30 de mayo de 2009.- «Cuando una mujer embarazada se ve apoyada, vence al mundo». Lo sabe bien Conrado Jiménez, Presidente de la Fundación Madrina, una de tantas entidades que ayudan a la mujer que se enfrenta a un embarazo inesperado. La filosofía de todas ellas es que la mujer no se encuentre sola, o desamparada, ante ningún problema. Ni siquiera -aunque no es el objeto de este reportaje- si abortan. Algunas simplemente necesitan un empujoncito; para otras, toda ayuda será poca. A su disposición hay pocos medios, pero sí todo el cariño de profesionales y voluntarios. La diferencia con los centros abortistas, que cobran y se desentienden, se marca por sí sola.
«Estoy embarazada y no sé qué hacer»
(María Martínez López / Alfa y Omega) «Están pensando en abortar, e incluso nos preguntan si sabemos los precios». Gema Rosales, psicóloga, es una de la decena de profesionales psicosanitarios y sociales que se turnan de día y de noche para que funcione la única línea gratuita 24 horas de atención a la mujer embarazada que hay en España. La gestiona la Línea de Atención a la Mujer, una asociación que forma parte del programa Red de Madres, de la Comunidad de Madrid, aunque atienden llamadas de toda España.
La atención telefónica fue el primer encargo de Gema, y se tuvo que curtir enseguida: «Es una labor muy complicada, hay que conseguir retener la llamada» para explicarle que tiene otras opciones. Lo más importante es «actuar rápido y ser empático, no acaparar la conversación, escuchar, y buscar siempre la frase adecuada para que sigan hablando» y cuenten sus problemas. Conrado Jiménez, Presidente de la Fundación Madrina, añade que es importante «no añadir a la situación de la mujer tu miedo a que aborte. Es importante que sepa que vas a ayudarla, aunque aborte».
Tras el primer contacto, es esencial que la mujer acuda a una cita para, cara a cara, analizar su situación y detectar problemas como el maltrato -que, últimamente, padecen la mitad de las mujeres que les piden ayuda-. En esas primeras citas, psicólogos y asistentes sociales -incluido un especialista en menores- elaboran un plan personalizado para cada mujer, pero «sin manipularlas. Queremos que sea ella la que decida», insiste Gema. Otro momento clave de este primer contacto es presentarle a su hijo, a través de una ecografía gratuita.
La experiencia general de las entidades de ayuda a la embarazada es que la gran mayoría de las mujeres a las que se escucha y se les ofrece ayuda deciden seguir adelante con su embarazo. La Fundación Red Madre habla del 80%, la Fundación Madrina de tres cuartas partes, «si es la chica la que busca ayuda, y el 50%, cuando somos nosotros los que nos acercamos a ella porque alguien nos ha avisado», explica el señor Jiménez.
«Me echarán de casa si no aborto»
Una de las principales consecuencias de no abortar suele ser el abandono de la pareja. Si compartían vivienda, quizá no pueda pagarla sola. En la Fundación Madrina están acostumbrados a casos aún más sangrantes: «Atendemos a menores a las que sus familias dejan en la calle, y el SAMUR social sólo las anima a abortar», denuncia Conrado. La Fundación cuenta con un piso por el que, cada año, pasan unas diez mujeres. Además de los pisos de acogida o las residencias, que otras entidades también ofrecen, la Fundación Madrina ha desarrollado un proyecto innovador: los hogares madrina. Ya son varias decenas las familias que han abierto su casa a alguna de estas mujeres, las que presentan menos problemas, durante un período de tiempo flexible y pactado.
«No tengo trabajo»
Muchas mujeres embarazadas necesitan un empleo, y no es fácil conseguirlo en su estado, sobre todo si son jóvenes o inmigrantes. La inserción laboral es uno de los ejes de actuación de Madrina, y para ello es fundamental la formación. Las primeras orientaciones las reciben en la misma Fundación, y luego se forman en una decena de empresas y PYMES con las que la Fundación tiene convenios. No es raro, además, que estas mismas empresas termine contratando a alguna de las mujeres.
«Me echarán de casa si no aborto»
Una de las principales consecuencias de no abortar suele ser el abandono de la pareja. Si compartían vivienda, quizá no pueda pagarla sola. En la Fundación Madrina están acostumbrados a casos aún más sangrantes: «Atendemos a menores a las que sus familias dejan en la calle, y el SAMUR social sólo las anima a abortar», denuncia Conrado. La Fundación cuenta con un piso por el que, cada año, pasan unas diez mujeres. Además de los pisos de acogida o las residencias, que otras entidades también ofrecen, la Fundación Madrina ha desarrollado un proyecto innovador: los hogares madrina. Ya son varias decenas las familias que han abierto su casa a alguna de estas mujeres, las que presentan menos problemas, durante un período de tiempo flexible y pactado.
«No tengo trabajo»
Muchas mujeres embarazadas necesitan un empleo, y no es fácil conseguirlo en su estado, sobre todo si son jóvenes o inmigrantes. La inserción laboral es uno de los ejes de actuación de Madrina, y para ello es fundamental la formación. Las primeras orientaciones las reciben en la misma Fundación, y luego se forman en una decena de empresas y PYMES con las que la Fundación tiene convenios. No es raro, además, que estas mismas empresas termine contratando a alguna de las mujeres.
La última actividad de este tipo ha sido con la empresa informática Sun Microsystems, experta en conciliación y en proyectos de responsabilidad social corporativa. Eduardo González coordina el equipo de voluntarios de la empresa y fue uno de los encargados del taller intensivo -dos días- que se dio a las mujeres sobre informática y comunicación a través de Internet: «Algunas tenían dificultades serias con la informática, pero fueron muy receptivas. No han tenido muchas oportunidades así, y les hemos donado algunos ordenadores para que pongan en práctica lo aprendido». Durante esos dos días, a los bebés los atendieron, en la sede de la empresa, voluntarios de la empresa y de Madrina, lo que convirtió la cafetería en el centro de atención: «La gente bajaba a tomar un café, los veía y se ofrecía para echar una mano al día siguiente».
Un grupo de chicas, en el taller de formación impartido, para la Fundación Madrina, por la empresa Sun Microsystems
«¡Es un chico, qué monada!»
Una niña irrumpe entusiasmada en el despacho de Gema en la LAM. Es hija de una de las mujeres a las que la psicóloga ha atendido, y viene a anunciarle que su hermanito es un niño. Lo acaban de descubrir en una ecografía de seguimiento, en la consulta de al lado. La Línea de Atención a la Mujer ofrece a las mujeres embarazadas un seguimiento médico básico durante el embarazo, con la ayuda de médicos voluntarios. Gema explica que, aunque podrían recibir esa atención en la Seguridad Social, «aquí tiene un componente distinto: la cercanía. Lo hacemos para que la mujer no se sienta sola». Por este mismo motivo, una matrona las prepara para el parto, a la vez que les enseña lo básico sobre el cuidado del bebé.
«Te ha quedado muy bien»
Han aceptado a su hijo, y cuentan con ayuda para luchar por él. Y, sin embargo, el problema de un embarazo inesperado no ha acabado. «Necesitan mucho tiempo para asumir» que toda su vida ha cambiado de golpe, apunta la señora Rosales, psicóloga de la Línea de Atención a la Mujer. Muchas de ellas necesitan un seguimiento, no sólo social, sino también psicológico, para superar el shock y otros problemas preexistentes, como la exclusión o el maltrato.
«¡Es un chico, qué monada!»
Una niña irrumpe entusiasmada en el despacho de Gema en la LAM. Es hija de una de las mujeres a las que la psicóloga ha atendido, y viene a anunciarle que su hermanito es un niño. Lo acaban de descubrir en una ecografía de seguimiento, en la consulta de al lado. La Línea de Atención a la Mujer ofrece a las mujeres embarazadas un seguimiento médico básico durante el embarazo, con la ayuda de médicos voluntarios. Gema explica que, aunque podrían recibir esa atención en la Seguridad Social, «aquí tiene un componente distinto: la cercanía. Lo hacemos para que la mujer no se sienta sola». Por este mismo motivo, una matrona las prepara para el parto, a la vez que les enseña lo básico sobre el cuidado del bebé.
«Te ha quedado muy bien»
Han aceptado a su hijo, y cuentan con ayuda para luchar por él. Y, sin embargo, el problema de un embarazo inesperado no ha acabado. «Necesitan mucho tiempo para asumir» que toda su vida ha cambiado de golpe, apunta la señora Rosales, psicóloga de la Línea de Atención a la Mujer. Muchas de ellas necesitan un seguimiento, no sólo social, sino también psicológico, para superar el shock y otros problemas preexistentes, como la exclusión o el maltrato.
La Línea de Atención a la Mujer también les ofrece un taller de bisutería, aunque la bisutería «casi es lo secundario», explica Tatiana, su responsable. "El objetivo principal -continúa- es, por un lado, fomentar la relación entre mujeres que comparten un problema y que muchas veces se encuentran solas. Así también «van relativizando su problema", al ver situaciones parecidas o incluso peores. Por otro lado, el taller pretende fomentar su autoestima, que suele estar muy baja. Para Tatiana, «es importante que sientan que están participando en algo bueno, creativo, e ir sacando y valorando todo lo positivo que va saliendo de ellas». Además, la bisutería se vende, y ese dinero es una pequeña ayuda extra para las mujeres.
«¿Nos tomamos un café?»
Paloma de la Huerta es madre de familia, y acude cada día al piso de acogida de la Fundación Madrina. Es una de esas figuras que dan nombre a la fundación. Su labor es un acompañamiento distinto al de los profesionales. Su tarea es ser «como una madre con ellas, darles el amor que no tienen». Esto incluye «desde acompañarlas al ginecólogo hasta enseñarles a cocinar». La señora De la Huerta es una de las madrinas más implicadas, pero hay más que, dentro de sus posibilidades, ejercen este papel. Y las mujeres también cuentan con voluntarios para, por ejemplo, cuidar a los niños cuando ellas salen a buscar trabajo. Lo mismo ocurre en la Línea de Atención a la Mujer, que cuenta con una cincuentena de voluntarios también para cosas tan sencillas -y tan importantes- como ir de compras, al cine, o a tomarse un café.«¿Nos tomamos un café?»
Preparando la canastilla
La ayuda material más básica -ropa, leche, pañales, cochecitos-, ligada en el imaginario popular a las asociaciones provida, sigue siendo tan necesaria como siempre, y no se benefician de ella sólo los bebés, sino también sus hermanos, si son pequeños. Es asimismo una de las formas de ayuda en las que cualquier persona puede colaborar con más facilidad, aunque también es bienvenida la ayuda de empresas del sector. O que no sean del sector, como Sun Microsystems, que, antes de colaborar con la Fundación Madrina con el taller de formación, recogió material entre sus empleados para donárselo.
La ayuda material más básica -ropa, leche, pañales, cochecitos-, ligada en el imaginario popular a las asociaciones provida, sigue siendo tan necesaria como siempre, y no se benefician de ella sólo los bebés, sino también sus hermanos, si son pequeños. Es asimismo una de las formas de ayuda en las que cualquier persona puede colaborar con más facilidad, aunque también es bienvenida la ayuda de empresas del sector. O que no sean del sector, como Sun Microsystems, que, antes de colaborar con la Fundación Madrina con el taller de formación, recogió material entre sus empleados para donárselo.
«¿Con quién dejo al niño?»
La Fundación Madrina está intentando poner en marcha, para verano, un nuevo proyecto: los hogares guardería, para que las mujeres puedan dejar a sus hijos mientras trabajan, hasta que consigan plaza en una guardería. Su necesidad pone de manifiesto que el resto de ayuda que se les ha prestado ha tenido éxito: tienen trabajo y son autónomas. Puede ser el último paso, pero las mujeres saben que, en el caso de que les siga haciendo falta, siempre podrán contar con esa mano amiga que una vez les tendieron.
La Fundación Madrina está intentando poner en marcha, para verano, un nuevo proyecto: los hogares guardería, para que las mujeres puedan dejar a sus hijos mientras trabajan, hasta que consigan plaza en una guardería. Su necesidad pone de manifiesto que el resto de ayuda que se les ha prestado ha tenido éxito: tienen trabajo y son autónomas. Puede ser el último paso, pero las mujeres saben que, en el caso de que les siga haciendo falta, siempre podrán contar con esa mano amiga que una vez les tendieron.