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domingo, 12 de octubre de 2025

Papa León XIV en homilía, 12-10-2025: «El afecto por María de Nazaret nos hace, junto con ella, discípulos de Jesús, nos educa a volver a Él, a meditar los acontecimientos de la vida en los que el Resucitado nos llama»

 


* «La espiritualidad mariana nos sumerge en la historia sobre la que se abrió el cielo, nos ayuda a ver a los soberbios dispersos en los pensamientos de su corazón, a los poderosos derribados de sus tronos, a los ricos despedidos con las manos vacías. Nos compromete a colmar de bienes a los hambrientos, a enaltecer a los humildes, a recordar la misericordia de Dios y a confiar en el poder de su brazo (cf. Lc 1,51-54). Su Reino, en efecto, viene y nos involucra, precisamente como a María, a quien pidió el “sí”, pronunciado una vez, y luego renovado día tras día» 

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «El camino de María va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos, los pecadores. Por eso, la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad» 

12 de octubre de 2025.- (Camino Católico)  El Papa León XIV ha presidido la santa Misa con ocasión del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, en la plaza de San Pedro, ante 50.000 fieles, y ha recordado que el centro de este Jubileo no es María sola, sino María que nos lleva a Cristo, fuente de la verdadera conversión y renovación del mundo: “La espiritualidad mariana, que alimenta nuestra fe, tiene a Jesús como centro…  El afecto por María de Nazaret nos hace, junto con ella, discípulos de Jesús, nos educa a volver a Él, a meditar y a relacionar los acontecimientos de la vida en los que el Resucitado continúa a visitarnos y llamarnos”.


Ante rectores y trabajadores de santuarios, así como miembros de movimientos, cofradías y diversos grupos de oración mariana procedentes de 100 países, el Papa ha dejado claro que el camino de María “va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos, los pecadores”. Por eso, asegura que “la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:



JUBILEO DE LA ESPIRITUALIDAD MARIANA

SANTA MISA  

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

XXVIII domingo del Tiempo Ordinario, 12 de octubre de 2025


Queridos hermanos y hermanas:

El apóstol Pablo se dirige hoy a cada uno de nosotros, como a Timoteo: «Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David» (2 Tm 2,8). La espiritualidad mariana, que alimenta nuestra fe, tiene a Jesús como centro. Como el domingo, que abre cada nueva semana en el horizonte de su resurrección de entre los muertos. «Acuérdate de Jesucristo»: esto es lo único que cuenta, esto es lo que marca la diferencia entre las espiritualidades humanas y el camino de Dios. «Encadenado como un malhechor» (v. 9), Pablo nos recomienda no perder el centro, no vaciar el nombre de Jesús de su historia, de su cruz. Lo que nosotros consideramos excesivo y lo crucificamos, Dios lo resucita porque «no puede renegar de sí mismo» (v. 13). Jesús es la fidelidad de Dios, la fidelidad de Dios a sí mismo. Por lo tanto, es necesario que el domingo nos haga cristianos, es decir, que llene de la memoria incandescente de Jesús nuestro sentir y nuestro pensar, modificando nuestra convivencia, nuestra forma de habitar la tierra. Toda espiritualidad cristiana se desarrolla a partir de este fuego y contribuye a hacerlo más vivo.

La lectura del Segundo Libro de los Reyes (5,14-17) nos ha recordado la curación de Naamán, el sirio. El mismo Jesús comenta este pasaje en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,27), y el efecto de su interpretación sobre la gente de su pueblo fue desconcertante. Decir que Dios había salvado a ese extranjero enfermo de lepra en lugar de aquellos que estaban en Israel desencadenó una reacción general: «Al oír estas palabras, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo» (Lc 4,28-29). El evangelista no menciona la presencia de María, que podría haber estado allí y haber experimentado lo que le había anunciado el anciano Simeón cuando llevó al niño Jesús al Templo: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos» (Lc 2,34-35).

Sí, queridos hermanos, «la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» ( Hb 4,12). Así, el  Papa Francisco vio a su vez, en la historia de Naamán el sirio, una palabra penetrante y actual para la vida de la Iglesia. Dirigiéndose a la Curia Romana, dijo: «este hombre estaba obligado a convivir con un drama terrible: era leproso. Su armadura, la misma que le proporcionaba prestigio, en realidad cubría una humanidad frágil, herida, enferma. Esta contradicción a menudo la encontramos en nuestras vidas: a veces los grandes dones son la armadura para cubrir grandes fragilidades. […] Si Naamán sólo hubiera seguido acumulando medallas para poner en su armadura, al final habría sido devorado por la lepra; aparentemente vivo, sí, pero cerrado y aislado en su enfermedad». [1] De este peligro nos libera Jesús, Él que no lleva armaduras, sino que nace y muere desnudo; Él que ofrece su don sin obligar a los leprosos sanados a reconocerlo: sólo un samaritano, en el Evangelio, parece darse cuenta de que ha sido salvado (cf. Lc 17,11-19). Quizás, cuantos menos títulos se puedan ostentar, más claro está que el amor es gratuito. Dios es puro don, sola gracia, pero ¡cuántas voces y convicciones pueden separarnos también hoy de esta verdad desnuda y disruptiva!

Hermanos y hermanas, la espiritualidad mariana está al servicio del Evangelio: revela su sencillez. El afecto por María de Nazaret nos hace, junto con ella, discípulos de Jesús, nos educa a volver a Él, a meditar y a relacionar los acontecimientos de la vida en los que el Resucitado continúa a visitarnos y llamarnos. La espiritualidad mariana nos sumerge en la historia sobre la que se abrió el cielo, nos ayuda a ver a los soberbios dispersos en los pensamientos de su corazón, a los poderosos derribados de sus tronos, a los ricos despedidos con las manos vacías. Nos compromete a colmar de bienes a los hambrientos, a enaltecer a los humildes, a recordar la misericordia de Dios y a confiar en el poder de su brazo (cf. Lc 1,51-54). Su Reino, en efecto, viene y nos involucra, precisamente como a María, a quien pidió el “sí”, pronunciado una vez, y luego renovado día tras día.

Los leprosos que en el Evangelio no vuelven a dar las gracias nos recuerdan, de hecho, que la gracia de Dios también puede alcanzarnos y no encontrar respuesta, puede curarnos y seguir sin comprometernos. Cuidémonos, pues, de ese subir al templo que no nos lleva a seguir a Jesús. Existen formas de culto que no nos unen a los demás y nos anestesian el corazón. Entonces no vivimos verdaderos encuentros con aquellos que Dios pone en nuestro camino; no participamos, como lo hizo María, en el cambio del mundo y en la alegría del Magnificat. Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los diferentes —a menudo los pobres— en enemigos, en “leprosos” a los que hay que evitar y rechazar.

El camino de María va tras el de Jesús, y el de Jesús es hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos, los pecadores. Por eso, la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad. «Porque —como leemos en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium— cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque «derribó de su trono a los poderosos» y «despidió vacíos a los ricos» (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia» (n. 288).

Queridos hermanos, en este mundo que busca la justicia y la paz, mantengamos viva la espiritualidad cristiana, la devoción popular por aquellos hechos y lugares que, bendecidos por Dios, han cambiado para siempre la faz de la tierra. Hagamos de ella un motor de renovación y transformación, como pide el Jubileo, tiempo de conversión y restitución, de replanteamiento y liberación. Que María Santísima, nuestra esperanza, interceda por nosotros y nos oriente siempre hacia Jesús, el Señor crucificado. En él está la salvación para todos.

PAPA LEÓN XIV

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[1] Discurso a los miembros del Colegio Cardenalicio y de la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas, 23 diciembre 2021.














Fotos: Vatican Media, 12-10-2025

Papa León XIV en el Ángelus, 12-10-2025: «El inicio del proceso de paz ha encendido una chispa de esperanza en Tierra Santa; animo a proseguir hacia una paz justa; Pido abrirse al diálogo y a la paz en Ucrania»

12 de octubre de 2025.- (Camino Católico)  Después de la comunión de la Santa Misa que el Papa León XIV ha presidido por el Jubileo de la Espiritualidad Mariana, ante 50.000 fieles, el Pontífice ha rezado una oración frente a la imagen de la Virgen de Fátima que se ha colocado en el altar de la Plaza de San Pedro, procedente del santuario de Portugal, pidiendo su protección.

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

Luego, antes de rezar el Ángelus, el Papa ha animado a las partes implicadas en el proceso de paz en Oriente Medio a «seguir con valentía el camino trazado». Se muestra cercano al «dolor» de quienes lo han perdido todo con la guerra y lanza un llamamiento a la población ucraniana, afectada por brutales ataques: «Poner fin a la violencia, abrirse al diálogo». El Pontífice también tiene un pensamiento para Perú y las víctimas de accidentes laborales. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

  PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

Domingo, 12 de octubre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir la celebración, deseo dirigirles un caluroso saludo a todos ustedes, que se han reunido para rezar en este gran “cenáculo” junto con María, la Madre de Jesús. Ustedes representan la multiforme realidad de las asociaciones, movimientos y comunidades que están animadas por la devoción mariana, que es propia de todo cristiano. Les agradezco y los exhorto a cimentar siempre su espiritualidad en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.

Saludo a todos los grupos de peregrinos, en particular a los laicos agustinos de Italia y a la Orden Seglar de los Carmelitas descalzos.

Estos últimos días, el acuerdo sobre el inicio del proceso de paz ha encendido una chispa de esperanza en Tierra Santa. Animo a las partes implicadas a proseguir con valentía el itinerario marcado hacia una paz justa, duradera y respetuosa de las legítimas aspiraciones del pueblo israelí y del pueblo palestino. Dos años de conflicto han dejado muerte y ruinas por todas partes, sobre todo en el corazón de quien ha perdido brutalmente hijos, padres, amigos y todo lo que tenía. Me uno junto con toda la Iglesia a su inmenso dolor. Hoy está dirigida sobre todo a ustedes la caricia del Señor, la certeza de que, incluso en la oscuridad más profunda, Él permanece con nosotros: «Dilexi teTe he amado». A Dios, única Paz de la humanidad, le suplicamos que cure todas las heridas y ayude con su gracia a realizar lo que humanamente ahora parece imposible: redescubrir que el otro no es un enemigo, sino un hermano a quien mirar, perdonar y ofrecer la esperanza de la reconciliación.

Con dolor, sigo las noticias de los nuevos y violentos ataques que están golpeando varias ciudades e infraestructuras civiles en Ucrania, provocando la muerte de personas inocentes, entre ellas niños, y dejando a muchas familias sin electricidad ni calefacción. Mi corazón se une al sufrimiento de la población, que desde hace años vive en la angustia y entre privaciones. Renuevo el llamamiento a poner fin a la violencia, a parar la destrucción, a abrirse al diálogo y a la paz.

Acompaño de cerca al querido pueblo peruano en este momento de transición política. Rezo para que el Perú pueda continuar por el camino de la reconciliación, del diálogo y de la unidad nacional.

Hoy en Italia se recuerdan las víctimas de los accidentes laborales. Recemos por ellos y por la seguridad de todos los trabajadores.

Y ahora dirijámonos a María con confianza filial.

Oración del Ángelus:  

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…



Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.


Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 12-10-2025

Santa Misa, presidida por el Papa León XIV, de hoy, domingo, por el Jubileo de la Espiritualidad Mariana, 12-10-2025


Foto: Vatican Media, 12-10-2025


12 de octubre de 2025.- (Vatican News / 13 TV / Camino Católico) Ante 50.000 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV ha presidido esta mañana la Santa Misa con motivo del Jubileo de la Espiritualidad Mariana, que se está celebrando este fin de semana en Roma. En su homilía, el Pontífice exhortó a los fieles a “recordar siempre a Jesucristo”, subrayando que toda auténtica espiritualidad cristiana —incluida la mariana— tiene a Jesús como centro. Antes de la bendición final de la Eucaristía, el Santo Padre ha orado ante la imagen de la Virgen de Fátima y ha rezado el Ángelus. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.


sábado, 11 de octubre de 2025

Papa León XIV en el Rosario por la paz, 11-10-2025: «Hagan todo lo que él les diga; Dios da alegría a quienes engendran amor en el mundo, a quienes en lugar de vencer al enemigo, prefieren la paz con él»

* «Contemplemos a la Madre de Jesús y al pequeño grupo de mujeres valientes al pie de la Cruz, para aprender también nosotros a permanecer, como ellas, junto a las cruces infinitas del mundo, donde Cristo sigue crucificado en sus hermanos, para llevarles consuelo, comunión y ayuda. En ella, hermana de humanidad, nos reconocemos, y con las palabras de un poema le decimos: ‘Madre, tú eres cada mujer que ama; madre, tú eres cada madre que llora a un hijo asesinado, a un hijo traicionado. Estos hijos que nunca terminan de ser aniquilados’ (Cf. D. M. Turoldo). Bajo tu protección buscamos refugio, Virgen de la Pascua, junto con todos aquellos en los que se sigue completando la pasión de tu Hijo»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News en español, con la meditación del Papa 

* «Y entre las palabras de Jesús que no queremos dejar pasar, una resuena especialmente hoy, en esta vigilia de oración por la paz: la dirigida a Pedro en el huerto de los olivos: «Envaina tu espada» (Jn 18, 11). Desarma la mano y, antes aún, el corazón. Como ya he mencionado en otras ocasiones, la paz es desarmada y desarmante. No es disuasión, sino fraternidad; no es ultimátum, sino diálogo. No llegará como fruto de victorias sobre el enemigo, sino como el resultado de sembrar justicia e intrépido perdón. Envaina la espada es la palabra dirigida a los poderosos del mundo, a quienes guían el destino de los pueblos: ¡tengan la audacia de desarmarse! Y al mismo tiempo es dirigida también a cada uno de nosotros, para hacernos cada vez más conscientes de que no podemos matar por ninguna idea, fe o política. Lo primero que hay que desarmar es el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz» 

11 de octubre de 2025.- (Vatican News / Camino Católico) El Papa León XIV súplica a la Virgen María “reina de la paz”, durante la vigilia de oración y el Santo Rosario por la paz por el fin de los conflictos armados en el mundo; en la que también recuerda las palabras de Jesús en el Evangelio: «Envaina tu espada» (Jn 18, 11)” que son una invitación a “desarmar el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz”. Decenas de miles de fieles han llenado la plaza de San Pedro rezando por la paz en el mundo.

El Santo Padre reflexiona: “Bienaventurados ustedes. Hagan todo lo que él les diga. Y nosotros nos comprometemos a que se haga nuestra carne y pasión, historia y acción, la gran palabra del Señor: ‘Bienaventurados ustedes, los que trabajan por la paz’ (cf. Mt 5,9). Bienaventurados ustedes: Dios da alegría a quienes engendran amor en el mundo, alegría a quienes, en lugar de vencer al enemigo, prefieren la paz con él”.

En su reflexión el Papa León XIV invita a contemplar en la Virgen María "sus virtudes humanas y evangélicas, cuya imitación constituye la más auténtica devoción mariana”, como lo enseña el capítulo VIII de la constitución dogmática Lumen gentium, cuyos textos también han sido leídos como meditaciones durante el Rosario. 

“Como ella -dice el Papa-, la primera discípula, supliquemos el don de un corazón que escucha y se vuelve fragmento de un cosmos que acoge. A través de ella, Mujer dolorosa, fuerte y fiel, pidamos que nos alcance el don de la compasión hacia todo hermano y hermana que sufre, y hacia todas las criaturas”. 

Dice el Pontífice que las palabras de Jesús: “Envaina la espada”, hoy va dirigida a los quienes guían los destinos de los pueblos: "¡tengan la audacia de desarmarse!", y cada persona: “para hacernos cada vez más conscientes de que no podemos matar por ninguna idea, fe o política. Lo primero que hay que desarmar es el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz”. En el vídeo de Vatican News se escucha y visualiza toda la meditación del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:

JUBILEO DE LA ESPIRITUALIDAD MARIANA

VIGILIA DE ORACIÓN Y ROSARIO POR LA PAZ

MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

Sábado, 11 de octubre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

nos hemos reunido en oración, esta noche, junto con María la Madre de Jesús, como solía hacerlo la primera Iglesia de Jerusalén (Hch 1,14). Todos unidos, perseverantes y con un mismo sentir, no nos cansamos de interceder por la paz, don de Dios que debe convertirse en nuestra conquista y nuestro compromiso.

Espiritualidad mariana auténtica

En este Jubileo de la espiritualidad mariana, nuestra mirada como creyentes busca en la Virgen María la guía de nuestra peregrinación en la esperanza, contemplando sus «virtudes humanas y evangélicas, cuya imitación constituye la más auténtica devoción mariana» (Cf. Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen Gentium, 65.67). Como ella, la primera creyente, queremos ser un seno que acoja al Altísimo, «humilde tienda del Verbo, movida sólo por el viento del Espíritu» (S. Juan Pablo II, Angelus, 15 agosto 1988). Como ella, la primera discípula, supliquemos el don de un corazón que escucha y se vuelve fragmento de un cosmos que acoge. A través de ella, Mujer dolorosa, fuerte y fiel, pidamos que nos alcance el don de la compasión hacia todo hermano y hermana que sufre, y hacia todas las criaturas.

Contemplemos a la Madre de Jesús y al pequeño grupo de mujeres valientes al pie de la Cruz, para aprender también nosotros a permanecer, como ellas, junto a las cruces infinitas del mundo, donde Cristo sigue crucificado en sus hermanos, para llevarles consuelo, comunión y ayuda. En ella, hermana de humanidad, nos reconocemos, y con las palabras de un poema le decimos:

“Madre, tú eres cada mujer que ama;

madre, tú eres cada madre que llora

a un hijo asesinado, a un hijo traicionado.

Estos hijos que nunca terminan de ser aniquilados» (Cf. D. M. Turoldo).

Bajo tu protección buscamos refugio, Virgen de la Pascua, junto con todos aquellos en los que se sigue completando la pasión de tu Hijo.

Hagan lo que él les diga

En el Jubileo de la espiritualidad mariana, nuestra esperanza se ilumina con la luz suave y perseverante de las palabras de María que nos refiere el Evangelio. Y de entre todas ellas, son valiosas las últimas pronunciadas en las Bodas de Caná, cuando, señalando a Jesús, dice a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga» (Jn 2,5). Después no hablará más. Por tanto, estas palabras, que resultan casi un testamento, deben ser muy queridas por los hijos, como todo testamento de una madre.

Todo lo que él les diga. Ella está segura de que su Hijo hablará, su Palabra no ha terminado, sigue creando, generando, llenando el mundo de primaveras y de vino las ánforas de la fiesta. María, como una señal indicadora, orienta más allá de sí misma, muestra que el punto de llegada es el Señor Jesús y su Palabra, el centro hacia el que todo converge, el eje alrededor del cual giran el tiempo y la eternidad.

Cumplan su Palabra, recomienda. Cumplan el Evangelio, conviértanlo en gesto y cuerpo, en sangre y carne, en esfuerzo y sonrisa. Cumplan el Evangelio, y la vida se transformará, de vacía a plena, de apagada a encendida.

Hagan todo lo que él les diga: todo el Evangelio, la palabra exigente, la caricia consoladora, el reproche y el abrazo. Lo que entiendes y también lo que no entiendes. María nos exhorta a ser como los profetas: a no dejar caer en el vacío ni una sola de sus palabras (cf. 1Sam 3,19)

Y entre las palabras de Jesús que no queremos dejar pasar, una resuena especialmente hoy, en esta vigilia de oración por la paz: la dirigida a Pedro en el huerto de los olivos: «Envaina tu espada» (Jn 18, 11). Desarma la mano y, antes aún, el corazón. Como ya he mencionado en otras ocasiones, la paz es desarmada y desarmante. No es disuasión, sino fraternidad; no es ultimátum, sino diálogo. No llegará como fruto de victorias sobre el enemigo, sino como el resultado de sembrar justicia e intrépido perdón.

Envaina la espada es la palabra dirigida a los poderosos del mundo, a quienes guían el destino de los pueblos: ¡tengan la audacia de desarmarse! Y al mismo tiempo es dirigida también a cada uno de nosotros, para hacernos cada vez más conscientes de que no podemos matar por ninguna idea, fe o política. Lo primero que hay que desarmar es el corazón, porque si no hay paz en nosotros, no daremos paz.

Entre ustedes no debe ser así

Escuchemos de nuevo al Señor Jesús: los grandes del mundo se construyen imperios con el poder y el dinero (Cf. Mt 20,25; Mc 10,42), «Pero entre ustedes no debe ser así» (Lc 22,26). Dios no actúa así: el Maestro no tiene tronos, sino que se ciñe una toalla y se arrodilla a los pies de cada uno. Su imperio es ese pequeño espacio que basta para lavar los pies de sus amigos y cuidar de ellos.

Es también la invitación a adquirir un punto de vista diferente para mirar el mundo desde abajo, con los ojos de quien sufre, no con la óptica de los potentes; para ver la historia con la mirada de los pequeños y no con la perspectiva de los poderosos; para interpretar los acontecimientos de la historia desde el punto de vista de la viuda, del huérfano, del extranjero, del niño herido, del exiliado, del fugitivo. Con la mirada de quien naufraga, del pobre Lázaro, tirado junto a la puerta del rico epulón. De lo contrario, nunca cambiará nada y no surgirá un tiempo nuevo, un reino de justicia y paz.

La Virgen María lo hace también así en el cántico del Magnificat, cuando dirige su mirada a los puntos de fractura de la humanidad, allí donde se produce la distorsión del mundo, en el contraste entre humildes y poderosos, entre pobres y ricos, entre sacios y hambrientos. Y elige a los pequeños, se pone de la parte de los últimos de la historia, para enseñarnos a imaginar, a soñar juntos con ella los cielos nuevos y la tierra nueva.

Bienaventurados ustedes

Hagan todo lo que él les diga. Y nosotros nos comprometemos a que se haga nuestra carne y pasión, historia y acción, la gran palabra del Señor: “Bienaventurados ustedes, los que trabajan por la paz” (cf. Mt 5,9).

Bienaventurados ustedes: Dios da alegría a quienes engendran amor en el mundo, alegría a quienes, en lugar de vencer al enemigo, prefieren la paz con él.

Ánimo, adelante, en camino. Ustedes que construyen las condiciones para un futuro de paz, en la justicia y el perdón; sean mansos y decididos, no se desanimen. La paz es un camino y Dios camina con ustedes. El Señor crea y difunde la paz a través de sus amigos pacificados en el corazón, que a su vez se convierten en pacificadores, instrumentos de su paz.

Nos hemos reunido esta noche en oración alrededor de María, Madre de Jesús y Madre nuestra, como los primeros discípulos en el cenáculo. A ella, mujer profundamente pacífica, reina de la paz, nos dirigimos:

Ruega con nosotros, Mujer fiel, sagrado seno del Verbo.

Enséñanos a escuchar el grito de los pobres y de la madre Tierra,

atentos a las llamadas del Espíritu en el secreto del corazón,

en la vida de los hermanos, en los acontecimientos de la historia,

en el gemido y en el júbilo de la creación.

Santa María, madre de los vivos,

mujer fuerte, dolorosa, fiel,

Virgen esposa junto a la Cruz,

donde se consuma el amor y brota la vida,

sé tú la guía de nuestro compromiso de servicio.


Enséñanos a detenernos contigo junto a las infinitas cruces

donde tu Hijo sigue crucificado,

donde la vida está más amenazada;

a vivir y dar testimonio del amor cristiano

acogiendo en cada hombre a un hermano;

a renunciar al oscuro egoísmo

para seguir a Cristo, verdadera luz del hombre.


Virgen de la paz, puerta de la esperanza segura,

¡acoge la oración de tus hijos!

Papa León XIV

Fotos: Vatican Media, 11-10-2025