* «No
desperdiciar el don que nosotros somos. Cada uno de nosotros es un bien,
independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico
no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso.
Jesús nos recuerda que somos bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo
que somos. Y cuando una persona se deja ir y se abandona, se desperdicia
a sí misma. Luchemos, con la ayuda de Dios, contra la tentación de
considerarnos inadecuados, equivocados, y de compadecernos a nosotros mismos»
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News
traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Con gran
dolor recibo las noticias que llegan desde Tierra Santa, en particular de la
muerte de diez palestinos, entre los cuales una mujer, muertos durante las
acciones militares israelíes de antiterrorismo en Palestina; y de lo sucedido
cerca de Jerusalén el viernes por la noche, cuando un palestino mató a siete
judíos israelíes y otro hirió a tres a la salida de la sinagoga. Desde el
inicio del año decenas de palestinos han muerto en los tiroteos con el ejército
israelí. Hago un llamamiento a los dos Gobiernos y a la Comunidad
internacional, para que se encuentren, enseguida y sin demora, otros caminos,
que incluyan el diálogo y la búsqueda sincera de la paz. ¡Recemos por esto,
hermanos y hermanas!»
29 de enero de 2023.- (Camino Católico) No desperdiciar: es lo
que nos enseñan los pobres de espíritu, entre los que Jesús llama
bienaventurados en la página del Evangelio de Mateo del cuarto domingo del
tiempo ordinario. Francisco lo subrayó en el Ángelus, explicando que los pobres
de espíritu son aquellos que "saben que no se bastan consigo mismos, que
no son autosuficientes, y viven como 'mendicantes de Dios': se sienten
necesitados de Él y reconocen que el bien viene de Él, como don, como
gracia". "Quien es pobre de espíritu", de hecho, añade el Papa,
"atesora lo que recibe", por eso “desea que ningún don se
desperdicie".
"Los pobres de
espíritu tratan de no desperdiciar nada". Y Jesús nos muestra la
importancia de no desperdiciar, por ejemplo, cuando "después de la
multiplicación de los panes y los peces", pide que se recoja la comida que
sobra para que nada se pierda".
Y "contra la
mentalidad del derroche" Francisco propone tres desafíos: "no
desperdiciar el don que nosotros somos", "no desperdiciar los dones
que tenemos" y "no descartar a las personas".
Tras la oración mariana,
el Papa expresa su preocupación por la escalada de violencia en Tierra Santa y
lanza un sentido llamamiento a los dos gobiernos implicados y a la comunidad
internacional para que encuentren sin demora vías de paz. A continuación, sus
pensamientos se dirigen al estancamiento en la región de Nagorno-Karabaj, donde
la emergencia humanitaria es aguda. Francisco recuerda también el Día Mundial
de los Enfermos de Lepra que se celebra hoy. Junto a él estaban dos jóvenes de
Acción Católica, en representación de los congregados en la Plaza de San Pedro
para la cita anual de la Caravana de la Paz. Una vez más se elevó el deseo del
fin de la guerra en Ucrania, también a través de sus voces. Y ha invitado a
rezar por su viaje a África, probada por los conflictos. En
el vídeo de Vatican News se
visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo
texto completo es el siguiente:
PAPA
FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro, Vaticano
Domingo, 29 de enero de 2023
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la Liturgia de hoy se
proclaman las bienaventuranzas según el Evangelio de Mateo (cfr. Mt 5,1-12).
La primera es fundamental y dice así: «Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos» (v. 3).
¿Quiénes son los “pobres
de espíritu”? Son aquellos que saben que no se bastan consigo mismos, que no
son autosuficientes, y viven como “mendicantes de Dios”: se sienten necesitados
de Dios y reconocen que el bien viene de Él, como don, como gracia. Quien es
pobre de espíritu atesora lo que recibe; por eso desea que ningún don
se desperdicie. Hoy quisiera detenerme sobre este aspecto típico de los
pobres de espíritu: no desperdiciar. Los pobres en espíritu buscan
no desperdiciar nada. Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por
ejemplo, después de la multiplicación de los panes y de los peces, cuando pide
que se recoja la comida que ha sobrado para que nada se pierda (cfr. Jn 6,12).
No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las
personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a menudo
desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la
cultura del derroche y la cultura del descarte: ambas son una peste. Quisiera
proponeros tres desafíos contra la mentalidad del derroche y del descarte.
Primer desafío: no
desperdiciar el don que nosotros somos. Cada uno de nosotros es un bien,
independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico
no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso.
Jesús nos recuerda que somos bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo
que somos. Y cuando una persona se deja ir y se abandona, se desperdicia
a sí misma. Luchemos, con la ayuda de Dios, contra la tentación de
considerarnos inadecuados, equivocados, y de compadecernos a nosotros
mismos.
Después, segundo desafío: no
desperdiciar los dones que tenemos. Resulta que en el mundo cada año se
desperdicia cerca de un tercio de la producción total de alimentos. ¡Y esto
mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar
así; los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le
falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, difundamos una ecología de
la justicia y de la caridad, del compartir!
Finalmente, tercer
desafío: no descartar a las personas. La cultura del descarte dice:
te uso hasta que me sirves; cuando ya no me intereses o seas un obstáculo para
mí, te tiro. Y se tratan así especialmente a los más frágiles: los niños
todavía no nacidos, los ancianos, los necesitados y los desfavorecidos. Pero
las personas no se pueden tirar, ¡los desfavorecidos no se pueden tirar! Cada
uno es un don sagrado, y cada uno es un don único, a cualquier edad y en
cualquier condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre! ¡No
descartemos la vida!
Queridos hermanos y
hermanas, planteémonos algunas preguntas. En primer lugar, ¿cómo vivo la
pobreza de espíritu? ¿Sé hacer espacio a Dios, creo que Él es mi bien, mi
verdadera y gran riqueza? ¿Creo que Él me ama o me dejo ir con tristeza,
olvidando que soy un don? Y también: ¿estoy atento a no desperdiciar, soy
responsable en el uso de las cosas, de los bienes? ¿Y estoy dispuesto a
compartirlos con los otros o soy un egoísta? Finalmente: ¿considero a los más
frágiles como dones valiosos que Dios me pide que custodie? ¿Me acuerdo de los
pobres, de quién está privado de lo necesario?
Que nos ayude María,
Mujer de las bienaventuranzas, a testimoniar la alegría de que la vida es un
don y la belleza de hacernos don.
Oración del Ángelus:
Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…
Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…
Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…
Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per
passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem
Christum Dóminum nostrum.
Amen.
Gloria Patri… (ter)
Requiem aeternam…
Benedictio Apostolica seu Papalis
Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,
Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.
Amen.
Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:
¡Queridos hermanos y hermanas!
Con gran dolor recibo las
noticias que llegan desde Tierra Santa, en particular de la muerte de diez
palestinos, entre los cuales una mujer, muertos durante las acciones militares
israelíes de antiterrorismo en Palestina; y de lo sucedido cerca de Jerusalén
el viernes por la noche, cuando un palestino mató a siete judíos israelíes y
otro hirió a tres a la salida de la sinagoga. La espiral de muerte que aumenta
cada día no hace otra cosa que cerrar los pocos destellos de confianza que hay
entre los dos pueblos. Desde el inicio del año decenas de palestinos han muerto
en los tiroteos con el ejército israelí. Hago un llamamiento a los dos
Gobiernos y a la Comunidad internacional, para que se encuentren, enseguida y
sin demora, otros caminos, que incluyan el diálogo y la búsqueda sincera de la
paz. ¡Recemos por esto, hermanos y hermanas!
Renuevo mi llamamiento
por la grave situación humanitaria en el corredor de Lachín, en el Cáucaso
Meridional. Estoy cerca de todos aquellos que, en pleno invierno, están
obligados a hacer frente a estas condiciones deshumanas. Es necesario realizar
todo esfuerzo a nivel internacional para encontrar soluciones pacíficas por el
bien de las personas.
Se celebra hoy la 70ª
Jornada mundial de los enfermos de lepra. Lamentablemente, el estigma vinculado
a esta enfermedad sigue provocando graves violaciones de los derechos humanos
en distintas partes del mundo. Expreso mi cercanía a los que la sufren y
aliento al empeño por la plena integración de estos hermanos y hermanas
nuestros.
Dirijo mi saludo a todos
vosotros, venidos desde Italia y de otros países. Saludo al grupo de
quinceañeras de Panamá y a los estudiantes de Badajoz, en España. Saludo a los
peregrinos de Moiano y Monteleone de Orvieto, a los de Acqui Terme y a los
chicos del grupo Agesci Cercola Primo.
¡Y ahora con gran afecto
saludo a los chicos y las chicas de Acción Católica de la diócesis de Roma!
Habéis venido en la “Caravana de la Paz”. Os doy las gracias por esta
iniciativa, más valiosa este año porque, pensando en la martirizada Ucrania,
nuestro esfuerzo y nuestra oración por la paz deben ser todavía más fuertes.
Pensemos en Ucrania y recemos por el pueblo ucraniano, tan maltratado.
Escuchemos ahora el mensaje que vuestros amigos, aquí junto a mí, nos leerán.
[Lectura del mensaje]
Queridos hermanos y
hermanas, pasado mañana partiré para un viaje
apostólico en la República Democrática del Congo y en la República de Sudán del
Sur. Doy las gracias a las autoridades
civiles y a los obispos locales por las invitaciones y por los preparativos de
estas visitas, saludo con afecto a esas queridas poblaciones que me esperan.
Esas tierras están
probadas por largos conflictos: la República Democrática del Congo sufre, sobre
todo en el este del país, por los enfrentamientos armados y por la explotación;
mientras que Sudán del Sur, desgarrado por años de guerra, no ve la hora de que
terminen las violencias constantes que obligan a tantas personas a vivir
desplazadas y en condiciones de gran penuria. A Sudán del Sur llegaré con el
arzobispo de Canterbury y el moderador de la Asamblea General de la Iglesia de
Escocia: viviremos así juntos, como hermanos, una peregrinación ecuménica
de paz.
Os pido a todos, por
favor, que me acompañéis en este viaje con la oración.
Y os deseo a todos un
feliz domingo. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. Buen almuerzo y
hasta pronto.
Francisco