19 de diciembre de 2023.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, martes de la 3ª semana de Adviento, presidida por el P. José Blanco, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Evangelio: San Lucas 1, 5-25:
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».
Evangelio: San Mateo 1, 18-24:
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta.
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
* Francisco Rivera, el padre de Giovana, fue a rezar a la Basílica de Guadalupe y al terminar el canónigo Jorge Palencia le dijo: «tu hija ya sanó, ve a verla y ponle el rosario en la mano»”. Al volver al hospital pudo comprobar que esas palabras se cumplían
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Y no olvidemos a nuestros hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra, en Ucrania, Palestina e Israel y otras zonas de conflicto. Que la proximidad de la Navidad fortalezca nuestro compromiso de abrir caminos de paz. Sigo recibiendo noticias muy graves y dolorosas de Gaza. Civiles desarmados están siendo bombardeados y tiroteados. Y esto ha ocurrido hasta dentro del recinto parroquial de la Sagrada Familia, donde no hay terroristas, sino familias, niños, enfermos y discapacitados, monjas. Una madre y su hija, la Sra. Nahida Khalil Anton y su hija Samar Kamal Anton, fueron asesinadas y otras personas fueron heridas por francotiradores cuando iban al baño. La casa de las Hermanas de la Madre Teresa resultó dañada y su generador fue alcanzado. Algunos dicen: ‘Es el terrorismo, es la guerra’. Sí, es guerra, es terrorismo. Por eso dice la Escritura que ‘Dios pone fin a las guerras… rompe los arcos y quiebra las lanzas’ (cf. Sal 46,9). Roguemos al Señor por la paz»
Evangelio: San Juan 1, 6-8.19-28:
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?»
Él confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió: «No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿Qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Leer más... |
* «La alegría del cristiano es la alegría del que estando perdido y en peligro de muerte en una noche oscura y helada ve aparecer de repente una luz potente que le muestra el camino hacia casa…. No permanecemos ciegos ante la realidad que nos rodea; sabemos dónde estamos, y padecemos también las consecuencias de esta situación; pero hemos visto brillar la luz que lo ha iluminado y cambiado todo. Esta luz es Jesucristo, la luz capaz de disipar las tinieblas, la fuerza capaz de reconstruir las ruinas, el amor que puede restablecer la justicia y convertirnos en hermanos: ésta es la razón de nuestra alegría. Pero el drama de nuestra historia está en que –como dice San Juan– esta Luz «vino a su casa y los suyos no la recibieron»: se nos ha dado el poder para transformar el mundo pero vivimos ignorando o rechazando este poder, y por ello seguimos sumidos en las tinieblas”