John Kenny, sacerdote recién ordenado / Foto: Cortesía de John Kenny
* «Descubrí mi vocación a una temprana edad. Mis papás, desde luego, fueron ejemplos de fe para mí, involucrándose con la vida de la Iglesia y sobre todo impulsándonos a servir a los pobres… En las buenas y en las malas, Dios es fiel. Nada me habla más al corazón que ese nombre que Dios revela en Génesis 22: 'El Señor proveerá'. Dios es un padre bueno que siempre acoge a todos para formar su iglesia unida»
Camino Católico.- El padre John Kenny nació en una numerosa familia católica de Houston, Texas. Junto a sus cinco hermanas y sus dos hermanos, su familia fue clave para su camino vocacional. La experiencia de la fe en la vida diaria, el servicio a los más necesitados y su encuentro con los Legionarios de Cristo encendieron en su joven corazón el deseo por cumplir la voluntad de Dios cuando solo tenía 14 años de edad.
“Descubrí mi vocación a una temprana edad. Mis papás, desde luego, fueron ejemplos de fe para mí, involucrándose con la vida de la Iglesia y sobre todo impulsándonos a servir a los pobres. Todos los martes mi mamá me llevaba a ayudar en asilo para ancianos. Y en una confesión en Houston, sentí las palabras claras de Dios que resonaban en mi corazón 'John, quiero que tú seas mi sacerdote'", comparte a Ingrid Basaldúa Guzmán en Aleteia el recién ordenado.
Deportista nato, amante de la naturaleza, lector apasionado y amigo excepcional. El Padre John Kenny de 32 años, esquiador y maratonista, es la prueba viva de que ser joven y auténtico no está peleado con amar a Cristo.
“Para mí ser sacerdote corresponde a mi deseo profundo de servir a mis hermanos. Es el encuentro con mis sueños más profundos, con los sueños más profundos de Dios. Siento ese gran deseo de servir, mejorar las vidas de las personas, ser un mensajero de la alegría, y sobre todo un distribuidor exagerado de misericordia”, cuenta.
El culmen y el inicio
John Kenny, en su ordenación sacerdotal / Foto: Cortesía de John Kenny
La alegría que irradia el recién ordenado sacerdote y el gozo de todos los que celebraron en la Basílica de San Pablo Extramuros reflejan el misterio de amor de la vocación sacerdotal.
John describe su ordenación sacerdotal como "la experiencia más feliz y más excepcional" de su vida.
"Fue el culmen y el inicio. El culmen, porque se requieren muchos años de estudio, discernimiento, lágrimas y formación. Para mí fueron alrededor de 15 años. Siento que crecí mucho como hombre y pude desarrollar ese corazón de Jesús que mira a todos con compasión, porque me miró a mí primero con compasión. Luego es el inicio, porque sales de la Misa de tu ordenación y ves todas las caras alegres y llenas de esperanza. Tienen hambre de Dios, y siento que el sacerdote particularmente está llamado a saciar el hambre de las ovejas", explica.
Y, ¿qué significó para el Padre John Kenny haber sido ordenado sacerdote en medio de un cónclave y la elección de un nuevo Papa?
“Lo viví como un momento de esperanza, donde toda la iglesia y todo el mundo anhela un padre, alguien que nos puede guiar, alguien que nos puede dirigir, y sobre todo alguien que nos una en torno a Cristo. Así que vivir ese momento en sede vacante solo me recordó de mí misión (pequeña en comparación con la del Papa) de ser papá que abraza a todos”, reflexiona Kenny.
Y concluye: “En las buenas y en las malas, Dios es fiel. Nada me habla más al corazón que ese nombre que Dios revela en Génesis 22: 'El Señor proveerá'. Dios es un padre bueno que siempre acoge a todos para formar su iglesia unida”.