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lunes, 8 de diciembre de 2025

Padre Bob McCahill, misionero de 88 años que recorre Bangladesh en bicicleta para ayudar a niños con discapacidad: «Como Jesús que difundió la Palabra de Dios, yo viajo y llego con amor y trabajo a personas de todas las religiones»

Abdul Mannan Khan y su hijo discapacitado, Abu Mosa Khan, se reúnen con el P. Robert Terence McCahill en su hogar en el distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025. El sacerdote visita aldeas a diario para encontrar niños discapacitados y conectarlos con tratamiento médico | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

* «Las bicicletas son el vehículo de la gente pobre. Al mismo tiempo, montar en bicicleta mantiene el cuerpo sano, por eso la uso. Creo que amarnos unos a otros es la clave de la felicidad. Además, cuando voy en bicicleta, mucha gente me hace preguntas y puedo responderlas fácilmente mientras estoy parado… Celebro la Misa yo mismo todos los días. Quiero vivir así, y cuando muera, quiero ser enterrado en este país»   

Camino Católico.- El P. Robert Terence McCahill, misionero de Maryknoll que trabaja en el cuidado de la salud de personas pobres y con discapacidades en Bangladesh, cumple 50 años de servicio en el país en esta primera semana de diciembre. Durante sus cinco décadas en Bangladesh, McCahill ha visitado 13 distritos administrativos de esta nación de mayoría musulmana, pasando tres años en cada uno para servir a la población local. Dejó Srinagar, en el distrito de Munshiganj, cerca de Daca, a finales de noviembre tras completar tres años allí, aunque aún no sabe a dónde irá después.

La sencilla vivienda del padre Robert Terence McCahill en un edificio escolar de Srinagar, distrito de Munshigonj, Bangladesh, mostrada el 18 de noviembre de 2025. El espacio de 1,5 x 2,4 metros, cedido gratuitamente por las autoridades locales, contiene una cama de madera, un mosquitero, una estufa de queroseno y una bicicleta | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

“Creo que, así como Jesús no estuvo atado a un solo lugar y se le pidió que difundiera la Palabra de Dios, yo viajo y llego con amor y trabajo a personas de todas las religiones”, dice McCahill a CNA —agencia en EWTN News— el 18 de noviembre. 

Nacido en Iowa en 1937, McCahill se trasladó más tarde a Indiana debido al trabajo de su padre. En 1964 fue ordenado sacerdote y ese mismo año llegó a Filipinas.

En 1975, él y otros cuatro sacerdotes llegaron a Bangladesh por invitación del Arzobispo   de Daca, Mons. Theotonius Amal Ganguly. Tras aprender bengalí durante un año, su primer lugar de misión fue el distrito norteño de Tangail, donde trabajó durante nueve años.

En Bangladesh es conocido como “Bob Bhai”, es decir, Hermano Bob. Un amigo musulmán le dio este nombre al pensar que los musulmanes bangladesíes tendrían dificultad para pronunciar su nombre completo, y así sigue siendo llamado en las aldeas donde sirve.

“Mi único hijo ha estado discapacitado desde su nacimiento; no puede caminar ni hablar. He visto a muchos médicos, pero sin resultados”, dice Abdul Mannan Khan, de 45 años, musulmán de Munshiganj. 

“Bob Bhai viene a menudo a mi casa, ríe y bromea con mi hijo. Ahora estoy recibiendo tratamiento en el hospital gracias a él. No necesito dinero”, relata Khan.

Abu Mosa Khan en brazos de su madre en su hogar en el distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025. Gracias a la ayuda del P. McCahill, la familia tiene acceso a tratamiento hospitalario gratuito en Daca | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

Su hijo de 15 años, Abu Mosa Khan, es el único niño de la familia y sus padres lo cuidan con devoción. Pero afirman que nadie alrededor logra conectarse con él como lo hace McCahill. “No todo es posible solo con dinero; muchas cosas grandes son posibles con amor, como lo que hace Bob Bhai”, afirma Khan. 

McCahill alquila una habitación pequeña dondequiera que va, o se queda donde alguien se la ofrezca gratis. Las autoridades le han dado un espacio de 5 por 8 pies en un aula de escuela en Srinagar, separado por paredes de zinc. La habitación, apenas iluminada, contiene un desorden de ropa, una cama sencilla de madera, un mosquitero viejo, una luz eléctrica básica y un ventilador. También hay una estufa de queroseno para cocinar, algunos utensilios pequeños y una bicicleta.

El P. Robert Terence McCahill, de 88 años, recorre en bicicleta aldeas rurales del distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025 Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

Cada día recorre al menos entre 19 y 24 kilómetros en bicicleta para visitar aldeas rurales, ver a niños discapacitados y llevarlos a diferentes hospitales cuando lo necesitan.

“Bob Bhai llega a nuestra casa muy temprano por la mañana en su bicicleta”, dice un hombre llamado Farman, de 83 años.

El nieto de Farman, Rakibul, de 8 años, quedó discapacitado un año después de su nacimiento y no puede caminar ni hablar. Su madre se volvió a casar y su padre ya no se ocupa de él, por lo que Rakibul vive con su abuelo.

“Después de recibir tratamiento en muchos lugares, ahora Rakibul está siendo atendido gratuitamente en Daca por consejo de Bob Bhai, y está mostrando algo de mejoría”, comenta Farman.

McCahill, quien perdió a su madre siendo muy joven, se mudó con su padre a Indiana. De joven trabajó repartiendo periódicos en bicicleta. Más tarde, en la secundaria, trabajó limpiando casas y luego como conductor de camiones.

Mientras conducía un camión, antes de entrar al seminario, se salvó de un accidente grave gracias a la oración. Los frenos fallaron y pensó que tendría que saltar del vehículo, pero milagrosamente sobrevivió.

“Después de sobrevivir a aquel accidente, decidí sin dudarlo que sería sacerdote y misionero”, recuerda McCahill.

Desde su juventud ha tenido una gran pasión por las bicicletas. Cuando llegó a Bangladesh, las carreteras no estaban bien desarrolladas y podía llegar a todas partes pedaleando. Por eso escogió la bicicleta como su medio de transporte.

“Entre otras razones, la principal es la sencillez, y las bicicletas son el vehículo de la gente pobre. Al mismo tiempo, montar en bicicleta mantiene el cuerpo sano, por eso la uso. Creo que amarnos unos a otros es la clave de la felicidad”, explica McCahill.

“Además, cuando voy en bicicleta, mucha gente me hace preguntas y puedo responderlas fácilmente mientras estoy parado”, añade este misionero ciclista.

El P. Robert Terence McCahill, de 88 años, trabajando en el distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025 | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

McCahill encuentra paz en su vida sirviendo a las personas. Continuará mientras pueda caminar, asegura. Disfruta descubrir un lugar nuevo tras otro y conocer nuevas personas. No ha enfrentado grandes dificultades en el país pese a que alrededor del 90% de la población es musulmana y menos del 1% cristiana.

“Primero hay sospecha —es natural esperarlo y recibirlo—. Para el segundo año, hay muchas personas que confían en ti, y ese es un año de construcción de confianza. Para el tercer año, ya hay afecto hacia mí. Y entonces sé que, al terminar el tercer año, puedo irme y hacer lo mismo en otro lugar”, explica.

Cree que un sacerdote no solo debe celebrar la Misa dentro de la iglesia, sino también predicar la Palabra de Cristo en todas partes. “Celebro la Misa yo mismo todos los días. Quiero vivir así, y cuando muera, quiero ser enterrado en este país”, concluye.

Annie: «Tenía que hacerme diálisis de urgencia y dije a san Charbel: ‘Te he rogado tanto y no has hecho nada; ahora tienes que curarme’; Luego, el médico al ver los análisis afirmó: «¿qué has hecho? Ya no necesitas diálisis»

Annie, devota de San Charbel, en el Líbano / Foto: Vatican Media

* Annie, que reza al santo todos los días desde el anuncio de su médico, atribuye su «curación milagrosa» al santo patrón del Líbano. Ella entregó toda la documentación médica al sacerdote encargado de analizar las curaciones en el monasterio, segura de ser la 14ª persona salvada por San Charbel Makhlouf en 2024

Camino Católico.- Annie y su hermana Seta viven juntas en un barrio popular de Beirut. Viuda y sin hijos, Annie no tiene ingresos. Seta, en cambio, trabaja, pero su salario, en millones de libras libanesas, representa sólo unas pocas decenas de dólares mensuales. Demasiado poco para vivir, no lo suficiente para sobrevivir. Annie perdió su trabajo bien remunerado como secretaria en 2004 debido a un estado de salud frágil, víctima del descarte de los más vulnerables en su empresa.

Después de este despido, desarrolló pequeños trabajos, pero nunca recuperó un empleo estable. En 2017, cayó gravemente enferma de cáncer. Sin trabajo ni seguro, la atención médica le era inaccesible. Fueron las Pequeñas Hermanas de Jesús y María quienes acudieron en su ayuda. Gracias a este apoyo, pudo seguir un tratamiento pesado y curarse.

En su pequeño apartamento de tres habitaciones, se ilumina con pilas eléctricas. La compañía eléctrica nacional suministra energía a la ciudad unas dos horas al día. Durante las horas restantes, aquellos que tienen los medios se permiten los servicios de proveedores de electricidad privados, que gestionan gigantescos generadores dispersos por toda la capital, alimentados con fueloil y extremadamente contaminantes. Al moverse por la ciudad, el olor a gasóleo es omnipresente.

Un día a día al céntimo

Hacer las compras, alimentarse, es un rompecabezas diario para las dos hermanas; todo es caro y está fuera de su alcance. Pero el principal problema sigue siendo el acceso a la atención médica. Annie es diabética y necesita tres dosis de insulina cada día. Estos cuidados cuestan 100 dólares al mes. También aquí, la congregación religiosa hace lo posible por ayudarla cuando Seta, la hermana de Annie, no logra encontrar suficiente insulina en los centros de salud públicos. «Le guardo rencor al gobierno», denuncia Annie, «¿en qué país un gobierno no se preocupa por sus ciudadanos?»

Cuando cuenta su historia, tiene lágrimas en los ojos. «Sin embargo, siempre soy optimista», dice, «es cierto que hay momentos en los que veo todo negro, pero me recupero rápidamente» dice a Jean-Charles Putzolu en Vatican News. Además, el año 2026 se anuncia complicado para Annie y su hermana. Las dos mujeres viven en un apartamento de alquiler cuya renta podría aumentar considerablemente a partir de enero, cuando entre en vigor una nueva legislación. Simplemente temen ser desalojadas y realojarse será casi imposible debido a sus bajos ingresos.

Al igual que Annie y Seta, una gran mayoría de libaneses vive por debajo del umbral de la pobreza, en un país que una vez fue calificado como la «Suiza de Oriente». Las dos hermanas están lejos de ser un caso aislado.

Monasterio de san Charbel Makhlouf en el Líbano, donde el Papa León XIV rezó ante la tumba del santo / Foto: Vatican Media

Devota de San Charbel

Antes de su enfermedad, Annie, armenia-católica, se dirigía muy regularmente a la tumba de San Charbel en el monasterio de Annaya, donde el Papa León XIV ha orado el lunes 1 de diciembre de 2025. Rezaba ante el ermitaño maronita. El deterioro de su estado de salud le impidió continuar su peregrinación durante varios años.

El año pasado, sin haber recibido insulina durante tres días, se preocupó. Un análisis de sangre reveló valores alarmantes. Un médico del hospital le pidió que se hiciera diálisis de urgencia. Pero fue imposible encontrar un lugar de inmediato. El sistema sanitario público está saturado.

Mientras esperaba que le dieran una cita, su sobrina la visitó y le ofreció una imagen del santo maronita; ella se puso tensa y se molestó un poco: «Me dirigí a San Charbel mirando la foto. Le dije: “¿por qué no me has ayudado? Te he rogado tanto y no has hecho nada por mí. Ahora tienes que curarme”». Pasaron quince días, y Annie se hizo otro análisis de sangre. No entendió los resultados y dejó que el médico del hospital se ocupara de interpretarlos por ella. «Annie, ¿qué has hecho? Tus valores son normales, ya no necesitas diálisis», le dijo.

Annie, que reza al santo todos los días desde el anuncio de su médico, atribuye su «curación milagrosa» al santo patrón del Líbano. Ella entregó toda la documentación médica al sacerdote encargado de analizar las curaciones en el monasterio, segura de ser la 14ª persona salvada por San Charbel Makhlouf en 2024.

Mojca Giacomelli: «Me introduje en la Nueva Era, fui a ejercicios espirituales y sentí que Jesús estaba ante mí y me decía: ‘Si todo el mundo no te entiende, yo te amo’; tuve 5 hijos y me divorcié, pero Dios me ha guiado con claridad»

Mojca Giacomelli, pese haberse sumergido en la Nueva Era, Cristo la rescató en unos ejercicios espirituales y la ha guiado con claridad ante las dificultades de la vida / Fotografía Mojca Giacomelli

* «Al principio sentí vergüenza y culpa, pero no duró mucho. Nunca perdí la fe. Experimenté una gran misericordia, aunque todavía no me atrevía a afrontar la decepción. Para mí fue muy importante tener una amiga con la que me sentía aceptada y con la que podía compartirlo todo. Organicé mi vida de tal manera que cada día, cuando los niños estaban en el colegio, iba a la capilla y a misa. En esa época participaba muy activamente en grupos de oración, que yo misma dirigía, y eso me ayudaba a mantenerme fuerte. De esa experiencia surgió la dirección del seminario Glej Luč (Mira la luz), luego el centro Živi na polno (Vive plenamente) y los programas para mujeres Ženska na polno (Mujer plena)» 

Camino Católico.- Mojca Giacomelli tuvo un fuerte encuentro personal con Jesús y en él reconoció su misión: la evangelización. Tras las pruebas que vivió como madre estudiante y, más tarde, tras su divorcio -cuando se quedó sin trabajo y con cinco hijos- conservó la fe con entusiasmo y alegría. Anuncia con todo su corazón que Dios siempre tiene una solución y que incluso las pruebas más difíciles las convierte en algo bueno. La entrevista Petra Zoran en Aleteia.

- ¿Cómo comenzó tu relación con Jesús? ¿Recibiste la fe en tu infancia?

- No, en nuestra familia no vivíamos la fe, aunque fui bautizada cuando era bebé. La espiritualidad comenzó a atraerme solo en mi adolescencia. Mi madre y yo empezamos a explorar diferentes áreas de la nueva era: el horóscopo, la astrología, la radiestesia y las visitas a la adivina.

- ¿Cómo se produjo la transición de la búsqueda en la Nueva Era al encuentro personal con Jesús?


Mojca Giacomelli ansiaba ser amada como persona y en su encuentro con Jesucristo se sintió amada por Dios / Fotografía Mojca Giacomelli

- En la Nueva Era empecé a experimentar una crisis, porque cada vez me molestaba más la idea de que no importaba la forma en que existíamos, ya que todo era sólo energía. Yo, sin embargo, anhelaba ser amada como persona, tener mi lugar como Mojca, y fue precisamente en Jesús donde más tarde encontré mi pertenencia.

Mi madre fue la primera en experimentar el encuentro con Jesús, mientras que yo sentía rechazo hacia la Iglesia en aquella época. A pesar de ello, acepté su invitación y participé en unos ejercicios espirituales, donde entré en contacto por primera vez con la Iglesia, con los carismas y con la cercanía de Dios, lo cual no dio frutos inmediatos.

Experimenté el toque verdaderamente poderoso de Jesús en los ejercicios espirituales en silencio en Vipavski Križ. Entré en la iglesia y sentí que Jesús estaba delante de mí, me tomaba suavemente en sus brazos como a una bebé, me abrazaba y me decía: "Si todo el mundo no te entiende, yo te amo".

- Estudiaste farmacéutica y durante tus estudios te convertiste en madre. ¿Cómo viviste ese periodo?

- No elegí farmacéutica porque fuera lo que realmente quería; mi corazón se inclinaba más por la psicología. Durante mis estudios me convertí en madre, di a luz a dos hijos y me casé.

Me quedé embarazada de mi primer hijo antes de casarme, así que me preguntaba: «¿Qué va a ser de mí ahora?». Y, de hecho, sufrí una depresión. Mis amigos de la Iglesia me rechazaron porque había tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, mientras que mis amigos que no iban a la iglesia me decían que era tonta por no decidirme a abortar.

Me sentí sola, con muy poca gente a mi lado. La ginecóloga me ofreció de inmediato una remisión para abortar, aunque yo no se lo había pedido. Pero en mi corazón sabía la Verdad y que la vida siempre triunfa. Por suerte, también tuve apoyo en casa, pero una estudiante que era madre me dio una esperanza especial al dar testimonio de que se podía. Por eso creo que los testimonios son inestimables.

Terminé la carrera de Farmacéutica, pero no ejercí la profesión. Más tarde tuve otros tres hijos, así que me quedé en casa con los cinco, porque quería tenerlos cerca. A pesar de ello, leía constantemente libros sobre psicología, terapia familiar, sanación interior y liberación.

- Después de 13 años de matrimonio, te divorciaste, te quedaste sin trabajo y tuviste que cuidar de cinco hijos. ¿Te sentiste decepcionada con Dios por eso?

Mojca Giacomelli, pese a divorciarse y tener que asumir la crianza de cinco hijos, siempre se aferró a Dios / Fotografía Mojca Giacomelli

- Estaba destrozada, pero decidida a aferrarme a Dios. En la fe encontré mi fuerza, convencida de que Él es el Dios de los milagros y que me ayudaría. Por eso lo aposté todo a Jesús, porque hice todo lo que pude y supe hacer.

Al mismo tiempo, comencé a construir el amor y el respeto por mí misma. La decepción con Dios, con el poder de la oración y con mis expectativas sobre la vida llegó más tarde. Pero Dios me llevó en sus brazos, lo que no significó que me ahorrara el dolor.

- ¿Cómo te recuperaste y seguiste adelante?

- Al principio sentí vergüenza y culpa, pero no duró mucho. Nunca perdí la fe. Experimenté una gran misericordia, aunque todavía no me atrevía a afrontar la decepción. Para mí fue muy importante tener una amiga con la que me sentía aceptada y con la que podía compartirlo todo.

Organicé mi vida de tal manera que cada día, cuando los niños estaban en el colegio, iba a la capilla y a misa. En esa época participaba muy activamente en grupos de oración, que yo misma dirigía, y eso me ayudaba a mantenerme fuerte. De esa experiencia surgió la dirección del seminario Glej Luč (Mira la luz), luego el centro Živi na polno (Vive plenamente) y los programas para mujeres Ženska na polno (Mujer plena).

- ¿Entonces Dios te guió por el camino que deseabas?

- Tenía una idea diferente de cómo intervendría Dios, pero en los momentos clave de mi vida me guió con tanta claridad que no pude equivocarme. Todo comenzó con el deseo de alquilar un local en el centro de Liubliana, donde la gente pudiera venir a tomar té, café, charlar y rezar.

Al principio me pareció imposible, ya que no tenía trabajo y ni siquiera sabía cómo iba a pagar las facturas o sobrevivir al día. Mis amigas y yo rezamos para que, si era la voluntad de Dios, Él hiciera realidad esta idea.

domingo, 7 de diciembre de 2025

Papa León XIV en el Ángelus, 7-12-2025: «Cada uno puede ser una pequeña luz, si acoge a Jesús, brote de un mundo nuevo; aprendamos a hacerlo como María, nuestra Madre, mujer que aguarda con confianza y esperanza»

* «Nada es imposible para Dios. Preparémonos para su Reino, acojámoslo. El más pequeño, Jesús de Nazaret, nos guiará. Él, que se puso en nuestras manos, desde la noche de su nacimiento hasta la hora oscura de su muerte en la cruz, resplandece en nuestra historia como el sol naciente. Ha comenzado un nuevo día: ¡despertemos y caminemos en su luz!» 

   

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Queridos hermanos y hermanas, lo que ha sucedido en los últimos días en Türkiye y Líbano nos enseña que la paz es posible y que los cristianos, en diálogo con hombres y mujeres de otras religiones y culturas, pueden contribuir a construirla. No olvidemos que la paz es posible. Estoy cerca de los pueblos del sur y sudeste asiático, duramente golpeados por los recientes desastres naturales. Rezo por las víctimas, por las familias que lloran a sus seres queridos y por quienes prestan socorro. Exhorto a la comunidad internacional y a todas las personas de buena voluntad a que apoyen con gestos de solidaridad a los hermanos y hermanas de esas regiones» 

7 de diciembre de 2025.- (Camino Católico)  "Cada uno de nosotros puede ser una pequeña luz, si acoge a Jesús, brote de un mundo nuevo. Aprendamos a hacerlo como María, nuestra Madre, mujer que aguarda con confianza y esperanza", ha reflexionado el Papa León XIV, ante las decenas de miles de fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, en este segundo domingo de Adviento, donde ha ofrecido un mensaje profundamente esperanzador y a la vez desafiante para los creyentes. Inspirado en el Evangelio de Mateo (3,1-12), el llamado central fue claro: la llegada del Reino de Dios está cerca, y su inminencia exige preparación interior, conversión y apertura al cambio.

En sus saludos después del rezo mariano del Ángelus, el Papa León XIV compartió sus impresiones sobre su reciente viaje apostólico, subrayando cómo la fe puede ser un motor de diálogo, unidad y esperanza incluso en contextos de desafío y fragilidad. El mensaje del Papa, cargado de esperanza y realismo, invita a todos los cristianos a renovar su compromiso con la unidad y a asumir la fe como motor de diálogo y servicio. Su viaje confirma que, incluso en contextos complejos, la presencia de la Iglesia y la acción de sus fieles pueden transformar la realidad, dando testimonio de que la esperanza y la paz son posibles. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

II Domingo de Adviento,  7 de diciembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio de este segundo domingo de Adviento nos anuncia la llegada del Reino de Dios (cf. Mt 3,1-12). Antes de Jesús, aparece en escena su precursor, Juan el Bautista. Él predicaba en el desierto de Judea diciendo: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 3,1).

En la oración del “Padre nuestro”, pedimos cada día: «Venga tu reino». Jesús mismo nos lo enseñó. Y con esta invocación nos orientamos hacia lo nuevo que Dios tiene reservado para nosotros, reconocemos que el curso de la historia no está ya escrito por los poderosos de este mundo. Ponemos nuestros pensamientos y energías al servicio de un Dios que viene a reinar no para dominarnos, sino para liberarnos. Es un “evangelio”, una auténtica buena noticia, que nos motiva y nos involucra.

Ciertamente, el tono del Bautista es severo, pero el pueblo lo escucha porque en sus palabras resuena la llamada de Dios a no jugar con la vida, a aprovechar el momento presente para prepararse al encuentro con Aquel que no juzga por las apariencias, sino por las obras y las intenciones del corazón.

El mismo Juan será sorprendido por la forma en que el Reino de Dios se manifestará en Jesucristo, en la mansedumbre y la misericordia. El profeta Isaías lo compara con un renuevo: una imagen que no es de poder o destrucción, sino de nacimiento y novedad. Sobre ese brote, que surge de un tronco aparentemente muerto, comienza a soplar el Espíritu Santo con sus dones (cf. Is 11,1-10). Todos tenemos el recuerdo de una sorpresa parecida que nos ha ocurrido en la vida.

Es la experiencia que vivió la Iglesia en el Concilio Vaticano II, que concluía precisamente hace sesenta años; una experiencia que se renueva cuando caminamos juntos hacia el Reino de Dios, todos dispuestos a acogerlo y servirlo. Entonces no sólo florecen realidades que parecían débiles o marginales, sino que se realiza lo que humanamente se consideraría imposible, como en las imágenes del profeta: «El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá» (Is 11,6).

Hermanas y hermanos, ¡cuánto necesita el mundo esta esperanza! Nada es imposible para Dios. Preparémonos para su Reino, acojámoslo. El más pequeño, Jesús de Nazaret, nos guiará. Él, que se puso en nuestras manos, desde la noche de su nacimiento hasta la hora oscura de su muerte en la cruz, resplandece en nuestra historia como el sol naciente. Ha comenzado un nuevo día: ¡despertemos y caminemos en su luz!

He aquí la espiritualidad del Adviento, tan luminosa y concreta. Las luces a lo largo de las calles nos recuerdan que cada uno de nosotros puede ser una pequeña luz, si acoge a Jesús, brote de un mundo nuevo. Aprendamos a hacerlo como María, nuestra Madre, mujer que aguarda con confianza y esperanza.

Oración del Ángelus:  

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.



Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:


¡Queridos hermanos y hermanas!


Hace unos días regresé de mi primer viaje apostólico, a Türkiye y Líbano. Junto con mi querido hermano Bartolomé, Patriarca Ecuménico de Constantinopla, y los representantes de otras confesiones cristianas, nos reunimos para orar juntos en İznik, la antigua Nicea, donde hace 1700 años se celebró el primer Concilio ecuménico. Hoy se cumple precisamente el 60º aniversario de la Declaración conjunta entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que puso fin a las excomuniones recíprocas. Demos gracias a Dios y renovemos nuestro compromiso en el camino hacia la plena unidad visible de todos los cristianos. En Türkiye he tenido el gozo de encontrar la comunidad católica. A través del diálogo paciente y el servicio a los que sufren, esta comunidad da testimonio del Evangelio del amor y de la lógica de Dios que se manifiesta en la pequeñez.


El Líbano sigue siendo un mosaico de convivencia y me ha reconfortado escuchar tantos testimonios en este sentido. He encontrado personas que anuncian el Evangelio acogiendo a los desplazados, visitando a los presos, compartiendo el pan con los necesitados. Me ha reconfortado ver a tanta gente en la calle saludándome y me ha conmovido el encuentro con los familiares de las víctimas de la explosión en el puerto de Beirut. Los libaneses esperaban una palabra y una presencia de consuelo, ¡pero fueron ellos quienes me consolaron con su fe y su entusiasmo! ¡Agradezco a todos los que me han acompañado con sus oraciones! Queridos hermanos y hermanas, lo que ha sucedido en los últimos días en Türkiye y Líbano nos enseña que la paz es posible y que los cristianos, en diálogo con hombres y mujeres de otras religiones y culturas, pueden contribuir a construirla. No olvidemos que la paz es posible.


Estoy cerca de los pueblos del sur y sudeste asiático, duramente golpeados por los recientes desastres naturales. Rezo por las víctimas, por las familias que lloran a sus seres queridos y por quienes prestan socorro. Exhorto a la comunidad internacional y a todas las personas de buena voluntad a que apoyen con gestos de solidaridad a los hermanos y hermanas de esas regiones.


Saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos. Saludo a todos los que han vendido de otras partes del mundo, en particular a los fieles peruanos de Pisco, Cusco y Lima; los polacos, recordando también la Jornada de oración y apoyo material a la Iglesia del Este; y también al grupo de estudiantes portugueses.


Saludo también a los grupos parroquiales de Lentiai, Manerbio, Santa Cesarea Terme, Cerfignano, Roverchiara y Roverchiaretta; a los jóvenes de Marostica y Pianezze, a los confirmandos de Cavaion Veronese, a los jóvenes del Oratorio de Mezzocorona, al grupo de monaguillos de Bolonia y a los socios de la Mutua Madonna del Granato.


Les deseo a todos un feliz domingo y un buen camino de Adviento.


Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 7-12-2025