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viernes, 2 de abril de 2021

Palabra de Vida 2/4/2021: «Pasión de nuestro Señor Jesucristo» / Por P. Jesús Higueras


 Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 2 de abril del 2021, Viernes Santo, Semana Santa, presentado por el padre Jesús Higueras, en el cual se comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan  18, 1-19, 42:

C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:

+ – «¿A quién buscáis?»

C. Le contestaron:

S. – «A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:

+ – «Yo soy».

C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles:«Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:

+ – «¿A quién buscáis?»

C. Ellos dijeron:

S. – «A Jesús, el Nazareno».

C. Jesús contestó:

+ – «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mi, dejad marchar a estos».

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:

+ – «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

Llevaron a Jesús primero a Anás

C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:

S. – «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».

C. Él dijo:

S. – «No lo soy».

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacia frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.

Jesús le contestó:

+ – «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:

S. – «¿Así contestas al sumo sacerdote?».

C. Jesús respondió:

+ – «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy

C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:

S. – «¿No eres tú también de sus discípulos?»

C. Él lo negó, diciendo:

S. – «No lo soy».

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:

S. – «¿No te he visto yo en el huerto con él?»

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

Mi reino no es de este mundo

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:

S. – «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»

C. Le contestaron:

S. – «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».

C. Pilato les dijo:

S. – «Lleváoslo vosotros y juzgadIo según vuestra ley».

C. Los judíos le dijeron:

S. – «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:

S. – «¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Jesús le contestó:

+ – «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?».

C. Pilato replicó:

S. – «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

C. Jesús le contestó:

+ – «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

C. Pilato le dijo:

S. – «Entonces, ¿tú eres rey?»

C. Jesús le contestó:

+ – «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

C. Pilato le dijo:

«Y, ¿qué es la verdad?»

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:

S. – «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Volvieron a gritar:

S. – «A ése no, a Barrabás».

C. El tal Barrabás era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:

S. – «¡Salve, rey de los judíos!».

C. Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:

S. – «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:

S. – «He aquí al hombre».

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:

S. – «¡Crucifícalo, crucifícalo!»

C. Pilato les dijo:

S. – «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

C. Los judíos le contestaron:

S. – «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asusto aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:

S. – «¿De dónde eres tú?».

C. Pero Jesús no le dio respuesta.

Y Pilato le dijo:

S. – «¿A mi no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».

C. Jesús le contestó:

+ – «No tendrías ninguna autoridad sobre mi, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».

¡Fuera, fuera; crucifícalo!

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:

S. – «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.

Y dijo Pilato a los judíos:

S. – « He aquí a vuestro rey».

C. Ellos gritaron:

S. – «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:

S. – «¿A vuestro rey voy a crucificar?».

C. Contestaron los sumos sacerdotes:

S. – «No tenemos más rey que al César».

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Lo crucificaron, y con él a otros dos

C. Tomaron a Jesús, y cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:

S. – «No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”».

C. Pilato les contestó:

S. – «Lo escrito, escrito está».

Se repartieron mis ropas

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:

S. – «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:

+ – «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

C. Luego, dijo al discípulo:

+ – «Ahí tienes a tu madre».

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

Está cumplido

C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo:

+ – «Tengo sed».

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

+ – «Está cumplido».

C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.

Y al punto salió sangre y agua

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran, Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».

Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromas

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nícodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Oficio de Lectura del Viernes Santo de la Muerte del Señor presidido por el Cardenal Carlos Amigo, 2-4-2021


Camino Católico
.- Oficio de Lectura del Viernes Santo de la Muerte del Señor, 2 de abril de 2021, presidido por el Cardenal Carlos Amigo, emitido por 13 TV desde la Capilla de la Sucesión Apostólica de Madrid, ubicada en la sede de la Conferencia Episcopal Española. El texto completo para seguir el oficio es el siguiente:

Oficio de Lectura – VIERNES SANTO DE LA MUERTE DEL SEÑOR 2021

Invocación

V.- Dios mío, ven en mi auxilio.
R.- Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno

¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!

Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.

Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.

Y así dijo el Señor: «¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!»
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.

¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,

ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.

¿Quién vio en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.

En plenitud de vida y de sendero,
dio el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.

Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.

Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.

Tú, solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.

Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.

Salmodia

Antífona 1: Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías.

Salmo 2

¿Por qué se amotinan las naciones,
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los reyes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Mesías:
«rompamos sus coyundas,
sacudamos su yugo».
El que habita en el cielo sonríe,
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera:
«yo mismo he establecido a mi Rey
en Sión, mi monte santo».
Voy a proclamar el decreto del Señor;
Él me ha dicho:
«Tú eres mi hijo:
yo te he engendrado hoy.
Pídemelo:
te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza».
Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad, los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,

rendidle homenaje temblando;
no sea que se irrite, y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

Antífona 2: Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.

Salmo 21, 2-23

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito, y no respondes;
de noche, y no me haces caso;
aunque tú habitas en el santuario,
esperanza de Israel.
En ti confiaban nuestros padres;
confiaban, y los ponías a salvo;
a ti gritaban, y quedaban libres;
en ti confiaban, y no los defraudaste.
Pero yo soy un gusano, no un hombre,
vergüenza de la gente, desprecio del pueblo;
al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere».
Tú eres quien me sacó del vientre,
me tenías confiado en los pechos de mi madre;
desde el seno pasé a tus manos,
desde el vientre materno tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, que el peligro está cerca
y nadie me socorre.
Me acorrala un tropel de novillos,
me cercan toros de Basán;
abren contra mí las fauces
leones que descuartizan y rugen.
Estoy como agua derramada,
tengo los huesos descoyuntados;
mi corazón, como cera,
se derrite en mis entrañas;
mi garganta está seca como una teja,
la lengua se me pega al paladar;
me aprietas contra el polvo de la muerte.

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes,
se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
líbrame a mí de la espada,
y a mí única vida de la garra del mastín;
sálvame de las fauces del león;
a éste pobre, de los cuernos del búfalo.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.

Antífona 3: Me tienden lazos los que atentan contra mí.

Salmo 37

Señor, no me corrijas con ira,
no me castigues con cólera;
tus flechas se me han clavado,
tu mano pesa sobre mí;
no hay parte ilesa en mi carne
a causa de tu furor,
no tienen descanso mis huesos
a causa de mis pecados;
mis culpas sobrepasan mi cabeza,
son un peso superior a mis fuerzas;
mis llagas están podridas y supuran
por causa de mi insensatez;
voy encorvado y encogido,
todo el día camino sombrío.
Tengo las espaldas ardiendo,
no hay parte ilesa en mi carne;
estoy agotado, deshecho del todo;
rujo con más fuerza que un león.
Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia,
no se te ocultan mis gemidos;
siento palpitar mi corazón,
me abandonan las fuerzas,
y me falta hasta la luz de los ojos.
Mis amigos y compañeros se alejan de mí,

mis parientes se quedan a distancia;
me tienden lazos los que atentan contra mí,
los que desean mi daño me amenazan de muerte,
todo el día murmuran traiciones.
Pero yo, como un sordo, no oigo;
como un mudo no abro la boca;
soy como uno que no oye
y no puede replicar.
En ti, Señor, espero,
y tú me escucharás, Señor, Dios mío;
esto pido: que no se alegren por mi causa,
que, cuando resbale mi pie, no canten triunfo.
Porque yo estoy a punto de caer,
y mi pena no se aparta de mí:
yo confieso mi culpa,
me aflige mi pecado.
Mis enemigos mortales son poderosos,
son muchos los que me aborrecen sin razón,
los que me pagan males por bienes,
los que me atacan cuando procuro el bien.
No me abandones, Señor;
Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme,
Señor mío, mi salvación.

Versículo

V.- Se levantan contra mí testigos falsos.
R.- Que respiran violencia.

Lecturas

Primera Lectura

Del libro de las Lamentaciones 3, 1-33

LAMENTO Y ESPERANZA EN LA TRIBULACIÓN

Yo soy el hombre que ha sufrido la miseria bajo el látigo de su furor. Él me ha llevado y
me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Contra mí solo vuelve él y revuelve su mano
todo el día.
Mi carne y mi piel ha consumido, ha quebrado mis huesos. Ha forjado un yugo para mí
y ha cercado de angustia mi cabeza. Me ha hecho morar en las tinieblas, con los muertos
de antaño.
Me ha emparedado y no puedo salir; ha hecho pesadas mis cadenas. Aun cuando grito
y pido auxilio, él sofoca mi súplica. Ha cercado mis caminos con piedras sillares, ha
obstruido mis senderos.

Ha sido para mí como un oso en acecho, como león en escondite. Sembrando de
espinas mis caminos, me ha desgarrado, me ha dejado hecho un horror. Ha tensado su
arco y me ha fijado como blanco de sus flechas.
Ha clavado en mis lomos los hijos de su aljaba. De todo mi pueblo me ha hecho lairrisión, su copla todo el día. Él me ha hartado de amargura, me ha abrevado con ajenjo.
Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ceniza. Mi alma está alejada
de la paz, he olvidado lo que es dicha. Dije: «¡Ha fenecido mi vigor y la esperanza que del
Señor me venía!»
Recordar mi miseria y mi angustia es ajenjo y amargor. Mas mi alma lo recuerda, sí, lo
recuerda y se derrite de tristeza dentro de mí. He aquí lo que revolveré en mi corazón
para cobrar confianza:
Que el amor del Señor no se ha acabado ni se ha agotado su ternura; cada mañana se
renuevan. ¡Grande es tu fidelidad! «Mi porción es el Señor —dice mi alma—, por eso en él
esperaré.»
Bueno es el Señor para el que en él espera, para el alma que lo busca. Bueno es
esperar en silencio la salvación del Señor. Bueno es para el hombre soportar el yugo desde
su juventud.
Que se siente solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone; que ponga su boca
en el polvo: quizá haya esperanza; que presente la mejilla a quien lo hiere, que se harte
de oprobios.
Porque el Señor no desecha para siempre a los humanos: si llega a castigar, luego se
apiada según su inmenso amor, pues no pone su complacencia en castigar y afligir a los
hijos de hombre.

Responsorio Is 57, 1-2a; 53, 7b-8a

R.- Perece el justo, y nadie hace caso; se llevan a los hombres fieles, y nadie comprende
que por la maldad se llevan al inocente, * para que entre en la paz.
V.- Como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca; sin defensa, sin justicia se
lo llevaron.
R.- Para que entre en la paz.

Segunda Lectura

De las catequesis de san Juan Crisóstomo, obispo
(Catequesis 3, 13-19: SC 50, 174-177)

EL VALOR DE LA SANGRE DE CRISTO

¿Quieres saber el valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que la
profetizaron y recorramos las antiguas Escrituras
Inmolad —dice Moisés— un cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos
jambas y el dintel de la casa. «¿Qué dices, Moisés? La sangre de un cordero irracional,
¿puede salvar a los hombres dotados de razón?» «Sin duda —responde Moisés—: no
porque se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene una profecía de la
sangre del Señor.»
Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre simbólica, ve
brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de Cristo, la sangre del verdadero
Cordero, huirá todavía más lejos.
¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde brotó y
cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el costado del Señor.
Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, uno de los soldados se acercó con la lanza y le
traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como símbolo del bautismo;
sangre, como figura de la eucaristía. El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha
en el muro del templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la
riqueza hallada. Esto fue lo que ocurrió con el cordero: los judíos sacrificaron el cordero, y
yo recibo el fruto del sacrificio.
Del costado salió sangre y agua. No quiero, amable oyente, que pases con indiferencia
ante tan gran misterio pues me falta explicarte aún otra interpretación mística. He dicho
que esta agua y esta sangre eran símbolos del bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con
estos dos sacramentos se edifica la Iglesia: con el agua de la regeneración y con la
renovación del Espíritu Santo, es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado
ambas del costado. Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de
Adán fue formada Eva.

Por esta misma razón, afirma san Pablo: Somos miembros de su cuerpo, formados de
sus huesos, aludiendo ello al costado de Cristo. Pues del mismo modo que hizo a la mujer
del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio el agua y la sangre salida de su
costado para edificar la Iglesia. Y de la misma manera que entonces Dios tomó la costilla
de Adán, mientras éste dormía así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo
hubo muerto.
Mirad de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué alimento la
nutre. Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos. De la misma manera que
la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a alimentar con su propia sangre y
con leche a aquel a quien ha dado a luz, así también Cristo alimenta siempre con su
sangre a aquellos a quienes él mismo ha hecho renacer.

Responsorio 1 Pe 1, 18-19; Ef 2, 18; 1 Jn 1, 7

R.- Os rescataron, no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de
Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha. * Por medio de él tenemos acceso al Padre en un
solo Espíritu.
V.- La sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado.
R.- Por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.

Oración

Oremos:

Mira, Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo nuestro Señor aceptó
el tormento de la cruz, entregándose a sus propios enemigos. Por Jesucristo nuestro
Señor.

Amén.

Conclusión

V.- Bendigamos al Señor.
R.- Demos gracias a Dios.

Viernes Santo: Mira a Cristo clavado en la Cruz solo porque te ama / Por P. Carlos García Malo



Vía Crucis desde el corazón de nuestros hospitales rezando con 14 capellanes de centros sanitarios

 


Camino Católico.-  ‘Vía Crucis desde el corazón de nuestros hospitales’, un precioso y merecido homenaje de 13 TV a los capellanes y sanitarios que han estado en primera fila durante la pandemia, así como un recuerdo a las decenas de miles de enfermos que se han puesto en sus manos. Catorce capellanes de otros tantos hospitales acompañan a Jesús en sus catorce estaciones e invitan a los espectadores a sumarse al rezo y al reconocimiento desde sus casas.




¿Qué celebra la Iglesia el Viernes Santo? / Por Mons. Jesús Fernández, obispo de Astorga


 Camino Católico.- Irene Pozo, directora de contenidos de 13 TV, junto al obispo de Astorga, Mons. Jesús Fernández González, conmemoran con los espectadores el Triduo Pascual para celebrar la pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Hoy profundizan en ¿qué celebra la Iglesia el Viernes Santo?

Mons. Jesús Fernández González, presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social, ha explicado en ‘TRECE en salida’ que “el Viernes Santo centramos nuestra mirada en el Señor, que desde que es condenado a muerte, recorre las calles camino del calvario donde entrega su vida por nosotros. Es un día denso de emociones e imágenes. Esta será una Semana Santa grande”.

Una Semana Santa que el obispo de Astorga ha recordado que «está dentro de los templos y va a tener la manifestación suprema que es la liturgia, donde se vive en directo la entrega de Cristo en la cruz, su muerte y su resurrección».

El Viernes Santo es un día sin Misa, igual que el Sábado. La liturgia de este día es muy austera, es muy sobria, es muy solemne, es muy vistosa y muy significativa. El silencio lo domina todo. Esta celebración se centra en la muerte de Jesucristo y en la señal de esa muerte gloriosa que es la señal de la Cruz, es una amorosa contemplación de la muerte del Señor que es nuestra Salvación.

Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica: Nº 201 ¿Por qué la Iglesia tiene el poder de perdonar los pecados? Responde Mons. José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián

 


Camino Católico.- Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, responde a la cuestión ¿por qué la Iglesia tiene el poder de perdonar los pecados? Lo hace en una explicación diaria del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica en un vídeo en su página En ti confío, en el que cada día desglosa brevemente un punto. Este Compendio se caracteriza por su forma dialogal, en la que se responde a una pregunta.

Ver todos los temas del Compendio de Catecismo explicados por Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián

Oración a la Virgen de la Soledad ante el paso de su hermandad en Madrid / Por P. Pedro Vizcaíno


Camino Católico
.-  La  Hermandad de Jesús Nazareno y M.S. De la Soledad  alberga un total de cinco imágenes que procesionan entre el Jueves y el Viernes Santo. Los titulares están custodiados en la parroquia de San Andrés Apóstol, en el barrio madrileño de Villaverde Alto. Los vecinos de la zona están volcados con sus cristos y su Virgen, que procesionan desde hace 56 años. 13 TV se ha desplazado hasta la parroquia de San Andrés Apóstol para acompañar a la hermandad en su  ‘Peregrinación en la Semana Santa de Madrid’ de TRECE y el párroco padre Pedro Vizcaíno ha orado ante el paso de la Virgen de la Soledad.




Oración al Cristo del Gran Poder y a la Virgen Macarena ante su paso por los que sufren / Por Luis García, Hermano Mayor de la cofradía


Camino Católico
.-  La Colegiata de San Isidroubicada en la céntrica calle de Toledo de Madrid, acoge a una de las hermandades con más arraigo de la capital de España, la Hermandad del Gran Poder y Virgen Macarena. De influencia sevillana, fue fundada en 1940 precisamente por sevillanos. No obstante, la de Madrid mantiene su idiosincrasia.  13 TV se ha desplazado hasta la Colegiata de San Isidro para acompañar a la hermandad en su  ‘Peregrinación en la Semana Santa de Madrid’ de TRECE y Luis García, Hermano Mayor de la cofradía hecho una oración de intercesión ante el paso del Cristo del Gran Poder y la Virgen Macarena por los que sufren y padecen y recordando a cuantos han fallecido en esta pandemia por el Covid-19.




Oración a Nuestro Padre Jesús del Amor ante el paso de “La Borriquita” / Por el P. Pedro Luis López

 


Camino Católico.- El popular barrio de Malasaña en Madrid  acoge en su seno la  iglesia de San Ildefonso. En su interior se encuentra la hermandad de ‘La Borriquita’, que representa la Entrada Triunfal de Jesucristo en Jerusalén a lomos de un burro y a quien los cofrades invocan como Nuestro Padre Jesús del Amor. Una cofradía joven, fundada hace apenas hace una década, pero que ha ido ganando peso en la Semana Santa de la capital de España.

La pandemia impide a las cofradías hacer estación de penitencia, pero desde los templos de Madrid se ha hecho un gran esfuerzo por habilitar un altar donde los fieles pueden venerar a sus imágenes. ‘La Borriquita’ saldría en procesión este Domingo de Ramos pero, en 2021, son las imágenes las que reciben la visita de los peregrinos. 13 TV se ha desplazado hasta San Ildefonso en su espacio ‘Peregrinación de Semana Santa en Madrid’ para acompañar a la hermandad en este peregrinar y el padre Pedro Luis López García, párroco de la Iglesia ha hecho una oración de intercesión ante el paso de la borriquita a Nuestro Padre Jesús del Amor.