Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida dejando a Jesucristo ser quien ocupe el lugar central.
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.
* «Quisiera darles una noticia. A mi regreso a Roma iniciaré el proceso de beatificación del Rey Balduino, que con su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes. Les pido a los obispos belgas que se comprometan por llevar adelante esta causa»
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican Newstraducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Renuevo a Europa y a la Comunidad internacional mi llamado a considerar el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en fraternidad e invito a todos a ver en cada hermano y hermana migrante el rostro de Jesús que se ha hecho huésped y peregrino entre nosotros»
29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) El Papa Francisco, que sigue «con dolor y gran preocupación» la ampliación e intensificación del conflicto en el Líbano, no se cansa de expresar su firme deseo de que se resuelvan los conflictos en el mundo, que ahora se ha convertido en un polvorín. Fueron sus palabras al final de la celebración eucarística con Beatificación en el Estadio Rey Balduino, en Bruselas, al final de su 46 viaje apostólico.
En particular, la escalada de la guerra en el país de los cedros ha ocupa el pensamiento y las oraciones de Francisco al rezar el Ángelus, en el que también se ha referido a la Jornada del Emigrante y del Refugiado y ha anunciado la apertura del proceso de beatificación del rey Balduino. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO
A BÉLGICA:
ÁNGELUS
Estadio “Rey Balduino” (Bruselas)
Domingo, 29 de septiembre de 2024
Agradezco al arzobispo sus amables palabras. Expreso un sentido agradecimiento a sus majestades, el rey y la reina, así como a sus altezas reales, el gran duque y la gran duquesa de Luxemburgo, por su presencia y por la acogida de estos días.
Y extiendo también mi agradecimiento a todos aquellos que, de múltiples maneras, colaboraron en la organización de esta visita; de modo especial a los ancianos y enfermos que han ofrecido sus plegarias.
Hoy se celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema “Dios camina con su pueblo”. Desde este país, Bélgica, que ha sido y sigue siendo aún hoy meta de tantos emigrantes, renuevo a Europa y a la Comunidad internacional mi llamado a considerar el fenómeno migratorio como una oportunidad para crecer juntos en fraternidad e invito a todos a ver en cada hermano y hermana migrante el rostro de Jesús que se ha hecho huésped y peregrino entre nosotros.
Sigo con dolor y gran preocupación el crecimiento e intensificación del conflicto en el Líbano. El Líbano es un mensaje, pero en este momento es un mensaje de dolor, y esta guerra tiene efectos devastadores sobre la población. Muchas, demasiadas personas, continúan muriendo día tras día en Oriente Medio. Oremos por las víctimas, por sus familias, recemos por la paz. Pido a todas las partes en conflicto un alto el fuego inmediato en el Líbano, en Gaza, en el resto de Palestina y en Israel. Que se liberen los rehenes y se permita la ayuda humanitaria. No olvidemos la lastimada Ucrania.
Les agradezco también a todos los que han venido de Holanda, Alemania y Francia para compartir esta jornada. Gracias a todos.
En este momento quisiera darles una noticia. A mi regreso a Roma iniciaré el proceso de beatificación del Rey Balduino, que con su ejemplo de hombre de fe ilumine a los gobernantes. Les pido a los obispos belgas que se comprometan por llevar adelante esta causa.
Dirijámonos ahora a la Virgen María rezando juntos el Ángelus. Esta oración, muy popular en las generaciones pasadas, merece redescubrirse. Es una síntesis del misterio cristiano, que la Iglesia nos enseña a introducir en medio de nuestras ocupaciones cotidianas. Se la entrego especialmente a los jóvenes, y a todos los encomiendo a nuestra Madre Santísima que aquí, junto al altar, es representada como Sede de la Sabiduría. Sí, necesitamos de la sabiduría del Evangelio. Pidámosla con frecuencia al Espíritu Santo.
Y, por intercesión de la Virgen María, pidamos a Dios el don de la paz para la martirizada Ucrania, para Palestina e Israel, para Sudán, Myanmar y todos los pueblos heridos a causa de la guerra.
¡Gracias a todos! Y adelante, “en route, avec Espérance”.
Oración del Ángelus:
Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.
Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria…
Ecce ancílla Dómini.
Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria…
Et Verbum caro factum est.
Et habitávit in nobis.
Ave Maria…
Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus.
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,
méntibus nostris infunde;
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.
29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) El Papa Francisco ha presidido la mañana de este domingo la Santa Misa de clausura de su viaje a Bélgica, con el rito de Beatificación de la Sierva de Dios Ana de Jesús, y en su homilía ha pedido no encubrir los abusos y que “se juzgue al abusador, sea laica, laico, sacerdote u obispo”. La Eucaristía se ha celebrado en el Estadio Rey Babuino, ante unos 40.000 fieles presentes. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.
Además, centrándose en la beatificación de Ana de Jesús ha señalado en la homilía que “su testimonio se nos confía para que también lo hagamos nuestro, renovando el compromiso de caminar juntos tras las huellas del Señor… En un tiempo marcado por escándalos dolorosos, dentro y fuera de la comunidad cristiana, ella y sus compañeras, con su vida sencilla y pobre, hecha de oración, de trabajo y de caridad, supieron traer de nuevo a la fe a tantas personas, hasta el punto de que alguno definió su fundación en esta ciudad como un ‘imán espiritual’”.
Camino Católico.- La meditación la realiza Arturo López Martos, laico casado y padre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida. En esta charla profundiza en cómo afrontar el combate espiritual para mantener y alimentar nuestra comunicación con Dios a través de la oración perseverante. Se ora como se vive, porque se vive como se ora y el catecismo de la Iglesia católica nos da unas pautas importantes sobre las dificultades que tenemos para orar. Debemos asumir que la oración es una gracia de Dios que precisa de una respuesta por nuestra parte, lo que requiere un esfuerzo y un acto de la voluntad. ¿Por qué si afirmamos que Cristo es el hijo del Dios vivo luego no somos capaces de poner la oración como prioridad?
Arturo López también participa de las reuniones de plegaria del grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta enseñanza, el lunes 5 de noviembre de 2012.
29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)Homilía de Mons. José Mazuelos Pérez, obispo de Canarias, y lecturas de la Misa de hoy, XXVI Domingo de Tiempo Ordinario, emitida por13 TVdesde la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria.
29 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, XXVI domingo de Tiempo Ordinario, presidida por Mons. José Mazuelos Pérez, obispo de Canarias, emitida por 13 TV desde la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria.
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TVdel 29 de septiembre de 2024, domingo de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Marcos 9, 38-43.45.47-48:
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.”
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
* «Saber que nuestros hermanos de fuera también tienen la posibilidad de salvarse: ¿qué existe que sea más liberador y qué confirma mejor la infinita generosidad de Dios y su voluntad de ‘que todos los hombres se salven’ (1 Tm 2,4)? Deberíamos hacer nuestro el deseo de Moisés recogido en la primera lectura de este domingo: ‘¡Quisiera de Dios que le diera a todos su Espíritu!’. ¿Debemos, con esto, dejar a cada uno tranquilo en su convicción y dejar de promover la fe en Cristo, dado que uno se puede salvar también de otras maneras? Ciertamente no. Sólo deberíamos poner más énfasis en el motivo positivo que en el negativo. El negativo es: ‘Creed en Jesús, porque quien no cree en Él estará condenado eternamente’; el motivo positivo es: ‘Creed en Jesús, porque es maravilloso creer en Él, conocerle, tenerle al lado como Salvador, en la vida y en la muerte’»
El que no está contra nosotros, está por nosotros:Domingo XXVI del tiempo ordinario – B:
Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- Uno de los apóstoles, Juan, vio expulsar demonios en nombre de Jesús a uno que no era del círculo de los discípulos y se lo prohibió. Al contarle el incidente al Maestro, se oye que Él responde: «No se lo impidáis... El que no está contra nosotros, está por nosotros».
Se trata de un tema de gran actualidad. ¿Qué pensar de los de fuera, que hacen algo bueno y presentan las manifestaciones del Espíritu, sin creer aún en Cristo y adherirse a la Iglesia? ¿También ellos se pueden salvar?
La teología siempre ha admitido la posibilidad, para Dios, de salvar a algunas personas fuera de las vías ordinarias, que son la fe en Cristo, el bautismo y la pertenencia a la Iglesia. Esta certeza se ha afirmado sin embargo en época moderna, después de que los descubrimientos geográficos y las aumentadas posibilidades de comunicación entre los pueblos obligaron a tomar nota de que había incontables personas que, sin culpa suya alguna, jamás habían oído el anuncio del Evangelio, o lo habían oído de manera impropia, de conquistadores o colonizadores sin escrúpulos que hacían bastante difícil aceptarlo. El Concilio Vaticano II dijo que «el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual» de Cristo, y por lo tanto se salven [Constitución Pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia y el mundo actual, n. 22. Ndt].
¿Ha cambiado entonces nuestra fe cristiana? No, con tal de que sigamos creyendo dos cosas: primero, que Jesús es, objetivamente y de hecho, el Mediador y el Salvador único de todo el género humano, y que también quien no le conoce, si se salva, se salva gracias a Él y a su muerte redentora. Segundo: que también los que, aún no perteneciendo a la Iglesia visible, están objetivamente «orientados» hacia ella, forman parte de esa Iglesia más amplia, conocida sólo por Dios.
Dos cosas, en nuestro pasaje del Evangelio, parece exigir Jesús de estas personas «de fuera»: que no estén «contra» Él, o sea, que no combatan positivamente la fe y sus valores, esto es, que no se pongan voluntariamente contra Dios. Segundo: que, si no son capaces de servir y amar a Dios, sirvan y amen al menos a su imagen, que es el hombre, especialmente el necesitado. Dice de hecho, a continuación de nuestro pasaje, hablando aún de aquellos de fuera: «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa».
Pero aclarada la doctrina, creo que es necesario rectificar también algo más, y es la actitud interior, la psicología de nosotros, los creyentes. Se puede entender, pero no compartir, la mal escondida contrariedad de ciertos creyentes al ver caer todo privilegio exclusivo ligado a la propia fe en Cristo y a la pertenencia a la Iglesia: «Entonces, ¿de qué sirve ser buenos cristianos...?». Deberíamos, al contrario, alegrarnos inmensamente frente a estas nuevas aperturas de la teología católica. Saber que nuestros hermanos de fuera también tienen la posibilidad de salvarse: ¿qué existe que sea más liberador y qué confirma mejor la infinita generosidad de Dios y su voluntad de «que todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4)? Deberíamos hacer nuestro el deseo de Moisés recogido en la primera lectura de este domingo: «¡Quisiera de Dios que le diera a todos su Espíritu!».
¿Debemos, con esto, dejar a cada uno tranquilo en su convicción y dejar de promover la fe en Cristo, dado que uno se puede salvar también de otras maneras? Ciertamente no. Sólo deberíamos poner más énfasis en el motivo positivo que en el negativo. El negativo es: «Creed en Jesús, porque quien no cree en Él estará condenado eternamente»; el motivo positivo es: «Creed en Jesús, porque es maravilloso creer en Él, conocerle, tenerle al lado como Salvador, en la vida y en la muerte».
Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.
Evangelio
En aquel tiempo, Juan le dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros».
Pero Jesús dijo:
«No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.
»Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga».
* «La respuesta, por supuesto, es que no. Cristo ha fundado su Iglesia sobre los apóstoles presididos por San Pedro, cuyos sucesores son el Papa y los obispos y le ha confiado su Palabra de verdad y los sacramentos como medios ordinarios a través de los cuales le comunica su Espíritu para santificarla y estrechar su comunión con ella. Esta Iglesia es el redil en el que Dios quiere congregar a todos los hombres para que vivan como un pueblo santo, como un único rebaño guiado por Cristo, el Buen Pastor. Y para impulsar a todos hacia esta unidad en verdad y santidad, envía por doquier al Espíritu Santo. hemos de desear y orar para que el Espíritu Santo se derrame sobre el mundo entero y nos conduzca a todos a la verdad plena, a la santidad y a la unidad: ‘¡Ojalá que el Señor infundiera en todos su Espíritu!’»
P. José María Prats / Camino Católico.- Las lecturas de hoy nos invitan a reflexionar sobre un tema muy delicado y muy de actualidad: el de la actitud que hemos de tener con las personas que pertenecen a otras iglesias cristianas, a otras religiones o, simplemente, no profesan ninguna creencia religiosa.
La primera lectura nos ilumina mucho sobre este tema. Dios había ordenado a Moisés que congregara en la Tienda del Encuentro a setenta ancianos de Israel, servidores del pueblo, y había dicho que tomaría parte del espíritu de Moisés y lo pasaría a estos ancianos para que le ayudaran a conducir y gobernar al pueblo en su marcha por el desierto.
Este acontecimiento del Antiguo Testamento es anuncio y prefiguración de lo que ocurrió en el día de Pentecostés y sigue ocurriendo desde entonces hasta nuestros días: el Padre convoca a todos los hombres en su Iglesia y derrama sobre ellos al Espíritu de Cristo resucitado. Moisés es, por tanto, figura de Cristo y la Tienda del Encuentro, de la Iglesia.
Pero en la lectura se nos dice que el espíritu también fue enviado a dos ancianos que no habían acudido a la Tienda y que se encontraban en el campamento. Si la Tienda del Encuentro que custodiaba el Arca de la Alianza es figura de la Iglesia fundada por Cristo sobre los apóstoles y que custodia la Palabra de Dios y los sacramentos, lo que este pasaje nos está diciendo es que Dios derrama también a su Espíritu más allá de los confines de la Iglesia Católica.
A raíz de esta interpretación nos podríamos preguntar: Si el Espíritu Santo se derrama tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica, ¿no es, entonces, indiferente estar en ella o fuera de ella? La respuesta, por supuesto, es que no.
Cristo ha fundado su Iglesia sobre los apóstoles presididos por San Pedro, cuyos sucesores son el Papa y los obispos y le ha confiado su Palabra de verdad y los sacramentos como medios ordinarios a través de los cuales le comunica su Espíritu para santificarla y estrechar su comunión con ella. Esta Iglesia es el redil en el que Dios quiere congregar a todos los hombres para que vivan como un pueblo santo, como un único rebaño guiado por Cristo, el Buen Pastor. Y para impulsar a todos hacia esta unidad en verdad y santidad, envía por doquier al Espíritu Santo.
Como católicos hemos de vivir con la alegría de saber que estamos ya en la Tienda del Encuentro donde Dios quiere convocar a todos los hombres, pero al mismo tiempo hemos de rechazar esa actitud exclusivista en la que, por desgracia, tan a menudo cayó el pueblo de Israel y que hoy hemos visto reflejada en Josué, que pidió a Moisés que prohibiera profetizar a los ancianos que habían recibido el espíritu fuera de la Tienda, o en el apóstol Juan, que intentó impedir que alguien expulsara demonios en nombre de Jesús porque no pertenecía a su grupo.
Como Moisés hemos de desear y orar para que el Espíritu Santo se derrame sobre el mundo entero y nos conduzca a todos a la verdad plena, a la santidad y a la unidad: «¡Ojalá que el Señor infundiera en todos su Espíritu!».
P. José María Prats
Evangelio
En aquel tiempo, Juan le dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros».
Pero Jesús dijo:
«No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.
»Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga».
* «Dios jamás retira su amor por ti. Esto, frente a la experiencia del mal, a veces pudiera parecernos “injusto”, porque nosotros sólo aplicamos la justicia terrena que dice que “quien se equivoca debe pagar por su error”. Sin embargo, la justicia de Dios es superior; el que se haya equivocado está llamado a reparar sus errores, pero para sanar su corazón necesita del amor misericordioso de Dios. No se olviden: Dios perdona todo, Dios perdona siempre, Dios nos justifica con su misericordia, es decir, nos hace justos porque nos da un corazón nuevo, una vida nueva»
Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con el discurso del Papa
* «Caminen juntos, ustedes y el Espíritu Santo, juntos, y practiquen la misericordia, para así ser Iglesia. Sin el Espíritu, no acontece nada de cristiano. Nos lo enseña la Virgen María, nuestra Madre. Que ella los guíe y los cuide. Bendigo a todos de corazón. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias»
28 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) “El Evangelio, acogido y compartido, recibido y donado, nos conduce a la alegría, porque nos hace descubrir que Dios es el Padre de la misericordia, que se conmueve por nosotros, que nos levanta de nuestras caídas, que nunca nos retira su amor”, ha dicho el Papa Francisco durante el encuentro con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y agentes de pastoral de Bélgica, con quienes se encontró este sábado 28 de septiembre, en la Basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg de Bruselas, en el marco de su 46 Viaje Apostólico a Luxemburgo y Bélgica. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:
Viaje apostólico a Bélgica:
Encuentro con obispos, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y operadores pastorales en la basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Sábado, 28 de septiembre de 2024
Queridos hermanos y hermanas, buenos días.
Me siento feliz de estar aquí entre ustedes. Agradezco a Mons. Terlinden por sus palabras y por habernos recordado la prioridad de anunciar el Evangelio. Gracias a todos.
En esta encrucijada que es Bélgica, ustedes son una Iglesia “en movimiento”. En efecto, desde hace tiempo están buscando transformar la presencia de las parroquias en el territorio y dar un fuerte impulso a la formación de los laicos. Se esfuerzan, sobre todo, por ser una comunidad cercana a la gente, que acompaña a las personas y que da testimonio con gestos de misericordia.
Partiendo de sus preguntas, quisiera proponerles algunas líneas de reflexión que giran alrededor de tres palabras: evangelización, alegría y misericordia.
El primer camino que estamos llamados a recorrer es laevangelización. Los cambios de nuestra época y la crisis de la fe que experimentamos en occidente nos han impulsado a regresar a lo esencial, es decir, al Evangelio, para que a todos se anuncie nuevamente la buena noticia que Jesús trajo al mundo, haciendo resplandecer toda su belleza. La crisis —cada crisis— es un tiempo que se nos ha ofrecido para sacudirnos, para interpelarnos y para cambiar. Es una ocasión preciosa —en el lenguaje bíblico se dice kairós, ocasión especial— como sucedió a Abram, a Moisés y a los profetas. Cuando experimentamos las desolaciones, de hecho, siempre debemos preguntarnos cuál es el mensaje que el Señor nos quiere comunicar. ¿Y qué es lo que nos hace ver la crisis? Hemos pasado de un cristianismo establecido en un marco social acogedor, a un cristianismo “de minorías” o, mejor dicho, de testimonio. Y esto reclama la valentía de una conversión eclesial, para comenzar esas transformaciones pastorales que tienen que ver incluso con las costumbres, los modelos, los lenguajes de la fe, para que estén realmente al servicio de la evangelización (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 27).
Y quisiera decirle a Helmut, que esta valentía se exige también a los sacerdotes. Ser sacerdotes que no se limitan a conservar o administrar un patrimonio del pasado, sino pastores, pastores enamorados de Cristo y prontos para acoger las exigencias del Evangelio —con frecuencia implícitas— mientras caminan con el santo Pueblo de Dios; y nosotros caminamos un poco adelante, un poco en medio y un poco atrás. Y cuando llevamos el Evangelio —pienso en lo que dijo Yaninka— el Señor abre nuestros corazones al encuentro con el que es distinto a nosotros. Es bueno, y más aún necesario, que entre los jóvenes haya sueños y espiritualidades diferentes. Así debe ser, porque pueden ser muchos los caminos personales y comunitarios, pero nos conducen a la misma meta, al encuentro con el Señor. En la Iglesia hay lugar para todos —todos, todos— y ninguno debe ser fotocopia de nadie. La unidad en la Iglesia no es uniformidad, se trata más bien de encontrar la armonía de las diferencias. Y también a Arnaud le diría: el proceso sinodal debe ser un retorno al Evangelio, no debe haber entre las prioridades alguna reforma que vaya “a la moda”, sino más bien cuestionarse: ¿cómo podemos hacer llegar el Evangelio a una sociedad que ya no lo escucha o que se aleja de la fe? Preguntémonos todos.
El segundo camino a transitar es la alegría. No se trata de las alegrías asociadas a algo momentáneo, ni de consentir los modelos de evasión o de diversión consumista; sino de una alegría más grande, que acompaña y sostiene la vida inclusive en los momentos oscuros o dolorosos, y esto es un don que viene de lo alto, de Dios. Es la alegría del corazón suscitada por el Evangelio, es saber que a lo largo del camino no estamos solos y que aún en las situaciones de pobreza, de pecado, de aflicción, Dios es cercano, cuida de nosotros y no permitirá que la muerte tenga la última palabra. Dios es cercano, cercanía. Mucho antes de ser Papa, Joseph Ratzinger escribió que una regla del discernimiento es la siguiente: «donde muere el humor, ni siquiera existe el Espíritu Santo […]. Y viceversa: la alegría es signo de gracia» (El Dios de Jesucristo, Brescia 1978, 129). Esto es hermoso. Quisiera entonces decirles que su predicación, su modo de celebrar, su servicio y apostolado deben dejar traslucir la alegría del corazón, ya que esto suscita preguntas y atrae incluso a los más alejados. La alegría del corazón; no esa sonrisa falsa de circunstancias, sino la alegría del corazón. Agradezco a sor Agnese y le digo: la alegría es el camino. Cuando la fidelidad se presenta difícil, debemos mostrar —como tú lo has dicho, Agnese— que esta virtud es un “camino a la felicidad”. Y entonces, viendo hacia dónde conduce el camino, estamos más preparados para iniciarlo.
Y el tercer itinerario es la misericordia. El Evangelio, acogido y compartido, recibido y donado, nos conduce a la alegría, porque nos hace descubrir que Dios es el Padre de la misericordia, que se conmueve por nosotros, que nos levanta de nuestras caídas, que nunca nos retira su amor. Fijemos esto en nuestro corazón: Dios jamás nos retira su amor. “Pero Padre, ¿aunque haga algo grave?”. Dios jamás retira su amor por ti. Esto, frente a la experiencia del mal, a veces pudiera parecernos “injusto”, porque nosotros sólo aplicamos la justicia terrena que dice que “quien se equivoca debe pagar por su error”. Sin embargo, la justicia de Dios es superior; el que se haya equivocado está llamado a reparar sus errores, pero para sanar su corazón necesita del amor misericordioso de Dios. No se olviden: Dios perdona todo, Dios perdona siempre, Dios nos justifica con su misericordia, es decir, nos hace justos porque nos da un corazón nuevo, una vida nueva.
Por eso diría a Mia: gracias por el gran trabajo que hacen para transformar la rabia y el dolor en ayuda, cercanía y compasión. Los abusos generan atroces sufrimientos y heridas, mermando incluso el camino de la fe. Y se necesita mucha misericordia para no permanecer con el corazón de piedra frente al sufrimiento de las víctimas, para hacerles sentir nuestra cercanía y ofrecerles toda la ayuda posible, para aprender de ellas —como lo has dicho tú— a ser una Iglesia que se hace sierva de todos sin someter a nadie. Sí, porque una raíz de la violencia está en el abuso de poder, cuando utilizamos nuestros roles para aplastar o manipular a los demás.
Y misericordia —pienso en el ministerio de Pieter— es una palabra clave para los presos. Cuando entro en una cárcel me pregunto: ¿por qué ellos sí y yo no? Jesús nos muestra que Dios no se distancia de nuestras heridas e impurezas. Él sabe que todos cometemos errores, pero que ninguno es un error. Nadie está perdido para siempre. Es justo entonces seguir los caminos de la justicia terrena y los itinerarios humanos, psicológicos y penales; pero la pena debe ser una medicina, debe llevar a la sanación. Se necesita ayudar a las personas para levantarse, a reencontrar su senda en la vida y en la sociedad. Sólo bajo una circunstancia en la vida de todos se nos permite mirar a una persona de arriba hacia abajo, para ayudarla a levantarse. Sólo así. Recordemos que todos podemos cometer errores, pero que ninguno es un error. Nadie está perdido para siempre. Misericordia, siempre, siempre misericordia.
Hermanas y hermanos, les agradezco. Y al despedirme quisiera recordarles una obra de Magritte, vuestro ilustre pintor, que se titula “El acto de fe”. Representa una puerta cerrada por dentro, pero con una abertura al centro, está abierta hacia el cielo. Es una abertura que nos invita a ir más allá, a mirar hacia delante y hacia arriba, a no encerrarnos nunca en nosotros mismos, nunca en nosotros mismos. Los dejo con esta imagen, como símbolo de una Iglesia que nunca cierra sus puertas —por favor, nunca cierra las puertas—, que a todos ofrece una apertura al infinito, que sabe mirar más allá. Esta es la Iglesia que evangeliza, que vive la alegría del Evangelio, que practica la misericordia.
Hermanas y hermanos, caminen juntos, ustedes y el Espíritu Santo, juntos, y practiquen la misericordia, para así ser Iglesia. Sin el Espíritu, no acontece nada de cristiano. Nos lo enseña la Virgen María, nuestra Madre. Que ella los guíe y los cuide. Bendigo a todos de corazón. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.