* «Empecé a gritar yo también como el leproso: “¡Señor, si quieres puedes curarme!”. Me arrodillé, costándome horrores a causa de la enfermedad, y volví a gritarlo. Evidentemente no pasó nada. Al día siguiente, más calmado, me pregunté cuánta fe tenía ese leproso y cómo era la mía. Vi que mi fe era de “máquina de coca-cola”. Yo quería meter la moneda y que saliera el refresco. Algo hizo clic dentro de mí. A partir de entonces, cada mañana doy gracias por poder despertarme, que ya es un milagro, y le digo: ‘Señor, ¿qué quieres que hagamos hoy juntos por tu misión de amor?’»
Camino Católico.– Gabi Ramos es una persona risueña, feliz. Lo que él vive lo transmite y contagia a todos con su presencia y testimonio. Sin embargo, su vida no está al margen del sufrimiento. Esposo y padre de tres hijos, reconoce que «mis tres pasiones son mi familia, viajar y el baloncesto«. La vida se lo regalaba, hasta que el 2 de junio de 2015 todo cambió. «Me diagnosticaron una leucemia mieloide, y de esa vida de ensueño pasé a estar encerrado en una habitación de aislamiento durante semanas. Se abrió ante mí una vida de dolor, sufrimiento e incertidumbre. En esa situación, quedan pocos pilares. Uno de ellos, la fe», cuenta en su testimonio en el programa Ecclesia de 13 TV.