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viernes, 14 de marzo de 2025

Lou, 57 años: «Me voy a bautizar y significa estar aún más cerca de Dios; seré reconocido por Él como su Hijo; No tuve padre, pero le tengo a Él y cuando le hablo lo hago como lo haría con el padre que nunca tuve»


Lou se va a bautizar este año 2025 / Foto: Cortesía de Lou

* «Conocí por casualidad al antiguo obispo de Versalles, monseñor Jean-Charles Thomas. Fue en 2004 o 2005. Le conté mi vida y él me habló de Cristo. Me dio mi primera Biblia»

Camino Católico.-  “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Estas palabras están siendo preparadas por miles de catecúmenos en todo el mundo para escucharlas en la noche de Pascua cuando recibirán el bautismo. Lou, un hombre de 57 años que será bautizado esta Pascua, tuvo que elegir entre los caminos de la luz y las tinieblas. Hoy nos cuenta cómo tomó el camino de la luz.

Lou lo dice sin rodeos: es un "alma dañada". A sus 57 años, está a punto de bautizarse la noche de Pascua en la diócesis francesa de Luçon (en la costa occidental de Francia). "Ahora puedo decir que estoy en paz conmigo mismo, con mi cuerpo, con mi mente. Simplemente me siento bien", afirma a Agnès Pinard Legry en Aleteia.

Un pasado turbulento

Esto distaba mucho de ser así hace unos años. Antes de contar su historia, Lou quiere advertirnos: "Tengo un vacío de 10 años en mi vida. Estuve en la DASS [la entidad gubernamental francesa encargada del bienestar infantil en aquella época, nota del editor], violado, quemado, golpeado. Supe mi edad y mi apellido a los 11 años. Aprendí a leer y escribir a los 25". Escribió su historia con dolor y dudas, pero también con gran resiliencia.

Aunque llegó a la localidad costera de Les Sables-d'Olonne hace 24 años, Lou había trabajado antes "en la vida nocturna" durante más de 30 años, desempeñando diversos trabajos en seguridad y como camarero. Durante este periodo, descubrió el budismo, sin identificarse realmente con él.

Su primera Biblia

Mientras hacía malabarismos con trabajos esporádicos, conoció por casualidad al antiguo obispo de Versalles, monseñor Jean-Charles Thomas [fallecido en 2023, nota de la redacción], que solía tomar su café matutino donde Lou trabajaba de vez en cuando. "Fue en 2004 o 2005. Le conté mi vida y él me habló de Cristo. Me dio mi primera Biblia". Hablaban regularmente de lo que Lou descubría en la Biblia, en el Antiguo y el Nuevo Testamento; de lo que le conmovía, pero también de lo que le repugnaba.

Pasó el tiempo sin que Lou deseara ir más allá. Un accidente de moto y una "caída de 30 metros" de la que salió ileso volvieron a desafiarle. "Es extraño, pero en ese momento sentí que dos manos me ponían en el suelo", admite, casi avergonzado. Esta sensación la describió en el hospital justo después de su accidente, que derivó en una resonancia magnética y un seguimiento psicológico para asegurarse de que no le quedaban secuelas. Pero no. Nada. Acabó trasladándose al departamento de Vendée, llevando aún consigo esta Biblia que releía de vez en cuando.

A lo largo de los años conoció a varios católicos que trabajaban en la diócesis. También descubrió los libros del P. Guy Gilbert, "el cura de los jóvenes matones", que le fascinaron. Le dieron una nueva perspectiva sobre la Iglesia y sus diversos miembros. "Gente destrozada como yo", dice con una sonrisa.

En busca del bautismo y de su propia identidad

Hace dos años, decidió pedir el bautismo, dar el paso que nunca antes se había atrevido a dar. Pero sus pruebas no habían terminado. Lou se encontraba entonces en un estado de transición de género. "Me siento como una mujer en un cuerpo de hombre", confiesa. Cuando escribió al obispo de Luçon para pedir el bautismo, el obispo François Jacolin le respondió que primero debía "averiguar quién es".

Era una respuesta que no esperaba y que le sorprendió. Al mismo tiempo, el tratamiento al que se estaba sometiendo para su transición le "estaba destruyendo el hígado". "Mi endocrino me pronosticó que, si seguía por este camino, me quedarían unos seis meses de vida", prosigue.

Durante una peregrinación a Lourdes con la diócesis, el obispo Jacolin le preguntó: "¿Qué quieres hacer?". Y Lou respondió: "Vivir. Quiero vivir". El obispo le preguntó qué significaba eso, qué opciones tenía que tomar. "Espero no equivocarme, pero creo que el hecho de que mi hígado se rindiera fue también una señal de que ese no era el camino para mí. Tuve la impresión de que Dios me invitaba a quedarme en mi cuerpo y a vivir", dijo. Entonces llamó a su endocrino y detuvo el proceso. "No me arrepiento de nada. Pude elegir entre dos caminos, el de la luz y el de las tinieblas. Tomé el camino de la luz".

El 19 de abril, durante la vigilia pascual, el obispo Jacolin le bautizará. Recibir el bautismo "significa estar aún más cerca de Dios", afirma.

"Me digo que por fin seré reconocido por Él como su Hijo. No tuve padre y tuve muchos padrastros violentos cuando era joven. No tuve padre, pero le tengo a Él. Cuando hablo con Dios, le hablo como lo haría con el padre que nunca tuve".

Louis, 53 años, se va a bautizar: «Ya no busco a Dios, estoy con Él o Él está conmigo, pero nunca estoy solo. He encontrado un confidente y un amigo»


Louis se va a bautizar este año 2025 / Foto: Cortesía de Louis

* «Recibir el mensaje de Dios es una gran gracia, pero hay que compartirlo, de lo contrario todo está perdido. No tengo miedo de abandonar mi fe, sino de no poder estar a la altura de ese amor en el tiempo que me queda de vida. Si pudiera dar una milésima parte de lo que Él hace por mí»

Camino Católico.-  “Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Estas palabras están siendo preparadas por miles de catecúmenos en todo el mundo para escucharlas en la noche de Pascua cuando recibirán el bautismo. Louis habla de su larga búsqueda de significado. “Ya no busco a Dios, estoy con Él o Él está conmigo, pero nunca estoy solo. He encontrado un confidente y un amigo”, asegura a Cécile Séveirac en Aleteia.

"Como el ciervo sediento busca el agua viva, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré presentarme ante Dios?" (Sal.41) Louis también lleva mucho tiempo buscando a Dios. Aunque llegó tarde a la fe, este antiguo militar, que ahora dirige su propia consultoría de metrología, está orgulloso de haber elegido ser católico. "Tengo suerte de haber hecho esta profunda elección. La gran gracia de los catecúmenos es recibir esta llamada vibrante a seguir a Cristo", explica. "Nunca lo creí hasta que lo sentí de verdad". Tras años de camino, Louis se prepara para ser bautizado en Pascua, a la edad de 53 años.

Louis, nacido Karim, es fruto de un matrimonio mixto entre un tunecino de tradición musulmana y una vandeana de tradición católica. Aunque fue educado durante parte de su vida por sus abuelos católicos, más bien conservadores, no fue bautizado ni asistió a Misa, como él mismo recuerda: "Aunque no era ajeno a la fe católica, no la conocía realmente. Tener un padre musulmán y una madre cristiana me llevó a una especie de flexibilidad, mientras crecía en una ciudad comunista (Bègles, nota del editor) donde el ateísmo era fuerte".

Sin embargo, a los 21 años, Louis tuvo su primer encuentro con Dios. Fue tan fugaz como poderoso. Durante un curso de comando en la montaña, cerca de Barcelonnette, Louis se encontró con sus compañeros en una cresta. Frente a la inmensidad, en el techo de esos Alpes de dientes cincelados, el joven quedó prendado.

"Sentí algo indefinible. Me sentí grande y pequeño al mismo tiempo. Sentí que no estaba solo. Más tarde, me di cuenta de que por fin había tenido mi primer contacto con Dios".

Pero a Dios le gusta tomarse su tiempo. Su propio tiempo, que no tiene otra medida que la eternidad. Es el dueño de las circunstancias.

El segundo encuentro no tendría lugar hasta veinte años más tarde. Louis estaba en Túnez, donde atravesaba "una gran agitación interior" ligada a un corazón roto. "Me sentía perdido, atravesaba una especie de crisis y necesitaba volver a centrarme", recuerda.

Con una asociación, partió de Cartago para trazar un camino de peregrinación (la Vía Augusta, tras las huellas de san Agustín). Durante quince días, caminó junto a monjas con las que compartió reflexiones y experiencias. Entonces, frente al baptisterio de una basílica abandonada, se produjo la explosión. "Fue entonces cuando lo supe. Supe que esto era lo que estaba buscando; que por fin había encontrado a Dios".

Aunque está casado con una musulmana, que tampoco es practicante, Louis se mostraba receloso ante la reacción de quienes le rodean. "Tenía miedo al rechazo. Me daba mucho miedo, sobre todo que la gente me viera de otra manera. Pero mi mujer me apoyó mucho, y fue ella quien me ayudó a solicitar el bautismo", confiesa.

Bautizado para dar testimonio

Cuando Louis fue a Misa por primera vez, tuvo una experiencia casi mística. "Cuando terminó la Misa, no podía salir de la iglesia", recuerda. "Era como si estuviera atornillado a mi silla, y me quedé petrificado por la grandeza de lo que acababa de vivir. Era como un recién nacido que acaba de salir del vientre de su madre, dejar la iglesia me producía una especie de desgarro. Pero por fin estaba completo. Me invadió una profunda alegría interior. Tras año y medio de catecumenado, Louis afirma que su conversión le ha "tranquilizado" y no oculta su impaciencia por recibir el sacramento del bautismo, para el que ha elegido su nuevo nombre de pila. "Ya no busco a Dios, estoy con Él, o más bien Él está conmigo, pero nunca estoy solo. He encontrado un confidente y un amigo".

A pocas semanas del día tan esperado, Louis afirma que se fortalece "día a día" en su fe. Su único temor: no tener tiempo suficiente en esta tierra para dar testimonio. "Recibir el mensaje de Dios es una gran gracia, pero hay que compartirlo, de lo contrario todo está perdido. No tengo miedo de abandonar mi fe, sino de no poder estar a la altura de ese amor en el tiempo que me queda de vida. Si pudiera dar una milésima parte de lo que Él hace por mí".   

Lola Sánchez, con 5 hijos, 2 adoptados con síndrome de Down: «Tengo la familia que Dios ha pensado para mí y me ha dado»


Lola Sánchez en el programa 'Ecclesia al día' de 13 TV contando su testimonio  / Foto: 13 TV

* «Nosotros el único plan desde el minuto cero que teníamos era casarnos y tener hijos. El resto lo ha ido haciendo Dios y ha sido pura misericordia de Dios» 

Vídeo de 13 TV en el que Lola Sánchez cuenta su testimonio

Camino Católico.- Lola Sánchez, una madre de familia numerosa, comparte en 'Ecclesia al día' de 13 TV su inspiradora historia de matrimonio, los desafíos de fertilidad y cómo la adopción transformó su vida, revelando cómo Dios guio su camino hacia la familia que siempre había soñado. Desde el principio de su relación, Lola y su esposo Pablo compartían una visión clara sobre su futuro juntos. "Nosotros el único plan desde el minuto cero que teníamos era casarnos y tener hijos. El resto lo ha ido haciendo Dios y ha sido pura misericordia de Dios", recuerda Lola. Este deseo mutuo fue la base sobre la cuál construyeron su vida en común.

El Deseo Profundo de Maternidad

Para Lola, la maternidad no era solo una opción, sino una vocación arraigada en lo más profundo de su ser. "Lo único que he tenido claro desde el minuto cero era que yo quería ser madre", afirma convencida. Este deseo la acompañó desde su juventud y moldeó sus aspiraciones de formar una familia numerosa.

El matrimonio de Lola y Pablo pronto se vio bendecido con la llegada de su primera hija, Teresa. Este momento de alegría y plenitud marcó el inicio de su vida como padres y fortaleció aún más su vínculo familiar. Sin embargo, tras este feliz acontecimiento, comenzaron a surgir obstáculos en su camino de ampliar la familia.

Lola Sánchez explica que orando encontró el camino, guiada por Dios,  para tener con su esposo la familia que deseaban desde el principio de casarse. En la imagen con su hija  Lola (Bubi) / Foto: 13 TV

Tras varios intentos fallidos por concebir, Lola y Pablo recibieron un diagnóstico que cambiaría sus planes de forma radical: Pablo padecía de esterilidad absoluta. "Los médicos nos decían, 'Mira, es que con esto en realidad no es posible'", recuerda Lola. Este golpe inesperado los llevó a replantearse su futuro y a explorar nuevos caminos para cumplir su deseo de tener más hijos.

La Adopción como un Llamado Divino

En medio de la incertidumbre y la búsqueda de respuestas, una catequista le propuso a Lola la idea de convertirse en "la madre de los que nadie quiere". Esta revelación la impulsó a considerar la adopción como una forma de expandir su familia y brindar amor a niños necesitados. "¿Por qué no adoptamos? A lo mejor Dios nos está dando hijos y nosotros no los estamos queriendo acoger, no los estamos viendo".

Aunque al principio Pablo se mostró reticente, Lola persistió en su búsqueda y comenzó a investigar sobre la adopción de niños con necesidades especiales. Para que su esposo aceptará adoptar, ella se dio cuenta que “debía ser el Señor quien se lo pusiera en el corazón”. Finalmente, “mi esposo un día me dijo: ‘Si tú lo ves, nos vamos a ir a rezar a un monasterio y si yo vuelvo con paz es que está es la voluntad de Dios para nosotros y que este hijo adoptado es el que Dios nos está dando’”.

Al volver del monasterio de rezar, Lola le preguntó a su esposo cómo estaba y le aseguro que “estoy muy tranquilo”. Y entonces, el 20 de julio de 2012, Lola y Pablo recibieron a Pepe, un niño con síndrome de Down, que llegó a sus vidas para llenarlas de alegría y amor incondicional. "Aquello fue un desborde de alegría", describe Lola. Pablo, quien inicialmente tenía dudas, se rindió ante el amor que emanaba de Pepe y lo aceptó como a un hijo propio.

Lola confidencia que “yo tenía claro en el corazón que eso era lo que Dios quería de mí y lo que me estaba dando era un hijo con necesidades especiales, pese a que yo no había tenido ningún contacto con nada que tuviera que ver con cualquier discapacidad”.

Lola Sánchez con su esposo Pablo y sus cinco hijos / Foto: 13 TV

La Familia se Multiplica

La historia de Lola y Pablo continuó sorprendiendo cuando, poco después de la llegada de Pepe, Lola descubrió que estaba embarazada de Juan, y luego tuvieron a Roque. Más adelante, la familia se completaría con la adopción de Lola (Bubi), también con síndrome de Down. 

A lo largo de su camino, Lola y Pablo se enfrentaron a críticas y juicios por parte de aquellos que no comprendían su elección de adoptar niños con necesidades especiales. Sin embargo, también encontraron un gran apoyo en su comunidad y en amigos que compartían su fe y sus valores. Lola ha aprendido a no tomar en cuenta las opiniones negativas y a enfocarse en el amor y la felicidad que encuentra en su familia. "Cuanto más das, más recibes".

Lola concluye que su familia, formada por su marido Pablo y sus hijos Teresa, Pepe, Juan, Roque y Lola (Bubi), es un reflejo del plan divino y una muestra de que el amor puede superar cualquier obstáculo. "Tenía la familia que Dios me había dado, y que el que la tenía pensada para mí era Dios", afirma con gratitud.

Kenza, 19 años: «Crecí en la fe musulmana, pero una amiga me orientó+ hacia la religión católica y me voy a bautizar; Quiero seguir adelante con Cristo, que está ahí conmigo todo el tiempo, y lo pienso cuando lo paso mal»


Kenza fue llevada al catolicismo por una amiga de la escuela secundaria hasta que optó por pedir el bautismo  / Foto: Kenza

* «Fui paso a paso, a mi ritmo. Es muy bueno bautizarse muy joven, porque te nutres de tu fe desde muy pronto, pero recordaré mi bautismo el resto de mi vida. Estoy orgullosa de ello. No nací en esta fe, pero es la que eligió mi corazón»

Camino Católico.- "Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Miles de catecúmenos de todo el mundo se preparan para escuchar estas palabras la noche de Pascua, cuando reciban el bautismo. Kenza, quiere que su bautismo sea una prueba de su amor a Cristo.

En los albores de su vida adulta, Kenza, de 19 años, ya sabe lo que quiere. Hace dos años, esta joven de fuerte carácter empezó a prepararse para el mayor salto de su vida: el bautismo, que recibirá la noche de Pascua. "Llevo dos años preparándome", dice. "Tenía miedo de no estar preparada, porque dos años pasan muy deprisa. Pero me siento preparada, no tengo dudas ni miedos", asegura a Anne-Sophie Retailleau en Aleteia.

Kenza ha forjado esta voluntad de hierro a través de las pruebas de la vida con su familia. "Crecí en la fe musulmana", explica. "Mi padre era violento y tuvimos que huir. Eso me alejó de la religión cuando era adolescente". Pero la joven no ha renunciado a su convicción de que Dios existe y de que debe encontrar el camino hacia Él.

Fue el encuentro con una amiga de la escuela secundaria lo que llevó a la joven a orientarse hacia la fe cristiana. "Era muy religiosa", dice, "me contaba, los fines de semana, que iba a la iglesia; y como hablábamos de ello juntas, poco a poco me fue orientando hacia la religión católica". Kenza alimentó su incipiente fe leyendo la Biblia y rezando. Visitar iglesias valencianas con su amiga también era importante para ella, pero una mala experiencia la mantuvo alejada de la Misa durante unos meses. "Sentía que era demasiado, y cuando eres adolescente no tienes mucha confianza en ti misma y te desestabilizas fácilmente", dice. "Fui paso a paso, a mi ritmo".

Una elección de corazón

Fue en Menton, donde se había trasladado para estudiar, donde Kenza encontró una comunidad parroquial que la acogió y donde se sintió como en casa. Entonces solicitó el bautismo, que quería que fuera una prueba de amor a Cristo.

"Sé que está ahí conmigo todo el tiempo, y es lo primero en lo que pienso cuando lo paso mal", dice. Es una relación de compartir. Siempre está ahí para mí, y yo para Él: también me bautizo para demostrarle que tengo fe", insiste. Incluso insistió en dar el paso después de cumplir la mayoría de edad.

"Es muy bueno bautizarse muy joven, porque te nutres de tu fe desde muy pronto", prosigue. "Pero recordaré mi bautismo el resto de mi vida. Estoy orgullosa de ello. No nací en esta fe, pero es la que eligió mi corazón".

Kenza explica que "la oración de María es la que aprendí primero" / Foto: Kenza

En Pont-Saint-Esprit, en la región de Gard (Francia), donde se ha instalado, completa su preparación con una decena de catecúmenos. “Quiero seguir adelante con Cristo y con toda la comunidad cristiana", dice la joven. "La parroquia me hace mucho bien; voy a Misa todos los domingos y nos reunimos, siempre de buen humor". Junto a ella, en el grupo de catecúmenos, hay otra joven que pertenece al mismo club de baloncesto. Todo el equipo estará presente para apoyarlas en el gran día. Kenza también estará acompañada por su madre y sus hermanas, que la han acogido y apoyado.

María, una mujer inspiradora

Cuando se le pregunta a la joven qué oración le gusta más, responde: "La oración de María, es la que aprendí primero". Su voz cambia cuando habla de la Virgen María, y se puede oír toda la alegría, mezclada con mucha admiración.

"¡Me parecen increíblemente hermosas la oración y la Virgen María! Es una historia magnífica. Mucha gente debió de mirarla con ojos extraños, porque su historia es atípica, pero ella luchó y dio la vida a Cristo. Es una mujer muy inspiradora".

Luchar por Cristo, ¿hay mayor promesa en vísperas de su 20º cumpleaños?

Santa Misa de hoy, viernes, por la salud del Papa Francisco, desde el Vaticano, 14-3-2025


Foto: Vatican Media

14 de marzo de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, viernes, por la salud del Papa Francisco presidida por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, con la presencia del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, emitida por 13 TV desde la la Capilla Paulina del Palacio Apostólico del Vaticano.