jueves, 23 de agosto de 2007
Léelo solamente si tienes tiempo para Dios./ Autor: Daniel B.
¿Por qué es tan difícil decir la verdad y tan fácil mentir?
¿Por qué tenemos tanto sueño en la iglesia, pero cuando termina el sermón repentinamente estamos tan despiertos?
¿Por qué es tan difícil hablar de Dios y tan fácil decir cosas
sucias?
¿Por qué es tan aburrido leer una revista cristiana, y tan divertido hojear una con contenido repugnante?
¿Por qué es tan fácil borrar mensajes de Dios y enviar
mensajes sucios?
¿Por qué las iglesias y templos se vuelven más pequeños
mientras los bares y discotecas crecen en tamaño?
¿Te das por vencido? Solo recuerda que Dios está observándote.
Que Dios te guarde y te bendiga.Si esta frase no te eriza, nada lo hará... Este mensaje es verdadero. Espero que seas tan bendecido como yo lo fui al leer la siguiente historia y aún así me pregunto cuánta gente lo borrará si siquiera leerlo solo por el título.
Historia:
Había una vez un hombre llamado Jorge Thomas, pastor de una pequeña iglesia en un pueblo de Nueva Inglaterra. Una mañana de Domingo de Pascua llegó a la iglesia cargando una jaula para pájaros oxidada, doblada y vieja, y la puso en el púlpito. Las cejas se elevaron y como respuesta el Pastor Thomas dijo: Ayer, caminando por el pueblo vi a un muchacho que venía a mi encuentro columpiando esta jaula para pájaros. Al fondo de la jaula había tres pajaritos salvajes temblando de frío y de miedo.
Me paré y pregunté:
- ¿Qué llevas allí hijo?
- Solamente estos pájaros viejos.
- ¿Qué vas a hacer con ellos?.
- Los llevaré a casa y me divertiré. Los voy a molestar y a halar de las plumas para hacerlos pelear. Me voy a divertir mucho.
- Pero tarde o temprano te vas a aburrir de esos pájaros y cuando eso sea, ¿Que vas a hacer?.
- Ah, tengo algunos gatos. Se los llevaré. A ellos les gustan los pájaros.
El pastor hizo silencio por un momento y luego dijo:
- ¿Cuánto quieres por esos pájaros hijo?
- Eh... ¿Por qué?. Usted no los quiere señor. Son solamente
viejos pajarracos. No cantan, ni siquiera son bonitos.
- ¿Cuánto?.
El muchacho midió al pastor para ver si estaba loco y dijo:
- ¿Le parecen $10.00?
El pastor se metió la mano en el bolsillo y sacó un billete de $10.00 y lo colocó en la mano del muchacho. En un segundo, el muchacho se había ido. El pastor recogió la jaula y suavemente la llevó hasta el final del valle, donde había un árbol y un lugar con césped. Poniendo la jaula en el suelo, le abrió la puerta, y con un suave toque en los barrotes, hizo que los pájaros salieran liberándolos.
Bien, eso explicaba la jaula vacía encima del púlpito y el pastor empezó a contarles esta otra historia:
Un día Satanás y Jesús estaban conversando. Satanás acababa de ir al Jardín del Edén, y estaba mofándose y riéndose diciendo:
- Si Señor. Acabo de apoderarme del mundo lleno de gente de allá abajo. Les tendí una trampa, usé cebo que sabia que no podrían resistir. Cayeron todos! -
¿Que vas a hacer con ellos? Preguntó Jesús.
- Ah, me voy a divertir con ellos. Les enseñaré como casarse y divorciarse, cómo odiar y abusar uno del otro, a beber y fumar y por supuesto, les enseñaré a
inventar armas y bombas para que se destruyan entre sí. Realmente me voy a divertir!
- ¿Y qué harás cuando te canses de ellos?
-Ah, los mataré.
- ¿Cuánto quieres por ellos?.
- Ah, tú no quieres a esa gente. Ellos no son buenos. ¿Por qué los querrías tomar?. Tú los tomas y ellos te odian. Escupirán a tu rostro, te maldecirán y te matarán. Tú no quieres a esa gente!!
- ¿Cuánto?.
Satanás miró a Jesús y sarcásticamente respondió:
- Toda tu sangre, tus lágrimas, y tu vida.
Jesús dijo:
-HECHO!
Y así fue como pago el precio.
El pastor tomó su jaula. Se dirigió hasta la puerta, la abrió y se alejó.
NOTAS:
No es curioso lo fácil que es despreciar a Dios y luego preguntarse por qué el mundo se está yendo al infierno.
No es curioso cómo alguien puede decir 'Creo en Dios' y seguir a Satanás, (quien a propósito, también cree en Dios).
No es curioso que envíes miles de mensajes con chistes a través del correo electrónico, los cuales se riegan como pólvora, pero cuando empiezas a enviar mensajes que se refieren a El Señor, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos.
No es curioso cómo la gente puede estar más preocupada de lo que los demás piensen de ellos que lo que piense Dios.
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