Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta Jesús Sacramentado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Jesús Sacramentado. Mostrar todas las entradas

martes, 17 de septiembre de 2024

Francis Marín, ilustrador converso, descubrió la presencia de Jesús Sacramentado, ante Él se dejó transformar en silencio, vendió su casa y creó una editorial para evangelizar


Camino Católico.-   «¡Dios lo puede todo tanto, y hace unas cosas tan preciosas e increíbles!»… dice entusiasmado Francis Marín, ilustrador converso, que se ha dejado invadir por la belleza, la paz y el amor que experimenta a través de su relación con Dios. De su reencuentro con la fe, de la necesidad de compartir la experiencia vivida y su servicio a Dios a través de la ilustración, habla Francis Marín en esta entrevista en Mater Mundi TV.

Después de algunas idas y venidas, mucha búsqueda y pocas respuestas, el lustrador y artista gráfico Francis Marín descubrió, de forma inesperada, la presencia de Jesús Sacramentado. Poco a poco, en silencio y solo ante al Sagrario, únicamente con sus lápices, un bloc de dibujos y el Evangelio, se dejó transformar por esa Revelación. Lleno de paz, puso orden y abrió todas las ventanas de su vida para que Dios inspirara su nuevo camino.

Y llegaron las «diosidencias». Vendió su casa para poner en marcha la Editorial Kyrie, que considera un mandato de Dios y una misión. Como también recibió de una forma sorprendente el «mandato Papal» de continuar publicando cuando tiempo después el proyecto hacía aguas y todo apuntaba a su final.

Su «Evangelio Ilustrado según San Juan» es la Palabra revelada a través de los trazos de sus lápices, de una manera tan hermosa y detallada que es imposible pasar sus páginas sin entrar en oración.


domingo, 23 de junio de 2024

Damien no sabía amar ni confiaba en nadie, pero fue a un encuentro de jóvenes en Paray-le-Monial y «experimenté que Dios me amaba y creo que Él siempre está conmigo»

 


* «Me levanté, me acerqué, me puse de rodillas y mirando la Hostia, mirando a Jesús, tuve la impresión de que Jesús me miraba en lo profundo de todo mi ser. Era como si tuviese una máscara que se caía delante de mí, como si tuviese una máscara que yo llevaba frente al mundo y en mi vida siendo cristiano. Dios me miraba en verdad, en lo más profundo de mi ser, me conocía totalmente, y le dije: ‘Señor, no sé qué es lo que quieres para mi vida, pero no consigo tener confianza, no llego a amarme, no confío en los demás. Deposito todo esto a los pies de la Cruz’… Esta experiencia ha cambiado muchas cosas en mi vida»

Camino Católico.- A Damien le sucedió como a muchas personas hoy en día. Decepcionado del ser humano, de sus amigos, de las chicas, de todo lo que le rodeaba «veía que comenzaba a forjar un caparazón para protegerme, me endurecía y no podía confiar en nadie». Buscó formas de llenar el vacío, pero todo seguía igual hasta que le invitaron a un encuentro de jóvenes en Paray-le-Monial donde «experimenté que Dios me amaba y creo que Él siempre está conmigo», explica a Découvrir Dieu en el video traducido por Mater Mundi TV.

Leer más...

lunes, 18 de febrero de 2008

Testimonio: 30 años ante Jesús Eucaristia para reencontrar a mi familia / Autora: Emanuela

Me llamo Emanuela, tengo 48 años y vivo en Reggio Emilia.

Escribo este testimonio, que se refiere a aspectos estrictamente personales, para dar gloria al Señor, en particular a Jesús presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Desde el Primero de Enero de este año 2008, en la capilla del Hospital Santa Maria Nuova de Reggio Emilia, comenzó la adoración perpetua al Santísimo Sacramento. Como tantos otros hermanos y hermanas que han ofrecido una o más horas a la semana, participo puntualmente de la adoración yendo a la capilla para permanecer junto a nuestro Señor, que se nos ofrece ininterrumpidamente para colmarnos de toda gracia.
Para presentar mi testimonio de manera exhaustiva debo regresar al pasado, un pasado lejano que, sin embargo, ha dejado profundas heridas en mi corazón y en mi vida.

Tenía 15 años cuando mi madre y mi padre, después de mucha “violencia”, se divorciaron y, desde entonces, vivieron en el más profundo rencor. Sin entrar en detalles, confieso que en todos estos años jamás pude perdonar a mi madre que se casó con otro hombre y que a mí y a mi hermana nos relegó a un rincón de su vida.
Con la ayuda de la gracia de Dios llegué a reconciliarme con mi padre tres días antes que muriese, en 1994.

Volviendo al presente, ahora os cuento qué gran gracia he recibido ante el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla del hospital.

Hace unos 15 días atrás supe que mi madre tenía leucemia y, justo algún día después, que estaba internada, casi en fin de vida, en este hospital. Ayudada por el Espíritu Santo convencí a su marido que no la visitase durante unas horas y, apenas llegada yo a su habitación, la alcé (ahora pesa porquísimo) y con una silla de ruedas la acompañé a la capilla de la adoración (ella estaba un poco aturdida pero consciente y consentía).

Cuando estuvimos frente al Señor (mamá quiso que la acercase para estarle cerquísima!) lo miré y le ofrecí todo mi sufrimiento pasado y presente, y ambas rezamos en silencio. Recibí de inmediato, de parte del Señor, el valor de preguntarle a mi madre si había perdonado a papá (hasta aquel momento era tabú pronuciar su nombre) y ella me respondió que sí, y rezamos entonces por el alma de mi padre. Infinita, visceral era mi alegría. Sentí que un océano de Amor y de gratitud invadía mi corazón y toda mi persona. Dejé que el Amor obrase en mí y me abriese al perdón. ¡Desde hacía tanto tiempo que rezaba para lograr perdonar! En ese momento sentí que la roca que tenía dentro se disolvía como nieve al sol.

Mi madre, aunque sufriente, estaba serena, y -¡gracia de las gracias!- decidió confesarse después de muchísimos años que no lo hacía. ¡Justo en ese momento entraba un sacerdote a la capilla!

Salí de la capilla llena de alegría y las personas con las que me cruzaba en los corredores del hospital al verme me miraban perplejas.

Sí, he reencontrado a mi mamá. Su cuerpo está marcado por la enfermedad y decrépito pero su alma está limpia y pronta.

Quizás dentro de poco nos dejará, pero será en la paz y en la esperanza.
Estoy cierta que papá la está esperando para abrazarla una vez más y juntos intercederán por nosotras sus hijas.

Después de 30 años, delante de Jesús Eucaristía, ¡he reencontrado a mi familia!

Estoy segura que Él me ayudará a permanecer en su paz y a perdonar también a aquel hombre por el cual mi madre nos abandonó... PORQUE NO HAY NADA IMPOSIBLE A DIOS!

------------------------------------------------------
Fuente: Adoración Eucaristica Perpetua en Toledo

domingo, 13 de enero de 2008

La visita diaría a Jesús Sacramentado / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

Antes era el hombre quien esperaba a Dios, ahora resulta que es Dios quien espera al hombre y éste ni se entera. Por eso, no te pierdas la visita diaria a Jesús. "La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo Nuestro Señor" (Cat 1418). Y la Iglesia concede una indulgencia plenaria al fiel que visite a Jesús para adorarlo en la Eucaristía, durante media hora.

¡Cuántas bendiciones traerá a tu vida la visita diaria a Jesús! Si la haces en la mañana, antes de ir al trabajo, será como un acumulador eléctrico, pues durante todo el día te irradiará amor, paz y alegría. ¡Llénate de energías por la mañana delante del Santísimo! Y si vas por la noche, después de un día de trabajo agotador, entonces te parecerá que se abre una válvula de escape, que te relajará de tus tensiones y así te apaciguará y te dará tranquilidad para dormir mejor.

¿Acaso es demasiado pedir que todos los días visites a tu Dios? ¿No tienes acaso nada que agradecerle en este día?, ¿nada, nada? Visitar a Jesús Sacramentado cada día es exponer nuestra alma enfermiza y anémica a la irradiación invisible de su amor. De este modo, nuestra alma comenzará a renovarse con una nueva vitalidad, florecerá como en primavera y brotará con vigor la alegría y la paz dentro del corazón.

"Jesús es un Dios cercano, un Dios que nos espera, un Dios que ha querido permanecer con nosotros para siempre. Cuando se tiene esta fe en su presencia real, ¡Qué fácil resulta estar junto a El, adorando al Amor de los amores! ¡Qué fácil es comprender las expresiones de amor con que a lo largo de los siglos los cristianos han rodeado la Eucaristía" (Juan Pablo II, Lima 15-5-88). S. Alfonso María de Ligorio escribió su famoso libro "Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima", que ha superado las dos mil ediciones y dice así: "¿Dónde tomaron las almas santas más bellas resoluciones que al pie del Santísimo Sacramento? ¡Y quién sabe si tú resolverás las tuyas al darte del todo a Dios ante este sacramento! ¡Qué ventura es conversar amorosamente con el Señor que, sobre el altar, está rogando por nosotros al Eterno Padre, ardiendo en llamas de amor! Este amor es quien lo hace permanecer escondido, desconocido y hasta despreciado de los hombres. Pero ¿a qué más palabras? Gustad y ved".

"Venid y veréis" (Jn 1,39). Pero alguno me dirá: es que las Iglesias están cerradas. Ciertamente, que esto ocurre con demasiada frecuencia. ¡Cuántas bendiciones y gracias se pierden así para la persona y para sus familias, para la Iglesia y para el mundo en general, porque los fieles no tienen facilidad para visitar a Jesús! "La visita al Santísimo Sacramento es un gran tesoro de la fe católica... Y todo acto de reverencia, toda genuflexión que hacéis delante del Santísimo Sacramento es importante, porque es un acto de fe en Cristo, un acto de amor a Cristo.

Y cada señal de la cruz, cada gesto de respeto hecho todas las veces que pasáis ante una iglesia, es también un acto de fe. Que Dios os conserve esta fe en el Santísimo Sacramento" (Juan Pablo II, homilía en Dublin, 29-9-79). El Papa Pío XII en la encíclica Mediator Dei pide que "los templos estén abiertos lo más posible para que los fieles, cada vez más numerosos, llamados a los pies de Nuestro Salvador; escuchen su dulce invitación: "Venid a mí todos los que estáis agobiados y sobre cargados que yo os aliviaré". Y el canon 937 ordena que "la Iglesia en que está reservada la Santísima Eucaristía debe quedar abierta a los fieles, por lo menos algunas horas al día, a no ser que obste una razón grave, para que puedan hacer oración ante el Santísimo Sacramento" Esto mismo se dice en la Instrucción Eucharisticum mysterium y en el Ritual de la Eucaristía.