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martes, 11 de noviembre de 2025

Oraciones a San Martín de Tours pidiendo una gracia, salud, trabajo, sustento y ser fortalecidos contra todos los males

Camino Católico.- Cada 11 de noviembre la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Martín de Tours, el soldado romano convertido al cristianismo que llegó a ser obispo, y que quedó inmortalizado en la memoria de la Iglesia por uno de sus gestos de caridad. San Martín de Tours es patrono de la Guardia Suiza Pontificia, iglesias, asociaciones, iniciativas y diversos lugares alrededor del mundo.

Martín nació en Panonia (actual Hungría) alrededor del año 316. Fue hijo de padres paganos. Su padre fue militar y él, siguiendo la tradición familiar, ingresó a los 15 años a la guardia imperial romana. Mientras integraba el ejército, se convirtió al cristianismo y fue admitido como catecúmeno.

Martín dejó así de ser ‘soldado del emperador’, para ‘defender’ a otro Señor y ‘extender’ su Reino en la tierra. Algo sin duda mejor, muy por encima de los habituales anhelos de gloria y honor de este mundo.

Aunque algunos hagan mofa de cierto lenguaje ‘bélico’ -sin duda metafórico- para explicar algunos aspectos de la vida cristiana, o, por el contrario, vean en este las supuestas trampas del belicismo que creen inherente a la religión, el punto va por otro lado: El Reino de Dios no es de este mundo (ver: Jn 18, 33-37). Y su Reino descansa sobre la justicia y la misericordia que viene de Dios y no de los hombres. Por eso, en la tradición -partiendo de la Escritura (“La vida del hombre sobre la tierra es milicia” Jb 7,1-4.6-7)- abundan las analogías o símiles entre el campo de batalla, la disciplina militar y el combate real que se ha de librar contra el pecado y el mal, empezando por el propio interior de la persona.

El ‘soldado’ no es per se alguien carente de juicio, empatía o humanidad, una suerte de asesino a sueldo. La razón de ser del soldado es defender una causa noble, con un nivel de compromiso que puede poner en juego la propia vida por el bien de otros. Esa es su esencia, o, en todo caso, debería serlo. La corona del soldado es la victoria sobre el mal. Claro, ciertamente, en esa pretensión muchos han errado, de mil formas.

El vínculo de Martin con la carrera militar hizo que la tradición católica lo eligiera como patrono de la Guardia Suiza, el llamado “ejército del Papa”, que alguna vez cumplió funciones convencionales -propias de las campañas militares-, pero que hoy sólo custodia el Estado Vaticano y a quienes residen o transitan por su pequeño territorio.

Hacia el año 337, encontrándose Martín con las huestes romanas en Amiens, al norte de Francia, vio a un mendigo recostado junto a la puerta de la ciudad, tiritando de frío. El noble soldado al verlo en esas condiciones, espada en mano, dividió su capa en dos: una mitad la conservó por respeto a quien se la otorgó, el Imperio al que servía, mientras que la otra la usó para cubrir el helado cuerpo del mendigo, dándole cobijo y abrigo.

El gesto dejó atónitos a quienes lo presenciaron, ya que los oficiales romanos, por regla, jamás mostraban compasión o piedad por nadie, menos con los débiles.

Días después, Martín tuvo un sueño en el que Cristo aparecía diciéndole a los ángeles: “Martín, siendo todavía catecúmeno, me ha cubierto con este vestido”.

Aquel gesto de amor por el prójimo, de desprendimiento y justicia, ha quedado perennizado en el arte, en óleos y frescos, como puede constatarse fácilmente si se revisa la iconografía del santo. Mención aparte merece la impresionante pintura que hizo el Greco (1541-1614) representando el episodio entre el santo y el mendigo.

Una vez que Martin renunció a la milicia, se unió a los discípulos de San Hilario de Poitiers y adoptó un modo de vida ascético y de oración constante. Lamentablemente, Hilario tuvo que exiliarse y abandonar Poitiers, por lo que Martin decidió también dejar la ciudad y asentarse en Milán. Allí se reencontró con su madre, a quien convirtió al cristianismo aunque no tendría la misma suerte con su padre.


Cuando Hilario regresa a Poitiers, Martin decide ir a su encuentro. De vuelta a la ciudad francesa, se dedicó a impulsar la construcción de un monasterio en Ligugé -el primero en construirse en Europa-. Allí vivió como monje durante una década bajo la dirección espiritual de Hilario, su preceptor espiritual. Este lo prepararía para el diaconado y el sacerdocio. Tras recibir el orden sacerdotal, Martin fue elegido obispo de la ciudad de Tours.

Como obispo, Martin se dedicó a la evangelización y a combatir la influencia pagana dentro de la Iglesia, en especial la producida por el gnosticismo. En ese propósito tuvo que enfrentar al obispo Prisciliano, quien había adoptado la doctrina maniquea.

Martin estuvo permanentemente en disputa con este en el campo doctrinal, pero aún con eso, no dudó en mostrar su rechazo públicamente cuando Prisciliano fue encarcelado y condenado a muerte a consecuencia de las presiones políticas ejercidas por Idacio, obispo de Mérida.

Martín intercedió por Prisciliano ante el emperador, pero este no le hizo caso y se inclinó a favor de Idacio. Martín, golpeado por estos tristes sucesos, rompería todo vínculo con el obispo de Mérida hasta el epílogo de sus vidas, cuando se reconciliaron.

El obispo Martín fundó una comunidad denominada “Maius Monasterium” (monasterio mayor), también conocida como Marmoutier.

Además, en su afán evangelizador, dedicó los últimos 25 años de su vida a viajar por las regiones de Turena, Chartres, París, Autun, Sens y Vienne.​ La muerte lo encontró en Candes (actual Candes-Saint-Martin) en el año 397.

Tras su muerte, la media capa que había regalado alguna vez a aquel mendigo fue hallada y puesta en una urna, construyéndose un santuario pequeño para conservarla, uno que sirviera al mismo tiempo como lugar de culto. Se cree que el uso del término “capilla” para designar a un templo pequeño proviene de la historia de San Martín. Como en latín “media capa” se dice “capilla”, la gente solía decir: “Vamos a orar donde está la capilla”, en alusión al santuario del santo. La costumbre devino en el uso, más corto y coloquial, de la expresión “vamos a la capilla”.

De esta forma, la palabra “capilla”, mediante su vulgarización, empezó a denotar cualquier edificación o espacio pequeño dedicado exclusivamente a la oración o la liturgia. Fue así, con este significado, como el término quedaría incorporado a muchas lenguas, incluyendo el castellano.

San Martín es patrono de países como Francia y Hungría. También lo es de ciudades importantes como la capital de Argentina, Buenos Aires, ciudad donde nació el Papa Francisco. 

Con la siguientes oraciones, recemos invocando la intercesión de San Martín de Tours pidiendo una gracia, salud, trabajo, sustento y ser fortalecidos contra todos los males: 

Oración para pedir una gracia

Bienaventurado San Martín Caballero, 

lleno del Espíritu del Señor,

tuviste siempre inagotable caridad con el necesitado.


Tu que lleno de amor y generosidad

cuando viste al mendigo que se congelaba de frío,  

sin saber que en verdad era Cristo,

no dudaste en darle la mitad de tu capa, 

y no se la diste entera 

pues la otra mitad era del ejército Romano;

tú, que no buscabas reconocimientos 

sino solo favorecer al prójimo, 

encontraste gloria ante el Señor,

y cuando el Salvador se te apareció 

vestido con la media capa para agradecer tu gesto

y te dijo "hoy me cubriste con tu manto",

decidiste no servir más en el ejército 

y dedicar tu vida a Dios y a la salvación de almas, 

siendo desde entonces propagador de la fe 

y santo hombre entregado a quien lo precisara. 


Glorioso san Martín 

tu que obraste milagros y prodigios 

que con alegría, amabilidad y la más exquisita bondad

te ganaste los corazones de todos 

y no dejaste de trabajar por su bienestar, 

tiéndeme tu mano y ayúdame a salir 

de todas las carencias y problemas económicos 

que ahora me afligen y causan desasosiego. 


Glorioso san Martín, bendito patrón mío,

te pido con gran fe y humildad

me consigas de Dios, la fuente de todas las Misericordias

que mis caminos en esta tierra, mi trabajo y mis empeños

se limpien y abran con claridad. 

En el nombre de Dios Todopoderoso,

Señor San Martín de Tours,

aleja todo lo que me perjudica.

Oh santo alivio, préstame tu santo amparo;

ayúdame, te lo ruego en estos malos momentos: 


(pedir aquí lo que se necesita)


Tú que tienes, noble san Martín, milagroso poder;

lleva mis súplicas cuanto antes a los Cielos, 

pide para mi casa todo lo bueno, 

que los agobios, ruinas y pobrezas se vayan

y la buena suerte entre en mi trabajo (o negocio)

y con ella la abundancia y prosperidad, para poder ayudar a todos los necesitados.


San Martín, bendito obispo de Tours, 

que tus virtudes y caridad me acompañen siempre, 

yo no dejaré de rezar y agradecer al Altísimo

los favores concedidos,

y seré caritativo con todos

mis hermanos y necesitados.


San Martín intercede por mí, 

y líbrame y protégeme de todo mal.


Amén.


Rezar el Credo,

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oración para pedir salud, trabajo, sustento y ser fortalecidos contra todos los males 

Glorioso soldado Romano, San Martín de Tours, que te sentiste llamado por Dios a vivir la caridad:

Por las pruebas más grandes que sufriste por el Señor,

te pido de todo corazón que combatas la miseria de mi casa,

que la caridad de tu alma me siga por dondequiera que vaya,

y me consigas la bendición del Señor en todos mis negocios.

¡Oh! San Martín Caballero, del Señor fiel Misionero, líbrame de todo mal,

para que nunca me falte salud, trabajo y sustento.

Oh Dios, que conoces que por nuestras fuerzas no podemos subsistir,

haz que, por la intercesión de tu confesor y pontífice san Martín,

seamos fortalecidos contra todos los males que nos rodean.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

«Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca» / Por P. Carlos García Malo

 


lunes, 10 de noviembre de 2025

Mathieu Sawadogo, catequista secuestrado con su esposa por yihadistas cuatro meses en Burkina Faso, premio Libertad Religiosa: «Por la gracia de Dios sobrevivimos; Él escuchó nuestras oraciones»

Mathieu Sawadogo, catequista de Burkina Faso, IX premio Libertad Religiosa 2025 concedido por Ayuda a la Iglesia Necesitada / Foto: ACN

Camino Católico.- Ser cristiano en un país como Burkina Faso puede llegar a ser muy peligroso. El constante clima de inseguridad por la presencia de diferentes grupos yihadistas hace que confesar a Cristo allí conlleve insultos, vejaciones, amenazas e incluso la muerte. Esta situación es la que le tocó vivir a Mathieu Sawadogo junto a su esposa, Pauline. Llevaba cinco años como catequista en Baasmere, al norte del país, cuando fue secuestrado junto con su mujer en 2018. Este hombre, que sobrevivió y mantuvo firme su fe durante sus cuatro meses de cautiverio, ha sido galardonado con el IX Premio a la Libertad Religiosa 2025, que concede la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) y que ha sido entregado la tarde de este viernes 24 de octubre, momento que muestra el vídeo con el testimonio de este catequista. 

Mathieu decidió ser catequista en 2003. En países africanos como Burkina Faso, los catequistas se forman durante cuatro años para luego ser enviados a lugares remotos y liderar a la comunidad católica del lugar. El destino de Mathieu y Pauline fue Baasmere, en la diócesis de Dori, al norte del país. Allí desarrollaron su ministerio desde el año 2015, al frente de una comunidad de entre 150 y 200 fieles. En 2018, los yihadistas se presentaron en el pueblo y le amenazaron: si seguía desarrollando su ministerio como catequista en el pueblo, iba a ocurrir “algo malo”. Esto no detuvo a Mathieu, sino todo lo contrario. Siguió liderando a la comunidad cristiana del lugar. “Yo también tenía inquietud”, confiesa. Pero declara: “Pensé: no puedo dejar de anunciar la Palabra de Dios, pues es por eso por lo que estoy aquí”.

Mathieu Sawadogo, catequista de Burkina Faso, con los niños de catequesis / Foto: ACN

Tras el aumento de las amenazas, el 20 de mayo de 2018 se presentó un grupo de hombres armados en la casa del matrimonio. Los ataron, les vendaron los ojos y se los llevaron a un lugar desconocido. Con Pauline tampoco tuvieron ninguna consideración, ni siquiera cuando ella les pidió que no la ataran porque estaba embarazada de cinco meses. A día de hoy, Mathieu no sabe dónde estuvo retenido ni si llegó a estar preso fuera de Burkina Faso.

Cuando llegaron a la que sería su prisión durante ese tiempo, los terroristas quemaron todas las pertenencias de Mathieu y de Pauline y les vistieron con indumentaria musulmana. Les intentaban enseñar su doctrina, pero ellos nunca cedieron. Cada día, Mathieu rezaba Avemarías. Él mismo señala que llegó a rezar 700 Avemarías en una misma noche, contándolas con ayuda de unas piedrecillas. “Por la gracia de Dios sobrevivimos; Él escuchó nuestras oraciones”, dice.

Finalmente, los terroristas vieron que Mathieu y Pauline no se iban a convertir. Después de debatir sobre qué hacer con ellos, decidieron soltarlos en un lugar abandonado. Consiguieron llegar al hospital más cercano con la ayuda de un granjero que encontraron. Allí, Pauline supo que el hijo que llevaba en el vientre había muerto durante el secuestro.

En la actualidad, los terroristas controlan más del 40% de Burkina Faso. Esto ha obligado a más de 2 millones de personas a huir de sus hogares a causa de la violencia yihadista. Y, por si fuera poco, en un país ya de por sí castigado por la sequía y la pobreza, alrededor de 3.000 personas han muerto a manos del terror.

Mathieu representa a todos los catequistas que, cada día y de forma totalmente abnegada, se arriesgan en Burkina Faso y otros países del mundo para guiar a las comunidades cristianas que no cuentan con un sacerdote. En muchos casos, los terroristas asesinan a los líderes de las comunidades en cuanto los identifican. Sin embargo, Mathieu da palabras a lo que hay en el corazón de todos estos catequistas: “Nunca mentiría a Dios. Es mejor ser fiel al Señor que a los hombres. Hay que testimoniar, anunciar a Quién sigues y serle fiel”.

Homilía del P. Carmelo Donoso y lecturas de la Misa de hoy, lunes, san León Magno, 10-11-2025

10 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Homilía del P. Carmelo Donoso y lecturas de la Santa Misa de hoy, lunes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario, san León Magno, Papa y doctor de la Iglesia, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, lunes, san León Magno, 10-11-2025

10 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, lunes de la 32ª semana del Tiempo Ordinario, san León Magno, Papa y doctor de la Iglesia, presidida por el P. Carmelo Donoso, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gozosos del Santo Rosario, desde el Santuario de Lourdes, 10-11-2025

10 de noviembre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gozosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, lunes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero. 

Palabra de Vida 10/11/2025: «Si siete veces en un día vuelve a decirte: ‘Me arrepiento’, lo perdonarás» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 10 de noviembre de 2025, lunes de la 32ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 17, 1-6:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del que los provoca!

Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.

Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás».

Los apóstoles le dijeron al Señor:

«Auméntanos la fe».

El Señor dijo:

«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería».

Adoración Eucarística con el P. Carmelo Donoso en la Basílica de la Concepción de Madrid, 10-11-2025

10 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. Carmelo Donoso, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

domingo, 9 de noviembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 9-11-2025: «No se apresuren ni sean superficiales cuando trabajen al servicio del Reino de Dios, excaven profundamente, solo así se puede construir una verdadera comunidad de fe»

* «Sólo con humildad y paciencia se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede»  

   

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Para Zaqueo, subir a las ramas significa reconocer sus propios límites y superar los frenos inhibidores del orgullo. De este modo, puede encontrar a Jesús, que le dice: `Hoy tengo que alojarme en tu casa’ (v. 5). Desde entonces, a partir de este encuentro, comienza para él una nueva vida (cf. v. 8).Jesús nos transforma, y nos llama a trabajar en la gran obra de construcción de Dios, modelándonos sabiamente según sus designios de salvación» 

 


9 de noviembre de 2025.- (Camino Católico) En la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, el Papa León XIV ha acudido esta mañana para presidir la Santa Misa  y recordar en su homilía el sentido espiritual de este templo, construido en el siglo IV, por voluntad del emperador Constantino, después de que, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de profesar su fe y practicar el culto:




“Al trabajar con todo nuestro empeño al servicio del Reino de Dios, no nos apresuremos ni seamos superficiales: excavemos profundamente, libres de los criterios del mundo, que con demasiada frecuencia exige resultados inmediatos porque no conoce la sabiduría de la espera. La historia milenaria de la Iglesia nos enseña que sólo con humildad y paciencia se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede”, ha subrayado el Pontífice.




León XIV habla de la “caridad”, recordando que también da forma a nuestro rostro como Iglesia “para que resulte cada vez más evidente para todos que ella es “madre”, “madre de todas las Iglesias”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:


SANTA MISA EN LA SOLEMNIDAD DE

LA DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA LATERANENSE

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Basílica de San Juan de Letrán 

Domingo, 9 de noviembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy celebramos la Solemnidad de la Dedicación de la Basílica de Letrán ―de esta Basílica, catedral de Roma―, que tuvo lugar en el siglo IV, obra del Papa Silvestre I. La construcción se llevó a cabo por voluntad del emperador Constantino, después de que, en el año 313, concediera a los cristianos la libertad de profesar su fe y practicar el culto.

Recordamos este acontecimiento hasta el día de hoy: ¿por qué? Sin duda, para recordar con alegría y gratitud un hecho histórico muy importante para la vida de la Iglesia, pero no sólo eso. De hecho, esta Basílica ―Madre de todas las Iglesias―, es mucho más que un monumento y una memoria histórica, es «signo de la Iglesia viva, edificada con piedras escogidas y preciosas en Cristo Jesús, piedra angular (cf.1 P 2,4-5)» (Conf. Ep. Italiana, Premisas al Rito para la Bendición de los óleos y dedicación de iglesias y altares) y como tal nos recuerda que también nosotros «en este mundo servimos, cual piedras vivas, para edificarla (cf. 1 P 2,5)» (Const. dogm. Lumen gentium, 6). Por esta razón, como lo notaba san Pablo VI, en la comunidad cristiana ha surgido desde muy temprano la costumbre de aplicar el «nombre de Iglesia, que significa la asamblea de los fieles, al templo que los acoge» (Ángelus, 9 noviembre 1969). Es la comunidad eclesial, «la Iglesia, sociedad de creyentes, [que] atestigua en Letrán su estructura exterior más sólida y evidente» (ibíd.). Por lo tanto, con la ayuda de la Palabra de Dios, reflexionemos, mirando este edificio, sobre nuestro ser Iglesia.

En primer lugar, podríamos pensar en sus cimientos. Su importancia es evidente, hasta tal punto que, en cierto modo, resulta inquietante. Si quienes la construyeron no hubieran excavado en profundidad hasta encontrar una base lo suficientemente sólida sobre la que erigir todo lo demás, toda la construcción se habría derrumbado hace tiempo o correría el riesgo de derrumbarse en cualquier momento, por lo que nosotros, al estar aquí, también estaríamos en un grave peligro. Por suerte, quienes nos precedieron dotaron a nuestra catedral de cimientos sólidos, excavando en profundidad, con esfuerzo, antes de empezar a levantar los muros que nos acogen, y esto nos hace sentir hoy mucho más tranquilos.

Pero asimismo nos ayuda a reflexionar. De hecho, también nosotros, obreros de la Iglesia viva, antes de poder erigir estructuras imponentes, debemos excavar en nosotros mismos y a nuestro alrededor para eliminar todo material inestable que pueda impedirnos llegar a la roca desnuda de Cristo (cf. Mt 7,24-27). San Pablo nos lo dice explícitamente en la segunda lectura, cuando afirma que «el único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto» (3,11). Y esto significa volver constantemente a Él y a su Evangelio, dóciles a la acción del Espíritu Santo. De lo contrario, correríamos el riesgo de sobrecargar con estructuras pesadas un edificio con cimientos débiles.

Por eso, queridos hermanos y hermanas, al trabajar con todo nuestro empeño al servicio del Reino de Dios, no nos apresuremos ni seamos superficiales: excavemos profundamente, libres de los criterios del mundo, que con demasiada frecuencia exige resultados inmediatos porque no conoce la sabiduría de la espera. La historia milenaria de la Iglesia nos enseña que sólo con humildad y paciencia se puede construir, con la ayuda de Dios, una verdadera comunidad de fe, capaz de difundir la caridad, de favorecer la misión, de anunciar, celebrar y servir a ese Magisterio apostólico del que este templo es la primera sede (cf. S. Pablo VI, Ángelus, 9 noviembre 1969).

A este respecto, resulta esclarecedora la escena que nos presenta el Evangelio que se ha proclamado (Lc 19,1-10): Zaqueo, un hombre rico y poderoso, siente la necesidad de encontrarse con Jesús. Sin embargo, se da cuenta de que es demasiado pequeño para poder verlo, por lo que se sube a un árbol, con un gesto inusual e inapropiado para una persona de su rango, acostumbrada a recibir lo que quiere servido en bandeja, en la oficina de impuestos, como un tributo que le es debido. Aquí, en cambio, el camino es más largo y, para Zaqueo, subir a las ramas significa reconocer sus propios límites y superar los frenos inhibidores del orgullo. De este modo, puede encontrar a Jesús, que le dice: «Hoy tengo que alojarme en tu casa» (v. 5). Desde entonces, a partir de este encuentro, comienza para él una nueva vida (cf. v. 8).

Jesús nos transforma, y nos llama a trabajar en la gran obra de construcción de Dios, modelándonos sabiamente según sus designios de salvación. En los últimos años, la imagen de la “obra en construcción” se ha utilizado con frecuencia para describir nuestro camino eclesial. Es una imagen hermosa que habla de actividad, creatividad, compromiso, pero también de esfuerzo, de problemas por resolver, a veces complejos. Expresa el esfuerzo real y palpable con el que nuestras comunidades crecen cada día, compartiendo carismas y bajo la guía de los pastores. La Iglesia de Roma, en particular, da testimonio de ello en esta fase de la implementación del Sínodo, en la que lo que se ha madurado en años de trabajo exige ser sometido a confrontación y verificación “sobre el terreno”. Esto implica un camino arduo, pero no hay que desanimarse. Conviene, en cambio, seguir trabajando con confianza, para crecer juntos.

En la historia de este majestuoso edificio en el que nos encontramos, no han faltado momentos críticos, pausas, correcciones de proyectos en fase de desarrollo. Sin embargo, gracias a la tenacidad de quienes nos han precedido, podemos reunirnos en este lugar maravilloso. En Roma, aun con tanto esfuerzo, hay un gran bien que crece. No dejemos que el cansancio nos impida reconocerlo y celebrarlo, para alimentar y renovar nuestro ímpetu. Por lo demás, la caridad vivida da forma también a nuestro rostro como Iglesia, para que resulte cada vez más evidente para todos que ella es “madre”, “madre de todas las Iglesias”, o incluso “mamá”, como dijo san Juan Pablo II al hablar con los niños en este mismo día (cf. Discurso con motivo de la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, 9 noviembre 1986).

Finalmente, quisiera mencionar un aspecto esencial de la misión de una catedral: la liturgia. Es la «cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y […] la fuente de donde mana toda su fuerza» (Const. dogm. Sacrosanctum concilium, 10). En ella encontramos todos los temas que hemos mencionado: estamos edificados como templo de Dios, como su morada en el Espíritu, y recibimos fuerza para predicar a Cristo en el mundo (cf. ibíd., 2). El cuidado de la liturgia, en el lugar de la Sede de Pedro, debe ser por tanto, en modo tal que pueda proponerse como ejemplo para todo el pueblo de Dios, respetando las normas, prestando atención a las diferentes sensibilidades de quienes participan, según el principio de una sabia inculturación (cf. ibíd., 37-38) y al mismo tiempo en la fidelidad a ese estilo de solemne sobriedad típico de la tradición romana, que tanto bien puede hacer a las almas de quienes participan activamente (cf. ibíd., 14). Debe prestarse suma atención para que aquí la sencilla belleza de los ritos pueda expresar el valor del culto para el crecimiento armonioso de todo el Cuerpo del Señor. San Agustín decía que la “belleza no es otra cosa que amor, y el amor es vida” (cf. Sermón 365, 1). La liturgia es un ámbito en el que esta verdad se realiza de manera eminente; y deseo que quien se acerque al altar de la catedral de Roma pueda salir lleno de esa gracia con la que el Señor desea inundar el mundo (cf. Ez 47,1-2.8-9.12).

PAPA LEÓN XIV




Fotos: Vatican Media, 9-11-2025