28 de agosto del 2022.- (Camino Católico) Homilía del obispo de Córdoba Mons. Demetrio Fernández, del 22º domingo de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Catedral de Córdoba.
Evangelio: San Lucas 14, 1. 7-14:
Un sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro y te diga:
“Cédele el puesto a éste”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Evangelio: San Mateo 25, 14-30:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
– «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
– «Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco.»
Su señor le dijo:
– ”Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
– «Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos».
Su señor le dijo:
– «Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».
Se acercó el que había recibido un talento y dijo:
– «Señor, sabia que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.»
El señor le respondió:
– «Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes»».
Evangelio: San Mateo 25, 1-13:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
«Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora
* «Todo comenzó con mi esposa y yo manteniendo nuestra promesa de ser ‘solo para ti’. Nuestro impulso de desvincular el sexo de sus consecuencias es una de las distorsiones profundamente inhumanas causadas por el régimen del aborto y la mentalidad anticonceptiva que lo infunde. La tecnología y las «soluciones» fácilmente disponibles nos embrujan haciéndonos creer que podemos realizar el acto humano más íntimamente personal sin tener que completarlo en una relación personal continua. Nos hemos convencido de que podemos llevar a cabo el acto que mantiene viva a la especie humana sin tener que preocuparnos por mantenerla viva, incluso con la intención deliberada de no mantenerla viva. El sexo se ha vuelto abortivo incluso cuando no termina con un aborto. Nos hemos olvidado para qué sirve el sexo. Sí, es para el placer, y el placer es un buen regalo de nuestro Padre. Sí, es la expresión más completa de la entrega de sí mismo para la que fueron diseñados nuestros cuerpos conyugales. Pero hemos olvidado que, como ha argumentado recientemente Audrey Pollnow, la posibilidad de concebir forma parte del ‘placer, además de la excitación’ del sexo. Los actos sexuales que eluden este placer más completo ‘son ilusorios, sentimentales y deformantes: implican la experiencia de hacer el acto de concebir sin hacerlo realmente’»