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lunes, 29 de septiembre de 2025

Homilía del P. Heliodoro Mira y lecturas de la Misa de hoy, lunes, santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, 29-9-2025

29 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Heliodoro Mira y lecturas de la Santa Misa de hoy, lunes de la 26ª semana del Tiempo Ordinario, santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, lunes, santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, 29-9-2025

29 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes de la 26ª semana del Tiempo Ordinario, santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, presidida por el P. Heliodoro Mira, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gozosos del Santo Rosario, desde el Santuario de Lourdes, 29-9-2025

29 de septiembre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, lunes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero. 

Palabra de Vida 29/9/2025: «Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 29 de septiembre de 2025, lunes de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 1, 47-51:

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».

Natanael le contesta:

«¿De qué me conoces?».

Jesús le responde:

«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».

Natanael respondió:

«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel»

Jesús le contestó:

«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».

Y le añadió:

«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 29-9-2025

29 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Oración a los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael para vivir cumpliendo la voluntad de Dios / Por P. Carlos García Malo

 

P. Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 29 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel. Sus nombres permanecen grabados en el alma de los cristianos de todos los tiempos en virtud a su grandeza y obediencia a la voluntad de Dios.

A Miguel, Rafael y Gabriel los conocemos bien porque aparecen mencionados en la Sagrada Escritura, cada uno llevando a cabo misiones muy importantes, encomendadas por el Señor, dentro de la historia de la salvación.

San Miguel Arcángel es quien está al mando de los ejércitos celestiales. El nombre “Miguel” en hebreo significa “¡Quién como Dios!”, expresión que evoca la omnipotencia del Señor, así como su amor y justicia infinitos. Su nombre es el grito de guerra que resuena triunfante en la batalla contra el Adversario, Satanás, y su corte de ángeles caídos.

“Rafael”, por su parte, quiere decir “medicina de Dios” o “Dios ha obrado la salud”. San Rafael es el arcángel amigo de los caminantes y peregrinos; es también el médico de quienes padecen alguna enfermedad.


Por último, “Gabriel” significa “fortaleza de Dios”. A San Gabriel se le encomendó la misión de anunciar a la Virgen María que Ella era la elegida para ser la Madre del Salvador.

En una de sus homilías, el Papa San Gregorio Magno (c. 540-604), Padre y Doctor de la Iglesia, señala que Dios quiso revelar los nombres personales de estos tres arcángeles como una forma de conocer “cuál es la misión específica para la cual nos son enviados”. De esa manera, es posible acudir a ellos en situaciones particulares, de acuerdo al poder que Dios le dio a cada uno.

El 29 de septiembre de 2017, el Papa Francisco, con ocasión de la festividad que hoy se celebra, afirmó: «Hoy celebramos el día de tres de estos arcángeles porque han tenido un papel importante en la historia de la salvación. Y conmemoramos a estos tres porque también tienen un papel importante en nuestro camino hacia la salvación»

Pidamos a los santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, la gracias de vivir cumpliendo la voluntad de Dios:


San Miguel Arcángel, sal con las legiones de tu milicia; y como un escudo protector situaros en los cuatro puntos cardinales, vigilantes y reprendiendo toda actuación del enemigo. Lo mismo os pedimos para cada una de nuestras ciudades y pueblos así como vuestra asistencia personal en nuestras vidas…  

San Gabriel Arcángel, hoy acudimos pidiendo tu intercesión para no caer en trampa de este mundo que vive en el miedo de las malas noticias e incertidumbres y el hablar mundano; y sepamos vivir en la alegría de la Buena Nueva del Evangelio esparciendo por todas partes la certeza de que Cristo ha vencido al mundo y se puede vivir en la esperanza y en el júbilo que sólo da el Espíritu de Dios…. 

San Rafael Arcángel límpianos de cualquier ceguera que nos impida ver la voluntad de Dios y condúcenos de tu mano por todo sendero de bien y de amor.

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, interceded por nosotros. Amén.

P. Carlos García Malo


Los Arcángeles son presencia silenciosa de Dios en nuestro caminar / Por P. Carlos García Malo

 


domingo, 28 de septiembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 28-9-2025: «La verdad que nos salva es que Cristo ha resucitado de entre los muertos, que debe amarse porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo»

* «El Catecismo es el “instrumento de viaje” que nos protege del individualismo y las discordias, porque confirma la fe de toda la Iglesia católica. Cada fiel colabora en su obra pastoral escuchando las preguntas, compartiendo las pruebas, sirviendo al deseo de justicia y de verdad que reside en la conciencia humana. De esa manera los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena. Al diácono Deogracias, que le preguntó cómo ser un buen catequista, san Agustín le respondió: ‘Explica cuanto expliques de modo que la persona a la que te diriges, al escucharte crea, creyendo espere y esperando ame’ (De catechizandis rudibus, 4, 8)»

     

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Recordemos que nadie da lo que no tiene. Si el rico del Evangelio hubiera tenido caridad con Lázaro, habría hecho el bien, no sólo al pobre, sino también a sí mismo. Si ese hombre sin nombre hubiera tenido fe, Dios lo habría salvado de todo tormento; fue el apego a las riquezas mundanas lo que le quitó la esperanza del bien verdadero y eterno. Cuando también nosotros estamos tentados por la avaricia y la indiferencia, los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz» 

28 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) “La vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo”, ha afirmado el Papa León XIV en su homilía, esta mañana, 28 de septiembre, durante la misa presidida en la Plaza de San Pedro con motivo del Jubileo de los catequistas, en la que ha nombrado a 39 procedentes de quince países y en la que han participado 35.000 fieles.


Unos 20.000 catequistas provenientes de 115 países que han participado en esta cita del Año Santo 2025, en la que el Pontífice ha reflexionado sobre la misión que desempeñan las personas dedicadas a transmitir la fe y acompañar a otros en el camino cristiano: “Los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos en una vida buena”.  En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:



JUBILEO DE LOS CATEQUISTAS

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

XXVI domingo del Tiempo Ordinario, 28 de septiembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Las palabras de Jesús nos comunican cómo Dios contempla el mundo, en cada tiempo y en cada lugar. En el Evangelio que hemos escuchado (Lc 16,19-31), sus ojos observan a un pobre y a un rico, el que muere de hambre y el que engulle frente a él; ven la vestimenta elegante de uno y las llagas del otro, lamidas por los perros (cf. Lc 16,19-21). Pero no sólo eso: el Señor mira el corazón de los hombres y, a través de sus ojos, nosotros reconocemos a un indigente y a un indiferente. Lázaro es olvidado por quien está frente a él, justo después de la puerta de su casa; sin embargo, Dios está cerca suyo y recuerda su nombre. El hombre que vive en la abundancia, en cambio, no tiene nombre, porque se pierde a sí mismo, olvidándose del prójimo. Está disperso en los pensamientos de su corazón, lleno de cosas y vacío de amor. Sus bienes no lo hacen bueno.

El relato que Cristo nos confía es, lamentablemente, muy actual. A las puertas de la opulencia se encuentra hoy la miseria de pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación. Nada parece que haya cambiado a lo largo de los siglos, cuántos Lázaros mueren frente a la avaricia que olvida la justicia, al beneficio que pisotea la caridad, a la riqueza ciega frente al dolor de los necesitados. Sin embargo, el Evangelio asegura que los sufrimientos de Lázaro tienen un final. Sus dolores terminan, así como terminan los banquetes del rico, y Dios hace justicia a ambos: «El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado» (v. 22). La Iglesia, sin cansarse, anuncia esta palabra del Señor, para que nuestros corazones se conviertan.

Queridos hermanos, por una singular coincidencia, este mismo pasaje evangélico fue proclamado precisamente durante el Jubileo de los Catequistas en el Año de la Misericordia. Dirigiéndose a los peregrinos venidos a Roma por esa circunstancia, el Papa Francisco destacó que Dios redime el mundo de todo mal, dando su vida por nuestra salvación. Su acción es el comienzo de nuestra misión, porque nos invita a darnos nosotros mismos por el bien de todos. Decía el Papa a los catequistas: «Este centro, alrededor del cual gira todo, este corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días» (Homilía, 26 septiembre 2016). Estas palabras nos hacen reflexionar sobre el diálogo entre el hombre rico y Abraham, que hemos escuchado en el Evangelio. Se trata de una súplica que el rico expresa para salvar a sus hermanos y que se vuelve un desafío para nosotros.

Hablando con Abraham, en efecto, él exclama: «Si alguno de los muertos va a verlos, se convertirán» (Lc 16,30). Abraham responde de este modo: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán» (v. 31). Ahora bien, uno resucitó de entre los muertos: Jesucristo. Las palabras de la Escritura, pues, no quieren decepcionarnos o desanimarnos, sino despertar nuestra conciencia. Escuchar a Moisés y a los Profetas significa hacer memoria de los mandamientos y las promesas de Dios, cuya providencia no abandona nunca a nadie. El Evangelio nos anuncia que la vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo.

En este sentido, ustedes catequistas son esos discípulos de Jesús que se convierten en sus testigos. El nombre del ministerio que llevan adelante proviene del verbo griego katēchein, que significa instruir de viva voz, hacer resonar. Eso quiere decir que el catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida. Por eso los primeros catequistas son nuestros padres, aquellos que hablaron con nosotros primero y nos enseñaron a hablar. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe no puede delegarse a otros, sino que se realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa. Cuando hay una voz, un gesto, un rostro que lleva a Cristo, la familia experimenta la belleza del Evangelio.    

Todos hemos sido educados a creer mediante el testimonio de quien ha creído antes de nosotros. Desde niños y adolescentes, siendo jóvenes, después adultos y también ancianos, los catequistas nos acompañan en la fe compartiendo un camino constante, como han hecho ustedes en estos días, en la peregrinación jubilar. Esta dinámica involucra a toda la Iglesia; en efecto, mientras en Pueblo de Dios genera hombres y mujeres en la fe, «va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad» (Const. dogm. Dei Verbum, 8). En esa comunión, el Catecismo es el “instrumento de viaje” que nos protege del individualismo y las discordias, porque confirma la fe de toda la Iglesia católica. Cada fiel colabora en su obra pastoral escuchando las preguntas, compartiendo las pruebas, sirviendo al deseo de justicia y de verdad que reside en la conciencia humana.

De esa manera los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena. Al diácono Deogracias, que le preguntó cómo ser un buen catequista, san Agustín le respondió: «Explica cuanto expliques de modo que la persona a la que te diriges, al escucharte crea, creyendo espere y esperando ame» (De catechizandis rudibus, 4, 8).

Queridos hermanos y hermanas, hagamos nuestra esta invitación. Recordemos que nadie da lo que no tiene. Si el rico del Evangelio hubiera tenido caridad con Lázaro, habría hecho el bien, no sólo al pobre, sino también a sí mismo. Si ese hombre sin nombre hubiera tenido fe, Dios lo habría salvado de todo tormento; fue el apego a las riquezas mundanas lo que le quitó la esperanza del bien verdadero y eterno. Cuando también nosotros estamos tentados por la avaricia y la indiferencia, los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz.

PAPA LEÓN XIV












Fotos: Vatican Media, 28-9-2025