* «No podía explicar por qué tanta gente hacía fila para confesar, pensaba que todos estaban locos. Pasamos y más allá había misa pero no me importó y me senté escuchando música en la radio porque no me interesaba la traducción. No sé por qué, pero de repente me levanté y fui a los confesionarios, solo había un cura con la bandera española y me senté allí. No me he confesado en más de 20 años.Lo primero que dije fue: “No sé por qué estoy aquí. No sé por dónde empezar… » Comencé a llorar, pensando en todo mi pasado, toda mi vida sin Dios, todo el sufrimiento que Dios soportó por mis pecados, los dolores de Jesús en la cruz, las personas a las que lastimé y que sufrieron por mi culpa. Sentí tanto dolor y el cura, colocando sus manos sobre mi cabeza, dijo una sola frase: «Tus pecados te son perdonados» y cuando terminó la frase todo el dolor que sentía desapareció! No se puede explicar con palabras, pero todo mi cuerpo y mi alma sintieron la paz, la paz y el amor.No vi a Dios, pero recibí un abrazo. El abrazo de Dios, un sentimiento de plenitud y felicidad absoluta»
* «En el momento de la comunión, el abrazo que sentí durante la confesión, ¡Dios mío, se había triplicado! No lo podía creer, tanta felicidad … ¡quizás todos la teníamos! Seguramente lo sentiremos en el cielo, pero desearía que todos pudiéramos probar esta experiencia que trae este regalo porque es maravillosa… ¡maravillosa! Estaba demasiado feliz, saliendo de la iglesia me encontré con mi padre en la calle… Me fui exclamando a Dios: “¡Tú existes! Te di la espalda durante 20 años pero ahora te quiero todos los días, no quiero dejarte, he encontrado el mayor tesoro… ”. Dios reconstruyó nuestro matrimonio desde cero. Ahora tenemos 4 hijos, rezamos el Rosario todos los días con nuestros hijos en la familia y cada vez que Nuestra Señora nos llama a Medjugorje siempre respondemos SÍ»