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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

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miércoles, 12 de diciembre de 2007

En tiempo de tempestad, silencio y paciencia / Autor: Ignacio Larrañaga

Para muchas parejas, el matrimonio ha dejado de ser una realidad gozosa y gratificante. Por otra parte la cultura postmoderna está demoliendo los valores conyugales promoviendo uniones espontáneas y transitorias sin compromiso alguno. No cabe duda de que la institución matrimonial está atravesando una profunda crisis.

Toda convivencia está sujeta al desgaste.
La separación de un matrimonio presupone el fracaso matrimonial, la pareja ha fracasado porque dejaron morir el amor. En el fondo de todo fracaso matrimonial hay un problema de perdón. Al no saber perdonar, la acumulación del rencor lo llevó a una situación insostenible. No debemos olvidar que el amor es un sentimiento humano y como tal, no deja de tener su carácter de fugacidad, y el carácter de solidez y estabilidad lo tiene que agregar el matrimonio.

Unos de los principales problemas que se presentan en un matrimonio son:

Adaptación

No se trata precisamente de tolerar o comprender a su pareja. Se trata de un proceso complejo de adaptación. Todos los esposos tienen rasgos negativos de personalidad. Para adaptarse, necesitan sacrificarse o morir a aquellos rasgos que hieren o incomodan al otro cónyuge en la convivencia diaria para evitar roces, choques. Adaptarse es amar y amar es adaptarse, para adaptarse los esposos tienen que sacrificar ciertos rasgos negativos. Amar es morir un poco. Se adaptan porque se aman.

No se anula la propia personalidad sino que la enriquece.

Falta de tiempo

Estamos acostumbrados a correr en la vida, nos falta tiempo para todo.
Los mejores momentos de la historia de los matrimonios son aquellos en los que los esposos estuvieron mutuamente presentes.
Efectivamente la vertiginosa vida actual hace que los esposos estén distantes físicamente y la distancia corporal se traduce en distancia mental, de ahí sobreviene el divorcio de los corazones, y muere el amor.

Problemas sexuales

Estos problemas se derivan normalmente de una convivencia conflictiva. Allá donde se da el rencor, el enojo, la ira. Para solucionar los problemas sexuales, a nivel conyugal, no hay otro camino sino el avanzar hacia una vida conyugal plena de armonía.

¿Qué hacer entonces para que el amor amanezca todas las mañanas con cara nueva?
¿Cómo evitar ser devorados por el desencanto? ¿Cómo dejar fuera de combate al enemigo fundamental del amor que es el egoísmo?
¿Qué hacer para mantener alta y viva la llama del amor en las largas noches de invierno?
¿Cómo evitar que los cónyuges vivan juntos, pero distantes?

Primero: cultivar el amor como se cultiva una tierna planta.

Segundo: en tiempo de tempestad, silencio y paciencia.

Tercero: diariamente abastecer de aceite la lámpara del amor a base de pequeños detalles.

Y lo más importante ..Dios.

Jesús debe estar vivo y vibrante en el corazón de los esposos. Sólo Jesús es capaz de organizar una revolución en las viejas leyes del corazón, poniendo perdón donde el corazón reclama venganza, suavidad donde el corazón exigía violencia, dulzura donde había amargura, amor donde había odio; en suma, poniendo amor donde había egoísmo.

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