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jueves, 17 de julio de 2008

Fortalecidos con los dones del Espíritu para dar testimonio / Autor: Benedicto XVI

Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI en la fiesta de acogida de las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebró en la tarde de este jueves en el muelle de Barangaroo:

Queridos jóvenes:


Es una alegría poderos saludar aquí, en Barangaroo, a orillas de la magnífica bahía de Sydney, con el famoso puente y la Opera House. Muchos sois de este País, del interior o de las dinámicas comunidades multiculturales de las ciudades australianas. Otros venís de las islas esparcidas por Oceanía, y otros de Asia, del Oriente Medio, de África y de América. En realidad, bastantes de vosotros viene de tan lejos como yo, de Europa. Cualquiera que sea el País del que venimos, por fin estamos aquí, en Sydney. Y estamos juntos en este mundo nuestro como familia de Dios, como discípulos de Cristo, alentados por su Espíritu para ser testigos de su amor y su verdad ante los demás.


Deseo agradecer a los Ancianos de los Aborígenes que me han dado la bienvenida antes de subir al barco en la Rose Bay. Estoy muy emocionado al encontrarme en vuestra tierra, conociendo los sufrimientos y las injusticias que ha padecido, pero consciente también de la reparación y de la esperanza que se están produciendo ahora, de lo cual pueden estar orgullosos todos los ciudadanos australianos. A los jóvenes indígenas -aborígenes y habitantes de las Islas del Estrecho de Torres- y tokelaués les doy las gracias por la conmovedora bienvenida. A través de vosotros envío un cordial saludo a vuestros pueblos.

Señor Cardenal Pell, Señor Arzobispo Mons. Wilson: os doy las gracias por vuestras calurosas expresiones de bienvenida. Sé que vuestros sentimientos resuenan también en el corazón de los jóvenes reunidos aquí esta tarde y, por tanto, doy las gracias a todos. Veo ante mí una imagen vibrante de la Iglesia universal. La variedad de Naciones y culturas de las que provenís demuestra que verdaderamente la Buena Nueva de Cristo es para todos y cada uno; ella ha llegado a los confines de la tierra. Sin embargo, también sé que muchos de vosotros estáis aún en busca de una patria espiritual. Algunos, siempre bienvenidos entre nosotros, no sois católicos o cristianos. Otros, tal vez, os movéis en los aledaños de la vida de la parroquia y de la Iglesia. A vosotros deseo ofrecer mi llamamiento: acercaos al abrazo amoroso de Cristo; reconoced a la Iglesia como vuestra casa. Nadie está obligado a quedarse fuera, puesto que desde el día de Pentecostés la Iglesia es una y universal.

Esta tarde deseo incluir también a los que no están aquí presentes. Pienso especialmente en los enfermos o los minusválidos psíquicos, a los jóvenes en prisión, a los que están marginados por nuestra sociedad y a los que por cualquier razón se sienten ajenos a la Iglesia. A ellos les digo: Jesús está cerca de ti. Siente su abrazo que cura, su compasión, su misericordia.

Hace casi dos mil años, los Apóstoles, reunidos en la sala superior de la casa, junto con María (cf. Hch 1,14) y algunas fieles mujeres, fueron llenos del Espíritu Santo (cf. Hch 2,4). En aquel momento extraordinario, que señaló el nacimiento de la Iglesia, la confusión y el miedo que habían agarrotado a los discípulos de Cristo, se transformaron en una vigorosa convicción y en la toma de conciencia de un objetivo. Se sintieron impulsados a hablar de su encuentro con Jesús resucitado, que ahora llamaban afectuosamente el Señor. Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22,54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos de Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Reconfortados, gritaron: arrepentíos, bautizaos, recibid el Espíritu Santo (cf. Hch 2,37-38). Fundada sobre la enseñanza de los Apóstoles, en la adhesión a ellos, en la fracción del pan y la oración (cf. Hch 2,42), la joven comunidad cristiana dio un paso adelante para oponerse a la perversidad de la cultura que la circundaba (cf. Hch 2,40), para cuidar de sus propios miembros (cf. Hch 2,44-47), defender su fe en Jesús ante en medio hostil (cf. Hch 4,33) y curar a los enfermos (cf. Hch 5,12-16). Y, obedeciendo al mandato de Cristo mismo, partieron dando testimonio del acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte. En su famoso discurso en el areópago, San Pablo presentó su mensaje de esta manera: «Dios da a cada uno todas las cosas, incluida la vida y el respiro, de manera que todos lo pueblos pudieran buscar a Dios, y siguiendo los propios caminos hacia Él, lograran encontrarlo. En efecto, no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos» (cf. Hch 17, 25-28).

Desde entonces, hombres y mujeres se han puesto en camino para proclamar el mismo hecho, testimoniando el amor y la verdad de Cristo, y contribuyendo a la misión de la Iglesia. Hoy recordamos a aquellos pioneros -sacerdotes, religiosas y religiosos- que llegaron a estas costas y a otras zonas del Océano Pacífico, desde Irlanda, Francia, Gran Bretaña y otras partes de Europa. La mayor parte de ellos eran jóvenes -algunos incluso con apenas veinte años- y, cuando saludaron para siempre a sus padres, hermanos, hermanas y amigos, sabían que sería difícil para ellos volver a casa. Sus vidas fueron un testimonio cristiano, sin intereses egoístas. Se convirtieron en humildes pero tenaces constructores de gran parte de la herencia social y espiritual que todavía hoy es portadora de bondad, compasión y orientación a estas Naciones. Y fueron capaces de inspirar a otra generación. Esto nos trae al recuerdo inmediatamente la fe que sostuvo a la beata Mary MacKillop en su neta determinación de educar especialmente los pobres, y al beato Peter To Rot en su firme convicción de que la guía de una comunidad ha de referirse siempre al Evangelio. Pensad también en vuestros abuelos y vuestros padres, vuestros primeros maestros en la fe. También ellos han hecho innumerables sacrificios, de tiempo y energía, movidos por el amor que os tienen. Ellos, con apoyo de los sacerdotes y los enseñantes de vuestra parroquia, tienen la tarea, no siempre fácil pero sumamente gratificante, de guiaros hacia todo lo que es bueno y verdadero, mediante su ejemplo personal y su modo de enseñar y vivir la fe cristiana.

Hoy me toca a mí. Para algunos puede parecer que, viniendo aquí, hemos llegado al fin del mundo. Ciertamente, para los de vuestra edad cualquier viaje en avión es una perspectiva excitante. Pero para mí, este vuelo ha sido en cierta medida motivo de aprensión. Sin embargo, la vista de nuestro planeta desde lo alto ha sido verdaderamente magnífica. El relampagueo del Mediterráneo, la magnificencia del desierto norteafricano, la exuberante selva de Asia, la inmensidad del océano Pacífico, el horizonte sobre el que surge y se pone el sol, el majestuoso esplendor de la belleza natural de Australia, todo eso que he podido disfrutar durante dos días, suscita un profundo sentido de temor reverencial. Es como si uno hojeara rápidamente imágenes de la historia de la creación narrada en el Génesis: la luz y las tinieblas, el sol y la luna, las aguas, la tierra y las criaturas vivientes. Todo eso es «bueno» a los ojos de Dios (cf. Gn 1, 1-2. 2,4). Inmersos en tanta belleza, ¿cómo no hacerse eco de las palabras del Salmista que alaba al Creador: «!Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8,2)?

Pero hay más, algo difícil de ver desde lo alto de los cielos: hombres y mujeres creados nada menos que a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). En el centro de la maravilla de la creación estamos nosotros, vosotros y yo, la familia humana «coronada de gloria y majestad» (cf. Sal 8,6). ¡Qué asombroso! Con el Salmista, susurramos: «Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (cf. Sal 8,5). Nosotros, sumidos en el silencio, en un espíritu de gratitud, en el poder de la santidad, reflexionamos.

Y ¿qué descubrimos? Quizás con reluctancia llegamos a admitir que también hay heridas que marcan la superficie de la tierra: la erosión, la deforestación, el derroche de los recursos minerales y marinos para alimentar un consumismo insaciable. Algunos de vosotros provienen de islas-estado, cuya existencia misma está amenazada por el aumento del nivel de las aguas; otros de naciones que sufren los efectos de sequías desoladoras. La maravillosa creación de Dios es percibida a veces como algo casi hostil por parte de sus custodios, incluso como algo peligroso. ¿Cómo es posible que lo que es «bueno» pueda aparecer amenazador?
Pero hay más aún. ¿Qué decir del hombre, de la cumbre de la creación de Dios? Vemos cada día los logros del ingenio humano. La cualidad y la satisfacción de la vida de la gente crece constantemente de muchas maneras, tanto a causa del progreso de las ciencias médicas y de la aplicación hábil de la tecnología como de la creatividad plasmada en el arte. También entre vosotros hay una disponibilidad atenta para acoger las numerosas oportunidades que se os ofrecen. Algunos de vosotros destacan en los estudios, en el deporte, en la música, la danza o el teatro; otros tienen un agudo sentido de la justicia social y de la ética, y muchos asumen compromisos de servicio y voluntariado. Todos nosotros, jóvenes y ancianos, tenemos momentos en los que la bondad innata de la persona humana -perceptible tal vez en el gesto de un niño pequeño o en la disponibilidad de un adulto para perdonar- nos llena de profunda alegría y gratitud.

Sin embargo, estos momentos no duran mucho. Por eso, hemos de reflexionar algo más. Y así descubrimos que no sólo el entorno natural, sino también el social -el hábitat que nos creamos nosotros mismos- tiene sus cicatrices; heridas que indican que algo no está en su sitio. También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e internet como una diversión. Me pregunto cómo uno que estuviera cara a cara con personas que están sufriendo realmente violencia y explotación sexual podría explicar que estas tragedias, representadas de manera virtual, han de considerarse simplemente como «diversión».
Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.

Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.

Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser la Vía y, por tanto, también la Vida. Así, la «vía» que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo.
Por tanto, esta tarde deseo recordar brevemente algo de nuestra comprensión del Bautismo, antes de que mañana consideremos el Espíritu Santo. El día del Bautismo, Dios os ha introducido en su santidad (cf. 2 P 1,4). Habéis sido adoptados como hijos e hijas del Padre y habéis sido incorporados a Cristo. Os habéis convertido en morada de su Espíritu (cf. 1 Co 6,19). Por eso, al final del rito del Bautismo el sacerdote se dirigió a vuestros padres y a los participantes y, llamándoos por vuestro nombre, dijo: «Ya eres nueva criatura» (Ritual del Bautismo, 99).

Queridos amigos, en casa, en la escuela, en la universidad, en los lugares de trabajo y diversión, recordad que sois criaturas nuevas. Cómo cristianos, estáis en este mundo sabiendo que Dios tiene un rostro humano, Jesucristo, el «camino» que colma todo anhelo humano y la «vida» de la que estamos llamados a dar testimonio, caminando siempre iluminados por su luz (cf. ibíd., 100).

La tarea del testigo no es fácil. Hoy muchos sostienen que a Dios se le debe "dejar en el banquillo", y que la religión y la fe, aunque convenientes para los individuos, han de ser excluidas de la vida pública, o consideradas sólo para obtener limitados objetivos pragmáticos. Esta visión secularizada intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador. Se presenta como una fuerza neutral, imparcial y respetuosa de cada uno. En realidad, como toda ideología, el laicismo impone una visión global. Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios. Sin embargo, la experiencia enseña que el alejamiento del designio de Dios creador provoca un desorden que tiene repercusiones inevitables sobre el resto de la creación (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990, 5). Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios.

Y ¿que decir de nuestro entorno social? ¿Estamos suficientemente alerta ante los signos de que estamos dando la espalda a la estructura moral con la que Dios ha dotado a la humanidad (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2007, 8)? ¿Sabemos reconocer que la dignidad innata de toda persona se apoya en su identidad más profunda -como imagen del Creador- y que, por tanto, los derechos humanos son universales, basados en la ley natural, y no algo que depende de negociaciones o concesiones, fruto de un simple compromiso? Esto nos lleva reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestra sociedad los pobres, los ancianos, los emigrantes, los que no tienen voz. ¿Cómo es posible que la violencia doméstica atormente a tantas madres y niños? ¿Cómo es posible que el seno materno, el ámbito humano más admirable y sagrado, se haya convertido en lugar de indecible violencia?

Queridos amigos, la creación de Dios es única y es buena. La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, el cuidado de nuestro entorno, son de vital importancia para la humanidad. Pero todo esto no se puede comprender prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y, por tanto, inviolable. Nuestro mundo está cansado de la codicia, de la explotación y de la división, del tedio de falsos ídolos y respuestas parciales, y de la pesadumbre de falsas promesas. Nuestro corazón y nuestra mente anhelan una visión de la vida donde reine el amor, donde se compartan los dones, donde se construya la unidad, donde la libertad tenga su propio significado en la verdad, y donde la identidad se encuentre en una comunión respetuosa. Esta es obra del Espíritu Santo. Ésta es la esperanza que ofrece el Evangelio de Jesucristo. Habéis sido recreados en el Bautismo y fortalecidos con los dones del Espíritu en la Confirmación precisamente para dar testimonio de esta realidad. Que sea éste el mensaje que vosotros llevéis al mundo desde Sydney.

[A continuación, el Papa saludó a los peregrinos en italiano, francés, alemán, español, y portugués. En español, dijo:]

Queridos jóvenes de lengua española, la misión de ser testigos del Señor en todos los lugares de la tierra es una apasionante tarea, que exige acoger su Palabra e identificarse con Él, compartiendo con los demás la alegría de haber encontrado al verdadero amigo que nunca defrauda. Que este reto agrande vuestra generosidad. Un saludo muy cordial a todos.
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Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede

Benedicto XVI en Papamóvil por Sydney


Organizaciones de jóvenes católicos en Sydney

Seguir a Cristo es entusiasmante, dice el Papa

Policía enfermo regala su gorra oficial a Benedicto XVI

Recibe el poder del Espíritu

Cantando con el Papa en la bienvenida

Fiesta Latinoamericana

Fiesta francesa

Animales visitan a Benedicto XVI

"Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos" / Autor: cardenal George Pell, arzobispo de Sydney

El evangelio y la homilia en video
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Homilía en la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud

Todos sabemos que Cristo nuestro Señor es a menudo descrito como el Buen Pastor del salmo responsorial de hoy. Nos han dicho que él nos guía a aguas tranquilas, reaviva nuestros espíritus decaídos y nos permite descansar en paz. Profundizando en esta imagen, Jesús una vez explicó que el buen pastor estaba preparado para dejar sus 99 ovejas e ir a buscar la que se le había perdido. Hoy en día, pocos países tienen pastores que cuidan de sólo 20 ó 30 ovejas, y en Australia con grandes granjas y rebaños, el consejo de Nuestro Señor no es muy práctico.

Si la oveja perdida fuera valiosa y saludable, entonces puede tener sentido dedicar un tiempo para buscarla. De otra manera, usualmente sería abandonada o su ausencia no sería notada. Jesús decía que tanto Él como Su Padre no son así, porque Él conoce cada una de Sus ovejas y como un buen padre va en búsqueda de la oveja perdida que ama, en particular si está enferma, en problemas o si no puede valerse por sí misma. Al inicio de esta Misa les di la bienvenida a todos ustedes a esta semana de la Jornada Mundial de la Juventud y nuevamente se las ofrezco ahora. Sin embargo, no quisiera empezar con las 99 ovejas saludables, aquellos de ustedes que se encuentren ya abiertos al Espíritu Santo y que quizás ya han sido testigos firmes de su fe y amor. Comenzaré dándoles la bienvenida y animando a todos los que se consideren perdidos, en angustia profunda, con pocas esperanzas o incluso exhaustos.

Sean jóvenes o ancianos, mujeres u hombres, Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos, así como lo ha venido haciendo durante 2.000 años. Las causas de las heridas son secundarias, ya sea por drogas, alcohol, crisis familiar, la lujuria de la carne, soledad o muerte. Y quizás hasta el vacío del éxito. El llamado de Cristo es para todos los que sufren, no sólo para católicos o personas de otras religiones, sino especialmente para aquéllos sin religión. Cristo les está llamando para regresar a casa, para vivir el amor, la reconciliación y la comunión.

Nuestra primera lectura hoy fue del libro de Ezequiel, que junto con Isaías y Jeremías, fue uno de los tres grandes profetas judíos. Muchas partes de Australia todavía sufren sequía y es por eso que todos los australianos comprenden lo que es un valle de huesos secos y esqueletos sin carne. Esta visión desalentadora es ofrecida en primer lugar a todos ustedes e incluso a aquellas personas tentadas de decir: "no tenemos más esperanzas, nos sentimos como muertos". Esto nunca es verdad mientras todavía podamos elegir. Mientras haya vida, siempre estará la opción de esperanza y con la esperanza en Cristo llega la fe y el amor. Hasta el final estamos siempre en posición de elegir y actuar. Esta visión del valle de los huesos secos, la más espectacular en toda la Biblia, fue dada cuando la mano de Dios vino sobre Ezequiel mientras los judíos estaban cautivos en Babilonia, probablemente antes y no después, en el siglo VI antes de Cristo. Durante 150 años el destino político del pueblo judío estuvo en decadencia, primero en manos de los asirios, y luego en el año 587 antes de Cristo llegó la derrota catastrófica final y su viaje al exilio.

El pueblo judío había perdido las esperanzas y se sentía impotente para cambiar su situación. Ésta es la historia de la versión dramática de Ezequiel donde los muertos estaban ciertamente muertos y los esqueletos se habían tornados blanquecinos debido a que las aves de rapiña les habían despojado de sus carnes. Fue el inmenso campo de batalla de los cuerpos no enterrados. Un Ezequiel dubitativo y reacio fue incitado por Dios a profetizar sobre aquellos huesos, y mientras lo hacía, los huesos se precipitaron todos juntos de forma ruidosa creando un terremoto. Los tendones se unieron a los huesos, y carne y piel vistieron los cadáveres. Luego en otro episodio, el aliento o el Espíritu, vino de los cuatro rincones de la tierra mientras los cuerpos "volvían a la vida nuevamente y se paraban sobre sus pies formando un ejército grande e inmenso".

Mientras nosotros vemos esta visión como una prefiguración de la resurrección de los muertos, los judíos de los tiempos de Ezequiel no creían en tal concepto después de la vida. Para ellos, el inmenso ejército resucitado representaba a todo el pueblo judío, a aquéllos del reino del norte llevados a Asiria, a aquéllos en casa y a aquéllos en Babilonia. Los judíos iban a ser reconstituidos como un pueblo en su propia tierra y sabrían que el único verdadero Dios había hecho esto. Y todo esto vino a suceder. Por los siglos nosotros los cristianos hemos usado este pasaje litúrgico en Pascua, especialmente para el Bautismo de catecúmenos en la noche del Sábado Santo y es, por supuesto, una imagen poderosa de la verdadera fuerza regenerativa de Dios para esta vida y la eternidad.
La sabiduría secular proclama que el leopardo no cambia sus manchas, pero nosotros los cristianos creemos en el poder del Espíritu para convertir y cambiar a las personas del mal al bien; del miedo e incertidumbre a la fe y la esperanza. Los creyentes nos vemos alentados por la visión de Ezequiel, porque conocemos el poder del perdón de Dios, la capacidad de Cristo y la tradición católica que provoca el nacimiento de nueva vida incluso en circunstancias poco probables. Ese mismo poder vislumbrado en la visión de Ezequiel se nos ofrece hoy, a todos nosotros sin excepción. Ustedes jóvenes peregrinos pueden ver el futuro que se extiende ante ustedes tan rico en promesas.

La parábola evangélica del sembrador les recuerda la gran oportunidad que tienen para abrazar su vocación y producir una abundante cosecha y abundantes frutos. Mateo, Marcos y Lucas ubican a esta historia del sembrador al inicio del conjunto de parábolas de Jesús. La historia explica algunas verdades fundamentales sobre los retos del discipulado cristiano y se enumeran las alternativas para una vida cristiana fructífera. La fidelidad no es automática o inevitable. Un detalle hace que la parábola sea más convincente, porque parece que los judíos en el tiempo de Nuestro Señor tiraban las semillas sobre el terreno antes de que el mismo fuera arado, eso explica un poco mejor el hecho de que las semillas también caen en lugares pocos probables y no sólo en los surcos. ¿Estamos entre aquéllos cuya fe ha sido arrebatada por el diablo, como cuando Nuestro Señor explica la imagen de las aves del cielo engulléndose las semillas? Nadie en esta Misa estaría en esa categoría. Algunos podrían ser como la semilla en terreno rocoso que no puede echar raíces. Aquellas personas en esta segunda categoría es probable que deban esforzarse para volver a empezar en la vida espiritual, o al menos examinar la posibilidad de hacerlo. Pero la mayoría de nosotros estamos en la tercera y cuarta categorías, donde la semilla ha caído en tierra fértil y está creciendo y floreciendo, o estamos en peligro de ser asfixiados por las preocupaciones de la vida.

Todos nosotros, incluidos los que ya no son jóvenes, tenemos que rezar sabiduría y perseverancia. No tengo dudas en creer que Nuestro Señor explicó en detalle el significado de esta parábola a sus seguidores más cercanos y que ellos le hubieran solicitado hacerlo repetidamente. Pero las preguntas de los discípulos provocaron una respuesta desconcertante cuando Nuestro Señor dividió a sus oyentes en dos grupos: aquéllos a quienes los misterios del Reino les fueron revelados y el resto para quiénes las parábolas siguen siendo sólo parábolas. Este segundo grupo se describe en las palabras del profeta Isaías como los que "quizás pueden ver pero no percibir, escuchar pero no entender".

Probablemente el trasfondo de esto es el asombro de los discípulos de Nuestro Señor ante el gran número que no acepta su enseñanza. ¿Por qué esto todavía es así? ¿Qué debemos hacer para estar entre los destinatarios de las revelaciones de los misterios del Reino? El llamado del único Dios verdadero sigue siendo un misterio, sobre todo hoy, cuando a muchas personas les resulta difícil creer. Incluso en el tiempo de los profetas, muchos de sus oyentes permanecían espiritualmente sordos y ciegos, mientras que otros a través del tiempo alcanzaban a admirar la belleza de la enseñanza de Jesús, pero nunca fueron inspirados a responder a su llamado. Nuestra tarea es estar abiertos al poder del Espíritu para permitir que el Dios de las sorpresas pueda actuar a través de nosotros. La motivación humana es compleja y misteriosa, ya que a veces católicos y otros cristianos de fuerte devoción pueden rezar y ser buenos, pero también pueden estar decididos a no tomar siquiera un paso hacia adelante. Por otro lado, algunos seguidores de Cristo pueden ser mucho menos entusiastas y fieles, pero abiertos al desarrollo y a cambiar para mejor porque se dan cuenta de su indignidad y su ignorancia. ¿Dónde están ustedes? Sea cual fuera nuestra situación debemos rezar por una apertura de corazón, por la voluntad de dar el siguiente paso, incluso tenemos miedo de aventurarnos demasiado. Si tomamos la mano de Dios, Él hará el resto. La confianza es la clave. Dios no nos fallará.

¿Cómo podemos trabajar para evitar deslizarnos desde la última y mejor categoría de los que dan mucho fruto a aquéllos que "son asfixiados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida" y que no producen frutos en lo absoluto? La segunda lectura de la carta de Pablo a los Gálatas nos señala la dirección correcta, nos recuerda que cada persona debe tomar postura en la vieja lucha entre el bien y el mal, entre lo que Pablo llama la carne y el Espíritu. No es suficiente ser solamente un observador o tratar de vivir en "tierra de nadie" entre las partes beligerantes. La vida nos obliga a elegir y a la larga destruye cualquier posibilidad de neutralidad.


Vamos a dar buenos frutos si aprendemos el idioma de la Cruz y dejamos que ella selle nuestros corazones. El lenguaje de la Cruz nos da los frutos del Espíritu que Pablo enumera, nos permite experimentar la paz y la alegría, ser amables con regularidad y generosos con los demás. El seguimiento de Cristo no está libre de costos, no siempre es fácil porque requiere luchar contra lo que San Pablo llama "la carne", nuestro ego implacable y el viejo egoísmo. Siempre es una batalla, ¡incluso para las personas mayores como yo! No pasen su vida sentados al borde del camino manteniendo sus opciones abiertas., Sólo el compromiso plenifica.

La felicidad viene de cumplir nuestras obligaciones, haciendo nuestro deber, sobre todo en los pequeños asuntos y de manera regular; de esta forma nos elevamos para hacer frente a desafíos más difíciles. Muchos han descubierto su vocación durante las Jornadas Mundiales de la Juventud. Ser un discípulo de Jesús exige disciplina, en particular la autodisciplina, lo que Pablo llama autocontrol. La práctica del autocontrol no hará que ustedes sean perfectos (no lo ha hecho conmigo), pero el autocontrol es necesario para desarrollar y proteger el amor en nuestros corazones y evitar que otros, especialmente nuestra familia y amigos, sean heridos por nuestras fallas o pereza. Pido para que a través del poder del Espíritu todos ustedes se unan a ese inmenso ejército de santos, sanados y reconciliados, como le fue revelado a Ezequiel. Un ejército que ha enriquecido la historia de la humanidad por innumerables generaciones y que recibe la recompensa en el cielo luego de esta vida.

Permítanme concluir con la adaptación de uno de los más poderosos sermones de San Agustín, el mejor teólogo del primer milenio y obispo en la pequeña ciudad de Hipona al norte de África alrededor de 1600 años atrás. En los próximos cinco días de oración y celebración espero que vuestros espíritus se eleven, como el mío siempre lo hace, en el entusiasmo de esta Jornada Mundial de la Juventud. Pidamos a Dios estar alegres de poder participar en este evento, a pesar de los costos, las molestias y las distancias recorridas. Durante esta semana tenemos todo el derecho de regocijarnos y celebrar la liberación de nuestras faltas y la renovación de nuestra fe. Estamos llamados a abrir nuestros corazones al poder del Espíritu.

Y a los jóvenes les doy tan sólo un gentil recordatorio de que en su entusiasmo y emoción ¡no se olviden de escuchar y rezar! Muchos de ustedes han recorrido un largo camino y quizás crean que han llegado, de hecho, ¡a los confines de la tierra! Si es así, eso es bueno, ya que Nuestro Señor les dijo a sus primeros apóstoles que serían sus testigos en Jerusalén hasta los confines de la tierra. Esta profecía se ha cumplido en el testimonio de muchos misioneros de este vasto continente, y se cumple una vez más por nuestra presencia aquí.

Estos días pasarán muy rápido y la semana próxima volveremos a nuestras tierras. Por algún tiempo algunos de ustedes encontrarán que el mundo real de casa y parroquia, trabajo o estudio, es algo poco excitante y hasta decepcionante. Pronto, demasiado pronto, todos ustedes se irán de aquí. Por muy corto tiempo nos encontramos aquí en Sidney en el centro del mundo católico, pero la semana que viene el Santo Padre regresará a Roma y nosotros como habitantes de Sidney volveremos a nuestras parroquias, mientras que ustedes, ahora peregrinos de visita, volverán a sus casas en lugares cercanos o lejanos. En otras palabras durante la semana próxima nos despediremos. Pero cuando partamos felices después de haber disfrutado de estos días, no dejemos que nos apartemos nunca de nuestro querido Dios y de su Hijo Jesucristo.

Y que María, Madre de Dios, a quién invocamos en esta Jornada Mundial de la Juventud como Nuestra Señora de la Cruz del Sur, nos fortalezca en esta resolución. Y por eso rezo. Ven, ven O Aliento de Dios, desde los cuatro vientos, de todas las naciones y los pueblos de la tierra y bendice nuestra Gran Tierra Austral del Espíritu Santo. Danos fuerza también para ser otro gran e inmenso ejército de servidores humildes y fieles testigos. Ofrecemos esta oración a Dios nuestro Padre en el nombre de Cristo su Hijo. Amén.

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Traducción distribuida por la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud (
www.wyd2008.org).

Conversión del novio de una coordinadora de la JMJ al rezar juntos por los frutos de Sydney / Autor: Anthony Barich

SYDNEY, martes, 15 julio 2008 (ZENIT.org).- La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Sydney ya está trayendo conversiones a la Iglesia católica y eso que no ha hecho más que comenzar.

Basia Slusarczyk, de 24 años, coordinadora de la comunidad católica de origen polaco en la JMJ, ha explicado a Zenit que su novio está participando en el rito de iniciación cristiana para adultos que quieren recibir el bautismo. Su conversión se debe a la experiencia de rezar con ella por los frutos de la JMJ.

"Está participando conmigo en la JMJ y espero que esta semana de acontecimientos y solidaridad con tantos católicos de todos el mundo le haga sentirse orgulloso de unirse a la familia católica", afirma Basia.

Se encontraba entre un grupo de jóvenes polacos-australianos, vestidos con trajes polacos tradicionales, en la ceremonia de veneración de la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y del icono de la Virgen María en el Parque Belmore.

Con el impacto que traen los jóvenes peregrinos a Sydney, Basia cree que el evento juvenil traerá nueva vida a la Iglesia en Australia, y despertará a los que estaban dormidos. "Tenemos iglesias pequeñas y vibrantes en Australia, pero las futuras generaciones necesitan que estén vivas", considera.


Basia afirma que los jóvenes se sienten arrastrados por Benedicto XVI tal y como sucedía con Juan Pablo II, quien comenzó estas Jornadas Mundiales. "[Karol Wojtyla] se preocupó mucho cuando le pidieron que fuera el nuevo arzobispo de Cracovia, pues esto significaba para él dejar su trabajo diario con los jóvenes", recuerda Basia.

"Pero cuando fue elegido Papa, mantuvo su amor por los jóvenes, incluso después, a pesar de su enfermedad. Tenía algo en sus ojos y en su voz que arrastraba a los jóvenes".


Basia dirige un grupo de 200 jóvenes inscritos a la Jornada de Sydney, aunque reconoce que no todos son de origen polaco, pues algunos son de raíces irlandesas, canadienses o de Australia occidental.

"Todos somos fans de Juan Pablo II, pues comprendemos el enorme impacto que ha tenido en cada uno de nosotros y en el mundo", añade Agnieszka Agnes Jaszczyszyn, de 34 años, la otra responsable del grupo.

Pero sus oraciones se concentran en el actual Papa: "Gracias a Benedicto XVI podemos celebrar ahora la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney en 2008," reconoce. "Los jóvenes del mundo han venido gracias a él".

Santo Padre envía primer SMS a jóvenes en JMJ de Sydney
El Papa Benedicto XVI envió su primer mensaje de texto a los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney 2008 y que solicitaron el servicio al momento de inscribirse en el encuentro.
"Joven amigo, Dios y su pueblo esperan mucho de ti porque tienes en ti el don supremo del Padre, el Espíritu de Jesús, BXVI", se lee en el SMS que ha llegado a los teléfonos móviles de miles de jóvenes de distintos países que participan de la JMJ.

Los jóvenes recibirán cada día que dure el encuentro un mensaje y un pensamiento del Santo Padre, escrito en inglés y en forma abreviada, como ellos lo hacen.
La Misa inugural de la la JMJ en 3 minutos en video

Llegan la Cruz y el icono de María

Las calles de Sydney se llenaron este lunes de peregrinos para dar la bienvenida a la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y el Icono de la Virgen María.

La Cruz fue entregada a los jóvenes del mundo por Juan Pablo II en 1984 para que fuera llevada como símbolo del amor de Cristo por la humanidad. El icono de maría fue su segundo regalo a los jóvenes, en 2003.

La llegada a la ciudad de los dos símbolos era la culminación de un viaje global. Después de haber atravesado todos los continentes, la Cruz y la imagen fueron entregados a jóvenes representantes de Australia por Benedicto XVI el domingo de Ramos del año 2006 en Roma.

Cientos de peregrinos siguieron la Cruz y el icono durante su llegada, transportados por barco hasta el característico muelle circular de la ciudad. Luego, los chicos y chicas, cargando las imágenes, atravesaron el centro de negocios de la ciudad hasta llegar a Belmore Park, una imagen nunca antes vista en esas latitudes.

Allí, cada uno de los peregrinos tuvo la posibilidad de venerar la Cruz y el icono, y muchos de ellos, incluidos unos muchachos de Texas, quedaron conmovidos hasta las lágrimas, abrazándose mutuamente, mientras los demás cantaban a su alrededor.

En la tarde de este martes, la Cruz y el icono formaron parte del escenario de apertura de la la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud, presidida por el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, en el embarcadero de Barangaroo, con la participación de unas 140.000 personas.

La alegria de jóvenes hispanos en Sydney en video

La llegada del Papa a Sydney y los actos previos de la JMJ en video

"Cargad con mi yugo y aprended de mi" / Video-reflexión: P. Jesús Higueras

miércoles, 16 de julio de 2008

Video de una joven que decide tener a su hijo y no abortar para conservar su pareja



La Batalla de la Vida
¿Te gustaría conocer qué ocurre detrás del oscuro mundo del aborto? En este documental testimonial se trata de investigar qué ocurre detrás de este mal social: la soledad de la mujer que se queda embarazada sin esperarlo o desearlo, el síndrome postaborto, cuando comienza la vida, los intereses internacionales para promover el aborto, etc. En el documental han participado especialistas de la plataforma hazteoir.org, la Dra. Victoria Uroz, Secretaria de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), el Dr Jesús Poveda, profesor de Psicología Médica de la Universidad Autónoma de Madrid Y Presidente de Provida España, María Echanove, probablemente la mayor 'rescatadora' de abortos de España, Javier Paredes, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Alcalá de Henares y Víctor Lozano, Presidente de la Asociación de Juristas Tomás Moro, entre otros.

Solicito, con urgencia, 1400 niños no deseados / Autora: Lucrecia R.de Planas


Hace aproximadamente un año, cuando se acababa de declarar legal el aborto en México, lanzamos desde Catholic.net una Campaña a la que llamamos “Baby Match” o “No lo mates, dámelo a mí” http://www.nolomates.catholic.net

El objetivo de la campaña era hacer un “match” uniendo niños no deseados con matrimonios deseosos de acogerlos. Pues bien, a lo largo de este año han llegado cerca de 70 mujeres que no querían a su bebé, y han sido atendidas por los Centros de ayuda que también se han registrado. Eso ha sido bueno, porque ninguna de ellas ha abortado y todas han querido conservar a su bebé. Por ese lado ha estado muy bien (Dios ha de estar contento), pero... por el otro, es triste pensar que no hemos logrado ni un solo “match”.

En un año se han inscrito más de 1400 matrimonios que están deseosos de acoger a un chiquito y... ¡no hemos podido darles ninguno! Vean los testimonios dando click aquí: matrimonios hermosos, familias fabulosas... de todas las edades, de todos los países, con muchos hijos o con ninguno, todos en espera de recibir a un bebé que otros no quieran tener. Pero... ¡no llegan los bebés! ¿No dice la prensa que hay miles de hijos no deseados? ¿Será acaso que realmente no existen tantas mujeres que quieren abortar? ¿Será que los orfanatorios del mundo están vacíos? ¿O será que las leyes son tan raras que es más fácil matar a un bebé que adoptarlo o darlo en adopción?

Me decidí a escribirles para pedir su ayuda. ¿Conocen a alguien que no quiera a su bebé? ¿Conocen a algún niño huérfano o abandonado? Por favor, mándenlos acá, que se registren en http://nolomates.catholic.net pues tenemos a muchos papás que los quieren acoger, educar y amar. Ustedes mismos pueden conocerlos haciendo click en http://nolomates.catholic.net/matrimonios.php

Son sólo 1400 niños no deseados los que necesito... ¿me ayudan a encontrarlos?

Dios los bendiga.

Nuestro hijo tiene daños, pero él no es un daño: Precisan padres de no nacido austriaco

VIENA, (ACI).- Emil Karg, un bebé que nacerá con una malformación conocida como "espalda abierta", ha sido declarado por las leyes de su país como un "daño total". Sus padres aseguran que su hijo "tiene daños, pero él no es un daño", y esperan que nazca en tres semanas, oponiéndose al deseo de algunos de abortarlo incluso el mismo día de su alumbramiento.

Según el sitio web Vorarlberg Online (VOL), los esposos residentes en Vorarlberg al oeste de Austria, se presentaron el jueves a una conferencia de prensa, junto con el ginecólogo Peter Schwärzler y el abogado Paul Sutterlüty, para anunciar que realizarán una queja a la República Austriaca mediante una acción declaratoria a favor del derecho de Emil al honor y cuidado de su dignidad como ser humano, así como a la no discriminación y la igualdad de trato a pesar de su discapacidad.

La Corte Suprema de Austria declaró recientemente lícito el aborto hasta el nacimiento de niños con severa discapacidad. Sin embargo muchos son los que se oponen a esta ley. "Solo queremos evidenciar que un niño no puede ser un error", afirmaron Sabine y Andreas Karg ante los periodistas. "Nosotros vamos a recibirlo (a Emil) tal y como es", añadieron.

Dios transformó a mi esposo y nuestro matrimonio / Autora: Heily Estrella.

(Despertar Carismático) La obra de Dios es tan perfecta que no hace nada incompleto, esta prueba sirvió para que Dios transformara a mi esposo.

Hace un año y medio yo participe en el Seminario de Vida en el Espíritu de un grupo de la Renovación Carismática Católica. Cuando fui tenía tres meses de embarazo. Al regresar a mi casa mi esposo me decía que estaba loca. Porque no era la misma, ya que Dios había tocado mi vida.

Antes de asistir al seminario de vida, yo era una católica tradicional, iba a la iglesia de vez en cuando. Lo mismo mi esposo. La experiencia vivida en el retiro, me cambio totalmente y las cosas que hacia antes ya no me llenaban. Pero mi esposo no lo entendía.

Entonces comencé a pedirle a Dios que cambiara a mi esposo. Le suplicaba que me diera un esposo nuevo.

El iba a la iglesia y sentía que el Señor lo tocaba y le hablaba a su corazón, pero no cambiaba. El era un buen esposo, trabajaba y cuidaba de nosotros. De un momento a otro comenzó a juntarse con un amigo, de un ambiente no muy bueno. Yo le decía que se alejara de el que no le convenía. Pero no me hacia caso.

Al amigo de mi esposo le gustaba mucho el dinero y pensó en conseguirlo de una manera fácil. Ya que a mi esposo nunca le gusto trabajar en eso; lo convenció para que lo acompañara. Mi esposo pensó que no estaba haciendo nada malo con solo acompañarlo.

Al siguiente día, mi esposo no daba señales de vida. Yo estaba preocupada porque no había llamado, ni había venido a dormir a la casa. Algo que nunca había hecho.

Recibí una llamada, era él diciéndome que estaba preso. Que era algo serio y que no saldría libre bajo fianza. Que podrían darle una condena de 30 años. Cuando supe esto le reclame a Dios. ¿Porque a nosotros si tu quieres que el venga a tus pies? Yo me cuestionaba ya que él no trabajaba en nada malo. Sentía que el mundo se me venia encima, pensaba que me iba a morir.

Entonces unos hermanos oraron por mí y Dios me regalo fe. El Señor me dio la fuerza y me levanto para que yo ayudara a mi esposo a salir de esto. Mi fe se incrementaba y tenía una confianza plena en Dios. De esta manera le pude ayudar emocionalmente a mi esposo. Era una batalla bien difícil. Pero a pesar de estar preso mi esposo sentía como Dios estaba con el.

Entonces un lunes cuando asistí al grupo de oración, pidiendo a Dios por mi esposo. El Señor comunico una palabra de conocimiento a través de un hermano la cual era que “un familiar que se encuentra preso saldrá libre en 2 semanas”. La palabra de conocimiento es un carisma ordinario profético, que todos tenemos por el don del bautismo, y que consiste en anunciar lo que el Señor hace o realizará en determinadas personas.

Yo no dude ni un instante que ese era mi esposo. En el momento que tenemos para dar gracias en al asamblea, me levante y en fe le di gracias a Dios por lo que El haría con mi esposo.

Esto para los hombres era algo absurdo e imposible de suceder. El abogado de mi esposo no me daba esperanzas y decía que no podía hacer nada por él. Incluso durante esa semana, todos me decían que era imposible que saliera de la cárcel sin pasar muchos años pagando la condena.

Pero yo pensaba si Dios esta conmigo quien contra mi. Pero Dios que es más grande que cualquier juez, cumplió su palabra. A mi esposo lo dejaron libre 2 semanas después que el Señor comunicó la palabra de conocimiento.

Jesús le regalo la libertad a mi esposo. A mi me dio un esposo nuevo, tal como se lo pedía. El Señor toco de una manera tan especial a mi esposo, que el ya no quiere volver a vivir la vida pasada. Se ha entregado totalmente a Dios. Incluso no estábamos casados por la iglesia y cuando el regreso nos casamos y bautizamos a nuestro hijo. También participó en el Seminario de Vida en el Espíritu.

Doy gracias a Dios que aunque la batalla fue dura y difícil , Él nos transformó con su gracia.

Testimonio: "Jesús me rescató del pozo en el que me ahogó el alcohol " / Autor: José Antonio Godina

José Antonio Godina, autor de este testimonio, a la izquierda de la imagen, junto al padre Jaime Burke O.P., el pasado mes de marzo en Cornellá de Llobregat

Hace unos 18 años mi vida dependía única y exclusivamente del alcohol. Tenía un buen empleo, una familia y no me daba cuenta de que cada día necesitaba beber más para desarrollar mi trabajo. Lo que empezó como eso que llaman “bebida social”, terminó haciéndome esclavo de la barra de los bares.

Me parecía que si dejaba de beber sería incapaz de hacer las cosas más sencillas, que la vida no tendría ningún sentido y que aquello de tomar copas era parte consustancial a mi existencia.

La convivencia matrimonial se fue deteriorando, no en un día, si no a lo largo de interminables meses; la falta de respeto a la vida familiar, mis continuas discusiones y mis borracheras hacían de mi hogar un verdadero infierno.

Trabajaba como jefe de área en una multinacional y mi tarea consistía en hacer visitas en el ámbito de gerencia. Naturalmente mis jefes se dieron cuenta de mi progresiva dependencia a la bebida y no tuvieron más remedio que cesarme en el puesto de trabajo. Yo, como casi todos los que beben en demasía, no me enteraba de la triste impresión que producía en los demás. Al poco tiempo me abandonó mi esposa.

Durante un año estuve dando tumbos, emborrachándome de buena mañana y llegando a la noche en condiciones deplorables. Mi única ilusión era conseguir una botella de vino. La meta más importante de mi vida era conservar la borrachera y vivir entre los vapores del alcohol. Si alguien dice que la bebida ahoga las penas yo puedo asegurarle que no es así. Las penas y los problemas flotan en cualquier copa de vino.

Poco a poco fui perdiendo a los amigos. El desmoronamiento en el que estaba inmerso me hacía imposible el conseguir algún empleo. Es más, tampoco lo buscaba. La bebida tiene una tremenda capacidad para ocultarte el porvenir. Si hoy has conseguido tu ración diaria de copas el mañana no existe. Ante este engaño te despreocupas de las cosas más necesarias.

Un buen día me cortaron la luz por falta de pago. Al cabo de poco tiempo, el agua. Más adelante se llevaron el teléfono. Debía ya unos cuantos recibos del alquiler. A todo esto mi familia no sabía nada de mi situación y yo, por un falso orgullo mal entendido, no les pedí ayuda.

En mi casa andaba con velas y por la noche bajaba hasta la calle para llenar un par de cubos de agua en una fuente pública. Me acostaba pensando de dónde sacaría cien pesetas para conseguir un litro de vino peleón... Esa era la meta de mi vida, ninguna otra. Había perdido la familia, el trabajo, las relaciones sociales y el respeto a mí mismo. Y tengo que decir que no pisaba una iglesia desde hacía más de veinte años.

Una noche llegué borracho a mi casa, como de costumbre. Encendí una de las velas y mirando a mí alrededor me di cuenta, por primera vez en muchos meses, de mi lamentable estado. Aquel día estaba desesperado.
Tenía un crucifijo en mi habitación, lo miré y aquella noche me arrodillé y llorando le dije: “¡Si tú no me sacas de este pozo yo no puedo salir!”

Unos días más tarde, mientras estaba en un bar de mi barrio, se acercó una mujer a la que conocía vagamente. Yo seguía tomando mis copas y ella, después de hablar de otras cosas, me dijo: “Jesús te ama”. Naturalmente me la tomé a broma. “¿Cómo puede Jesús quererme a mí, con la vida que llevo y riéndome de todas esas cosas de iglesia?” Y pedí otra copa.

Nos fuimos viendo, ella hablándome de Dios y yo siguiendo con la bebida. Un día me habló de un grupo de oración, en una iglesia cercana; me invitó a conocerlo. Me negué en redondo. Pero otro día y alguno más, insistió. Al fin, para quitármela de encima y no parecer un mal educado, acudí a aquel grupo de oración de la Renovación Carismática Católica. La primera impresión que saqué es que todas aquellas personas estaban locas. Levantaban las manos, cantaban. Pero algo había allí. La oración era sencilla pero directa. Parecía que el Señor estuviera sentado, acompañándoles, en cualquiera de aquellos bancos. Volví otras veces. En uno de aquellos días, intuyendo mi situación, se presentó en mi casa aquella mujer que me había invitado al grupo. Me traía comida. Naturalmente yo no había contado a nadie mi situación personal, pero no era difícil entenderla.

Empecé a trabajar en algunos empleos de corta duración y todavía seguía bebiendo. Algunos meses más tarde uno de los hermanos del grupo me proporcionó un empleo estable en un parquing. En el grupo yo no habría la boca, no cantaba y me sentaba lo más cerca posible de la puerta...
Un día me confesé, después de tantos años. Pero no podía comulgar, no me había perdonado a mí mismo. Más tarde ya lo hice. Volví poco a poco a la iglesia, participaba un poco más en el grupo y mi vida iba normalizándose.

Recuperé la luz, el agua, el teléfono y hasta me compré un coche de segunda mano... Pero todavía tenía el hombre viejo en mí. No había dejado totalmente el alcohol. Llevaba dos años trabajando cuando un día caí al suelo y no podía levantarme. Aquello pasó, pero unos días más tarde sucedió lo mismo. Me llevaron al hospital y después de una noche de exploraciones me dijo el médico de guardia: “Tienes un agujero en el pulmón como un puño, el hígado hecho polvo y una polineuritis”. Y se quedó tan tranquilo. Tenía, pues, una tuberculosis y todo lo demás.
Cuando todo parecía que iba viento en popa llegaba la enfermedad. Estuve ingresado en el hospital en situación verdaderamente grave.

Pues, bien, le doy gracias a Dios por ello, porque me sirvió de palanca para dejar definitivamente la bebida y para ver la vida bajo otro prisma. Estuve casi siete meses sin poder andar, sentado en un sillón, viendo cambiar el color de las hojas de los árboles.

Gracias a la oración de los hermanos mi curación fue, según los médicos del hospital que me trataban, espectacular. La tuberculosis quedó completamente curada, la polineuritis ha desaparecido, ando perfectamente, y en los controles hepáticos todo es normal.

Siendo importante la curación física creo que lo más importante ha sido mi sanación espiritual, porque ésta trae como consecuencia la otra. Todavía me queda mucho camino por recorrer, pero después de mi experiencia del poder salvador de Jesús el camino se hace más fácil.

Hace ya 18 años que no pruebo ni una sola gota de alcohol. Y no es mérito propio. El Señor quiso que pudiera entrar en todos los bares del mundo sin que me apeteciera tomar una sola copa. Y sigo en el Grupo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de Barcelona, en el Santuario del mismo nombre, y veo que el Señor actúa en nuestras vidas diariamente, en las pequeñas cosas, como un amigo al que siempre se puede acudir.

Éste es mi testimonio, para mayor gloria de Dios.
El Señor está vivo entre nosotros y a Él le debo que me sacara del pozo en el que había caído. Y animo a los que tengan problemas con la bebida a que acudan al médico que puede curarles: Jesús.

La castidad NO ES no tener sexo / Autora: Rosario Alfaro Martínez

(Almas) Es la primera vez que deseo escribir un artículo en mi calidad de Directora de ALMAS A.C., y lo hago por la siguiente razón, escribo este artículo principalmente a las personas que están inscritas en el club de castidad APRENDIENDO A AMAR, del cual yo también soy miembro, y en segundo lugar para todos lo que leen nuestra página y están interesados como nosotros en vivir la castidad en su vida. Y la razón que me mueve ha hacer esto, es que veo que muchos confunden la castidad con el hecho de tener o no tener relaciones sexuales, como si casto fuera aquella persona que NO tiene ningún contacto genital. Y esto NO ES ASÍ.
Me explicaré mejor.

• La castidad NO es virginidad: Una persona puede ser muy virgen, jamás haber tenido relaciones sexuales con alguien, ni siquiera algún tipo de contacto físico, y eso no la hace casta. Por que la castidad es ordenar el afecto, ordenar el amor. Si el motivo por el cual no tienes relaciones sexuales, es por miedo, por el que dirán ó por escrúpulo, eso no es castidad eso es REPRESIÓN. Y la represión nos convierte en personas cerradas y sobre todo solitarias, lo cual dijo Dios que no era bueno (Ver: Génesis 2, 18). La castidad es amar a los otros, es aprender a relacionarse con los demás de una forma sana y de acuerdo al estado de vida, si eres soltero, casado, viudo o lo que seas. Para que nos quede más claro: ser virgen y ser casto no es lo mismo, tomemos como ejemplo a las personas casadas, evidentemente todos los casados ya no son vírgenes, pero una persona casada puede ser casta, cuando tiene relaciones sexuales sólo con su cónyuge porque lo está amando como merece ser amado. Los esposos pueden ser CASTOS, es más deben de ser castos, esto quiere decir que respetan la fidelidad conyugal y sobre todo son castos en el ejercicio de su vida conyugal cuando tienen relaciones sexuales que expresan amor. En cambio una persona que nunca ha tenido relaciones sexuales, pero que ve pornografía, que cuenta chistes en doble sentido, que se la pasa criticando a los demás, no es casta. Hay personas a las cuales les encantan seguir las reglas, y cuando escuchan no fornicarás creen que eso se refiere sólo a la penetración, entonces creen que se pueden hacer todo tipo de juegos sexuales en un noviazgo siempre y cuando no haya penetración y si conservan “la virginidad” se sienten castos. Bueno para empezar ser virgen porque no se ha roto el himen, no es virginidad; la virginidad es algo del corazón, no de una membrana, puede haber más impureza en los juegos sexuales que en “una relación sexual como Dios manda” (Por decirlo de alguna manera). Conservar el himen o no penetrar a una mujer no te hace casto.

• La castidad NO es ser moral: Una persona puede tener un comportamiento ético irreprochable, en cuanto a las normas socialmente aprobadas de la sexualidad y no ser casta, la castidad no es una cuestión de matemáticas, no es sumar o restar comportamientos, ni siquiera hacer actos virtuosos solamente, porque aunque la castidad es una virtud, no es solamente una virtud, también es un don, y es un modo de vivir; mejor dicho es un modo de amar, y uno puede comportarse “muy bien”, no hacer actos malos o pecaminosos, pero si no amas y si no esta puesto tu corazón en amar al otro, eso no es castidad. Por ejemplo: Los fariseos, eran personas que tenían un excelente comportamiento, sin embargo Jesús fue muy duro con ellos, porque su comportamiento era algo vacío, no había amor en lo que hacían; y sin embargo con otras personas como la adultera, la samaritana y sobre todo con la mujer que lavo sus pies con su cabello y un buen perfume, fue compasivo, incluso a esta mujer le dice: “Tus pecados te son perdonados porque has amado mucho”. Es el amor y no el NO TENER sexo lo que nos salva. Alguien podría ser muy “bueno y puro”, pero si sus actos son practicados por la soberbia, por la vanidad, para que todo el mundo vea lo bueno y piadoso que es, eso no lo hace casto, en la castidad no hay egoísmo; hay amor.

• La castidad NO es un don que nos va a bajar del cielo como por un milagro. Aunque ciertamente la castidad es un don, y es algo que necesitamos pedir a Dios constantemente, no es algo que se nos va a dar como por una varita mágica, no es algo que debamos esperar que baje del cielo. La castidad es algo que necesitamos trabajar. Algo así como lo que decía San Agustín: “El Dios que te creo sin ti no puede salvarte sin ti”. La Castidad es un don y una virtud que necesita que tú pongas tu voluntad para que se instale en tu vida. Es practicar a través de tus afectos, de tu mirada, de tus palabras y de tus actos, el amor. Solamente cuando amas eres casto, y mientras más te ames a ti mismo, más ames a los demás y más ames a Dios, más casto serás. Es decir aunque es un don que uno pide, necesitas practicarlo como la virtud que es, trabajando con ella. Si sólo la pides y estás en la capilla horas esperando que baje del cielo, esta un poco difícil que ocurra, la forma en que va a ocurrir es si la prácticas, si te relacionas con amor con los demás.

Si la castidad no es ser virgen, no es sólo una virtud, no es sólo un don. ¿Entonces que es?

• La castidad ES AMAR, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Por lo tanto no tiene que ver solamente con tu vida sexual, sino sobre todo con tu vida afectiva, con tus relaciones, con la manera en que te relacionas contigo mismo, con los demás, con Dios.

• La castidad ES AMARTE A TI MISMO, es aceptarte como eres, aceptar que eres hombre o mujer, es aceptar tu cuerpo como esta formado, alto, bajo, gordo, flaco; es que aceptes tus partes intimas y los cambios biológicos que corresponden a tu sexo: erección, eyaculación, menstruación, ovulación, respectivamente. Es saberte varón o mujer, aceptarte como eres y amarte a ti mismo.

• La castidad ES AMAR A LOS DEMÁS, es mantener relaciones sanas y afectuosas con nuestro prójimo. Es tener amistades, tener un trato de amor con nuestra familia, con nuestro cónyuge, con nuestros hijos, con las personas que trabajamos, es amar a nuestro novio o a nuestra novia, con alegría con entusiasmo, con pasión, por que no, el Eros nos dice el Papa Benedicto, es algo que se necesita en las relaciones humanas, bueno y querido por Dios. El chiste es que siempre nuestras manifestaciones afectivas correspondan a dos cosas: al grado de amor que tenemos por esa persona y dos, que es tal vez la más importante, a que nuestro amor llegue a ser una bendición para la otra persona y lo lleve y acerque más a Dios. Justificar el hecho de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio por “amor” es no haber entendido que amar es llevar a la otra persona a Dios. Si tus manifestaciones de afecto llevan a Dios, entonces estas amando como Dios manda.

• La castidad ES AMAR A DIOS CON TODO EL CORAZÓN, para amar realmente con todas las de la ley, hay que vivir el primer mandamiento, amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas. Sólo cuando se ama al Amor, cuando se ama a Dios, se puede realmente entender y vivir la castidad. Y sabes, el secreto para saber que ya eres casto, es porque ves El Rostro de Jesús en el rostro de cada una de las personas que esta frente a ti. Por eso la cita clave de nuestro club de castidad es: “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado” Juan 13, 34. La castidad es poder amar a los demás con el mismo amor con el que los ama Jesús.

Sé que muchos pueden pensar que es difícil y que tal vez casto no sea nadie, yo misma me confieso pecadora y en muchas ocasiones no casta, no lo digo con orgullo, créeme que mientras lo escribo me siento sonrojada. Creo por lo tanto en lo que dice el catecismo de la Iglesia Católica: “La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado”, que tal, nuestra santa madre la Iglesia, nos conoce muy bien, y sabe que muy a menudo no nos comportamos como nos deberíamos comportar, pero tenemos que recordar que la Iglesia como buena madre ha dejado también la forma de superarlo, acércate al sacramento de la reconciliación, a la eucaristía, a la oración, mientras más cerca de Dios estás más podrás amar. Eso es castidad, amar. El problema no es caer, sino no levantarse, no importa si no has sido casto mil veces, el problema es que te levantes mil una, si logras eso, ya no hay problema.

Por eso quiero invitarte a que dejes de preocuparte por el pecado, o por aquello inmoral que haces, si sientes que la lujuria te domina, quiero pedirte que no te preocupes por eso, que mejor te ocupes en poner tu corazón sobre el Amor, que te ocupes en amar. Que te preocupes y te ocupes en amarte a ti, en amar a los demás y sobre todo en amar y en dejarte amar por Dios, mientras más lo hagas te aseguro que todas las otras cosas pecaminosas o inmorales en las que caes por leves o graves que sean, cambiarán.

Por el pecado, te aseguro que Dios ya se preocupo y se ocupo, tanto que prefirió dar a Su Hijo, con tal de no perderte a ti, Jesús fue capaz de dejar el cielo para que tú pudieras ir a él, ahora lo único que hay que hacer es poner tu corazón sobre el corazón del Padre.

Creo que ahora se entiende un poco más el nombre de nuestro club de Castidad: APRENDIENDO A AMAR, porque la castidad es eso, es la virtud que nos ayuda a aprender a amar y amar es un proceso. Por eso es importante ser misericordiosos, sobre todo con nosotros mismos. Recordando que la misericordia no es ni rigidez ni laxitud, sino que es latir con el mismo corazón, en este caso, ser misericordiosos significa que nuestro corazón y el corazón de Dios latan al mismo ritmo, deja que tu corazón, aprenda a escuchar el corazón de Dios, y si tu corazón, puede latir al mismo ritmo que el corazón de Dios, entonces podrás aprender a sentir como Dios siente, a querer lo que Dios quiere y amar como Dios ama. Cuando esto ocurra serás casto, es más descubrirás porque el evangelio dice que los puros verán a Dios, lo descubrirás porque tú mismo lo verás.

Es el motivo de mi oración, que tú y yo podamos contemplar algún día Su Rostro cara a cara, mientras tanto, deseo con todo mi corazón que tú y yo, descubramos el rostro de Dios en los demás y que amando a los otros, y amándonos a nosotros mismos podamos cada día, corregir nuestros errores, perdonarnos por nuestros pecados y ser cada día más castos.

Ahora puedes ver por que decía que la castidad no es una cuestión de sexo o no sexo. La castidad es una cuestión de AMOR.

Testimonio: “En el amor de esa nueva familia descubrí el verdadero rostro de Dios” / Autor: L. K. – (Grecia)

(Movimiento de los Focolares) En camino hacia la JMJ 2008, proponemos la historia de un joven de Grecia, que ha hecho la experiencia de la fuerza del Espíritu Santo y ha encontrado en el Evangelio el ideal de su vida.

Tenía 6 años cuando mi mamá se fue de la casa. Somos 4 hermanos y con mi padre la vida se hizo cada vez más difícil: todos los días regresaba a la casa borracho y a menudo nos pegaba, sin motivo. Era una vida insoportable. Un día mi hermano más grande decidió ir a la policía para denunciarlo. Papá fue a la cárcel y a nosotros nos dejaron en un orfanato.

En ese ambiente no encontraba paz: dificultades por doquier. Una noche nos escapamos a escondidas y por algún tiempo encontramos refugio con algunos parientes. Hasta que el asistente social me confío a una nueva familia, junto con otros dos de mis hermanos, una vez más estaba asustado… En cambio en el amor de esta nueva familia, descubrí el verdadero rostro de Dios: Dios Amor. No lo había experimentado nunca.

Ahora me doy cuenta de que estos nuevos padres nos han amado “dando la vida” por nosotros, desde el primer día y siempre. Junto a ellos descubrí que el amor sanaba poco a poco todas las heridas de mi pasado. Pero ¿hacia dónde dirigir mis pasos? ¿Qué significaba para mí amar? Un día recibí una invitación y participé en un gran encuentro en Roma. Una experiencia extraordinaria, intuí que mi sed de un gran ideal, de un ideal auténtico por el cual vivir, encontraba una respuesta.

Después de algún tiempo me esperaba el servicio militar, que en Grecia es obligatorio. Estaba preocupado, nuevamente me encontraría en un ambiente pobre de esos valores que estaba descubriendo. Preparando la maleta, tomé conmigo un libro de Chiara Lubich que alguien me había dado y, en las largas noches de guardia, cuando era posible, lo sacaba del bolsillo y lo leía. La luz del Evangelio que Chiara me explicaba era tan fuerte que me sostuvo también en esos meses. También yo quiero amar de este modo, sin límites, quiero aprender mejor el arte de amar y después llevarlo a mi país, a Grecia. Realmente puedo decir que “todo lo vence el amor”.

"Has escondido estas cosas a los sabios..." / Video-reflexión: P. Jesús Higueras