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sábado, 28 de septiembre de 2024

Papa Francisco a católicos en Bélgica, 28-9-2024: «El Evangelio, recibido y donado, conduce a la alegría, descubre que Dios es el Padre de la misericordia, nos levanta y nunca nos retira su amor»


* «Dios jamás retira su amor por ti. Esto, frente a la experiencia del mal, a veces pudiera parecernos “injusto”, porque nosotros sólo aplicamos la justicia terrena que dice que “quien se equivoca debe pagar por su error”. Sin embargo, la justicia de Dios es superior; el que se haya equivocado está llamado a reparar sus errores, pero para sanar su corazón necesita del amor misericordioso de Dios. No se olviden: Dios perdona todo, Dios perdona siempre, Dios nos justifica con su misericordia, es decir, nos hace justos porque nos da un corazón nuevo, una vida nueva»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con el discurso del Papa 

* «Caminen juntos, ustedes y el Espíritu Santo, juntos, y practiquen la misericordia, para así ser Iglesia. Sin el Espíritu, no acontece nada de cristiano. Nos lo enseña la Virgen María, nuestra Madre. Que ella los guíe y los cuide. Bendigo a todos de corazón. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias» 

28 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) “El Evangelio, acogido y compartido, recibido y donado, nos conduce a la alegría, porque nos hace descubrir que Dios es el Padre de la misericordia, que se conmueve por nosotros, que nos levanta de nuestras caídas, que nunca nos retira su amor”, ha dicho el Papa Francisco durante el encuentro con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y agentes de pastoral de Bélgica, con quienes se encontró este sábado 28 de septiembre, en la Basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg de Bruselas, en el marco de su 46 Viaje Apostólico a Luxemburgo y Bélgica. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


Viaje apostólico a Bélgica: 

Encuentro con obispos, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y operadores pastorales en la basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Sábado, 28 de septiembre de 2024

Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

Me siento feliz de estar aquí entre ustedes. Agradezco a Mons. Terlinden por sus palabras y por habernos recordado la prioridad de anunciar el Evangelio. Gracias a todos.

En esta encrucijada que es Bélgica, ustedes son una Iglesia “en movimiento”. En efecto, desde hace tiempo están buscando transformar la presencia de las parroquias en el territorio y dar un fuerte impulso a la formación de los laicos. Se esfuerzan, sobre todo, por ser una comunidad cercana a la gente, que acompaña a las personas y que da testimonio con gestos de misericordia.

Partiendo de sus preguntas, quisiera proponerles algunas líneas de reflexión que giran alrededor de tres palabras: evangelización, alegría y misericordia.

El primer camino que estamos llamados a recorrer es la evangelización. Los cambios de nuestra época y la crisis de la fe que experimentamos en occidente nos han impulsado a regresar a lo esencial, es decir, al Evangelio, para que a todos se anuncie nuevamente la buena noticia que Jesús trajo al mundo, haciendo resplandecer toda su belleza. La crisis —cada crisis— es un tiempo que se nos ha ofrecido para sacudirnos, para interpelarnos y para cambiar. Es una ocasión preciosa —en el lenguaje bíblico se dice kairós, ocasión especial— como sucedió a Abram, a Moisés y a los profetas. Cuando experimentamos las desolaciones, de hecho, siempre debemos preguntarnos cuál es el mensaje que el Señor nos quiere comunicar. ¿Y qué es lo que nos hace ver la crisis? Hemos pasado de un cristianismo establecido en un marco social acogedor, a un cristianismo “de minorías” o, mejor dicho, de testimonio. Y esto reclama la valentía de una conversión eclesial, para comenzar esas transformaciones pastorales que tienen que ver incluso con las costumbres, los modelos, los lenguajes de la fe, para que estén realmente al servicio de la evangelización (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 27).

Y quisiera decirle a Helmut, que esta valentía se exige también a los sacerdotes. Ser sacerdotes que no se limitan a conservar o administrar un patrimonio del pasado, sino pastores, pastores enamorados de Cristo y prontos para acoger las exigencias del Evangelio —con frecuencia implícitas— mientras caminan con el santo Pueblo de Dios; y nosotros caminamos un poco adelante, un poco en medio y un poco atrás. Y cuando llevamos el Evangelio —pienso en lo que dijo Yaninka— el Señor abre nuestros corazones al encuentro con el que es distinto a nosotros. Es bueno, y más aún necesario, que entre los jóvenes haya sueños y espiritualidades diferentes. Así debe ser, porque pueden ser muchos los caminos personales y comunitarios, pero nos conducen a la misma meta, al encuentro con el Señor. En la Iglesia hay lugar para todos —todos, todos— y ninguno debe ser fotocopia de nadie. La unidad en la Iglesia no es uniformidad, se trata más bien de encontrar la armonía de las diferencias. Y también a Arnaud le diría: el proceso sinodal debe ser un retorno al Evangelio, no debe haber entre las prioridades alguna reforma que vaya “a la moda”, sino más bien cuestionarse: ¿cómo podemos hacer llegar el Evangelio a una sociedad que ya no lo escucha o que se aleja de la fe? Preguntémonos todos. 

El segundo camino a transitar es la alegría. No se trata de las alegrías asociadas a algo momentáneo, ni de consentir los modelos de evasión o de diversión consumista; sino de una alegría más grande, que acompaña y sostiene la vida inclusive en los momentos oscuros o dolorosos, y esto es un don que viene de lo alto, de Dios. Es la alegría del corazón suscitada por el Evangelio, es saber que a lo largo del camino no estamos solos y que aún en las situaciones de pobreza, de pecado, de aflicción, Dios es cercano, cuida de nosotros y no permitirá que la muerte tenga la última palabra. Dios es cercano, cercanía. Mucho antes de ser Papa, Joseph Ratzinger escribió que una regla del discernimiento es la siguiente: «donde muere el humor, ni siquiera existe el Espíritu Santo […]. Y viceversa: la alegría es signo de gracia» (El Dios de Jesucristo, Brescia 1978, 129). Esto es hermoso. Quisiera entonces decirles que su predicación, su modo de celebrar, su servicio y apostolado deben dejar traslucir la alegría del corazón, ya que esto suscita preguntas y atrae incluso a los más alejados. La alegría del corazón; no esa sonrisa falsa de circunstancias, sino la alegría del corazón. Agradezco a sor Agnese y le digo: la alegría es el camino. Cuando la fidelidad se presenta difícil, debemos mostrar —como tú lo has dicho, Agnese— que esta virtud es un “camino a la felicidad”. Y entonces, viendo hacia dónde conduce el camino, estamos más preparados para iniciarlo.  

Y el tercer itinerario es la misericordia. El Evangelio, acogido y compartido, recibido y donado, nos conduce a la alegría, porque nos hace descubrir que Dios es el Padre de la misericordia, que se conmueve por nosotros, que nos levanta de nuestras caídas, que nunca nos retira su amor. Fijemos esto en nuestro corazón: Dios jamás nos retira su amor. “Pero Padre, ¿aunque haga algo grave?”. Dios jamás retira su amor por ti. Esto, frente a la experiencia del mal, a veces pudiera parecernos “injusto”, porque nosotros sólo aplicamos la justicia terrena que dice que “quien se equivoca debe pagar por su error”. Sin embargo, la justicia de Dios es superior; el que se haya equivocado está llamado a reparar sus errores, pero para sanar su corazón necesita del amor misericordioso de Dios. No se olviden: Dios perdona todo, Dios perdona siempre, Dios nos justifica con su misericordia, es decir, nos hace justos porque nos da un corazón nuevo, una vida nueva.

Por eso diría a Mia: gracias por el gran trabajo que hacen para transformar la rabia y el dolor en ayuda, cercanía y compasión. Los abusos generan atroces sufrimientos y heridas, mermando incluso el camino de la fe. Y se necesita mucha misericordia para no permanecer con el corazón de piedra frente al sufrimiento de las víctimas, para hacerles sentir nuestra cercanía y ofrecerles toda la ayuda posible, para aprender de ellas —como lo has dicho tú— a ser una Iglesia que se hace sierva de todos sin someter a nadie. Sí, porque una raíz de la violencia está en el abuso de poder, cuando utilizamos nuestros roles para aplastar o manipular a los demás.

Y misericordia —pienso en el ministerio de Pieter— es una palabra clave para los presos. Cuando entro en una cárcel me pregunto: ¿por qué ellos sí y yo no? Jesús nos muestra que Dios no se distancia de nuestras heridas e impurezas. Él sabe que todos cometemos errores, pero que ninguno es un error. Nadie está perdido para siempre. Es justo entonces seguir los caminos de la justicia terrena y los itinerarios humanos, psicológicos y penales; pero la pena debe ser una medicina, debe llevar a la sanación. Se necesita ayudar a las personas para levantarse, a reencontrar su senda en la vida y en la sociedad. Sólo bajo una circunstancia en la vida de todos se nos permite mirar a una persona de arriba hacia abajo, para ayudarla a levantarse. Sólo así. Recordemos que todos podemos cometer errores, pero que ninguno es un error. Nadie está perdido para siempre. Misericordia, siempre, siempre misericordia.

Hermanas y hermanos, les agradezco. Y al despedirme quisiera recordarles una obra de Magritte, vuestro ilustre pintor, que se titula “El acto de fe”. Representa una puerta cerrada por dentro, pero con una abertura al centro, está abierta hacia el cielo. Es una abertura que nos invita a ir más allá, a mirar hacia delante y hacia arriba, a no encerrarnos nunca en nosotros mismos, nunca en nosotros mismos. Los dejo con esta imagen, como símbolo de una Iglesia que nunca cierra sus puertas —por favor, nunca cierra las puertas—, que a todos ofrece una apertura al infinito, que sabe mirar más allá. Esta es la Iglesia que evangeliza, que vive la alegría del Evangelio, que practica la misericordia.

Hermanas y hermanos, caminen juntos, ustedes y el Espíritu Santo, juntos, y practiquen la misericordia, para así ser Iglesia. Sin el Espíritu, no acontece nada de cristiano. Nos lo enseña la Virgen María, nuestra Madre. Que ella los guíe y los cuide. Bendigo a todos de corazón. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 28-9-2024

Homilía del P. José Aurelio Martín y lecturas de la Misa de hoy, sábado de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, 28-9-2024

28 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. José Aurelio Martín Jiménez y lecturas de la Santa Misa de hoy, sábado de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, sábado de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, 28-9-2024


28 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, sábado de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 28/9/2024: «Les daba miedo preguntarle sobre el asunto» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 28 de septiembre de 2024, sábado de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 9, 43b-45:

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

«Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».

Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido.

Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Misterios Gozosos del Santo Rosario en la Parroquia Asunción de Nuestra Señora, Torrelodones, 28-9-2024


28 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Misterios Gozosos del Santo Rosario en la parroquia Asunción de Nuestra Señora, Torrelodones, emitido por 13 TV.

Oración a San Lorenzo Ruiz, el primer mártir de Filipinas, por una necesidad urgente

Camino Católico.- Cada 28 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de San Lorenzo Ruiz, el primer mártir de Filipinas, y sus compañero también martirizados.

Fernando de Magallanes, en su intento de circunnavegar el mundo, desembarcó en 1521 en unas islas a las que puso bajo dominio español y las llamó "Filipinas", en honor al príncipe Felipe (que pronto sería rey Felipe) de España. Varios sacerdotes católicos habían acompañado a Magallanes e, inmediatamente, comenzaron a difundir el mensaje evangélico. El catolicismo se extendió por todas las islas.

Lorenzo Ruiz nació unos 80 años más tarde, hacia 1600, en Binondo, Manila. Su padre era chino y su madre filipina. Ambos eran católicos devotos e hicieron todo lo posible por inculcar la fe a Lorenzo. Su hijo fue monaguillo y luego sacristán. También fue miembro de la Cofradía Dominicana del Santísimo Rosario. Se formó en el arte de la caligrafía y se convirtió en calígrafo. 

Consiguió trabajo y se casó con una mujer llamada Rosario. La pareja tuvo tres hijos: dos varones y una mujer. Eran una pareja feliz y corriente. Entonces, el destino intervino y cambió sus vidas.

España gobernaba Filipinas y, por una razón nunca comprendida ni probada, Lorenzo fue acusado del asesinato de un español. Corría el año 1636 y Lorenzo proclamó su inocencia; sin embargo, fue condenado a muerte por un crimen que no había cometido. Decidió abandonar su hogar y buscar un lugar seguro donde vivir, rezando todo el tiempo para que le absolvieran de los cargos que se le imputaban.

Lorenzo se despidió de Rosario y prometió enviarle dinero. Luego, en la oscuridad de la noche, abandonó su casa. Consiguió contactar con dos sacerdotes dominicos y un leproso, y pudo conseguir pasaje en un barco con destino a Japón. El barco zarpó a mediados de junio de 1636 y, tras un arduo viaje, llegó a Japón. Sin embargo, para su sorpresa y consternación, resultó ser el lugar equivocado para cualquier cristiano católico.

No tenían ni idea de que los gobernantes de Japón odiaban a los cristianos católicos. De hecho, la población cristiana de Japón estaba siendo aniquilada. A los pocos días de su llegada, Lorenzo y sus compañeros fueron detenidos. Les dijeron que se retractaran de su fe católica o se enfrentarían a la muerte, pero ellos se negaron.

Lorenzo y sus amigos fueron encarcelados durante dos años. Las condiciones eran horribles y vivían como animales. De vuelta en Manila, Rosario nunca oyó una palabra y nadie sabía qué había sido de Lorenzo. Pasados dos años, Lorenzo y sus compañeros fueron trasladados a la prisión de Nagasaki, donde se enfrentarían a la tortura y al juicio por ser católicos.

Cuando todos se negaron a negar su fe, fueron colgados boca abajo sobre una fosa abierta. Sus cuerpos estaban ligeramente atados para prolongar la agonía, permitiendo que su sangre circulara lentamente. Los captores hacían cortes en la cabeza de los prisioneros cada pocas horas para permitir la salida de la sangre acumulada. La inhumanidad del hombre hacia el hombre no tiene rivales.

Tres días después, los cuatro hombres habían muerto. Sus cuerpos fueron quemados y sus cenizas arrojadas al puerto de Nagasaki. Aunque el dolor tuvo que ser inimaginable, ninguno de ellos renegó de Jesucristo. Murieron mártires el 29 de septiembre de 1637 y fueron beatificados el 18 de febrero de 1981 por el Papa Juan Pablo II. El 18 de octubre de 1987, tras dos milagros atribuidos a la intercesión de Lorenzo, fue canonizado en Roma por san Juan Pablo II.

San Lorenzo Ruiz es el primer filipino canonizado y se le llama Protomártir de Filipinas porque fue el primer mártir de allí. Es el patrón de los monaguillos y del pueblo filipino.

Pidamos a San Lorenzo Ruiz su intercesión por una necesidad urgente con esta oración:

Glorioso santo San Lorenzo fortísimo mártir de Jesucristo, cuya misericordia y compasión con los pobres te puso en las manos tesoros para el socorro de los necesitados y mendigos; ¿de qué medio más eficaz puedo valerme para apremiarte a socorrerme, que recordarte aquella alegría y aquel gran gusto, que sentía tu corazón al extender el brazo para dar al pobre su socorro?

¿Por qué no has de darme el consuelo y la gloria de socorrer mi necesidad? Alarga tu mano y dame santa caridad para resolver mis apremiantes penurias: (haz en este punto tu petición especial a San Lorenzo, según lo que esperas conseguir de él).

Espero me presentes en el tribunal de Dios como uno de los más fieles y más necesitados de los pobres, espero que uses tu poder en los Cielos y me alcances la misericordia del Señor, el remedio de mis angustiosas necesidades, y pueda dejar atrás mis problemas económicos y todos los demás que me causan angustia.

Santo mío, bendito Lorenzo, hombre de fe, ilumina mi entendimiento para que vea la luz clara de la verdad y mi voluntad encendida, para que la ame y la abrace y no la deje por toda la eternidad. Santo glorioso Lorenzo, mira mi alma tan pobre de virtudes y cargada de faltas y culpas, y alcánzame de Dios el socorro de su gracia, y así poder aparecer en su presencia.

Gracias Señor, por darnos santos que, como el bienaventurado San Lorenzo, nos ayudan a vencer las dificultades de la vida y nos anima a ser fuertes ante la adversidad. Gracias Señor, por los dones que concedes, porque en el testimonio y la valentía de tus mártires, nosotros podemos contemplar tu grandeza.

Gracias te damos por escucharnos y atendernos, gracias por tu misericordia y bondad que siempre llega a nosotros cuando la precisamos. Ayúdanos a que procuremos no tanto ser servidos sino servir, para que siempre y en todo lugar se haga tu voluntad. Amén.

El Santo Rosario es arma y escudo contra el mal, rézalo y verás su intercesión y poder / Por P. Carlos García Malo

 




viernes, 27 de septiembre de 2024

Papa Francisco a profesores universitarios en Bélgica, 27-9-2024: «Contra el cansancio del espíritu y el racionalismo sin alma, tenemos que aprender nosotros a rezar como Iabés: ‘Señor, ensancha nuestras fronteras’»


* «¿Por qué el hombre, a pesar de todo el progreso, sigue siendo un desconocido para sí mismo y lo es cada vez más? Porque ha perdido la llave para comprender la esencia del hombre. La ley de nuestra verdad dice que el hombre se reconoce sólo desde lo alto, por encima de él, desde Dios, porque sólo de Dios trae su existencia»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con el discurso del Papa 

* «Pidamos que Dios bendiga nuestro trabajo, al servicio de una cultura capaz de afrontar los retos de hoy. El Espíritu Santo que hemos recibido como don nos impulsa a buscar, a abrir los espacios de nuestro pensar y de nuestro obrar, hasta guiarnos a la verdad plena. Tenemos la certeza —como nos ha dicho el rector al inicio— ‘de que no sabemos todavía todo’, pero, al mismo tiempo, es precisamente esta limitación la que debe empujarles siempre a ir hacia adelante, ayudándoles a mantener encendida la llama de la investigación y a seguir siendo como una ventana abierta al mundo de hoy» 


 27 de septiembre de 2024.- (Vatican News / Camino Católico)  La tarde de este viernes, 27 de septiembre, el Santo Padre se ha reunido con los docentes universitarios de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, en el marco de su 46 Viaje Apostólico a Luxemburgo y Bélgica. Al evocar la historia bíblica de Iabés narrado en el Libro de las Crónicas, el Pontífice ha recomendado: “Contra el cansancio del espíritu y el racionalismo sin alma, tenemos que aprender también nosotros a rezar como Iabés: Señor, ensancha nuestras fronteras”.

“Sean inquietos buscadores de la verdad y no apaguen nunca la pasión, para no ceder a la acidia del pensamiento. Sean protagonistas en la generación de una cultura de la inclusión, de la compasión, de la atención a los más débiles y a los grandes desafíos del mundo en que vivimos”, con estas palabras el Papa Francisco ha alentado a los docentes. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


Viaje apostólico a Bélgica: 

Encuentro con profesores universitarios en la «Promotiezaal» de la «Katholieke Universiteit Leuven»

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Viernes, 27 de septiembre de 2024

Señor Rector, ilustres profesores, queridos hermanos y hermanas, buenas tardes.

Me alegro de poder estar aquí entre ustedes y agradezco al rector sus palabras de bienvenida, con las que ha recordado la historia y la tradición en las que está cimentada esta Universidad, así como también algunos de los principales retos actuales que nos interpelan a todos. Esta es la primera tarea de la Universidad: ofrecer una formación integral para que las personas adquieran los instrumentos necesarios para interpretar el presente y proyectar el futuro.

La formación cultural, ciertamente, no es nunca un fin en sí misma y las universidades no deben caer en la tentación de convertirse en “catedrales en el desierto”, sino que son, por su propia naturaleza, lugares donde se promueven ideas y nuevos estímulos para la vida y el pensamiento del hombre y para los desafíos de la sociedad, es decir, espacios generativos. Es hermoso pensar que la Universidad genera cultura, desarrolla ideas, pero sobre todo promueve la pasión por la búsqueda de la verdad, al servicio del progreso humano. En particular, los ateneos católicos, como este, están llamados «a llevar la aportación decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia, que está siempre abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuestas» (Const. ap. Veritatis gaudium, 3).

Deseo por tanto hacerles una sencilla invitación a ensanchar las fronteras del conocimiento. No se trata de aumentar las nociones o las teorías, sino de hacer de la formación académica y cultural un espacio vital, que abraza la vida y la interpela.


Hay una breve historia bíblica que se narra en el Libro de las Crónicas, que me gustaría evocar aquí. El protagonista es Iabés, que dirige a Dios esta súplica: «Si me bendices verdaderamente, ensancharás mis fronteras» (1 Cr 4,10). Iabés significa “dolor”, y lo habían llamado así porque su madre había sufrido mucho al darlo a luz. Pero ahora Iabés no quiere quedarse encerrado en su dolor, dejándose arrastrar por el lamento, y pide al Señor “ensanchar las fronteras” de su vida, para entrar en un espacio bendito, más grande, más acogedor.

Ensanchar las fronteras y ser un espacio abierto para el hombre y para la sociedad constituye la gran misión de la Universidad.

En nuestro contexto, efectivamente, nos encontramos ante una situación ambivalente, en la que los márgenes se estrechan. Por una parte, estamos sumergidos en una cultura marcada por la renuncia a la búsqueda de la verdad; hemos perdido la inquieta pasión de indagar, para refugiarnos en la comodidad de un pensamiento débil, en la convicción de que todo es igual, de que una cosa vale lo mismo que la otra, de que todo es relativo. Por otra parte, cuando se habla de la verdad en los contextos universitarios y también en otros ámbitos, se cae muchas veces en una actitud racionalista, según la cual sólo se puede considerar verdadero lo que podemos medir y experimentar, como si la vida se redujese únicamente a la materia y a lo visible. En ambos casos los límites resultan reducidos.

En cuanto al primer punto, tenemos el cansancio del espíritu, que nos relega a una incertidumbre constante y a la ausencia de pasión, como si fuese inútil buscar un sentido en una realidad que permanece incomprensible. Este sentimiento emerge frecuentemente en algunos personajes de las obras de Franz Kafka, que describió la condición trágica y angustiante del hombre del siglo XX. En un diálogo entre dos personajes de uno de sus relatos, encontramos esta afirmación: «Creo que usted no tiene tratos con la verdad simplemente porque es demasiado agotadora» (Descripción de una lucha, 1908). Buscar la verdad es agotador, porque nos obliga a salir de nosotros mismos, a arriesgarnos, a hacernos preguntas. Y, por eso, nos atrae más —en el cansancio del espíritu— una vida superficial que no plantea demasiados interrogantes; así como del mismo modo nos atrae más una “fe” fácil, ligera y cómoda, que nunca nos cuestiona nada.


En cuanto al segundo punto, por el contrario, tenemos el racionalismo sin alma, en el que hoy corremos el riesgo de caer nuevamente, condicionados por la cultura tecnocrática. Cuando se reduce al hombre a la mera materia, cuando se quiere forzar la realidad a los límites de lo que es visible; cuando la razón es únicamente aquella matemática y “de laboratorio”, entonces se pierde el asombro, se esfuma esa maravilla interior que nos empuja a buscar más allá, a mirar al cielo, a desentrañar aquella verdad escondida que afronta las preguntas fundamentales: ¿por qué existo?, ¿qué sentido tiene mi vida?, ¿cuál es el objetivo final y la última meta de este viaje? Se preguntaba Romano Guardini: «¿Por qué el hombre, a pesar de todo el progreso, sigue siendo un desconocido para sí mismo y lo es cada vez más? Porque ha perdido la llave para comprender la esencia del hombre. La ley de nuestra verdad dice que el hombre se reconoce sólo desde lo alto, por encima de él, desde Dios, porque sólo de Dios trae su existencia» (Oración y verdad).

Queridos profesores, contra el cansancio del espíritu y el racionalismo sin alma, aprendamos también nosotros a rezar como Iabés: “Señor, ensancha nuestras fronteras”. Pidamos que Dios bendiga nuestro trabajo, al servicio de una cultura capaz de afrontar los retos de hoy. El Espíritu Santo que hemos recibido como don nos impulsa a buscar, a abrir los espacios de nuestro pensar y de nuestro obrar, hasta guiarnos a la verdad plena (cf. Jn 16,13). Tenemos la certeza —como nos ha dicho el rector al inicio— “de que no sabemos todavía todo”, pero, al mismo tiempo, es precisamente esta limitación la que debe empujarles siempre a ir hacia adelante, ayudándoles a mantener encendida la llama de la investigación y a seguir siendo como una ventana abierta al mundo de hoy.

Y, a este propósito, quiero decirles sinceramente gracias. Gracias porque, al ensanchar sus fronteras, se han convertido en un espacio de acogida para muchos refugiados que se han visto obligados a huir de sus tierras, en medio de incontables peligros, enormes dificultades y sufrimientos a veces atroces. Hemos visto hace poco, en el video, un testimonio muy conmovedor. Y mientras algunos solicitan que las fronteras se refuercen, ustedes, en cuanto comunidad universitaria, han ensanchado sus propios confines, han abierto los brazos para acoger a estas personas marcadas por el dolor, para ayudarles a estudiar y a crecer.

Esto es lo que necesitamos, una cultura que ensanche las fronteras, que no sea “sectaria” ni se ponga por encima de los demás, sino que, por el contrario, se meta en la masa del mundo, aportándole la levadura buena, que contribuye al bien de la humanidad. Esta tarea, esta “esperanza más grande”, se les confía a ustedes.

Un teólogo originario de esta tierra, hijo y docente de esta Universidad, ha afirmado: «Somos nosotros la zarza ardiente que permite a Dios manifestarse» (A. Gesché, Dios para pensar, Salamanca 2010). Conserven encendida la llama de este fuego, ensanchen las fronteras. Sean inquietos buscadores de la verdad y no apaguen nunca la pasión, para no ceder a la acidia del pensamiento. Sean protagonistas en la generación de una cultura de la inclusión, de la compasión, de la atención a los más débiles y a los grandes desafíos del mundo en que vivimos.

Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 27-9-2024

María Jesús con 16 años vivía mundanamente, en un retiro el Señor la llamó a a ser misionera en África, pero ahora lo ha dejado todo y es Ermitaña: «Tengo un profundo deseo de soledad y oración íntima con Dios»



La hermana María Jesús, cuando hizo sus promesas el pasado julioDiócesis de Coria-Cáceres

* «Cristo está vivo en la Eucaristía y en el Sagrario, y que la adoración al Santísimo es una gran gracia. Invito a las personas a visitar a Cristo como se visita a un amigo, muchos no rezan porque no saben lo que se pierden. La adoración es una fuente de paz y felicidad, y es importante dedicarle tiempo a Cristo, como se hace con un amigo querido»

Camino Católico.-  En Alcuéscar se encuentra una ermita dedicada a los patronos de la región: la Virgen de Guadalupe y San Pedro de Alcántara. Recientemente, hemos celebrado la festividad de la Virgen de Guadalupe, y próximamente, el 19 de octubre, celebraremos la de San Pedro de Alcántara. Esta ermita, situada en el cruce de Las Herrerías, es un lugar de devoción y recogimiento.

El pasado 16 de julio, la hermana María Jesús llegó a esta ermita para iniciar una nueva forma de vida consagrada en la Diócesis de Coria-Cáceres, en España, en cuyo portal es entrevistada. Ella vive allí como ermitaña, dedicando su vida a la oración y al servicio. En este reportaje, hablamos con ella para conocer más sobre su labor y su experiencia en este lugar tan especial.

La Hermana María Jesús eligió una vida consagrada como ermitaña después de una profunda experiencia espiritual. A los 16 años, tras vivir una vida mundana y temer por su alma, asistió a un retiro durante Semana Santa. Allí, en unos ejercicios ignacianos, sintió la llamada de Dios a dedicarse a la vida religiosa. A pesar de las dudas iniciales de sus padres, ingresó a aspirantado en Argentina y desarrolló un fuerte deseo de ser misionera. Su vocación se fortaleció a través de su trabajo con los pobres y enfermos, y su misión en África, en una aldea de Kahama que se llama Ushetu, donde comprendió la importancia de la oración y el sacrificio en la conversión de las almas.

- Hermana María Jesús, ¿qué la llevó a elegir una vida consagrada como ermitaña?

- Elegí una vida consagrada como ermitaña debido a un profundo deseo de soledad y oración íntima con Dios. Inicialmente, acepté la vocación contemplativa y pedí ingresar en un monasterio. Sin embargo, tras mi etapa misionera sentí un creciente deseo de soledad, lo que me llevó a plantear a mis superiores la posibilidad de vivir como ermitaña.

Inspirada por la vida de la Virgen en Éfeso, San Charles de Foucault y las revelaciones de Fátima, decidí que la oración y la penitencia eran esenciales para la salvación de las almas. Tras un proceso de discernimiento, dejé mi congregación y comencé mi vida ermitaña en Cáceres, donde puedo asistir a misa diaria, algo fundamental para mí.

- ¿Cómo es un día típico en su vida en la ermita?

- Un día típico en la ermita está lleno de oración y actividades espirituales. Comienzo temprano, antes del amanecer, porque es el mejor momento para unirse con Dios. Adoración Eucarística, laudes, la liturgia de las horas… Tengo un órgano y con él acompañó la liturgia según las formas benedictinas y gregorianas. El día incluye momentos de trabajo. Por ejemplo, coso y realizo bordados. A mediodía, viacrucis y oración por los sacerdotes. Después del almuerzo y una breve siesta, rezo la coronilla de la Divina Misericordia a las 3 de la tarde.

Por la tarde, hay tiempo para lectura, estudio, trabajo… y otra hora de adoración en silencio antes de la misa. El jueves y el viernes cambia un poco porque intento aumentar las oraciones, de hecho es día de retiro el viernes y la ermita no se abre. Los fines de semana son días para dedicarlo más a las personas y por eso puedo visitar al menos unas horas a los ancianos, siguiendo lo indicado en Mateo 25.

Los domingos preparo la ermita para recibir a la gente que viene a Adoración, vísperas, rosario, bendición con el Santísimo y misa. Después de la misa, algunas familias se quedan conversando. Es también un momento de apostolado.

- ¿Qué significa para usted vivir en un lugar dedicado a los patronos de Extremadura?

Para mí, vivir en un lugar dedicado a los patrones de Extremadura es una experiencia profundamente significativa y espiritual. No fue una elección personal, sino una manifestación de la Providencia Divina. Cristo y la Virgen eligieron este lugar para mí, y un obispo, Mons. Jesús Pulido acogió mi vocación, dándome un hogar espiritual.

La Virgen de Guadalupe tiene un significado especial para mí, siendo argentina y sabiendo que Isabel la Católica firmó aquí el permiso para la exploración de América. Esto me llena de admiración, ya que, en mi colegio en Argentina, que llevaba su nombre, siempre se nos enseñó a ver a España como la madre patria y la madre de la fe.

Mi devoción a la esclavitud mariana, especialmente según San Luis María de Montfort, se ve reflejada en mi vida aquí. Vivir en una ermita dedicada a la Virgen es como estar en su casa en Éfeso. Aunque no conozco mucho sobre San Pedro de Alcántara, sé de su vida penitente y franciscana, y siento que su santidad ha bendecido esta tierra.

- ¿Cómo ha sido la acogida por parte de la comunidad desde su llegada?

- Muy acogedores. Después de la misa se acercan, me preguntan… y destaco muchísimo la compañía de los Esclavos de María y de los Pobres, el superior, el Padre Francisco y toda la comunidad. Me han acogido muy bien, me siento cercana a ellos porque conocen la vida consagrada y si necesito cualquier cosa acudo a ellos.

- ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a las personas que visitan la ermita?

- Que Cristo está vivo en la Eucaristía y en el Sagrario, y que la adoración al Santísimo es una gran gracia. Invito a las personas a visitar a Cristo como se visita a un amigo, muchos no rezan porque no saben lo que se pierden. La adoración es una fuente de paz y felicidad, y es importante dedicarle tiempo a Cristo, como se hace con un amigo querido.

- ¿Cuáles son los desafíos más grandes que enfrenta en su vida como ermitaña?

- Siempre, en cualquier vocación, la perseverancia. Porque es fácil ser buenos un ratito, pero es difícil ser bueno siempre. Como una mamá en su familia, es fácil tenerle paciencia al hijo que le pregunta una vez una cosa, pero es difícil tener paciencia cuando le preguntan lo mismo diez veces. Este es el desafío más grande. Perseverar en lo que sé que Dios me pide. Ser coherente con eso.

- ¿Qué planes o proyectos tiene para el futuro en su vida consagrada?

- Que el Señor me conceda la perseverancia de haberlo dejado todo y seguirlo a Él. Para servirlo en la soledad, como hacían los santos padres, como hizo Santa María Magdalena… confiando en que Dios no defrauda.

Homilía del P. Heliodoro Mira y lecturas de la Misa de hoy, viernes, San Vicente de Paúl, 27-9-2024


27 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Heliodoro Mira y lecturas de la Santa Misa de hoy, viernes de la 25ª semana de Tiempo Ordinario, San Vicente de Paúl, presbítero, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.