“Me la pasé un año con guardaespaldas, pero no tenía miedo. El Señor me dio el valor, porque oponerse al mal es más difícil que hacer el bien…. Comencé a leer la Biblia para hacer espacio al Espíritu Santo y descubrí que cada día es un regalo, que Dios es alegría, vida y resurrección… todo lo que me sucede es de Dios y es para bien. Incluso en la enfermedad me sentí privilegiada, porque experimenté la gracia del Señor”
