Francisco ha invitado a pedir ser “luces amables”, como los nuevos santos, en medio de la oscuridad del mundo. Así, ha agradecido al Señor por ellos, que “han caminado en la fe y ahora invocamos como intercesores”.
Tres son religiosas, ha señalado el Pontífice, y “nos muestran que la vida consagrada es un camino de amor en las periferias existenciales del mundo”. Santa Margarita Bays, “en cambio, era una costurera y nos revela qué potente es la oración sencilla, la tolerancia paciente, la entrega silenciosa. A través de estas cosas, el Señor ha hecho revivir en ella el esplendor de la Pascua”.
En lo que se refiere el santo Cardenal Newman, el Papa ha destacado “la santidad de lo cotidiano”, y ha citado las palabras del cardenal inglés: “El cristiano tiene una paz profunda, silenciosa y escondida que el mundo no ve. […] El cristiano es alegre, sencillo, amable, dulce, cortés, sincero, sin pretensiones, […] con tan pocas cosas inusuales o llamativas en su porte que a primera vista fácilmente se diría que es un hombre corriente”.
El Señor libera y cura el corazón, si lo invocamos, si le decimos: “Señor, yo creo que puedes sanarme; cúrame de mis cerrazones, libérame del mal y del miedo, Jesús”, ha anunciado el Papa en su homilía. En consonancia con nuestro tiempo, el Papa ha comentado que “necesitamos ser sanados de la falta de confianza en nosotros mismos, en la vida, en el futuro; de tantos miedos; de los vicios que nos esclavizan; de tantas cerrazones, dependencias y apegos: al juego, al dinero, a la televisión, al teléfono, al juicio de los demás”.
El Papa, tomando el ejemplo de los leprosos, en el pasaje de Lucas 17,19, ha explicado que la “requiere un camino, una salida, hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables”. Así, ha asegurado la fe “aumenta con el don y crece con el riesgo”, “avanza cuando vamos equipados de la confianza en Dios. La fe se abre camino a través de pasos humildes y concretos”.
Además, el Santo Padre ha subrayado que “somos protectores de nuestros hermanos alejados”. Somos “intercesores” para ellos, somos “responsables” de ellos, estamos “llamados a responder y preocuparnos” por ellos, y ha planteado “¿Quieres crecer en la fe?”: “Hazte cargo de un hermano alejado, de una hermana alejada”, ha exhortado.
“Sólo Jesús libra del mal y sana el corazón, sólo el encuentro con Él salva, hace la vida plena y hermosa”, ha asegurado Francisco. “Cuando encontramos a Jesús, el ‘gracias’ nace espontáneo, porque se descubre lo más importante de la vida, que no es recibir una gracia o resolver un problema, sino abrazar al Señor de la vida”.
En esta línea, el Papa ha indicado que decir “Gracias, Señor” al despertarnos, durante el día, antes de irnos a descansar “es el antídoto al envejecimiento del corazón”, y ha animado a hacerlo también en la familia, entre los esposos: acordarse de decir gracias. “Gracias es la palabra más sencilla y beneficiosa”.