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domingo, 27 de julio de 2025

Papa León XIV en el Ángelus, 27-7-2025: «El Señor nos escucha cuando rezamos, si responde con tiempos difíciles de comprender es porque obra con sabiduría mayor, recemos con confianza»

* «No se puede rezar a Dios como ‘Padre’ y después ser duros e insensibles con los demás, sino que es importante dejarse transformar por su bondad, por su paciencia, por su misericordia, para reflejar como en un espejo su rostro en el nuestro. Queridos hermanos y hermanas, la liturgia de hoy nos invita, en la oración y en la caridad, a sentirnos amados y a amar como Dios nos ama: con disponibilidad, discreción, cuidado mutuo, sin hacer cálculos. Pidamos a María que sepamos responder a la llamada, para manifestar la dulzura del rostro del Padre»

     

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Toda persona humana tiene una dignidad intrínseca que le ha sido conferida por Dios mismo: exhorto a las partes implicadas en todos los conflictos a reconocerla y a poner fin a las acciones contraria a ella. Exhorto a negociar un futuro de paz para todos los pueblos y a rechazar todo lo que pueda perjudicarlo. Encomiendo a María, Reina de la paz, las víctimas inocentes de los conflictos y los gobernantes que tienen el poder de ponerles fin» 

27 de julio de 2025.- (Camino Católico)  “Cuanto más rezamos con confianza al Padre de los cielos, más nos descubrimos hijos amados y más conocemos la grandeza de su amor… El Señor nos escucha siempre cuando rezamos, y si a veces nos responde con tiempos y modos difíciles de comprender, es porque obra con una sabiduría y una providencia mayores, que van más allá de nuestra comprensión. Por eso, aun en esos momentos, no dejemos de rezar con confianza, en Él encontraremos siempre luz y fortaleza”: lo afirma el Papa León XIV en su alocución previa a la oración del Ángelus del último domingo de julio.

Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico, el Pontífice reflexiona sobre la liturgia del Evangelio del día, que presenta a Jesús que enseña a sus discípulos el Padrenuestro, “la oración que une a todos los cristianos” y explica que “en ella”, el Señor nos invita a dirigirnos a Dios llamándolo “abbá”, “papá”, como niños, con "simplicidad, conciencia filial, audacia humilde, certeza de ser amados".

Al finalizar la oración del Ángelus dominical, el Papa expresa su cercanía a todos aquellos "que sufren a causa de los conflictos y la violencia en el mundo", desde las personas que se encuentran en la frontera entre Tailandia y Camboya, hasta quienes viven en el sur de Siria y, por supuesto, en Gaza, donde la situación humanitaria es gravísima. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

Domingo, 27 de julio de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy el Evangelio nos presenta a Jesús que enseña a sus discípulos el Padrenuestro (cf. Lc 11,1-13), la oración que une a todos los cristianos. En ella, el Señor nos invita a dirigirnos a Dios llamándolo “abbá”, “papá”, como niños, con «simplicidad […], conciencia filial […], audacia humilde, certeza de ser amados» (Catecismo de la Iglesia Católica, 2778).

Con una expresión muy hermosa, el Catecismo de la Iglesia Católica dice al respecto que «por la Oración del Señor, hemos sido revelados a nosotros mismos al mismo tiempo que nos ha sido revelado el Padre» (ibíd., 2783). Y es verdad, cuanto más rezamos con confianza al Padre de los cielos, más nos descubrimos hijos amados y más conocemos la grandeza de su amor (cf. Rm 8,14-17).

El Evangelio de este día, pues, describe los rasgos de la paternidad de Dios por medio de algunas imágenes sugestivas: la de un hombre que se levanta, en el corazón de la noche, para ayudar a un amigo que debe acoger a un visitante inesperado; y también la de un padre que se preocupa por darles cosas buenas a sus hijos.

Estas figuras nos recuerdan que Dios nunca nos vuelve la espalda cuando acudimos a Él, ni siquiera cuando llegamos tarde a llamar a su puerta, quizá después de haber cometido errores, omisiones, fracasos; ni siquiera cuando, para acogernos, debe “despertar” a sus hijos que duermen en la casa (cf. Lc 11,7). Es más, en la gran familia de la Iglesia, el Padre no duda en hacernos a todos partícipes de cada uno de sus gestos de amor. El Señor nos escucha siempre cuando rezamos, y si a veces nos responde con tiempos y modos difíciles de comprender, es porque obra con una sabiduría y una providencia mayores, que van más allá de nuestra comprensión. Por eso, aun en esos momentos, no dejemos de rezar con confianza, en Él encontraremos siempre luz y fortaleza.

Recitando el Padrenuestro, además de celebrar la gracia de la filiación divina, expresamos también el compromiso de corresponder a ese don, amándonos como hermanos en Cristo. Uno de los Padres de la Iglesia, reflexionando sobre esto, escribe: «Es necesario acordarnos, cuando llamemos a Dios “Padre nuestro”, de que debemos comportarnos como hijos de Dios» (S. Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 11), y otro agrega: «No podéis llamar Padre vuestro al Dios de toda bondad si mantenéis un corazón cruel e inhumano; porque en este caso ya no tenéis en vosotros la señal de la bondad del Padre celestial» (S. Juan Crisóstomo, De angusta porta et in Orationem dominicam, 3). No se puede rezar a Dios como “Padre” y después ser duros e insensibles con los demás, sino que es importante dejarse transformar por su bondad, por su paciencia, por su misericordia, para reflejar como en un espejo su rostro en el nuestro.

Queridos hermanos y hermanas, la liturgia de hoy nos invita, en la oración y en la caridad, a sentirnos amados y a amar como Dios nos ama: con disponibilidad, discreción, cuidado mutuo, sin hacer cálculos. Pidamos a María que sepamos responder a la llamada, para manifestar la dulzura del rostro del Padre.

Oración del Ángelus:                         


Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.


Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:


Queridos hermanos y hermanas:


Hoy se celebra la V jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que tiene como tema “Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza”. Veamos a los abuelos y a los mayores como testigos de esperanza, capaces de iluminar el camino de las nuevas generaciones. No los dejemos solos, sino que unámonos a ellos en una alianza de amor y oración.



Mi corazón está con todos aquellos que sufren a causa de los conflictos y la violencia en el mundo. En particular, rezo por las personas involucradas en los enfrentamientos en la frontera entre Tailandia y Camboya, especialmente por los niños y las familias desplazadas. Que el Príncipe de la Paz inspire a todos a buscar el diálogo y la reconciliación.


Rezo por las víctimas de la violencia en el sur de Siria.


Sigo con gran preocupación la gravísima situación humanitaria en Gaza, donde la población civil está aniquilada por el hambre y sigue expuesta a la violencia y la muerte. Renuevo mi sincero llamamiento al alto el fuego, a la liberación de los rehenes y al pleno respeto del derecho humanitario.


Toda persona humana tiene una dignidad intrínseca que le ha sido conferida por Dios mismo: exhorto a las partes implicadas en todos los conflictos a reconocerla y a poner fin a las acciones contraria a ella. Exhorto a negociar un futuro de paz para todos los pueblos y a rechazar todo lo que pueda perjudicarlo.


Encomiendo a María, Reina de la paz, las víctimas inocentes de los conflictos y los gobernantes que tienen el poder de ponerles fin.


Saludo a Radio Vaticana/Vatican News que, para estar más cercana a los fieles y peregrinos durante el Jubileo, ha inaugurado junto con L'Osservatore Romano, una pequeña sede bajo la columnata de Bernini. Gracias por el servicio en tantos idiomas, que lleva la voz del Papa al mundo. Y gracias a todos los periodistas que contribuyen a una comunicación de paz y de verdad.


Saludo a todos ustedes, provenientes de Italia y de muchas partes del mundo, en particular a los abuelos y abuelas de San Cataldo, a los frailes capuchinos jóvenes de Europa, a los chicos de la Confirmación de la Unidad pastoral Grantorto-Carturo, a los jóvenes de Montecarlo di Lucca y a los scouts de Licata.



I greet the faithful from Kearny (New Jersey), the Catholic Music Award group and the EWTN Summer Academy. I also greet with particular affection the young people from various countries who have gathered in Rome for the Jubilee of Youth, which begins tomorrow.  I hope that this will be an opportunity for each of you to encounter Christ, and to be strengthened by him in your faith and in your commitment to following him with integrity of life.


Saludo con especial afecto a los jóvenes provenientes de diferentes países, reunidos en Roma para el “Jubileo de los Jóvenes. Espero que sea para cada uno ocasión para encontrar a Cristo y ser fortalecidos por Él en la fe y en el compromiso de seguirlo con coherencia.



Esta noche tendrá lugar la procesión de la Virgen “Fiumarola” por el río Tíber: ¡que los participantes en esta hermosa tradición mariana aprendan de la Madre de Jesús a practicar el Evangelio en la vida cotidiana!


¡A todos les deseo un feliz domingo!


Papa León XIV



Fotos: Vatican Media, 27-7-2025

Homilía de Mons. Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo, y lecturas de la Misa de hoy, XVII domingo del Tiempo Ordinario, 27-7-2025

27 de Julio de 2025.- (Camino Católico) Homilía de Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo, y lecturas de la Misa de hoy, XVII domingo del Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica del Santuario de Covadonga.

Santa Misa de hoy, XVII domingo del Tiempo Ordinario, en la Basílica del Santuario de Covadonga, 27-7-2025

27 de julio de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, XVII domingo del Tiempo Ordinario, presidida por Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo, emitida por 13 TV desde la Basílica del Santuario de Covadonga.

Misterios Gloriosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 27-7-2025


27 de julio de 2025.- (
Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, domingo, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero. 

Palabra de Vida 27/7/2025: «Pedid y se os dará» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 27 de julio de 2025, domingo de la 17ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 11, 1-13:

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:

«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».

Él les dijo:

«Cuando oréis decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en la tentación”».

Y les dijo:

«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:

“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:

“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.

¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?

Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».

Homilía del evangelio del domingo: El deseo primordial que debe animar nuestra oración es que venga a nosotros el Reino de Dios / Por P. José María Prats

* «Junto con el Padrenuestro, oremos también con frecuencia pidiendo el don del Espíritu Santo: ‘Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestros corazones y enciende en nosotros el fuego de tu amor. Envía, Señor, a tu Espíritu y renueva la faz de la tierra’»


Domingo XVII del tiempo ordinario - C

Génesis 18,20-32 / Salmo 137 / Colosenses 2, 12-14 / San Lucas 11, 1-13

P. José María Prats / Camino Católico.-  En el evangelio de hoy Jesús nos enseña a orar y para ello nos propone la oración del Padrenuestro. De ella aprendemos, sobre todo, que el deseo primordial que debe animar nuestra oración es que venga a nosotros el Reino de Dios, el reino del amor y de la paz que corresponde al designio divino para la creación. De hecho, las tres primeras peticiones del Padrenuestro son muy parecidas, pues cuando se hace su voluntad, Dios reina en el mundo y su nombre es reconocido como santo. En el resto de la oración se pide lo necesario para poder hacer realidad este Reino: el alimento material y espiritual que nos da la fuerza para vivir haciendo su voluntad, la reconciliación con Dios y con los hermanos que restablece la comunión y nos trae la paz, y el poder frente a la tentación y las fuerzas del mal que luchan tenazmente contra el Reino de Dios.

A menudo, cuando oramos nos sumergimos en nuestro pequeño mundo de deseos y necesidades personales. El Señor, en cambio, nos invita a salir de nosotros mismos y a ir más allá, a buscar primero el Reino de Dios y su justicia sabiendo que, entonces, todas las demás cosas se nos darán por añadidura. Así, si oramos pidiendo salud, no lo hagamos pensando principalmente en nuestro bienestar, sino en la posibilidad de servir mejor a los demás. Si oramos por la superación de situaciones difíciles que están viviendo otras personas, pidamos sobre todo que de ello resulte un progreso espiritual y una mayor comunión con Dios y con los hermanos. Que el Reino de Dios sea siempre la pasión que inspire nuestros deseos y nuestra oración: «santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».

Pero Jesús insiste también en la importancia de la perseverancia en la oración. No porque haya que estar recordando a Dios las necesidades que conoce mejor que nosotros, sino porque la oración perseverante alimenta el deseo y nos prepara para recibir con fruto el don de Dios. Unos buenos padres saben, por ejemplo, que no deben regalar a su hijo una bicicleta la primera vez que la pide. No porque quieran hacerse rogar, sino porque conviene “que se la gane”: su deseo debe actuar como estímulo para esforzarse y llegar a saber lo que cuestan las cosas. Cuando finalmente se le entregue la bicicleta, la recibirá como un tesoro que cuidará y aprovechará. Del mismo modo, la oración perseverante que pide el Reino de Dios hace crecer en nosotros el deseo de este Reino y nos estimula para ir haciéndolo realidad con el don de Dios y nuestro esfuerzo. 

El evangelio termina diciendo: «Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?» Aquí, de repente, parece que lo que hay que pedir es el Espíritu Santo. Y es que Reino de Dios y Espíritu Santo son indisociables, pues es por el Espíritu como Dios viene a habitar en nosotros y nos trae la reconciliación y el poder para vencer sobre las fuerzas del mal e implantar su Reino: justo lo que pedimos en el Padrenuestro.

Así pues, junto con el Padrenuestro, oremos también con frecuencia pidiendo el don del Espíritu Santo: «Ven, Espíritu Santo, ilumina nuestros corazones y enciende en nosotros el fuego de tu amor. Envía, Señor, a tu Espíritu y renueva la faz de la tierra».


P. José María Prats


Evangelio

Un día que Jesús estaba en oración, en cierto lugar, cuando hubo terminado, uno de sus discípulos le dijo: 

«Señor, enséñanos a orar, como Juan lo enseñó a sus discípulos». 

Les dijo: 

«Cuando oréis, decid: ‘Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Danos cada día el pan que necesitamos. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos todos los que nos han ofendido. Y no nos expongas a la tentación’».

También les dijo Jesús: 

«Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo nada que ofrecerle’. Sin duda, aquel le contestará desde dentro: ‘¡No me molestes! La puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme a darte nada’. Pues bien, os digo que aunque no se levante a dárselo por ser su amigo, se levantará por serle importuno y le dará cuanto necesite. Por esto os digo: Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra y al que llama a la puerta, se le abre. ¿Acaso algún padre entre vosotros sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado? ¿O de darle un alacrán cuando le pide un huevo? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre que está en el cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!».

San Lucas 11, 1-13

«Señor, enséñanos a orar», para acercarnos al Padre con sencillez, como hijos que se saben amados / Por P. Carlos García Malo

 


Nikolas Tirrier padece el síndrome de Treacher Collins: «Me sentía excluido pero Cristo me levantó y me enseñó que hace valiosa a una persona la luz interior que recibimos de Él y que elegimos irradiar con libertad y paz»


Nikolas Tirrier padece el síndrome de Treacher Collins y se sentía excluido, pero Cristo lo levantó y lo iluminó / Foto: © Nikolas Tirrier

* «Mi síndrome nunca afectó realmente mi alma. Sé que incluso hoy tengo secuelas psicológicas de esa época. Es todo un proceso sanar, invitar a Dios a esta sanación, y eso viene con el perdón… Si hoy puedo hablar de vida, amor y paz, es porque he comprendido o intento atreverme a comprender que Cristo también me ama y que, de su mano, nos guía por un camino de libertad y resurrección, hasta el corazón mismo de nuestras heridas, con paz, amor y esperanza» 

Camino Católico.-  Lo que lleva en su rostro, lo ha llevado desde hace mucho tiempo en su corazón: un sentimiento de diferencia, a veces de exclusión, a veces de desprecio. Pero en esta fragilidad, Cristo lo encontró y lo redescubrió en momentos difíciles. "Me consoló, me levantó, me iluminó. Me enseñó, con el tiempo, que no es la belleza visible lo que hace valiosa a una persona, sino la luz interior que recibimos de Él y que elegimos irradiar con libertad y paz", declara, a Anna Ashkova en Aleteia, Nikolas Tirrier, estudiante de máster en Enseñanza, Educación y Formación (MEEF) en Montpellier, quien padece el síndrome de Treacher Collins.

Este síndrome se manifiesta de forma diferente según la persona, pero siempre afecta la región craneal: la mandíbula, el paladar, las orejas, la boca... Es una malformación ósea. "En mi caso, la afección es bastante leve: sufro de una ausencia parcial de pómulos y de sienes, lo que me obliga a usar audífonos...", explica el joven de 25 años.

Cuando nació en Botosani, Rumania, en 1999, los médicos aún desconocían el nombre y el diagnóstico de esta rara enfermedad genética. En aquel momento, su diagnóstico planteó muchas preguntas a sus padres. Dado que su padre era de origen francés, finalmente decidieron mudarse a Francia para que su hijo pudiera beneficiarse de una mejor atención médica. Nikolas tenía dos años y medio en ese momento, y su hermano pequeño acababa de nacer. La familia se instaló en Aviñón, donde el padre de Nikolas, sacerdote ortodoxo, fue admitido en una diócesis rumana.

En Francia, Nikolas se sometió a varias cirugías, gradualmente: correcciones dentales, aumento de grasa en los pómulos y, sobre todo, intervenciones quirúrgicas en el cráneo, incluyendo una para insertar un tornillo.

"Me operaron de dos a tres veces con anestesia general, por no mencionar algunas con anestesia local. Tuve un seguimiento médico bastante regular. Hasta los 13 o 14 años, pasamos mucho tiempo en el hospital, luego volvimos, pero esta vez por mi padre", recuerda.

Una nueva experiencia para la familia ocurrió entre 2014 y 2015: el padre de Nikolas enfermó gravemente. "Tenía leucemia. Murió rápidamente, a los 39 años". Esta etapa en la vida del joven no fue fácil para su familia.

"Quien cargó con toda nuestra familia desde nuestra llegada a Francia, para mis revisiones médicas y luego las de mi padre, nuestra educación y formación para ambos -mi hermano y yo- fue nuestra madre, quien siguió trabajando para cubrir las necesidades de la familia. Ella era el pilar de nuestra familia. Una mujer de una fuerza increíble, que supo mantenerlo todo unido. La resiliencia se convirtió en una necesidad: no tenía opción, no hicimos preguntas, teníamos que seguir adelante", dice con admiración.

La mirada de los demás, el apoyo de los seres queridos y la ayuda de Dios

De adolescente, Nikolas tuvo la suerte de pertenecer a una generación que no contaba con las redes sociales de hoy. Esto le permitió protegerse de las burlas en línea. "Podía tomarme un descanso después de la escuela", dice. En casa, también contaba con el amor incondicional de su familia y sus primos, sus primeros mejores amigos. "Toda la familia de mi padre vino a vivir a Francia. A menudo los invitábamos a casa y pasábamos las vacaciones juntos".

También encuentra fuerza en su fe, especialmente en el catecismo. "Estudiaba en un colegio católico privado y, cada Semana Santa, la capellanía organizaba una gran peregrinación a Santiago. También asistía a clases de catecismo en el monasterio ortodoxo de Solan, donde también podía conectar con la gente. Todo esto era mi oasis; no me desesperaba. Es importante tener lugares cristianos cerca donde recargar las pilas", dice Nikolas, encantado de haber estado bien rodeado de niños, pero también de adultos. "Tuve adultos a mi alrededor y sacerdotes que me ayudaron a crecer y a superar momentos difíciles. Todavía me ayudan hoy". Sin embargo, como él mismo reconoce: "Todo era bueno y malo a la vez, eso no impidió que esta paradoja coexistiera".

Nikolas Tirrier cuando era niño y estudiaba en un colegio católico que era su oasis / Foto: © Nikolas Tirrier

En la escuela, a veces experimentaba momentos de profunda soledad durante los recreos. Entonces encontraba consuelo leyendo las vidas de los santos. "Me decía: a este mártir lo están devorando los leones, a otro lo atan y le cortan la cabeza; para mí, no es tan grave... Me ayudó mucho" También recordaba lo que decían los mártires: 'Puedes hacer lo que quieras con mi cuerpo, pero no afectará a mi alma porque pertenece a Dios'".

Hoy, Nikolas por fin puede decirlo, aunque admite que le costó mucho llegar a esta frase: "Mi síndrome nunca afectó realmente mi alma. Sé que incluso hoy tengo secuelas psicológicas de esa época. Es todo un proceso sanar, invitar a Dios a esta sanación, y eso viene con el perdón".

Hoy, vive con la mirada de los demás y anima a la gente a no convertirlo en un tabú. Estudia para ser consejero educativo superior (CPE). Durante el verano, ha sido voluntario durante casi diez años como organizador y facilitador en campamentos de verano ortodoxos en Francia y Suiza. En esos momentos, conoce a padres e hijos por primera vez. A veces, su rostro les sorprende y no saben qué decir al verlo. Los niños, por su parte, dicen cosas espontáneamente en voz alta.

"Los padres se avergüenzan e intentan silenciarlos, pero yo les digo: '¡Sobre todo, no los silencien!'. Si le dices a un niño que no hable de ello porque puede ser grosero o vergonzoso, corres el riesgo de cortar su deseo de conectar con un adulto. Al silenciarlos, primero generamos frustración en el niño, que no ha podido experimentar un diálogo verdaderamente auténtico, y luego perjudicamos emocionalmente su comportamiento para otros encuentros".

La belleza de toda existencia, incluso cuando está marcada por el sufrimiento

Si bien, en Francia, la ley sobre el final de la vida fue aprobada por la Asamblea Nacional el 27 de mayo de 2025 y el Senado la estudiará en otoño, Nikolas se pregunta si "realmente hemos hecho todo lo posible para estar vivos, ofrecer vida y hacer que la vida sea hermosa y digna de ser vivida para todos".

"¿Lo hemos hecho todo antes de llegar a esta solución drástica? ¿No debería plantearse esta pregunta al final, cuando hayamos agotado todas las reflexiones y soluciones? ¿Hemos brindado un buen apoyo a todos, especialmente a los jóvenes?", pregunta.

Aunque cree que cada vida es un regalo, también está convencido de que si está aquí hoy es porque la gente creyó en él. "Y no me refiero solo a mis padres. También son figuras espirituales que he conocido, amigos y seres queridos... Incluso aquellos que tenían una mirada amable, pero no se atrevieron a venir a verme cuando estaba solo. Sé que a menudo, sobre todo cuando eres adolescente o joven, te dices a ti mismo que si me acerco a alguien que está aislado, corro el riesgo de aislarme yo mismo. No les guardo rencor a estas personas; siguen un sistema que existe en nuestra sociedad a pesar de sí mismos".

Esto es lo que motiva a Nikolas a estar presente con los jóvenes a través de diversas acciones y actividades con niños y adolescentes en campamentos, en escuelas secundarias y preparatorias durante sus estudios, pero también en la comunidad a través de su participación en la asociación juvenil ortodoxa, Nepsis, de la que es vicepresidente. "Todos estos diferentes espacios y entornos crean islas oasis donde los jóvenes pueden experimentar un encuentro verdaderamente auténtico consigo mismos, con sus vecinos y con Cristo, y pueden ofrecer alegría, fe y amistad a quienes les rodean", explica.

Con su voz suave y un discurso que invoca la paz, Nikolas afirma, sin embargo, haber experimentado períodos de rebeldía contra Dios, acompañados de la misma pregunta: "¿Por qué permitiste esta enfermedad? Dios, ¿puedes amarme de verdad?".

"Vi la difícil vida de mis padres, los esfuerzos y sacrificios que hicieron. Inconscientemente, me había infligido una especie de culpa. En cierto momento, esta se transformó en la realidad de que Dios no me ama", recuerda. "Duele ver que hacemos sufrir al prójimo, que somos una carga, pero creo que también es la oportunidad que Dios nos da para santificarse con humildad. Sucede de forma sencilla y natural. Así, juntos, nos acercamos a Cristo, que nos ama personalmente de una manera única".

Un día, cuando se había vuelto insensible a lo malo, e incluso a lo bueno, en su vida, un monje le dijo: "¡Mantén tu corazón abierto!". Nikolas tenía 21 años en ese momento, y esta frase ha permanecido grabada en su mente desde entonces.

Más tarde, también descubrió la respuesta a su sufrimiento a través de una frase que el Señor nos dijo y que relata el teólogo rumano del siglo XX, recientemente canonizado en Rumanía, san Dumitru el Confesor (Staniloae): "Atrévete a comprender que te amo".

"El mayor desafío que estoy experimentando en este momento es aceptar finalmente ser amado por Dios y por mi prójimo. La paz se conquista luchando, no es algo que llega por arte de magia. Incluso hoy, a veces me hundo", reconoce, añadiendo que vio que Dios le ofrecía perdón, paz y amor.

Y concluye con humildad: "Si hoy puedo hablar de vida, amor y paz, es porque he comprendido o intento atreverme a comprender que Cristo también me ama y que, de su mano, nos guía por un camino de libertad y resurrección, hasta el corazón mismo de nuestras heridas, con paz, amor y esperanza".

sábado, 26 de julio de 2025

Ángel Johan Rodríguez Peña: «Dios me dio la gracia de ser abogado, tener dinero, muchas novias y viajar, pero no era feliz; vi cara a cara a Cristo en la pobreza y me llamó a ser sacerdote y he sido ordenado»


Ángel Johan Rodríguez Peña era abogado y lo tenía todo pero lo dejó porque Cristo lo llamó a ser sacerdote / Foto: Diócesis de Cartagena

* «El Señor me está dando la fuerza, lo hace todo nuevo, todo lo ha hecho nuevo para mi bien y me da la verdadera felicidad. Cuando ejercía como abogado servía en función de un lucro, aquí estoy sirviendo porque quiero hacer la voluntad de Dios; esto me llena enormemente. Cuando, por ejemplo, celebro un bautizo recibo la vida, lo disfruto un montón. Con toda mi debilidad, el Señor me ha traído hasta aquí para servir a la Iglesia. Yo le pido al Señor de corazón la santidad, que me haga santo, y si tengo que pasar por la cruz pues que sea su voluntad y no la mía. Quiero ser un sacerdote para la misión, un cura pobre entre los pobres»  

Vídeo del programa ‘Vidas con luz’  de Popular TV de Murcia del mes de marzo de 2025 en el que Ángel Johan Rodríguez Peña cuenta su testimonio vocacional 

Camino Católico.-  Ángel Johan Rodríguez Peña ha sido ordenado sacerdote el domingo 13 de julio en la Parroquia San Nicolás de Murcia. Con sus estudios en Derecho terminados, comenzó una carrera profesional de éxito. Pensaba que ya había alcanzado aquello con lo que siempre había soñado de pequeño, pero después de 6 años ejerciendo como abogado se dio cuenta de que el dinero y el éxito profesional no le ofrecían «la paz que anhelaba» dice al portal de la Diócesis de Cartagena.

A pocos días de su ordenación sacerdotal conocemos a Ángel Johan Rodríguez Peña. Nació en San Francisco, en el estado venezolano de Zulia y es el quinto de seis hermanos. Sus padres son colombianos, pero se trasladaron a Venezuela en la búsqueda de una vida mejor, «ya que en ese momento era un boom, sobre todo por el petróleo». Creció en un barrio pobre donde le encantaba jugar al fútbol con sus amigos. Pero en su hogar «no había alegría ni armonía» a causa de los problemas de salud de su padre. 

Esta situación familiar en casa, donde había dolor y sufrimiento, no le permitía encontrar la felicidad, empujándole a salir y a ponerse a trabajar con tan solo 12 años en la venta ambulante, «buscando la felicidad en el dinero». Recuerda que sus amigos, desde bien pequeños, «iban en familia a misa, incluso ayudaban al sacerdote como monaguillos» y que, aunque le invitaban, Ángel Johan no iba. En la adolescencia recibió la Primera Comunión y la Confirmación: «En ese momento el Señor empezó a mostrarme algo, pero yo lo veía muy lejos». 

Junto a su hermana y su padre entró a formar parte de una comunidad del Camino Neocatecumenal: «Por misericordia del Señor, entré a una comunidad Neocatecumenal de mi parroquia en una etapa de rebeldía, a los 16 años, donde se me predicó a un ‘Dios Amor’, de perdón, que me amaba con todos mis pecados y que me ofrecía una nueva vida en É»l.

Al finalizar sus estudios universitarios en la profesión que siempre había querido tener desde pequeño comenzó a trabajar como abogado asesor, continuando la búsqueda de su felicidad en el dinero y en las cosas materiales.

Ángel Johan Rodríguez Peña se fue de misiones a los 30 años y así escuchó el llamado de Dios a ser sacerdote con claridad / Foto: Diócesis de Cartagena

Sus catequistas llevaban años proponiéndole hacer una experiencia vocacional, algo a lo que él era reacio, porque consideraba que su vida ya estaba hecha, con sus estudios finalizados, ganando dinero y con pareja: «Pero yo seguí con mi proyecto personal. Dios me dio la gracia de ser abogado, tener dinero, tener muchas novias y viajar por el mundo entero (que era lo que yo deseaba), pero la realidad fue que eso no me hacía feliz, no me llenaba. ¡Dios no deja que el hombre se aliene y se entregue a los falsos ídolos! A mis 28 años caí en un sinsentido terrible».

Pero sus proyectos de futuro no serían como él los había imaginado. La ruptura con su novia hizo que sus planes de matrimonio desaparecieran y comenzó a experimentar una crisis existencial. Esto le llevó a una «intensa búsqueda de Dios».

Con la ayuda de un sacerdote español dominico, que estaba allí en misión, comenzó a descubrir su vocación. Así, a los 30 años fue cuando les dijo a sus catequistas que estaba dispuesto «a hacer algo por el Señor, por la Iglesia». Y se ofreció a la itinerancia. 

«Gracias a mis catequistas del Camino, escuché que si quería ser verdaderamente feliz tenía que dejar todo y seguir a Cristo, como lo había hecho Abraham. Y Dios, a través del Espíritu Santo, me dio la gracia de dejarlo todo: trabajo, casa, familia, etc., e iniciar un tiempo de evangelización en itinerancia (misión) en la zona oriental de Venezuela, en precariedad. Estuve durante tres años anunciando el Evangelio y viviendo de la providencia de Dios; sólo tenía la Biblia de Jerusalén y la cruz de misionero. Y fue ahí donde me encontré con Jesucristo y conocí la verdadera felicidad. Al Señor, lo vi cara a cara en la pobreza. No teníamos nada, vivíamos de la providencia, pasando hambre. Pero podía ver que el sacerdote al que acompañaba era feliz. Yo no había tenido esa felicidad nunca antes; comprendí que lo que yo buscaba era esa felicidad completa y hasta ese momento no lo había unido a la vocación sacerdotal. Entendí que Dios me estaba llamando a servirle a través del ministerio sacerdotal».

Ángel Johan Rodríguez Peña desea hacer la voluntad de Dios y ser un sacerdote pobre entre los pobres / Foto: Diócesis de Cartagena

«Quiero que el Señor me haga santo»

Cumplidos ya los 33 años veía impensable a esa edad entrar en un seminario, ya que «creía que era para chicos jóvenes, pero el Señor lo tenía todo preparado». Su formación como seminarista comenzó en Polonia y después fue enviado a Murcia: «No lo podía creer, me encantaba esta ciudad, aunque el tema no era estar bien sino hacer la voluntad del Señor».

En este tiempo en el Seminario Redemptoris Mater también ha habido tiempo para la misión en África. Una vez terminados los estudios de Teología en Murcia fue enviado a Costa de Marfil. Una nueva aventura en la «pobreza absoluta» donde encontrarse con el Señor: «Allí descubrí que si no tienes a Dios en tu corazón no tienes nada, es la peor de las pobrezas. Había mucha necesidad de escucha, la gente tiene mucho ruido en su corazón, mucho sufrimiento. Pero ahí estaba Dios. Comíamos poco, siempre lo mismo; yo estaba contento incluso pensando en quedarme indefinidamente, pero estoy en obediencia a la Iglesia». Tras un tiempo allí, sus formadores le comunicaron que tenía que volver a España para continuar sus estudios en Teología Histórica.

Ahora, en estos últimos meses, ha estado estudiando en Valencia y sirviendo como diácono en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Bullas. «El Señor me está dando la fuerza». Una etapa en la que ha disfrutado poniéndose al servicio del otro desinteresadamente: «El Señor lo hace todo nuevo, todo lo ha hecho nuevo para mi bien y me da la verdadera felicidad. Cuando ejercía como abogado servía en función de un lucro, aquí estoy sirviendo porque quiero hacer la voluntad de Dios; esto me llena enormemente. Cuando, por ejemplo, celebro un bautizo recibo la vida, lo disfruto un montón. Con toda mi debilidad, el Señor me ha traído hasta aquí para servir a la Iglesia. Yo le pido al Señor de corazón la santidad, que me haga santo, y si tengo que pasar por la cruz pues que sea su voluntad y no la mía».

El día de su ordenación le han acompañado su cuñado y sus padres, que han viajado por primera vez a España para estar junto a él en este paso de su vida. Asegura que su vocación está impulsada por el deseo de servir y seguir a Cristo y llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo: «Quiero ser un sacerdote para la misión, un cura pobre entre los pobres».