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jueves, 9 de agosto de 2007

Testimonio de sanación fisica / Autora: Hna. Briege Mckenna, Clarisa



Voy a compartir con ustedes lo que a mí me gusta llamar "Una historia de amor". Es la historia de cómo el Señor tocó mi vida; a mí me costó mucho permitirle que tocara mi vida. Yo había hecho grandes planes para mi vida y pensaba que eran planes muy buenos. Pero el Señor tenía un plan diferente; y tuve que morir al plan mío para poder experimentar la libertad de Dios y su gozo. A los 14 años y medio. Dios me llamó y fui a una Congregación de Clausura. a ver si me aceptaban. La Madre Superiora me dijo: "No; demasiado joven". Unos meses más tarde volví. Finalmente. a la edad de 15 años. fui aceptada en las Clarisas.

Yo tenía qrandes planes de lo que iba a hacer para Dios; no era tanto lo que El iba a hacer para mí. Yo le iba a ayudar a El. A los 18 años. ya había hecho los votos; pero. de repente. me enfermé de artritis reumática y estuve muy mal. Por un año. tuve que tener los pies enyesados para prevenir deformaciones.

En este tiempo. yo habría dicho: "Yo conozco a Jesús". Pero. ahora. mirando hacia atrás. veo que en ese tiempo yo conocía "acerca" del Señor. pero no lo conocía a El. Hay millones que conocen acerca de Dios. pero conocer cosas acerca de Dios no cambia la vida; sólo el conocerlo a El cambió mi vida.

Durante ese tiempo. en que estaba en el hospital. yo pensaba: "Bueno. esto tenqo que ofrecerlo al Señor. Esta debe ser la voluntad de Dios para mí". ¿Ven la contradicción que hay aquí? Cuando estamos enfermos. buscamos por todos los medios alivio médico. pero. tratándose de la oración. decimos: "Quizás no es la voluntad de Dios que yo esté sana".

Pero. además. yo tenía la idea de no ser lo suficientemente buena; si yo fuera verdaderamente santa. entonces. quizás. Dios me sanaría. También entendí que. al declarar que la enfermedad era la voluntad de Dios. yo evitaba encarar
el problema. Porque. en realidad. en lo más profundo de mi ser. no creía en el poder de Dios parasanar en estos tiempos.

Por lo demás. me parecía ver muchas otras cosas mucho más importantes en mi vida que necesitaban sanación. Pero. hermanos. todo lo que hay en mi vida le importa íntimamente a Dios. porque para El. siempre soy importante. Finalmente. en 1967. vine de Irlanda a Florida. en Estados Unidos. Esperaba que el clima de florida
me ayudaría un poco. pero en lugar de eso. mi salud empeoró. En 1969. el doctor me dijo. después de recetarme Cortisona 9 veces al día. que no podía
hacer nada más por mí y que yo. a partir de los 30 años. tendría que pasar el resto de mi vida en una silla de ruedas.

LA ENFERMEDAD

Durante ese año. entró en mi corazón un hambre de conocer al Señor. Yo era fiel a mi oración. pero sentía como que había algo que faltaba en mi vida espiritual. Me di cuenta de que todo lo que había lo estaba haciendo sola. Si iba a una cárcel para visitar a los presos. creía que era mi responsabilidad cambiarlos a ellos. Era profesora de primer grado y también veía ese trabajo como mi responsabilidad; yo tenía que moldear a los alumnos. formarlos y enseñarles a Jesús. Siempre era lo que yo hacía.

Que en el Bautismo recibimos un don; es como cuando una persona. en su cumpleaños. recibe un regalo; quizás es muy lindo el papel que lo envuelve; pero si sólo admiramos el papel y jamás abrimos el regalo nunca podremos usar lo que está dentro. En el Bautismo. cada uno de nosotros recibió un regalo. pero muchos de nosotros jamás hemos abierto ese regalo para ver qué hay dentro. No estamos conscientes que Jesús nos dijo que nos enviaría Su Espíritu. y que Su Espíritu nos fortalecería y nos enseñaría. Y todo lo que estaba haciendo. lo estaba haciendo sola. Nos dijo: "Oren simplemente y pidan la Gracia para desenvolver ese regalo y dejen que el Espíritu llene a ustedes en todo su ser".

A comienzos del año 1970. fui a un retiro. Durante ese retiro. escuché una charla acerca del poder de la oración. Muchos habían orado por mí antes. muchas veces. pero cuando oraban por mí. yo presentaba mi lista delante de Dios de lo que yo quería.
Cuando yo lo escuchaba. no estaba pensando en mi condición física. pero sí tenía esa larga lista de mis peticiones. Y pensé: "Si este hombre ora conmigo. entonces sí que voy a recibir todo lo que quiero". Esa es una equivocación muy grande. en la que. a veces. caemos. Yo miraba a ese hombre; él era el que iba a responder.

Fue en ese domingo de 1970 que escuché una disertación muy preciosa de lo que quiere decir el Bautismo en el Espíritu Santo. El sacerdote explicó:
Muchas veces. quebrantamos así el primer mandamiento y ponemos la esperanza en las personas. como si fuera Dios. Ninguna persona puede traerte salud. paz. fortaleza o valentía. si no es el Señor Jesucristo. Lo único que Dios pide de nosotros que seamos como alambres eléctricos. El es la corriente. Ese alambre no sirve para nada si no hay una corriente que fluye por él.

El Señor me enseño esa lección cuando yo miraba a ese hombre; en mi espíritu escuché que me dijo: "Búscame a mí". Cerré los ojos y lo único que pedí fue: "Jesús, ayúdame por favor". En ese momento, sentí una mano que tocó mi cabeza; pensé que ese hombre había venido y me tocaba la cabeza; abrí los ojos y no había nadie ahí. pero entró un poder en mí y empezó a pasar por todo mi cuerpo. Muchas veces lo he descrito como cuando le quitan la cáscara a un plátano. Era como si alquien me estuviera quitando la cáscara y yo estaba siendo liberada. En el momento en que pasó esta corriente por mi cuerpo y entró en mis piernas y mis pies, los pies se enderezaron y quedé completamente sana.

Esta sanación física fue muy pequeñita comparada con lo que Dios hizo en mí espiritualmente; porque, en ese día. me encontré con Jesús. Me sentí iqual que esos dos hombres que iban a Emaús; mis ojos se abrieron y estuve muy consciente de la presencia de Jesús, ahí a mi lado. Sin embarqo. Aunque respondí a El que lo amaba y vi como me sanó, había una parte de mi vida que yo temía aún que entregar al Señor.
Yo tenía mucho temor de las curaciones milagrosas. porque no sabía en realidad de qué se trataba. Pero eso me dije en mi interior: "No le vayas a comunicar a nadie esta curación, sino sólo a mi congregación; porque. si la gente sabe que he sido sanada, van a empezar a asociarme con una curación" (En la reqión de Irlanda de donde venqo, hay mucha superstición y muchas curaciones supersticiosas y yo no quería desprestiqiarme).

Volví de ese retiro y desde ese día hasta hoy. nunca he tenido ningún dolor más. El médico me suprimió todo tratamiento y empecé a trabajar con jóvenes y a hacer todo tipo de cosas para el Señor; sin embargo. jamás di testimonio a nadie acerca de mi curación física. Muchas veces me decía: "Esto no tiene que ver con nadie. sino sólo conmigo". Pero ahora miro hacia atrás y me doy cuenta de que invité a Cristo a entrar en mi vida. pero bajo mis condiciones. Era como si yo invitara a una persona a mi casa y le dijera: "Puedes entrar en todas las partes que quieras", pero guardaba para mí un cuarto con un letrero: "Reservado, no entrar". Creo que eso es lo que el Señor nos estaba diciendo esta mañana: "Ustedes, si me aman; pero todavía hay unas áreas en
sus vidas de las cuales Yo no tengo el control".
Tenemos que abrir cada parte de nuestra vida; Jesús debe ser el Señor de todo nuestro ser. Para mí. esto fue muy difícil.

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