viernes, 17 de agosto de 2007
Oración de una madre / Enviado por Josefina Macias de Elizondo
¡Madre mía, socorre mis hijos! Que esta palabra sea el grito de mi corazón
desde la aurora. ¡Oh María! Que tu bendición los acompañe, los guarde, los
defienda, los anime, los sostenga en todas partes y en todas las cosas.
Cuando postrados ante la presencia del Señor le ofrezcan sus tributos de
alabanza y oración, cuando le presenten sus necesidades, o imploren sus
divinas misericordias ¡Madre mía, socorre a mis hijos!
Cuando se dirijan al trabajo porque el deber los llama, cuando pasen de una
ocupación a otra, a cada movimiento que ejecuten, a cada paso que den y a
cada nueva acción, ¡Madre mía, socorre a mis hijos!
Cuando la prueba venga a ejercitar su debilísima virtud y el cáliz del
sufrimiento se muestre ante sus ojos, cuando la Divina Misericordia quiera
instruirlos y purificarlos por el sufrimiento, ¡Madre mía, socorre a mis
hijos!
Cuando el infierno, desencadenado contra ellos, se esfuerce en seducirlos
con los atractivos del placer, y les lleguen las violencias de las
tentaciones y los malos ejemplos, ¡Madre mía, socorre a mis hijos!
Cuando en la noche se dispongan al descanso, a fin de continuar con nuevo
fervor, al día siguiente, su camino hacia la eterna Patria, ¡Madre mía,
socorre a mis hijos!
Que tu bendición, Madre mía, descienda sobre ellos en todo momento: en el
día, en la noche, en el consuelo, en la tristeza, en el trabajo, en el
descanso, en la salud y en la enfermedad, en la vida y en la muerte, y por
toda la eternidad, Así sea.
Se rezan tres Avemarías
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