* “Mi madre se reconcilió con mi hermano Juan Pedro, con el que discutía a veces, y nos pidió que no nos peleáramos. Yo me deshacía en decirle que la quería y darle besos”
* “Yo le hablaba de Jesús, y le decía que estaría con ella hasta el final, que la llevaría de la mano al otro mundo. Ella nunca me había contestado otras veces cuando le había hablado de Jesús y del cielo, a raíz del cáncer. Ahora, en cambio, me confiaba: «Quiero ver a Jesús y a mis padres»”
* “Mi madre entendió que estaba muy grave y dijo a la doctora: «Gracias por todo lo que ha hecho por mí, y por hacerlo con esa cara tan amable, no todo el mundo lo hace así. ¿Cuánto tiempo me queda?» La médico le respondió: «No lo sé, no tengo la bola de cristal». Mi madre dijo: «Yo me voy, ya he cumplido mi tarea y tengo las puertas del cielo abiertas, como dice mi hija Caty. Usted es joven, tiene mucho tiempo por delante para hacer el bien, hágalo». La doctora besó las manos a mi madre. Mi marido Bautista y yo llorábamos conmovidos por la lucidez y serenidad de Ana”
4 de noviembre de 2012.- (Caty Roa / Alfa y Omega / Camino Católico) Ella que siempre había temido a la muerte, ella que se había sonreído de cosas serias, ya no era así en sus últimas horas; Alguien la estaba mirando con tal amor, que estaba haciendo salir toda su grandeza humana. Ante esa mirada, desaparecían todas las mezquindades, todo lo que mi madre no era, todo lo que era sólo a medias, y aparecía la madre que era de verdad. Resultaba evidente que algo sucedía entre su alma y Dios: era mi madre el lienzo de la Verónica, que, empapada de Dios, reproducía el rostro de Cristo...En la imagen superior izquierda Caty, el día de su boda, junto a su madre. Leer más...
domingo, 4 de noviembre de 2012
Caty Roa cuenta la vivencia cristiana de la muerte de su progenitora: “Era mi madre el lienzo de la Verónica, que, empapada de Dios, reproducía el rostro de Cristo”
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