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jueves, 14 de febrero de 2008

Curada de un tumor / Autora: Venera Longo

El 13 de mayo de 1996 fui sometida a una colicistectomía por cálculos biliares, luego de haber estado en terapia por unos ocho meses por piastrinopenia.
Luego de la intervención quirúrgica exitosa, unos veinte días después, comencé a acusar dolores de vientre y en la zona inguinal. Se pensó que se deberían a adherencias de la cicatrización. Se hicieron los debidos controles ecográficos y hematológicos pero ellos no mostraron ninguna anomalía orgánica.

Al inicio de junio, un ligero movimiento de las piernas me provocó la fractura del hueso de la cadera con un consecuente hematoma en la zona interna del muslo, confirmado por los exámenes radiográficos. Por lo tanto estuve obligada a la inmovilidad.

Pasando las semanas, en lugar de advertir los alivios de una mejoría, los dolores aumentaban. Se probó la terapia médica y la terapia de rehabilitación, pero sin éxito ya que el dolor y la dificultad para moverme aumentaban cada vez más. Se agregó la dificultad para respirar y a mover el brazo y el hombro izquierdos (ya que ambos habían resultado fracturados también). De esta situación se culpaba a una elevada e imprevista cuota de osteoporosis.

En breve y como sea, aquel verano se caracterizó por tremendos y lacerantes dolores, hasta que en septiembre la situación había llegado a un punto verdaderamente insostenible.

Así una noche, como si todo lo anterior no fuera suficiente, por el simple gesto de levantar el auricular del teléfono, me fracturo el brazo derecho (era la noche de la octava de la fiesta de la Virgen de la Guardia, patrona de nuestro barrio).
En esos momentos fui sometida a ulteriores exámenes clínicos, los que revelaron el terrible e infausto diagnóstico de mieloma múltiple ya en estado avanzado.
Ignorante de todo y como siempre, yo rezaba a Dios y a su amadísima Madre Maria para que me ayuden a soportar con serenidad estos momentos terribles.

No obstante un día, presa de la incomodidad y del cansancio, me dirigí a Dios, a la Virgen y al alma de mis padres "reprochándoles" su silencio. "Haz dicho: golpea y se te abrirá... mamá... papá, me habéis abandonado..."

Durante la noche soñé, en los pocos momentos que alcanzaba a dormir, que muy verosímilmente mis padres se presentaron a los pies de mi cama. Mi madre me exhortó a levantarme (ya hacía cinco meses que no caminaba más) e ir hacia la Virgen. Me levanté y juntas alcanzamos la calle. Llegadas al cruce, estaba por dirigirme hacia nuestra iglesia parroquial cuando conocidos míos me detuvieron para tener noticias del estado de mi salud. Contemporáneamente mi madre me exhortó a continuar mi camino, conduciéndome hacia la Roca de Belpasso, porque era aquel el lugar que había que alcanzar.

Al despertarme de aquel maravilloso sueño, vivido con extrema intensidad, comencé a sentirme mejor hasta mi completa curación. Esta sensación de bienestar estaba acompañada por el asombro y la maravilla de parte de mis seres queridos y de los médicos. Todos los análisis clínicos habían vuelto a sus valores normales y aún las fracturas (unas 27) se habían ido soldando sin el aporte y sostén de ninguna escayola.

Ahora, a la distancia de cuatro años, siento la necesidad de testimoniar la gracia recibida de la Ssma. Virgen, esto es, mi completa curación, sucedida, según el decir de los médicos, de manera inexplicable.

No encuentro palabras adecuadas para agradecer a Dios y a la Ssma. Virgen por todo aquello que me han concedido, pero espero alabarlos en cada uno de los momentos de mi vida.

En fe, Venera Longo

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Fuente: http://www.rocciadibelpasso.it

Curación de un adolescente que no podía caminar / Autor: Andrés Gemma, Obispo de Isernia – Venafro

En mis visitas a Sicilia y particularmente a la diócesis de Catania, donde mi Congregación custodia y oficia el hermoso santuario de Santa Maria de la Consolación en Paternò, nunca omití hacerme acompañar a la Roca de Belpasso, donde desde hace años se honra a la Ssma. Virgen, que habría bendecido con su aparición a un joven del lugar.

Siempre me ha sorprendido lo sugestivo de aquel sitio, que el cuidado de los devotos, de año en año, hace cada vez más acogedor. Son evidentes, igualmente, los pequeños signos de gratitud dejados por los fieles en memoria de alguna gracia recibida.

También a mí, luego de estas visitas, la Ssma. Virgen dispensó un favor que estoy obligado a señalar.

No recuerdo más la fecha precisa. En cambio recuerdo que había llegado hasta allí acompañado por un gentil amigo, justo antes de ir al aeropuerto desde donde volvería a Nápoles y desde allí a Isernia, mi sede episcopal.

Los días precedentes había estado en Paternò donde estaba dando un curso de predicación y quizás aunque no recuerdo bien, a presidir la fiesta anual. Recuerdo que en aquella peregrinación a la santa roca recomendé a la Ssma. Virgen a mi amigo Pasqualino, adolescente de catorce años. La mamá de este joven me lo había recomendado mucho porque estaba misteriosamente impedido en el uso de piernas y brazos, sin que los médicos hubieran podido explicar las razones. Naturalmente tenía una gran pena por este muchacho y aquella noche, recuerdo, lo recomendé con fervor a la intercesión de la Virgen, junto a tantas otras personas queridas.

Regresé muy tarde a Isernia. Al día siguiente, muy temprano, sonó el teléfono. Del otro lado de la línea una voz conmocionada me gritaba: "¡Pasqualino camina!". Era su madre que me informaba de la gracia finalmente obtenida. Yo le comuniqué que justamente la tarde precedente había confiado su hijo a la protección de la Virgen de Belpasso. Agradecimos juntos a la Reina del Cielo. Luego de algunas semanas nos encontramos juntos en el pueblito donde vive la familia para agradecer al Señor y a su Madre Santa. Pude ver personalmente a aquel muchacho correr libremente con sus compañeros, a ese mismo muchacho que semanas atrás llevaban a mi obispado en una silla llevada por cuatro personas.

Andrés Gemma, Obispo de Isernia – Venafro

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Fuente: http://www.rocciadibelpasso.it

Francisco se despierta del coma / Autores: Ricardo Porro y Nicoletta D’Abramo

Soy el papá de Francisco Porro, nacido en Andrea (Bari) el 4 de abril de 1980 y he venido a la Roca de Belpasso para agradecer a la Ssma. Virgen la gracia que ha concedido a nuestra familia con la curación de Francisco.

El 21 de marzo de 1999 Francisco fue víctima de un accidente de tránsito y permaneció en coma cuatro meses y medio (coma profundo y sucesivamente coma de vigilia).

Internado en Andrea el 21 de marzo de 1999, fue transferido a Taranto a la Ciudadela de la Caridad. Luego de haber estado en varios centros hospitalarios de Italia con respuestas negativas, ya que según el diagnóstico médico Francisco, estando en coma de vigilia, no debería despertarse más, fui aconsejado a ir a Crotone, al Instituto Santa Ana.

El 28 de junio de 1999 fuimos a ese centro y, bajando del automóvil, fui atraído por un resplandor metálico en el suelo. Lo recogí y era una medalla de la Virgen de Belpasso. Nos miramos con mi esposa e inmediatamente nos convencimos que la Virgen nos había conducido hasta allí y que Francisco se despertaría. Nosotros no conocíamos esta advocación de la Virgen, pero era un signo visible de Su presencia que nos guiaba. En efecto, éramos los únicos que creíamos en el despertar de Francisco.

El 12 de julio de 1999 fue trasferido de Taranto a Crotone. El 22 de julio de 1999 nos llamaba el Jefe de médicos Dr. Dolci, diciéndonos: "Gracias a Dios, luego de cuarenta años de profesión, me he equivocado: ¡Francisco ha recibido la gracia!". Francisco hoy está aquí en la Roca de Belpasso con nosotros, para agradecer a la Ssma. Virgen. Descendiendo a la Gruta de la Resurrección, Francisco ha identificado en el Cristo que lleva la Cruz, a la persona que le apareció antes de despertarse y que le dijo: "¡Álzate y camina!".

Estamos seguros que la Virgen ha obtenido este milagro de Jesús.

En fe: Ricardo Porro y Nicoletta D’Abramo

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Fuente: http://www.rocciadibelpasso.it

Como descubrir la vocación a la que Dios te llama / Autor: Carlo M. Martini

Pasos para un compromiso cristiano

Carta abierta del cardenal Martini a un joven

Querido amigo:

Esta carta, quizá, te pille de sorpresa, porque no responde a una carta previa o a una pregunta precisa.

Ha sido una iniciativa mía y, con ella, quiero contarte, calmada y meditati­vamente, algunas cosas que hubiera querido decirte ayer, apresuradamente, después de la misa celebrada en tu parroquia con ocasión de la visita pastoral.

Fuiste el representante de los jóvenes en la oración de los fieles. No recuerdo, exactamente, tus palabras precisas. Pedías por todos los jóvenes, para que sepan
"regalar un poco de su propio tiempo y de sus energías" al servicio de los hermanos, tanto en el seno de la comunidad cristiana como en el de la sociedad.

Aprecio cualquier esfuerzo con el que un joven intenta vencer su propio egoísmo. Pero ayer se trataba de una oración en la que pretendíamos trazar, no ese camino
de las pequeñas luchas humanas contra el egoísmo, sino un ideal de vida cristiana para el que invocábamos la gracia y la bendición del Padre. Y es sobre este punto que quiero compartir mi reflexión contigo. Perdona la claridad: tu oración estaba equivocada, no se trataba de un ideal auténtico de vida cristiana. Cuando está en juego la entrega a los hermanos no se puede hablar de "un poco" o de "un tanto así" como si se pudiera medir lo que debe ser dado.

La entrega interpersonal sea la que sea y a quien sea, es, por su propia naturaleza, absoluta e incondicional.

Una consideración profunda sobre las relaciones entre las personas, debe hacerte comprender que, éstas, no exigen esta o aquella cosa, este o aquel servicio,
este o aquel tiempo.., como si pudieras medir la cantidad y el grado de las energías y del tiempo que debes entregar.

La persona humana exige muchas cosas. Pero son siempre concreciones momentáneas; son expresión de una amistad, de un interés, de una acogida que no pueden agotarse en ese gesto particular que has realizado. Esos signos sobrepasan las acciones concretas y se convierten en la raíz fecunda de otros gestos siempre nuevos y de otros servicios mucho más intensos.

Tú crees en serio y, por tanto, puedes encontrar el sentido profundo de esa "totalidad" que acompaña la entrega de la persona humana, cuando, juntamente con
otras, con humildad y tesón, busca aquel bien misterioso y divino que habita en el interior de todo hombre y le confiere su dignidad absoluta: la libertad y el deseo de infinito.

Además, tú no crees en un Dios genérico, sino que has tenido la gracia incomparable de amar al Dios de Jesucristo; es decir, al Dios que en Cristo se ha entregado al hombre totalmente hasta la muerte de cruz, y ha querido al hombre consigo hasta la plenitud de la resurrección. Quizá te asustes ante estos ideales tan exigentes de
totalidad. Quizá no llegas a comprender toda la profundidad de algunas de las palabras que te escribo. Por eso quiero trazarte algunos pasos de ese camino en
el que podrás realizar el sentido de lo que, aquí y ahora, te escribo sencilla y fraternalmente.

El primer paso es el de empezar a mirar a todas las personas con las que te encuentres y los acontecimientos CON OJOS NUEVOS, no pensando sólo en
qué necesidad tendrán, o si son simpáticos o antipáticos. Con demasiada frecuencia etiquetamos a las personas que vemos cada día; nos pasa a todos; a mí también.

Somos perezosos y nos conformamos con la etiqueta del primer prejuicio que tuvimos; luego, sólo esperamos confirmarlo, en vez de cambiarlo. Peor todavía, al encontrarnos con alguien, pensamos enseguida: qué cosas podré sacarle, según aquel instinto egoísta, con frecuencia inconsciente, de disfrute de los otros que
se desencadena en nuestro corazón.

He aquí el por qué te pido ojos nuevos: para superar la superficialidad y la codicia y mirar con atención los interrogantes y esperanzas ocultas de aquellos con
los que nos encontramos y ver en profundidad las necesidades y motivos que mueven los hilos de la historia.

El segundo paso es el hacer fructificar más ampliamente los recursos. Comprométete cada día a un rato de oración o meditación.

Sabes que Dios nos ha hablado en Jesús y que esta Palabra viviente está custodiada por la comunidad cristiana.

Prueba a confrontarte con frecuencia con esta PALABRA, prueba cada día a tomar unos fragmentos de la Palabra de Dios y a sumergirla en tus comportamientos cotidianos; te darás cuenta de cuántas sacudidas y de cuántas crisis será fuente esta operación que te acabo de sugerir.

El tercer paso es el de adquirir alguna de las grandes actitudes de acogida a los otros con humildad, con maleabilidad y con responsabilidad creativa: el saludo; el diálogo y la acogida incondicional de la persona tal cual es; también la atención a las más pequeñas necesidades; el perdón recíproco que, seguramente, con muchos defectos, verás practicado en tu familia y en la comunidad cristiana.

El cuarto paso es ver y hacer todo con sentido de Iglesia. Para ello participa en un grupo, pero no en cualquier tipo de grupo, sino en los que te dan sentido de pertenencia eclesial y tensión apostólica. En el grupo maduras tu fe y tu compromiso; aprenderás a ver, juzgar y actuar a la luz de la Palabra, que crea hábitos de vigilancia y discernimiento; celebras los sacramentos, que son alimento y vida, en la comunidad eclesial; en él maduras tu vocación futura en contacto con todas las vocaciones eclesiales, que iluminarán tu opción y anima tu compromiso.

El quinto paso es de acoger como gran signo del Espíritu Santo, para los jóvenes de nuestro tiempo, las grandes iniciativas de voluntariado. Habrás oído hablar de ello, y, quizá, ya lo hayas experimentado. Veo en estas experiencias una escuela real hacia un modo nuevo de afrontar los problemas de relación entre las personas, incluso, a nivel internacional.

Y existe, por fin, un último paso, que da el sello y confiere autenticidad a todo el resto del camino propuesto, y es el de comprender y de qué manera. Relativamente estable, completa y concreta, podrás vivir y jugar TODA TU VIDA COMO UN DON TOTAL DE TI hacia los demás.

Esta opción importante la llamamos con una palabra que, por desgracia, se ha hecho ambigua. Se trata de la VOCACIÓN, que alguno considera un lujo para alguna categoría de cristianos.

No puedo hablarte extensamente sobre este argumento. No puedo hablarte, ahora, de los instrumentos con los que descubrir y cultivar la propia vocación. Sólo te
digo que cualquier bautizado está llamado por Dios a vivir, ya no para sí mismo, sino para los otros, a ejemplo de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo, en una forma concreta de vida que es igual para todos por la plenitud de la fe y. por el heroísmo de la caridad.

Después se hace diversa para cada uno, según el compromiso y función que se va a desarrollar en el seno de la comunidad cristiana en nombre de la Iglesia.

Es importante que cada uno pueda decir que el camino elegido es, para él, el modo más sincero, más rezado, más sufrido y más fecundo de no pertenecerse más a si
mismo.

TODA VIDA ES VOCACIÓN.

Para ti, que vives a tope tus años jóvenes, hacerse prójimo significa todo esto.

Carlo M. Martini

Del 21 al 26 de febrero, el cardenal Bertone visita Cuba



La visita del cardenal Bertone a Cuba no es política, sino eclesial


Visita de Juan Pablo II cambió el rostro de la Iglesia en Cuba

«Transfigurados en la esperanza» / Autor: Benedicto XVI

Intervención con motivo del Ángelus

Publicamos la intervención de Benedicto XVI antes y después de rezar la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano el domingo 17 de fenrero.

* * *

Queridos hermanos y hermanas:


Se concluyeron ayer, aquí, en el Palacio Apostólico, los ejercicios espirituales que, como todos los años, han congregado en la oración y en la meditación al Papa y a sus colaboradores de la Curia Romana. Doy las gracias a cuantos han estado espiritualmente cerca de nosotros: que el Señor les recompense por su generosidad.

Hoy, segundo domingo de Cuaresma, continuando con el camino penitencial, la liturgia, tras habernos presentado el domingo pasado el Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto, nos invita a reflexionar sobre el acontecimiento extraordinario de la Transfiguración en el monte. Considerados juntos ambos episodios anticipan el misterio pascual: la lucha de Jesús con el tentador preanuncia el gran duelo final de la Pasión, mientras la luz de su Cuerpo transfigurado anticipa la gloria de la Resurrección. Por una parte, vemos a Jesús plenamente hombre, que comparte con nosotros incluso la tentación; por otra, le contemplamos como Hijo de Dios, que diviniza nuestra humanidad.

De esta manera, podemos decir que estos dos domingos constituyen pilares sobre los que se apoya todo el edificio de la Cuaresma hasta la Pascua, es más, toda la estructura de la vida cristiana, que consiste esencialmente en el dinamismo pascual: de la muerte a la vida.

La montaña, el Tabor como el Sinaí, es el lugar de la cercanía con Dios. Es el lugar elevado respecto a la existencia cotidiana en el que se respira el aire puro de la creación. Es el lugar de la oración, donde se está en presencia del Señor, como Moisés y como Elías, que aparecen junto a Jesús transfigurado y hablan con él del «éxodo» que le espera en Jerusalén, es decir, de su Pascua. La Transfiguración es un acontecimiento de oración: al rezar, Jesús se sumerge en Dios, se une íntimamente a Él, adhiere con su propia voluntad humana a la voluntad de amor del Padre, y de este modo la luz le penetra y aparece visiblemente la verdad de su ser: él es Dios, Luz de Luz. Incluso los vestidos de Jesús se vuelven blancos y resplandecientes.

Esto recuerda al Bautismo, el vestido blanco que llevan los neófitos. Quien renace en el Bautismo es revestido de luz, anticipando la existencia celestial, que el Apocalipsis representa con el símbolo de las vestiduras blancas (Cf. Apocalipsis 7, 9.13). Aquí está el punto crucial: la transfiguración anticipa la resurrección, pero ésta presupone la muerte. Jesús manifiesta a los apóstoles su gloria para que tengan la fuerza de afrontar el escándalo de la cruz, y comprendan que es necesario pasar a través de muchas tribulaciones para llegar al Reino de Dios.

La voz del Padre, que resuena en lo alto, proclama a Jesús como su Hijo predilecto, como en el bautismo del Jordán, añadiendo: «Escuchadle» (Mateo 17, 5). Para entrar en la vida eterna es necesario escuchar a Jesús, seguirle por el camino de la cruz, llevando en el corazón como Él la esperanza de la resurrección. «Spe salvi», salvados en la esperanza. Hoy podemos decir: «Transfigurados en la esperanza».

Dirigiéndonos ahora con la oración a María, reconocemos en ella a la criatura humana transfigurada interiormente por la gracia de Cristo y encomendémonos a su guía para recorrer con fe y generosidad el camino de la Cuaresma.

[Al final del Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en siete idiomas. En italiano comenzó diciendo:]

Sigo con preocupación las persistentes manifestaciones de tensión en el Líbano. Desde hace casi tres meses el país no logra escoger un jefe de Estado. Los esfuerzos para componer la crisis y el apoyo ofrecido por numerosos exponentes de relevancia de la comunidad internacional, aunque todavía no han logrado resultados, demuestran la intención de encontrar un presidente sentido como tal por todos los libaneses y de sentar los cimientos para superar las divisiones existentes. Por desgracia no faltan tampoco motivos de preocupación, sobre todo a causa de la inesperada violencia verbal o de cuantos ponen su confianza en la fuerza de las armas y en la eliminación física de los adversarios.

Junto al patriarca maronita y junto a todos los obispos libaneses os pido que os unáis a mi súplica a Nuestra Señora del Líbano para que aliente a los ciudadanos de esa querida nación y, en particular a los políticos, a trabajar con tenacidad a favor de la reconciliación, de un diálogo verdaderamente sincero, de la pacífica convivencia y del bien de una patria profundamente sentida como común.

[En español, dijo:]

Dirijo mi cordial saludo a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, especialmente a los fieles provenientes de las parroquias de San Lorenzo y de Nuestra Señora del Rosario de La Unión (Murcia). En este segundo Domingo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a contemplar a Cristo, transfigurado en el monte Tabor, para que, iluminados por su Palabra, podamos vencer las pruebas cotidianas de la vida y ser en medio del mundo testigos de su gloria. ¡Muchas gracias!

[Al final, en su saludó en italiano, concluyó:]

Pienso de manera particular en los familiares de las personas desaparecidas el 4 de enero pasado en Venezuela, asegurándoles mi oración.

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[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana]

Líder homosexual sorprende a sus militantes: "El SIDA es una enfermedad nuestra"

Matt Foreman

WASHINGTON D.C., 15 Feb. 08 / (ACI).- En una conferencia pública, Matt Foreman, director ejecutivo saliente de la "National Gay and Lesbian Task Force" (NGLTF), una de las organizaciones de presión homosexual más influyentes y agresivas de Estados Unidos, paralizó a sus seguidores y partidarios al confesar que la conducta homosexual es la principal causa de la transmisión del virus del SIDA.

Al hablar sobre el tema del SIDA en su discurso de despedida, ante una audiencia compuesta por miembros y simpatizantes de la NGLTF, Foreman se refirió a las cifras oficiales de las autoridades de salud en Estados Unidos, que han dado la alarma sobre un incremento de la transmisión del SIDA.

"Internamente, cuando se publican estos números, la comunidad homosexual establecida parece encogerse de hombros colectivamente, como si éste no fuera nuestro problema", dijo Foreman.

"Señores: siendo homosexual o bisexual el 70 por ciento de las personas en este país que viven con el VIH, no podemos negar que el VIH es una enfermedad homosexual. Tenemos que aceptar y darle la cara a este hecho", agregó el activista, para el asombro de sus seguidores.

Las declaraciones de Foreman, silenciadas mayoritariamente por la prensa secular, se suman a las que un año atrás realizó Lorri Jean, Directora Ejecutiva del "Centro Homosexual y Lésbico" de Los Angeles (California), también dirigiéndose a un grupo de militantes: "El VIH es una enfermedad homosexual. Acéptenlo. Pónganle punto final".

Diversas organizaciones pro-vida y pro-familia invitaron recientemente a Foreman y otros activistas homosexuales a superar diferencias ideológicas y unirse en una campaña para ayudar a los homosexuales a aceptar lo que las estadísticas de salud evidencian en Estados Unidos: que el SIDA está transmitiéndose mayoritariamente a través de actos homosexuales.

Las cifras de salud también han demostrado que la difusión de una nueva mutación del mortal estafilococo dorado, se está produciendo casi exclusivamente entre homosexuales. "La única medida eficaz para prevenir la difusión de ambas enfermedades es el cambio en el estilo de vida de los homosexuales", ha señalado Matt Barber, directivo de Concerned Women of America, una de las organizaciones pro-familia no denominacionales que han pedido a los militantes homosexuales del país iniciar una campaña para cambiar sus hábitos sexuales.

"Espero que esta admisión lleve a un cambio en las agendas liberales que vienen impulsando la aceptación, en vez de la corrección, del estilo de vida de los homosexuales militantes", señaló Barber.

Testimonio: Romance en la Jornada Mundial de la Juventud / Autora: Catherine Smibert


Anthony y Sonia Holmes llegaron a casarse después de establecer relaciones en la Jornada Mundial de la Juventud de Toronto

Destacan la vocación al matrimonio


SYDNEY, viernes, 15 febrero 2008 (ZENIT.org).- Cuando dos jóvenes católicos de la diócesis de Parramatta (Australia) se disponían a peregrinar a la Jornada Mundial de la Juventud de Toronto, Canadá, el único amor que esperaban experimentar era el de Dios. Pero Dios parecía tener algún plan más para ellos.

Aunque crecieron en la misma diócesis, Anthony y Sonia Holmes nunca se habían encontrado. Tras establecer relaciones en la Jornada Mundial de la Juventud de 2002, se casaron en 2004 y ahora tienen dos espléndidas hijas, Jessica de dos años y Catherine de cinco meses.

¿Romántico? Sí. ¿Inusual? No realmente desde que se celebran las Jornadas de la Juventud internacionales.

Los Holmes lo atribuyen a la naturaleza abierta, segura y espiritual de tales eventos.

Anthony, originario de Plumpton, explica a Zenit: «Cuando te encuentras con alguien en un ambiente normal, secular, te lleva un tiempo comprender sus valores y creencias».

Su mujer, Sonia, de Greystanes, añade que la peregrinación de la Jornada Mundial de la Juventud «lo hizo más fácil, dado que éramos capaces de una mayor apertura con la conciencia de que compartíamos las creencias comunes de nuestra familia y que regularmente practicábamos nuestra fe. Esto también ayudó en nuestro futuro porque no existían problemas sobre cómo íbamos a hacer crecer nuestra familia».

La historia de amor de los Holmes explica el sentido de la iniciativa de los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud para incluir la vocación al matrimonio en la Exposición Vocacional que tendrá lugar los días 15 a 20 de julio en el Centro de Exposiciones de Sydney.

«En la sociedad actual mucha gente ha perdido la comprensión del matrimonio dentro de la fe católica --observa Sonia--. Por ello es importante que el matrimonio sea destacado como una vocación que es un compromiso de por vida, como está expresado bien en la doctrina católica, y no un acuerdo a breve término».

Su marido está de acuerdo. «Pienso que es una iniciativa muy significativa --afirma Anthony--. Mucha gente ve la ‘vocación' como vocación a la vida religiosa, que es también una excelente expresión de fe y respuesta a la llamada de Dios, pero es importante no olvidar las vocaciones laicales que construyen otros fundamentos cristianos de la sociedad, tales como el matrimonio sacramental».

Señala que el aspecto religioso del matrimonio no se debe quedar en ir a la Iglesia sino que tiene más que ver con cómo se vive la vida diaria juntos y el hecho de que tener una buena base de fe y apoyo de la comunidad parroquial y local no puede ser minusvalorado.

Por esta razón, ante la Jornada Mundial de la Juventud, él y su mujer desean comunicar el mensaje a los jóvenes que están discerniendo su vocación como católicos, y que a menudo se sienten aislados en sus propias comunidades, de que la Jornada Mundial de la Juventud puede ayudar a romper estas barreras.

«Amplía la idea de quién es tu comunidad», dice Anthony.

«Y te da la oportunidad de hablar de hablar con tus iguales que tienen diferentes orientaciones --dice Sonia--. Todos los encuentros te ayudan a poner tu fe en las manos de Dios y dejar a Dios guiarte a donde intentas ir».

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Traducido del inglés por Nieves San Martín

miércoles, 13 de febrero de 2008

Quiero ser un regalo de Dios para ti / Autores: Conchi y Arturo

“No practiquéis vuestra religión delante de los demás solo para que os vean. Si hacéis eso, no obtendréis ninguna recompensa de vuestro Padre que está en el cielo".
(Mateo 6, 1).

La apariencia un espejismo que me anula

Así se inicia el evangelio del miércoles de ceniza con el que nos adentraremos en la Cuaresma. Jesús empieza señalando en sus palabras el primer mandamiento. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua una de las definiciones de religión es: "virtud que mueve a dar a Dios el culto debido". La intención real de nuestro corazón será determinante para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas". (Deuteronomio 6, 5)

Poner en práctica la vida del evangelio no debe hacerse jamás para parecer mejores que los demás sino por amor a Dios, quien nos ha regalado una vida terrena y otra perdurable para siempre. El espíritu del mundo nos lleva continuamente a vivir de apariencias. Jesús desea que acojamos el amor del Padre manifestado en él y dejado en herencia por el don del Espíritu Santo. La sociedad nos impone que valemos según lo que tenemos, siendo los más idolatrados, los primeros, los que más sabemos, los más reconocidos. Cristo nos enseña que el único valor que nos hace dignos es que somos hijos amados de Dios. El Padre nos lo ha regalado gratuitamente todo, aún habiéndole rechazado por el pecado. No merecemos nada y Dios nos lo ha dado todo.

La humanidad vive para competir. Ser el mejor estudiante del mundo no sirve de nada si uno no es capaz de reconocer que le ha sido regalado, que antes de nacer era: nada. Esa actitud le empobrece y hace que todos sus conocimientos sean pura apariencia si no es sencillo, humilde y sabio como para saber que quizas hay millones de personas que se han esforzado mucho más en el mundo para llegar a niveles más inferiores de asimilación de conceptos. A ese excelente estudiante quizá el don natural que ha recibido de Dios es muy superior al de otros, pero perderá su valor si no lo ejerce con gratitud al servicio de los demás y para señalar que todo lo que hace es un regalo del Altísimo.

La verdad, ¿quien quieres que sea mi Señor? Constrúyeme

Jesús explicó con claridad que su de alimento era: "hacer la voluntad de mi Padre y llevar a cabo su obra". Por consiguiente el primer paso para crecer espiritualmente es tomar conciencia cada día de que necesitamos una gracia de conversión poderosa que nos haga auténticos discípulos de Jesús dispuestos a aceptar que los caminos del Señor no son nuestros caminos. Cada cosa que hagamos, por rutinaria que parezca, deberíamos realizarla sabiendo y conociendo que aquello que obramos es un don gratuito de Dios.

El pueblo de Israel se paseó cuarenta años por el desierto. O sea mucho tiempo. La Iglesia nos invita en cuaresma a reflexionar sobre nuestra pobreza y a mirar la gracia de Dios que nos asiste en toda circunstancia. Dios quiere convertir nuestra pobreza en amor. La sequedad en rios de agua viva. La desesperanza en confianza.
Los bienes en dones. Para eso sólo necesita de nuestro permiso a cada instante. Ser conscientes que sin Dios nada podemos es una gracia por la que tendríamos que orar siempre. Por tanto, el camino de nuestra conversión nos ocupará toda la vida.

Los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto deben ser toda nuestra vida. Nuestra tierra prometida es la vida eterna. A diferencia de los israelitas nosotros conocemos a Jesús, que nos ha rescatado del pecado y de la muerte. Eso tendría que cambiar radicalmente la actitud del corazón. Los israelitas se desesperaban por no saber donde eran conducidos. Cristo nos lo ha enseñado todo.

Toma mi mano, Señor

El caminar adecuado para nuestra cotidianidad como hijos de Dios es aplicar las enseñanzas del evangelio en todos los ámbitos de la vida. Escuchar a Dios en el silencio del corazón para a cada paso que tengamos que dar. Hacerlo todo en nombre de Jesús el Señor y para su gloria. Preguntar siempre como hacia Abraham: "¿Señor es aquí donde me quieres?". "¿Este es mi lugar?". Abraham levantaba altares donde Dios se le manifestaba. Nuestro altar debe ser toda nuestra vida.

En los momentos de aridez y oscuridad pidamos la gracia de Dios para saber esperar con sabiduría que Él nos muestre como y de que forma avanzar. Nunca desesperemos de esperar en el Señor. Su tiempo no es nuestro tiempo. Ofrécelo todo a Dios, lo que entiendas que Él te pide y lo que no comprendas. Si lo hacemos todo por el Señor, aún salpicados de pecados, Él hará que a su tiempo veamos los frutos perdurables y podamos comprender el por qué y para que de algunas cosas.

Si transformas tu vida en una cuaresma permanente de conversión verás como todo cambia a tu alrededor. No mires atrás. Tus ojos interiores mantenlos anclados en el corazón de Dios y el resto se te dará por añadidura. ¿En que consiste buscar el Reino y su Justicia? ¿No será quererlo hacer todo por amor a Dios y en el amor de Dios? Acepta que puedes equivocarte, que el Señor puede corregirte, pero que Dios está contigo para levantarte de tus caidas, sacarte de las oscuridades y para que tú le ayudes a hacer lo mismo con todos cuantos encuentres en tu camino: "Así pues, haced con los demás lo mismo que queréis que los demás hagan con vosotros. Esto es lo que mandan la ley de Moisés y los escritos de los profetas". (Mateo 7, 12)

Todos negaremos a Dios en diversos momentos de nuestra vida, como lo hizo Pedro con Jesús. Eso, no obstante, no es motivo de desánimo porque el Señor nunca dejará de ser fiel. Sustituyamos el nombre de Pedro por el nuestro y escuchemos como Cristo mismo nos habla al corazón en Lucas 22, 31-32: "-....., ....., mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes"

El capítulo 3 del libro de los Proverbios nos instruye sobre como alcanzar la sabiduría:

No olvides mis enseñanzas, hijo mío;
guarda en tu memoria mis mandamientos
y tendrás una vida larga
y llena de felicidad.
No abandones nunca el amor y la verdad;
llévalos contigo como un collar.
Grábatelos en la mente,
y tendrás el favor y el aprecio
de Dios y de los hombres.

Confía de todo corazón en el Señor
y no en tu propia inteligencia.
Ten presente al Señor en todo lo que hagas
y él te llevará por el camino recto.
No te creas demasiado sabio;
honra al Señor y apártate del mal:
¡ésa es la mejor medicina
para fortalecer tu cuerpo!

Honra al Señor con tus riquezas
y con los primeros frutos de tus cosechas;
así se llenarán a reventar
tus graneros y tus depósitos de vino.

No rechaces, hijo mío, la corrección del Señor
ni te disgustes por sus reprensiones;
porque a quien el Señor ama, también le corrige,
como un padre corrige a su hijo favorito.

Dichoso el que halla sabiduría,
el que obtiene inteligencia;
porque son más provechosas que la plata
y rinden mayores beneficios que el oro.
La sabiduría vale más que las piedras preciosas;
¡ni aun las cosas más deseables se le pueden comparar!
Con la derecha ofrece larga vida,
y con la izquierda, riquezas y honores.
Seguir sus pasos es muy agradable;
andar por sus senderos es vivir en paz.
La sabiduría es vida para quien la obtiene;
¡dichosos los que saben retenerla!
Con sabiduría e inteligencia
afirmó el Señor los cielos y la tierra;
con sabiduría hizo que el mar se dividiera
y que de las nubes brotara el rocío.

Conserva siempre el buen juicio, hijo mío,
y no pierdas de vista la discreción,
pues serán para ti fuente de vida
y te adornarán como un collar.
Podrás andar confiado por el camino
y jamás tropezarás.
Cuando descanses, nada habrás de temer;
cuando te acuestes, dormirás tranquilo.
No temerás los peligros repentinos
ni la ruina que vendrá sobre los malvados,
porque el Señor te infundirá confianza
y evitará que caigas en alguna trampa.

Nunca niegues un favor a quien te lo pida,
cuando en tu mano esté el hacerlo.
No dejes para mañana
la ayuda que puedas dar hoy.
No hagas planes perversos
contra el que vive confiado en ti.
No busques pelea con nadie,
si nadie te ha hecho daño.
No envidies al desalmado
ni trates de imitar su conducta;
porque al Señor le repugnan los malvados,
pero a los buenos les brinda su confianza.
El Señor maldice la casa del malvado,
pero bendice el hogar del hombre justo.
El Señor se burla de los burlones,
pero trata con bondad a los humildes.
La honra es el premio de los sabios,
pero los necios se destacan por su deshonra.

Orar para dar gracias


Hay una historía que ilustra la actitud de vivir confiando en Dios Padre como un niño lo está en sus progenitores. Es un sencillo hecho que muestra una real y profunda limpieza de corazón de una niña:

Una madre solía orar por las noches con una hija pequeña, de unos seis años, al acostarla.

Una noche la madre le dijo:
- Hoy vamos a pedir a Dios un poco más para que sane a la tía Marta.

Oraron por la tía Marta, cada noche, durante un par de semanas. Después, la madre no dijo nada y dejaron de pedir.
A la tercera o cuarta noche sin hacerlo, la niña preguntó:

- Mamá, ¿por qué no oramos por la tía Marta?.
- Es que Diosito ya la puso buena – respondió la madre.

- Y si la puso buena – replicó la niña- ¿no deberíamos orar para darle las gracias?.

Amar sonriendo desde lo profundo del corazón

Una madre nos explica la receta para que brille el Amor de Dios en su familia:

"Mi primera lección es enseñarles a sonreír".

Y resumía así los consejos que ella da a sus hijos: sonríe, sonríe, hasta que notes que tu continua seriedad o tu severidad habitual hayan desaparecido. ..

Sonríe, hasta que logres que el calor de tu rostro alegre, caliente tu corazón que tiende a ser frío.

Recuerda que tu sonrisa tiene un trabajo que hacer: ganar amigos para ti, y almas para Dios. Puedes ser apóstol con sólo sonreír.

Sonríe a los rostros solitarios.
Sonríe a los rostros enfermos.
Sonríe a los rostros arrugados de los ancianos.
Sonríe a los rostros sucios de los pordioseros.

Deja que en tu familia todos gocen de la belleza y de la inspiración que provienen de tu rostro sonriente.

Cuenta, si tú quieres, el número de sonrisas que la tuya haya despertado en otros durante el día.

Ese número representa cuántas veces tú has fomentado la felicidad, la alegría, el ánimo y la confianza en otros corazones. La influencia de la sonrisa se extenderá hasta donde tú ni siquiera alcanzas a sospechar.

Tu sonrisa te abre muchas puertas, allana las dificultades y hasta puede obtenerte excepcionales favores.

Puede ser un comienzo de conversión a la Fe.

Puede ganarte un sin número de verdaderos amigos.

Y sonríe también a Dios: aceptando lo que él quiere que te suceda, porque ya sabes que todo redunda en bien de los que aman al Señor.

Sufrir con amor es delicioso, pero sonreír en el sufrimiento es el arte supremo del amor. Sonreír en el sufrimiento es cubrir con pétalos vistosos y perfumados las espinas de la vida, para que los demás sólo vean lo que agrada, y Dios, que ve en lo profundo, anote lo que nos va a recompensar.

La esmeralda encantada

Un cuento muy simple puede servirnos de parábola para iluminarnos las palabras de Jesús, reflejadas en el evangelio de Mateo, al principio de estas lineas, para el inicio de la Cuaresma:

Hace muchos, muchos años hubo una vez un niño que solía jugar debajo de un gran pino cercano a su casa. Después de cada lluvia, alrededor del árbol brotaban muchos hongos, alineados en forma de círculo, que servían de asiento a un grupo de pequeños gnomos, tan chiquitos como muñequitos pero capaces de hacer cosas maravillosas.

Al poco tiempo de conocerse, el muchacho y los gnomos ya eran grandes amigos.
Francisco que así se llamaba el niño, mantenía en secreto esa amistad, porque la gente no suele creer en los gnomos, pero se divertía mucho con ellos.
Pero llegó el invierno y el padre del muchacho decidió hacer leña ese pino. Francisco le rogó de todas formas que no cortara ese árbol, ya que era la morada de sus extraños amigos.

El padre aceptó su pedido a condición de que Francisco se ocupara de conseguir la leña para la casa durante todo el invierno. El chico pasó ese invierno trabajando muy duro, recorriendo la comarca juntando leña para cumplir la promesa que salvaría al pino, y el padre cumplió la suya, porque así son los padres.

Llegada la primavera los gnomos se enteraron del sacrificio realizado por Francisco para salvar su viejo árbol y decidieron recompensarlo regalándole una cadena de oro con una gran esmeralda. Esta piedra -le dijeron- tiene poderes mágicos que te darán toda la felicidad; mientras la lleves en el cuello seras amado, conseguirás para ti todo lo que quieras y llegaras a ser inmensamente rico. Para el resto de los hombres solo será una piedra, muy valiosa, pero sin esos poderes.

Muy pronto Francisco comprobó la verdad de esas palabras: tenía cuanto deseaba y todo lo que emprendía le salía bien sin ningún esfuerzo, aunque como no ambicionaba riquezas, poco uso le daba a su esmeralda encantada. Pero ese verano hubo una gran sequía y el hambre se apoderó de hombres y animales, porque se perdieron todas las cosechas.

Francisco intento, solucionar esos males con su piedra encantada, pero todo fue en vano, sus poderes solo actuaban para él, pero no para los demás. Podría salvarse del hambre y la miseria, pero nunca ayudar a sus semejantes. Rápidamente corrió hasta la ciudad más cercana, vendió la piedra por la cual le dieron una fortuna, y volvió a su comarca con una enorme carreta cargada de alimentos, ropas, y hasta grano para los animales.

Para que nadie se enterara de que había sido él quien trajera todo eso, lo fue dejando frente a las casas de noche sin que lo vieran. A la mañana siguiente, todos encontraron los grandes paquetes frente a sus puertas y fue como un día de reyes. Hubo alegría y alivio, aunque nadie sabía a quien darle las gracias.

Pero Francisco estaba preocupado, porque tendría que confesar a sus amigos los gnomos, que se había desprendido de la maravillosa piedra que le regalaran.Lo hizo con un poco de miedo, pensando que se enojarían. Pero los gnomos comprendieron que Francisco no necesitaba una piedra encantada para ser feliz, le bastaba con su propia bondad. Por eso le hicieron otro obsequio para que llevara en su cuello; esta vez le dieron un humilde pañuelo, ajustado con un pequeño anillo, echo con un hueso.

Ese pañuelo –tan parecido al qué usan los scouts- le recordaría siempre que de nada valen las riquezas ni la propia felicidad cuando no se las puede compartir, que lo que se consigue sin esfuerzo carece de verdadero valor y que el amor al prójimo es la mayor alegría que alguien puede gozar, porque no hay felicidad mas linda que dar felicidad.

Oremos con el Salmo 37 (36):

Confía en el Señor, y haz lo bueno;
vive en la tierra, y manténte fiel.
Ama al Señor con ternura,
y él cumplirá tus deseos más profundos.

Pon tu vida en las manos del Señor;
confía en él, y él vendrá en tu ayuda.
Hará brillar tu rectitud y tu justicia
como brilla el sol de mediodía.

Guarda silencio ante el Señor;
espera con paciencia a que él te ayude.
No te irrites a causa del que triunfa en la vida,
del que hace planes malvados.

El Señor dirige los pasos del hombre
y le pone en el camino que a él le agrada;
aun cuando caiga, no quedará caído,
porque el Señor le tiene de la mano.

Yo fui joven, y ya soy viejo,
pero nunca vi desamparado al hombre bueno
ni jamás vi a sus hijos pedir limosna.
A todas horas siente compasión, y da prestado;
sus hijos son una bendición.

Aléjate de la maldad y haz lo bueno,
y tendrás siempre un lugar donde vivir.
Pues el Señor ama la justicia
y no abandona a quienes le son fieles,
pero destruye a los malvados
y los deja sin descendencia.
Los hombres buenos heredarán la tierra
y vivirán en ella para siempre.

El hombre bueno habla con sabiduría;
el hombre bueno habla con justicia.
Lleva en el corazón la enseñanza de su Dios;
¡jamás resbalarán sus pies!

El malvado espía al hombre bueno,
con la intención de matarlo;
pero el Señor no dejará que caiga en sus manos,
ni dejará tampoco que lo declaren culpable.

Tú confía en el Señor, y obedécele,
pues él te enaltecerá y te dará el país como herencia.
¡Con tus ojos verás la destrucción de los malvados!

He visto al malvado, lleno de altanería,
extenderse como un árbol frondoso;
pero se fue, dejó de existir;
lo busqué, y no pude encontrarlo.

Fíjate en el hombre honrado y sin tacha:
el futuro de ese hombre es la paz.
Pero los rebeldes serán destruidos por completo;
el futuro de los malos será su destrucción.

La ayuda a los hombres buenos viene del Señor,
que es su refugio en tiempos difíciles.
El Señor los ayuda a escapar.
Los hace escapar de los malvados, y los salva,
porque en él buscaron protección.

lunes, 11 de febrero de 2008

El Papa comparte emotivas reflexiones al concluir sus Ejercicios espirituales

VATICANO, 16 Feb. 08 / (ACI).- Al concluir este sábado los ejercicios espirituales dirigidos por el Cardenal Albert Vanhoye, Presidente emérito del Pontificio Instituto Bíblico, el Papa Benedicto XVI compartió unas breves pero intensas reflexiones sobre la necesidad de la renovación de la identidad sacerdotal.

El Pontífice destacó en sus palabras que “desde mi ángulo de visión siempre he tenido ante mis ojos la imagen de Jesús de rodillas frente a San Pedro para lavarle los pies”.

Esta imagen, dijo el Papa, “me ha hablado. He visto que precisamente aquí, con este comportamiento, en este acto de extrema humildad se realiza el nuevo sacerdocio de Jesús. Y se realiza precisamente en el acto de solidaridad con nosotros, con nuestras debilidades, nuestro sufrimiento, nuestras pruebas, hasta la muerte”.
El Santo Padre, siempre haciendo referencia al mismo mosaico, señala que “no podía no meditar en la figura de San Pedro con el dedo en la frente. Es el momento en el cual le pide al Señor de lavarle no sólo los pies, sino la cabeza y las manos. Me parece que expresa — más allá del momento— la dificultad de San Pedro y de todos los discípulos de comprender la sorprendente novedad del sacerdocio de Jesús, de este sacerdocio que es precisamente abajamiento, solidaridad con nosotros, y así nos abre el acceso al verdadero santuario, el cuerpo resucitado de Jesús”.

El Pontífice recordó que “durante todo el tiempo de su discipulado, me parece, hasta su propia crucifixión, San Pedro ha debido escuchar nuevamente a Jesús, para entrar más en profundidad en el misterio de su sacerdocio, del sacerdocio de Cristo comunicado a los apóstoles y a sus sucesores”.
“En este sentido, prosiguió, la figura de Pedro me parece como la figura de todos nosotros en estos días”, agregó; al agradecer al Cardenal Vanhoye, que dirigió los Ejercicios espirituales, por “habernos ayudado a escuchar la voz del Señor, para aprender de nuevo qué es nuestro sacerdocio”.
El Papa concluyó deseando a todos los miembros de la Curia presentes “una buena Cuaresma, fecunda espiritualmente, para que podamos realmente llegar en la Pascua a una siempre más profunda participación en el sacerdocio de nuestro Señor”.

Las arenas movedizas de la Cienciología / Autora: Emanuela Campanile

Entrevista a Maria Pia Gardini, ex miembro de la organización

ROMA, febrero 2008 (ZENIT.org).- Maria Pia Gardini es una de las mayores voces críticas italianas contra la Cienciología, la discutida «iglesia» fundada en 1954 por Ron Hubbard, conocido inicialmente como escritor de ciencia ficción

Maria Pia tiene un pasado como empresaria (familiares cercanos han estado en las listas de los empresarios más importantes de su país), habiendo trabajado en el cine y en la publicidad ciematográfica hasta 1985, año en que empezó a ayudar a su hija en su itinerario de desintoxicación de la droga.

La joven Federica decidió seguir a la comunidad de Narconon, la asociación fundada por el mismo Hubbard que se ocupa de drogas. De allí, el paso a la Cienciología fue breve.

Con tal de permanecer al lado de su hija la señora Gardini decidió entrar en la organización, permaneciendo hasta 1994.

En el libro en italiano «I miei anni a Scientology» (Mis años en la Cienciología), de ediciones Paulinas, el periodista Alberto Laggia relata lo que Maria Pia sufrió en los nueves años que permaneció en la iglesia de los divos de Hollywood, su lucha judicial para recuperar el dinero que le sustrajeron y su empeño por ayudar a quien quiere salir de la esclavitud de las sectas.

Así lo cuenta a Zenit.

--Desde cuando dejó Cienciología hace catorce años usted no ha dejado nunca de denunciar el trasfondo de abusos y chantajes en los que se funda la organización. ¿No teme por su incolumidad?

--Maria Pia Gardini:
Un día u otro podrían hacerme algo pero soy tan conocida ya que, si me sucediera algo, irían directamente a buscar a los de la Cienciología. ¡Inmediatamente!

--En el libro se lee que entrar en la organización fue una elección que hizo por amor. ¿En qué sentido?

--Maria Pia Gardini:
Sí, porque mi hija, que entonces tenía problemas de droga, decidió entrar en el centro Narconon y de allí pasó a la Cienciología... y ahí hacen lo que muchísimas otras sectas: si tu madre o tus padres no están de acuerdo, tienes que dejar de verles, porque se convierten en antagonistas. Por tanto, para seguir a mi hija, empecé también yo.

--Este que usted acaba de describir es sólo uno de los numerosos y tremendos mecanismos que la Cienciología usa. Sobre todo para impedir que la gente se arrepienta y se vaya...

--Maria Pia Gardini:
Salir es dificilísimo ¡sobre todo si tienes dinero!

--Pero ¿qué promete la Cienciología?

--Maria Pia Gardini:
Antes que nada promete la libertad total, luego la posibilidad de usar el propio potencial humano al máximo, al 100%. Pero tener este poder significa hacerse Dios... en suma, ¡promete lo que no puede dar!

--De lo que ha visto y vivido, ¿qué otras motivaciones pueden empujar a las personas a adherirse a una secta como la de la Cienciología?

--Maria Pia Gardini:
Todos nosotros queremos mejorar y vistas sus promesas muchos se dejan involucrar. Pero luego sucede que estos grupos, como también los Testigos de Jehová por ejemplo, pueden sorprenderte en un momento de especial debilidad: un luto, un disgusto o una enfermedad.

En resumen, no se sabe cómo pero parece que siempre lo saben... y llegan. Entonces te invitan a hacer un primer curso sobre la conciencia de sí, por ejemplo, y luego otro y otro y así sucesivamente.... Cursos que al principio cuestan poco y progresivamente cada vez más hasta llegar a miles y miles de euros.

--Dentro de la organización, usted llegó a los máximos niveles de la técnica cienciológica y fue incluso premiada varias veces. Y sin embargo no dejó nunca de rezar...

--Maria Pia Gardini:
No he considerado nunca la Cienciología como una religión. Creo en Dios, no dejé nunca de ir a misa y comulgar. Cuando estaba en los Estados Unidos, había un sacerdote simpatiquísimo mexicano que me preguntaba siempre por qué estaba en la Cienciología. «Querido padre --le respondía-- mientras mi hija esté dentro, ¡aquí estoy!»... Cuando luego Federica murió, volví a verle. Quería ayudarme a salir de la Cienciología pero no quería mezclarle. Yo he permanecido siempre católica.

--A pesar de que han pasado años desde que dejó la Cienciología hay todavía consecuencias. ¿Que sucedió?

--Maria Pia Gardini:
Hay todavía secuelas porque no me han dejado nunca en paz y cuando empecé a divulgar mi testimonio contra ellos empezaron primero con amenazas telefónicas, luego dejándome un gato muerto delante de la puerta o rajándome las ruedas del coche. Llegan puntualmente cada vez que presento el libro y tratan de no dejarme hablar. Piense que abrieron incluso un sitio para desacreditarme pero he logrado hacerlo cerrar. A pesar de esto, siguen. Siguen porque lo que les molesta es sobre todo el libro que por el momento está yendo muy bien.

--Tras la experiencia de la Cienciología, ¿cómo ha reorganizado su vida?

Maria Pia Gardini:
Formo parte de Aris Toscana, Asociación para la Investigación y la Información sobre las Sectas. Y mi empeño es ayudar a la gente a salir de estas arenas movedizas, de estos enredos que te atrapan cada vez más. ¡Cuantas familias están en peligro! Un ejemplo, si el marido entra en la Cienciología y la mujer no quiere seguirlo, el nuevo adepto debe desconectar, es decir cortar con la familia toda relación. Entonces se llega a divorcios dolorosísimos. Y lo mismo sucede con los hijos, si los padres no lo aprueban. La orden es desconectar. Conozco a una señora que por este motivo no ve a su hija desde hace cuatro años.

--¿Cuanto pesa la fascinación de las sectas en esta sociedad que no dudamos en definir como evolucionada?

Maria Pia Gardini:
La situación es dramática. En 1998, el Ministerio del Interior hizo un informe sobre el sectarismo en Italia --ahora a distancia de diez años están preparando otro-- y puedo decirle que las sectas se han duplicado. Las figuras de santones y magos crecen exponencialmente, como también las sectas satánicas y el satanismo juvenil. Aumentan también las pseudo religiones que provienen de países como la India y son todas peligrosas. Pero el discurso es más profundo porque está ligado a la falta de comunicación en las familias. ¿Dónde están las veladas en las que encontrarse y hablar? La precariedad, la ausencia de una meta y el problema de llevar a casa el sueldo absorben todas las energías y los hijos buscan fuera lo que no encuentran en casa. Yo haré sentir mi voz mientra tenga aliento.

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Traducido del italiano por Nieves San Martín

Once frutos de la oración por los enfermos / Autor: Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo

Cuando se menciona hoy el ministerio de curación corporal como elemento valioso e integral de la pastoral se ponen los gritos en el cielo.

Por experiencia personal sé que si uno trabaja pastoralmente en este campo se expone a incomprensiones, críticas y burlas. Pero tengo que afirmar también que este ministerio le acerca a uno a sus hermanos de una manera especial y es fuente de compensaciones insospechadas. Lo único que lamento es haber descubierto tan tarde la importancia y la riqueza de este ministerio al que Jesús dedicó tanto tiempo y con tanto amor. Muchas de las prevenciones que se tienen contra este ministerio se deben a falta de buena información.

Se tiene, por ejemplo, la idea errónea de que curación y milagro son casi sinónimos. Por eso llaman milagreros a quienes ejercen este ministerio. Sin embargo, se trata de cosas muy distintas, pues aunque una curación pueda ser milagrosa, esto será la excepción. San Pablo distingue en la enumeración que hace de los carismas entre curaciones y milagros (1 Cor 12,9). La misma distinción encontramos en Hechos 4,30.

Otros creen que ejercer el ministerio de sanidad corporal es propio de santos. Olvidan que el ejercicio de cualquier carisma puede darse en personas que estén en pecado, y que lo que muestra la santidad de una persona es el amor con que ejerza los carismas. Judas y Caifás ejercieron carismas, a pesar de lo que eran, y nosotros los sacerdotes podemos estar en pecado y consagrar válidamente en virtud del carisma que recibimos el día de nuestra Ordenación.

Otros toman una posición muy cómoda para no ejercer el carisma de sanidad y es la de afirmar que para eso están los médicos y las medicinas modernas. Pero cuántas personas carecen por pobreza de estos recursos, y cuántas enfermedades son incurables. La oración por curación no excluye ni la visita al médico ni el uso de medicamentos, quien pueda disponer de estos recursos debe hacerlo; pero en estos casos no sobra la oración, pues ésta puede ayudar para que el médico acierte mejor el diagnóstico y en la formulación de la droga mejor y para que ésta obre con mayor eficacia. (La lectura del capítulo 38 del Eclesiástico da mucha luz sobre este punto).

Tampoco hay que esperar resultados inmediatos cuando se ora por un enfermo. A nosotros nos toca solamente orar y dejar al Señor el resultado. Generalmente la salud se recupera mediante un proceso que puede ser muy largo pero que es muy útil para que el enfermo vaya conociendo mejor al Señor y vaya mejorando sus relaciones con Dios.

Otros sacerdotes dicen que para este fin tenemos el Sacramento de la Unción de los enfermos y que lo demás sobra; no tienen en cuenta que la Renovación Carismática Católica da gran importancia a este sacramento. Además, hay muchos casos de enfermedad que no permiten la administración del Sacramento pero sí el Ministerio de Sanidad por la Oración.

FRUTOS DEL MINISTERIO DE SANACIÓN

1- Experiencia del Amor de Cristo


El gran valor pastoral de este ministerio de sanidad consiste en la experiencia que reciben los enfermos del amor de Cristo que aparece de manera concreta en su compasión por los que sufren. Cuando uno ora al Señor por un enfermo y con él, siempre hay una manifestación de paz y alegría en él, aunque no se dé ningún cambio aparente en el estado de su salud.

Con este ministerio la gente comprende mejor la realidad de un Jesús vivo que es el mismo siempre y que ahora hace por ministerio de la Iglesia todo lo que aparece en el Evangelio.

Muchos que han oído decir frecuentemente que "Dios es amor", sienten por primera vez la realidad de ese amor paternal cuando alguien implora de Él la salud para uno de sus hijos y éste la obtiene, sea de una manera total o al menos parcial.

Hablamos mucho en teoría del amor de Dios, pero nos da miedo hablar de su experiencia. Y ¿cómo vamos a predicar con fuerza el amor de Dios si no hacemos nada para que un enfermo lo palpe?

Lo que hallo más interesante en el Ministerio de Sanación es este aspecto pastoral del encuentro real de los enfermos con el poder y el amor del Señor. Más aún, si no fuera por este aspecto, yo no hallaría mucha razón de ser en esta tarea. Mientras no se descubra este aspecto, que es primordial, no se comprenderá ni se valorará debidamente la oración por la curación de los enfermos.

Cuando leemos el Santo Evangelio, vemos cómo un endemoniado, una vez liberado por Jesús, quiere acompañarlo (Mc 5, 18). Como la suegra de Pedro, una vez curada de su calentura, inmediatamente se pone a servir a Jesús (Mc 1,30). Era la reacción lógica de quienes habían experimentado la caridad del Señor y querían corresponder a ella con demostraciones concretas de gratitud..

2- Anestesia divina

Así llama un autor el fruto de la oración en algunos enfermos. No se curan, pero desaparecen o disminuyen los dolores. Estas personas reciben un gran alivio con la oración que se hace por su curación, y pueden alabar mucho al Señor y desempeñar sus deberes o parte de ellos.

La fuente de la sanación es el amor. Cuando nos acercamos con compasión verdadera a un enfermo él siente esa corriente de amor del Señor en su ser y los dolores disminuyen o desaparecen. Las madres saben esto por intuición y por eso con sus caricias quitan tantos dolores del cuerpo de sus pequeños enfermos.

3- Que el médico descubra la causa de la enfermedad y acierte en el tratamiento

No pocas veces esa es la respuesta de la oración que se hace por un enfermo. El Señor es el autor del hombre, de la Ciencia y de las medicinas. Cuando Él lo quiere, da su respuesta a través de estos medios naturales que deben ser tenidos por todos en alto aprecio.

Recuerdo el caso de una señorita que había estado sometida a minuciosos exámenes y a largo tratamientos sin curarse de unos cólicos muy fuertes. Al día siguiente de una oración por su salud, se hizo tomar una nueva radiografía ordenada por el especialista y éste al estudiarla descubrió inmediatamente la causa de la dolencia y dijo que nunca había visto una radiografía tan bien tomada. Casualidad dirán algunos. Respuesta amorosa del Señor decimos quienes creemos en su amor y en su Providencia adorable y paternal.

Parecido resultado de la oración es a veces el que un paciente ha rechazado una intervención quirúrgica por miedo y con distintas excusas, reciba el valor necesario para someterse a ella y ésta tenga pleno éxito.

4- Discernir que en algún caso lo prioritario es una sanación interior, no corporal

Puesto que más del 80% de las enfermedades son psicosomáticas, hay que buscar ante todo, la sanación interior de la causa que origina la dolencia corporal. Para conocer esto en casos especiales se necesita más claridad y ésta es el fruto de la oración.

En el ejercicio de este Ministerio aparece a cada paso la acción maravillosa del Espíritu de verdad que conduce sabiamente a quienes confían sobre todo en su luz y en su amor.

Con el carisma del discernimiento se consigue en determinados momentos la claridad que, de manera distinta, no habría aparecido.

Sobra advertir que en estos casos habrá que orar primero por la sanación interior y dejar la física para el segundo lugar.

También aparecerá a veces que hay en el enfermo resentimientos profundos y falta de perdón y que a causa de esto no es escuchada su oración por la curación. Con esta visión se procede entonces a pedir al Señor su amor para con él poder perdonar y suprimir así el obstáculo.

5- Liberación de un hábito nocivo

Muchas enfermedades pulmonares, gástricas, bronquiales, etc,,, son el resultado del exceso en el uso del cigarrillo, el alcohol, la droga, etc...

Las personas son prisioneras de esos hábitos y se sienten incapaces de dejarlos. Será inútil orar por la sanación de tales enfermedades mientras subsista la causa de ellas.

La oración en estos casos tiene que buscar, ante todo, la liberación de esa adicción o de ese hábito. Y se consigue cuando se ora con fe y perseverancia y cuando el enfermo añade a la oración humilde el deseo sincero de corregirse y toma para ello las medidas que estén a su alcance. Quizás no nos hemos detenido a reflexionar sobre la necesidad y sobre las posibilidades de esta clase de oración.

Quienes tienen experiencia en esta clase de oración pueden aportar experiencias admirables. Lo que sucede es que frente a nuestra voluntad débil e inconstante tenemos el poder del Espíritu, pero contamos muy poco con él. Su acción quiere llegar a todas las áreas de nuestra persona y una de las más importantes es la de nuestra voluntad tan debilitada por el pecado y por los malos hábitos. Aprendamos a iniciar muchas de nuestras oraciones con el lenguaje de la Iglesia: "Señor, fuerza de los que en ti esperan...".

6- Visión para organizar mejor la vida y tener así mejor salud

La causa de malestares y aún enfermedades en muchos es la falta de organización y orden en el desenvolvimiento de sus ocupaciones y de la debida distribución del tiempo. Aún muchos apóstoles sucumben pronto agobiados por el trabajo debido a esta circunstancia.

Hay personas que se encuentran en situaciones más difíciles y que exigen de ellas un trabajo agobiador. Otras se entregan sin necesidad a un activismo exagerado, expresión a veces de situaciones psicológicas anormales. Unos creen falsamente que a Dios le agrada únicamente el trabajo y que el descanso es, al menos, imperfecto.

Otros son incapaces de decir no y se entregan al servicio hasta quedar extenuados e incapacitados durante un tiempo para continuar ayudando a los demás con su ministerio. No pocos creen que tienen que llevar sobre sus hombros todo el peso de la humanidad y pronto caen sin fuerzas.

La oración, la docilidad al Espíritu que muchas veces nos habla a través de personas y de acontecimientos, pueden darnos la luz oportuna para distribuir mejor el tiempo, para actuar de esta o de aquella manera y para proceder en cada circunstancia como el Señor quiere que lo hagamos.

Somos seres racionales y el Señor quiere que obremos como tales. Él nos da su luz para ver con claridad: si se la pedimos con humildad y con confianza de hijos.

7- Solución de un problema que influye en nuestra salud

Las preocupaciones y los problemas cuando son graves y persistentes nos ponen tensos y terminan por afectar nuestra salud. Mientras no encontremos la solución adecuada o mientras no obtengamos la paz y la fuerza del Señor para llevar la cruz con tranquilidad, no sanaremos físicamente, sino que el mal crecerá.

La oración consigue esta gracia y nos sana indirectamente. Aprendemos cuando oramos a "lanzar nuestras preocupaciones en el Corazón amorosísimo del Señor y Él nos reconforta". Entendemos entonces el valor de la palabra de Dios cuando nos dice: "Encomienda tu camino al Señor, confía en Él y Él actuará" (Salmo 36).

"Confiad al Señor todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros" (1 Pe 5,7)

"Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida" (Mt 6,25).

Cuando la oración por sanación consiga la paz, la confianza en el Señor y la seguridad en su amor, entonces vendrá la recuperación corporal como resultado necesario.

En los Grupos de Oración encuentran muchos la solución de diversos problemas que los tienen agobiados y enfermos, pues la oración unánime de varios tiene una fuerza especial delante del Señor y consigue más de lo que creemos.

8- Mejoría progresiva

En muchos casos, principalmente cuando se trata de enfermedades graves o crónicas, el fruto de la oración no es la curación total e inmediata, sino el comienzo de una recuperación que avanzará en la medida en que perseveremos en la oración. Esta mejoría, más o menos apreciable, es la primera respuesta del señor y encierra una invitación a perseverar en la oración.

La paciencia y la fidelidad en la oración son necesarios en este ministerio de curación. Quienes deseen conseguir efectos inmediatos y extraordinarios sufrirán muy pronto una gran decepción.

Debemos creer en el amor y en el poder del Señor, pero también en su sabiduría que conoce qué es lo que más conviene a su gloria y a la persona por quien oramos. Él es el señor y nosotros somos sus siervos.

Entre las causas que explican el lento proceso de la curación que aparece frecuentemente está nuestra debilidad y limitación como instrumentos del Señor. Esto debemos admitirlo con humildad, pero sin angustia. Podemos estrechar nuestra unión con Jesús y recibir más poder de su Espíritu, así nuestro ministerio tendrá más eficacia.

9- Curación inmediata y total

En este ministerio de sanación encontramos casos verdaderamente admirables y aún extraordinarios. El Señor obra a veces a través de nosotros de una manera especial, sea por la gran fe del enfermo, sea por la mucha oración que se ha efectuado, o porque en un caso particular quiere demostrar de manera más patente su amor y su poder infinitos.

Cuando empezamos a orar por un enfermo, nunca sabemos qué le acontecerá. Este ministerio está lleno de misterios y también de sorpresas. Estamos viendo cómo actualmente aparecen curaciones inmediatas de graves enfermedades como cáncer, leucemia, soplos cardíacos, asmas, etc...

Esto aparece muy claro para quien tiene fe en el poder y en el amor del Señor y está convencido de que Él es el Amo de la vida y de la muerte y que "se le ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra" (Mat 28, 18)

Al orar por los enfermos entreguémonos con humildad y confianza a la acción del Espíritu y dejemos que Él actúe en cada caso como quiera. A nosotros nos corresponde solamente orar. El resultado depende del Señor. Suyo es el Reino, suyo el poder y la gloria.


10- Fortalecimiento mental y físico

Fruto también del ministerio de oración por sanación es recibir más salud mental y corporal, lo mismo que la conservación de la misma. En la oración que recita el sacerdote antes de comulgar pide que el cuerpo y la sangre de Cristo que va a recibir le sirvan de "defensa para el alma y el cuerpo" y se conviertan en remedio de salvación.

Agnes Sanford, en su libro Healing Light aconseja que nos pongamos en oración y le pidamos al Señor que su vida recorra cada parte de nuestro organismo, la reanime, la fortalezca y la sane si está enferma. Esta súplica estará acompañada de una visualización de la acción del Señor en cada parte del cuerpo y de una profunda acción de gracias por el amor infinito que nos tiene.

Nuestra oración tiene que pedir, antes de todo, la santificación y el crecimiento espiritual, pero debe incluir también nuestra fortaleza y salud corporales que constituyen también un gran bien y deben ser tenidas en alta estima.

11- Apresurar el descanso de la muerte

Más de una vez al orar por un enfermo que está penando mucho, el resultado es que éste muere pronto y con gran paz. ¿No es éste un fruto maravilloso del ministerio de sanación? ¿No constituye un gran beneficio para quienes tienen que asistirlo?

Nunca sabemos cuál va a ser la respuesta del Señor a nuestra oración. De lo que sí estamos seguros es de que la única oración que se pierde es la que no se hace.


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Extracto del librito de Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo Pastoral Renovada, Librería Parroquial de Clavería, México.