* «La tradición de la Iglesia desde San Agustín ha contemplado a la familia humana –esposo, esposa e hijos– como un reflejo o icono de la Santísima Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo–. Las familias, por tanto, viven en la verdad y en paz en la medida en que cada uno de sus miembros, imitando el ejemplo de las tres personas divinas, se olvida de sí mismo y vive al servicio de los demás»
