Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta separación. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta separación. Mostrar todas las entradas

martes, 10 de junio de 2025

Alfonso Ricucci y Elisabetta fueron al juzgado para separarse después de 23 años, los dos rezaban, no consumaron el divorcio, buscaron a Dios y recibieron los frutos del Espíritu Santo: paciencia, caridad, benignidad


Elisabetta y Alfonso, felices hoy tras un matrimonio que pudo irse a pique / Foto: La casa sulla roccia

* «Seremos felices si mi marido cambiase, si mi hijo cambiase. Esto convierte la vida en un infierno, porque le das a los demás el poder de hacerte daño: renuncia a la tristeza, a la crítica, al resentimiento: no deben tener poder sobre ti. Deja de pretender que cambien los demás. Busca el amor solo en Quien lo puede dar, Jesús, que murió en la Cruz por ti y baja al barro para sacarte de él y hacerte santo» 

Camino Católico.- Alfonso Ricucci y Elisabetta (Betti) Rossi ayudan a matrimonios en dificultades (La Casa sobre Roca) con un argumento muy poderoso: su propia experiencia. 

Estaban a punto de romper definitivamente, tras más de dos décadas de convivencia, cuando empezaron a ver su relación desde el lado correcto. Benedetta Frigerio ha hablado con ellos y cuenta su historia en La Nuova Bussola Quotidiana.


Cuesta abajo

Habían convivido “en pecado” y al poco de casarse aparecieron “problemas a nivel sexual” que antes no existían y empezaron a enturbiar su relación: él la usaba a ella como mero “objeto de placer” y ella “no experimentaba deseo alguno”. 


Luego llegaron sus dos hijos y eso “amortiguó las carencias”: los niños “eran una novedad” y con ellos “llegaron nuevas amistades”. 


Sin embargo, con el paso de los años, explica Betti, “crecía el sentimiento de vacío”: “Nos lo echábamos en cara uno al otro, hiriéndonos mutuamente”. Incluso se recomendaban uno a otro, despreciativamente, que se ‘echaran un amante’ para disfrutar de verdad y dejarse en paz. 


Pasaron por psicólogos, cayeron en la pornografía, “que no hizo sino aumentar el problema”.


“Yo le despreciaba como hombre y como padre”, reconoce Betti: “Si regañaba a los niños, les decía ‘No hagáis caso’. Y cuando él me hería, en vez de decirle con caridad que me había hecho daño, el orgullo me mantenía enfadada durante días. Nos habíamos convertido en un peso el uno para el otro”.


Todo esto repercutía sobre la educación que daban a sus hijos, que “crecían desorientados, sin ser enseñados en el discernimiento del bien y del mal, sin reglas, y por tanto frágiles”, el chico sin confianza en sí mismo y la chica llena de temores.


Llegaron así al punto de ruptura. Tras 23 años de matrimonio, se separaron físicamente.

Edizioni Studio Domenicano -'Quita las manos de nuestro matrimonio. El poder del sacramento se manifiesta en la prueba' (Edizioni Studio Domenicano, 2025), de Elisabetta Rossi y Alfonso Ricucci, con prólogo de Guido Gallese, obispo de Alessandria, recoge la experiencia vital de este matrimonio y expone de dónde extraer la fuerza para perseverar en la vida conyugal

El lugar de Dios

La separación tuvo consecuencias muy distintas para ambos. Betti sintió como una liberación, Alfonso se desesperó y pensó en el suicidio


Por otro lado, mientras él se alejaba cada vez más de Dios, ella hizo el camino contrario: asistió a un seminario carismático de Tarcisio Mezzetti y empezó a ir a misa todos los días.


Sin embargo, “también las cosas de Dios pueden utilizarse como una huida”, reflexiona: “Tenía a Jesús y me bastaba. No comprendía que si haces un camino de fe y no amas a tu marido, hay algo que no funciona”.


Un día Alfonso entró en una iglesia, se echó a llorar y ante una Cruz culpaba a Dios de su separación: “¡Ella te ha conocido y mira lo que ha pasado!”.


Sin embargo, adquirió la costumbre de visitar ese templo todos los días.


Tenía un compañero de trabajo de Comunión y Liberación, a quien veía feliz con su familia. Le llevó a una Escuela de Comunidad y leyó libros de Luigi Giussani (1922-2005): “Comprendí que quería una vida como aquella, pero no me bastaban las reuniones, necesitaba rezar y alabar al Señor, así que también participaba en oraciones carismáticas”. 


Fue a Lourdes y allí consagró a la Virgen su familia.


En el juzgado

Nueve meses después de la separación física, llegó el momento de formalizarla en el juzgado. Era el 15 de octubre de 2009. Alfonso rezaba a don Giussani en la fecha de su nacimiento. Betti rezaba a Santa Teresa de Jesús en su fiesta.


“El milagro era que estaba yendo al tribunal herido pero tranquilo, lleno del Señor, que ya no me faltaba” recuerda Alfonso. De repente, decidió cambiar todo lo que había pactado con su abogado y le dijo a su mujer que le dejaba todo, la casa y la mayor parte de su sueldo.


“Me descolocó”, confiesa Betti, “porque solo hay Uno que te da sin pedir nada a cambio, y ése es Jesús. Corrí detrás de Alfonso y le propuse tomar un café. Hablamos durante horas. Mi marido se había transformado. Esa misma tarde decidimos acudir a ver a Tarcisio Mezzetti a su seminario”.


La reconstrucción

Le comentaron que se acababan de separar pero que estaba naciendo entre ellos una gran amistad. Sin embargo, temían acercarse más y arruinarlo todo, pensando cada uno que la otra parte sería feliz así.


“¿Ah, sí? ¿Y si se muriese ahora?”, respondió Mezzetti. Betti se echó a llorar.

Tarcisio Mezzetti (1931-2016), casado y con tres hijos, profesor de Química Toxicológica en la Universidad de Perugia, se convirtió a los 45 años y fundó la comunidad Magnificat

“Veréis”, continuó, “la diferencia entre el bien y el mal es la verdad. El Señor no quiere que os separéis. Intimad esta noche, no por deseo, sino por voluntad, y pedid al Señor que os envíe su Espíritu Santo. Os aseguro que desde ese momento seréis inseparables”.


Ese día, Alfonso y Elisabetta se pidieron perdón y se perdonaron. Empezaron a ir juntos a misa todos los días y se acostumbraron “no a esperar del otro”, explica Betti, “sino más bien a competir para servir al otro”. Buscaron a Dios y recibieron los frutos del Espíritu Santo: paciencia, caridad, benignidad…


Tuvieron que vivir también un proceso de perdón con sus hijos por los problemas que les habían causado y sus consecuencias. Rezaron y ayunaron por ellos, “pero lo que les cambió de verdad fue el encuentro personal de ellos con Cristo, y hoy los dos se han casado y tienen hijos y están en camino con Dios”.


Dos consejos

Benedetta Frigerio les plantea a Alfonso y Betti dos cuestiones muy concretas.


  • ¿Qué decir a quien no comparte la fe con su cónyuge? “Eres tú quien debe cambiar para vivir como Cristo", responde Alfonso: 


  • "No cambiarás al otro arrastrándole a encuentros religiosos. No subirá a la barca de Jesús si, subido en ella, le reprochas que siga en la orilla. Debes ser tú, como Jesús, quien se sacrifique. Pide ese amor, que es el único que puede convertir”.


  • ¿Qué decir a la mujer o al marido abandonado por su cónyuge? “Queda la fidelidad al Señor, que transforma el dolor en paz y le da nombre a tus heridas. Si de verdad estás unido a Dios, debes llegar a pedir perdón haciendo la lista de ‘aquella vez que te humillé, o no te defendí, o no te escuché, o te utilicé’”.


Para Betti y Alfonso, estamos enfermos de egocentrismo si pensamos que “seremos felices si mi marido cambiase, si mi hijo cambiase. Esto convierte la vida en un infierno, porque le das a los demás el poder de hacerte daño: renuncia a la tristeza, a la crítica, al resentimiento: no deben tener poder sobre ti. Deja de pretender que cambien los demás. Busca el amor solo en Quien lo puede dar, Jesús, que murió en la Cruz por ti y baja al barro para sacarte de él y hacerte santo”.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Un hincha del guardameta italiano Buffon que salvó su matrimonio en Medjugorje le escribe para que no arruine el suyo

“¿Cuánto estás dispuesto a ofrecer por amor de tu hijo? ¿Cuánto estás dispuesto a cambiar para dar fe al juramento de fidelidad hecho? ¿Cuánto amas de verdad a tu hijo para demostrarlo con un acto de verdadero altruismo?...¡Le pido al Señor para que tu lado humano y paterno surja de tu corazón y pueda volver a dar a tus hijos y a tu matrimonio la paz y la serenidad que necesitáis!"

jueves, 28 de febrero de 2013

María Luisa Erhardt, de Betania, mujeres separadas católicas: «En el rencor Dios no puede actuar. Trabajamos el perdón»

“Cuando Dios sana a una mujer sana a una madre, con ella a unos hijos, con ellos a una familia y con ella a una sociedad"
28 de febrero de 2013.- (A.L.M. / Intereconomia TV / Camino Católico) María Luisa Erhardt se separó de su marido hace 27 años, siendo madre de tres hijos. Luego, se divorció y la Iglesia Católica tardó ocho años en declarar la nulidad de su matrimonio. "Me separé joven, tenía 30 años y llevaba tres mirándome a mí misma. No podía culpar al otro porque no tenía poder sobre el otro… El que me fue guiando y educando fue Dios, porque me enseñó a conocerme a mí misma. Le pedí que entrase en mi vida y me ayudase a conocerme para así autoeducarme y poder educar a mis hijos", cuenta María Luisa en la entrevista, que puede visualizarse en el vídeo, que le hace Gonzalo Altozano para el programa “No es bueno que Dios esté solo” de Intereconomia TV.
En el transcurso de su testimonio explica como en 2006 fundó Betania, una entidad católica, con estatutos en la diócesis de Madrid para no circunscribirse a movimiento concreto alguno, que acoge a mujeres separadas, divorciadas o con su matrimonio anulado, con la idea de "sanar" el mal que esos procesos causan. Leer más...

sábado, 19 de enero de 2013

Serge Maury: Divorciado, mujeriego, sin fe... en su primera adoración vio el rostro de Cristo y se convirtió

* «Miré al altar, donde todos miraban. No vi pan. Lo que yo veía era una imagen del rostro de Cristo que sangraba de una manera terrible. Era una imagen fija, y en negativo, un negativo fotográfico»
* Antes de su encuentro personal con el Señor, un día que estaba hundido, fue a una iglesia que estaba abierta y vacía: “Me senté y le dije a Dios: ‘Dios, yo no puedo más; si existes ayúdame’. Hay que tener en cuenta que yo pensaba, y siempre había pensado, que la religión era una cosa sólo para intelectuales y para curas”.
* Trabaja hoy en la pastoral de separados en la diócesis de Toulon de Francia junto a su esposa Denisse
19 de enero de 2013.- (Pablo J. Ginés / Religión en Libertad / Camino Católico) Serge Maury nació en 1954 en Francia. En su casa había mucha violencia, y él dejó su familia y su ciudad a los 15 años para servir como militar en la Marina Nacional. Descubrió que allí había incluso más violencia que la que dejaba atrás. Leer más...