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miércoles, 28 de mayo de 2025

John Kenny: «En una confesión en Houston, sentí las palabras claras de Dios que resonaban en mi corazón 'John, quiero que tú seas mi sacerdote' y ya he sido ordenado»

John Kenny, sacerdote recién ordenado / Foto: Cortesía de John Kenny

* «Descubrí mi vocación a una temprana edad. Mis papás, desde luego, fueron ejemplos de fe para mí, involucrándose con la vida de la Iglesia y sobre todo impulsándonos a servir a los pobres… En las buenas y en las malas, Dios es fiel. Nada me habla más al corazón que ese nombre que Dios revela en Génesis 22: 'El Señor proveerá'. Dios es un padre bueno que siempre acoge a todos para formar su iglesia unida» 

Camino Católico.- El padre John Kenny nació en una numerosa familia católica de Houston, Texas. Junto a sus cinco hermanas y sus dos hermanos, su familia fue clave para su camino vocacional. La experiencia de la fe en la vida diaria, el servicio a los más necesitados y su encuentro con los Legionarios de Cristo encendieron en su joven corazón el deseo por cumplir la voluntad de Dios cuando solo tenía 14 años de edad. 

“Descubrí mi vocación a una temprana edad. Mis papás, desde luego, fueron ejemplos de fe para mí, involucrándose con la vida de la Iglesia y sobre todo impulsándonos a servir a los pobres. Todos los martes mi mamá me llevaba a ayudar en asilo para ancianos. Y en una confesión en Houston, sentí las palabras claras de Dios que resonaban en mi corazón 'John, quiero que tú seas mi sacerdote'", comparte a Ingrid Basaldúa Guzmán en Aleteia el recién ordenado. 

Deportista nato, amante de la naturaleza, lector apasionado y amigo excepcional. El Padre John Kenny de 32 años, esquiador y maratonista, es la prueba viva de que ser joven y auténtico no está peleado con amar a Cristo. 

“Para mí ser sacerdote corresponde a mi deseo profundo de servir a mis hermanos. Es el encuentro con mis sueños más profundos, con los sueños más profundos de Dios. Siento ese gran deseo de servir, mejorar las vidas de las personas, ser un mensajero de la alegría, y sobre todo un distribuidor exagerado de misericordia”, cuenta. 

El culmen y el inicio


John Kenny, en su ordenación sacerdotal / Foto: Cortesía de John Kenny

La alegría que irradia el recién ordenado sacerdote y el gozo de todos los que celebraron en la Basílica de San Pablo Extramuros reflejan el misterio de amor de la vocación sacerdotal. 

John describe su ordenación sacerdotal como "la experiencia más feliz y más excepcional" de su vida.

"Fue el culmen y el inicio. El culmen, porque se requieren muchos años de estudio, discernimiento, lágrimas y formación. Para mí fueron alrededor de 15 años. Siento que crecí mucho como hombre y pude desarrollar ese corazón de Jesús que mira a todos con compasión, porque me miró a mí primero con compasión. Luego es el inicio, porque sales de la Misa de tu ordenación y ves todas las caras alegres y llenas de esperanza. Tienen hambre de Dios, y siento que el sacerdote particularmente está llamado a saciar el hambre de las ovejas", explica.

Y, ¿qué significó para el Padre John Kenny haber sido ordenado sacerdote en medio de un cónclave y la elección de un nuevo Papa?

“Lo viví como un momento de esperanza, donde toda la iglesia y todo el mundo anhela un padre, alguien que nos puede guiar, alguien que nos puede dirigir, y sobre todo alguien que nos una en torno a Cristo. Así que vivir ese momento en sede vacante solo me recordó de mí misión (pequeña en comparación con la del Papa) de ser papá que abraza a todos”, reflexiona Kenny.

Y concluye: “En las buenas y en las malas, Dios es fiel. Nada me habla más al corazón que ese nombre que Dios revela en Génesis 22: 'El Señor proveerá'. Dios es un padre bueno que siempre acoge a todos para formar su iglesia unida”.

A Sebastiana de Lima su padre le concertó un matrimonio para ella, tiene 9 hijos, uno de ellos obispo y con su apoyo se hizo monja al enviudar y ayuda a mujeres a superar adicciones: «Mi vocación es una gran cosa de Dios»


Sor Sebastiana Onofre de Lima, madre del Obispo de Dourados (Brasil), Mons. Henrique Aparecido de Lima.  / Foto: Diócesis de Dourados

* «¡Soy feliz como monja! Me gusta mucho el trabajo, el culto, la recuperación, porque mi deseo siempre ha sido recuperar vidas, sacar a estas personas del desierto de la vida y guiarlas hacia una vida digna. No somos dueños de nuestras vidas, después de entregarnos a Dios, Él sabe dónde colocarnos» 

 

 Vídeo de la EWTN con el testimonio de Sor Sebastiana Onofre Lima y su hijo Mons. Henrique Aparecido de Lima, C.Ss.R.,Obispo de Dourados, en el estado brasileño de Mato Grosso del Sur

Camino Católico.- El Obispo de Dourados, en el estado brasileño de Mato Grosso del Sur, Mons. Henrique Aparecido de Lima, C.Ss.R., es hijo de Sor Sebastiana Onofre Lima quien se hizo monja tras enviudar hace más de 20 años. Madre de nueve hijos, vio morir a su esposo con quien estuvo casada 36 años de matrimonio: con el apoyo de su hijo obispo cumplió su sueño de infancia: ser monja para servir a Dios y a la Iglesia.

“Mi vocación es una gran cosa de Dios”, dice a EWTN la hermana Sebastiana, quien se dedica a ayudar a las mujeres a superar la adicción a las drogas y al alcohol; y quien también dedica su tiempo a la adoración perpetua, carisma de la congregación de las Hermanas de la Copiosa Redención, a la que pertenece. 

Desde temprana edad, Sebastiana se sintió llamada a la vida religiosa, pero las dificultades económicas de la familia y la realidad de vivir en una zona rural de Paraná le impidieron seguir su vocación. Su destino dio otro giro cuando su padre, dadas las circunstancias, concertó un matrimonio para ella cuando aún era joven.

“Desde que me casé –dice la Hermana Sebastiana– siempre le pedí a Dios que obrara en mi vida y en la de mis hijos. Él tuvo misericordia de mí porque cuando le hacemos una promesa, Él nunca la olvida, y me honró con la gracia de la vocación de mi hijo y la mía. Nuestra familia está muy contenta con nuestras vocaciones”.

Nacido el 28 de julio de 1964, Mons. Henrique es el primogénito. Cuenta que su deseo de ser sacerdote surgió desde niño al ver a su madre siempre orando y ayudando a la gente. “Siempre la veía rezando y le preguntaba qué era eso y ella me lo explicaba”, dice el obispo.

“En casa, todas las noches rezaba el rosario y leía la Biblia con nosotros. Luego, todos se iban a dormir y mi madre seguía rezando”, relata el prelado. “Esto me cautivó y, de hecho, cuando tenía unos 14 años tomé la decisión de ir al seminario para adquirir experiencia”.

La familia vivía en una zona rural sin acceso a buena educación ni atención sanitaria. Incluso participar en la Iglesia era difícil. Henrique ingresó al seminario Santísimo Redentor en Ponta Grossa (PR), donde completó su educación primaria, pero tuvo que salir para trabajar, ayudar a su familia y ahorrar el dinero necesario para terminar sus estudios.

“Fui a trabajar para ahorrar dinero y poder mantenerme en el seminario y, cuatro años y medio después, regresé para quedarme y sigo aquí hoy”, explica Mons. Henrique, sacerdote redentorista desde 1999.

Estudió Filosofía en las Facultades Asociadas de Ipiranga en Sao Paulo y Teología en el Instituto de Teología de São Paulo (ITESP-SP). Fue nombrado Obispo de Dourados por el Papa Francisco y recibió la ordenación episcopal el 30 de enero de 2016.

“Me siento muy honrada”, asegura la hermana Sebastiana. “La familia es la cuna de Dios” y es de ella que “salen los hombres, las personas que sirven para trabajar en el camino de Dios”.

Mons. Henrique dijo que siente el apoyo de las oraciones de su madre para ejercer su ministerio. “Estoy seguro de que reza mucho por la diócesis, por mí y por la obra. Así que, sin duda, esto es un gran apoyo”, compartió.

La hermana Sebastiana visita a su hijo con frecuencia. Pasó tres meses con él cuando estaba luchando con una enfermedad. “La gente la conoce y eso también marca la diferencia en nuestras vidas”, afirma el prelado brasileño.

“A menudo bromeo: la gente piensa que el sacerdote, el obispo, es hijo de una criadora. No tiene madre, ni padre, ni hermanos. Su presencia demuestra que somos seres humanos como cualquier otro”.

El aliento del hijo obispo

“Desde niña la oía decir: No quería casarme, quería ser monja”, contó Mons. Henrique. Llegó el día en que lo logró. “Incluso mi padre, ya muy enfermo antes de morir, me dijo: ‘Ayuda a tu madre a ir al convento, que es su sueño, porque nunca quiso casarse’”.

“Mi madre convirtió a mi padre”, comparte el obispo. “No tenía ninguna religión, pero le ayudó. Mi padre murió en paz, rezando el rosario y cantando”, agrega.

Tras la muerte de su esposo, “lo primero que dijo a su familia fue: ya están todos grandes, las cosas que tenemos no son geniales, no quiero nada para mí, ahora voy a cuidar de mi vida, voy a ser monja”, explica Mons. Henrique.

Conociendo el deseo de su madre, el obispo habló con su provincial, P. Wilton Moraes Lopes, CSsR, fundador de las Hermanas de la Copiosa Redención. Como la congregación acoge a viudas para que prueben la vida religiosa, ella la probó y se adaptó tan bien que pronto se unió a la congregación.

Hermana Sebastiana, en la segunda fila, la primera por la derecha, junto a las Hermanas de la Copiosa Redención y su fundador, el Padre Wilton Moraes Lopes, CSsR. / Foto: Hermanas de la Copiosa Redención

“Mi madre era una señora, ama de casa, esposa, madre de muchos hijos, decidida toda su vida”, destaca Mons. Henrique, añadiendo que tenía dudas de que ella se adaptara a la rutina de vivir en el convento con obediencia, horarios, reglas. “Pero ella se adaptó rápidamente”.

Para Sor Sebastiana, Mons. Henrique fue su “promotor vocacional” y un gran apoyo en sus primeros pasos en la vida religiosa.

“¡Soy feliz como monja! Me gusta mucho el trabajo, el culto, la recuperación, porque mi deseo siempre ha sido recuperar vidas, sacar a estas personas del desierto de la vida y guiarlas hacia una vida digna —dice la hermana—. No somos dueños de nuestras vidas, después de entregarnos a Dios, Él sabe dónde colocarnos”.

Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Misa de hoy, miércoles de la 6ª semana de Pascua, 28-5-2025

28 de mayo de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 6ª semana de Pascua, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, miércoles de la 6ª semana de Pascua, 28-5-2025

28 de mayo de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 6ª semana de Pascua, presidida por el P. Jesús Luis Sacristán, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gloriosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 28-5-2025

28 de mayo de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, miércoles, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.

Palabra de Vida 28/5/2025: «El Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 28 de mayo de 2025, miércoles de la 6ª semana de Pascua, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 16, 12-15:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Adoración Eucarística con el P. Jesús Luis Sacristán en la Basílica de la Concepción de Madrid, 28-5-2025

28 de mayo de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. Jesús Luis Sacristán, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Dejémonos besar, abrazar y perdonar por Cristo resucitado; que nuestra alegría la conozca todo el mundo y así, tal vez, alguien vuelva su mirada hacia Dios / Por P. Carlos García Malo

 


martes, 27 de mayo de 2025

Antonio Gil-Delgado se alejó de Dios que en un retiro lo llamó a ser cura, él se resistía hasta que en Lourdes la Virgen le confirmó la vocación: «’Antonio, hazle caso y di que sí’; desapareció la angustia y he sido ordenado»


Antonio Gil-Delgado se alejó de Dios pero escuchó la llamada para ser sacerdote, se resistió, pero abrazó la vocación y será ordenado ahora

* «De la que nunca me alejé fue de la Virgen María. Se lo debo todo; sin Ella, no hubiera dicho que sí al Señor. Dios me quiso en un momento de pecado, bueno, ahora también, pero entonces estaba más perdido. No he tenido que ser bueno para que me haya llamado, sino que me ha llamado porque me ha querido. Lo que me ayudó fue enamorarme de Jesús; suena cursi, pero no hay otra. O le quieres, o para qué te vas a hacer sacerdote. Lo que más duro se me ha hecho ha sido estar en las cosas de Dios sin Dios; todo te hastía, todo te hunde, te deja triste, todo pierde el sentido. Si estás en las cosas de Dios sin Dios te acabas fijando en lo que no es Dios. Hay que amar a Jesús» 

Camino Católico.- «Estamos para lo que el Señor quiera y para servir a la Iglesia». Antonio Gil-Delgado (33 años) ha recibido el sacramento del Orden como presbítero el sábado, 24 de mayo, en la catedral de la Almudena. Un joven que se ha ido dejando hacer por Cristo en el seminario y que en total libertad entrega «vida, cuerpo y tiempo, todo para Dios y para la Iglesia, su pueblo». Sabe que «Jesús lo único que quiere es que seamos libres, y decirle que sí te da muchísima libertad; no hay mayor libertad que la de atarse a algo por amor», reflexiona a B. Aragoneses en Infomadrid. Y Jesucristo «no me pide nada que no haya hecho Él antes». Es el «Dios nos primerea» que decía el difunto Papa Francisco.

El Señor le fue preparando el corazón incluso cuando Antonio no se daba ni cuenta, en aquellos años en los que estuvo alejado de Dios y de esa Iglesia a la que desea ahora servir con toda su alma. Luego, en un retiro de Effetá, «me llamó y me lo dejó tan claro que no he tenido más remedio que ser sacerdote».

De hecho, su lema sacerdotal es aquello que Dios le dijo entonces: ‘Tú eres mi hijo amado a quien he elegido’. «Me recuerda siempre que Dios me quiere y me ama». Y, además, le da toda la tranquilidad porque «cuando me lo dijo yo no era el más santo del mundo; Dios me quiso en un momento de pecado, bueno, ahora también —ríe—, pero entonces estaba más perdido». Y esto le confirma que «no he tenido que ser bueno para que me haya llamado, sino que me ha llamado porque me ha querido».

Pero Antonio dijo que no al Señor. Y luego estuvo un año resistiéndose a entrar en el seminario, aunque Dios seguía trabajando su corazón «hasta que llegó un momento en que no quería otra cosa que estar con Jesús. “Tú sabes que yo no quiero ser sacerdote, pero quiero estar contigo, y si me dices que quieres estar conmigo siendo yo sacerdote, digo que sí”», cuenta con sencillez, como de lógica pura.

 

Antonio Gil-Delgado ante la parroquia Santa María Madre de Dios de Tres Cantos en la que ha desarrollado su actividad pastoral los dos últimos años

En las manos de la Virgen

En ese tiempo de ausencia de vida de Iglesia que tuvo Antonio, «de la que nunca me alejé fue de la Virgen María». Ella ha sido y es todo en su vida. «Se lo debo todo; sin Ella, no hubiera dicho que sí al Señor». Con 18 años empezó a ir a Lourdes con la Hospitalidad de Lourdes de Madrid, y fue en la Gruta, una noche de inquietud en ese tiempo en el que Antonio se resistía a Dios, cuando la María lo animó, «Antonio, hazle caso y di que sí». Lo hizo por Ella, y «tuve una paz tan grande… desapareció toda la angustia de golpe».

En los peores momentos del seminario —«cada año ha habido una crisis», ríe, desdramatizando—, también estuvo Ella. Son tiempos «en los que el Señor te rompe el corazón para construirlo Él; aquí empieza el camino de verdad». A veces dolía, a veces uno no podía más, pero le decía a Dios «no me sueltes ni dejes de hacer», porque al final todo esto «me ha hecho madurar en la fe y en el amor y entender que Jesús está conmigo en todo momento».

Un amor a Jesús que es la base de todo. Antonio tenía miedo de que Dios le quitara algo, de no poder… «Lo que me ayudó fue enamorarme de Jesús; suena cursi, pero no hay otra. O le quieres, o para qué te vas a hacer sacerdote». Lo ha comprobado también en sus peores momentos en el seminario, «lo que más duro se me ha hecho ha sido estar en las cosas de Dios sin Dios; todo te hastía, todo te hunde, te deja triste, todo pierde el sentido. Si estás en las cosas de Dios sin Dios te acabas fijando en lo que no es Dios». Por eso, «hay que amar a Jesús».

Antonio Gil-Delgado, en el centro de la imagen, en el Santuario de Lourdes donde la Virgen María le ayudó a decir ‘si’ a la vocación sacerdotal 

Años de pastoral

Antonio se presenta rotundo. «Voy con mucha luz y pisando firme», consciente de que le queda todo el camino por andar pero «no se nace sabiendo y tengo esperanza». «A dar la vida aprenderé dando la vida».

Ya ha tenido mucha vida pastoral, estos dos últimos años en la parroquia Santa María Madre de Dios de Tres Cantos. En ella disfruta muchísimo, todo le ilusiona, «me lo paso fenomenal con todo en cualquier momento». En este año, ya ordenado como diácono, ha podido hacer cosas que hasta entonces no, como bendecir. Y una de las tareas que encaró con más ilusión fue la bendición de los animales el día de San Antón. «Yo estudié Agrónomos y me encantan los animales», ríe.

Antonio Gil-Delgado, el día que fue ordenado diácono

En la ceremonia de ordenación le impuso la casulla Guillermo Cruz, consiliario de la Hospitalidad de Lourdes y su director espiritual. Le ha querido agradecer así todo su acompañamiento durante todo este tiempo. Y ha recibido el sacramento del Orden de manos del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, al que le debe obediencia que ya prometió en la ordenación diaconal. «No es una obediencia de súbdito, es una obediencia amorosa; él es mi padre y estamos al servicio de la diócesis». «Está siendo un hombre muy cercano y muy normal, y me sorprende el cariño que nos tiene». En la entrevista que ha tenido con él estos días previos a la ordenación le recomendó que «todo lo que había vivido, tanto lo bueno como lo malo, lo escribiera, para no olvidarlo; y que disfrutara mucho, me dijo».

Antonio Gil-Delgado siendo ya diácono, dando la comunión a un enfermo, en el Santuario de Lourdes

Jesús Rodríguez: «Tenía la puerta cerrada al sacerdocio, era muy fiestero, pero en un retiro respondí a la llamada: ‘Sí, Señor, mientras vayas conmigo’; Jesús tomó mi corazón y he sido ordenado presbítero»

Jesús Rodríguez escuchó la llamada de Dios a ser sacerdote pero se resistía

Camino Católico.- «Señor, sí, voy, ¿pero a dónde?». Esta era la pregunta que a Jesús Rodríguez, a menos de un mes de cumplir los 29 años, le salió después de una noche en vela durante una convivencia de jóvenes en Jerez con su parroquia, Nuestra Señora de la Paz. Era febrero de 2017. Habían rezado vísperas ante el Santísimo y después tuvieron un rato de adoración, que fue cuando el joven sintió «fuego en el corazón y paz», mezclado con intranquilidad porque era la confirmación de que «Dios me pedía algo» relata a B. Aragoneses en Infomadrid.

La realidad es que él llevaba meses barruntando. Su padre, sacristán de la parroquia, y su madre, conserje del colegio diocesano asociado, le inculcaron la fe en casa. «Pero tiendo al perfeccionismo y al control», así que pensar en algún interés del Señor para él al margen de la vida que ya controlaba suponía «que todo se derrumbaba» y que «iba a exceder todas mis fuerzas».

Además, en realidad «la puerta del sacerdocio siempre la había tenido cerrada». «Era muy fiestero y no me reconocía en la imagen del sacerdote que tenía en la cabeza». De hecho, cuando se lo contó a sus amigos durante un viaje a Almuñécar «lo fliparon». Algunos no son creyentes, pero todos, «a su manera, se emocionaron y me han acompañado en todo el proceso». Como sus padres, aunque al principio «mi padre se pensaba que le estaba vacilando».

Querer escuchar

Esa noche de Jerez, Jesús no pudo dormir. «Todo el rato revolviéndome en el saco», ríe. Decidió bajar a la capilla y coger una Biblia para serenarse un poco y coger el sueño. Justo le salió el pasaje de la llamada de Jesús a los Doce. «Ven y sígueme». Jesús —Rodríguez— se rindió. «Sí, voy, ¿pero a dónde?».

Esta vivencia «me la callé, pero el Señor, cuando se pone para llamar, se pone insistente». Estaba estudiando ya Filología Hispánica y «sentía el deseo de querer escuchar al Señor». Así que un día entre semana, en contra de su costumbre, fue a Misa y después habló con el párroco. «Quiero saber cómo escuchar al Señor». Oración y dirección espiritual, fue la respuesta.

Lo hizo. «¿Y si el Señor me llama a ser cura?», le preguntó al sacerdote en una ocasión, pensando que él «lanzaría confeti y diría “qué bien, otro más”». Pero su respuesta «me ayudó mucho: “Lo que te quiere el Señor es santo”». Y lo fue aguantando, animándole, eso sí, a hacer un discernimiento vocacional «más al sacerdocio». Porque la realidad era que al pensar en este camino, «mi corazón volvía al ardor de Jerez».

Jesús Rodríguez será ordenado sacerdote este mes de mayo de 2025

Un día le dijo a su párroco que «estoy listo, ¿dónde es el seminario, en Toledo?». Porque él se pensaba que esa era «la central». Pero en lugar de eso, lo envío a un retiro. Effetá. Noviembre de 2017. En ese bullicio, Dios «me fue quitando las dudas, los miedos, “fíate, recuerda que eres mi hijo amado”». Jesús volvió a decir que sí: «Sí, Señor, lo que tú quieras mientras vayas conmigo».

Ese mes de enero comenzó el entonces curso introductorio y en Semana Santa, ejercicios espirituales. Silencio máximo. «Te puedo aguantar dos horas, ¡pero cinco días…!». Le pidió fuerzas a Dios y ahí «el Señor tomó verdaderamente mi corazón». «Ya mi vida es tuya», le dijo Jesús. Había encontrado para lo que estaba hecho.

Oración intensificada

En estos siete años de seminario, Jesús ha aprendido «qué es ser sacerdote». También «a ser hombre de oración, de corazón entregado, desposeído de todo, y a confiar como la Virgen María, que fue la primera que dijo sí». Aparte de los estudios, con alguna asignatura que se le atragantó un poco, lo que humanamente más le ha costado a Jesús ha sido «la obediencia» y ser consciente de que «el tiempo ya no es mío, es para los demás».

A pocos días de su ordenación presbiteral intensificó la oración. Aseguraba que estaba «tranquilo y confiado», esperando con especial emoción el momento de la postración en el suelo mientras se cantan las letanías a los santos. «Todo el Pueblo de Dios está rezando por ti, ¡esto es la Iglesia!».

Siente también el cariño de sus feligreses de las parroquias Padre Nuestro y Santa Cecilia, que forman unidad pastoral, muy diferentes entre sí, pero «en la diversidad, la unidad; todos somos cristianos». Con ellos «disfruto mucho, me ayudan a crecer en la vocación; me han visto como seminarista de 6º, como diácono y, a partir de ahora, como su pastor, y me van forjando».

De su párroco, Francisco Santos, está aprendiendo precisamente «a ser pastor, a acompañar, a servir». «De su fidelidad —tiene 61 años— y de la presencia en la parroquia, de estar, porque nunca sabes cuándo va a llegar alguien que necesita hablar; de cómo celebra la liturgia…». «Cuando te ordenas entras a formar parte de un presbiterio, en comunión con el obispo», y esta fraternidad, que tiene ya experimentada con sus compañeros del seminario, «la estoy viendo en la parroquia».

En la imagen, a la izquierda, Jesús Rodríguez en la fiesta parroquial con el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid

Jesús Rodríguez Jara ha sido ordenado presbítero el sábado 24 de mayo en la catedral de la Almudena. Su lema presbiteral es No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz (Jn 1,8). Celebrará su Misa de acción de gracias el lunes 9 de junio, a las 20:00 horas en la parroquia Padre Nuestro (Av. de Cantabria, 4, Alameda de Osuna).