Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida dejando a Jesucristo ser quien ocupe el lugar central.
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.
Abril Casals explicando su historia de conversión al catolicismo
* «Mis padres decidieron no bautizarme cuando era pequeña, pero doy gracias por ello. Gracias a haberme bautizado de adulta, he podido hacer catequesis y tomar esta decisión siendo consciente. Me encontré con un Dios padre, con un Dios amigo, con un Dios que restaura, con un Dios que no me juzga y con un Dios que de verdad quiere lo mejor para mi vida»
Vídeo de 13 TVen el que Abril Casals cuenta su testimonio
Camino Católico.- “Vivir con un propósito y ser luz para los demás es posible... Es más, es necesario”, asegura Abril Casals, joven de 24 años cuya historia de fe y conversión ha inspirado a miles de personas. En esta entrevista en Ecclesia de 13 TV, Casals ha contado cómo a los 14 años "me encontré con Dios y descubrí que habíamos venido al mundo a ser luz. Se me ocurrió la idea de que, si hay que ser luz, al final hay que ser como bombillas y conseguir que el resto encienda otras bombillas”.
Desde que era pequeña se hacía preguntas profundas sobre la existencia: “Empecé a hacerme preguntas sobre la muerte, sobre quién soy yo, para qué estoy aquí… preguntas que es raro hacerse a esas edades”.
Abril Casals el día de su bautismo en el que también recibió la primera comunión
Pero el punto de inflexión llegó en los campamentos de verano a los que asistía cada año: “Allí conocí a Mireya, una monitora especial, que me ayudó a ver a Dios como un amigo cercano, no solo como un ser lejano. Poco a poco entendí que había venido al mundo a ser luz, a intentar iluminar la vida de los demás”.
Así que a los 20 años, Abril decidió bautizarse: “Mis padres decidieron no bautizarme cuando era pequeña, pero doy gracias por ello. Gracias a haberme bautizado de adulta, he podido hacer catequesis y tomar esta decisión siendo consciente. Me encontré con un Dios padre, con un Dios amigo, con un Dios que restaura, con un Dios que no me juzga y con un Dios que de verdad quiere lo mejor para mi vida”, relata.
Abril Casals asegura que Dios nunca le ha fallado
"Por supuesto que he sentido miedos", ha confesado Abril. "Me he sentido rechazada, he perdido muchísima gente en el camino, pero Dios nunca me ha fallado en ese sentido. Siempre me he sentido muy apoyada por Dios y por amigos y familiares que Él pone en tu camino”.
El concepto de “ser bombilla” para ella es un compromiso diario y se ha convertido en el lema y motor de su vida: “Ser bombilla es intentar hacer el bien, todos los días, lo más cerca posible del plan que Dios ha soñado para tu vida. Es decidir creer en Él, aunque a veces no lo sientas, y preguntarte: ‘Señor, ¿qué harías tú en esta situación?’”.
Abril Casals dice sin matices que con Dios en su vida ha encontrado la felicidad
Además de su testimonio personal, Abril Casals ha encontrado en su podcast una plataforma para compartir su mensaje y ayudar a otros a encontrar su propósito: “Lo lancé porque me di cuenta de que muchos jóvenes y adultos no encontraban sentido a su vida. He encontrado la felicidad y el sentido cuando reconocí que tengo talentos y un propósito, y el día que me rendí y dije ‘Se haga tu voluntad’ abrí el corazón y conté mi testimonio de vida”.
“Creas o no creas en Dios, Dios sí cree en ti. Haz silencio, hazte preguntas, cuestiónate, porque de verdad hay un plan con tu vida y un propósito, y Dios te ha pensado”, ha concluido.
8 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Homilía de Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo, y lecturas de la Misa de hoy, lunes, Fiesta de la Virgen de Covadonga, emitida por 13 TV desde la Basílica del Santuario de Covadonga.
8 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes, Fiesta de la Virgen de Covadonga, presidida por Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo, emitida por 13 TV desde la Basílica del Santuario de Covadonga.
8 de septiembre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, lunes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
Camino Católico.-Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 8 de septiembre de 2025, lunes de la 23ª semana de Tiempo Ordinario, la Natividad de la Virgen María, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Mateo 1, 1-16. 18-23:
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequias engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquin, Eliaquin engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo. catorce.
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
* «Jesús, en el Evangelio, nos habla de un proyecto al que adherir hasta el final. Dice: ‘El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo’ (Lc 14,27); y agrega: ‘cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo’ (v. 33). Es decir, nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su palabra»
Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV
* «Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística. Carlo decía: ‘Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos’, y también: ‘La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos’. Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: ‘A lo único que debemos temer realmente es al pecado’; y se maravillaba porque —son palabras suyas— ‘los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma’. Ambos, además, tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad. Pier Giorgio decía: ‘Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos’»
Antes del inicio del rito de canonización, el Santo Padre ha saludado por sorpresa a los fieles reunidos en la abarrotada Plaza de San Pedro. Con voz firme y apreciable alegría, el Pontífice les ha invitado a “prepararnos con el corazón abierto para recibir esta gracia del señor y sentir en el corazón” lo mismo que han vivido los futuros santos: el amor por Jesucristo, en la eucaristía y en los pobres. “Todos estamos llamados a ser santos”, afirma. También ha agradecido la presencia de más de dos mil sacerdotes que han viajado hasta Roma desde diferentes rincones del mundo para participar en la ceremonia.
A las 10:00, ha comenzado el rito de canonización. El prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, pidió al Papa León XIV canonizar a los beatos con una fórmula en latín. Posteriormente, leyó la biografía de ambos. Al terminar, el Santo Padre invita a todos a orar y el coro entona las letanías de los santos. Posteriormente, el Papa León XIV pronuncia la fórmula de canonización en latín.
La familia de San Carlos Acutis con el Papa León XIV en la imagen inferior y sobre ella las reliquias de los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis
Tras ser declarados santos, entre las primeras filas pudo apreciarse la emoción de la madre de San Carlo Acutis, Antonia Salzano, quien no pudo contener las lágrimas al presenciar que su hijo ya está en los altares. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:
SANTA MISA Y CANONIZACIÓN DE LOS BEATOS:
- PIER GIORGIO FRASSATI
- CARLO ACUTIS
CAPILLA PAPAL
HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
Plaza de San Pedro
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, 7 de septiembre de 2025
Palabras improvisadas antes de la Santa Misa con el Rito de Canonización
¡Buenos días a todos! ¡Feliz domingo y bienvenidos! ¡Gracias!
Hermanos y hermanas, hoy es un día de gran alegría para toda Italia, para toda la Iglesia y para todo el mundo. Antes de comenzar la solemne celebración de la Canonización, quería saludarlos y decirles unas palabras a todos ustedes, porque, si bien la celebración es muy solemne, también es un día de gran alegría. Quería saludar especialmente a tantos jóvenes, chicos y chicas, que han venido a esta Santa Misa. Es verdaderamente una bendición del Señor encontrarnos ya que han venido de diferentes países. Es realmente un don de la fe que queremos compartir.
Después de la Santa Misa, les pido que tengan un poco de paciencia, espero poder ir a saludarlos a la plaza, ya que ahora están un poco lejos. Espero al menos poder saludarlos.
Saludo a los familiares de los dos Beatos, casi Santos, a las delegaciones oficiales, a los numerosos obispos y sacerdotes que han venido. Un aplauso para todos ellos, ¡gracias también a ustedes por estar aquí! ¡Religiosos y religiosas, y a la Acción Católica!
Nos preparamos para esta celebración litúrgica con la oración, con el corazón abierto, deseando recibir verdaderamente esta gracia del Señor. Y así sentir en el corazón lo mismo que vivieron Pier Giorgio y Carlo: este amor por Jesucristo, sobre todo en la Eucaristía, pero también en los pobres, en los hermanos y hermanas. También ustedes, todos nosotros, estamos llamados a ser santos. ¡Que Dios los bendiga! ¡Feliz celebración! ¡Gracias por estar aquí!
* * *
Homilía
Queridos hermanos y hermanas:
En la primera lectura hemos escuchado una pregunta: «[Señor,] ¿y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu?» (Sab 9,17). La hemos oído después de que dos jóvenes beatos, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, fueran proclamados santos, y eso es providencial. En el libro de la Sabiduría, esta pregunta está atribuida precisamente a un joven como ellos: el rey Salomón. Cuando murió David, su padre, él se dio cuenta de que disponía de muchas cosas: el poder, la riqueza, la salud, la juventud, la belleza, el reino. Pero esta gran abundancia de medios le había hecho surgir una pregunta en su corazón: “¿Qué debo hacer para que nada se pierda?”. Y había entendido que el único camino para encontrar una respuesta era pedir a Dios un don aún mayor: su Sabiduría, para poder conocer sus proyectos y adherir a ellos fielmente. Se dio cuenta, en efecto, que de ese modo todas las cosas encontrarían su lugar en el gran designio del Señor. Sí, porque el riesgo más grande de la vida es desaprovecharla fuera del proyecto de Dios.
También Jesús, en el Evangelio, nos habla de un proyecto al que adherir hasta el final. Dice: «El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lc 14,27); y agrega: «cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (v. 33). Es decir, nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su palabra.
Muchos jóvenes, a lo largo de los siglos, tuvieron que afrontar este momento decisivo de la vida. Pensemos en san Francisco de Asís: como Salomón, también él era joven y rico, y estaba sediento de gloria y de fama. Por eso partió a la guerra, esperando ser nombrado “caballero” y revestirse de honores. Pero Jesús se le apareció en el camino y le hizo reflexionar sobre lo que estaba haciendo. Vuelto en sí, dirigió a Dios una pregunta sencilla: «Señor, ¿qué quieres que haga?». [1] Y a partir de allí, volviendo sobre sus pasos, comenzó a escribir una historia diferente: la maravillosa historia de santidad que todos conocemos, despojándose de todo para seguir al Señor (cf. Lc 14,33), viviendo en pobreza y prefiriendo el amor a los hermanos, especialmente a los más débiles y pequeños, al oro, a la plata y a las telas preciosas de su padre.
¡Y cuántos otros santos y santas podríamos recordar! A veces nosotros los representamos como grandes personajes, olvidando que para ellos todo comenzó cuando, aún jóvenes, respondieron “sí” a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí. A este respecto, san Agustín cuenta que, en el «nudo tortuosísimo y enredadísimo» de su vida, una voz, en lo profundo, le decía: «Sólo a ti quiero». [2] Y, de esa manera, Dios le dio una nueva dirección, un nuevo camino, una nueva lógica, donde nada de su existencia estuvo perdido.
En este marco, contemplamos hoy a san Pier Giorgio Frassati y a san Carlo Acutis: un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él.
Pier Giorgio encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales —la Acción Católica, las Conferencias de San Vicente de Paúl, la F.U.C.I. (Federación Universitaria Católica Italiana), la Orden Tercera de Santo Domingo— y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad. Hasta el punto de que, a fuerza de verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban “Empresa de Transportes Frassati”. También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres.
Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia —presentes hoy aquí con sus dos hermanos, Francesca y Michele— y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial. De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad.
Ambos, Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística. Carlo decía: «Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos», y también: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos». Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: «A lo único que debemos temer realmente es al pecado»; y se maravillaba porque —son palabras suyas— «los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma». Ambos, además, tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad. Pier Giorgio decía: «Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos». [3] Llamaba a la caridad “el fundamento de nuestra religión” y, como Carlo, la ejercitaba sobre todo por medio de pequeños gestos concretos, a menudo escondidos, viviendo lo que el Papa Francisco ha llamado «la santidad “de la puerta de al lado”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7).
Incluso cuando los aquejó la enfermedad y esta fue deteriorando sus jóvenes vidas, ni siquiera eso los detuvo ni les impidió amar, ofrecerse a Dios, bendecirlo y pedirle por ellos y por todos. Un día Pier Giorgio dijo: «El día de mi muerte será el día más bello de mi vida»; [4] y en su última foto, que lo retrata mientras escalaba una montaña de Val di Lanzo, con el rostro dirigido a la meta, había escrito: «Hacia lo alto». [5] Por otra parte, a Carlo, siendo aún más joven, le gustaba decir que el cielo nos espera desde siempre, y que amar el mañana es dar hoy nuestro mejor fruto.
Queridos amigos, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus palabras: “No yo, sino Dios”, decía Carlo. Y Pier Giorgio: “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final”. Esta es la fórmula, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo.
PAPA LEÓN XIV
[1] Leyenda de los Tres Compañeros, cap. II, 6: Fuentes biográficas franciscanas, 1401.
[2] Confesiones, II, 10,18.
[3] Nicola Gori, Al prezzo della vita: L’Osservatore romano (11 febrero 2021).
[4] Irene Funghi, I giovani assieme a Frassati: un compagno nei nostri cammini tortuosi: Avvenire (2 agosto 2025).