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domingo, 6 de octubre de 2024

Homilía del Evangelio del Domingo: Para vivir el matrimonio conforme al designio de Dios hay que abrirse a su gracia con la fe, los sacramentos y querer vivir conforme a su voluntad / Por P. José María Prats

* «Jesús, por su sacrificio redentor, nos ha reconciliado con Dios y nos ha devuelto la gracia por la comunicación del Espíritu Santo, que viene a habitar en nosotros y nos da la fuerza para vencer el egoísmo y amar como Dios ama… Esta es la invitación que hoy nos hace el Señor: ‘venid a mí, revestíos de la fuerza para amar como yo os amo y gozad de las delicias del verdadero amor'»

 El que no está contra nosotros, está por nosotros:   Domingo XXVII del tiempo ordinario – B:


Génesis 2,18-24  /  Salmo 127  /  Hebreos 2, 9-11 /  Marcos 10, 2-16


P. José María Prats / Camino Católico.- Las lecturas de este domingo dan mucha luz sobre la realidad del matrimonio, una realidad tan discutida y castigada en nuestros días.

Hemos escuchado que cuando los fariseos le dicen a Jesús que la ley de Moisés permitía el divorcio, éste les responde que esto fue permitido por la terquedad de los hombres, pero que al principio de la creación no fue así. ¿Qué está queriendo decir Jesús? Pues que –como hemos escuchado en la primera lectura– en el designio original de Dios para la creación, el hombre estaba llamado a unirse a su mujer para formar una sola carne, una unión indisoluble. Ésta es, pues, la verdad del amor conyugal, una verdad que está inscrita en la entraña de nuestro ser: el corazón nos dice que el verdadero amor es incondicional, que va más allá de cálculos e intereses, que permanece en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Un amor que sólo tiene intención de perdurar mientras todo nos sonríe, no es amor. Será tal vez un acuerdo para compartir experiencias durante algún tiempo, pero no amor verdadero. De hecho, estos acuerdos acaban siendo tristes y oscuros, porque no gozan de la luz divina del amor, que lo ilumina y ennoblece todo.

¿Por qué Dios permitió entonces el divorcio en la ley que dio a Israel por medio de Moisés? Por la terquedad de los hombres, dice Jesús: por su incapacidad de amar. Como consecuencia del pecado original el ser humano había perdido la gracia de Dios quedando sometido al poder del Maligno y del egoísmo. En estas condiciones no tenía la fuerza para vivir en la donación incondicional de sí mismo y Dios no podía exigirle algo que no estaba capacitado para cumplir.

Jesús, sin embargo, dice a sus discípulos que con Él las cosas vuelven a ser como en el principio, que el hombre y la mujer deben unirse indisolublemente para formar una sola carne y que «si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.» ¿Por qué? Pues porque Jesús, por su sacrificio redentor, nos ha reconciliado con Dios y nos ha devuelto la gracia por la comunicación del Espíritu Santo, que viene a habitar en nosotros y nos da la fuerza para vencer el egoísmo y amar como Dios ama.

Hoy en día, el matrimonio para toda la vida está muy desprestigiado ante los ojos del mundo. Muchas personas piensan que no es realista, que es una utopía. Y es normal que se piense así porque al apartarnos de Dios hemos perdido su gracia, y sin ella, efectivamente, no es posible vivir el matrimonio conforme al designio de Dios. Al rechazar al Espíritu Santo es como si hubiéramos vuelto a los tiempos de Moisés y por ello no nos debe extrañar que se haya generalizado nuevamente el divorcio en nuestra sociedad. 

Hay, sin embargo, una diferencia muy importante con los tiempos de Moisés: ahora la gracia para vivir el matrimonio como entrega mutua incondicional según el designio divino está ahí, manando del costado abierto de Cristo, disponible para todos. Tan sólo hace falta que nos abramos a ella mediante la fe, los sacramentos y el empeño sincero de vivir conforme a la voluntad de Dios.

Esta es la invitación que hoy nos hace el Señor: “venid a mí, revestíos de la fuerza para amar como yo os amo y gozad de las delicias del verdadero amor”. Lo hemos cantado en el salmo: «Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa.»

P. José María Prats

 

Evangelio

En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: 

«¿Puede el marido repudiar a la mujer?». 

Él les respondió: 

«¿Qué os prescribió Moisés?». 

Ellos le dijeron: 

«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». 

Jesús les dijo: 

«Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre». 

Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: 

«Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: 

«Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». 

Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos. 

Marcos 10, 2-16

Oración a San Bruno pidiendo protección para alejar el mal y las envidias

Camino Católico.- Cada 6 de octubre, la Iglesia recuerda a San Bruno de Colonia, sacerdote fundador, en 1084, de los Cartujos, orden contemplativa que se ha mantenido, de manera notable, bajo el espíritu de la sencillez y la austeridad.

Ya en el siglo XVII, el sabio y piadoso Cardenal Giovanni Bona describía a los monjes cartujos de esta manera: "Son el gran milagro del mundo: viven en el mundo como si estuviesen fuera de él; son ángeles en la tierra, como Juan Bautista en el desierto". Y es que estos monjes han intentado ser siempre fieles al legado de San Bruno y hacer de sus monasterios un “adelanto” de las realidades espirituales que nos esperan si amamos a Dios; un signo de su presencia en el mundo.

Baste considerar el lema de la “Cartuja” (nombre con el que se designa coloquialmente a la Orden): “Stat Crux dum volvitur orbis”, que en latín quiere decir: “La Cruz se mantiene firme mientras el mundo da vueltas".

San Bruno (c. 1030 - 6 de octubre de 1101) nació en Colonia, en ese entonces parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Fue profesor de Filosofía y Teología en la Escuela de Reims (Francia), donde enseñó durante 18 años. Allí se hizo conocido por su habilidad para la enseñanza, lo que le valió prestigio académico a esa casa de estudios. Tras su paso por Reims, asumió como el canciller de la diócesis, nombrado por el Arzobispo Manasés. Bruno de Colonia tenía, en ese momento, todos los pergaminos para seguir una carrera eclesiástica. Sin embargo, empezó a descubrir el llamado a una vida de oración al estilo monacal.

Junto a un grupo de compañeros, Bruno se estableció en la comuna normanda de Saint-Pierre-de-Chartreuse. En ese momento no se tenía la menor intención de fundar una orden religiosa. Si se llegó a eso fue por el fervor y la entrega de aquellos hombres, los que llamaron la atención del delfín de Francia y de las autoridades eclesiales. Así, la Iglesia formuló una invitación a los monjes a instituirse.

Más adelante, el conde Rogelio -hermano del famoso normando Roberto Guiscardo, Duque de Apulia y Calabria- le regaló a San Bruno el fértil valle de La Torre, en la diócesis de Squillace (Calabria, Italia). Ahí se estableció el santo con algunos otros discípulos.

Dios, en el camino, suscitó en San Bruno el deseo de una vida de estilo eremítico. Es cierto que en su itinerario espiritual se acercó a la forma cenobítica del monacato -monjes aislados del mundo pero que compartían una vida en común-; sin embargo, optó finalmente por la vida en completa soledad, de cara a Dios.

La Iglesia, en virtud a tal espíritu de desprendimiento y dedicación a Dios, considera la vida de los cartujos como paradigma del estado de contemplación y penitencia.

San Bruno de Colonia murió el domingo 6 de octubre de 1101. Un tiempo después, los monjes enviaron un relato sobre su muerte a las principales iglesias y monasterios de Italia, Francia, Alemania, Inglaterra e Irlanda, pues era entonces costumbre pedir oraciones por las almas de los que habían fallecido.

Ese documento, junto con los Elogia (Elogios al difunto), escritos por los 178 monjes que recibieron el relato de su muerte, es uno de los más completos y valiosos testimonios que existen y que confirman la vida ejemplar del santo.

San Bruno no ha sido canonizado formalmente, pues los Cartujos han rehuido generalmente a las manifestaciones públicas desde siempre, incluso a las eclesiásticas. Sin embargo, en 1514, obtuvieron del Papa León X el permiso para celebrar la fiesta de su fundador. El Papa Clemente X extendió esta festividad a toda la Iglesia occidental en 1674. El santo es particularmente popular en Calabria, y el culto que se le tributa hoy refleja en buena medida el doble aspecto, activo y contemplativo, de su vida.


Oración a San Bruno pidiendo protección para alejar el mal y las envidias

Oh glorioso San Bruno, maestro de maestros, dotado con una gran sabiduría; tú que no dudaste en despojarte de tu gran fama y reputación, ni de los bienes terrenales, para consagrarte al silencio total y apartarte completamente del mundo. Tú que diste pruebas de santidad y virtud dedicándote a la penitencia y a la oración en la Cartuja, escucha hoy mis peticiones.

Bienaventurado San Bruno, hombre de sentir compasivo, piadoso y colmado de fe y de amor a Cristo y a los hombres, tú que conoces lo que es sufrir por acusaciones, malicias, venganzas, humillaciones y difamaciones, te imploro que eleves mis plegarias hasta los cielos para que sean escuchadas y atendidas por el Señor.

Alma de Dios elegida, tú eres invocado para darnos protección y defensa cuando nos sentimos indefensos y desamparados, por eso hoy acudo a ti, para que puedas poner tu mirada en mí y alejes todo enemigo de mi vida, todo aquello que pueda causarme malestar, y me ayudes a recuperar mi estabilidad emocional para finalmente tener calma y serenidad.

(Debes decir en este punto si tienes una petición en específico)

Destierra para siempre de mí todo espíritu de mal, toda mala persona, toda malicia, perversidad, codicia y maldad, protege a mi familia, mi trabajo, mi negocio y mi hogar, para que no suframos ningún ataque del enemigo, o de gente perversa y falsa que pueda estar camuflando muy cerca de nosotros.

Además, que tu fortaleza sea nuestro potente escudo para no ser afectados por las malas lenguas, los chismes, las intrigas, las difamaciones, las envidias, las traiciones, los rencores y los odios, y que jamás logren llegar a nosotros. Danos la fuerza necesaria para combatir el mal con el bien, te lo pedimos por los méritos de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oración a San Bruno para discernir lo esencial de lo superfluo y encontrar en la intimidad con Dios la verdadera plenitud


Reflexionemos sobre Génesis 2, 18 de la primera lectura de hoy domingo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle al­guien como él que le ayude»

 


Santa Faustina y la Divina Misericordia – Película de Dibujos animados



Camino Católico.- Santa Faustina y la Divina Misericordia, película de dibujos animados para niños de la serie “Mi familia católica” de  EWTN .



Confío en Ti. Diálogo de un alma con Jesús de la Misericordia según lo que dijo el Señor a Santa Faustina Kowalska


Camino Católico.- Para grabar en nuestros corazones las palabras del Salmo 136 que nos recuerdan “que es eterna la misericordia del Señor”, la Fundación Eukmamie – HM Televisión ofrece este programa especial titulado: “Confío en Ti. Diálogo de un alma con Jesús de la Misericordia”.

Este “Diálogo” audiovisual, entre Jesús y un alma, se ha escrito tomando como base las anotaciones del Diario de la Divina Misericordia de Sta. Faustina Kowalska. Si bien algunos de los comentarios del alma han sido inventados, las palabras que pronunciará el Señor han sido fielmente respetadas de entre las que dijo el mismo Señor a la Apóstol de su Misericordia.

Veinte minutos en diálogo con la Divina Misericordia. Con imágenes y músicas cuidadas y trabajadas con el fin de introducirnos en esta “divina conversación”, que puede ser realmente transcendental en nuestra vida.


Francisco de Asís, película de Michael Curtiz (1961)

Camino Católico.-  Francisco de Asís es una película de 1961 a color, dirigida por Michael Curtiz, basada en la novela The Joyful Beggar del escritor católico Louis de Wohl. Elegida entre las 100 películas pro catolicismo por la National Catholic Register en 2004.

Drama religioso sobre la vida de San Francisco de Asís (Bradford Dillman). La juventud de san Francisco como el hijo de un acaudalado comerciante de ropa en Asís, quien deja todas sus posesiones terrenales para dedicar su vida por completo a Dios. Clara (Dolores Hart) es una joven aristócrata a quien le impactó tanto san Francisco que dejó a su familia para convertirse en monja.  En ese entonces san Francisco ya tenía una reputación establecida por su voto de pobreza, la historia continúa para mostrar sus milagros y otros aspectos de su vida, incluyendo su muerte el 3 de octubre de 1226.

Elenco
* Bradford Dillman – Francis Bernardone of Assisi
* Dolores Hart – Clare
* Stuart Whitman – Count Paolo of Vandria
* Cecil Kellaway – Cardinal Hugolino
* Eduard Franz – Pietro Bernardone
* Athene Seyler – Aunt Buona
* Finlay Currie – The Pope
* Mervyn Johns – Brother Juniper
* Russell Napier – Brother Elias
* John Welsh – Canon Cattanei
* Harold Goldblatt – Bernard
* Edith Sharpe – Donna Pica
* Jack Lambert – Scefi
* Oliver Johnston – Father Livoni
* Malcolm Keen – Bishop Guido


sábado, 5 de octubre de 2024

Homilía del P. José Aurelio Martín y lecturas de la Misa de hoy, sábado, Témporas de acción de gracias y de petición, 5-10-2024

5 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. José Aurelio Martín Jiménez y lecturas de la Santa Misa de hoy, sábado de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, Témporas de acción de gracias y de petición, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, sábado, Témporas de acción de gracias y de petición, 5-10-2024

5 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, sábado de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, Témporas de acción de gracias y de petición, presidida por el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 5/10/2024: «Todo el que pide recibe» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 5 de octubre de 2024, sábado de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, Témporas de acción de gracias y de petición, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Mateo 7, 7-11:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».

Misterios Gozosos del Santo Rosario en la Parroquia Asunción de Nuestra Señora, Torrelodones, 5-10-2024

5 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Misterios Gozosos del Santo Rosario en la parroquia Asunción de Nuestra Señora, Torrelodones, emitido por 13 TV.

Oración de Santa Faustina Kowalska para ser misericordiosos

P. Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 5 de octubre la Iglesia Católica celebra a Santa Faustina Kowalska (1905-1938), religiosa y mística católica nacida en Polonia. Ella fue testigo de las apariciones que inspiraron la devoción a Jesús de la Divina Misericordia. Por esta razón, ella ostenta el título de “Apóstol de la Divina Misericordia”. "A las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas el juez, sino el Salvador Misericordioso”, le dijo el Señor Jesús a su servidora, Santa Faustina.

Helena Kowalska -nombre de pila de Santa Faustina- nació en Lodz, Polonia, en 1905. Desde pequeña mostró una sensibilidad especial para los asuntos espirituales, algo que sus padres -piadosos y disciplinados católicos- ayudaron a forjar. El día que recibió la Primera Comunión, Faustina estaba tan emocionada por el don recibido que expresó su gratitud besando las manos de sus progenitores, agradeciéndoles que la hubieran educado en el amor a Cristo y pidiéndoles perdón por haberlos ofendido.

Helena fue la tercera de ocho hermanos. Esto la obligó a aprender rápidamente a cuidar de sus hermanos más pequeños y ayudar en los quehaceres del hogar. En casa, o estaba ayudando a su madre en la cocina o estaba cuidando a sus hermanos; en el establo, se ocupaba de ordeñar a las vacas. Asistió a la escuela, pero sólo pudo completar los primeros tres años de estudio, porque la familia Kowalska no contaba con el dinero suficiente para costear su educación.

A los 15 años empezó a tener inquietudes por la vida religiosa. Sin embargo, sabía que no sería aceptada en un convento sin tener algo de dinero. Por eso, empezó a trabajar como empleada doméstica para ayudarse económicamente y, al mismo tiempo, seguir apoyando a su familia.

Cuando le comunicó a sus padres su deseo de entrar al convento, ellos se opusieron. Eso la desanimó por un tiempo, hasta que un día, mientras rezaba, sintió que Jesús le pedía que deje todo y vaya a Varsovia. Una vez allí podría ingresar a uno de los conventos de la ciudad.

Sin despedirse de sus padres, viajó a la capital polaca sólo con el vestido que llevaba puesto. En Varsovia habló con un sacerdote, quien le consiguió hospedaje en casa de una familia amiga. Posteriormente, volvió a trabajar como empleada doméstica para poder sostenerse. Fue un tiempo de gran incertidumbre para ella, en el que se sintió fuertemente probada, dado que ninguna casa de religiosas quiso acogerla a pesar de su insistencia.

Finalmente, fue recibida en la Casa Madre de la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. A Faustina se le encendió el corazón de alegría, su más grande sueño se hacía realidad, aunque no duraría demasiado. El gozo inicial se fue desvaneciendo poco a poco.

Sólo unas pocas semanas después de haber sido aceptada, enfrentó por primera vez la tentación de dejar el convento. No entendía bien qué sucedía y su corazón alegre se encontraba ahora turbado y entristecido.

De esos días data una de sus primeras visiones: vio que Jesús se le aparecía con el rostro destrozado y cubierto de llagas. Ella, entonces, preguntó: "Jesús, ¿quién te ha herido tanto?". A lo que Él contestó: "Este es el dolor que me causarías si te vas de este convento. Es aquí donde te he llamado y no a otro; y tengo preparadas para ti muchas gracias".

Faustina entendió entonces lo que Dios quería de ella. Se mantuvo firme y desistió de la idea de dejar el convento, y más bien empezó a enamorarse de la vida que allí podía encontrar. Así, el tiempo pasó, vino el noviciado, la recepción del hábito y los primeros votos. Finalmente llegaría la consagración a perpetuidad. El nombre de ‘Helena’ cambiaría por el de ‘Faustina’.

Esos fueron años distintos, vividos con sencillez, con vocación de servicio. Faustina pasaría por varios cargos en el convento y realizaría distintos oficios con amabilidad y sencillez: fue cocinera, jardinera, portera.

A esta humilde mujer -recogida y piadosa, alegre y caritativa- Dios la había escogido para revelarse de una manera particular: Jesús se le apareció en otras ocasiones con la intención de mostrarle, con mayor profundidad, su amor misericordioso por la humanidad.

De aquellas visiones místicas proviene la imagen de la Divina Misericordia que se conoce popularmente. En esta se ve a Jesús vestido de blanco, mirando al frente, fijamente, y mostrando el corazón, desde el cual emanan rayos de luz blancos y rojos. Esta imagen no es sino la representación pictórica del Señor, tal y como Santa Faustina lo vio, a la que posteriormente se añadió la expresión “Jesús, en vos confío”, por pedido expreso del Señor. 

Faustina recibió muchas otras gracias extraordinarias -los estigmas ocultos, el don de profecía y numerosas revelaciones particulares, como la coronilla de la Divina Misericordia-, y siempre lo hizo con la conciencia de que aquellos favores eran inmerecidos: “Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión interior del alma con Dios... Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios”.   

El 5 de octubre de 1938, después de un período de sufrimientos soportados con virtud, la santa fue llamada a la Casa del Padre.

En el año 2000, Faustina fue canonizada por su compatriota, el Papa San Juan Pablo II, quien estableció que el segundo domingo de Pascua sea el “Domingo de la Misericordia Divina”, y su fiesta se celebre cada 5 de octubre, recordando el día del tránsito final de la santa.

Pidamos obtener la gracia de Dios de ser misericordiosos por intercesión de Santa Faustina Kowalska con la oración que ella misma escribió: 


Oración de Santa Faustina Kowalska para ser misericordiosos

Oh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.

Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.

Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.

Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)

Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)

Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí.

Santa Faustina Kowalska

Oh Jesús, que hiciste de santa Faustina

una gran devota de tu infinita misericordia,

concédeme por su intercesión,

si fuese esto conforme a tu santísima voluntad.

Yo, pecador, no soy digno de tu misericordia,

pero dígnate mirar el espíritu de entrega

y sacrificio de Sor Faustina

y recompensa sus virtudes atendiendo las súplicas

que a través de ella te presento confiando en Ti.

Padre nuestro..., Ave María..., Gloria al Padre...

Si te sientes tentado, triste, pesaroso, todo lo ves negro... acude a la Virgen María, aunque no tengas ganas de rezar / Por P. Carlos García Malo

 


viernes, 4 de octubre de 2024

Papa Francisco explica cómo reza en el prefacio de un libro: «La oración abre el corazón al Señor, y cuando el Espíritu entra, dentro te cambia la vida»

* «Así que hay que rezar, abrir el corazón y dejar espacio al Espíritu. Rezamos a Jesús, al Padre, a la Virgen, pero no solemos hablar al Espíritu Santo en la oración. En cambio, es el Espíritu Santo quien cambia nuestro corazón, entra en nuestro corazón y lo cambia. El Padre no nos unge, el Hijo no nos unge. Es el Espíritu quien nos unge con su presencia y es la unción del Espíritu Santo la que me hace comprender bien la realidad de la Iglesia y el misterio de Dios»

1 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Publicamos el prefacio del Papa Francisco, anticipado por el diario «Avvenire», al libro titulado «Como Jesús nos enseñó. La oración de los peregrinos de la esperanza» (Ediciones San Pablo) que se publicará el miércoles 9 de octubre. El texto recoge las reflexiones, algunas inéditas, del Papa Francisco sobre la oración:

Aprendí a rezar de mi abuela. Mi abuela es la que me enseñó a rezar y también me dio la devoción a San José. Luego, los padres espirituales que tuve, tanto en el seminario como en la Compañía, me ayudaron a seguir adelante en la experiencia de la oración.

Entre ellos quiero mencionar al padre Miguel Ángel Fiorito, jesuita argentino, profesor de filosofía, pero también un entusiasta de la espiritualidad. Sus obras se han publicado ahora también en Italia: un gran maestro espiritual que me enseñó a crecer en mi modo de orar. Dio muchos cursos de espiritualidad. Me enseñó a rezar como hijo y no buscando los caramelos del consuelo: ¿cómo se reza? ¿Cómo acostumbrarse a rezar? ¿Qué hacer cuando hay consolación o incluso desolación, cuando no hay ganas de rezar? Ha sido para mí un maestro de vida espiritual. A lo largo del tiempo, mi formación en la oración sigue siendo la misma.

Incluso como Papa, nada ha cambiado: rezo como siempre, con los ritmos de siempre. A veces algunas oraciones vocales, a veces ante el Santísimo Sacramento soporto algunos momentos de aridez. Mi oración ha seguido con las cosas bellas y con las no tan bellas. A veces pienso que tengo que rezar más, esto sí. No hay tiempo, pero debo rezar más. Siempre, pues, estoy apegado a la Liturgia de las Horas, no la dejo nunca: por la tarde las Vísperas, luego más tarde el oficio de las Lecturas, por la mañana Laudes y luego la Misa. Y luego la oración mental, la oración de meditación, cuando tengo un poco de tiempo intento tener una pequeña conversación y pedirle algo al Señor, pero tengo miedo de que me responda...

Y luego está el Padre Nuestro, la Oración de Jesús. ¡Ahí está todo! Cuando los discípulos pidieron a Jesús que les enseñara a rezar, no llamó a un catequista para que los instruyera en alguna metodología de oración, o a algún especialista en el arte de la oración. Les dijo: «Digan así: Padre nuestro» (cf. Lc 11,2). El Padre nuestro es la oración universal, la oración de los hijos, la oración de la confianza, la oración de la valentía y también la oración de la resignación. Es la gran oración.

Y están las oraciones a María: yo también tengo una gran confianza en la Virgen, rezo siempre el Rosario. Me gusta sentirla cerca, porque es Madre y nos guía. Hay una historia muy bonita, por supuesto es una leyenda, que nos cuenta cómo la Virgen salva a todo el mundo. Es la historia de Nuestra Señora de los malandrines, protectora de los ladrones. Ellos roban, pero como le rezan, cuando uno de ellos muere, la Virgen, que está en la ventana del paraíso, le dice que se esconda. Y le dice que no vaya donde Pedro, que no le dejará entrar. Pero al atardecer, abre la ventana del paraíso y le deja entrar desde allí. Me gusta esto: la Virgen es la que te deja entrar por la ventana. Es casi de contrabando. Como en Caná. El Señor no tuvo la libertad de decir que no. Ella hace esto con su Hijo. Ella es así: omnipotencia suplicante.

También es por esta confianza por lo que siempre pido a la gente que rece por mí al final de mis discursos públicos. Necesito que la comunidad me apoye en este servicio a la Iglesia. Si la Iglesia no te apoya con la oración, estás acabado. La comunidad debe apoyar a su obispo y el obispo debe rezar por la comunidad.

La oración abre el corazón al Señor, y cuando el Espíritu entra, dentro te cambia la vida. Así que hay que rezar, abrir el corazón y dejar espacio al Espíritu. Rezamos a Jesús, al Padre, a la Virgen, pero no solemos hablar al Espíritu Santo en la oración. En cambio, es el Espíritu Santo quien cambia nuestro corazón, entra en nuestro corazón y lo cambia. El Padre no nos unge, el Hijo no nos unge. Es el Espíritu quien nos unge con su presencia y es la unción del Espíritu Santo la que me hace comprender bien la realidad de la Iglesia y el misterio de Dios.

Francisco