* «Cristo ha roto las ataduras de la muerte, ha sacado de la muerte el aguijón que la hacía eterna, y nos ha abierto a la gracia de la salvación. Dios, con la resurrección de su Hijo, nos ha dicho que el mal no tiene la última palabra, que es el bien la respuesta de su amor para nosotros, criaturas suyas y ahora redimidos por el Hijo»
17 de abril de 2022.- (Camino Católico) El obispo de Getafe reflexiona en ‘Palabra de Vida’ en 13 TV sobre el gran acontecimiento que celebramos este Domingo: la Resurrección de Cristo. Este es el texto completo de la reflexión del obispo de Getafe:
Es esta una mañana gozosa como ninguna otra, la vida brota en todos los lugares y en todos los corazones; todavía resuena en nosotros el Aleluya de la vigilia de esta noche santa en la que Cristo ha vencido a la muerte y ha resucitado de entre los muertos.
En esta mañana de resurrección, con todos los testigos, nos encaminamos al sepulcro del Señor para ver que está vacío, Cristo no está en él, porque no vive ya entre los muertos, sino que camina con nosotros, nos antecede. Este es el primer día de la semana que, desde hace dos mil años, nos abre al horizonte de una victoria, de una vida que ya no tiene fin. Cristo ha roto las ataduras de la muerte, ha sacado de la muerte el aguijón que la hacía eterna, y nos ha abierto a la gracia de la salvación. Dios, con la resurrección de su Hijo, nos ha dicho que el mal no tiene la última palabra, que es el bien la respuesta de su amor para nosotros, criaturas suyas y ahora redimidos por el Hijo.
San Pedro en el libro de los Hechos de los Apóstoles anuncia el kerigma, el fundamento de nuestra fe, el paso del Señor por nuestra vida y nuestra historia, “pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él”. La vida de Jesús es un paso de Dios por la vida de los hombres. Y nosotros somos testigos. Los primeros apóstoles, y nosotros por su medio, somos testigos del Señor Resucitado. La fe a lo largo de los siglos se ha trasmitido por el testimonio de aquellos que han visto, que han experimentado a Cristo en su vida. Jesucristo no es pieza de museo, no es un personaje más de la historia por importante que sea, Jesucristo es alguien vivo, aquí y ahora; es un acontecimiento que cambia el rumbo de la historia y de la vida de aquellos que lo acogen. Jesucristo es fuente de felicidad y sentido, el que lo ha descubierto no puede sino venderlo todo como el hombre de la parábola que ha encontrado un tesoro, y grita a todos que Cristo “es con mucho lo mejor”.
Ahora mirar al Cielo es vivir con responsabilidad la misión que tenemos en esta tierra. La esperanza del Cielo nos implica en la construcción de un mundo según el plan de Dios, un cielo nuevo y una tierra nueva donde se realiza el plan de Dios sobre la Creación. En definitiva, la resurrección del Señor nos recuerda que somos ciudadanos del Cielo.
Hace unos años el Papa Francisco, en un día de Pascua como este, nos invitaba a volver a Galilea, a la galilea de cada uno, decía: “Volver a Galilea quiere decir releer todo a partir de la cruz y de la victoria; sin miedo, «no temáis». Releer todo: la predicación, los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este acto supremo de amor. También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena” (Francisco. Homilía Vigilia pascual, 2014).
“Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo”, cantamos hoy en la Misa con el salmo 117. Que sea realmente gozoso, que nada puede oscurecerlo y así continúe durante estos cincuenta días de la Pascua.
“¡Este es el día que hizo el Señor, exultemos y gocémonos en él! este día es, en sentido propio, el día triunfal, el día consagrado para festejar la resurrección, día en el que nos vestimos de gracia, día en el que compartimos el Cordero espiritual, día en el que damos de beber leche a los que acaban de nacer, día en el que se realiza el plan de la Providencia en favor de los pobres” (S. Juan Crisóstomo. Homilía).
Feliz Pascua, que Dios os bendiga.
Mons. Ginés García Beltrán
Obispo de Getafe