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lunes, 16 de septiembre de 2024

Rosa María Ramírez, embarazada de su hija que iba a morir, rezó al padre Moisés Lira que propició el milagro que le ha proclamado beato y ahora Lissette Sarahi tiene 20 años

 

Lissette Sarahi, que ahora tiene 20 años, sobrevivió por el milagro del beato Moisés Lira Serafín, junto a ella en una fotografía

* «Casualmente, cuando vi un tríptico del padre Moisés Lira Serafín, leí por la parte trasera del mismo que estaba redactado un testimonio de un milagro en una joven atribuido a su intercesión… A partir de ese momento, yo le empecé a rezar durante 9 días consecutivos por medio de la oración de intercesión que ahí en el tríptico venía. Y este caso, fue así. Afortunadamente, con un desenlace hermoso y positivo, pues hoy la bebé es una señorita de 19 años que estudia diseño digital y sigue estando perfectamente saludable. Esta situación me acercó más a Dios que me ha llevado a través de muchas situaciones difíciles; entre ellas, y muy significativa, este problema de salud de mi hija durante mi complicado embarazo. Todo esto me ha llevado con tanto amor a querer conocerle, a amarle, a estar aquí y creer en Él por convicción. Desde entonces, he sentido esa relación con Dios más estrecha. Hoy sé que Él tiene el control de todas las cosas. Dios es mi Padre y mi Madre, y siempre hará y me dará lo que mejor me convenga, porqué Él es todo amor»

Vídeo de Desde la Fe en el que Lissette Sarahi, que ahora tiene 20 años, su madre Rosa María Ramírez y su padre cuentan el milagro del beato Moisés Lira Serafín

Camino Católico.-  El diagnóstico era hidropesia fetal, y los doctores recomendaban el aborto en el quinto mes de embarazo porque es una grave dolencia que a menudo ocasiona la muerte del bebé poco antes o después del parto.  De sobrevivir, es normal que el nacido presente daños de orden cerebral o genético, así como la aparición de patologías complejas. Los papás desafiaron esa recomendación y decidieron pedir la intercesión del hoy beato Moisés Lira Serafín. El Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio de la Causas de los Santos de la Santa Sede, ha beatificado al padre Moisés Lira Serafín, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en México, el sábado 14 de septiembre de 2024. Esta es la historia de Lissette Sarahi, la bebé milagro que hoy tiene 20 años de edad, estudiante de diseño digital, que cuenta su historia junto a sus padres en el vídeo de Desde la Fe.

Rosa María Ramírez, embarazada de Lissette Sarahi, cuando su hija tenía que morir pidió el milagro y rezó una novena


Lissette Sarahi, en el centro de la imagen, junto a sus padres


Al c
onocer el diagnóstico, en el seno de esta familia de San Felipe en Guanajato (México), Rosa María Ramírez Mendoza, que estaba embarazada de Lissette se abrazó a Dios y se apoyó fuertemente en la oración. Sin embargo, llegó a ese punto de una forma curiosa, según cuenta:

“Desde un principio mis oraciones al padre Moisés las hice yo en lo secreto, en lo privado, y nunca involucré a nadie. De hecho, lo di a conocer diez años después, específicamente cuando empezó públicamente el proceso de beatificación del sacerdote. En la actualidad recomiendo vivamente la oración y encomiendo a varias personas a pedir su intercesión ante Dios; aunque creo que, finalmente, cada uno decide a quién recurrir para alcanzar un favor divino.

Dicen que no hay coincidencias en la vida. Fíjese que ahora recuerdo que en mis problemas de la vida que yo consideraba ‘grandes’, nunca me gustaba contarle mis problemas a alguien conocido, ni a mis familiares. Yo buscaba a alguien que no me conociera.

Casualmente, cuando vi un tríptico del padre Moisés Lira Serafin, leí por la parte trasera del mismo que estaba redactado un testimonio de un milagro en una joven atribuido a su intercesión… En mi desesperación y necesidad, pensé, y le dije: ‘Yo no lo conozco, padre; ¡pero, usted la va a ayudar! Hoy pienso que quizá suena mal, o incluso en tono exigente, pero vi que si él abogó por esa persona, ¡por qué no podría hacerlo también conmigo.

A partir de ese momento, yo le empecé a rezar durante 9 días consecutivos por medio de la oración de intercesión que ahí en el tríptico venía.

Tal vez él haya pensado: ‘A esta mujer le gusta recurrir a quien no conoce’”. Y este caso, fue así. Afortunadamente, con un desenlace hermoso y positivo, pues hoy la bebé es una señorita de 19 años que estudia diseño digital y sigue estando perfectamente saludable.

Y fue algo curioso, porque esa hoja, el tríptico, estuvo durante años en mi casa y nunca le presté tanta atención como esa tarde.

Hoy le pido al padre Moisés Lira Serafín que nos ayude a buscar y conseguir paz interior y personal primero, para que así podamos ver al prójimo como lo que es: nuestro hermano. Y de esta forma poder hacer de nuestro entorno un hogar, un lugar en el que todos se sientan seguros, amados y respetados.

Les diría a las madres cuyos hijos sufren una enfermedad rara o gran dificultad que pese al diagnóstico que reciban, siempre se abandonen en Dios, pues no hay un lugar más seguro para depositar nuestros miedos, preocupaciones y angustias.

A través de los siglos, Dios ha hecho infinitos milagros. La biblia nos narra muchísimos, pero muchas veces nuestra lejanía o poco conocimiento de ese Dios de amor y misericordia nos hace andar como ciegos sin saber adónde ir, pretendiendo confiar únicamente en nuestras propias fuerzas.

Les invitaría a abandonarse siempre en su voluntad. Y si sentimos que no obtenemos la respuesta que esperamos, en muchas ocasiones es porque Él tiene otros planes mejores que, aunque nos cueste creer o aceptar, ¡siempre serán para un bien mayor!.

Definitivamente sí que esta situación me acercó más a Dios. Mis padres me criaron en la religión católica, quizá por tradición. Uno va imitando acciones y costumbres: Pero, Dios me ha llevado a través de muchas situaciones difíciles; entre ellas, y muy significativa, este problema de salud de mi hija durante mi complicado embarazo.

Todo esto me ha llevado con tanto amor a querer conocerle, a amarle, a estar aquí y creer en Él por convicción. Desde entonces, he sentido esa relación con Dios más estrecha, y aunque en ocasiones retrocedo, porque en el momento de las pruebas no es fácil lanzarse en un salto de la fe, siempre recuerdo en especial ese milagro obrado en mi hija.

Hoy sé que Él tiene el control de todas las cosas. Dios es mi Padre y mi Madre, y siempre hará y me dará lo que mejor me convenga, porqué Él es todo amor”.

Rosa María Ramírez Mendoza, madre de Lissette Sarahi

Lissette Sarahi, cuando era pequeña, sanada por intercesión del beato Moisés Lira Serafín

Lissette Sarahi, protagonista de la curación inexplicable: “Me gusta ser consciente de lo sucedido, un milagro. Soy el ejemplo vivo de que Dios existe”

Lissette Sarahi estaba en gestación cuando ocurrió el milagro, pero en algún momento conoció sobre la intercesión del padre Moisés Lira en su vida. Consultada con respecto a lo que pensó cuando supo lo ocurrido, comenta que “realmente fue una conversación normal en mi familia en mi vida desde el principio”.

No obstante, señala: “Tal vez por mi edad tan corta no sabía realmente la magnitud de lo que significaba no estar en este mundo, pero conforme he ido creciendo me doy cuenta de que es algo excepcional”.

Hoy, “me gusta ser consciente de lo sucedido y que el que esté aquí no es solo ‘una coincidencia’. En mi familia desde un principio se sabía que era un milagro y ahora el mundo también lo sabrá gracias a Dios. Soy el ejemplo vivo de que Dios existe. Y decirlo en voz alta es algo fuerte para mi porque yo me siento indigna, porque soy una joven que ha tenido crisis de fe, que he dudado y he dado pasos en falso muchas veces”, subraya Lissette Sarahi.

Afortunadamente, en la actualidad Lissette Sarahi sigue siendo una joven perfectamente saludable. Como otros chicos de su edad, tiene metas, sueños y anhelos. Actualmente es estudiante de diseño digital y además, con ayuda de su familia, ha continuado estudios de animación, un área competida en la que muestra grandes habilidades.


Actualmente, Lissette tiene 20 años de edad. Foto: Alfredo Márquez / DLF

“Mi sueño realmente radica en dedicarme al arte en general. Quiero ser ilustradora digital. Amo dibujar y espero hacerlo todo lo que me sea posible. Como es evidente, me gusta darme a notar, expresarme a mí misma ya no solo en lo que plasmo en el papel, sino también a través de la personalidad”.

De acuerdo con su madre, el milagro los unió más a Dios, a quien diariamente le agradece en oración por la generosa intervención.


 El sacerdote mexicano Moisés Lira Serafín ha sido proclamado beato

¿Quién es el beato Moisés Lira Serafín?

El padre Moisés Lira Serafín, nacido en Puebla (México) en 1893, tiene una cohorte de devotos entre el pueblo mexicano e hispano: durante años, fue el principal consuelo de enfermos, presos y especialmente de perseguidos, pues en plena revolución anticristiana se dedicaba a llevar la Eucaristía y los sacramentos a los hogares de sus paisanos.

Vivió de lleno parte de la persecución desarrollada entre 1926 y 1929, salvo el tiempo que pasó en Roma. En México dedicaba mucho tiempo al confesionario, donde aconsejaba y orientaba a la vez con exigencia y ternura, dejando actuar a Dios y animando al compromiso apostólico.

En su templo de la Merced fundó un Centro Eucarístico de niños acólitos, una Asociación San Crispín (para zapateros y curtidores), una Congregación Mariana para señoritas y niñas y dos Centros de Catecismo, el Apostolado de la Cruz y la Familia del Espíritu Santo.

En 1934 fundó la congregación de Misioneras de la Caridad de María Inmaculada, que hoy tienen comunidades en Guatemala, Chile, EEUU, Perú, Nicaragua, Kenia y Roma (además de México).

La causa de beatificación del padre Moisés empezó en el año 2000, y en 2013 el Papa Francisco firmó el decreto que reconocía sus virtudes heroicas. Sin embargo, no fue hasta el 14 de diciembre de 2023 que fue reconocido formalmente el milagro que sucedió hace 19 años y que lo ha proclamado beato el 14 de septiembre de 2024.

Silvia Ramírez: «He sido liberada de posesión demoníaca tras 300 exorcismos y 300 oraciones de liberación en 5 años. Hice un pacto con el diablo»

 


 * «Unos años después, entro en una segunda crisis donde empieza una verdadera apostasía… Hice un planteamiento de llevar una doble vida. Me enamoré de un chico anti iglesia, con amigos con gustos un poco oscuros y decidí que el pecado no existía y  que yo me iba saltar todas las normas. Entré en una vida de pecado sin arrepentimiento, dejé de ir a Misa, abandoné a los amigos cristianos. Seguía enamorada de aquel chico, pero como había insistido mucho al Señor pidiéndole que se enamorara de mí que yo lo haría feliz. Como eso no sucedía llegué otra vez a la conclusión errónea que este Dios no sirve para nada. Le estoy pidiendo cosas buenas, la conversión de una persona y no me está haciendo ningún caso.  Y así fue que decidí cambiar de Dios. Y entonces hice un pacto con el diablo»

 

Camino Católico.-  Tras cinco años de lucha y recibir más de 200 exorcismos, Silvia Ramírez, madrileña de 48 años, finalmente es liberada de una posesión demoníaca en la que participaban varios demonios. Tras comprobar el poder del exorcismo, experimentar la misericordia de Dios que la rescató de un verdadero calvario, con su  feliz regreso a la Iglesia  y ya recuperada su vida normal, rompió su silencio en 2017 con el libro titulado “Arrojad a los demonios”. Para quienes deseen descargar y leer el libro digital gratis “Arrojad a los demonios” pinchar AQUÍ. En el video cuenta su testimonio con todos los detalles, comenzando por explicar cómo abrió puertas al diablo en dos crisis que padeció, una de las cuales la llevó a la apostasía.

Hace ya varios años que Silvia Ramírez vive una vida normal, integrada de nuevo en la Iglesia. En este tiempo no ha dejado nunca de contar su experiencia allí donde ha sido reclamada. En sus testimonios afirma que “lo que me ha curado, no sólo ha sido que hayan rezado por mí; ha sido todo un camino de conversión”. Un camino en el que han intervenido 15 sacerdotes, de los cuales tan sólo 3 eran exorcistas. “He recibido 300 exorcismos con el ritual de la Iglesia católica y, aparte, 300 oraciones de liberación”.

En el vídeo y en el  libro cuenta cómo vivió su particular calvario que empezó hace ahora 12 años:

La primera influencia demoníaca

“Yo, a pesar de ser una persona bendecida, con buena formación cristiana y que he estado desde mi adolescencia en la Iglesia, he caído dos veces en mi vida abriendo puertas al demonio. Y fueron en dos grandes crisis que tuve en mi vida.

La primera fue buscando mi vocación. Después de buscar y no encontrar empecé a sentir que Dios me había rechazado. Y entonces mi amor a Dios se convirtió en una especie de odio».

«Llegué a la conclusión que si con Dios no, pues contra Dios. Empiezo a investigar en sectas satánicas por internet con la intención de entrar en alguna.  Empiezo a escuchar música satánica y de esta manera abro puertas al demonio. Una luz roja interior me advierte de que no dé ese paso. Abandono la idea y dejo de escuchar música satánica. Pero en mi corazón he abierto una puerta”, admite, y, en consecuencia, “empiezo a tener síntomas de una experiencia demoníaca muy fuerte”.

No estamos todavía en la fase de la posesión sino en la previa, la de influencia demoníaca:

«Pronto me arrepentí de esta decisión que iba a tomar, gracias a Dios y busqué ayuda en un sacerdote y en un psicólogo durante cuatro años en los que yo tenía mucha desesperación, ideas de suicidio, la constante idea de que Dios no me quería porque me había rechazado y en los que la Iglesia era un peso.

Yo culpaba a los curas que no me habían sabido llevar, pero con la ayuda de este sacerdote permanecí en la Iglesia, con los sacramentos, llevaba una vida normal, estudiaba, trabajaba, aunque empezaron a suceder algunas cosas por las que me recomendaron ir a un exorcista que me diagnostica influencia demoníaca. En una oración de cuatro sacerdotes me liberan de esa influencia y todas esas angustias que tenía, toda la desesperación, desaparecen de la noche a la mañana y el psicólogo me da de alta porque estaba perfectamente bien.

Una segunda crisis con doble vida y una verdadera apostasía

Tiempo después entra en lo que ella denomina una “crisis tonta”, aunque quizás no lo sea tanto. “Me canso de intentar ser buena. Siento que el cristianismo es un peso muy grande, que es muy costoso luchar en un mundo tan difícil. Decido que el pecado no existe y que voy a ser una más del mundo. Entro en una segunda crisis donde empieza una verdadera apostasía, abandono de la Iglesia… Hice un planteamiento de llevar una doble vida.

Me enamoré de un chico anti iglesia, con amigos con gustos un poco oscuros y decidí que el pecado no existía y  que yo me iba saltar todas las normas.

Conseguí tener conciencia laxa. Me confesaba de lo que me daba la gana. Llegó un momento que seguía comulgando pero ya no me confesaba o la hacía como que todo estaba bien. Me empecé a rodear de personas alejadas de la Iglesia.

Entré en una vida de pecado sin arrepentimiento, dejé de ir a Misa, abandoné a los amigos cristianos. Seguía enamorada de aquel chico, pero como había insistido mucho al Señor pidiéndole que se enamorara de mí que yo lo haría feliz. Como eso no sucedía llegué otra vez a la conclusión errónea que este Dios no sirve para nada. Le estoy pidiendo cosas buenas, la conversión de una persona y no me está haciendo ningún caso. 

El pacto con el diablo

Y así fue que decidí cambiar de Dios. Y entonces hice un pacto con el diablo. Hablando de forma natural le dije que si me conseguía a este  chico del que estaba enamorada yo le iba a conseguir almas. Le di tres semanas de tiempo. Y a las tres semanas, como el chico seguía pasando de mi rompí el pacto. Fui a un sacerdote y me confesé, volví un poquito a Dios y me dije para mí que no llevaría doble vida, pero dejé de ir a la iglesia y los sacramentos y lo dejo todo. Conocí a gente de la cienciología, de la New Age”. 

“Empiezo a tener conciencia laxa y a probar todo tipo de experiencias espirituales”. Desde orantes cósmicos, o movimientos de la nueva era. “Yo lo probaba todo, pero enseguida lo dejaba, porque todos imponían nuevas obligaciones, que es justo de lo que huía”.

Durante una práctica laboral en un tanatorio que, al parecer, había sido utilizado para sesiones de espiritismo con ouija, ella y sus compañeros sienten una presencia que les estremece y que les ‘acompaña’ hasta el interior del coche.

“A los tres días empiezo a tener pesadillas tremendas con presencias que se me subían en la cama, encima de mí. Y, al mismo tiempo, empiezo a hablar sola, entro en trance, rompo rosarios… Todo sale a la luz cuando, al acompañar a una amiga de un grupo carismático, en la misa me desmayo y empiezo a manifestar presencias malignas; me retuerzo y doy alaridos”.

Estos episodios se repiten en tres ocasiones distintas. En uno de los casos, un sacerdote presencia los hechos y le invita a ver a un exorcista que le diagnostica “posesión demoníaca de varios demonios”. La caída personal en el lado oscuro es ya plena.

Cinco años de oraciones para quedar liberada

A partir de aquí se inicia un proceso de liberación de cinco años de duración en el que Silvia tiene claro que desprenderse de los demonios y volver a la Iglesia son dos caras de la misma moneda.

“Cuando soy consciente de los tormentos que padezco, mi vida estaba perdida. No aguantaba dentro de los templos, porque empezaba a bufar, sentía que algo me arañaba por dentro, y entraba en trance. No podía ni rezar un Padrenuestro. Y las imágenes religiosas me producían un gran rechazo. Pero poco a poco voy haciendo pequeños avances”, recuerda.

Es justamente en este momento cuando experimenta “una misericordia de Dios muy grande”. “Dios pone en mi camino a personas que no conocía de nada, que me ayudan a la oración, que me sostienen cuando entro en trance. Un matrimonio joven me acompaña. Y encuentro sacerdotes que me ayudan. Dios me va poniendo personas que me sostienen”.

Sin embargo, el proceso estuvo agravado por las dificultades, justamente a causa de la escasez de exorcistas. “Fue muy duro porque el exorcista que me estaba tratando cesó y hasta que tuvo un relevo pasaron muchos meses”. Incluso viajó a Brasil en busca de soluciones para su posesión maligna.

En medio de este proceso, sin embargo, “he podido sentir a la Iglesia como protectora, he percibido la fuerza de la comunidad a través del rezo del rosario, y he podido recuperar la belleza y la fuerza de los elementos sacramentales y de ciertas oraciones. La oración tiene su efecto y finalmente he sido liberada”.

A lo largo del camino ha descubierto realidades que antes desconocía o minusvaloraba, como la fuerza de la Inmaculada Concepción, o la ayuda de los ángeles. “Son cosas que he ido redescubriendo. Cualquier advocación a la Virgen es buena, pero especialmente la Inmaculada Concepción, que es la que pisó la serpiente”.

Fenómeno real que la Iglesia interpreta como la acción extraordinaria del demonio

“Yo he tenido la experiencia de que sí existe el demonio; he estado poseída y Dios me ha ayudado a liberarme. En medio de todo lo que me estaba pasando, experimenté una misericordia de Dios muy grande”.

A menudo los episodios de influencia demoníaca o de posesión son relacionados con enfermedades o problemas psicológicos. Suele ser el principal argumento que se esgrime para negar, o tapar, aquellos fenómenos que escapan a nuestra comprensión. Pero no es el caso de Silvia Ramírez. “En cuanto empecé a sentir cosas extrañas fui al médico. A lo largo de estos años he tenido tres diagnósticos psiquiátricos y sólo me han detectado déficit de atención”, un problema sin relación alguna con lo que le sucedió.

“Pueden creer lo que quieran, pero hay realidades que existen, aunque no las veamos a primera vista. Las infecciones y posesiones diabólicas siguen unos patrones observables, hay una fenomenología que permite identificarlas”, explica Silvia Ramírez. “Es un fenómeno real que la Iglesia interpreta como la acción extraordinaria del demonio”.

Y aunque suele ser una realidad opaca, algunos exorcistas han llevado al público sus conocimientos, como el veterano José Antonio Fortea en su ‘Summa Daemoniaca. Tratado de demonología y manual de exorcistas’. Una realidad que sólo en parte se parece a la que muestran las películas de terror, que, además, concentran episodios que se dilatan en el tiempo. “Las películas sobre demonios distorsionan el problema. Acumulan y concentran los rasgos de la posesión y los exageran para dar miedo. Pero cuando presencias una posesión lo que ves es una persona real que sufre de verdad”.


Silvia ha experimentado algunos de los rasgos con los que el cine ha caracterizado a los poseídos:
“Que se te pongan los ojos en blanco, escupir, blasfemar, chillar… Todas esas cosas son reales, pero las películas han creado un tabú en torno a esto. Han convertido al exorcista en un personaje extraño y raro”. Añadamos, además, que Silvia, en medio de una oración, llegó a tener una experiencia de levitación, en posición de arco voltaico. Esto significa que el cuerpo se arquea de forma anormal hacia atrás, sostenido únicamente sobre los talones.

Silvia Ramírez, en su testimonio revelador de un sufrimiento que muchas familias viven en el silencio del anonimato con la incomprensión de una sociedad incrédula, exalta y agradece la labor  desconocida de los exorcistas. Reclama a los obispos mejorar el ministerio y preparar a más sacerdotes para que ejerzan esta obra de misericordia que hace más de 2000 años, Jesucristo, ordenó  realizar a sus apóstoles.

“La Iglesia tiene mucho miedo a los exorcismos. Y actúa con dejadez. No forma exorcistas suficientes, aunque tengo que reconocer que, de dos años para acá, hay más sensibilidad”. Quizás porque “los sacerdotes cada vez detectan más casos que necesitan oraciones de sanación”, explica Silvia. Un ministerio incomprendido, pero necesario ante la  avalancha de casos reales que están ocurriendo en el mundo entero. Aunque la Iglesia guarde sigilo, y el mundo incrédulo no  quiera verlo.

Krishna: «Nací en una granja Hare Krishna, probé drogas, alcohol, chicas, popularidad, estaba muy triste y pedí ayuda a Dios diciendo: ‘te necesito’ ; mi vida cambió y voy a Misa todos los días»

 

Krishna

* «Poco a poco empecé a ir a Misa los domingos, a leer el Evangelio mientras iba o volvía de clase, etc. Me lo ponía en la radio y escuchaba. Me llamaban mucho la atención las lecturas y me llenaban. Un día decidí confesarme y fue fenomenal. Seguí yendo a Misa los domingos y encontré un libro en la casa a la que nos habíamos mudado en Bilbao que se llamaba 'La imitación de Cristo', de Tomas Kempis, que era muy potente. Contaba cosas sobre el cristianismo que tenían mucho sentido, y por la noche fácilmente me podía pasar 2 horas de rodillas rezando. Era impresionante, me llenaba muchísimo»

Camino Católico.-  Después de haber nacido en una granja Hare Krishna y de una adolescencia marcada por los fracasos escolares, conflictos familiares y el consumo de drogas y alcohol, Krishna descubrió el amor y la presencia de Dios en su vida. Así lo ha contado en el canal de YouTube de Jóvenes Católicos. Esta es su historia contada en primera persona:

Vídeo de Jóvenes Católicos en el que explica su testimonio de conversión 

Mi nombre es Krishna, nací en una granja Hare Krishna y he pasado de fumar porros a ir a misa todos los días.

Quiero contar un poco mi testimonio. Nací en un pueblo de Guadalajara y en una comunidad hare krishna porque a mis padres les encantaba esa espiritualidad. A los 2 años me mudé a Boadilla del Monte (Madrid), ya que tuve una pulmonía y nos trasladamos allí, porque hacía mejor tiempo.

He pasado casi toda mi vida en Madrid. Mi infancia fue bonita hasta los 5 años. A mis padres les iba genial, tenían muchos negocios en la India, traían plata, piedras semipreciosas, productos, recibían encargos de toda España... Les iba bastante bien.

Cuando yo tenía 5 años mi padre falleció y dejó algunas deudas. Mi madre se vio sola con tres hijos y tuvo que sacar a la familia adelante. Mi madre ha sido una guerrera, nos ha querido siempre con locura y la verdad es que le debo todo. Ciertas cosas de tu infancia te hacen ser un poco diferente: yo siempre he tenido tendencia a liarla, a llamar la atención, a hacer lo que está prohibido, a saltarse las normas, etc. Esto me llevó a tener unas ciertas amistades que no eran lo mejor; siempre me he dejado influir mucho.

Krishna nació en una granja Hare Krishna

Porros y litros de cerveza

En 6º de primaria, con los amigos de mi urbanización probamos los porros (cigarro total o parcialmente relleno de cannabis) y el tabaco también. Mi madre me pilló con un poco de marihuana. Con 12 años ya se veía a dónde tiraba la cabra, ¿no? Mi madre lo vio venir y dijo: “a este niño hay que meterle en algún sitio” y me metió en un “colegio de curas”, como decía ella. Fui a un colegio que se llama Andel (Alcorcón), donde estudié toda la etapa secundaria.

En ese momento no me gustaba nada. Me decía: “jo estos pijos con corbata no sé qué, ¿de qué va esta gente?”; pero la verdad es que me ha ayudado mucho y ahora miro hacia atrás y ha sido una pasada: los profesores que tuve me enseñaron a trabajar, a estudiar, están muy encima de ti, estás super arropado. Tienes formación católica, puedes ir a Misa si quieres, hablar con un sacerdote… te quitan todas esas vergüenzas, que yo creo que me han salvado la vida, de acudir a un sacerdote, de no tener esa vergüenza y saber que puedes acudir a él.

En la ESO ya fumaba tabaco y porros con los amigos, me dejaba influir y la verdad es que ni me lo planteé cuando me los ofrecieron por primera vez. Me acuerdo que fue en un descampado, donde teníamos una guarida construida con muebles robados, a la que íbamos siempre.

Krishna gastaba 5 euros en cerveza todos los días y  el plan entre semana era ese y fumar porros. Los fines de semana compraba el doble de todo y bebía cubatas con los amigos de fiesta, en descampados y llegando a casa a las 12 de la noche

No me paraba a pensar si eso me gustaba o no, simplemente lo probaba, me reía con ellos pero poco a poco, con 14 años, mi plan de fin de semana empezó a consistir en beber litros de cerveza. Para cuando me di cuenta ya me estaba gastando 5 euros en cerveza todos los días y el plan entre semana era ese y fumar porros. Los fines de semana comprábamos el doble de todo y bebíamos cubatas con los amigos de fiesta, en descampados y llegando a casa a las 12 de la noche.

Cuando llegaba, tenía problemas todos los días, era una situación un poco conflictiva. Mi madre siempre ha sido antidroga, antiporros, antialcohol... Todas las semanas tenía alguna bronca con ella y la verdad que la pobre tuvo primero lo de mi padre, que es una historia que da también para una tertulia. Ella siempre ha estado al pie del cañón. Me enteré más tarde que en aquella época dejó el hare krishna y empezó a ir a Misa y a rezar el rosario con mi abuela todos los días para pedir por mí. Tenían un grupo de oración en el que pedían para que yo me alejara de todos estos temas.

En 4º de la ESO me cambiaron al colegio público, donde enganché bien con todos mis amigos. Ahí noté que era otra cosa: no estás tan cobijado por los profesores, a la gente le das más igual, los compañeros son un poco más malos. Yo entraba a clase muy fumado y se reían de mí y la verdad que creo que fue el peor año de mi vida.

Se me empezó "a ir un poco la pinza" con los porros, el alcohol y empecé a pensar que la gente se reía de mí. Dejé de fumar porque me sentaba fatal y empecé a probar otras cosas. A los 16 nos colábamos en discotecas, metíamos alcohol porque no teníamos dinero, usaba un DNI falso, etc.

Repetí un año de curso por malas notas, me cambiaron una vez más de colegio y las broncas con mi madre continuaban. Nos tuvimos que mudar de Boadilla del Monte a Valdebebas, otro barrio de Madrid.

La última bala... un Padre Nuestro

Recuerdo que antes de mudarnos, en la casa que dejábamos, hubo una noche que estuve fatal y estuve tan mal que utilicé la única, la última bala que me quedaba en la recámara, porque lo había probado todo, había probado todo lo que te propone el mundo para ser feliz: drogas, chicas, popularidad… lo que te ofrece el mundo y la verdad que no me llenaba. Estaba muy triste. Entonces esa noche me comí mi orgullo y me acuerdo que recé un Padre Nuestro diciendo: “te necesito”.

Me comí el orgullo y la soberbia de que yo podía con todo y cambié el chip para reconocer que estaba mal y que necesitaba ayuda, así que se la pedí a Dios. Al día siguiente no cambió nada pero sí que fue un punto de inflexión en el que fueron pasando cosas pequeñas o grandes y que me ayudaron a cambiar de vida.

Una videollamada desde Bilbao

Acabé el bachiller en Madrid y seguí saliendo de fiesta con los amigos. Durante el último año del bachillerato ya no consumía drogas. Me mudé a Bilbao y empecé a estudiar y a trabajar en una cocina de un restaurante. Lo bueno de la cocina es que trabajas todos los fines de semana y no puedes salir de fiesta porque trabajas hasta tarde. Poco a poco empecé a ir a Misa los domingos, a leer el Evangelio mientras iba o volvía de clase, etc. Me lo ponía en la radio y escuchaba. Me llamaban mucho la atención las lecturas y me llenaban.

Un día decidí confesarme y fue fenomenal. Seguí yendo a Misa los domingos y encontré un libro en la casa a la que nos habíamos mudado en Bilbao que se llamaba 'La imitación de Cristo', de Tomas Kempis, que era muy potente. Contaba cosas sobre el cristianismo que tenían mucho sentido, y por la noche fácilmente me podía pasar 2 horas de rodillas rezando. Era impresionante, me llenaba muchísimo, pero sí que sentía que me faltaba algo más, siempre necesitaba algo más: iba a Misa, me confesaba, hablaba con un cura, pero me faltaba algo.

Después llegó la pandemia y rezaba, pero luego me bebía unas cervezas y estaba hasta las 4 de la mañana jugando a videojuegos. Cuando terminó la pandemia un día hicimos una videollamada de antiguos socios del club del Opus Dei al que iba de pequeño, cuando estaba en quinto y sexto de primaria. Hablamos de todo y de nada.

Cuando se acabó dije: “¿no habrá algo parecido a esto en Bilbao?”. Recordé que yo me lo pasaba muy bien con esta gente… y que además rezaba. Entonces escribí a mi monitor y me puso en contacto con una persona del Opus Dei en Bilbao. Empecé a hablar con este chico y la primera vez que hablé con él me puse a llorar porque le conté mi vida: que estaba fatal aunque iba a Misa, pero que todavía tenía heridas que sanar. 

Krishna con la persona que le animó a rezar más y a ser santo

Me animó a rezar más, a rezar el Rosario, etc., pero hubo una cosa que me cambió la vida que fue por la que hoy estoy aquí. Me dijo: “Tú, Krishna, puedes ser santo”. Yo pensé: “este hombre no me conoce todavía”. Y me insistió: “no, no, es que tú puedes ser santo y estás llamado a ser santo. Todos estamos llamados a ser santos y tú no lo vas a hacer, lo hace Dios en ti”, y eso me descolocó.

Feliz con mayúsculas

A partir de ahí empezamos a hablar y yo hacía lo que me decían: empezaba la semana muy bien, luego bajaba, subidas, bajones, lo típico, pero al final conectas los puntos: caí de repente en un club del Opus Dei, me hablaron de la santidad en medio del mundo, y en un momento dado me propusieron pedir la admisión al Opus Dei y entregarme a Dios.

La verdad es que me costó un poco la idea del celibato; dices “a mí me encantan las tías, igual esto no es para mí”, pero claro a todos nos gustan, pero es que Dios necesita gente, nos llama como a los apóstoles y no te lo esperas.

Me costó un poco, varias personas rezaron varias novenas por mí y al final me lancé a la piscina y me fié. La verdad es que sigo muy contento cuatro años después. Sigo luchando no en las mismas cosas evidentemente, pero siempre tiene que haber lucha. Cuando pedí la admisión dije “ya he llegado, ya está todo hecho, qué bien”. Pero no, acababa de empezar todo y hoy sí que puedo decir que soy feliz con mayúsculas.

Krishna goza de la felicidad de saber que Dios está pendiente de él 

Darte cuenta que Dios te quiere, que está pendiente de ti, que tiene un propósito y una misión para ti concreta... es impresionante. La libertad que te deja para hacer lo que te dé la gana. Cada día no puedo hacer otra cosa que dar gracias a mi familia que ha rezado tanto por mí; mi madre, que puede ser Santa Mónica, la madre de san Agustín, fácilmente; al igual que mi abuela.

Krishna