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jueves, 16 de agosto de 2007

La Iglesía es y quiere ser la Iglesía de los pobres / Autor: Hº Jaume Ruiz Castro, CM


Foto: San Vicente de Paul


1. Una vuelta a los orígenes de la Iglesia:

A) La eclesiologia del Concilio de Trento: El perfil de Iglesia que nos traza el Concilio de Trento es una Iglesia sacramental, jerárquica, sociedad perfecta donde toda la actividad de la Iglesia recae en la jerarquía y el laicado tiene un papel pasivo en el seno de la Comunidad Cristiana.

B) La eclesiologia en la mentalidad de San Vicente de Paúl: San Vicente de Paúl a pesar que en los ejercicios a los ordenandos y en la Conferencia de los martes iba plasmando la reforma de Trento en lo que atañe a la liturgia sobretodo en la forma de celebrar la Eucaristía quiso dar una cierta vitalidad a esta Iglesia:

En primer lugar nos encontramos a un San Vicente que vuelca a clérigos y a laicos de cara a la Evangelización de los Pobres (XI, 356) encargándose los laicos del aspecto de la caridad, a imagen de los siete diáconos de los Hechos de los Apóstoles (Hch 6,1-6).

Después de cada Misión, quedaba organizada la “Caridad” en cada Parroquia, que es lo que actualmente seria “Caritas Parroquial”.

En segundo lugar los laicos también son enviados a las Misiones Extranjeras (X, 579, 645, 937, 952) y ejercen funciones de suplencia ejerciendo su sacerdocio común, o su don profético (XI, 12) como hacían los delegados de la Palabra que San Pablo había instituido en las Comunidades de Galacia: unos líderes, que instruían a aquellas comunidades (¡se les presuponen buenos conocimientos de historia sagrada!) y las acompañaban en su crecimiento.

En cuanto a la forma de aquella enseñanza, Gálatas usa dos términos que han pasado a la posteridad: «catequista» y «catecúmeno», dos derivados de la palabra griega êkhô) «eco»: el maestro pronuncia unas palabras y el discípulo las va repitiendo hasta que las aprende. Con todo, la relación entre uno y otro debió de ser más profunda: “Que el catequizado comparta toda clase de bienes con aquel que lo catequiza en la palabra” (Ga 6,6).

Es decir: que el catequizado no sólo tiene que preocuparse de la manutención de aquel que lo catequiza (recordemos que Pablo, personalmente, renunciaba a ello), sino que le tiene que contar sus alegrías y sus penas.

Por lo tanto, los laicos tienen la misma vocación que los clérigos (XI, 41, 648 – 649, 683), es decir, que toda la Comunidad Cristiana es misionera.

En tercer lugar, San Vicente piensa en una Iglesia como Pueblo de Dios, donde la autoridad está al servicio de la Comunidad, una Comunidad que sigue a Cristo Evangelizador de los Pobres que saciaba a los Pobres con el pan de la Palabra, el pan de sus necesidades materiales. Es una Comunidad Profética que a través de la Caridad y de la entrega generosa del martirio denuncia la opresión y la esclavitud que está viviendo el Pueblo.

Los Pobres saciados de los panes anteriormente citados son reconducidos a saciarse del pan de la Eucaristía, siendo la Eucaristía la que impulsa a la Comunidad a la Misión y esta dimensión San Vicente se encargaba tanto en los ejercicios a los ordenandos como en la Conferencia de los martes para que los clérigos celebrasen con devoción la Eucaristía y motivasen al laicado a la misión.

1.1. Una Comunidad que sigue a Cristo Evangelizador de los pobres: El misionero como imitador y seguidor de Cristo Evangelizador de los pobres predica como Jesús el Reino de Dios, un Reino que es para los pobres, que está en su fase inicial y en medio de nosotros y que llegará a su plenitud a final de los tiempos.

El misionero en su vida normal y en la comunitaria tiene que vivir esta realidad para ser como Jesús Testigo del Reino y para esto hace falta una adhesión personal al Señor [FE] y un proceso continúo de conversión.

El seguimiento es una llamada del Señor con absoluta libertad: Hay una llamada universal, ser santos y otras llamadas como la de los consejos que es una modalidad de vivir esta llamada a la Santidad.

Cristo es la Regla de la Misión, regla de vida, caridad para con los pobres, verdadero adorador del Padre y Evangelizador de los pobres.

Ser Evangelizador es un don para la construcción de la Iglesia y capta las características del destinatario del anuncio para amoldar el anuncio a esas características.

Las palabras: imitación, seguimiento y respuesta van entrelazadas y son complementarias, ya que todas ellas nos requiere que nos revistamos del Espíritu de Cristo.

Para que:

A) Revestidos del Espíritu de Cristo: Partimos de la antropología paulina que define al hombre como cuerpo, alma y espíritu, siendo el espíritu el que formatea o da forma al ser humano y por lo tanto al revestirse del Espíritu de Cristo produce la acogida y vivir los sentimientos (Fp 2,5) y acciones de Cristo que conlleva a un cambio de estilo en la vida de la persona.

Esto implica abandonar mis sentimientos, transformar mi interioridad y produce un nuevo estilo de vida que a imagen de Cristo es una persona pobre siendo sal y luz.

Revestirse es entrar en la lógica de Dios viviendo las virtudes vicencianas, que son las facultades del alma de la CM, como el Espíritu de revestirse de Cristo adquiriendo la propia perfección que es en definitiva transformarse en el mismo Cristo.

B) Personalmente o Comunitariamente podamos evangelizar a los pobres y en especial a los más necesitados: La Iglesia es una Asamblea nacida del anuncio y este anuncio nace de la caridad comprensiva de Cristo hacia los pobres, es lo que actualmente se le llama Caridad Pastoral y en boca de San Vicente el celo por las almas.

No es la situación en el que el mundo se encuentra sumergido ya que tiene parcelas aptas para escuchar la Palabra de Dios y otras que no lo son.

Es la Caridad de Cristo que nos urge, que nos obliga a Evangelizar y hacer un apostolado entre los pobres y nos pone en disposición a ir por el mundo entero.

Entre los estados de pobreza nos encontramos con la sociedad que tiene:

- Una mentalidad empirista: Ciencia vs. Religión.

- Una sensibilidad humanista atea en contra del humanismo Cristiano que tiene a Dios como criterio orientador de la vida. La dignidad y la libertad de la persona nos viene de Dios y esto la sociedad lo niega.

- Una mentalidad pragmática.

Para tener una opción preferencial por los pobres hay que tener claros los sentimientos y la vocación de uno y como armas son: Conversión personal, participación en la pobreza y una disponibilidad para ir por todo el mundo.

C) Ayudando en la Formación de los Clérigos y de los Laicos en función de la Evangelización de los pobres: SVP influenciado por las personas de su entorno empezó a implantar las reformas de Trento en función de las Misiones, a través de las conferencias de los martes y los ejercicios a ordenandos. También promocionó la formación de los Hermanos Coadjutores como cuerpo técnico bien preparado para asistir a los pobres en misiones y en los servicios internos de la Comunidad. Tuvo, también en cuenta la formación de los laicos de cara a la Misión, ya que San Vicente también envió a laicos a la Misión malgache.

- El Perfil del sacerdote paúl: En persona de Cristo Convoca, Congrega y dirige o anima a la Iglesia y como persona de Iglesia se siente convocado, congregado y animado.

Ministerio de la Palabra (Convoca): Dejarse seducir por ella al estilo de los grandes profetas (coherencia entre predicación y vida), conocerla y transmitirla adaptando el lenguaje siendo fiel al magisterio.

Ministerio de los Sacramentos (Congrega): El sacerdote como persona en Cristo hace presente a Cristo y Cristo actúa en ellos y como persona de Iglesia lo recibe con gozo y alegría. Las celebraciones tienen que ser con sencillez y dignidad.

Ministerio del Gobierno: El Pastor dirige, anima a la Comunidad y transmite la Palabra.

La Comunidad: Siguiendo el perfil de Maria Magdalena, una mujer que se le perdonó mucho porque amó mucho (Lc 7, 47-50) nos podemos encontrar en una Comunidad anclada en el sepulcro que no se autoregenera o una Comunidad que se encuentra y vive con el Resucitado (Jn 20, 1-18) que es el ideal de toda Comunidad a pesar de los ataques que puede recibir del exterior.

La C. 20 de la congregación de la Misión nos dice que el Señor nos convoca para vivir en fraternidad y para evangelizar. Este texto es un calco de Mc 3,13-15 que dice: “Después subió Jesús a un cerro y llamó a quienes le pareció conveniente. Una vez reunidos, eligió a doce de ellos para que le acompañasen y para enviarlos a anunciar el mensaje. Los llamó apóstoles y les dio autoridad para expulsar a los demonios”. En ella podemos ver estos elementos:

 Con-vocación: Vivir nuestra vocación o llamada del Señor con el otro. Hacer Iglesia.

 Comunidad: Una Iglesia que vive con el Señor.

 Predicar: La Misión tiene sus signos de credibilidad. Por lo tanto hay que dejar a Dios que dirija y mueva a la Comunidad a través de sus miembros.

La tradición vicenciana nos habla de dos apoyos para formar una Comunidad Vicenciana, a saber:

A) Apoyo en la vocación: Cuando falla la Comunidad en hacer piña de unos con los otros cuya base es el amor de Dios amando al prójimo falla la esencia de la vocación.

B) Apoyo en los ideales: En el seguimiento de Cristo de cada uno de sus miembros, ya que hemos sido llamados, amados y escogidos por Dios.

1.1.1. El programa misionero de Jesús:

El programa misionero de Jesús proclamado en la Sinagoga de Nazaret (Lc 4,18-20) corresponde a una Evangelización integral, en el cual hay un anuncio y unos signos que dan credibilidad a este anuncio:

- He sido enviado a llevar la Buena Noticia a los Pobres.

- A dar libertad a los cautivos: Es la faceta que tiene acentuada la Orden la Merced, pero hay otros tipos de cautiverio que tiene la sociedad que nos impiden ser libres: el pecado, la droga, la pobreza.

- A dar luz a los ciegos: Mucha gente va ciega por el mundo, sin ningún tipo de criterio, tal como dice el refrán: "¿A dónde va Vicente? A donde va la gente". La misión de Jesús es lo que hizo con el ciego de nacimiento, es decir, dar luz y que descubra la verdad y que tenga sentido su vida, a pesar de las adversidades que pueden pasar.

- A poner en libertad a los oprimidos: La opresión es un tipo de cautiverio que tiene la sociedad. El Evangelio tiene que dar una respuesta a esas personas que se sienten el ombligo del mundo.

- Y a anunciar el año de gracia del Señor: Vendrá un día el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva que todos anhelamos.

Jesús mandó a sus discípulos a anunciar la Buena Noticia del Reino con unos signos de liberación que verifican la autenticidad del mensaje (Lc 10,9.18-20), haciéndolos participar de una cierta pobreza (austeridad) incluso en los medios necesarios para anunciar el Evangelio (Lc 10,3-4)

1.2. Cuya autoridad está al servicio de la Comunidad:
“El que quiera ser grande entre vosotros, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea esclavo de todos. Porque tampoco el Hijo del hombre ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos” (Mc 10,43b-45)

El caso lo tenemos en el nombre de la Superiora local de las Hijas de la Caridad que recibe el nombre de Hermana Sirviente, es la que anima a su Comunidad, da ejemplo de servicio a la Comunidad y adaptando la máxima de San Ambrosio, podemos afirmar: “Superiora para vosotras e Hija de la Caridad como vosotras”.

La autoridad es por lo tanto y principalmente un miembro más de la Comunidad Cristiana que ha sido escogido para un cargo que lo tiene que ejercer bajo espíritu de servicio y humildad.

1.3. Donde los laicos trabajan en colaboración y en comunión con los clérigos de cara a la Evangelización de los pobres:
“Los doce apóstoles reunieron a todos los creyentes y les dijeron: ‘No está bien que nosotros dejemos de anunciar el mensaje de Dios para dedicarnos a la administración. Por eso, hermanos, buscad entre vosotros siete hombres de confianza, entendidos y llenos del Espíritu Santo, para que les encarguemos estos trabajos. Nosotros seguiremos orando y proclamando el mensaje de Dios’” (Hch 6,2-4).

En las Comunidades de los Misioneros Vicencianos de la época de San Vicente, los hermanos coadjutores se dedicaban al mantenimiento interno de la Comunidad, algunos se dedicaron a colaborar con el gobierno de la Congregación y otros colaboraban en la Misión organizando la caridad o ejerciendo su profesión de antes de entrar a la Congregación de una forma generosa, se da un caso de que un hermano hacía de dentista en la aldea que era misionada.

El Concilio Vaticano II abre caminos para que los laicos puedan colaborar en el ministerio pastoral, es decir, en tareas específicas de los pastores. Sólo es preciso recordar este texto conciliar:

«La jerarquía encarga a los laicos algunas tareas más próximas mas a los deberes de los pastores, como son las relacionadas a la exposición de la doctrina cristiana, con ciertos actos litúrgicos o el de la salvación de las almas» (AA 24). En este sentido, Juan Pablo II afirma que «cuando la utilidad o necesidad de la Iglesia lo exige, los pastores pueden confiar a los laicos, según las normas establecidas por el derecho universal, algunas tareas relacionadas con su propio ministerio de pastores, pero que no exigen el carácter del orden» (ChFL, 23)

Los laicos colaboran con sus pastores en el campo de la evangelización (misión de los seglares en el mundo) y en la formación permanente de la Comunidad Cristiana (Misión de los seglares en la Iglesia); por lo tanto están desarrollando su función Profética

San Vicente de Paúl decía: [los laicos] confiesan su fe con los confesores de la fe, predican con los predicadores, evangelizan a los pobres con los sacerdotes misioneros que los evangelizan y, por tanto, viven en esa conformidad con nuestro Señor Jesucristo» 1, y en esta línea el doctor Martínez Sistach, citando el Derecho Canónico, afirma en su carta dirigida a toda la diócesis de Tarragona el 18 de Abril del 2001 titulada: “Reorganització de la Diòcesi davant de la disminució de preveres” escribió: “En referencia al don profético que se recibe en el bautismo, los laicos pueden realizar el servicio de la catequesis, puede recibir el nombramiento de enseñar ciencias sagradas, pueden ser llamados para cooperar con el obispo y los presbíteros en el ministerio de la Palabra, ser admitidos a predicar en una iglesia u oratorio, pueden ser enviados a una tarea misional […] Con relación al Don sacerdotal, los laicos pueden recibir los ministerios de lector y acolitado; puede administrar el bautismo un laico catequista [delegado de la Palabra] u otro designado por el obispo, si está ausente o impedido el ministro ordinario, pueden ser ministros extraordinarios de la Eucaristía, ser delegados para matrimonios, allá donde no haya ni presbíteros ni diáconos, previo el voto favorable de la Conferencia Episcopal y la licencia de la Santa Sede” . Estos ministerios que se desprende del don sacerdotal, son tareas de suplencia que realizan los laicos.

Mons. Luís prosigue: “En referencia a aquella primera categoría de las tareas intraeclesiales propias de los laicos, es necesario que el campo sea muy amplio para todos los ámbitos, pero especialmente en el parroquial y en el arciprestal. Será innumerable la lista de participación que está haciendo el laico en el Seno de la Iglesia colaborando con los sacerdotes y diáconos. Como afirma Pere Tena: ‘la capacidad de colaborar con el ministerio jerárquico viene de la misma condición sacramental del cristiano, será tan amplia como lo pidan las necesidades de la vida cristiana, en el marco de la comunión eclesial’ ‘El ejercicio de estas tareas no hace del laico un pastor: en realidad no es la tarea que constituye un ministerio, sino al orden sacerdotal’ . Así mismo es preciso evitar el peligro de clericalizar a los laicos asumiendo indebidamente tareas eclesiales que corresponden a los clérigos”

Tal como hizo San Vicente de Paúl en su época, la Iglesia, haciendo un análisis exhaustivo de la zona que está evangelizando, tiene que ir más allá de lo establecido por el Código de Derecho Canónico para descubrir los innumerables misterios laicales que se desprende de la Función Profética.

1.4. Una Comunidad profética:
“Escuchad esto, vacas de Basán, flor y nata de Samaria, que oprimís a los pobres, maltratáis a los necesitados” (Amós 4,1a)

Podía quedar uno boquiabierto como algunos indianos de Vilanova i la Geltrú invirtieron su fortuna para hacer las infraestructuras de la ciudad durante el siglo XIX: canalización del agua, llegada del tren, etc.… y algunos como el Marqués de Samá bajo una falsa caridad cristiana hizo construir un colegio para la educación de los niños pobres, siendo el dinero mal adquirido por la esclavitud en Cuba.

Pero Mons. Antonio Maria Claret les habló con dureza porque obtenían la riqueza a través de la esclavitud y estos indianos intentaron a través de unos asalariados matar al obispo, porque no podían soportar esta denuncia profética.

San Vicente de Paúl tuvo su voz profética con los presos de las galeras, el cautiverio de los cristianos en Argel y Túnez, con aquella familia que sufría la peste que originó más tarde las Voluntarias de la Caridad en 1617.

Hoy, la Iglesia como Buena Samaritana no tiene que bajar la guardia, ni cruzarse de brazos delante de tanta pobreza, situación precaria y esclavitud encubierta y con la fuerza del Evangelio debe denunciar estas situaciones y transformar la sociedad para que contribuya a la dignidad de las personas como hijos de Dios.

2. Relectura a la luz del Concilio Vaticano II: Aunque todos los cristianos están configurados en Cristo como Sacerdotes, Profetas y Reyes, a la hora de la práctica tenemos una función más desarrollada que los demás: el sacerdote a pesar de ser el animador de la evangelización de los no creyentes, catecúmenos y cuasicatecúmenos y de la formación permanente de la Comunidad Cristiana (función profética), tiene más acentuada la función sacerdotal, por motivo de su ministerio y en el orden de las celebraciones litúrgicas.

El Vaticano II nos recuerda que “los laicos reciben el deber y el derecho al apostolado de su unión con Cristo Cabeza. Injertados por el bautismo en el Cuerpo Místico de Cristo, fortalecidos por la confirmación están destinados al apostolado por el mismo Señor” (AA3) Los laicos son Iglesia y realizan su participación en la única misión eclesial, tanto en el seno de la Comunidad
Cristiana como en el mundo, tanto en el orden espiritual como en el temporal.

Lo propio de los laicos es el carácter secular, sin negar su participación en
el seno de las comunidades eclesiales. Aquí conviene recordar las palabras de
Pablo VI: “El primer e inmediato trabajo de los laicos no es la institución ni
el desarrollo de la Comunidad eclesial —eso es función de los pastores —, sino
que es la realización de todas las virtualidades cristianas y evangélicas, escondidas ciertamente y operantes en las realidades del mundo” y los pastores lo tienen que promover como principales promotores y animadores de la Comunidad Cristiana y su obra de Evangelización.

“Contemplemos finalmente a los Santos, a quienes han ejercido de modo ejemplar la caridad. Pienso particularmente en Martín de Tours († 397), que primero fue soldado y después monje y obispo: casi como un icono, muestra el valor insustituible del testimonio individual de la caridad. A las puertas de Amiens compartió su manto con un pobre; durante la noche, Jesús mismo se le apareció en sueños revestido de aquel manto, confirmando la perenne validez de las palabras del Evangelio: « Estuve desnudo y me vestisteis... Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis » (Mt 25, 36. 40). Pero ¡cuántos testimonios más de caridad pueden citarse en la historia de la Iglesia! Particularmente todo el movimiento monástico, desde sus comienzos con san Antonio Abad († 356), muestra un servicio ingente de caridad hacia el prójimo. Al confrontarse « cara a cara » con ese Dios que es Amor, el monje percibe la exigencia apremiante de transformar toda su vida en un servicio al prójimo, además de servir a Dios. Así se explican las grandes estructuras de acogida, hospitalidad y asistencia surgidas junto a los monasterios. Se explican también las innumerables iniciativas de promoción humana y de formación cristiana destinadas especialmente a los más pobres de las que se han hecho cargo las Órdenes monásticas y Mendicantes primero, y después los diversos Institutos religiosos masculinos y femeninos a lo largo de toda la historia de la Iglesia. Figuras de Santos como Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Juan de Dios, Camilo de Lelis, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac, José B. Cottolengo, Juan Bosco, Luis Orione, Teresa de Calcuta —por citar sólo algunos nombres— siguen siendo modelos insignes de caridad social para todos los hombres de buena voluntad. Los Santos son los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor”. (DCE, 40), porque en todos los tiempos “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia.” (GS 1) y la Iglesia ha hecho esta opción preferencial por los pobres.

3. Algunas concreciones en la formación de los clérigos y de los laicos: Los últimos Papas insisten en el estudio de la Doctrina Social de la Iglesia en la catequesis Parroquial, en los colegios católicos adecuado a las diferentes edades del laico junto con la formación sólida de la fe en sus diversas maneras e índoles y en la formación permanente de los clérigos, ya que la Doctrina Social nos muestra posibles itinerarios de hacer efectivo el Evangelio y que cada uno lo vaya concretando desde su lugar, la situación y la Pastoral Social que desarrolla o su voluntariado en Caritas o en alguna ONG-D.

Teniendo en cuenta que los derechos humanos tienen una vocación de construir una sociedad fraterna (DH1) y entonces se mira que los derechos humanos de nuestros hermanos no sean anulados, con el permiso de la dirección de la escuela se puede hacer una campaña de sensibilización bajo una asignatura de ética social que aborde desde los Derechos Humanos todo el proyecto social de la misión, la autogestión de ellos para recoger fondos y la ayuda internacional para complementar (DH 22) contribuyendo a que “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos” (DH 28)

4. Las Misiones Populares Vicencianas y la Comunidad Cristiana Vicenciana: En el momento de presentar la Misión hay que presentar al Párroco los fundamentos sólidos de la Construcción de la Comunidad Parroquial para que se transforme en misionera haciendo efectivo el Evangelio tanto de Palabra como de obras y como las Comunidades Familiares de Caridad contribuyen a la larga a esta sensibilización, ya que uno de los temas que se tratan en el grupo o bien por la predicación misionera es el de justicia y caridad.

En la campaña de los colegios e institutos después de tener un contacto con la dirección del centro intentar programar una sesión atractiva de ética social para enganchar al niño y al joven para que vengan a los actos de catequesis de la misión infantil y juvenil.

Es un sistema que llegaría la misión a más gente y se necesitaría personal especializado para ello mientras que el resto del equipo se encarga de concretar las Comunidades, Visita de enfermos, etc.…

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