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jueves, 17 de octubre de 2024

Oraciones a San Ignacio de Antioquía para pedir fe inquebrantable, valentía para proclamar el evangelio y la protección constante de Dios

Camino Católico.-  Cada 17 de octubre, la Iglesia Católica celebra a San Ignacio de Antioquía (35-ca.107), Padre de la Iglesia y discípulo de los apóstoles San Pablo y San Juan, por lo que ostenta también el título de “Padre Apostólico”.

A San Ignacio de Antioquía se le atribuye haber introducido la designación “católica” para referirse a la Iglesia fundada por Jesucristo. En una de sus cartas pastorales más conocidas, escribe: "Donde está Jesucristo, allí está la Iglesia católica".

El adjetivo femenino “católica” proviene del término griego “katholikós”, que quiere decir “universal”. En otras palabras, la pretensión de Ignacio fue explicitar lo que a todas luces se vivía entre los miembros de la “ekklesia”, la comunidad fundada por Cristo: su carácter “universal” o “para todos”, donde no hay lugar para la exclusión, a la que todos están invitados si desean ser como Jesús.

Todos están llamados a formar parte de ella -una auténtica novedad para la época-: hombres y mujeres, judíos y gentiles, ricos y pobres, poderosos y débiles, libres y esclavos. Es decir, gente de cualquier origen y condición. Para ser parte de la Iglesia bastaba querer seguir los pasos de Cristo, quien pasó por el mundo haciendo bien, liberando al hombre del pecado y la muerte.

Con el término “católica” también se quiere indicar que en la Iglesia subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza, Dios hecho hombre, lo que supone al mismo tiempo que ella recibe de Él "la plenitud de los medios de salvación". Por último, es "católica" porque ha sido enviada a predicar la Buena Nueva a todo el género humano, hasta los confines del mundo.

Ignacio nació en Siria, probablemente en el año 35, y murió ejecutado en Roma, capital del imperio, posiblemente entre los años 107 y 110. San Ignacio de Antioquía fue discípulo directo de San Pablo y San Juan. 

Segundo sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia de Antioquía o sea fue el tercer obispo de Antioquía (70-107 d.C.), ciudad ubicada en la actual Turquía y, aunque no abundan los detalles sobre su vida antes de ejercer su cargo episcopal, se sabe con certeza de su entrega servicial por quienes se reconocían como cristianos -de acuerdo a los Hechos de los apóstoles (Hch 11, 26) fue en Antioquía donde se empezó a emplear el vocablo “cristiano” o “cristiana” como sinónimos de seguidores de Cristo.

Antioquía, la comunidad cristiana que Dios le encomendó a Ignacio, era una de las más numerosas y sólidas de aquellos tiempos. Solía llamársele la “madre de las iglesias de la gentilidad”; expresión cuyo significado Ignacio comprendió muy bien y que lo condujo a velar no solo por su sede sino por todo seguidor de Jesucristo.

En tiempos del emperador romano Trajano, San Ignacio fue apresado y trasladado a Roma para ser ejecutado allí, debido a su condición de ciudadano romano. De camino a su martirio, Ignacio fue redactando una serie de cartas dirigidas a las diferentes iglesias cristianas, con ánimo de orientarlas y fortalecer su unidad en Cristo.

Al empezar cada epístola, al lado de su nombre, escribe “Teóforo”, que en griego quiere decir “portador de Dios”, como indicación de la manera cómo entendía su propia misión. En una de esas cartas se describe como "un hombre al que ha sido encomendada la tarea de la unidad". El Papa Benedicto XVI lo llamó, por eso, “el Doctor de la Unidad”.

Finalmente, en la epístola dirigida a los cristianos de Trales, refuerza bellamente lo expresado anteriormente: “Amaos unos a otros con corazón indiviso. Mi espíritu se ofrece en sacrificio por vosotros, no sólo ahora, sino también cuando logre alcanzar a Dios... Quiera el Señor que en Él os encontréis sin mancha”.

De acuerdo a la tradición, San Ignacio de Antioquía murió devorado por las fieras hacia el año 107, junto a muchos otros cristianos, en la ciudad de Roma, poco después de haber concluído su traslado desde oriente.

La iconografía recoge el momento del martirio y hace aparecer al santo generalmente al lado de dos leones, que en muchas imágenes, aparecen mordiéndolo: “Para ser trigo de Dios, molido por los dientes de las fieras y convertido en pan puro de Cristo”. (Ignacio de Antioquía, Ad Rom. 4, 1).

Oración para pedir fe inquebrantable y valentía para proclamar el evangelio

San Ignacio de Antioquía, pastor Valiente y testigo fiel de Cristo te pedimos que intercedas por nosotros para que nuestra fe sea inquebrantable Incluso en medio de las pruebas y dificultades.

Danos el coraje de proclamar el evangelio con la misma fuerza y convicción con que tú entregaste tu vida por Cristo.

Que bajo tu guía sepamos defender la verdad y la unidad de la iglesia siendo testigos del amor de Dios en el mundo.

San Ignacio ruega por nosotros para que podamos alcanzar la corona de la vida eterna fieles hasta el final en Nuestro camino de fe.

Amén.

Oración para pedir la protección constante de Dios

Dios todopoderoso y eterno,

tú has querido que el testimonio de

tus mártires glorificara a toda la Iglesia,

cuerpo de Cristo; concédenos que,

así como el martirio que ahora conmemoramos

fue para san Ignacio de Antioquía causa de gloria eterna,

nos merezca también a nosotros tu protección constante.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive

y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.


Reza por los padres que niegan el Bautismo a sus hijos para que puedan descubrir la ternura que es tener a Dios en su interior / Por P. Carlos García Malo

 


miércoles, 16 de octubre de 2024

Papa Francisco en la Audiencia, 16-10-2024: «El Espíritu Santo da la vida nueva, la vida de Cristo, que nos hace hijos de Dios, nos da la vida eterna, y esa es la buena noticia que da sentido a nuestra existencia»

 

 

* «La fe nos libera del horror de tener que admitir que todo termina aquí, que no hay redención para el sufrimiento y la injusticia que reinan soberanas en la tierra. Nos lo asegura otra palabra del Apóstol: ‘Si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes’. El Espíritu habita en nosotros, está dentro de nosotros»

Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma

 * «Y no olvidemos a los países en guerra; No olvidemos a la atormentada Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar. Hermanos y hermanas, no olvidemos que la guerra es siempre, siempre, una derrota. No olvidemos esto y oremos por la paz y luchemos por la paz» 

16 de octubre de 2024.- (Camino Católico)  ¿Cómo está presente y actúa el Espíritu Santo en la Iglesia? El Papa Francisco lo ha explicado con palabras sencillas en la audiencia general celebrada esta mañana, 16 de octubre, en la Plaza de San Pedro, ante miles de fieles, y ha aclarado que «El Espíritu Santo da la vida nueva a todos los creyentes, la vida de Cristo, que nos hace hijos de Dios. Esto significa que el Espíritu Santo nos da la vida eterna, y esa es la buena noticia que da sentido a nuestra existencia».

Al final de la audiencia general, el Papa dirige su pensamiento a los países afectados por la guerra: Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar y, una vez más, insta a no olvidar que «la guerra es una derrota». En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:



PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro

Miércoles, 16 de octubre de 2024

Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza

 9. «Creo en el Espíritu Santo» El Espíritu Santo en la fe de la Iglesia.



Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!


Con la catequesis de hoy pasamos de lo que se nos ha revelado sobre el Espíritu Santo en las Sagradas Escrituras a cómo está presente y actúa en la vida de la Iglesia, en nuestra vida cristiana.


En los tres primeros siglos, la Iglesia no sintió la necesidad de dar una formulación explícita de su fe en el Espíritu Santo. Por ejemplo, en el Credo más antiguo de la Iglesia, el llamado Credo de los Apóstoles, tras proclamar: «Creo en Dios Padre, creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, que nació, murió, descendió a los infiernos, resucitó y subió a los cielos», se añade: «[Creo] en el Espíritu Santo» y nada más, sin ninguna especificación.


Pero fue la herejía la que impulsó a la Iglesia a especificar esta fe. Cuando comenzó este proceso -con San Atanasio, en el siglo IV- fue la experiencia vivida por la Iglesia de la acción santificadora y divinizadora del Espíritu Santo la que la condujo a la certeza de su plena divinidad. Esto ocurrió en el Concilio Ecuménico de Constantinopla del año 381, que definió la divinidad del Espíritu Santo con estas conocidas palabras que aún hoy repetimos en el Credo: «Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre [y del Hijo], que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas».


Decir que el Espíritu Santo es “Señor” era como decir que comparte el «señorío» de Dios, que pertenece al mundo del Creador, no al de las criaturas. La afirmación más fuerte es que se le debe la misma gloria y adoración que al Padre y al Hijo. Es el argumento de la igualdad en el honor, muy querido por San Basilio el Grande, que fue el principal artífice de esa fórmula: el Espíritu Santo es Señor, es Dios.


La definición conciliar no fue un punto de llegada, sino de partida. Y, de hecho, una vez superadas las razones históricas que habían impedido una afirmación más explícita de la divinidad del Espíritu Santo, ésta se proclamaría tranquilamente en el culto de la Iglesia y en su teología. Ya San Gregorio Nacianceno, tras ese Concilio, afirmará sin más reparos: «¿Es entonces Dios el Espíritu Santo? Ciertamente. ¿Es Él consustancial? Sí, si es Dios verdadero» (Oratio 31, 5.10).



¿Qué nos dice a nosotros, los creyentes de hoy, el artículo de fe que proclamamos cada domingo en la Misa? “¿Creo en el Espíritu Santo?” En el pasado, nos ocupaba principalmente la afirmación de que el Espíritu Santo «procede del Padre». La Iglesia latina pronto completó esta afirmación añadiendo, en el Credo de la Misa, que el Espíritu Santo procede «también del Hijo». Dado que en latín la expresión «y del Hijo» se dice «Filioque», esto dio lugar a la disputa conocida con este nombre, que fue el motivo (o el pretexto) de muchas disputas y divisiones entre la Iglesia de Oriente y la de Occidente. Ciertamente, no es el caso de tratar aquí esta cuestión, que, por otra parte, en el clima de diálogo establecido entre las dos Iglesias, ha perdido la dureza del pasado y permite hoy esperar una plena aceptación mutua, como una de las principales «diferencias reconciliadas». Me gusta decir esto: «diferencias reconciliadas». Entre los cristianos hay muchas diferencias: este es de esta escuela, este es de aquella otra; este es protestante, este otro…Lo importante es que estas diferencias sean reconciliadas, en el amor de caminar juntos.


Superado este escollo, hoy podemos valorar la prerrogativa más importante para nosotros que se proclama en el artículo del Credo, es decir, que el Espíritu Santo es 'vivificador', es decir, da la vida. Nos preguntamos: ¿qué vida da el Espíritu Santo? Al principio, en la creación, el soplo de Dios da a Adán la vida natural; de una estatua de barro, lo convierte en «un ser viviente" (cf. Gn 2,7). Ahora, en la nueva creación, el Espíritu Santo es quien da a los creyentes la vida nueva, la vida de Cristo, vida sobrenatural, de hijos de Dios. Pablo puede exclamar: «La ley del Espíritu, que da vida en Cristo Jesús, te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte» (Rom 8,2).


¿Dónde está, en todo esto, la noticia grande y consoladora para nosotros? En que la vida que nos da el Espíritu Santo es la vida eterna. La fe nos libera del horror de tener que admitir que todo termina aquí, que no hay redención para el sufrimiento y la injusticia que reinan soberanas en la tierra. Nos lo asegura otra palabra del Apóstol: «Si el Espíritu de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes» (Rom 8,11). El Espíritu habita en nosotros, está dentro de nosotros.


Cultivemos esta fe también por aquellos que, a menudo sin culpa propia, se ven privados de ella y no pueden dar sentido a la vida. ¡Y no nos olvidemos de dar gracias a Aquel que, con su muerte, nos obtuvo este don inestimable!



Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:


Queridos hermanos y hermanas:


Hoy reflexionamos sobre la presencia y la acción del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. En los primeros siglos del cristianismo no hubo necesidad de formular explícitamente la fe en el Espíritu Santo. Fue la aparición de las herejías, en el siglo IV, lo que impulsó a la Iglesia a definir la divinidad del Espíritu Santo. Y aún hoy reafirmamos esa certeza —tal como se había proclamado en el Concilio Ecuménico de Constantinopla — cuando decimos: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”. Este es el trozo, del Credo, más grande.


Siguiendo ese artículo del Credo, pensemos en la expresión “dador de vida”. ¿Qué vida nos da el Espíritu Santo? En la creación del mundo, Dios le dio la vida a Adán y lo hizo un “ser viviente”. Ahora, en la nueva creación, el Espíritu Santo da la vida nueva a todos los creyentes, la vida de Cristo, que nos hace hijos de Dios. Esto significa que el Espíritu Santo nos da la vida eterna, y esa es la buena noticia que da sentido a nuestra existencia. Yo no sé si estamos acostumbrados a hablar con el Espíritu Santo, hagamos la prueba y digámosle nuestras cosas para que él nos guíe.


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, que son tantos. El próximo domingo se celebra la Jornada Mundial de las Misiones, y canonizaré a catorce beatos; catorce nuevos santos. Los invito a conocer a esos nuevos santos y a pedir su intercesión, ya que son un claro testimonio de la acción del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.



Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho: 


Por último, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados. Mañana la liturgia nos hace celebrar la memoria de san Ignacio de Antioquía, pastor ardiente de amor a Cristo. Que su ejemplo ayude a todos a redescubrir la alegría de ser cristianos.


Y no olvidemos a los países en guerra; No olvidemos a la atormentada Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar. Hermanos y hermanas, no olvidemos que la guerra es siempre, siempre, una derrota. No olvidemos esto y oremos por la paz y luchemos por la paz.


¡Mi bendición para todos!


Francisco

Fotos: Vatican Media, 16-10-2024

Homilía del P. José María Calderón y lecturas de la Misa de hoy, miércoles de la 28ª semana de Tiempo Ordinario, 16-10-2024

16 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. José María Calderón y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 28ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, miércoles de la 28ª semana de Tiempo Ordinario, 16-10-2024

16 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 28ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. José María Calderón, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Misterios Gloriosos del Santo Rosario desde el Santuario de Lourdes, 16-10-2024


16 de octubre de 2024.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy miércoles, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.

Palabra de Vida 16/10/2024: «¡Ay de vosotros, fariseos!» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 16 de octubre de 2024, miércoles de la 28ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 11, 42-46:

En aquel tiempo, dijo el Señor:

«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios!

Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello.

¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas!

¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!».

Le replicó un maestro de la Ley:

«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros».

Jesús replicó:

«¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cagáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!».

Adoración Eucarística con el P. Jesús Luis Sacristán en la Basílica de la Concepción de Madrid, 16-10-2024

16 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. Jesús Luis Sacristán, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Oraciones a Santa Margarita María Alacoque para pedir conocer en profundidad al Sagrado Corazón de Jesús y poder reclinar nuestra vida sobre Él

Camino Católico.-  Cada 16 de octubre la Iglesia celebra a Santa Margarita María Alacoque (1647-1690), religiosa francesa de la Orden de la Visitación de Santa María, conocida por haber sido testigo y depositaria de las promesas y revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús.

Las apariciones del Señor, en las que le mostró su amoroso corazón a Margarita, se produjeron en el lugar donde hoy se sitúa la Basílica del Sagrado Corazón, Paray-le-Monial (Francia).

Marguerite-Marie Alacoque -nombre de pila de la santa- nació en Verosvres (Francia) en 1647. Cuando tenía ocho años, en 1655, su padre murió y ella ingresó al internado de las hermanas clarisas, donde empezó a sentirse atraída por la vida en común que llevaban las religiosas.

Margarita María recibió la Primera Comunión a los nueve años. Sólo un par de años después empezó a desarrollar una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama, por lo que tuvo que dejar el internado y regresar a la casa familiar. En esas circunstancias, Margarita buscaría consuelo en la Virgen María, a quien prometió que si le devolvía la salud, se haría una de sus hijas.

Después de casi cuatro años postrada, la niña recuperó milagrosamente la salud -la santa le atribuiría esta curación a la Madre de Dios por el resto de su vida-. María nos escucha y es siempre fiel.

La infancia de Margarita también estaría marcada por las tensiones familiares. La muerte de su padre precipitó que su abuela paterna y dos de sus tías se mudaran con ella. Estas mujeres se apoderaron de la casa y comenzaron a maltratar a su madre. A Margarita no la dejaban salir a la iglesia con libertad, a no ser para la Misa dominical, lo que se convirtió para ella en fuente de gran tristeza, porque gustaba de ir al templo todos los días.

La madre de Margarita, ella y sus cinco hermanos quedaron entonces a expensas de las intrusas, en condición de semiesclavitud. Aquejada por los constantes maltratos, a Margarita le pareció que nuestro Señor le estaba pidiendo algo especial. Pensó que debía imitarlo lo mejor posible para sobrellevar las penas y dolores, como los que Él sufrió en su Pasión.

En adelante, Margarita empezaría a aceptar las dificultades con más paciencia, con el deseo de asemejarse a Cristo sufriente. Descubrió cuánto le atraí­a la idea de estar frente al Sagrario, donde está Jesús Sacramentado. Ella relata cómo el Señor se le manifestaba en aquellos momentos de oración: "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio, tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo, tendrás tristeza y amargura".

Margarita, entonces, decidió hacerse religiosa, aun cuando no contaba con el apoyo de sus familiares. Así, en 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le-Monial. Allí no todo fue color de rosa; pasó por momentos difíciles, algunos de ellos causados por la dureza de trato de sus superioras o por las personalidades conflictivas de algunas de sus hermanas.

Con todo, se produciría un giro impredecible. El 27 de diciembre de 1673 a Margarita se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento. Se trataba de un gesto de piedad en memoria de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní; cuando de pronto, se abrió el sagrario y se descubrió en presencia del Señor Jesús.

Nuestro Señor tenía expuesto, sobre el pecho, su Sagrado Corazón: este aparecía llagado, rodeado de flamas ardientes y con una corona de espinas encima. Entonces, Jesús, señalando su propio corazón con el dedo, dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme".

Era el pedido inicial de Dios para que Margarita, su vidente, se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús como forma de desagravio.

El Corazón de Jesús se le apareció a la vidente durante 18 meses más. En estos, el Señor le pidió en repetidas oportunidades que se celebre una fiesta dedicada a su Sagrado Corazón. Dicha celebración debería realizarse el viernes de la semana siguiente a la Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi).

Además, Jesús le comunicó a Santa Margarita un conjunto de promesas para quienes se hiciesen devotos de su Corazón. Ella lo relata así: "Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros viernes (del mes) para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen".

Por esas cosas de Dios, el sacerdote jesuita San Claudio de La Colombière fue nombrado capellán del convento donde vivía Margarita.

Entre ambos santos nacería un vínculo espiritual de inmediato, que después tomaría una dimensión mayor: a la larga, la Compañía de Jesús se convertiría en la mayor propagadora de la devoción al Corazón de Jesús en el mundo.

En la última etapa de su vida, Margarita fue nombrada maestra de novicias. El Corazón de Jesús le dijo: "Si quieres agradarme, confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".

El 17 de octubre de 1690, en Paray-le-Monial, Margarita fue llamada a la Casa del Padre. Su muerte se produjo en paz. Llegó a ver cómo su comunidad había crecido en frutos de santidad gracias al Sagrado Corazón, y cómo mucho del rechazo que inicialmente hubo contra la devoción que impulsó había desaparecido.

Santa Margarita María murió confiada en que estaría para siempre al lado de su amadísimo Señor, cuyo Corazón había enseñado ella a amar a muchos otros.

Desde los monasterios de las Visitandinas se siguió propagando la devoción al Corazón de Jesús y así, en 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la Fiesta del Sagrado Corazón para la ciudad de Roma. Hacia 1856, el Beato Pío IX la extendió a toda la Iglesia y finalmente, en 1920, Margarita fue proclamada santa por el Papa Benedicto XV.

“Cuando uno ama, todo habla de amor, hasta los trabajos que requieren nuestra total atención pueden ser un testimonio de nuestro amor” (Santa Margarita María Alacoque).

Oración para pedir poder reclinar nuestra vida sobre el Sagrado Corazón de Jesús

Oh, Santa Margarita María Alacoque,

tú fuiste elegida por Dios para revelar al mundo

la divina belleza del Corazón de Jesús, su bondad infinita,

su misericordia sin límites, su luz radiante,

haz que también nosotros reclinemos nuestra vida en su Corazón.

Corazón de Jesús, derrama la abundancia de tu amor

sobre los pecadores, para que regresen a ti,

sobre los creyentes, para que vivamos de ti,

a los misioneros, para que testimonien acerca de ti,

sobre los enfermos, para que se sanen en ti,

sobre los moribundos, para que se abandonen a ti.

Dame un corazón bueno, sincero y disponible,

capaz de amar y de sufrir, de perdonar y de alegrarse,

de vivir cada momento de la vida como

un gran regalo de tu Amor infinito.

Corazón de Jesús, fuente de Caridad, de Paz, de Verdad, de Esperanza,

confío en Ti, me encomiendo a Ti.

Oración pidiendo conocer en profundidad al Sagrado Corazón de Jesús 

¡Oh Bienaventurada Margarita María! depositaria venturosa del tesoro de los cielos, el Corazón Divino de Jesús, permite que, considerándote mi hermana, en este incomparable amor, te ruegue me des con generosidad, la parte que me corresponde en esa mansión de infinita caridad. 

Confidente de Jesús, acércame tú al Sagrario de su pecho herido; Esposa de predilección, enséñame a sufrir por la dilatación de aquel reinado cuya causa te confió el Maestro.

Apóstol del Sagrado Corazón, consígueme que se realicen conmigo las promesas que en beneficio de su gloria, te hizo ochenta y siete veces el Amado; Discípula regalada del Divino Corazón, enséñame la ciencia de conocerlo como lo conociste tú, en el perfecto olvido de mí mismo y de la tierra. 

Víctima del Corazón de Jesús Sacramentado, toma el mío, y ocúltalo en la llaga donde tú viviste, compartiendo ahí las agonías del Cautivo del amor, de Jesús-Eucaristía. 

Él, te dijo, hermana muy amada, que dispusieras en la eternidad del cielo, de este otro cielo, el de su Corazón Sacramentado; ¡Oh Margarita María! entrégamelo, pues, para consumirme en ese incendio, dámelo para llevarlo como vida redentora a los pobres pecadores y como glorificación de ese mismo Corazón Divino a las almas de los justos. 

¡Ah, sí! compartamos, hermana mía el mismo sacrificio, el mismo apostolado, el mismo paraíso del Corazón Divino de Jesús: venga a nos su reino.

Mira a Cristo colgado en la Cruz e inerte, muerto por tus desdenes y falta de amor; recuerda que cada acto que hacemos a Él mismo se lo estamos haciendo / Por P. Carlos García Malo