Lucha con la realidad más dura. No tenía fe, pero hoy ve claro: «Los niños que murieron están con Jesús y Jesús está vivo»
3 de noviembre de 2012.- (Isis Barajas / Revista Misión) “No te impliques tanto que vas a sufrir mucho”,le dijeron al comienzo de su carrera a la doctora López-Ibor cuando trataba a una niña con leucemia. Ella respondió: “No me gustaría ser esa niña, ni sus padres, y tener un médico como tú”. Así empezó su vocación por la oncología pediátrica. Ella no trata el cáncer, sino a niños con cáncer. Por eso, toda su energía se desgasta no solo en curar a sus pacientes, sino en conseguir que integren la enfermedad en su vida normal.
Quince mudanzas y distintos hospitales públicos y privados le ha costado a Blanca López-Iborformar una unidad de oncología pediátrica [en el Hospital Montepríncipe de Madrid] hecha a la medida de las necesidades de los niños con cáncer y sus familias. Ante la enfermedad, un niño tiene dos miedos: al dolor y a estar solo. Por eso, en esta unidad todos los procedimientos dolorosos se realizan bajo anestesia y los niños están siempre acompañados por sus padres.
Incluso en la antesala del quirófano, y siempre que es posible, los niños se duermen en los brazos de sus padres y se despiertan junto a ellos. Por eso la consiga de “el niño en el centro” aquí no es solo una teoría. “No hacemos lo que el médico o el hospital necesitan, sino lo que el niño necesita, como lo necesite y cuando lo necesite, tanto desde un punto de vista técnico como intelectual, social, psicológico y espiritual”, explica la doctora. Leer más...
sábado, 3 de noviembre de 2012
Blanca López-Ibor, oncóloga infantil: «Llegué a entender que la muerte no es la última palabra, que no estamos aquí por casualidad»
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