* «Sí, Cristo había dejado una autoridad para guiarnos. No. No fuimos salvados solo por la fe. Sí, el Espíritu Santo era capaz de proteger las enseñanzas de Cristo. No, el libro del Génesis no era una narración científica. La Iglesia Católica, para mi propia sorpresa, era capaz de conciliar la fe y la ciencia… Roma me llamaba a casa y respondí. Cristo en su gran misericordia y amor abrió mi corazón y puso siervos suyos en mi camino, guiándome en última instancia a la misma Iglesia que Él fundó»
