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domingo, 23 de febrero de 2025

Papa Francisco en homilía leída por Mons. Fisichella, 23-2-2025: «Jesús dice: «Amen a sus enemigos»; es necesario saber perdonar y pedir perdón, no excluyendo de nuestro amor ni siquiera a quien nos golpea y traiciona»

* «Un mundo en donde para los adversarios hay sólo odio es un mundo sin esperanza, sin futuro, destinado a ser desgarrado por las guerras, divisiones y venganzas sin fin, como desafortunadamente vemos también hoy, en tantos ámbitos y en varias partes del mundo. Perdonar, entonces, quiere decir preparar para el futuro una casa hospitalaria, segura, en nosotros y en nuestras comunidades. El diácono, investido en primera persona de un ministerio que lo lleva hacia las periferias del mundo, se compromete a ver —y a enseñar a los otros a ver— en todos, también en quien se equivoca y produce sufrimiento, una hermana y un hermano heridos en el alma, y por eso necesitados más que nadie de reconciliación, de guía y de ayuda»

     

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa 

* «Mientras nos acogemos a la Virgen María, la esclava del Señor, y a san Lorenzo, el patrón de ustedes. Que ellos nos ayuden a vivir todo nuestro ministerio con corazón humilde y lleno de amor, y a ser, en la gratuidad, apóstoles de perdón, siervos desinteresados de los hermanos y constructores de comunión» 

23 de febrero de 2025.- (Camino Católico) “Jesús nos habla sobre esta exigencia y sobre su alcance cuando dice: «Amen a sus enemigos» (Lc 6,27). Y es precisamente así: para crecer juntos, compartiendo luces y sombras, éxitos y fracasos los unos de los otros, es necesario saber perdonar y pedir perdón, restableciendo relaciones y no excluyendo de nuestro amor ni siquiera a quien nos golpea y traiciona”, dice el Papa Francisco en su homilía leída por el pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Mons. Rino Fisichella, durante la Misa con motivo del Jubileo de los Diáconos.

Según informó durante el día de ayer el Vaticano, el pontífice, de 88 años, recibió oxígeno de alto flujo y transfusiones de sangre debido a una trombocitopenia asociada a anemia. Su estado es crítico y su pronóstico es reservado y continúa bajo estricta vigilancia médica en el Hospital Gemelli de Roma. El Santo Padre ha pasado pasado la novena noche hospitalizado “tranquila”, pero su estado sigue siendo crítico según la Santa Sede. Francisco continúa necesitando el uso de dos pequeñas cánulas que se introducen por ambos orificios nasales con oxígeno.

Antes de leer la homilía preparada por el Pontífice, Mons. Fisichella destaca la cercanía espiritual del Santo Padre con este importante momento del Jubileo y exhorta a los fieles a intensificar sus oraciones por su recuperación. “Me complace especialmente leer la homilía que el propio Papa Francisco les habría comunicado a todos ustedes en este domingo en particular”, expresa el prelado. Subrayaó que, en la celebración de la Eucaristía, “donde la comunión alcanza su máxima plenitud, la presencia del Papa se siente con fuerza, aunque esté en una cama de hospital. Lo sentimos presente en medio de nosotros y esto nos obliga a hacer aún más fuerte e intensa nuestra oración para que el Señor le asista en su momento de prueba y enfermedad”.

En la solemne ceremonia fueron ordenados diáconos permanentes 23 hombres que proceden de diversas naciones: dos de Brasil , seis de Colombia, uno de Francia, tres de Italia , tres de México, dos de Polonia, tres de España  y tres de Estados Unidos.

Además participaron unos 4.000 diáconos permanentes que llegaron a Roma para formar parte de este gran evento enmarcado en el Jubileo de la Esperanza. Italia contó con la mayor delegación, seguida de Estados Unidos con 1.300 diáconos, Francia con 656, España con 350, Brasil con 230, Alemania con 160 y México con 150.

También llegaron numerosos grupos de Polonia, Colombia, Reino Unido, Canadá, así como representantes de países como Camerún, Nigeria, India, Indonesia y Australia. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

JUBILEO DE LOS DIÁCONOS

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

LEÍDA POR S.E. MONS. RINO FISICHELLA

Basílica de San Pedro,

VII Domingo del Tiempo Ordinario, 23 de febrero de 2025

El mensaje de las lecturas que hemos escuchado se podría resumir con una palabra: gratuidad. Un término ciertamente apreciado por ustedes diáconos, aquí reunidos para la celebración del Jubileo. Reflexionemos entonces sobre esta dimensión fundamental de la vida cristiana y del ministerio de ustedes, en particular desde tres aspectos: el perdón, el servicio desinteresado y la comunión.

En primer lugar, el perdón. El anuncio del perdón es una tarea esencial del diácono. De hecho, este es un elemento indispensable para cada camino eclesial y es una condición para toda convivencia humana. Jesús nos habla sobre esta exigencia y sobre su alcance cuando dice: «Amen a sus enemigos» (Lc 6,27). Y es precisamente así: para crecer juntos, compartiendo luces y sombras, éxitos y fracasos los unos de los otros, es necesario saber perdonar y pedir perdón, restableciendo relaciones y no excluyendo de nuestro amor ni siquiera a quien nos golpea y traiciona. Un mundo en donde para los adversarios hay sólo odio es un mundo sin esperanza, sin futuro, destinado a ser desgarrado por las guerras, divisiones y venganzas sin fin, como desafortunadamente vemos también hoy, en tantos ámbitos y en varias partes del mundo. Perdonar, entonces, quiere decir preparar para el futuro una casa hospitalaria, segura, en nosotros y en nuestras comunidades. El diácono, investido en primera persona de un ministerio que lo lleva hacia las periferias del mundo, se compromete a ver —y a enseñar a los otros a ver— en todos, también en quien se equivoca y produce sufrimiento, una hermana y un hermano heridos en el alma, y por eso necesitados más que nadie de reconciliación, de guía y de ayuda.

De esta apertura del corazón nos habla la primera lectura, presentándonos el amor leal y generoso de David hacia Saúl, su rey, pero a la vez su perseguidor (Cf. 1 S 26,2.7-9.12-13.22-23). Nos habla también sobre esto, en un contexto diverso, la muerte ejemplar del diácono Esteban, que cae bajo los golpes de las piedras perdonando a quienes lo lapidan (Cf. Hch 7,60). Pero sobretodo la vemos en Jesús, modelo de toda diaconía, que, sobre la cruz, “anonadándose” hasta dar la vida por nosotros (Cf. Fil 2,7), reza por quienes lo crucifican y abre para el buen ladrón las puertas del paraíso (Cf. Lc 23,34.43).

Y llegamos al segundo punto: el servicio desinteresado. El Señor, en el Evangelio, lo describe con una frase tan simple como clara: «Hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio» (Lc 6,35). Pocas palabras que llevan consigo el buen perfume de la amistad. Ante todo, la de Dios por nosotros, pero luego también la nuestra. Para el diácono, dicho comportamiento no es un aspecto accesorio de su actuar, sino una dimensión esencial de su ser. En efecto, se consagra para ser, en el ministerio, “escultor” y “pintor” del rostro misericordioso del Padre, testigo del misterio del Dios-Trinidad.

En muchos pasajes del Evangelio Jesús habla sobre sí en este sentido. Lo hace con Felipe, en el cenáculo, poco después de haberle lavado los pies a los Doce, diciéndoles: «El que me ha visto, ha visto al Padre» (Jn 14,9); así como cuando instituye la Eucaristía y afirma: «Yo estoy entre ustedes como el que sirve» (Lc 22,27). Pero ya desde antes, de camino hacia Jerusalén, cuando sus discípulos discutían entre ellos sobre quién era el más grande, les había explicado que «El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mc 10,45).

Hermanos diáconos, el trabajo gratuito que realizan, como expresión de su consagración a la caridad de Cristo, es entonces, para ustedes, el primer anuncio de la Palabra, fuente de confianza y de alegría para quienes se encuentran con ustedes. Acompáñenlo siempre con una sonrisa, sin quejas y sin buscar reconocimientos, sosteniéndose mutuamente, también en sus relaciones con los Obispos y los presbíteros, “como expresión de una Iglesia comprometida a crecer en el servicio para el Reino con la valorización de todos los grados del ministerio ordenando” (cf. C.E.I., I Diaconi permanenti nella Chiesa in Italia. Orientamenti e norme, 1993, 55). Su actuar concorde y generoso, de esta manera, será un puente que una el altar a la calle, la Eucaristía a la vida cotidiana de la gente; la caridad será su liturgia más hermosa y la liturgia su servicio más humilde.

Y llegamos al último punto: la gratuidad come fuente de comunión. Dar sin pedir nada a cambio une, crea vínculos, porque expresa y alimenta un estar juntos que no tiene más finalidad que el don de sí y el bien de las personas. San Lorenzo, su santo patrón, cuando sus acusadores le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia, les mostró a los pobres y les dijo: “¡Este es nuestro tesoro!”. Es así como se construye la comunión. Diciéndole al hermano y a la hermana, con las palabras, pero sobre todo con las obras, personalmente y como comunidad: “para nosotros tú eres importante”, “te amamos”, “queremos que participes en nuestro camino y en nuestra vida”. Esto hacen ustedes: esposos, padres y abuelos decididos, en el servicio, a abrir sus familias a quien pasa necesidad, allí donde viven.

Así su misión, que los escoge de entre la sociedad para volver a colocarlos en medio de ella y hacer que sea cada vez más un lugar hospitalario y abierto a todos, es una de las expresiones más bellas de la Iglesia sinodal y “en salida”.

Dentro de poco algunos de ustedes, al recibir el sacramento del Orden, “descenderán” los grados del ministerio. Deliberadamente digo y subrayo que “descenderán”, y no que “subirán”, porque con la ordenación no se sube, sino que se desciende, nos hacemos pequeños, nos abajamos y nos despojamos de nosotros mismos. En palabras de san Pablo, nos despojamos, en el servicio, del “hombre terrenal”, y nos revestimos, en la caridad, del “hombre celestial” (cf. 1 Co 15,45-49).

Meditemos todos sobre lo que se realizará en breve, mientras nos acogemos a la Virgen María, la esclava del Señor, y a san Lorenzo, el patrón de ustedes. Que ellos nos ayuden a vivir todo nuestro ministerio con corazón humilde y lleno de amor, y a ser, en la gratuidad, apóstoles de perdón, siervos desinteresados de los hermanos y constructores de comunión.

Francisco

Fotos: Vatican Media, 23-2-2025

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Papa Francisco en la Audiencia, 13-11-2024: «La Virgen María dijo ‘sí’ al Señor y su ejemplo e intercesión nos anima a decirle nuestro ‘sí’ cada vez ante una obediencia o una prueba que superar»

 

* «La Virgen María es la esposa, pero es, antes que eso, la discípula del Espíritu Santo. Esposa y discípula. Aprendamos de ella a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, sobre todo cuando nos sugiere que «nos levantemos con prontitud» y vayamos a ayudar a alguien que nos necesita, como hizo ella inmediatamente después de que el ángel la dejara»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

 * «Y no olvidemos a los países en guerra. ¡Hermanos y hermanas, la atormentada Ucrania sufre! No olvidemos a Ucrania; No olvidemos a Palestina, Israel, Myanmar y muchas naciones en guerra. No olvidemos a ese grupo de palestinos inocentes ametrallados... Oremos por la paz. ¡Necesitamos tanta paz!»

13 de noviembre de 2024.- (Camino Católico)   “La Virgen María es la que dijo «sí» al Señor, y con su ejemplo y su intercesión nos anima a decirle también nuestro «sí» cada vez que nos encontremos ante una obediencia que actuar o una prueba que superar” ha afirmado el Papa Francisco en su catequesis al reflexionar sobre la piedad mariana y el vínculo "único y eternamente indestructible" entre la Virgen María y el Espíritu Santo.

Al concluir la audiencia general, Francisco ha vuelto a pedir el fin de los conflictos en el mundo, pidiendo no olvidar a la «atormentada Ucrania», pero también a Palestina, Israel, Myanmar y otras zonas del mundo afectadas por conflictos. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 13 de noviembre de 2024


Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza

13. «Una carta escrita con el Espíritu del Dios vivo: María y el Espíritu Santo»

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Entre los diversos medios con los que el Espíritu Santo lleva a cabo su obra de santificación en la Iglesia - Palabra de Dios, Sacramentos, oración - hay uno especial, y es la piedad mariana. En la tradición católica existe este lema, este dicho: «Ad Iesum per Mariam», es decir, «a Jesús por María». La Virgen nos muestra a Jesús. Ella nos abre las puertas, ¡siempre! La Virgen es la madre que nos lleva de la mano a Jesús. La Virgen nunca se señala a sí misma, la Virgen señala a Jesús. Y esto es la piedad mariana: a Jesús a través de las manos de la Virgen.

San Pablo define la comunidad cristiana como una «carta de Cristo redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne» (2 Cor 3,3). María, como primera discípula y figura de la Iglesia, es igualmente una carta escrita con el Espíritu del Dios vivo. Precisamente por eso, ella puede ser «conocida y leída por todos los seres humanos» (2Cor 3,2), incluso por aquellos que no saben leer libros de teología, por esos «pequeños» a los que Jesús dice que se les revelan los misterios del Reino, ocultos a los sabios (cf. Mt 11,25).

Al decir su « sí» - cuando María acepta y dice al ángel: «sí, hágase la voluntad del Señor» y acepta ser la madre de Jesús – es como si María dijera a Dios: «Aquí estoy, soy una tablilla para escribir: que el Escritor escriba lo que quiera, que haga lo que quiera conmigo el Señor de todas las cosas» [1]. En aquella época, la gente solía escribir en tablillas enceradas; hoy diríamos que María se ofrece como una página en blanco en la que el Señor puede escribir lo que quiera. El «sí» de María al ángel -como escribió un conocido exégeta- representa «el ápice de todo comportamiento religioso ante Dios, ya que ella expresa, de la manera más elevada, la disponibilidad pasiva combinada con la disponibilidad activa, el vacío más profundo que acompaña a la mayor plenitud» [2].

He aquí, pues, cómo la Madre de Dios es un instrumento del Espíritu Santo en su obra de santificación. En medio de la interminable profusión de palabras dichas y escritas sobre Dios, la Iglesia y la santidad (que muy pocos o nadie son capaces de leer y comprender en su totalidad), ella sugiere sólo dos palabras que todos, incluso los más sencillos, pueden pronunciar en cualquier ocasión: «Aquí estoy» y «fiat». María es la que dijo «sí» al Señor, y con su ejemplo y su intercesión nos anima a decirle también nuestro «sí» cada vez que nos encontremos ante una obediencia que actuar o una prueba que superar.

En todas las épocas de su historia, pero especialmente en este momento, la Iglesia se encuentra en la misma situación en la que estaba la comunidad cristiana tras la Ascensión de Jesús a los cielos. Tiene que predicar el Evangelio a todas las naciones, pero está esperando la «potencia de lo alto» para poder hacerlo. Y no olvidemos que, en aquel momento, como leemos en los Hechos de los Apóstoles, los discípulos estaban reunidos en torno a «María, la madre de Jesús» (Hechos 1,14).

Es cierto que también había otras mujeres con ella en el cenáculo, pero su presencia es diferente y única entre todas. Entre ella y el Espíritu Santo existe un vínculo único y eternamente indestructible, que es la persona misma de Cristo, «concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de Santa María Virgen», como recitamos en el Credo. El evangelista Lucas subraya intencionadamente la correspondencia entre la venida del Espíritu Santo sobre María en la Anunciación y su venida sobre los discípulos en Pentecostés, utilizando algunas expresiones idénticas en ambos casos.

San Francisco de Asís, en una de sus oraciones, saluda a la Virgen como «hija y sierva del altísimo Rey y Padre celestial, madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo» [3]. ¡Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo! No se podía ilustrar con palabras más sencillas la relación única de María con la Trinidad.

Como todas las imágenes, también ésta de “esposa del Espíritu Santo” no debe absolutizarse, sino tomarse por la parte de verdad que contiene, y es una verdad muy hermosa. Ella es la esposa, pero es, antes que eso, la discípula del Espíritu Santo. Esposa y discípula. Aprendamos de ella a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu, sobre todo cuando nos sugiere que «nos levantemos con prontitud» y vayamos a ayudar a alguien que nos necesita, como hizo ella inmediatamente después de que el ángel la dejara (cf. Lc 1,39). ¡Gracias!

Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

En estas catequesis anteriores vimos cómo el Espíritu Santo obra en la Iglesia a través de la Palabra, a través de los sacramentos y a través de la oración. En esta ocasión, reflexionemos sobre la Virgen María y el Espíritu Santo, destacando la “piedad mariana” como modelo de santificación.

La Madre de Dios es un instrumento del Espíritu Santo para llevarnos a su Hijo, por eso decimos tradicionalmente: “A Jesús por María”. Su vida es un ejemplo para nosotros, para que sepamos decir “sí” a Dios como ella, con confianza y generosidad. Pensemos, por ejemplo, en sus palabras ante el anuncio del ángel Gabriel: ¿Qué dice la Virgen? “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según lo que has dicho”.  

María tiene una relación única con la Santísima Trinidad: es hija de Dios Padre, madre de Dios Hijo y esposa del Espíritu Santo. Como en el día de Pentecostés, ella acompaña a la Iglesia —María acompaña a la Iglesia— y le muestra el camino hacia su Hijo.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos a María, templo y sagrario del Espíritu Santo, que nos enseñe a ser dóciles a las inspiraciones de Dios, sobre todo cuando su Espíritu de amor nos urge a hacer el bien a los hermanos y hermanas que más lo necesitan. Que el Señor los bendiga y la Virgen los cuide. Muchas gracias.

Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 

Por último, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados. Animo a todos a encontrar cada día en Dios fuerza y ​​valentía para vivir plenamente su vocación humana y cristiana.

Y no olvidemos a los países en guerra. ¡Hermanos y hermanas, la atormentada Ucrania sufre! No olvidemos a Ucrania; No olvidemos a Palestina, Israel, Myanmar y muchas naciones en guerra. No olvidemos a ese grupo de palestinos inocentes ametrallados... Oremos por la paz. ¡Necesitamos tanta paz!

¡Mi bendición para todos!


Francisco

[1] Comentario al Evangelio de Lucas, fragm. 18 (GCS 49, p. 227).

[2] H. Schürmann, Das Lukasevangelium, Friburgo en Br. 1968: trad. ital. Brescia 1983, 154.

[3] Fonti Francescane, Asís 1986, n. 281.

Fotos: Vatican Media, 13-11-2024

lunes, 11 de noviembre de 2024

Alexis Gámiz era punk, con 16 años se fue de casa, delinquió, traficó, se hizo adicto a las drogas e iba a suicidarse: «Dios me amó y transformó mi vida en la Comunidad Cenáculo»


Alexis Gámiz tuvo una experiencia profunda del amor de Dios cuando estaba hundido en la oscuridad

* «Me siento un pecador público, un desgraciado, pero amado por Dios. Experimento en mi vida diaria que Dios ayuda y no me da miedo decir que Dios existe y que ha cambiado mi vida y que puede cambiar la tuya también… Mi vida ha sido pasar de la muerte a la resurrección, de las tinieblas a la luz»

Camino Católico.- “Mi vida ha sido pasar de la muerte a la resurrección, de las tinieblas a la luz”, dice Alexis Gámiz, que era punk y alérgico a las normas. Con tan solo 16 años, se fue de casa, empezó a delinquir y a traficar con drogas. La adicción a la cocaína, la heroína y otras sustancias, le hicieron descender a los infiernos durante varios años, llegando a acumular 104 causas judiciales por todos los delitos que había cometido. Ver morir a algunos de los que se drogaban con él y acabar en prisión le hizo tocar fondo.hasta que un día no pudo más y, estando al borde del suicidio, pidió auxilio desesperado a sus padres.

Con la ayuda de su familia pudo conocer la Comunidad Cenáculo. Allí, encontró la medicina que necesitaba: el amor de Dios y de sus hermanos en la Comunidad.  Es una historia de redención total que recogió Juan Manuel Cotelo en un episodio de Contagiosos. Hoy, Alexis tiene 37 años, es padre de 5 hijos, está felizmente casado y es un maravilloso ejemplo de superación y de esperanza. Cuando se grabó el vídeo del testimonio tenía 4 años menos y todavía no habían nacido dos de sus hijos. Entonces vivía en Tarragona y ahora en Terrassa.

Dios entró como un vendaval en su vida, aunque tuvo que sufrir mucho para salir de los infiernos. Su cambio fue tan enorme gracias a la oración que sus padres, que se iban a separar y no eran creyentes, fueron alcanzados por esta gracia y decidieron casarse por la Iglesia. Todos los jóvenes de la comunidad de Alexis organizaron la boda.

Este joven que ahora vive en Terrassa con su mujer Ángela y sus hijos relata cómo desde el inicio de la adolescencia tuvo muchos problemas de comportamiento en casa. Tuvieron que cambiarle incluso de colegio y al llegar al instituto conoció a nuevos amigos con los que en vez de ir a clase se iba a fumar porros.

“La relación con mi familia se fue autodestruyendo. El conflicto con mis padres se fue agrandando”, cuenta Alexis. Así fue como finalmente a los 16 años decidió irse de casa. En aquel momento era punk. “Me fui a vivir a la calle, de ir de concierto en concierto, me metí poco a poco en este ambiente radical. Me dejé cresta, me tatué. No tenía normas… iba de tipo duro. Empecé a delinquir, traficando, robando comida…”, relata.


Alexis Gámiz cuando era punk

Al final acabó comiendo de la basura. Toda la felicidad que creía que viviría al hacer su vida no existía y con 19 años ya era adicto a la cocaína. Confiesa que sabía “en qué situación estaba, pero era orgulloso. Me era difícil pedir ayuda precisamente por ese orgullo”.

De la coca pasó a la heroína creyendo que así podría olvidar los problemas y vivir el resto de su vida en otra dimensión. Sin embargo, Alexis afirma que veía a la gente “morir a mi lado y eso me marcó así que necesitaba consumir el doble y pincharme más. Vi que la vida se me iba”.

No tenía ni 20 años y ya acumulaba 104 causas judiciales hasta que en una de ellas le arrestaron, le llevaron al calabozo y después a la cárcel. Pese a que en aquella vida que llevaba creía tener muchos amigos los únicos que fueron a visitarle fueron sus padres, a quienes tanto había hecho sufrir. “Me dejaron salir en libertad condicional y vi que tenía que haber un antes y un después así que por primera vez pedí ayuda a mi familia”, cuenta Alexis.

Sus padres lo acogieron en casa y con ellos pasó todo el síndrome de abstinencia, con todo lo que conllevaba. Pudo ver el tremendo amor de sus padres. Buscando una ayuda más específica les dieron el teléfono de un sacerdote que les informó sobre la Comunidad del Cenáculo. Y fueron a la casa que tienen en Lourdes.

“Llegamos a Lourdes. Mis padres no tenían nada de fe, no éramos creyentes. Pero entré allí y vi a madre que se sentó delante de la Virgen y se puso a llorar. Yo ya me volví loco”, recuerda de aquel momento.

El inicio en la comunidad no fue fácil. No podía fumar, no había teléfonos móviles, ni chicas... Le dijeron que allí rezaría. Además, le cortaron la cresta y sus padres volvieron a España. Alexis fue después a la casa que marcaría su vida, en el norte de Francia, y su existencia se fue transformando.

“A los 6 meses vino mi madre y me comentó que mis padres querían separarse y yo creía que era la mejor forma de salirme de la comunidad. Pero mi ángel de la guarda (persona encargada de velar por cada uno en la casa) me dijo que lo mejor que podía hacer era levantarme a las dos de la mañana e ir a la capilla rezar por ellos para que Dios les ayudara”, explica.


Alexis Gámiz orando en la capilla de la casa de la Comunidad Cenáculo de Tarragona

El tiempo pasó y tras un tiempo vio que sus padres estaban fenomenal, seguían juntos y hasta iban a misa. “Allí me asusté, no podía ser real, fue como un milagro”. Fue entonces cuando Alexis pidió perdón a sus padres por primera vez. “Fue como romper cadenas –agrega- como una liberación total, sobre todo para ellos. Se confesaron y les dio el deseo de casarse por la Iglesia. Nosotros fuimos los que preparamos todo, la celebración, la música, los cantos…”.

A los dos años de estar en la comunidad a los jóvenes se les envía a casa una semana para que puedan ver a su familia fuera de la casa comunitaria. Sin embargo, nada más llegar a Barcelona la Policía detuvo a Alexis por una de las causas pendientes que tenía de años atrás. Estuvo tres meses en la cárcel.

Pese a todo -explica- “pude ver en ese tiempo en la cárcel que el rosario me daba una fuerza tremenda para no caer en la tentación. Sentía la fuerza de esos amigos de verdad de la comunidad. Me venían a ver solo para 20 minutos de cristalera. Para decirme: ‘hermano estamos aquí’. La comunidad era una familia. Venían mis padres que me daban paz”.


Alexis Gámiz y su esposa Ángela el día de su boda

Al salir ya se incorporó a la comunidad del Cenáculo de Barcelona. Su encuentro con Dios era total y unos años después sintió el deseo de salir de la comunidad y empezar a rehacer su vida. Y así fue como en un retiro en Ávila conoció a la que hoy es su mujer, que al principio se quedó sorprendida al ver a un joven como él, con tantos tatuajes, en un encuentro católico.

Se casaron, y ambos ya tienen cinco hijos. Sin embargo, la Comunidad sigue ahí y visita a lo jóvenes siempre que puede con regularidad, colabora con ellos y atiende a quienes quieren entrar para recuperarse de adicciones o de cualquier problema incluso existencial. Y para muchos es ahora un espejo en el que mirarse. “Cada vez que veo a uno de estos chicos y tengo un cara a cara con él me veo reflejado. Con tanto mal que he hecho es una oportunidad de cubrirlo con el bien”, agrega.


Alexis Gámiz y su esposa Ángela con sus dos hijos mayores, Pablo y Sara, en una imagen de hace tres años

“Yo me siento un pecador público, un desgraciado, pero amado por Dios. ¿Por qué no vas a poder tú también? Yo desde que entré en comunidad he visto muchos casos y que ahora están fuera muy bien. Hay dificultades, momentos críticos, pero experimento en mi vida diaria que Dios ayuda. Él existe y ha cambiado mi vida. Y también puede transformar tu vida”, concluye.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Isabel Rangel quedó atrapada en la masonería y el ocultismo: «Entré en una Iglesia, algo cambió dentro de mi y me siento hija de Dios que me rescató, me siento amada, liberada»


Isabel Rangel explica que “te dicen que no hay nada como una sociedad de estudio, pero, hoy, que ya conozco a Dios, y hago esos flashback a cuando estaba allá, veo que es una completa imitación de la Santa Iglesia Católica; el templo, las logias, las juntas... es una completa imitación, y nunca, nunca van a lograr estar a la altura de Dios"

* «Empezó una paz en mi corazón, empecé a quitarme todas esas ropas viejas, a quitarme todas esas corazas que no las necesito. No necesito ser poderosa, no necesito gobernar a los demás, no necesito ser una diosa, no lo necesito, porque eso no lo soy, no fui formada para eso, yo no fui formada para nada que no venga de Dios. Yo ya me empezaban a atormentar, a idear la situación del suicidio, de un suicidio que buscara cómo dejar a mis hijas en una situación no tan desfavorable económicamente. Pero, no hay que dejarnos engañar, donde no está Dios hay muerte. En ningún lugar de la Nueva Era, en ningún lugar donde no está Dios. Estoy en servicio para Él en el cenáculo de oración sacerdotal Mariano. Algún día a mí me rescató y también puede rescatar a mis hermanos que están perdidos, que están falsamente empoderados»

Vídeo de El Rosario de las 11 PM en el que Isabel Rangel cuenta su testimonio

Camino Católico.- Diana Isabel Rangel Guerrero es mexicana, de León (Guanajuato), y hace muy poco tiempo que dejó la masonería y las ciencias ocultas en las que había caído. La verdadera felicidad la encontraría gracias a una tía muy devota de la Virgen, y a otra serie de acontecimientos familiares. En el canal  El Rosario de las 11 PM ha contado su testimonio y Religión en Libertad lo sintetiza.

"Nací en una familia católica y con el paso del tiempo me fueron sucediendo cosas que me alejaron del camino de Dios. Todo lo que me había estado pasando me fue llenando de heridas en mi corazón, fui una niña que sufrió, o que vivió, cosas muy dolorosas, buscaba sentirme bien, pero nada de lo que hacía me era suficiente", comienza diciendo.

Una imitación de la Iglesia

Cuando Isabel creció se puso a estudiar Derecho y conoció a unas personas que le invitaron a pertenecer a la masonería, en la cual se inició un 16 de diciembre del 2016. "Estuve en diferentes logias. Me duele tanto reconocer que a Dios lo busqué como último recurso, cuando debió haber sido el primero. Ese engaño empezó a cegarme, a atarme, a esclavizarme", relata. 

"Una cosa me fue llevando a la otra y así pasé a envolverme en un tormento. En una falsa felicidad, en el mundo falso donde no está Dios. Hoy puedo entender que hay muerte en ese engaño que yo viví en la masonería. Te dicen que no hay nada como una sociedad de estudio, pero, hoy, que ya conozco a Dios, y hago esos flashback a cuando estaba allá, veo que es una completa imitación de la Santa Iglesia Católica; el templo, las logias, las juntas... es una completa imitación, y nunca, nunca van a lograr estar a la altura de Dios". 

"Es una cultura de muerte, todos te engañan, te dicen que investigues cosas, que veas más allá, que dudes siempre, y todo es mentira, porque ahí no está Dios. Según vas recorriendo los grados vas haciendo cosas más fuera de Dios; rituales, consagraciones... Y es cuando empezaron a iniciarme en cuestiones espiritistas, con la teosofía, la metafísica, las ciencias ocultas, paranormales, parapsicología y todo aquello donde solo hay oscuridad".

En 2023 se publicaron unos vídeos, grabados con cámara oculta, que muestran un ritual de iniciación masónica en una logia de Arizona (Estados Unidos)

"Empiezo entonces también a iniciarme en todo lo de la Nueva Era, el yoga, el reiki, en la brujería... Me inicio en la Wicca y empiezo a hacer rituales, consagraciones, empiezo a estudiar la biodescodificación emocional, los códigos sagrados, entro en sociedades donde me seguían enseñando cosas fuera de Dios, la hipnoterapia, la magnetoterapia, el péndulo y la acupuntura, muchas cosas donde me empoderan falsamente y donde mi soberbia crecía como la levadura".

El agujero de oscuridad en el que se estaba metiendo Isabel era muy profundo, hasta que una mala noticia le hizo escuchar algo diferente. Su tía, una católica muy devota de la Virgen María estaba apunto de fallecer, y su forma de enfrentar la muerte le iba a tocar.

"Conviví con mi tía y fue una parte muy importante del rescate de Dios a mi vida. Mi tía fue una persona muy devota, ella pertenecía al Movimiento de Renovación Carismática. Ninguna persona que haya llegado a su vida se fue con las manos vacías, ella siempre compraba medallitas y las bendecía. Fue una persona muy bondadosa y muy piadosa. Cuando me fui a la masonería, a mi familia no le cayó bien y se apartaron de mí. Pero, cuando veía a mi tía, que vendía juguetes en un parque, ella me saludaba, me preguntaba si seguía 'en los malos' y me decía 'voy a pedir por ti', y sus oraciones dieron fruto". 

Cuando su tía había fallecido ya, Isabel le pidió a una amiga que le ayudara a encontrar un sacerdote en la ciudad. "Ahí, en su cama, todos llorando, entró el sacerdote, se puso sus ornamentos y empezó a hablarle al oído a mi tía. Justo en ese momento escuché una campana, era el mediodía. Mi tía acababa de fallecer el día de la Virgen de la Medalla Milagrosa, de la cual era devota. Entonces empezó como abrirse esa manera de cuestionarme las cosas, de ver cómo está sucediendo esto". 

"Se me quedaba la interrogante de si existiría Esa persona a la que ella le gritaba, cuando le daban los dolores bien fuertes del cáncer. Ella decía, casi sin poder alcanzar a emitir una palabra completa: 'Jesús, hijo de David'. Cuando ella se fue me sentí más vacía, pero, por primera vez, no sé cómo explicarlo, sentí ese amor que tanto yo andaba buscando en mi vida, me sentí amada y sentí que realmente amaba". 

Aun así, Isabel volvió a sus viejas rutinas. "Regresé a mis antiguas prácticas, era más doloroso hacer algún ritual, como que ya algo se había perdido, como que ya no estaba esa magia, esa fuerza, ese algo se había ido de mí, y me empecé a encontrar en la nada. No encontraba mi camino, no encontraba mi lugar, no encontraba nada". 

En febrero del 2022, a su sobrina le fue diagnosticada una leucemia, y ésta le dijo las mismas palabras que su tía: "Tú te vas a quedar conmigo a cuidarme". "Y, sin pensarlo, dije que sí, y dejé todo, me cambié de ciudad y estuve con ella para ayudarle. Yo había estudiado enfermería y quería trabajar de noche para estudiar medicina. Creía que era mi razón de ser, me fui por el lado humano sin saber los designios que tiene Dios".

"Ya no estaba en ningún lugar; ni en la masonería ni en la Nueva Era ni en la brujería... Entonces, un día, mi cuñado 'se equivocó' de calle y llegué a la parroquia de la Divina Providencia. Allí tenían un Sagrado Corazón, la Virgen Reina de la Paz, la Divina Providencia... Fue muy conmovedor, porque cada una de esas imágenes es de algún templo de la ciudad de donde yo soy natural, y que visitaba de pequeña con mi tía, fue como un resumen de mi infancia, verlos todos juntos ahí fue como volver a sentir una presencia". 

El verdadero "empoderamiento"

Y, tiempo después, falleció su hijo Samuel. "Cuando empezaron a hacer las oraciones me di cuenta de que esa Hora Santa era para mí y empecé a llorar. Dejaba soltar todo eso de ser la mujer empoderada y todas las falsas creencias que tenía de mí, de ser fuerte, de ser poderosa. Por primera vez me estaba dando cuenta de que yo no podía nada". Y, desde entonces, la vida de Isabel comenzó a ser otra.

"Hacía misa diaria y confesión cada semana, las oraciones diarias... me iba a la misa, a la parroquia de la Divina Providencia y a las 8 de la mañana entraba a trabajar... Un día, Dios me regaló un descanso espiritual, y me quedé tan impresionada de lo que viví ahí, de cómo algo dentro de mí empezaba a cambiar". Después, fue invitada a una asamblea de oración y comenzó a formar parte de una comunidad de la Renovación Carismática.

"Empezó una paz en mi corazón, empecé a quitarme todas esas ropas viejas, a quitarme todas esas corazas que no las necesito. No necesito ser poderosa, no necesito gobernar a los demás, no necesito ser una diosa, no lo necesito, porque eso no lo soy, no fui formada para eso, yo no fui formada para nada que no venga de Dios. Yo ya me empezaban a atormentar, a idear la situación del suicidio, de un suicidio que buscara cómo dejar a mis hijas en una situación no tan desfavorable económicamente". 

"Pero, no hay que dejarnos engañar, donde no está Dios hay muerte. En ningún lugar de la Nueva Era, en ningún lugar donde no está Dios. Hoy por hoy me siento hija de Dios, me siento amada, liberada. Estoy en servicio para Él en el cenáculo de oración sacerdotal Mariano. Algún día a mí me rescató y también puede rescatar a mis hermanos que están perdidos, que están falsamente empoderados", concluye.