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miércoles, 26 de febrero de 2025

Papa Francisco en su catequesis preparada para hoy: «Imitemos a Simeón y Ana, que saben ‘olfatear’ la presencia de Dios en la pequeñez, acoger con alegría la visita de Dios y encender la esperanza en el corazón de los hermanos»


Foto: Vatican Media

* «Simeón canta la alegría de quien ha visto, de quien ha reconocido y puede transmitir a otros el encuentro con el Salvador de Israel y de los pueblos. Es testigo del don de la fe, que recibe y comunica a los demás; es testigo de la esperanza que no defrauda; es testigo del amor de Dios, que llena de alegría y de paz el corazón del ser humano. Lleno de este consuelo espiritual, el anciano Simeón ve la muerte no como el final, sino como la realización, como la plenitud, la espera como una «hermana» que no destruye, sino que introduce en la vida verdadera que ya ha pregustado y en la que cree»

Camino Católico.-  “Imitemos también nosotros el ejemplo de Simeón y Ana, estos ‘peregrinos de la esperanza’ que tienen ojos límpidos capaces de ver más allá de las apariencias, que saben ‘olfatear’ la presencia de Dios en la pequeñez, que saben acoger con alegría la visita de Dios y volver a encender la esperanza en el corazón de los hermanos y hermanas”, dice así la Catequesis del Papa Francisco preparada para la audiencia general de este miércoles 26 de febrero, pero suspendida debido a la hospitalización del Santo Padre. 

A pesar de que el Papa Francisco se encuentra ingresado en el hospital Gemelli desde hace 12 días, la Oficina de Prensa de la Santa Sede difundió su catequesis sobre “el misterio de la presentación de Jesús en el templo”, en la que invita a los fieles a seguir el ejemplo de Simón y Ana. El texto completo de la reflexión del Santo Padre de la Audiencia General que no se ha celebrado es el siguiente:

CATEQUESIS DEL SANTO PADRE PREPARADA PARA LA AUDIENCIA GENERAL DEL 26 de FEBRERO DE 2025

Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza

Catequesis -I. La infancia de Jesús. 7. «Mis ojos han visto tu salvación» (Lc 2,30). La presentación de Jesús en el Templo

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Contemplemos hoy la belleza de «Jesucristo, nuestra esperanza» (1 Tm 1,1) en el misterio de su presentación en el Templo.

En los relatos de la infancia de Jesús, el evangelista Lucas nos muestra la obediencia de María y José a la Ley del Señor y a todas sus prescripciones. En realidad, en Israel no existía la obligación de presentar al niño en el Templo, pero quien vivía en la escucha de la Palabra del Señor y deseaba conformarse a ella, consideraba que era una práctica valiosa. Así lo hizo Ana, la madre del profeta Samuel, que era estéril; Dios escuchó su oración y ella, después de tener un hijo, lo llevó al templo y lo ofreció para siempre al Señor (cf. 1 S 1,24-28).

Lucas narra, pues, el primer acto de culto de Jesús, celebrado en la ciudad santa, Jerusalén, que será la meta de todo su ministerio itinerante a partir del momento en que tome la firme decisión de subir allí (cf. Lc 9,51), yendo al encuentro del cumplimiento de su misión.

María y José no se limitan a insertar a Jesús en una historia de familia, de pueblo, de alianza con el Señor Dios. Se ocupan de su custodia y de su crecimiento, y lo introducen en la atmósfera de fe y culto. Y ellos mismos crecen gradualmente en la comprensión de una vocación que los supera con creces.

En el Templo, que es «casa de oración» (Lc 19,46), el Espíritu Santo habla al corazón de un hombre anciano: Simeón, un miembro del pueblo santo de Dios preparado en la espera y en la esperanza, que alimenta el deseo de que se cumplan las promesas hechas por Dios a Israel por medio de los profetas. Simeón percibe en el Templo la presencia del Ungido del Señor, ve la luz que resplandece en medio de los pueblos sumidos «en tinieblas» (cf. Is 9,1) y va al encuentro de ese niño que, como profetiza Isaías, «nació para nosotros», es el hijo que «nos ha sido dado», el «Príncipe de la paz» (Is 9,5). Simeón abraza a ese niño que, pequeño e indefenso, descansa entre sus brazos; pero es él, en realidad, quien encuentra el consuelo y la plenitud de su existencia abrazándolo. Lo expresa en un cántico lleno de conmovedora gratitud, que en la Iglesia se ha convertido en la oración al final del día:

«Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo

se vaya en paz, según tu palabra,

porque mis ojos han visto tu salvación,

la que has preparado ante todos los pueblos:

luz para iluminar a los gentiles

y gloria de tu pueblo, Israel» (Lc 2,29-32).

Simeón canta la alegría de quien ha visto, de quien ha reconocido y puede transmitir a otros el encuentro con el Salvador de Israel y de los pueblos. Es testigo del don de la fe, que recibe y comunica a los demás; es testigo de la esperanza que no defrauda; es testigo del amor de Dios, que llena de alegría y de paz el corazón del ser humano. Lleno de este consuelo espiritual, el anciano Simeón ve la muerte no como el final, sino como la realización, como la plenitud, la espera como una «hermana» que no destruye, sino que introduce en la vida verdadera que ya ha pregustado y en la que cree.

En aquel día, Simeón no es el único que ve la salvación hecha carne en el niño Jesús. Lo mismo le sucede a Ana, una mujer de más de ochenta años, viuda, dedicada enteramente al servicio del Templo y consagrada a la oración. Al ver al niño, de hecho, Ana celebra al Dios de Israel, que precisamente en ese pequeño ha redimido a su pueblo, y se lo cuenta a los demás, difundiendo generosamente la palabra profética. El canto de la redención de dos ancianos difunde así el anuncio del Jubileo a todo el pueblo y al mundo. En el Templo de Jerusalén se reaviva la esperanza en los corazones porque en él ha hecho su entrada Cristo, nuestra esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, imitemos también nosotros el ejemplo de Simeón y Ana, estos «peregrinos de la esperanza» que tienen ojos límpidos capaces de ver más allá de las apariencias, que saben «olfatear» la presencia de Dios en la pequeñez, que saben acoger con alegría la visita de Dios y volver a encender la esperanza en el corazón de los hermanos y hermanas.

Francisco

Papa Francisco en Mensaje para la Cuaresma 2025: «Confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre»

* «Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios; significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia»   


En el vídeo puedes escuchar el mensaje 

Camino Católico.-  “Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre”, expresa el Papa Francisco en su mensaje para el tiempo litúrgico de la Cuaresma 2025 que publica este 25 de febrero la Oficina de Prensa de la Santa Sede: “Caminemos juntos en la esperanza”. En él plantea tres llamados a la conversión: como peregrinos, en la sinodalidad, y la esperanza.  El texto íntegro del mensaje es el siguiente: 

MENSAJE DEL SANTO PADRE

FRANCISCO

PARA LA CUARESMA 2025

Caminemos juntos en la esperanza

Queridos hermanos y hermanas:

Con el signo penitencial de las cenizas en la cabeza, iniciamos la peregrinación anual de la santa cuaresma, en la fe y en la esperanza. La Iglesia, madre y maestra, nos invita a preparar nuestros corazones y a abrirnos a la gracia de Dios para poder celebrar con gran alegría el triunfo pascual de Cristo, el Señor, sobre el pecado y la muerte, como exclamaba san Pablo: «La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?» ( 1 Co 15,54-55). Jesucristo, muerto y resucitado es, en efecto, el centro de nuestra fe y el garante de nuestra esperanza en la gran promesa del Padre: la vida eterna, que ya realizó en Él, su Hijo amado (cf. Jn 10,28; 17,3) [1].

En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria.

Antes que nada, caminar. El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel. No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Surge aquí una primera llamada a la conversión, porque todos somos peregrinos en la vida. Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me dejo interpelar por esta condición? ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad? Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide, para ser mejores caminantes hacia la casa del Padre. Este es un buen “examen” para el viandante.

En segundo lugar, hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales [2]. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos [3]. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios (cf. Ga 3,26-28); significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia.

En esta cuaresma, Dios nos pide que comprobemos si en nuestra vida, en nuestras familias, en los lugares donde trabajamos, en las comunidades parroquiales o religiosas, somos capaces de caminar con los demás, de escuchar, de vencer la tentación de encerrarnos en nuestra autorreferencialidad, ocupándonos solamente de nuestras necesidades. Preguntémonos ante el Señor si somos capaces de trabajar juntos como obispos, presbíteros, consagrados y laicos, al servicio del Reino de Dios; si tenemos una actitud de acogida, con gestos concretos, hacia las personas que se acercan a nosotros y a cuantos están lejos; si hacemos que la gente se sienta parte de la comunidad o si la marginamos [4]. Esta es una segunda llamada: la conversión a la sinodalidad.

En tercer lugar, recorramos este camino juntos en la esperanza de una promesa. La esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5), mensaje central del Jubileo [5], sea para nosotros el horizonte del camino cuaresmal hacia la victoria pascual. Como nos enseñó el Papa Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, «el ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro” ( Rm 8,38-39)» [6]. Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado [7], y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo.

Esta es, por tanto, la tercera llamada a la conversión: la de la esperanza, la de la confianza en Dios y en su gran promesa, la vida eterna. Debemos preguntarnos: ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?  

Hermanas y hermanos, gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme [8]. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» ( 1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo. Así se expresaba santa Teresa de Jesús: «Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo» ( Exclamaciones del alma a Dios, 15, 3) [9].

Que la Virgen María, Madre de la Esperanza, interceda por nosotros y nos acompañe en el camino cuaresmal.

 

Roma, San Juan de Letrán, 6 de febrero de 2025, memoria de los santos Pablo Miki y compañeros, mártires.

Francisco

[1] Cf. Carta enc. Dilexit nos (24 octubre 2024), 220.

[2] Cf. Homilía en la Santa Misa por la canonización de los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti (9 octubre 2022).

[3] Cf. ibíd.

[4] Cf. ibíd.

[5] Cf. Bula Spes non confundit, 1.

[6] Carta enc. Spe salvi (30 noviembre 2007), 26.

[7] Cf. Secuencia del Domingo de Pascua.

[8] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 1820.

[9] Ibíd., 1821.

Fotos: Vatican Media

Homilía del P. Carlos González y lecturas de la Misa de hoy, miércoles de la 7ª semana de Tiempo Ordinario, 26-2-2025

26 de febrero de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Carlos González y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 7ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid. 

Santa Misa de hoy, miércoles de la 7ª semana de Tiempo Ordinario, 26-2-2025

26 de febrero de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 7ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. Carlos González, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gloriosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 26-2-2025

26 de febrero de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, miércoles, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 26-2-2025


26 de febrero de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 26/2/2025: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 26 de febrero de 2025, miércoles de la 7ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Marcos 9, 38-40:

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».

Jesús respondió:

«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

En cada gesto de humildad, oración y servicio, el corazón se eleva hacia Dios, a través de Su gracia podemos vivir en plenitud / Por P. Carlos García Malo

 


martes, 25 de febrero de 2025

El Papa Francisco: «Sigue en estado crítico, pero estable; se le ha practicado un TAC programado para el control radiológico de una neumonía bilateral; el pronóstico sigue siendo reservado»


Ante la estatua de Juan Pablo, en el Policlínico Gemelli, donde el Papa Francisco se encuentra hospitalizado desde el viernes 14 de febrero de 2025, la gente se reúne a rezar por él / Foto: Vatican Media

Camino Católico.- El boletín médico difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede la tarde del 25 de febrero, informa de la evolución de la salud del Santo Padre aportando las siguientes valoraciones:

“El estado clínico del Santo Padre sigue siendo crítico pero estable. 

No se han producido episodios respiratorios agudos y los parámetros hemodinámicos permanecen estables. 

Por la tarde se le ha practicado un TAC programado para el control radiológico de una neumonía bilateral. El pronóstico sigue siendo reservado. Por la mañana, tras recibir la Eucaristía, se reincorporó al trabajo”.

Manoel Angelim Dino y Maria de Sousa Dino cumplen 84 años de casados y baten el récord del matrimonio más longevo del mundo; su secreto el amor y rezan juntos todas las tardes el rosario y ven la Misa por la tele

Maria de Sousa Dino y Manoel Angelim Dino en febrero de 2025, 101 y 105 años respectivamente / Foto: Cortesía Familia Dino - LongeviQuest

Camino Católico.- Este matrimonio católico brasileño acaba de ingresar al Libro de los Récords Guinness por tener el matrimonio más duradero del mundo. Manoel Angelim Dino y Maria de Sousa Dino llevan juntos 84 años, siendo testimonio vivo de amor, fe y compañerismo.

"Dicen que el amor es atemporal, y el matrimonio brasileño de Manoel Angelim Dino y Maria de Sousa Dino es prueba viviente de ello", informa el perfil oficial del Guinness World Records en Instagram.

El anuncio fue realizado por LongeviQuest el 5 de febrero de 2025, luego de una extensa investigación para encontrar la unión más duradera del mundo con ambos cónyuges aún con vida. Su matrimonio también figura entre los más largos jamás registrados en la historia.

Más de ocho décadas de amor

Manoel, de 105 años, nació el 17 de julio de 1919, y Maria, hoy con 101 años, nació el 23 de abril de 1923. Ambos son originarios de la zona rural de Boa Viagem, Ceará, y contrajeron matrimonio el 20 de noviembre de 1940.

Se conocieron alrededor de 1936 mientras trabajaban en la agricultura para ayudar a sus familias. En una ocasión, Manoel viajó a la región de Almeida, en el distrito de Boa Viagem, para recoger una remesa de rapaduras y, en ese momento, vio a Maria por primera vez.

Maria de Sousa Dino y Manoel Angelim Dino / Foto: Cortesía Familia Dino - LongeviQuest

Manoel se enamoró de María a primera vista y, a pesar de la oposición inicial de su madre, él conquistó a su familia y se casaron cuatro años después.

Juntos trabajaron en la agricultura, enfrentando dificultades mientras criaban a 13 hijos y construían una gran familia. Hoy tienen 55 nietos, 60 bisnietos y 14 tataranietos.

Perseverancia en el matrimonio y en la fe

Actualmente, Manoel y Maria disfrutan de una vida tranquila y pacífica. Debido a su avanzada edad, Manoel descansa la mayor parte del día, pero al caer la noche se sienta junto a su esposa en la sala.

Cada noche, a las 6:00 p.m., rezan el rosario por la radio y, luego, participan de la Santa Misa por televisión.


Maria en su cumpleaños 101 en Abril de 2024 / Foto: Familia Dino - LongeviQuest

Manoel en su cumpleaños 103 en Julio de 2022. Créditos: Cortesía Familia Dino / LongeviQuest

Para ellos, evitar los vicios ha sido clave para una vida larga. Y cuando se le pregunta a Maria cuál es el secreto para un matrimonio feliz y duradero, su respuesta es sencilla: amor.