* «Estaba en la Universidad, con mis amigos, mi novia… Se abrió una pequeña grieta en mi corazón. Fui a Misa los domingos, buscaba cosas por Internet de Dios y de los santos… »
* «Una carta de Santo Tomás Moro me hizo comprender que Dios quiere para mí lo mejor. Se fue abriendo paso, rompí con mi pareja, lo pasé mal pero con hambre de rezar y unirme a Dios. Descubrí la Misa diaria. Fui creciendo una tranquilidad en mí. Dios me iba atrayendo a él. Me decidí a estudiar Teología por si Dios me llamaba al sacerdocio. Me sentía una marioneta de Dios. Fue una locura. Sentí mucha tranquilidad, una especie de inquietud de que Dios me acogía con cariño y me llevaba a Él»