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jueves, 5 de septiembre de 2024

Oración a santa Teresa de Calcuta para ser antorchas de Cristo y atender a los “descartados” de este mundo / Por P. Carlos García Malo

 


* «Pequeña de estatura y grande de corazón. Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo. Escuchaste al maestro en tu corazón:  «ven y sé mi luz, no puedo ir solo». Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo. Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten «descartados» de este mundo»

Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 5 de septiembre, celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada por el Papa Francisco en una Misa celebrada en la Plaza de San Pedro, a la cual asistieron unas 120 mil personas. La Santa albanesa murió exactamente hace 21 años, el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India, a los 87 años de edad a causa de un paro cardiaco.

Santa Teresa de Calcuta dio siempre testimonio de servir a Cristo en los “más pobres entre los pobres”, enseñando que la mayor pobreza no estaba en los barrios humildes de Calcuta, sino en los lugares donde muchas veces falta el amor o en las sociedades que permiten el aborto.

La Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, perteneciente en ese entonces a Albania, y actualmente a Macedonia. Su nombre original fue Gonxha Agnes Bojaxhiu, que cambió a Teresa al ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María. Fue bautizada al día siguiente de nacer, recibió la Primera Comunión a la edad de 5 años, y la confirmación un año después.

Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Loreto en 1928, un año después llegó a la India e hizo sus primeros votos en 1937. Estuvo 20 años en dicha congregación. El 7 de octubre de 1950 fundó a las Misioneras de la Caridad, con el carisma de entregarse a los más pobres entre los pobres. En 1963 fundó la rama masculina los Hermanos Misioneros de la Caridad, en 1973 a las Hermanas Contemplativas, en 1979 a los Hermanos Contemplativos. En 1984 fundó a los Padres Misioneros de la Caridad y el movimiento Corpus Christi para sacerdotes.

En 1979 se le confirió el Premio Nobel de la Paz.

Cuando la congregación que fundó contaba con 3,842 religiosas en 594 casas en todo el mundo, fue llamada a la Casa del Padre el 5 de septiembre de 1997.

Fue beatificada por su gran amigo San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003, quién la recordó de la siguiente manera: “Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la Madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la Madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e ‘ir deprisa’ a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres”.

Fue canonizada 13 años después por el Papa Francisco dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.

El Pontífice señalo que «Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que ‘el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'».

En una célebre entrevista poco antes de morir, Santa Teresa de Calcuta dejó este mensaje a la revista brasileña misionera “Sem Fronteras” en 1997: “Ámense los unos a los otros, como Jesús los ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz”.

Pidamos a santa Teresa de Calcuta ser antorchas de Cristo y atender a los «descartados» de este mundo:


Pequeña de estatura y grande de corazón.

Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo.

Admirada por tantos y rechazada sólo por aquellos que se empecinan en no ver.

Tu testimonio de amor por los pobres más pobres y tú dedicación a socorrer sus necesidades más primarias salpicaron las conciencias de este mundo.

Desde alimento y agua, medicación o trato médico hasta mortuorios para que esa humanidad abandonada de sus semejantes pueda morir dignamente.

Escuchaste al maestro en tu corazón:

«ven y sé mi luz, no puedo ir solo».

Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo.

Tú y tus hermanas os convertisteis en la conciencia de la Iglesia Madre que aboga por los más olvidados y necesitados.

Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten «descartados» de este mundo.

Amén.

Santa Teresa de Calcuta, ruega por nosotros.

Carlos García Malo


El Espíritu Santo se sirve de cada sacerdote para derramar la misericordia y el amor de Dios / Por P. Carlos García Malo

 




miércoles, 4 de septiembre de 2024

Papa Francisco a consagrados y catequistas en Indonesia, 4-9-2024: «Anunciar el Evangelio no significa imponer la fe a la de los demás, sino dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo»


* «Los invito a mantenerse siempre así: abiertos y amigos de todos —’tomados de la mano’-, profetas de comunión en un mundo donde, sin embargo, parecería que crece cada vez más la tendencia a dividirse, imponerse y provocarse mutuamente. Y sobre este punto, quiero decirles algo: ¿saben quién es el ser más divisor del mundo? El gran divisor, el que siempre divide, pero es Jesús quien une. El diablo es el que divide, así que ¡cuidado!»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

* «La compasión no consiste en dar limosna a hermanos y hermanas necesitados mirándolos de arriba hacia abajo, desde la ‘torre’ de las propias seguridades y privilegios, sino al contrario, en hacernos cercanos unos a otros, despojándonos de todo lo que puede impedir inclinarnos para entrar realmente en contacto con quien está caído, y así levantarlo y .. y devolverle la esperanza. Y no sólo eso, significa además abrazar sus sueños y sus deseos de redención y de justicia, ocuparnos de ellos, ser sus promotores y cooperadores, involucrando también a los demás, extendiendo la “red” y las fronteras en un gran dinamismo comunicativo de caridad. Esto no significa ser comunista, sino que significa caridad, significa amor»


4 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  El Papa Francisco en su encuentro con los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y catequistas en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción en Yakarta, Indonesia, ha reflexionó sobre el lema del viaje a ese país: Fe, Fraternidad y Compasión. “Anunciar el Evangelio no significa imponer o contraponer la propia fe a la de los demás, sino dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo, siempre con gran respeto y afecto fraterno por cada persona” ha dicho el Pontífice.

La compasión, señala Francisco, está muy vinculada con la fraternidad. La compasión, no es solamente dar limosna a hermanos y hermanas necesitados "mirándolos de arriba hacia abajo, desde la “torre” de las propias seguridades y privilegios, sino al contrario, en hacernos cercanos unos a otros, despojándonos de todo lo que puede impedir inclinarnos para entrar realmente en contacto con quien está caído, y así levantarlo y devolverle la esperanza.  

El Papa Francisco, antes de iniciar su alocución, ha improvisado para cerrar la intervención de una de las personas que han hablado ante él y asegura que “la Iglesia la llevan adelante los catequistas, son aquellos que avanzan. Luego, están las hermanas, después del catequista. Después los sacerdotes y obispos. Pero los catequistas son la fuerza de la Iglesia”. Asimismo, como en ocasiones pasadas, el Papa Francisco aseguró que “la fe se transmite en casa, en dialecto y las catequistas y la madres y abuelas llevan adelante esta fe”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:



Viaje apostólico a Indonesia

Encuentro con obispos, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y catequistas en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción (Yakarta)

DISCURSO DEL SANTO PADRE

4 de septiembre de 2024

El Santo Padre toma la palabra tras escuchar algunos testimonios. Y pide a la catequista que acaba de terminar que permanezca un momento a su lado:

Contigo aquí frente a mí, me gustaría decirte algo.

La Iglesia -hay que pensarlo así- la Iglesia la llevan adelante los catequistas, son aquellos que avanzan. Luego, están las hermanas religiosas, después del catequista. Después los sacerdotes y obispos. Pero los catequistas son la fuerza de la Iglesia.

Una vez, en uno de sus viajes a África, un presidente de la República me dijo que había sido bautizado por su padre catequista. La fe se transmite en casa. La fe se transmite en dialecto. Y los catequistas, junto con las madres y las abuelas, llevan adelante esta fe. Doy muchas gracias a todos los catequistas: ¡son buenos, son muy buenos! ¡Gracias!


Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes.

Aquí hay cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas, laicos y niños, pero todos somos hermanos y hermanas. Los títulos del Papa, el cardenal y el obispo no son tan importantes, todos somos hermanos y hermanas. Cada uno tiene su propia tarea para hacer crecer al pueblo de Dios.

Saludo al cardenal, a los obispos, a los sacerdotes y diáconos, a las consagradas y consagrados, a los seminaristas y a los catequistas presentes. Agradezco al Presidente de la Conferencia Episcopal sus palabras, así como también a los hermanos y hermanas que han compartido sus testimonios con nosotros.

Como ya se ha mencionado, el lema elegido para esta Visita apostólica es “Fe, fraternidad, compasión”. Pienso que son tres virtudes que expresan bien tanto vuestro camino de Iglesia como vuestro carácter en cuanto pueblo, étnica y culturalmente bien diversificado, pero al mismo tiempo caracterizado por una innata tendencia hacia la unidad y la convivencia pacífica, como testimonian los principios tradicionales de la Pancasila. Por eso, quisiera reflexionar con ustedes sobre estas tres palabras.

La primera es fe. Indonesia es un país grande, con abundantes recursos naturales, sobre todo en flora, fauna, recursos energéticos y materia prima, entre otros. Si se considera superficialmente, una gran riqueza como esta podría convertirse en motivo de orgullo o arrogancia, pero, si la vemos con una mente y un corazón abiertos, esta riqueza puede en cambio recordarnos a Dios, su presencia en el cosmos y en nuestra vida, como nos enseña la Sagrada Escritura (cf. Gn 1; Si 42,15-43,33). Es el Señor, en efecto, quien nos da todo esto. No hay un centímetro del maravilloso territorio indonesio, ni un instante de la vida de cada uno de sus millones de habitantes que no sea don suyo, signo de su amor gratuito y providente de Padre. Y mirar todo esto con humildes ojos de hijos nos ayuda a creer, a reconocernos pequeños y amados (cf. Sal 8), y a cultivar sentimientos de gratitud y responsabilidad.

Agnes nos ha hablado de esto, a propósito de nuestra relación con la creación y con los hermanos, especialmente los más necesitados, a vivir con un estilo personal y comunitario caracterizado por el respeto, el civismo y la humanidad; con sobriedad y caridad franciscana.


Después de la fe, la segunda palabra del lema es fraternidad. Una poetisa del siglo pasado usó una expresión muy hermosa para describir esta actitud; escribió que ser hermanos quiere decir amarse reconociéndose «diferentes cual dos gotas de agua». Y es justo así. No hay dos gotas de agua iguales, ni hay dos hermanos, ni siquiera gemelos, completamente idénticos. Vivir la fraternidad, entonces, significa acogerse mutuamente reconociéndose iguales en la diversidad.

También esto es un valor estimado en la tradición de la Iglesia indonesia, y se manifiesta en la apertura con la que esta se relaciona con las diferentes realidades que la componen y la rodean, tanto en el ámbito cultural, étnico, social y religioso, como valorando el aporte de todos y ofreciendo generosamente el suyo en cada contexto. Este aspecto es importante, porque anunciar el Evangelio no significa imponer o contraponer la propia fe a la de los demás, sino dar y compartir la alegría del encuentro con Cristo (cf. 1 P 3,15-17), siempre con gran respeto y afecto fraterno por cada persona. Y en esto los invito a mantenerse siempre así: abiertos y amigos de todos —“tomados de la mano”, como dijo don Maxi— profetas de comunión en un mundo donde, sin embargo, parecería que crece cada vez más la tendencia a dividirse, imponerse y provocarse mutuamente (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 67).

Y sobre este punto, quiero decirles algo: ¿saben quién es el ser más divisor del mundo? El gran divisor, el que siempre divide, pero es Jesús quien une. El diablo es el que divide, así que ¡cuidado!

Es importante que intentemos llegar a todos, como nos recordó sor Rina, con el deseo de poder traducir en Bahasa Indonesia, no sólo los textos de la Palabra de Dios, sino también las enseñanzas de la Iglesia, para que lleguen al mayor número de personas posible. Y lo señaló también Nicholas, describiendo la misión del catequista con la imagen de un “puente” que une. Esto me llamó la atención, y me hizo pensar en el maravilloso espectáculo que sería, en el gran archipiélago indonesio, la presencia de miles de “puentes del corazón” que unen a todas las islas, y aún más, en millones de esos “puentes” que unen a todas las personas que las habitan. Hay otra hermosa imagen de la fraternidad: un bordado inmenso de hilos de amor que atraviesan el mar, superan las barreras y abrazan todo tipo de diversidad, haciendo de todos «un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32). ¡Es el lenguaje del corazón, no lo olviden!

Y llegamos a la tercera palabra: compasión, que está muy vinculada con la fraternidad. Como sabemos, en efecto, la compasión no consiste en dar limosna a hermanos y hermanas necesitados mirándolos de arriba hacia abajo, desde la “torre” de las propias seguridades y privilegios, sino al contrario, en hacernos cercanos unos a otros, despojándonos de todo lo que puede impedir inclinarnos para entrar realmente en contacto con quien está caído, y así levantarlo y .. y devolverle la esperanza (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 70). Y no sólo eso, significa además abrazar sus sueños y sus deseos de redención y de justicia, ocuparnos de ellos, ser sus promotores y cooperadores, involucrando también a los demás, extendiendo la “red” y las fronteras en un gran dinamismo comunicativo de caridad (cf. ibíd., 203). Esto no significa ser comunista, sino que significa caridad, significa amor.

Hay quienes le temen a la compasión, porque la consideran una debilidad. En cambio, exaltan, como si fuera una virtud, la astucia de los que sirven a sus propios intereses, manteniéndose distantes de los demás, sin dejarse “tocar” por nada ni por nadie, creyendo que así son más lúcidos y libres para lograr sus objetivos.


Recuerdo con tristeza a una persona muy rica de Buenos Aires, que siempre tenía el hábito de acumular, y acumular, cada vez más dinero. Murió dejando una gran herencia. La gente bromeaba diciendo: "Pobre hombre, ¡no le pudieron cerrar el ataúd!". Quería llevarse todo, pero no se llevó nada. Puede hacernos reír, pero no olviden que ¡el diablo entra por los bolsillos, siempre! Aferrarse a las riquezas como seguridad es una manera incorrecta de ver la realidad. Lo que mueve al mundo no son los cálculos del interés propio, que generalmente terminan destruyendo la creación y dividiendo a las comunidades, sino la caridad ofrecida a los demás. Esto es lo que nos hace avanzar: la caridad que se da a sí misma. La compasión no nubla la verdadera visión de la vida. Al contrario, nos hace ver mejor las cosas, a la luz del amor, y verlas con más claridad con los ojos del corazón. Me gustaría repetirlo: por favor, ¡cuidado, y no olviden que el diablo entra por los bolsillos!

A este respecto, me parece que el portal de esta catedral, en su arquitectura, resume muy bien lo que hemos dicho, en clave mariana. Este, en efecto, está sostenido, en el centro del arco ojival, por una columna sobre la que está colocada una estatua de la Virgen María. Nos muestra así a la Madre de Dios ante todo como modelo de fe, mientras simbólicamente sostiene, con su pequeño “sí” (cf. Lc 1,38), todo el edificio de la Iglesia. Su cuerpo frágil, apoyado en la columna, en la roca que es Cristo, parece llevar con Él sobre sí el peso de toda la construcción, como diciendo que esta obra, fruto del trabajo y del ingenio del hombre, no puede sostenerse sola. María aparece luego como imagen de fraternidad, en el gesto de acoger, en medio del pórtico principal, a todos los que quieren entrar. Y, por último, María es también icono de compasión, en su velar y proteger al pueblo de Dios que, con las alegrías y los dolores, las fatigas y las esperanzas, se congrega en la casa del Padre.

Queridos hermanos y hermanas, me gustaría concluir esta reflexión retomando lo que san Juan Pablo II manifestó al visitar este lugar hace algunas décadas, dirigiéndose precisamente a los sacerdotes y religiosos. Citaba el versículo del salmo: «Laetentur insulae multae» – «Regocíjense las islas incontables» (Sal 96,1) e invitaba a sus oyentes a hacerlo «testimoniando la alegría de la Resurrección y dando la [...] vida, de modo que también las islas más lejanas puedan “regocijarse” escuchando el Evangelio, del que vosotros sois predicadores, maestros y testigos» (Encuentro con los obispos, el clero y los religiosos de Indonesia, Yakarta, 10 de octubre de 1989).

Yo también renuevo esta exhortación, y los animo a seguir su misión fortalecidos en la fe, abiertos a todos en la fraternidad y cercanos a cada uno en la compasión. Fuertes en la fe, abiertos para acoger a todos. ¡Qué hermosa es aquella parábola del Evangelio en la que los invitados a la boda no querían acudir! ¿Qué hizo el Señor? ¿Se amargó? No, envió a sus servidores y les dijo que fueran a los cruces de los caminos para invitar a todos. Con ese mismo estilo tan hermoso, sigan adelante con fraternidad, con compasión y con unidad. Pienso en las muchas islas de aquí, tantas islas, y el Señor les dice a ustedes, buenas personas, “a todos, a todos”. De hecho, el Señor dice “¡buenos y malos!”, ¡a todos!

Renuevo esta exhortación y los animo a continuar su misión: fuertes en la fe, abiertos a todos en la fraternidad y cercanos a los demás en la compasión. Fe, fraternidad y compasión. Les dejo estas tres palabras, y ustedes podrán reflexionar más tarde sobre ellas. Fe, fraternidad y compasión. Los bendigo y les agradezco por tantas cosas buenas que hacen cada día en todas estas hermosas islas. Rezaré por ustedes y les pido, por favor, que recen por mí. Tengan cuidado con una cosa: ¡recen por, no en contra! ¡Gracias!

Francisco

Fotos: Vatican Media, 4-9-2024


Gianluca Brusatore fue a Medjugorje alejado de la Iglesia y ahora es cura: «Experimente el amor de  Dios y vi cómo está vivo y presente y obra a través de los sacramentos»


Gianluca Brusatore creía en Dios a su manera, pero llevaba años lejos de la iglesia cuando un viaje a Medjugorje en 2014 le transformó por completo y ahora es sacerdote

* «Cuando regresé al trabajo ya no era la persona que era antes. Sentí en mi corazón la invitación del Señor a confiar en él y cambiar mi vida. Sentí claramente que el Señor, con infinito respeto por mi libertad, me pedía algo más. Después de unos meses renuncié y comencé un proceso de discernimiento para confiar a la Iglesia lo que sentía era una vocación al sacerdocio. Al final de este camino, a la edad de 37 años, comencé el seminario en Novara, donde nací»

Camino Católico.-  Gianluca Brusatore creía en Dios a su manera, pero llevaba años lejos de la iglesia cuando un viaje a Medjugorje en 2014 le transformó por completo. «Antes de verano de 2014, si me hubieran dicho que sería sacerdote, creo que me habría reído», ha comentado ahora que presenta su libro testimonio Sacerdote por milagro (en italiano, en Editorial San Paolo). Su historia la sintetiza Pablo J. Ginés en Cari Filii

Aquel viaje a Medjugorje cambió su alma y su vida: con 37 años entró en el seminario, y con 44 era ordenado sacerdote en la diócesis italiana de Novara, en 2022. Hoy es párroco ayudante en Gozzano, y en su libro cuenta su testimonio, además de dar algunos consejos espirituales para personas que van descubriendo la fe con sorpresa, como le pasó a él.

«Antes de empezar el seminario viví y trabajé en Milán. Después de graduarme en Relaciones Públicas trabajé durante un año en una agencia de comunicación y ocho años en el Instituto Europeo de Diseño, ocupándome principalmente de orientar a estudiantes que elegían sus carreras. Yo era un joven muy normal. Tuve un romance importante con una novia y luego varias relaciones más«, explica.

«Yo no era un modelo de vida cristiana típica«, dice, eufemísticamente. No le faltaba la fe, pero recuerda que era «una fe a mi manera». «Durante varios años me alejé de la Iglesia«, explica.

Sin embargo, a Gianluca le encantaba viajar, incluso solo. «Me gustaba la sensación de libertad al visitar lugares lejanos y conocer gente que no habría conocido si no hubiera ido solo», recuerda. «Pero ir a Medjugorje fue una decisión particular: recuerdo que mi madre me habló de eso, no sabía casi nada sobre ese lugar donde aparentemente no hay nada particularmente hermoso que ver. Y en cambio, durante ese viaje encontré al Señor», dice hoy en Famiglia Cristiana. ordenación sacerdotal en Novara en 2022


Gianluca Brussatore en su ordenación sacerdotal en Novara en 2022

Explica así lo que vivió en Medjugorje. «Fue una experiencia de amor como nunca antes había experimentado y comprendí con clara certeza que ese era el amor de Dios, que ese amor era Dios y lo reconocí presente de manera particular en los sacramentos. No había perdido la fe, había perdido la Iglesia y sólo en ese momento vi claramente cómo el Señor está vivo y presente y obra de manera especial precisamente a través de los sacramentos de la Iglesia«.

Lo describe como «la experiencia más increíble de mi vida, el encuentro con el Señor y con un amor nunca antes experimentado. Cuento los misteriosos acontecimientos que viví, las profundas consecuencias que esta experiencia tuvo en mí».

Después pasaron más cosas, dice: «Señales, episodios misteriosos y una presencia clara en mi corazón que me pedía confiar y cambiar mi vida».

¿Volver al mundo «como antes»? Ya no podía

«Cuando regresé al trabajo ya no era la persona que era antes. Sentí en mi corazón la invitación del Señor a confiar en él y cambiar mi vida», recuerda.

Pronto entendió que lo que Dios le pedía no era solo su amor y amistad, sino una entrega especial, algo más.

«Mucha gente, empezando por mi madre, me dijo que muy bien podía continuar con mi trabajo y mi vida, con una nueva perspectiva, sin necesidad de un cambio tan radical. Por supuesto que podría haberlo hecho y hubiera sido lindo, tal vez incluso más fácil, pero no era lo que sentía en mi corazón. En cambio, sentí claramente que el Señor, con infinito respeto por mi libertad, me pedía algo más. Después de unos meses renuncié y comencé un proceso de discernimiento para confiar a la Iglesia lo que sentía era una vocación al sacerdocio. Al final de este camino, a la edad de 37 años, comencé el seminario en Novara, donde nací».

Entrar en el seminario con 37 años, rodeado de veinteañeros, es una situación peculiar, aunque cada vez es más común. «No fue fácil volver a estudiar después de tantos años, pero una fuerza misteriosa pero real me acompañó, me guió en mi camino y me ayudó a superar dificultades que nunca hubiera podido afrontar por mi cuenta», asegura.


Gianluca Brussatore encontró su vocación sacerdotal después de viajar a Mejugorje

Con María, servir a los jóvenes

En su libro quiere compartir el tesoro de la fe y de la vocación y la Iglesia, «porque me siento como alguien que ha encontrado un tesoro preciado y quiere compartirlo con la mayor cantidad de personas posible».

Entre los temas espirituales que han llamado su atención destaca «las dificultades de la oración, del perdón, de perdonar a otros y a uno mismo». El libro incluye experiencias recientes, acompañando a jóvenes a la JMJ de Lisboa en 2023, y a campamentos juveniles.


Gianluca saluda al obispo de Novara en su ordenación en 2022… sin Medjugorje no habría llegado

Su fuerte espiritualidad mariana y su devoción por la pastoral juvenil (ya en su anterior vida era orientador de jóvenes) encuentran expresión en una oración mariana que él reza,  que escribió Ernesto Olivero, un padre de familia italiano que en 1964, con su mujer y unos jóvenes, fundó el Sermig (Servizio Missionario Giovani) para animar a la juventud a la generosidad social y evangelizadora.

«María: es en los jóvenes que comienza el futuro. Los jóvenes pueden tomar lo bueno del pasado y hacerlo presente.
En los jóvenes se siembra santidad, ingenio y coraje.
María, Madre de los jóvenes, cúbrelos con tu manto, defiéndelos, protégelos del mal, encomiéndalos a tu Hijo Jesús y luego envíalos a dar esperanza al mundo».

Esa es la oración con la que él presenta a tantos jóvenes a la Virgen María que tocó su corazón en el santuario de Bosnia.

Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Misa de hoy, miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 4-9-2024

4 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Jesús Luis Sacristán lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 4-9-2024

4 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. Jesús Luis Sacristán, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 4/9/2024: «Es necesario que evangelice también a las otras ciudades» / Por P. Jesús Higueras


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 4 de septiembre de 2024, miércoles de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 4, 38-44:

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.

La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.

Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:

«Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.

La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo:

«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 4-9-2024

4 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Cuando guardo silencio le doy oportunidad al Señor de hablarme y oír su palabra / Por P. Carlos García Malo