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lunes, 21 de octubre de 2024

Estefanía Siles, pediatra: «Los cuidados paliativos son una caricia de Dios, en los que nosotros somos instrumentos, pero quien hace el trabajo es Él: consuela a las familias y muestra su amor incondicional infinito»


Estefanía Siles, pediatra de cuidados paliativos

* «En el hospital hay una Capilla y yo empiezo y termino mi jornada siempre en ella. Voy a veces allí, peleo con Dios y le alego respecto a lo que vivo. Y en general le digo: ‘yo hice lo que pude y el resto es tuyo y te lo pongo en tus manos’. Porque obviamente el dolor y que estos niños sufran es un misterio enorme, que no lo vamos a entender nunca, solo cuando estemos en el cielo lo comprenderemos. Por tanto, uno tiene que abandonarse en Dios y pensar que todo pasa por algo y que Él tiene, para estos niños y estas familias, un plan mucho mayor que nosotros no entendemos. Y debemos asumir que somos un instrumento que les damos un poco de paz y consuelo terrenal»

Vídeo del  Opus Dei en el que Estefania Siles cuenta su testimonio

Camino Católico.- “Me llamo Estefanía Siles, soy pediatra, trabajo en un hospital pediátrico público y me dedico a los cuidados paliativos. Específicamente yo estoy a cargo de los niños que tienen enfermedades no oncológicas, que son dos tercios los niños que se mueren y no tienen cáncer. Yo creo que los cuidados paliativos son una caricia de Dios, en los que nosotros somos instrumentos, pero quien hace el trabajo es Él. Yo doy todo lo que está en mí y hago todo lo humano, pero el resto se lo entrego a Dios y Él es el que hace el trabajo real: consuela a las familias, muestra su amor incondicional infinito a través de los médicos, de los equipos que hacemos cuidados paliativos”. Así de concreta es  esta joven chilena de 38 años en un vídeo testimonial del  Opus Dei, en el que cuenta cómo puede realizar su trabajo, en medio del dolor y el sufrimiento, poniendo al Señor en el centro de su vida.

Estefania, además del hospital público chileno en el que trabaja, visita a sus pacientes en Casa de Luz, de la Fundación Casa Familia. Este lugar es el primer hospice pediátrico de Sudamérica, es decir, la primera casa asistida para recibir a niños con enfermedades sin tratamiento curativo, junto a sus familias, y brindarles, con un equipo interdisciplinario, los cuidados paliativos que requieren. Por otro lado, es docente del departamento de pediatría de la Universidad de los Andes, donde busca desarrollar la pediatría social, que se centra en el bienestar integral de los niños.

El día a día en los cuidados paliativos es impredecible, con días tranquilos y otros de intensa actividad. La experiencia acumulada en este campo le ha dejado profundas reflexiones sobre la vida y el dolor. "He aprendido que la dignidad y el valor de un ser humano no dependen de sus capacidades", menciona. Para Estefanía, el dolor, aunque difícil de aceptar, tiene un sentido profundo: "nos recuerda nuestra fragilidad y nos invita a confiar más plenamente en Dios".

En este sentido relata que “en el hospital hay una Capilla y yo empiezo y termino mi jornada siempre en ella. Voy a veces allí, peleo con Dios y le alego respecto a lo que vivo. Y en general le digo: ‘yo hice lo que pude y el resto es tuyo y te lo pongo en tus manos’. Porque obviamente el dolor y que estos niños sufran es un misterio enorme, que no lo vamos a entender nunca, solo cuando estemos en el cielo lo comprenderemos. Por tanto, uno tiene que abandonarse en Dios y pensar que todo pasa por algo y que Él tiene, para estos niños y estas familias, un plan mucho mayor que nosotros no entendemos. Y debemos asumir que somos un instrumento que les damos un poco de paz y consuelo terrenal”. 

Para Estefanía “es fundamental la vida espiritual, tener una visión sobrenatural, de que  la vida de estos niños tiene un sentido, que son niños valiosísimos y que están hechos para el cielo. Podemos aliviarles un poco el sufrimiento acá en la tierra pero después se van a ir al cielo y van a estar mejor que todos nosotros. Entonces, eso también consuela y nos permite seguir. 

Estefanía, supernumeraria del Opus Dei, encuentra su fortaleza en el autocuidado y en la fe. Le gusta mucho la danza como una forma de liberar tensiones, pero lo más importante para ella es cuidar su vida espiritual.

- ¿Hay alguna reflexión personal sobre el sentido del dolor que te gustaría compartir?

- Creo que el dolor, aunque difícil de comprender y aceptar, tiene un profundo sentido en la vida del ser humano. En primer lugar, creo que nos recuerda nuestra fragilidad y nos invita a confiar más plenamente en Dios. Además, el dolor nos permite desarrollar una empatía más profunda hacia los demás. Al experimentar el sufrimiento, somos capaces de empatizar, acompañar y consolar a quienes también lo padecen, creando lazos de solidaridad y compasión que nos enriquecen como seres humanos.

En paliativos se habla de dolor total, pues el dolor no es sólo físico. Somos seres espirituales, con cuerpo y alma, insertos en una familia, en una comunidad. Esto se entiende muy bien en cuidados paliativos.

Desde la fe, el dolor es una participación en el sufrimiento de Cristo, una oportunidad para crecer en fe y amor, nunca un castigo.

Como decía Cicely Saunders, pionera mundial en cuidados paliativos, “el dolor solo es insoportable cuando a nadie le interesa”.


Estefanía Siles atendiendo a uno de los niños con enfermedad terminal y a su padre

- ¿Qué papel juega el equipo médico y de enfermería en la creación de un entorno de apoyo para los pacientes?

- Es fundamental crear un entorno de apoyo para los pacientes y sus familias. Por eso el enfoque es integral y multidisciplinario. Coordinamos la atención con otros especialistas, con las distintas unidades del hospital y con otros sectores de la salud. Contamos con la imprescindible colaboración de psicólogos y trabajadoras sociales, de voluntarias y de fundaciones que nos ayudan muchísimo.

- ¿Cómo encuentras inspiración en medio de situaciones tan difíciles?

- Como dice un gran paliativista, cuando trabajas para aliviar el sufrimiento, sin otro interés, y se tiene actitud de servir, se siente el gozo de cuidar y acompañar. Y es cierto. Me inspira ver la entrega y el amor con que las familias cuidan a sus niños.

Inspira ver que realmente podemos aliviar el sufrimiento y que podemos ser un canal a través del cual Dios muestra su amor y su consuelo. Jesús muestra claramente en varias ocasiones su predilección por los niños, los pobres, los enfermos y los que sufren, ¡así que trabajo con los favoritos de Dios!

- ¿Cómo logras transmitir esperanza o consuelo especialmente cuando saben que el final está cerca?

- Al contrario de lo que se piensa, cuidados paliativos no es igual a “no hay nada que hacer”. Tal vez no hay esperanzas en un tratamiento curativo, pero sí hay otras esperanzas: la esperanza de vivir el tiempo restante de la mejor manera posible; la esperanza de una muerte tranquila, en paz; la esperanza de salir adelante como papás y como familia; la esperanza de encontrarle un significado a lo que se está viviendo; la esperanza de una vida después de la muerte.

Transmitir esperanza y consuelo a mis pacientes y sus familias es una parte esencial de mi trabajo, respetando siempre las creencias y valores de cada familia.


Estefanía Siles acompaña a Katherine, madre de uno de sus pacientes, en el hospice pediátrico Casa de Luz (Fundación Casa Familia)

- ¿Qué crees que las personas fuera del hospital deberían saber sobre los cuidados paliativos?

- Las personas fuera del hospital deberían saber que los cuidados paliativos tratan sobre la vida, no sobre la muerte. No se trata solo de aliviar el dolor físico, sino también de abordar las necesidades emocionales, sociales y espirituales. Los cuidados paliativos no son sólo para los últimos días, sino desde el diagnóstico de una enfermedad.

- ¿Cuáles son las principales barreras o desafíos que ves en el ejercicio de cuidados paliativos?

- A los médicos nos forman para curar y salvar vidas. La muerte es vista como un fracaso. Nadie quiere que un niño se muera, pero no podemos negar que hay enfermedades incurables. Cambiar esa mirada no es fácil. Cuando no es posible curar, nuestro deber es cuidar y acompañar.

Tenemos que aprender a centrarnos en la persona, no en la enfermedad, y entender que el éxito no siempre está en alargar la vida a cualquier precio, sino en vivir lo mejor posible y en morir bien.

Es más difícil tener esperanza si no crees en un Dios que te ama, que tiene un plan maravilloso y que esto no acaba acá, que hay una vida después de la muerte.

- ¿Qué te llevó a trabajar en el área de cuidados paliativos?

- La verdad es que yo no lo busqué mucho. Después de finalizar la especialidad en pediatría, me ofrecieron trabajar en oncología. Después de unos años allí, trabajé con pacientes NANEA, que son los niños con necesidades especiales en salud. Y después, en octubre del 2022, cuando salió la Ley de Cuidados Paliativos Universales en mi país, (hasta entonces sólo acogía pacientes oncológicos) en el hospital me ofrecieron empezar esta nueva unidad de cuidados paliativos universales.


Estefanía Siles, pediatra de cuidados paliativos, en Casa de Luz, de la Fundación Casa Familia, es el primer hospice pediátrico de Sudamérica

- ¿Cómo describirías tú día a día acompañando a pacientes y sus familias en momentos tan delicados?

- Nosotros estamos disponibles 24 horas al día, siete días a la semana, los 365 días del año. El día a día es muy variable.

Intentamos que los niños estén en su casa en la medida de lo posible, así que entrenamos a los papás para manejar todo lo posible en casa y hacemos todas las visitas domiciliarias y videollamadas que necesiten. También tenemos pacientes hospitalizados, pacientes en hospice Casa de Luz y algunos en residencias de menores. Nos movemos mucho.

A grandes rasgos, nuestro trabajo consiste en dos cosas: manejo de síntomas (físicos y emocionales) y acompañamiento emocional-espiritual a los niños y sus familias. Aseguramos que nuestros niños tengan la mejor calidad de vida posible y que los papás sepan que no están solos en esto.

- ¿Hay alguna experiencia o paciente que te haya marcado profundamente?

- Todos mis pacientes me han marcado en algún sentido. Cada niño y su familia tienen una historia especial que marca el alma. Historias de mucho dolor, pero también de lucha, de resiliencia, de entrega, de amor incondicional. Con la gran mayoría de las familias llegamos a tener una relación íntima y profunda, que se prolonga también durante el duelo.

Algunas de las historias que más me han impresionado son las de guagüitas (bebés) que, con diagnósticos prenatales de patologías “incompatibles” con la vida, gracias a Dios no fueron abortadas, y que, a veces meses después, fallecen en los brazos de sus mamás, rodeados de amor.

- ¿Cómo manejas el desafío emocional que implica tu trabajo? ¿Qué te ayuda a seguir adelante?

- Soy “hípersensible”, pero creo que es una ventaja porque me permite conectar mejor con los papás, y la conexión es esencial para tener un buen vínculo y así poder ayudarles más y mejor.

Me consuela ver que mi trabajo hace esta etapa un poco menos dura para los niños y sus familias. Mi consuelo principal es que sé que esto no termina acá, que estos niños están hechos para el cielo y que se van directo para allá, donde no hay penas ni sufrimiento.

Sin embargo, sí he tenido algunos episodios de burnout que me han hecho aprender que, para cuidar a otros, tengo que cuidarme a mí también. Aprendí que es importante el autocuidado, pero lo más importante para hacer bien mi trabajo es cuidar mi vida espiritual. Trato de empezar y terminar la jornada laboral en la capilla del hospital, con un rato de oración. Somos sólo un instrumento; Dios hace la pega (el trabajo).


Estefanía Siles, pediatra de cuidados paliativos, junto a un paciente

- ¿Cómo ves el impacto de tu trabajo en las vidas de los pacientes y sus seres queridos?

-Creo que nuestro trabajo tiene un gran impacto. Les ayudamos a poder disfrutar de momentos significativos con sus seres queridos en sus casas.

Por otro lado, perder a un hijo o a un hermano es de las cosas más dolorosas que le puede pasar a alguien, y creo que logramos hacer de esto un proceso un poco más fácil. Para los padres, saber que pueden llamarnos en cualquier momento es un alivio de su carga y estrés. Pueden contactarnos ante emergencias, especialmente en la última etapa de vida, o escribirnos para consultas menos urgentes.

Además, les damos herramientas y recursos para enfrentar el progreso de la enfermedad, y al final, la muerte, con dignidad y amor.

Antes, estos pequeños se morían hospitalizados o en el servicio de urgencia. Gracias a nuestro programa, pueden fallecer en sus casas, sin sufrir, rodeados de sus seres queridos. Esto también permite que los familiares tengan un mejor duelo.

- ¿Algunos aprendizajes de estos años?

- He aprendido muchísimo de mis pacientes y sus familias. Tal vez son cosas que sabía en la teoría, pero que ahora he visto en carne y hueso. He aprendido que la dignidad y el valor de un ser humano no dependen de sus capacidades, o de su “utilidad” para los demás. Todas las vidas merecen ser vividas; no hay vidas más importantes que otras.

Estos niños son una fuente inmensa de amor. También he aprendido que el ser humano es capaz de un amor y de una entrega impresionante, sacrificada y realmente incondicionales.

La mayoría de las familias quiere y puede cuidar a sus niños enfermos, pero es una tarea muy difícil y sacrificada y no pueden hacerlo solas. Necesitan recursos, pero sobre todo mucho apoyo y compañía, cosas aún insuficientes en la mayoría de los casos de nuestro país.

Homilía del P. Carlos Martínez y lecturas de la Misa de hoy, lunes de la 29ª semana de Tiempo Ordinario, 21-10-2024

21 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Carlos Martínez Oliveras y lecturas de la Santa Misa de hoy, lunes de la 29ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, lunes de la 29ª semana de Tiempo Ordinario, 21-10-2024

21 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes de la 29ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. Carlos Martínez Oliveras, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.


Misterios Gozosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 21-10-2024

21 de octubre de 2024.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy lunes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.

Palabra de Vida 21/10/2024: «¿De quién será lo que has preparado?» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 21 de octubre de 2024, lunes de la 29ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 12, 13-21:

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:

«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».

Él le dijo:

«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».

Y les dijo:

«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propuso una parábola:

«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose:

«¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha».

Y se dijo:

«Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente».

Pero Dios le dijo:

«Necio, esta noche te van a reclamar el alma, ¿de quién será lo que has preparado?»

Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 21-10-2024

21 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Oración a Santa Laura Montoya para pedir la paz en el mundo

Camino Católico.- Cada 21 de octubre, la Iglesia Católica celebra a Santa Laura de Santa Catalina de Siena, más conocida como Santa Laura Montoya o, simplemente, como la “Madre Laura”; una fervorosa mujer que se consagró a Cristo a través del servicio a los hermanos miembros de las poblaciones indígenas de Colombia, su país natal.

La Madre Laura fue educadora y misionera, y también poseedora de un alma muy particular que la acercó a la mística, como se evidencia en ciertas expresiones suyas: “Destrúyeme Señor y sobre mis ruinas, levanta un monumento para tu gloria”. No sin razón, Santa Catalina de Siena fue su mayor inspiración. La Madre Laura quiso incluso llevar su nombre como religiosa, y la congregación que fundó la llamó también en su honor. Hoy, Santa Laura Montoya es considerada patrona del magisterio colombiano.

Laura Montoya Upegui es considerada la primera santa colombiana. Nació en 1874, en Jericó, Antioquia, departamento del noroeste de la República de Colombia. Creció en el seno de una familia católica y tuvo dos hermanos. Cuando tenía tan solo dos años, su padre murió asesinado en un trágico incidente durante la Guerra Civil Colombiana, dejándola a ella en la orfandad y a su familia sumida en la pobreza.

En medio de aquella tragedia, Laura aprendió la importancia del perdón. Un día “Laurita” -como le decían de pequeña- le preguntó a su madre quién era esa persona por la que siempre rezaban; entonces ella le respondió, sin ambages, que se trataba del hombre que asesinó a su papá. La inesperada respuesta marcó la vida de Laurita para siempre.

Dada la precariedad económica de la familia, la madre de Laura se vio obligada a dejarla en un orfanato, bajo el cuidado de su tía, la Sierva de Dios, María de Jesús Upegui, fundadora de la Comunidad de Siervas del Santísimo y de la Caridad.

Laura empezó a asistir a una escuela para niñas de clase alta, que abandonaría solo un año después, en buena parte, porque se sentía marginada. Después, se mudaría a la finca de su abuelo para cuidar de una tía enferma. Esta fue una etapa en la que la santa entró en contacto con un conjunto de lecturas espirituales que despertarían en su corazón el deseo de hacerse religiosa carmelita.

Años después, con la ayuda de su tía María de Jesús, Laura pudo completar los estudios de pedagogía, pensando en trabajar y ayudar económicamente a su familia. En 1893 se graduó como maestra de elemental en la Escuela Normal Superior de Medellín. Después dedicaría muchos años a la carrera docente, pasando por varios colegios y proyectos educativos de distinta naturaleza. Siempre quiso hacer de su trabajo un apostolado, aunque eso, en más de una ocasión, le causaría fricciones laborales o ser blanco de graves calumnias e incomprensiones.


A pesar de aquellas cruces, Laura no se desanimó y decidió atender la inquietud que llevaba dentro, esa que la había acompañado por años: evangelizar a los indios de su nación.

Para 1908 ya estaba trabajando con los nativos que vivían entre San Pedro de Urabá y El Sarare. Mientras tanto, Laura mantenía el deseo de hacerse monja de clausura carmelita, aunque las ganas de llevar el Evangelio a los pueblos indígenas pudo más. La santa quería ser portadora de la Buena Noticia de un Dios que ama profundamente a todos los seres humanos, sin exclusión.

En 1912, el Papa San Pío X publicó la encíclica “Lacrimabili statu Indorum” (Lamentable estado de los índios), en la que denunciaba las condiciones inhumanas que padecían los indios de América del Sur, pidiendo a los obispos del continente que se ocupen de aquellos grupos que habían quedado al margen de la civilización y de la Iglesia.

Tal acontecimiento significó para Laura la confirmación del camino que Dios le había trazado.

Junto con sus compañeras fundó, en 1914, las “Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena”. El trabajo de la nueva comunidad se concentró en ayudar a los indígenas a ser conscientes de su dignidad como hijos de Dios y seres humanos. La Madre Laura, en ese esfuerzo, alentó a muchísimos miembros de la Iglesia y del gobierno nacional colombiano a que contribuyan a la integración de estas poblaciones, con respeto a su lengua y cultura.

Ninguno de sus esfuerzos hubiese dado fruto si la Madre Laura no hubiera puesto a Jesucristo como centro de su obra. Era la sed de hacer conocer a Jesús a todas las gentes lo que la movía y lo que facilitó que los indios acogiesen sus enseñanzas. De ahí la profundidad de estas, sus palabras: “Dos sedientos, Jesús mío: Tú de almas y yo de saciar tu sed”.

Después de pasar los últimos nueve años de su vida postrada en una silla de ruedas, la Madre Laura falleció el 21 de octubre de 1949, dejando una congregación en plena expansión, con 90 casas en tres países y 467 religiosas.

Este legado puede ser considerado como una contribución excepcional a la pastoral de los pueblos latinoamericanos.

La Madre Laura fue canonizada el 12 de mayo de 2013 en la Ciudad del Vaticano. A la ceremonia de canonización asistió una importante delegación de ciudadanos colombianos, encabezada por el presidente de Colombia en ese momento, Juan Manuel Santos, y por el médico Carlos Eduardo Restrepo, curado milagrosamente de una enfermedad terminal por intercesión de la santa. ​Durante la ceremonia, el Papa Francisco dijo:

“Esta primera santa nacida en la hermosa tierra colombiana nos enseña a ser generosos con Dios, a no vivir la fe solitariamente —como si fuera posible vivir la fe aisladamente—, sino a comunicarla, a irradiar la alegría del Evangelio con la palabra y el testimonio de vida allá donde nos encontremos… Nos enseña a ver el rostro de Jesús reflejado en el otro, a vencer la indiferencia y el individualismo… nos enseña a acoger a todos sin prejuicios, sin discriminación, sin reticencia, con auténtico amor, dándoles lo mejor de nosotros mismos y, sobre todo, compartiendo con ellos lo más valioso que tenemos... Cristo y su Evangelio”.

Los restos de la Madre reposan en el Santuario de la Luz, ubicado en la ciudad de Medellín.

Pidamos a Dios por intercesión de Santa Laura Montoya la paz para el mundo con la siguiente oración:

Oración 

Inicio señor esta oración sabiendo que tú estás aquí presente en este lugar.

Yo me dispongo Señor a abrir mi corazón para que tú entres en mi vida y desde mi vida yo pueda anunciar tu Palabra de fe, esperanza, amor y de perdón.

Señor, por intercesión de Santa Laura Montoya escucha mi plegaria con la que te pido por la paz de este mundo, esta paz que está rota, llena de odio, de egoísmo, de muerte.

Esta paz deteriorada donde la guerra no respeta a niños, jóvenes, ancianos, una Guerra sin tregua Señor.

¿Qué podemos hacer Señor sin tu ayuda, sin tu presencia?  ¿Qué podemos hacer Señor sin tus manos? 

Señor es necesario que tú hagas presencia en estos lugares donde el conflicto es abierto, la inestabilidad política y el desplazamiento forzoso están acabando con la humanidad. 

Señor Jesús tu presencia es indispensable. Señor mira a tu pueblo como gime de dolor. ¿Qué podemos hacer nosotros Señor? 

Dios concédenos que por intercesión de Madre Laura Montoya y movidos por la fuerza de tu Espíritu alcancemos ese don de la paz. Y si es tu voluntad Señor que encontremos ayuda en todas estas necesidades. 

Señor queremos tener paz, justicia, respetar los Derechos Humanos, la vida. Señor Jesús que por intercesión de la santa Madre Laura Montoya, el mundo entero podamos lograr una paz verdadera donde nos amemos, nos respetemos, donde seamos uno solo, donde ese amor que Tú nos enseñaste a través del Padre Nuestro, nosotros como personas, como seres humanos lo hagamos realidad. 

Amén.

Dios, el único que puede dar sentido a lo que haces / Por P. Carlos García Malo

 


domingo, 20 de octubre de 2024

Papa Francisco en homilía, 20-10-2024: «Como los 14 nuevos santos, cuando aprendemos a servir, cada obra de misericordia se convierte en un reflejo del amor de Dios, continuando la obra de Jesús en el mundo»

 


* «Jesús revela los pensamientos, revela los deseos y proyecciones de nuestro corazón, a veces desenmascarando nuestras expectativas de gloria, de dominio, de poder y de vanidad. Él nos ayuda a pensar ya no según los criterios del mundo, sino conforme al estilo de Dios, que se hace el último para que los últimos sean enaltecidos y lleguen a ser los primeros. Y estas preguntas de Jesús, con su enseñanza sobre el servicio, a menudo son incomprensibles para nosotros, como lo eran para los discípulos. Pero siguiéndolo a Él, caminando tras sus huellas y acogiendo el don de su amor que transforma nuestra manera de pensar, también nosotros podemos aprender el estilo de Dios: el servicio»

      

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa 

* «Bajo esta luz podemos recordar a los discípulos del Evangelio que hoy son canonizados. A lo largo de la agitada historia de la humanidad, ellos fueron siervos fieles, hombres y mujeres que sirvieron en el martirio y en la alegría, como el hermano Manuel Ruiz López y sus compañeros. Son sacerdotes y consagradas fervientes —fervientes— de pasión misionera, como el padre José Allamano, sor María Leonia Paradis y sor Elena Guerra. Estos nuevos santos vivieron según el estilo de Jesús: el servicio. La fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien, firmes en las dificultades, generosos hasta el final» 

20 de octubre de 2024.- (Camino Católico)  La Iglesia Católica ya tiene catorce nuevos santos que han subido a los altares durante la Santa Misa con el rito de canonización que ha presidido el Sumo Pontífice esta mañana en la Plaza de San Pedro en el Vaticano: Manuel Ruiz López y siete compañeros de la Orden de Frailes Menores, y Francisco, Mooti y Rafaele Massabki, fieles laicos, todos ellos conocidos como los mártires de Damasco; Marie-Léonie Paradis, Elena Guerra y José Allamano, sacerdote, fundador de los Institutos de los Misioneros de la Consolata y de las Hermanas Misioneras de la Consolata.

Durante la ceremonia, el Papa Francisco ha pronunciado una homilía en la que ha dedicado unas palabras a los nuevos santos: “A lo largo de la agitada historia de la humanidad, ellos fueron siervos fieles, hombres y mujeres que sirvieron en el martirio y en la alegría, como el hermano Manuel Ruiz López y sus compañeros. Son sacerdotes y consagradas fervientes de pasión misionera, como el padre José Allamano, sor María Leonia Paradis y sor Elena Guerra”.

Francisco ha recordado además que estos nuevos santos vivieron según el estilo de Jesús, que es “el servicio”: “La fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien, firmes en las dificultades, generosos hasta el final”. 

El Papa ha subrayado que el servicio “nace del amor” y el amor “no conoce fronteras, no hace cálculos, se consume y se da”. De hecho – precisa – “cuando aprendemos a servir, cada gesto de atención y cuidado, cada expresión de ternura, cada obra de misericordia, se convierten en un reflejo del amor de Dios. Y así continuamos la obra de Jesús en el mundo”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Santa Misa y canonización de los beatos:


- Manuel Ruiz López Y siete compañeros y Francisco, Mooti y Rafael Massabki

- Giuseppe Allamano

- Marie-Léonie Paradis

- Elena Guerra


HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO


Plaza de San Pedro

XXIX domingo del tiempo ordinario, 20 de octubre de 2024


A Santiago y Juan, Jesús les pregunta:«¿Qué quieren que haga por ustedes?» (Mc 10,36). E inmediatamente después los apremia: «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?» (Mc 10,38). Jesús hace preguntas y, precisamente así, nos ayuda a discernir, porque las preguntas nos hacen descubrir lo que hay dentro de nosotros, iluminan lo que llevamos en el corazón y que a veces no sabemos.


Dejémonos interpelar por la Palabra del Señor. Imaginemos que nos pregunta a cada uno de nosotros: “¿Qué quieres que haga por ti?” y la segunda pregunta “¿Puedes beber de mi mismo cáliz?”.


A través de estas preguntas, Jesús pone de manifiesto el vínculo y las expectativas que los discípulos tienen sobre él, con las luces y sombras propias de cualquier relación. De hecho, Santiago y Juan, están unidos a Jesús, pero tienen pretensiones. Ellos expresan el deseo de estar cerca de Él, pero sólo para ocupar un lugar de honor, para desempeñar un papel importante, para que les conceda sentarse uno a su derecha y el otro a su izquierda, cuando esté en su gloria (cf. Mc 10,37). Evidentemente, piensan en Jesús como Mesías, como un Mesías victorioso y glorioso, y esperan que Él comparta su gloria con ellos. Ven en Jesús al Mesías, pero se lo imaginan según la lógica del poder.


Jesús no se detiene en las palabras de los discípulos, sino que profundiza, escucha y lee el corazónde cada uno de ellos y también de cada uno de nosotros. Y en el diálogo, a través de dos preguntas, intenta sacar a la luz el deseo que hay dentro de esas peticiones.


Primero los interpela: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»; y esta pregunta desvela los pensamientos de sus corazones, pone de manifiesto las expectativas ocultas y los sueños de gloria que los discípulos cultivan en secreto. Es como si Jesús preguntara: “¿Quién quieres que sea yo para ti?” y, así, desenmascara lo que realmente desean: un Mesías poderoso, un Mesías victorioso que les dé un puesto de honor. Y a veces en la Iglesia viene este pensamiento: el honor, el poder.


Luego, con la segunda pregunta, Jesús rechaza esta imagen del Mesías y de este modo los ayuda a cambiar su forma de ver, es decir, a convertirse: «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y recibir el bautismo que yo recibiré?». Con ello, les revela que Él no es el Mesías que ellos piensan; es el Dios del amor, que se abaja para alcanzar a los humildes; que se hace débil para levantar a los débiles; que trabaja por la paz y no por la guerra; que vino para servir y no para ser servido. El cáliz que el Señor beberá es la ofrenda de su vida, es su vida entregada a nosotros por amor, hasta la muerte y una muerte de cruz.


Y así, a su derecha y a su izquierda habrá dos ladrones, crucificados como Él en la cruz y no acomodados en los tronos de poder; dos ladrones clavados con Cristo en el dolor y no sentados en la gloria. El rey crucificado, el justo condenado se hace esclavo de todos: ¡este es verdaderamente el Hijo de Dios! (cf. Mc 15,39). El vencedor no es el que domina, sino el que sirve por amor.Repetimos: el vencedor no es el que domina, sino el que sirve por amor. Nos lo recuerda también la Carta a los Hebreos: «no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros» (4,15).


En este momento, Jesús puede ayudar a los discípulos a convertirse, a cambiar de mentalidad: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad» (Mc 10,42). Pero no tiene por qué ser así para quienes siguen a un Dios que se hizo siervo para alcanzar a todos con su amor. Los que siguen a Cristo, si quieren ser grandes, deben servir, aprendiendo de Él.


Hermanos y hermanas, Jesús revela los pensamientos, revela los deseos y proyecciones de nuestro corazón, a veces desenmascarando nuestras expectativas de gloria, de dominio, de poder y de vanidad. Él nos ayuda a pensar ya no según los criterios del mundo, sino conforme al estilo de Dios, que se hace el último para que los últimos sean enaltecidos y lleguen a ser los primeros. Y estas preguntas de Jesús, con su enseñanza sobre el servicio, a menudo son incomprensibles para nosotros, como lo eran para los discípulos. Pero siguiéndolo a Él, caminando tras sus huellas y acogiendo el don de su amor que transforma nuestra manera de pensar, también nosotros podemos aprender el estilo de Dios: el servicio.No olvidemos las tres palabras que hacen ver el estilo de Dios para servir: cercanía, compasión y ternura. Dios se hace cercano para servir; se hace compasivo para servir; se hace tierno para servir. Cercanía, compasión y ternura.


Esto es lo que debemos anhelar: no el poder, sino el servicio. El servicio es el estilo de vida cristiano. No se trata de una lista de cosas por hacer, como si, una vez hechas, pudiéramos considerar que nuestro turno terminó; quien sirve con amor no dice: “ahora le tocará a otro”. Este es un modo de pensar como empleados, no como testigos. El servicio nace del amor y el amor no conoce fronteras, no hace cálculos, se consume y se da. El amor no se limita a producir para obtener resultados, no es una asistencia ocasional, sino algo que nace del corazón, de un corazón renovado por el amor y en el amor.


Cuando aprendemos a servir, cada gesto de atención y cuidado, cada expresión de ternura, cada obra de misericordia, se convierten en un reflejo del amor de Dios. Y así todos nosotros —cada uno de nosotros— continuamos la obra de Jesús en el mundo.


Bajo esta luz podemos recordar a los discípulos del Evangelio que hoy son canonizados. A lo largo de la agitada historia de la humanidad, ellos fueron siervos fieles, hombres y mujeres que sirvieron en el martirio y en la alegría, como el hermano Manuel Ruiz López y sus compañeros. Son sacerdotes y consagradas fervientes —fervientes— de pasión misionera, como el padre José Allamano, sor María Leonia Paradis y sor Elena Guerra. Estos nuevos santos vivieron según el estilo de Jesús: el servicio. La fe y el apostolado que llevaron a cabo no alimentaron en ellos deseos mundanos ni ansias de poder, sino que, por el contrario, se hicieron servidores de sus hermanos, creativos para hacer el bien, firmes en las dificultades, generosos hasta el final.


Pidamos con confianza su intercesión, para que también nosotros podamos seguir a Cristo, imitarlo en el servicio y convertirnos en testigos de esperanza para el mundo.


Francisco


Fotos: Vatican Media, 20-10-2024