madre, habló con un clérigo luterano de su experiencia mística. Fue una decepción: él no pudo mostrar menos interés.
Después, en Domingo de Pascua, fue a una iglesia luterana del campus universitario. "¡Yo tenía hambre de Dios! Y allí nos hablaron de los sandinistas de Nicaragua y de ayudar a los sandinistas. ¡Pero si yo venía de estudiar con sandinistas en Alemania Oriental!" Eran ateos, materialistas y su sistema cerrado no valoraba a la persona humana, y justificaba la violencia y la revolución para expulsar gobiernos e instaurar el comunismo. Eso lo había estudiado ella con ellos.
Decidió que tenía que acercarse a conservadores interesados en política, y así encontró jóvenes cristianos del apostolado cristiano InterVarsity. Lloró de ilusión. Eran unos "evangélicos maravillosos" y le recordaban a los católicos polacos. Amaban a Dios y la Biblia, y la creían. Perseveró en ir a la iglesia con ellos.
Jesús y el aborto
Dos temas le resultaban difíciles. Por un lado, Jesús, Dios hecho hombre, que hacía milagros. Por otro, la oposición al aborto. Ella, educada para "triunfar", veía el embarazo como un obstáculo, y no había pensado en la verdad de la causa provida. Estaba saliendo con un chico evangélico, y para él ambos temas eran innegociables.
Pasó el verano como becaria en la embajada norteamericana en Bonn, en Alemania. Allí contactó con un grupo llamado Navigators, que eran evangelizadores en círculos de diplomáticos y sus familias. Juntaban a bastantes adultos jóvenes y estudiaban la Biblia. Ella se sentía a gusto con ellos. Ese verano abrió gradualmente su corazón a entender que Jesús era el centro de todo eso, de la conexión entre Dios y los que se trataban con Dios. También quedó asombrada por la catedral de Colonia y su belleza.
Ella, tan impactada por Dios como Creador, se dio cuenta también de que cada ser humano es creado por Dios en el seno materno, meses antes de ser visto. Dios creaba a cada uno, y cada uno es valioso para Él. Así dio el paso a la cultura provida.
Jóvenes equilibrados, bebían sin emborracharse
En su último año en la universidad, ella ya era firmemente provida. Y en actividades provida encontró católicos. Ahora era una becaria-ayudante en el Senado de EEUU, con su título en Ciencias Políticas y su dominio de idiomas. En Washington encontró jóvenes católicos activos. "Eran, de nuevo, muy majos. Equilibrados. Chicos y chicas se trataban bien. Ni tenían miedo unos de otros, ni hacían nada inapropiado. Bebían alcohol, pero no se emborrachaban. Era un ambiente magnífico".
Algunos la invitaron a ir con ellos a las 8 de la mañana a un abortorio, a ofrecer alternativas a chicas tentadas de abortar. No le apetecía mucho, pero sabía que era importante. Allí no sólo repartían folletos con alternativas: un compañero permanecía cerca rezando. A veces eran dos, y rezaban el Rosario. A ella le parecía "esa cosa mariana rara". Pero también comentaban los misterios bíblicos.
Uno de aquellos chicos era del Opus Dei y estaba muy bien formado, conocía y amaba la Biblia y le gustaba responder a sus preguntas. Y él le preguntó: "Jennifer, ¿de dónde salió la Biblia?" Y también comentó con ella Juan 6, el discurso del Pan de Vida: ¡comer Su carne, beber su Sangre! De eso hablaban junto a la clínica abortista. Y ella pensó: "Estoy en apuros, si de verdad quiero seguir la Biblia... tendré que hacerme católica".
"Léete Las Confesiones de San Agustín y luego hablamos"
Era septiembre de 1989. En Europa caían los regímenes comunistas en Polonia y Hungría y temblaban en sus países vecinos. Ella empezaba a estudiar Historia de la Diplomacia, y le hablaban de Santo Tomás de Aquino. También conoció a un profesor anciano, "fabuloso", que enseñaba sobre intelectuales medievales. Era el historiador Jaroslav Pelikan. Su abuelo había sido obispo luterano en Eslovaquia. Él fue luterano hasta 1998, cuando se hizo ortodoxo. Falleció en 2006.
Durante un año Jennifer estudió con él a Agustín, Tomás de Aquino y todo lo que había entre ellos. Pelikan le dijo: "Léete las Confesiones de San Agustín y vuelve cuando hayas terminado". Lo mismo con La Ciudad de Dios. También empezó a estudiar latín: su profesor era un judío ruso converso al catolicismo.
Rodeada de católicos interesantes, empezó a ir a la misa diaria. Descubrió que en ella había mucha Biblia y que se aprendía mucho, también sobre los santos, que eran intercesores que oran a Dios por nosotros, como hacen los amigos en la tierra.
Una mujer paciente y generosa, del Opus Dei, se dedicó a prepararla a ella, y a otra estudiante, para la Vigilia Pascual y su entrada plena en la Iglesia. Recordó que Jesús no fundó un libro, sino una comunidad. Y entendió que, en esta confirmación, católica, podía rezar todo el Credo. Esa Vigilia Pascual de 1990, hundido ya el comunismo en Europa Oriental a lo largo de unos pocos meses, ella se hizo católica.
Más lenguas, más culturas, interrogar en Guantánamo
Estudiar a Tomás de Aquino le llevó a Aristóteles y la lengua griega, y también al árabe. Vivió un tiempo en países árabe-hablantes. Se doctoró en estudios Greco-Árabes en Yale, se graduó en diciembre del 2000, y diez meses después el atentado de las Torres Gemelas del 11-S hizo que todo el mundo se planteara qué pasaba en Oriente y con el Islam.
Trabajó con el ejército de EEUU. Durante dos años fue interrogadora en la base norteamericana de Guantánamo, donde se concentraban los presos yihadistas. Escribió sobre eso en varias ocasiones, a favor de interrogar, y claramente en contra de las torturas, incluso contra el terrorismo.
Jennifer Bryson, en 2025, en una ponencia sobre Ida Friederike Görres
Después ha colaborado en varios think-tanks conservadores (como el Ethics and Public Policy Institute en Washington) y asociaciones en defensa de las libertades, por ejemplo, contra el wokismo y la ideología de género en el deporte. En los últimos años, traduce a autoras cristianas alemanas del siglo XX, como Ida Friederike Görres, fallecida en 1971, que veían venir algunos desastres del cristianismo "liberal".
A las personas con preguntas sobre Dios, les da un consejo: "Dejad a Dios trabajar en vuestras vidas, cuando intenté luchar contra eso no funcionó bien. Abríos al amor de Dios. Dios quiere compartirse. Dios no es abstracto, nos guía con su Iglesia, con semillas, y con esa alegría que yo veía en aquellos jóvenes polacos".
* «Para confiar nuestras luchas a Jesús, tenemos que pasar tiempo con Él en oración. Tenemos que tener una relación con Él. En la quietud, podemos hablar con sinceridad sobre lo que tenemos en nuestro corazón. Durante la adoración eucarística, puedes mirar a Jesús en el Santísimo Sacramento y saber que Él te mira con amor. A menudo nos habla con dulzura, en silencio. Por eso son tan importantes los momentos diarios de silencio, ya sea a través de la adoración, la lectura de las Escrituras o simplemente hablando con Él, encontrando esos pequeños espacios de tiempo donde podemos estar con Él»
Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican Newsdel encuentro del Papa León XIV con los jóvenes estadounidenses el 21 de noviembre de 2025
* «Estos años de su vida están destinados a ayudarles a convertirse en adultos maduros. Espiritualmente, esto significa profundizar en su amistad con Dios y asemejarse más a Él. Intelectualmente, significa aprender a pensar con claridad y espíritu crítico para examinar la realidad y buscar la verdad, la belleza y el bien. También significa fortalecer vuestra voluntad con la gracia de Dios, para que puedan elegir libremente lo que les ayuda a crecer y evitar lo que los perjudica.Todas las herramientas que se nos brindan, incluida la inteligencia artificial, debería apoyar este camino, no debilitarlo. Usar la IA de manera responsable, significa usarla de manera que los ayude a crecer, nunca de manera que los distraiga de vuestra dignidad o vuestra llamada a la santidad. La IA no puede juzgar entre lo correcto y lo incorrecto, ni maravillarse en la auténtica belleza, en la belleza de la creación de Dios. Entonces, tengan cuidado de que su uso de la IA no limite su verdadero crecimiento humano. Usenla de tal modo que si desapareciera mañana, seguirían sabiendo cómo pensar, crear y actuar por ustedes mismos, cómo formar auténticas amistades. Recuerden, la IA nunca podrá sustituir el don único que ustedes son para el mundo»
Camino Católico.- “Profundizar nuestra propia amistad con Jesús. Esto significa una conversión personal, dejar que Dios transforme nuestros corazones para que podamos seguir a Cristo más de cerca. San Agustín lo expresó muy bien. Si quieres cambiar el mundo, empieza por dejar que Dios te cambie a ti”, ha invitado el Papa León XIV a 16.000 jóvenes estadounidenses que se han reunido con él a través de un enlace de vídeo el viernes 21 de noviembre de 2025, mientras asistían a la Conferencia Nacional de la Juventud Católica (NCYC) en la ciudad estadounidense de Indianápolis. Moderado por Katie Prejan McGrady, el evento ha contado con la participación de seis jóvenes católicos que han pedido al Papa que compartiera sus opiniones sobre temas que iban desde los sacramentos y la salud mental hasta la inteligencia artificial y el futuro de la Iglesia.
El Pontífice ha invitado a los jóvenes a crecer en la amistad con Jesucristo, a utilizar la tecnología de forma saludable para profundizar en su fe y a evitar el uso de categorías políticas para hablar de la Iglesia. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha el encuentro del Santo Padre con los jóvenes estadounidenses, cuyo texto completo es el siguiente:
Primer encuentro digital del Papa León XIV con los jóvenes estadounidenses durante la Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos (National Catholic Youth Conference, NCYC)
INTERVENCIÓN Y RESPPUESTAS DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
Lucas Oil Stadium de Indianápolis (Indiana, Estados Unidos)
Viernes, 21 de noviembre de 2025
Saludo y primera reflexión del Papa León XIV:
Me alegra mucho estar con todos ustedes a través de esta conexión digital. Quiero saludar a todos los que están reunidos en la Conferencia Nacional de los Jóvenes Católicos en Indianapolis, Indiana, y también quiero saludar a todos los que se unen en línea o por televisión desde todos los Estados Unidos y desde otras partes del mundo. Agradezco a todos los que han ayudado a organizar este evento y han hecho posible que estemos juntos hoy, aunque sea solo a través de una pantalla.
Nos reunimos en un momento especial de la vida de la iglesia, el año jubilar. Es hermoso que este jubileo se centre en la esperanza, porque vemos signos de esperanza por todas partes. Millones de personas han venido a Roma para atravesar las Puertas Santas, rezar en las tumbas de los apóstoles y profundizar su fe en las diócesis de todo el mundo.
Muchas iglesias han sido nombradas iglesias jubilares. Esto pone de relieve el importante papel que desempeñan en sus comunidades y ofrece a quienes las visitan la oportunidad de recibir especiales gracias. En el reciente jubileo de los jóvenes en Roma, más de un millón de jóvenes acudieron a celebrar y a reconocer a otros jóvenes católicos de todo el mundo que comparten la misma fe. ¡Qué bendición es ver a tantos jóvenes católicos buscando al Señor con sinceridad y alegría! Al mirar el programa de la conferencia, me alegró ver cuánto tiempo se dedica a la adoración, la misa diaria y al sacramento de la reconciliación. No son simplemente actividades del programa, sino son oportunidades reales para encontrarse con Jesús. Hoy también es un día especial para la iglesia, ya que es la memoria de la presentación de la Santísima Virgen María. Recordemos cómo María, desde su juventud, ofreció toda su vida a Dios. Ella nos invita a hacer lo mismo, a confiarle todo a Él. Así que al comenzar nuestro tiempo juntos, pidamos a Nuestra Señora que vele por este encuentro digital y proteja a nuestras familias y amigos. Así que los invito a ustedes a rezar juntos el Ave María…
Pregunta de Mia Smothers de Maryland:
Buenos días, Santo Padre. Mi nombre es Mia Smothers de Maryland. En mi experiencia, ha sido difícil reconocer mis errores.
El Papa León XIV escucha a Mia Smothers de Maryland en el momento que se dirige a él
Papa León XIV:
¿Te resulta difícil aceptar la misericordia de Dios cuando cometes errores o sientes que has defraudado a alguien? Gracias por tu pregunta, Mia. Te agradezco por tu pregunta. Es importante porque todos luchamos con esto en algún momento. La verdad es que ninguno de nosotros es perfecto.
San Pablo enseña que todos hemos pecado y estamos privados de la misericordia de Dios. Lo dice en la carta a los romanos. Debido al pecado original, a veces hacemos lo contrario de lo que sabemos que es correcto.
Pero hay una buena noticia. El pecado nunca tiene la última palabra. Siempre que pedimos la misericordia de Dios, Él nos perdona. El Papa Francisco dijo que Dios nunca se cansa de perdonar. Somos nosotros los que a veces
nos cansamos de pedirlo. Así que incluso cuando volvemos a caer, debemos recordar las palabras de San Pablo.
Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores. Él vino por nosotros, conociendo nuestras debilidades. Jesús contó muchas historias sobre la alegría de Dios cuando alguien regresa a Él.
Por ejemplo, todos conocemos la historia del hijo pródigo. Aquel hijo que tomó decisiones terribles, pero cuando regresó a casa, su padre corrió a abrazarlo. Jesús también se llamó a sí mismo el buen pastor, que busca a la oveja perdida. Incluso en la cruz, perdonó al buen ladrón y oró por aquellos que lo crucificaron. Puede que nos cueste perdonar, pero el corazón de Dios es diferente. Dios nunca deja de invitarnos a regresar.
Experimentamos esta misericordia de manera especial en el sacramento de la reconciliación. En la confesión, Jesús se encuentra con nosotros a través del sacerdote. Cuando confesamos honestamente nuestros pecados y aceptamos nuestra penitencia, el sacerdote nos da la absolución y sabemos con certeza que somos perdonados.
Así que sí, puede ser desalentador cuando caemos, pero no se centren solo en sus pecados. Miren a Jesús, confíen en su misericordia y acudan a Él con confianza. Él siempre les dará la bienvenida a casa. Muchísimas gracias,
Pregunta de Ezequiel Ponce de la Arquidiócesis de Los Ángeles, California:
Buenos días, Santo Padre, mi nombre es Ezequiel Ponce, y yo vivo en la Arquidiócesis de Los Ángeles, California.
Al crecer en la escuela pública, pude ver a mis compañeros y hasta yo mismo luchar con mi fe. Hay momentos en los que muchos de nosotros nos sentimos tristes o abrumados. ¿Cómo puedo realmente entregarle mis problemas a Dios y saber que Él está cerca de mí, incluso cuando me siento así?
Ezequiel Ponce de la Arquidiócesis de Los Ángeles pregunta al Papa León XIV
Papa León XIV:
Gracias por tu pregunta, Ezequiel. En su primera carta, San Pedro nos dice que entreguemos todas nuestras preocupaciones a Jesús porque Él cuida de nosotros. Jesús no solo comprende nuestras luchas desde la distancia, en realidad quiere que se las entreguemos porque nos ama. Y ese tipo de confianza empieza cuando tenemos una relación real. No podemos entregar nuestros problemas a alguien a quien apenas conocemos.
Piensa en tus amigos más cercanos, por ejemplo. Si estuvieran sufriendo, tú hablarías con ellos, los escucharías y te mantendrías cerca de ellos. Nuestra relación con Jesús es similar. Él sabe cuando la vida se siente pesada, y las Escrituras
nos recuerdan que Él está cerca de los quebrantados de corazón. Incluso cuando no sentimos Su presencia, nuestra fe nos dice que Él está ahí.
Para confiar nuestras luchas a Jesús, tenemos que pasar tiempo con Él en oración. Tenemos que tener una relación con Él. En la quietud, podemos hablar con sinceridad sobre lo que tenemos en nuestro corazón.
Durante la adoración eucarística, puedes mirar a Jesús en el Santísimo Sacramento y saber que Él te mira con amor. A menudo nos habla con dulzura, en silencio. Por eso son tan importantes los momentos diarios de silencio, ya sea a través de la adoración, la lectura de las Escrituras o simplemente hablando con Él, encontrando esos pequeños espacios de tiempo donde podemos estar con Él.
Poco a poco aprendemos a escuchar Su voz, a sentir Su presencia, tanto dentro de nosotros como a través de las personas que Él nos envía. Entregarle nuestros problemas a Jesús es algo que hacemos y necesitamos hacer. Una y otra vez cada mañana podemos invitarlo a que nos acompañe durante el día. Cada noche podemos hablar con Él sobre nuestro día.
Recordemos también a María, la madre de Jesús, y nuestra madre. Ella comprende lo que vivimos y ella reza por nosotros. Hay una forma poderosa de pedir su ayuda y esa es rezando el Rosario a través de su intercesión y con todos los santos rezando por nosotros. Podemos poner todo en manos de Dios sabiendo que Él siempre nos escucha. Él siempre está con nosotros.
Sigue preguntando Ezequiel Ponce de la Arquidiócesis de Los Ángeles, California:
A veces me siento perdido pero me da miedo hablar de ello porque creo que los demás no entienden realmente cómo me siento. ¿Qué gestos o palabras podemos adoptar para comunicarnos mejor y ayudar a los demás a comprendernos plenamente?
Papa León XIV:
En el tiempo que pasé con los jóvenes, que con el pasar de los años ha sido significativo, he visto que ustedes llevan alegrías auténticas y esperanzas reales pero también luchas y cargas muy pesadas. Lo vi claramente durante el jubileo de los jóvenes.
Quiero que ustedes sepan que rezo por ustedes, pidiendo al Señor que los ayude a crecer en el amor por Él y en la virtud. Yo sé que el Señor está obrando en vuestros corazones pero también creo que Él los acerca a sí mismo a través de las personas en su vida. Espero que a través de sus padres, sus profesores, sacerdotes, hermanos y hermanas, buenos amigos, animadores juveniles, cuando encuentran a alguien en quien confían de verdad, no tengan miedo de abrir su corazón.
Es muy importante tener una auténtica verdad y cuando la tienes, ayudar a entender que te pueden apoyar en el camino. También es importante rezar por el don de tener amigos verdaderos. Un amigo verdadero no es solo alguien con quien es divertido estar, aunque eso también es bueno, sino alguien que te ayuda a acercarte más a Jesús y te anima a ser una mejor persona.
Los buenos amigos también nos animan a buscar ayuda cuando la vida se vuelve confusa o difícil. Los amigos siempre nos van a decir la verdad, los buenos amigos. La Escritura dice que los amigos fieles son como un refugio fuerte y un tesoro.
Espero que estén formando amistades así incluso durante esta conferencia, amistades arraigadas en la fe, arraigadas en el amor a Jesús, ya sea un adulto de confianza o un amigo cercano. Es importante hablar con sinceridad sobre lo que sientes y piensas. La sinceridad te ayudará a expresar tus sentimientos en palabras y la sinceridad permitirá que Jesús obre a través de las personas que ha puesto en tu vida.
Al mismo tiempo, recuerda que el Señor nos invita a crecer a través de nuestros desafíos. Muchos jóvenes dicen, nadie me entiende, pero ese pensamiento a veces puede aislarte. Cuando te surge, intenta decir: ‘Señor, Tú me entiendes mejor que yo mismo’. Y confía en que el Señor te guiará.
Pregunta la moderadora Katie McGrady:
Quería preguntarle, ¿Cuándo usted se distrae en la oración como le pasa a muchos jóvenes, qué hace para volver a concentrarse?
La moderadora Katie McGrady interviene en este momento para preguntar al Papa León XIV
Papa León XIV:
Depende… a veces lo mejor es seguir la distracción por un momento y ver por qué está ahí, pero luego regresar y recordar por qué estás allí y por qué estás en oración, y decirle al Señor: ‘Mira, Señor, estoy distraído ahora, sé que lo entiendes’. Pero no permitir que te alejes demasiado, especialmente en la oración. Hay todo tipo de tentaciones, todo tipo de distracciones, pero sólo hay un Jesucristo.
Pregunta de Chris Pantelakis de la Arquidiócesis de Las Vegas, Nevada:
Soy Christopher, soy de la Arquidiócesis de Las Vegas, Nevada. A menudo me encuentro sentado con mi teléfono, desplazándome sin parar. También he notado que todos a mi alrededor tienen el mismo problema o uno similar. Muchos adultos me han dicho que la tecnología es excelente si se usa con moderación. Mi pregunta es: ¿Cómo sugiere que equilibremos todas estas fantásticas herramientas, redes sociales, teléfonos inteligentes, tabletas y cualquier otro dispositivo y al mismo tiempo establezcamos conexiones de fe fuera de la tecnología?
Papa León XIV escucha con atención la pregunta de Chris Pantelakis de la Arquidiócesis de Las Vegas
Papa León XIV:
Gracias Chris por tu pregunta, es muy importante. La tecnología realmente puede ayudarnos en tantas formas. Puede ayudarnos a vivir nuestra fe cristiana. Nos permite estar conectados con personas que están lejos, como hoy cuando podemos vernos y escucharnos, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia. También nos brinda herramientas increíbles para orar, para leer la Biblia y para aprender más sobre lo que creemos. Y nos permite compartir el Evangelio con personas que tal vez nunca conozcamos en persona, pero incluso con todo eso la tecnología nunca podrá reemplazar las relaciones reales y personales.
Las cosas sencillas, un abrazo, un apretón de manos, una sonrisa, son esenciales para ser humanos y tenerlas en una manera real y no sólo a través de una pantalla como estamos hablando hoy. Como católicos a menudo rezamos juntos, recordando la promesa de Jesús de que cuando dos o más se reúnen en su nombre, Él está con ellos. La iglesia primitiva experimentó momentos poderosos de la presencia de Jesús cuando rezaban juntos.
Ver la misa en línea puede ser útil, especialmente cuando alguien no puede asistir en persona, está enfermo o es anciano, pero estar realmente allí participando en la Eucaristía es muy importante para nuestra oración, para nuestro sentido de comunidad. Es esencial para nuestra relación con Dios y con los demás. No hay nada que pueda reemplazar la verdadera presencia humana estando uno con otro.
Por lo tanto, aunque la tecnología puede conectarnos, no es lo mismo que estar físicamente presentes. Tenemos que usarla con prudencia sin dejar que eclipse nuestras relaciones.
Hay un santo que fue recientemente canonizado, San Carlo Acutis, es un gran ejemplo. Carlo era experto en informática y usó ese talento, usó ese talento para ayudar a las personas a crecer en su fe. También dedicaba tiempo a la oración, a la oración eucarística, enseñaba y sobre todo lo más importante, servía a los pobres. Incluso se ponía límites de tiempo, permitiéndose sólo una cierta cantidad de tiempo a la semana para el ocio en sus dispositivos. Gracias a esta disciplina encontró un equilibrio saludable y mantuvo claras sus prioridades. Amigos míos, los animo a seguir el ejemplo de Carlo Acutis. Sean conscientes del tiempo que pasan frente a la pantalla y asegúrense de que la tecnología está al servicio de su vida y no al revés.
Pregunta de Micah Alcisto, de Honolulu:
Nuestra vida está cada vez más impregnada de inteligencia artificial, como una herramienta, un recurso para encontrar soluciones y respuestas a un problema que podemos tener. A menudo muchos de nosotros, incluyéndome a mí, podemos depender de la IA … en cosas como nuestro trabajo escolar, cómo escribir un buen ensayo, guiarnos en un problema de matemáticas o responder una pregunta de historia … Entonces, Santo Padre, ¿qué piensa, qué cree que debemos tener en cuenta a la hora de utilizar esta nueva tecnología?
Micah Alcisto, de Honolulu, acaba de formular su pregunta al Papa León XIV y se dispone a escuchar la respuesta
Papa León XIV:
Es una pregunta realmente importante, Micah. Y estoy contento de que la hayas planteado.
Como saben mucho mejor que yo, la IA se está convirtiendo en una de las características definitorias de nuestra época. Recientemente, hubo una conferencia aquí en Roma centrada en la protección de los niños y adolescentes en el mundo digital actual. Anime a los participantes a trabajar juntos para crear políticas que los mantengan a salvo de los riesgos que conlleva la IA. Pero también les recordé, y aprovecho esta ocasión para recordárselo a todos ustedes, que la seguridad no solo tiene que ver con las normas, también tiene que ver con la educación y la responsabilidad personal. Los filtros y las líneas guía pueden ayudarlos, pero no pueden tomar decisiones por ustedes, solo ustedes pueden hacerlo.
Estos años de su vida están destinados a ayudarles a convertirse en adultos maduros. Espiritualmente, esto significa profundizar en su amistad con Dios y asemejarse más a Él. Intelectualmente, significa aprender a pensar con claridad y espíritu crítico para examinar la realidad y buscar la verdad, la belleza y el bien. También significa fortalecer vuestra voluntad con la gracia de Dios, para que puedan elegir libremente lo que les ayuda a crecer y evitar lo que los perjudica.
Todas las herramientas que se nos brindan, incluida la inteligencia artificial, debería apoyar este camino, no debilitarlo. Usar la IA de manera responsable, significa usarla de manera que los ayude a crecer, nunca de manera que los distraiga de vuestra dignidad o vuestra llamada a la santidad. En su educación, aprovechen al máximo este tiempo.
La IA puede procesar información rápidamente, pero no puede sustituir a la inteligencia humana. No le pidan que haga sus tareas por ustedes. No puede ofrecer sabiduría real.
Esto es un importante elemento humano. La IA no puede juzgar entre lo correcto y lo incorrecto, ni maravillarse en la auténtica belleza, en la belleza de la creación de Dios. Entonces, tengan cuidado de que su uso de la IA no limite su verdadero crecimiento humano. Úsenla de tal modo que si desapareciera mañana, seguirían sabiendo cómo pensar, crear y actuar por ustedes mismos, cómo formar auténticas amistades. Recuerden, la IA nunca podrá sustituir el don único que ustedes son para el mundo. Gracias.
Pregunta de Elise Wing de la Arquidiócesis de Dubuque, Iowa:
Hola Santo Padre, mi nombre es Elise Wick, de Iowa. Santo Padre, estoy muy emocionada por el futuro, pero también estoy preocupada. Me preocupa el futuro de la Iglesia, que no exista cuando sea mayor. ¿Cómo se está preparando la iglesia para el futuro?
El Papa León XIV escucha la pregunta de Elise Wing de la Arquidiócesis de Dubuque
Papa León XIV:
Buenos días, Elise, y muchas gracias por tu pregunta. Cuando nos enfrentamos a retos o preocupaciones sobre el futuro, sería bueno recordar la promesa que Jesús hizo una vez a Pedro, cuando dijo, las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia. Jesús siempre protegerá, guiará y amará a su iglesia.
El día que fui elegido Papa, dije, Dios nos ama y el mal no prevalecerá. Estamos todos en manos de Dios. Jesús quiere que todos se acerquen a Él. Y veo este deseo especialmente cuando me encuentro con jóvenes que buscan sinceramente a Dios.
La Iglesia se prepara para el futuro, permaneciendo fiel a lo que Jesús nos pide hoy. Él nos dijo que no nos dejáramos abrumar por las preocupaciones, sino que buscáramos primero el reino de Dios, confiando en que todo lo demás se resolvería por sí solo. Y nos prometió que el Espíritu Santo nos guiaría y nos ayudaría a comprender lo que debemos hacer.
En efecto, a lo largo de la historia, el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia a través de concilios y muchas reuniones importantes. En tiempos desafiantes, en los últimos años, esta guía ha incluido escuchar con más atención las voces de todos los fieles, incluidos los jóvenes, como ustedes, a través de un método de diálogo que llamamos conversación en el Espíritu. Los católicos de todo el mundo han compartido lo que creen que el Espíritu Santo le está diciendo a la Iglesia hoy, y cómo todos nosotros podemos ser Iglesia y encontrar un camino hacia adelante.
Cuando hablamos y nos escuchamos unos a otros con espíritu de oración, podemos estar seguros de que Jesús camina con nosotros, incluso cuando el camino que tenemos por delante no está claro. Me gustaría invitar a cada uno de ustedes a formar parte de este viaje. La Iglesia nos necesita a todos, incluidos ustedes, mientras avanzamos hacia el futuro que Dios está preparando.
Vuelve a preguntar Elise Wing de la Arquidiócesis de Dubuque, Iowa:
Muchas gracias, Santo Padre, me encantó cómo usted habló sobre la unidad. ¿Cómo podemos nosotros, como jóvenes, asegurarnos de formar parte del diálogo de la Iglesia sobre el futuro?
Papa León XIV:
Permítanme comenzar con algo importante. Ustedes, no solo son el futuro de la iglesia, sino también el presente. Sus voces, sus voces, sus ideas, su fe, son importantes ahora mismo, y la Iglesia las necesita. La Iglesia necesita lo que ustedes tienen para compartir con todos nosotros.
Si quieren ayudar a la Iglesia a prepararse para el futuro, empiecen por participar hoy mismo. Manténganse en contacto con su parroquia, asistan a la misa dominical, participen en actividades juveniles, y digan sí a oportunidades como esta conferencia, oportunidades donde su fe puede crecer. Cuanto más conozcan a Jesús, más querrán servirle a él y a su iglesia. Una excelente manera de edificar la iglesia es enseñando la fe a los demás o ayudando a quienes lo hacen. Enseñar es a menudo la mejor manera de fortalecer tu propio entendimiento.
Profundicen también en su vida de oración. Dediquen tiempo a la adoración eucarística. Acudan a la confesión con regularidad. Estas prácticas, estas prácticas les ayudan a escuchar la voz de Dios con mayor claridad. Si sienten que el Señor te está llamando a algo específico, alguna vocación, habla con el párroco de tu parroquia o con otro líder de confianza. Ellos pueden ayudarte a discernir lo que Dios te está pidiendo. Recuerden que, por lo general,
hacer la diferencia se consigue mediante la fidelidad sencilla y cotidiana.
En este sentido, quiero mencionar a San Pier Giorgio Frassati. De joven, Pier Giorgio se unió a grupos católicos, vivió su fe con alegría, rezó con devoción y se preocupó discretamente pero con gran determinación por los pobres. Cuando murió con sólo 24 años, miles de personas, muchas de ellas pobres, acudieron a honrarlo por su bondad. Él nos da un buen ejemplo de cómo es la santidad en la vida cotidiana.
Por eso los invito a reflexionar sobre estas preguntas. ¿Qué puedo ofrecer yo por la iglesia para el futuro? ¿Cómo puedo ayudar a otros a conocer a Cristo? ¿Cómo puedo construir la paz y la amistad a mi alrededor? Estas preguntas son para hoy y creo que vuestro ‘Sí’ fortalecerá a la Iglesia ahora y en los años venideros.
Pregunta la Moderadora Katie McGrady:
¿Qué les está dando esperanza en este momento y cuál es su esperanza para el futuro de la Iglesia? ¿Cómo podemos ayudarles?
La moderadora Katie McGrady vuelve a preguntar otra cuestión al Papa León XIV e
Papa León XIV:
Bueno, muchas gracias. Es una muy buena pregunta. Creo que es importante repetir
que los jóvenes son parte del presente de la iglesia y también la esperanza para el futuro de la iglesia.
Recurrimos a ustedes, yo recurro a ustedes, y no a otra persona, para ayudar a dar forma a la iglesia en los años venideros. Eso es algo por lo que hay que emocionarse. Debería, debería aplaudirlos.
Ahora es el momento de soñar en grande y estar abiertos a lo que Dios puede hacer a través de sus vidas. Ser joven suele ir acompañado del deseo de hacer algo significativo, algo que marque una diferencia real. Muchos de ustedes están dispuestos a ser generosos, a ayudar a sus seres queridos o a trabajar por algo más grande que ustedes mismos.
Por eso no es cierto que la vida consista sólo en hacer lo que nos hace sentir bien o nos resulta cómodo, como afirman algunas personas. Claro, la comodidad puede ser agradable, pero como nos recordó el Papa Benedicto XVI, no fuimos creados para la comodidad, sino para la grandeza.
Hemos sido creados para Dios mismo. En el fondo, anhelamos la verdad, la belleza y la bondad, el bien, porque fuimos creados para ellas. Y este tesoro que buscamos tiene un nombre, Jesús, que quiere ser encontrado por ustedes, quiere ser conocido por ustedes.
Uno de mis héroes personales, uno de mis santos favoritos, San Agustín de Hipona, aprendió esto cuando era joven. Buscó la felicidad por todos lados, pero nada le satisfacía hasta que abrió su corazón a Dios. Por eso escribió, nos has creado para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descansa en ti. Agustín descubrió que su deseo de grandeza era en realidad un deseo de relación con Jesucristo.
Esta amistad con Jesús es el núcleo de lo que significa ser cristiano. No es solo para santos o solo para sacerdotes o religiosos y religiosas, es para todos. Esta fue la experiencia de los primeros discípulos de Jesús.
Eran personas comunes y corrientes que pasaban tiempo con el Señor, lo escuchaban y experimentaban su amor. Descubrieron que formar parte de la iglesia significaba seguir a Jesús, vivir lo que Él enseñaba y continuar su misión.
Por eso, cuando pensamos en el futuro de la iglesia, lo primero que debemos hacer es profundizar nuestra propia amistad con Jesús. Esto significa una conversión personal, dejar que Dios transforme nuestros corazones para que podamos seguir a Cristo más de cerca. San Agustín lo expresó muy bien. Si quieres cambiar el mundo, empieza por dejar que Dios te cambie a ti.
Para ser discípulos de Jesús hay que ser auténticos. Los jóvenes tienen un fuerte sentido de la autenticidad. Se puede distinguir cuando algo es genuino o falso. No pierdan ese instinto. No se conformen con una versión superficial de la fe.
Busquen la verdadera amistad que Jesús les ofrece. Escúchenlo en la oración y dejen que Él moldee su vida. Cuando ustedes hacen eso, llevarán su presencia al mundo con alegría, con esperanza y creatividad. Los auténticos testigos del Evangelio pueden ayudar a sanar y unir a la humanidad.
Jesús también llama a sus discípulos a ser pacificadores, personas que construyen puentes en lugar de muros, personas que valoran el diálogo y la unidad en lugar de la división. Por favor, tengan cuidado de no utilizar categorías políticas para hablar sobre la fe, para hablar sobre la Iglesia. La Iglesia no pertenece a ningún partido político, sino que ayuda a formar su conciencia.
La Iglesia los ayuda a formar su conciencia para que puedan pensar y actuar con sabiduría y amor. A medida que se acerquen más a Jesús, no teman lo que Él pueda pedirles. Si los desafía a hacer cambios en su vida, siempre es porque quiere darles mayor alegría y libertad.
Dios nunca es superado en generosidad. Por eso, San Agustín rezaba, Señor, dame la gracia para hacer lo que me pides, y luego pídeme lo que quieras. Agustín conocía su propia debilidad, pero también sabía que Dios fortalece a quienes le abren su corazón.
A medida que se fortalece su identidad católica, se profundizará vuestro espacio, por las muchas y diferentes vocaciones que hay en la iglesia. Muchos de ustedes están llamados al matrimonio y a la vida familiar. El mundo necesita familias santas que transmitan la fe y muestren el amor de Dios en la vida cotidiana. Si piensan que pueden estar llamados al matrimonio, recen por un cónyuge que los ayude a crecer en santidad.
Algunos de ustedes pueden ser llamados al sacerdocio para servir al pueblo de Dios a través de la palabra y los sacramentos. Si sienten ese impulso en su corazón, no lo ignoren. Llévenlo a Jesús y hablen con un sacerdote en quien confíen.
Otros pueden ser llamados a la vida religiosa consagrada para ser testigos de una vida alegre, completamente entregada a Dios. Si sienten este llamado, ese suave impulso, no tengan miedo, pidan al Señor que los guíe, que les muestre su plan.
Queridos amigos, mientras disciernen su vocación, confíen en Jesús. Él sabe cómo guiarlos hacia la verdadera felicidad. Si abren su corazón, serán llamados a la santidad.
Como dijo una vez el Papa Benedicto XVI, Jesús no les quita nada, sino que les da todo. Cuando nos entregamos a Él, recibimos mucho más de lo que jamás podríamos imaginar. Su vocación está siempre conectada con la misión más amplia de la Iglesia, que existe para compartir el Evangelio con todo el mundo.
Jesús envió a sus discípulos a preparar el camino para Él, a predicar, a sanar, y a llevar su misericordia a los demás. Después de su resurrección, envió a los apóstoles a llevar su gracia al mundo entero. Esa misión también es la suya.
¿Qué mayor regalo pueden ofrecer al mundo que el regalo de la vida eterna en Cristo? ¿A qué
causa más grande podrían dedicar su vida que al Evangelio? El mundo necesita misioneros. Necesita que compartan la luz y la alegría que ustedes han encontrado en Jesús.
Así que a los que están en la conferencia en Indianápolis, quiero que sepan que estoy rezando por ustedes. Espero que todo lo que hayan vivido durante la conferencia los inspire a amar más profundamente a Jesús, a amar a la iglesia, y que lleven ese amor a sus familias, a sus amigos, a escuelas y parroquias. Para aquellos de ustedes que se unen en línea, esta invitación también es para ustedes. Ustedes también pueden ser discípulos misioneros dondequiera que estén.
El Señor los invita a todos a compartir la buena nueva, la buena nueva de que Jesús murió por nuestros pecados, resucitó y está vivo hoy, ofreciéndonos su amor y su amistad. Entonces, mis queridos amigos, gracias por sus preguntas, gracias por escucharme hoy. Veo en ustedes una gran esperanza y promesa, y confío en que el Señor está obrando en sus vidas, que Él continúa bendiciéndolos, continúa guiándolos y fortaleciéndolos mientras buscan servirle en la iglesia y en cada persona que Él pone en su camino. Gracias. Gracias. Una vez más, ha sido un placer estar con ustedes. Quiero dar las gracias a los organizadores de este encuentro digital y a todos los que han participado en este evento para hacerlo posible, así como a los que participan virtualmente. Que el Señor los proteja siempre, a ustedes y a sus familias.
Y vamos a concluir, estaré muy contento de darles a todos ustedes mi bendición.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y para siempre. Nuestra ayuda está en el nombre del Señor. Y que Dios los bendiga a ustedes, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén. Amén. Amén.
Papa León XIV
El Papa bendice a los jóvenes este / Foto: Tessa Gervasini-CNA
Todas las fotos menos esta última son de Vatican Media, 21-11-2025