1 de agosto de 2022.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con P. Carmelo Donoso, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Evangelio: San Mateo 14, 13-21:
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
“Tengo 12 años y mi enfermedad empezó en 6º de primaria”, así empieza explicando Pedrito su historia. Recuerda que en ese momento se había puesto enfermo y estuvo una semana sin poder ir al colegio. “El primer día me dolía la tripa y luego pensábamos que tenía un virus”.
Era domingo y Pedrito relata que fue a jugar al fútbol y un niño le dio un codazo en la tripa y fue esa noche cuando empezó a dolerle mucho la tripa. Fueron de hospital en hospital haciéndole pruebas hasta que le diagnosticaron cáncer. “Tenía temor pero siempre estuve cogido de la fe”, explica.
Después de los tres tratamientos vieron que el cáncer se había reducido mucho. “Ahí ocurrió el primer milagro”. Al principio de la enfermedad recuerda emocionado cómo comenzaron a rezar por él un rosario. Pedrito se acuerda de una compañera del hospital que estaba con él, Mireia, ella siempre se sorprendía y le preguntaba el por qué estaban siempre tan felices y Pedrito le contestaba que era porque tenían fe. “Le empecé a hablar a Mireia de Jesús y le regalé un Rosario y le enseñé a rezarlo”, explica.
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Durante el viaje a Canadá no dejé de rezar por el pueblo ucraniano, agredido y martirizado, pidiendo a Dios que lo libere del flagelo de la guerra. Si se mira la realidad con objetividad, teniendo en cuenta el daño que cada día de guerra supone para esa población pero también para el mundo entero, lo único razonable sería parar y negociar. Que la sabiduría inspire pasos concretos de paz»
Evangelio: San Lucas 12, 13-21:
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús:
«Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo:
«Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo:
«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola:
«Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha.
Y empezó a echar cálculos, diciéndose:
“¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”.
Y se dijo:
“Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mi mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.
Pero Dios le dijo:
“Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.
Así será el que atesora para sí y no es rico ante Dios».
Evangelio: San Mateo 14, 1-12:
En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey lo sintió, pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
Evangelio: San Lucas 10, 38-42:
En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude».
Le respondió el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».