Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

domingo, 13 de abril de 2025

Papa Francisco en homilía leída por el cardenal Sandri, 13-4-2025: «La pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, levantamos al que está caído, abrazamos al que está desconsolado»


El Papa Francisco saludando al cardenal Sandri, al final de la Misa del Domingo de Ramos que ha presidido por delegación del Pontífice 


* «Si recordamos lo que hizo Simón por Jesús, recordemos también lo que hizo Jesús por Simón —como lo hizo por mí, por ti, por cada uno de nosotros—: redimió al mundo. La cruz de madera, que el Cireneo sostiene, es la de Cristo, que carga con el pecado de todos los hombres. La lleva por amor a nosotros, en obediencia al Padre, sufriendo con nosotros y por nosotros. Este es precisamente el modo, inesperado y desconcertante, en el que el Cireneo se ve involucrado en la historia de la salvación, donde ninguno es extranjero, ninguno es ajeno»   

 

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa Francisco, leída por el cardenal Sandri

* «Jesús sale al encuentro de todos, en cualquier situación. Cuando vemos la multitud de hombres y mujeres que manifiestan odio y violencia en el camino del Calvario, recordemos que Dios transforma este camino en lugar de redención, porque lo recorrió dando su vida por nosotros. ¡Cuántos cireneos llevan la cruz de Cristo! ¿Los reconocemos? ¿Vemos al Señor en sus rostros, desgarrados por la guerra y la miseria? Frente a la atroz injusticia del mal, llevar la cruz nunca es en vano, más aún, es la manera más concreta de compartir su amor salvífico… Preparémonos a la Pascua del Señor convirtiéndonos en cireneos los unos para los otros» 

13 de abril 2025.- (Camino Católico) La Semana Santa comenzó en el Vaticano con una invitación clara del Papa Francisco: convertirse en cireneos de los demás, cargando no solo con nuestras propias cruces, sino también con las de quienes sufren cerca o incluso cargando con la de aquella persona desconocida que “una casualidad” hizo que encontráramos. Su homilía durante la Santa Misa en la Plaza de San Pedro fue leída por el cardenal Leonardo Sandri, prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, quien presidió la Eucaristía.

«¡Feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa!». Estas han sido las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado hoy, 13 de abril, desde la parvis de la Plaza de San Pedro al final de la Misa del Domingo de Ramos, cuando ha salido por la puerta de la Basílica Vaticana. El Papa habló desde la parvis y luego permaneció en la plaza durante unos diez minutos, saludando a los 40.000 fieles presentes. Una sorpresa más del Pontífice convaleciente, acogido por la multitud que lo aclamaba. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre leída por el cardenal Sandri, traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS 

Y DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 

LEÍDA POR EL CARDENAL LEONARDO SANDRI

Plaza de San Pedro

Domingo, 13 de abril de 2025

«¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor!» (Lc 19,38). De este modo la multitud aclama a Jesús al entrar en Jerusalén. El Mesías atraviesa la puerta de la ciudad santa, abierta de par en par para recibir a Aquel que, pocos días después, saldrá de allí proscrito y condenado, cargado con la cruz.

Hoy también nosotros hemos seguido a Jesús, primero acompañándolo festivamente y después en una vía dolorosa, inaugurando la Semana Santa que nos prepara a celebrar la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Mientras contemplamos, entre la multitud, los rostros de los soldados y las lágrimas de las mujeres, llama nuestra atención un desconocido, cuyo nombre entra en el Evangelio de improviso: Simón de Cirene. Este hombre fue detenido por los soldados, que «lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús» (Lc 23,26). Él regresaba en ese momento del campo, pasaba por ahí, y se vio envuelto en una situación inquietante, como el pesado madero cargado sobre sus espaldas.

De camino hacia el Calvario, reflexionemos un momento sobre el gesto de Simón, busquemos su corazón, sigamos sus pasos junto a Jesús.

En primer lugar, su gesto, que tiene un doble significado. Por un lado, en efecto, el Cireneo es forzado a llevar la cruz; no ayuda a Jesús por convicción sino por obligación. Por otro lado, se encuentra en primera persona participando en la pasión del Señor. La cruz de Jesús se convierte en la cruz de Simón. Pero no de aquel Simón llamado Pedro que había prometido seguir siempre al Maestro. Ese Simón había desaparecido en la noche de la traición, después de haber afirmado: «Señor […], estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte» (Lc 22,33). Detrás de Jesús no camina ya el discípulo, sino este cireneo. Sin embargo, el Maestro había enseñado claramente: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga» (Lc 9,23). Simón de Galilea dice, pero no hace. Simón de Cirene hace, pero no dice; entre él y Jesús no hay ningún diálogo, no se pronuncia ninguna palabra. Entre él y Jesús sólo está el madero de la cruz.

Para saber si el Cireneo socorrió o detestó al exhausto Jesús, con el que debía compartir la pena; para entender si llevó o soportó la cruz, debemos mirar su corazón. Mientras el corazón de Dios está a punto de abrirse, traspasado por un dolor que revela su misericordia, el corazón del hombre permanece cerrado. No sabemos qué hay en el corazón del Cireneo. Pongámonos en su lugar: ¿sentiríamos rabia o piedad, tristeza o fastidio? Si recordamos lo que hizo Simón por Jesús, recordemos también lo que hizo Jesús por Simón —como lo hizo por mí, por ti, por cada uno de nosotros—: redimió al mundo. La cruz de madera, que el Cireneo sostiene, es la de Cristo, que carga con el pecado de todos los hombres. La lleva por amor a nosotros, en obediencia al Padre (cf. Lc 22,42), sufriendo con nosotros y por nosotros. Este es precisamente el modo, inesperado y desconcertante, en el que el Cireneo se ve involucrado en la historia de la salvación, donde ninguno es extranjero, ninguno es ajeno.

Sigamos ahora los pasos de Simón, porque nos enseña que Jesús sale al encuentro de todos, en cualquier situación. Cuando vemos la multitud de hombres y mujeres que manifiestan odio y violencia en el camino del Calvario, recordemos que Dios transforma este camino en lugar de redención, porque lo recorrió dando su vida por nosotros. ¡Cuántos cireneos llevan la cruz de Cristo! ¿Los reconocemos? ¿Vemos al Señor en sus rostros, desgarrados por la guerra y la miseria? Frente a la atroz injusticia del mal, llevar la cruz nunca es en vano, más aún, es la manera más concreta de compartir su amor salvífico.

La pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, cuando levantamos al que está caído, cuando abrazamos al que está desconsolado. Hermanos, hermanas, para experimentar este gran milagro de la misericordia, decidamos durante la Semana Santa cómo llevar la cruz; no al cuello, sino en el corazón. No sólo la nuestra, sino también la de aquellos que sufren a nuestro alrededor; quizá la de aquella persona desconocida que una casualidad —pero, ¿es justo una casualidad?— hizo que encontráramos. Preparémonos a la Pascua del Señor convirtiéndonos en cireneos los unos para los otros.

Francisco



Fotos: Vatican Media, 13-4-2025

Papa Francisco en el Ángelus, 13-4-2025: «Ante los dolores físicos o morales, no ceder a la desesperación, sino afrontarlos sintiéndonos arropados, como Jesús, por el abrazo providencial y misericordioso del Padre»


El Santo Padre Francisco ha salido hoy a la plaza de San Pedro  a saludar a los fieles, al final de la Misa del Domingo de Ramos, y les ha deseado una feliz Semana Santa / Foto: Vatican Media, 13-4-2025



* «Os agradezco mucho por vuestras oraciones. En este momento de debilidad física me ayudan a sentir aún más la cercanía, la compasión y la ternura de Dios. Yo también rezo por vosotros y os pido que encomendéis conmigo al Señor a todos los que sufren, especialmente a los afectados por la guerra, por la pobreza o por los desastres naturales. En particular, que Dios acoja en su paz a las víctimas del derrumbe de un local en Santo Domingo, y sostenga a sus familiares»     


El Papa Francisco saludando a los cardenales al final de la Misa de hoy, domingo de Ramos / Foto: Vatican Media


13 de abril de 2025.- (Camino Católico)  El Evangelio del Domingo de Ramos narra a Jesús caminando hacia la cruz, «con sentimientos y corazón de niño», frágil como hombre, fuerte en el abandono al Padre: son los sentimientos que los creyentes deben hacer suyos. En el Ángelus del domingo que abre la Semana Santa, Francisco, en el texto preparado y difundido como en las últimas semanas, invita a los fieles a que, ante los «dolores físicos y morales», sea la fe la que ayude a «no ceder a la desesperación, a no encerrarse en la amargura, sino a afrontarlos sintiéndose envueltos, como Jesús, por el abrazo providencial y misericordioso del Padre».

Además, el Santo Padre agradece a los fieles sus oraciones por su salud y pide oraciones por las víctimas de las guerras, de la pobreza y de las catástrofes naturales, con el pensamiento puesto también en los que perdieron la vida en el accidente de Santo Domingo. Hace un llamamiento para que Sudán «ponga fin a la violencia» y «emprenda vías de diálogo y no falten ayudas esenciales a la población». El texto completo escrito por el Papa Francisco es el siguiente:

El Papa Francisco saludando a los 40.000 fieles que han asistido a la Misa del Domingo de Ramos, en la plaza de San Pedro/ Foto: Vatican Media

PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Texto preparado por el Santo Padre

Domingo de Ramos, 13 de abril de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, Domingo de Ramos, en el Evangelio hemos escuchado el relato de la Pasión del Señor según san Lucas (cf. Lc 22,14-23,56). Hemos escuchado a Jesús dirigirse varias veces al Padre: «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (22,42); «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (23,34); «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (23,46). Indefenso y humillado, lo hemos visto caminar hacia la cruz con los sentimientos y el corazón de un niño agarrado al cuello de su padre, frágil en la carne, pero fuerte en el abandono confiado, hasta a dormirse, en la muerte, entre sus brazos.

Son sentimientos que la liturgia nos llama a contemplar y a hacer nuestros. Todos tenemos dolores, físicos o morales, y la fe nos ayuda a no ceder a la desesperación, a no cerrarnos en la amargura, sino a afrontarlos sintiéndonos arropados, como Jesús, por el abrazo providencial y misericordioso del Padre.

Hermanas y hermanos, os agradezco mucho por vuestras oraciones. En este momento de debilidad física me ayudan a sentir aún más la cercanía, la compasión y la ternura de Dios. Yo también rezo por vosotros y os pido que encomendéis conmigo al Señor a todos los que sufren, especialmente a los afectados por la guerra, por la pobreza o por los desastres naturales. En particular, que Dios acoja en su paz a las víctimas del derrumbe de un local en Santo Domingo, y sostenga a sus familiares.

El 15 de abril será el segundo triste aniversario del inicio del conflicto en Sudán, con miles de muertos y millones de familias forzadas a abandonar sus casas. El sufrimiento de los niños, de las mujeres y de las personas vulnerables grita al cielo y nos implora que actuemos. Renuevo mi llamamiento a las partes implicadas para que pongan fin a la violencia y emprendan caminos de diálogo y a la Comunidad internacional, para que a la población no le falten las ayudas esenciales.

Y recordemos también al Líbano, donde hace cincuenta años comenzó una trágica guerra civil: que con la ayuda de Dios pueda vivir en paz y prosperidad.

Que llegue por fin la paz a la martirizada Ucrania, a Palestina, Israel, la República Democrática del Congo, Myanmar, Sudán del Sur. Que María, Madre, Virgen de los Dolores, nos conceda esta gracia y nos ayude a vivir con fe la Semana Santa.

Francisco

Papa Francisco sale a saludar a los fieles al final de la Misa de Ramos: «Feliz Domingo de Ramos y Semana Santa»

13 de abril de 2025.- (Camino Católico).- «¡Feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa!». Estas han sido las palabras que el Papa Francisco ha pronunciado hoy, 13 de abril, desde la parvis de la Plaza de San Pedro al final de la Misa del Domingo de Ramos. El Papa habló desde la parvis y luego permaneció en la plaza durante unos diez minutos, saludando a los fieles. Una sorpresa más del Pontífice convaleciente, acogido por la multitud que lo aclamaba y un rayo de sol, después de su presencia el domingo pasado en el Jubileo de los enfermos y del mundo de la salud y sus salidas no programadas del 10 de abril para ir a la Basílica Vaticana y la visita de ayer a Santa María la Mayor para rezar ante el icono de la Salus Populi Romani. 

Poco antes, entre los 40.000 fieles presentes en la plaza resonaba la invitación a llevar la cruz «no al cuello, sino en el corazón», y «no solo la nuestra», sino también «la de quien sufre a nuestro lado», tal vez un desconocido encontrado por casualidad: la «pasión» de Jesús se convierte en «compasión» cuando «tendemos la mano a quien ya no puede soportarla», «levantamos a quien ha caído», «abrazamos a quien está desanimado». Es la llamada a prepararse para la Pascua «haciéndose cireneos los unos para los otros» que el Papa Francisco, con ocasión del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, confió a la voz del cardenal Leonardo Sandri. El vicedecano del Colegio Cardenalicio presidió de hecho en la parvis de la basílica vaticana, como delegado del Pontífice aún convaleciente tras haber sido hospitalizado, la misa que abre los ritos de la Semana Santa, corazón del año litúrgico que culmina con la Pascua.

Más de 40.000 personas, a pesar del tiempo sombrío, estuvieron presentes en la plaza de San Pedro adornada con flores multicolores y plantas de viveros italianos y holandeses. Cerca de las estatuas de los santos Pedro y Pablo, a los pies de la parvis y del obelisco, se han colocado grandes olivos. Ciento cincuenta palmas y 200.000 ramitas de olivo se distribuyeron junto con la «palme fenix» y las tradicionales palmas tejidas. La procesión parte del brazo de Constantino hasta el obelisco, donde tiene lugar la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén con la bendición de las palmas y ramas de olivo que sostienen los fieles y la proclamación del Evangelio.



Ayer sábado fue a rezar a la Basílica de Santa María la Mayor

El PapaFrancisco fue a rezar ayer sábado, 12 de abril, a la Basílica de Santa María la Mayor antes de la Semana Santa y el El Vaticano también confirmó que Francisco no presidirá las celebraciones de Semanaanta.

«A primera hora de la tarde de hoy, el Papa Francisco se dirigió a la Basílica de Santa María la Mayor y, en vísperas del Domingo de Ramos y de la Semana Santa, se detuvo a rezar ante el icono de la Virgen, Salus Populi Romani». Así lo ha anunciado la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Esta es su visita número 126  a esta advocación mariana en Roma.

El vínculo entre el Papa Francisco y la Salus Populi Romani siempre ha sido filial. Al final de su hospitalización en el Hospital Gemelli, hace tres semanas, el Pontífice se había detenido en la plaza frente a la Basílica de Santa María la Mayor antes de regresar a la Casa Santa Marta, para entregar flores que se colocarían delante del icono de la Virgen, entregándoselas al cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de la Basílica. Un ramo de flores amarillas que la señora Carmela Mancuso había enviado al Papa después de que Francisco le diera las gracias públicamente y la reconociera entre la multitud al salir de Gemelli. 

El homenaje al icono de María Salus Populi Romani es una costumbre del Papa Francisco desde el 14 de marzo de 2013, al día siguiente de su elección, y se ha mantenido antes y después de cada viaje apostólico. Y, después de todo, acercarse a Ella el 23 de marzo fue como marcar el final de un viaje al hospital y el comienzo de un nuevo viaje con la convalecencia en Santa Marta.

La última visita a la basílica liberiana de las más de cien que se produjeron fue el 14 de diciembre de 2024, cuando el Papa fue a rezar por el 47º Viaje Apostólico a Ajaccio, Córcega, para la conclusión del Congreso 'La Religiosité Populaire en Mediterranée'.



Fotos: Vatican Media

Santa Misa de hoy, Domingo de Ramos, desde la plaza de San Pedro del Vaticano 13-4-2025

Foto: Vatican Media, 13-2-2025

13 de abril de 2025.- (Camino Católico) La Misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro ha sido presidida por el cardenal Leonardo Sandri, quien también ha leído la homilía del Papa Francisco, ausente por motivos de salud. En su homilía, el Pontífice ha invitado a los fieles a vivir una Semana Santa llevando no solo su propia cruz, sino también la de quienes sufren alrededor: “La pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

Al final de la Eucaristía el Santo Padre ha aparecido en la plaza de San Pedro nuevamente por sorpresa, para saludar a los fieles a quienes les ha deseado “feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa”. 

Jorge era ateo y se va a bautizar: «Me diagnosticaron cáncer, empecé a rezar y he experimentado que Dios existe, que está con nosotros en todos los momentos, y cuando ya no te queda nada más, sigue estando ahí»


Jorge, de 40 años, y su esposa Laura, de 36 años, se casaron hace una década, pero él no estaba bautizado y va a recibir ese sacramento junto a la Confirmación y la Eucaristía en la Vigilia Pascual

* «La mía ha sido una historia de mucho amor, tanto por las personas como por el Señor… Yo invitaría a la gente a que prueben y se abran a tener la experiencia, que pidan. ¿Quieres relacionarte con Dios? ¡Inténtalo! ¡Prueba! Se trata de dar una oportunidad a enamorarme y dejarme querer por el Señor» 

Camino Católico.- Jorge, de 40 años, mira transparente. También Laura, de 36 años, su esposa. Quedamos con ellos en la parroquia de Las Tablas —cuyo nombre oficial es Santa María Soledad Torres Acosta y San Pedro Poveda—, donde se casaron hace diez años. El suyo fue un matrimonio con disparidad de culto porque Jorge no estaba bautizado. Laura supo respetarle. «Hay quien se bautiza porque se va a casar, pero yo no quería eso para Jorge», asegura a B. Aragoneses en Infomadrid. Y así, él ha tenido tiempo para ir haciendo su propia historia de amor con Dios que culminará en la Vigilia Pascual en la catedral de la Almudena, el Sábado Santo 19 de abril, cuando reciba los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.

Una historia que también ha sido de libertad. Así se lo recordó hace poco su tío Javier, cura en Galicia. «No lo había pensado nunca, pero es verdad; es muy difícil pasar de ser ateo a ser cristiano, porque vas a ir contracorriente, la gente te va a decir que los curas son unos pederastas, o unos fachas, que todo lo malo del mundo está ahí concentrado y que por eso se han ido saliendo…». Y justo él, entra. «Se necesita tener mucho valor y mucha libertad», es cierto. Lo que pasa es que «yo tuve una experiencia tan así que no tuve otra alternativa», explica con sencillez, dibujando esa cualidad de la llamada que se presenta como un camino a seguir por el que el corazón se ve arrastrado.

Una invitación a rezar rechazada

La experiencia a la que se refiere Jorge empezó en el verano de 2021, en un viaje a Cuenca que hicieron él y Laura con Javier, a quien le une una amistad profunda desde hace años. Justo antes de regresar, el sacerdote le dijo si le gustaría rezar con él. «Me extrañó y le contesté que no; me parecía como hacer un poco de teatro y lo veía una falta de respeto». No entendía Jorge cómo se le había ocurrido a su tío semejante cosa. «Creo que puede ser algo bueno», le respondió él.

Al margen de lo que conocía del cristianismo por su cultura, a Jorge nunca se le había despertado ningún interés religioso. Hijo único de padres alejados de la Iglesia (su padre, más bien, anticlerical), ni estaba en búsqueda de Dios porque no era nadie para él, ni era en un tema que le preocupase. «Me daba igual». Pero esa invitación a rezar que le hizo su tío tocó algo en interior.

A finales de 2022, se empezó a encontrar mal. Hasta el verano de 2023 no hubo diagnóstico: cáncer en estadio 4 con metástasis en los huesos. «Ya es casualidad que después de 18 años que conocía a Javier se le ocurriera rezar antes de que empezara una cosa como esta». Su interés por Dios, entonces, aumentó. Más cuando en esos meses de «calvario» en los que no había diagnóstico, relata, «te vas quedando un poco solo».

Jorge y su esposa Laura

Visita a las clarisas de Cantalapiedra

No se convirtió Jorge por miedo a morir, «porque los católicos se mueren igual», sino por una experiencia profunda de encuentro con Dios. El Papa Benedicto XVI ya lo dijo: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». En este camino se cruzaron las clarisas de Cantalapiedra (Salamanca), a las que Jorge visitó con Javier al poco del diagnóstico. Su tío las había llamado para contarles el caso. «Me han dicho que van a rezar una novena por ti, pero que te quieren conocer». «Me pareció asombroso, le dije que no merecía tanto, ¡yo nunca había hecho nada por la Iglesia!».

Esa acogida de las monjas «me sorprendió», y aquí Jorge, poco dado al sentimentalismo, se emociona desde lo profundo de su corazón: «La mía ha sido una historia de mucho amor, tanto por las personas como por el Señor». Cuando se volvieron, Javier lo invitó a rezar. Hacía dos años había dicho que no. Ese día fue un sí. «¿Qué mal me puede hacer?». No sabía qué hacer, pero su tío lo animó: «Nos ponemos allí, y lo que surja».

Ante el Santísimo expuesto, Javier pidió cuatro cosas: que el proceso se pasase lo mejor posible y con el mínimo sufrimiento, que los resultados [había que poner nombre al cáncer] estuvieran lo antes posible, que iluminara a quienes iban a tener que decidir el tratamiento, y que si era posible, se curase. «Las cuatro cosas se cumplieron», pero para Jorge la definitiva fue la primera. «Lo tranquilo que estoy es casi lo más milagroso». Porque en este proceso «me he dado cuenta, primero, de que Dios existe, y después, que está con nosotros en todos los momentos, y cuando ya no te queda nada más, sigue estando ahí».

Luego está que cuando tuvo que optar por un tratamiento —en su caso no había protocolo establecido, sino varias posibilidades—, se encerró en la habitación y le habló a Dios directamente: «A ver si por favor me puedes ayudar, Dios». Fue pedírselo y automáticamente «tuve una claridad mental que no he tenido en la vida» y supo cuál elegir. «No parecía el mejor, pero no tenía ninguna duda, y empezó a funcionar muy bien».

Con todo esto y el interés en alza, Jorge comenzó a leer la Biblia y le preguntó a su tío qué tendría que hacer «si en un futuro me quisiera bautizar». «Una catequesis es lo suyo», le respondió. Así que el matrimonio fue a su parroquia y llevan un año y medio en el catecumenado de adultos de la mano del párroco, Roberto Rey. Porque sí, Laura también recibirá el sacramento de la Confirmación en la gran noche de la Vigilia Pascual, junto a su marido. Para ella es una «emoción brutal; qué bonito hacer este paso tan especial el día grande, en el año del jubileo de la esperanza y vivirlo con mi marido».

Jorge y su esposa Laura. Él dice que su conversión “ha sido una historia de mucho amor, tanto por las personas como por el Señor”

«Me llama la atención todo»

Ahora que está conociendo a Dios, a Jorge le «llama la atención todo; sobre todo, la forma en la que nos quiere y está a nuestro lado siempre». Pero el catecúmeno también está conociendo a la Iglesia. En una sociedad en la que en cualquier asociación hay un intercambio de algo, el de la Iglesia, confirma, es un modo de relación extraño y diferente a esto. De hecho, pensaba que tendría que pagar las catequesis, «¡si aquí todos son doctores!». De ella también le llama todo la atención, «encontrar una Iglesia abierta, mucho más de lo que yo hubiera esperado, que le importe la persona y que se vuelquen contigo… Yo les dije “os estáis equivocando, yo no soy vuestro hombre”, pero han estado aquí conmigo».

Otra cosa que le ha sorprendido de la Iglesia es que «es bastante cercana al Evangelio» y, a su vez, «que el Evangelio sigue de actualidad, por la actualidad de sus enseñanzas». Tanto que él, que se maneja con los evangelistas con soltura, se pregunta «¿lo próximo que voy a leer en el Evangelio de Juan qué va a ser, la Inteligencia Artificial?». Hay dos cosas, no obstante, que las lleva en el corazón a fuego: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos», y la parábola del hijo pródigo. Porque «yo he pecado mucho, ¿y me bautizo y ya está?». Pues sí, «la gente que ha estado apartada tiene cabida».

Por eso, Jorge anima a todos. «Yo invitaría a la gente a que prueben y se abran a tener la experiencia, que pidan. ¿Quieres relacionarte con Dios? ¡Inténtalo! ¡Prueba! Se trata de dar una oportunidad a enamorarme y dejarme querer por el Señor».

Jorge dejará, como él mismo expresa, atrás el hombre viejo para dar paso al nuevo en la Vigilia Pascual del Sábado Santo en la catedral de la Almudena, a las 22:00 horas, en una ceremonia que estará presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.