sábado, 19 de julio de 2008
El Viacrucis de la JMJ en video
Video 2 - 1ª Estación
Video 3 - Continuación de la 1ª Estación
Video 4 - 2ª Estación
Video 5 - Continuación 2ª Estación
Video 6 - 3ª Estación
Video 7 - Continuación 3ª Estación
Video 8 - 4ª y 5ª Estación
Video 9 - 6ª Estación
viernes, 18 de julio de 2008
El testimonio de dos muchachos en recuperación de sus duras vidas conmueve a Benedicto XVI
(Zenit) Benedicto XVI mantuvo este viernes un encuentro con jóvenes que participan en una comunidad de recuperación y les envió como "embajadores de esperanza" para otros jóvenes en situaciones difíciles.
El Papa compartió en la iglesia de la Universidad Notre Dame de Sydney, unos momentos con este grupo de chicos y chicas que a pesar de sus jóvenes vidas ya han atravesado duras experiencias.
Escuchó dos testimonios de ellos: vidas marcadas por el alcohol, la droga, o por la tentación del suicidio.
Samantha Gerdes, de origen filipino, descubrió tras la muerte de sus padres que había sido adoptada. Al regresar a su familia biológica, sufrió abusos de sus hermanos y malos tratos de su madre. Llegada a Australia, en plena soledad, sintió la tentación del suicidio, de la que ha salido viva gracias al encuentro con la Iglesia y la entrada en la comunidad.
Como ella revelaría después a los periodistas, el Papa le dirigió unas palabras personales para alentarle en su nuevo camino y sentirse orgullosa de lo que está haciendo.
El otro joven que tomó la palabra fue Andrew Holmes, quien ha dejado atrás una vida arruinada por el alcohol y la droga. "Pero hoy todo ha cambiado", afirmó al contar su breve biografía.
Los muchachos forman parte del programa de rehabilitación "Alive" (Vivo), gestionado por la Agencia de Servicios Sociales de la archidiócesis de Sydney.
El Papa quería con este encuentro mostrar que las Jornadas Mundiales de la Juventud son también para muchachos en dificultad y escogió como momento más adecuado la tarde del viernes, día en el que los peregrinos recordaron con el Vía Crucis, la memoria de la pasión y la muerte de Jesús.
En sus palabras a los muchachos, el Santo Padre constató que seguramente hoy se arrepienten de haber tomado elecciones que, aunque en el pasado se presentaban como muy atractivas, "os han llevado a un estado más profundo de miseria y de abandono".
"El abuso de las drogas o del alcohol, participar en actividades criminales o nocivas para vosotros mismos, podrían aparecer entonces como la vía de escape a una situación de dificultad o confusión", reconoció.
"Ahora sabéis que en vez de dar la vida, han traído la muerte". Por eso, sus palabras se convirtieron en un reconocimiento del "coraje que habéis demostrado decidiendo volver al camino de la vida, precisamente como el joven de la parábola".
"Habéis aceptado la ayuda de los amigos o de los familiares, del personal del programa Alive, de aquellos que tanto se preocupan por vuestro bienestar y felicidad".
Por eso aseguró que "os veo como embajadores de esperanza para otros que se encuentran en una situación similar".
"Al hablar desde vuestra experiencia podéis convencerlos de la necesidad de elegir el camino de la vida y rechazar el camino de la muerte", afirmó, presentándoles el seguimiento de Jesús como opción de vida.
"Jesús os recibe con los brazos abiertos --subrayó--. Os ofrece su amor incondicional: la plenitud de la vida se encuentra precisamente en la profunda amistad con él".
Este camino, según el Papa, es un "programa grabado en el interior de cada persona". Implica estar dispuestos "a renunciar a nuestras preferencias para ponernos al servicio de los demás, y a dar la vida por el bien de los demás, y en primer lugar por Jesús, que nos amó y dio su vida por nosotros".
"Esto es lo que los hombres están llamados a hacer, y lo que quiere decir realmente estar 'vivo'".
El obispo de Roma concluyó sintetizando su mensaje con las palabras que miles de años antes pronunció el profeta Moisés: "elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia amando al Señor tu Dios".
El Papa invita a todos los creyentes a mirar en la misma dirección
Benedicto XVI anima a los líderes religiosos a unirse
Rap franciscano
225.000 jóvenes en Sydney
La JMJ: uno de los mejores inventos de la Iglesia
Más de 500 millones de personas vieron globalmente las Estaciones de la Cruz de la JMJ 2008
Sydney, (ACI) .- Alrededor de 270 mil peregrinos y habitantes de Sydney y más de 500 millones de televidentes vieron las estaciones de la cruz que fueron actuadas en vivo por un grupo de jóvenes alrededor de la ciudad de Sydney.
La dramática presentación, que comenzó en las escaleras de la Catedral de San Mary, acompañada de un coro musical de fondo, tuvo lugar en diferentes sitios de la ciudad incluyendo La Galería de arte, El parque Domain, El Opera House de Sydney, terminado con la conmovedora escena de la crucifixión al caer la tarde en el Darling Harbour y Barangaroo.
El Papa Benedicto XVI estuvo presente en la Primera estación y luego siguió la actividad por televisión desde la Cripta de la Catedral de San Mary.
La presentación, que fue una dramatización muda acompañada de música coral, fue seguida silenciosamente por los peregrinos que aprovecharon este momento para reflexionar y profundizar en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Camillus Okane, un estudiante de 21 años, fue elegido para hacer el papel de Tomás. “Fue una experiencia conmovedora, de manera especial ver las reacciones de la gente, algunos lloraban, otros rezaban. Fue bastante impactante”, dijo Camillus a ACI Prensa.
El director de las Estaciones, Franco Cavarra, viene preparando esta presentación en vivo desde diciembre de 2007, cuando se eligió a un grupo de jóvenes que han practicado durante seis meses para lograr lo que los peregrinos pudieron presenciar. 90 vestuarios fueron trabajados por 20 personas 3 meses previos a la presentación.
El momento cumbre de la crucifixión en una cruz de 3.5 metros alrededor de la 6 de la tarde, con los colores rojizos del atardecer hizo contener la respiración a más de un peregrino por su realismo. “Parecía real” dijo a ACI Prensa una peregrina chilena que puedo presenciarlo de cerca.
El teatro en vivo contó con la actuación de 83 actores y fue seguido por la cruz que fue cargada por algunos de los peregrinos y aborígenes australianos.
jueves, 17 de julio de 2008
Fortalecidos con los dones del Espíritu para dar testimonio / Autor: Benedicto XVI
Queridos jóvenes:
Es una alegría poderos saludar aquí, en Barangaroo, a orillas de la magnífica bahía de Sydney, con el famoso puente y la Opera House. Muchos sois de este País, del interior o de las dinámicas comunidades multiculturales de las ciudades australianas. Otros venís de las islas esparcidas por Oceanía, y otros de Asia, del Oriente Medio, de África y de América. En realidad, bastantes de vosotros viene de tan lejos como yo, de Europa. Cualquiera que sea el País del que venimos, por fin estamos aquí, en Sydney. Y estamos juntos en este mundo nuestro como familia de Dios, como discípulos de Cristo, alentados por su Espíritu para ser testigos de su amor y su verdad ante los demás.
Deseo agradecer a los Ancianos de los Aborígenes que me han dado la bienvenida antes de subir al barco en la Rose Bay. Estoy muy emocionado al encontrarme en vuestra tierra, conociendo los sufrimientos y las injusticias que ha padecido, pero consciente también de la reparación y de la esperanza que se están produciendo ahora, de lo cual pueden estar orgullosos todos los ciudadanos australianos. A los jóvenes indígenas -aborígenes y habitantes de las Islas del Estrecho de Torres- y tokelaués les doy las gracias por la conmovedora bienvenida. A través de vosotros envío un cordial saludo a vuestros pueblos.
Señor Cardenal Pell, Señor Arzobispo Mons. Wilson: os doy las gracias por vuestras calurosas expresiones de bienvenida. Sé que vuestros sentimientos resuenan también en el corazón de los jóvenes reunidos aquí esta tarde y, por tanto, doy las gracias a todos. Veo ante mí una imagen vibrante de la Iglesia universal. La variedad de Naciones y culturas de las que provenís demuestra que verdaderamente la Buena Nueva de Cristo es para todos y cada uno; ella ha llegado a los confines de la tierra. Sin embargo, también sé que muchos de vosotros estáis aún en busca de una patria espiritual. Algunos, siempre bienvenidos entre nosotros, no sois católicos o cristianos. Otros, tal vez, os movéis en los aledaños de la vida de la parroquia y de la Iglesia. A vosotros deseo ofrecer mi llamamiento: acercaos al abrazo amoroso de Cristo; reconoced a la Iglesia como vuestra casa. Nadie está obligado a quedarse fuera, puesto que desde el día de Pentecostés la Iglesia es una y universal.
Esta tarde deseo incluir también a los que no están aquí presentes. Pienso especialmente en los enfermos o los minusválidos psíquicos, a los jóvenes en prisión, a los que están marginados por nuestra sociedad y a los que por cualquier razón se sienten ajenos a la Iglesia. A ellos les digo: Jesús está cerca de ti. Siente su abrazo que cura, su compasión, su misericordia.
Hace casi dos mil años, los Apóstoles, reunidos en la sala superior de la casa, junto con María (cf. Hch 1,14) y algunas fieles mujeres, fueron llenos del Espíritu Santo (cf. Hch 2,4). En aquel momento extraordinario, que señaló el nacimiento de la Iglesia, la confusión y el miedo que habían agarrotado a los discípulos de Cristo, se transformaron en una vigorosa convicción y en la toma de conciencia de un objetivo. Se sintieron impulsados a hablar de su encuentro con Jesús resucitado, que ahora llamaban afectuosamente el Señor. Los Apóstoles eran en muchos aspectos personas ordinarias. Nadie podía decir de sí mismo que era el discípulo perfecto. No habían sido capaces de reconocer a Cristo (cf. Lc 24,13-32), tuvieron que avergonzarse de su propia ambición (cf. Lc 22,24-27) e incluso renegaron de él (cf. Lc 22,54-62). Sin embargo, cuando estuvieron llenos de Espíritu Santo, fueron traspasados por la verdad del Evangelio de Cristo e impulsados a proclamarlo sin temor. Reconfortados, gritaron: arrepentíos, bautizaos, recibid el Espíritu Santo (cf. Hch 2,37-38). Fundada sobre la enseñanza de los Apóstoles, en la adhesión a ellos, en la fracción del pan y la oración (cf. Hch 2,42), la joven comunidad cristiana dio un paso adelante para oponerse a la perversidad de la cultura que la circundaba (cf. Hch 2,40), para cuidar de sus propios miembros (cf. Hch 2,44-47), defender su fe en Jesús ante en medio hostil (cf. Hch 4,33) y curar a los enfermos (cf. Hch 5,12-16). Y, obedeciendo al mandato de Cristo mismo, partieron dando testimonio del acontecimiento más grande de todos los tiempos: que Dios se ha hecho uno de nosotros, que el divino ha entrado en la historia humana para poder transformarla, y que estamos llamados a empaparnos del amor salvador de Cristo que triunfa sobre el mal y la muerte. En su famoso discurso en el areópago, San Pablo presentó su mensaje de esta manera: «Dios da a cada uno todas las cosas, incluida la vida y el respiro, de manera que todos lo pueblos pudieran buscar a Dios, y siguiendo los propios caminos hacia Él, lograran encontrarlo. En efecto, no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos» (cf. Hch 17, 25-28).
Desde entonces, hombres y mujeres se han puesto en camino para proclamar el mismo hecho, testimoniando el amor y la verdad de Cristo, y contribuyendo a la misión de la Iglesia. Hoy recordamos a aquellos pioneros -sacerdotes, religiosas y religiosos- que llegaron a estas costas y a otras zonas del Océano Pacífico, desde Irlanda, Francia, Gran Bretaña y otras partes de Europa. La mayor parte de ellos eran jóvenes -algunos incluso con apenas veinte años- y, cuando saludaron para siempre a sus padres, hermanos, hermanas y amigos, sabían que sería difícil para ellos volver a casa. Sus vidas fueron un testimonio cristiano, sin intereses egoístas. Se convirtieron en humildes pero tenaces constructores de gran parte de la herencia social y espiritual que todavía hoy es portadora de bondad, compasión y orientación a estas Naciones. Y fueron capaces de inspirar a otra generación. Esto nos trae al recuerdo inmediatamente la fe que sostuvo a la beata Mary MacKillop en su neta determinación de educar especialmente los pobres, y al beato Peter To Rot en su firme convicción de que la guía de una comunidad ha de referirse siempre al Evangelio. Pensad también en vuestros abuelos y vuestros padres, vuestros primeros maestros en la fe. También ellos han hecho innumerables sacrificios, de tiempo y energía, movidos por el amor que os tienen. Ellos, con apoyo de los sacerdotes y los enseñantes de vuestra parroquia, tienen la tarea, no siempre fácil pero sumamente gratificante, de guiaros hacia todo lo que es bueno y verdadero, mediante su ejemplo personal y su modo de enseñar y vivir la fe cristiana.
Hoy me toca a mí. Para algunos puede parecer que, viniendo aquí, hemos llegado al fin del mundo. Ciertamente, para los de vuestra edad cualquier viaje en avión es una perspectiva excitante. Pero para mí, este vuelo ha sido en cierta medida motivo de aprensión. Sin embargo, la vista de nuestro planeta desde lo alto ha sido verdaderamente magnífica. El relampagueo del Mediterráneo, la magnificencia del desierto norteafricano, la exuberante selva de Asia, la inmensidad del océano Pacífico, el horizonte sobre el que surge y se pone el sol, el majestuoso esplendor de la belleza natural de Australia, todo eso que he podido disfrutar durante dos días, suscita un profundo sentido de temor reverencial. Es como si uno hojeara rápidamente imágenes de la historia de la creación narrada en el Génesis: la luz y las tinieblas, el sol y la luna, las aguas, la tierra y las criaturas vivientes. Todo eso es «bueno» a los ojos de Dios (cf. Gn 1, 1-2. 2,4). Inmersos en tanta belleza, ¿cómo no hacerse eco de las palabras del Salmista que alaba al Creador: «!Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» (Sal 8,2)?
Pero hay más, algo difícil de ver desde lo alto de los cielos: hombres y mujeres creados nada menos que a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). En el centro de la maravilla de la creación estamos nosotros, vosotros y yo, la familia humana «coronada de gloria y majestad» (cf. Sal 8,6). ¡Qué asombroso! Con el Salmista, susurramos: «Qué es el hombre para que te acuerdes de él?» (cf. Sal 8,5). Nosotros, sumidos en el silencio, en un espíritu de gratitud, en el poder de la santidad, reflexionamos.
Y ¿qué descubrimos? Quizás con reluctancia llegamos a admitir que también hay heridas que marcan la superficie de la tierra: la erosión, la deforestación, el derroche de los recursos minerales y marinos para alimentar un consumismo insaciable. Algunos de vosotros provienen de islas-estado, cuya existencia misma está amenazada por el aumento del nivel de las aguas; otros de naciones que sufren los efectos de sequías desoladoras. La maravillosa creación de Dios es percibida a veces como algo casi hostil por parte de sus custodios, incluso como algo peligroso. ¿Cómo es posible que lo que es «bueno» pueda aparecer amenazador?
Pero hay más aún. ¿Qué decir del hombre, de la cumbre de la creación de Dios? Vemos cada día los logros del ingenio humano. La cualidad y la satisfacción de la vida de la gente crece constantemente de muchas maneras, tanto a causa del progreso de las ciencias médicas y de la aplicación hábil de la tecnología como de la creatividad plasmada en el arte. También entre vosotros hay una disponibilidad atenta para acoger las numerosas oportunidades que se os ofrecen. Algunos de vosotros destacan en los estudios, en el deporte, en la música, la danza o el teatro; otros tienen un agudo sentido de la justicia social y de la ética, y muchos asumen compromisos de servicio y voluntariado. Todos nosotros, jóvenes y ancianos, tenemos momentos en los que la bondad innata de la persona humana -perceptible tal vez en el gesto de un niño pequeño o en la disponibilidad de un adulto para perdonar- nos llena de profunda alegría y gratitud.
Sin embargo, estos momentos no duran mucho. Por eso, hemos de reflexionar algo más. Y así descubrimos que no sólo el entorno natural, sino también el social -el hábitat que nos creamos nosotros mismos- tiene sus cicatrices; heridas que indican que algo no está en su sitio. También en nuestra vida personal y en nuestras comunidades podemos encontrar hostilidades a veces peligrosas; un veneno que amenaza corroer lo que es bueno, modificar lo que somos y desviar el objetivo para el que hemos sido creados. Los ejemplos abundan, como bien sabéis. Entre los más evidentes están el abuso de alcohol y de drogas, la exaltación de la violencia y la degradación sexual, presentados a menudo en la televisión e internet como una diversión. Me pregunto cómo uno que estuviera cara a cara con personas que están sufriendo realmente violencia y explotación sexual podría explicar que estas tragedias, representadas de manera virtual, han de considerarse simplemente como «diversión».
Hay también algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia están frecuentemente separadas de la verdad. Esto está fomentado por la idea, hoy muy difundida, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestras vidas. El relativismo, dando en la práctica valor a todo, indiscriminadamente, ha hecho que la «experiencia» sea lo más importante de todo. En realidad, las experiencias, separadas de cualquier consideración sobre lo que es bueno o verdadero, pueden llevar, no a una auténtica libertad, sino a una confusión moral o intelectual, a un debilitamiento de los principios, a la pérdida de la autoestima, e incluso a la desesperación.
Queridos amigos, la vida no está gobernada por el azar, no es casual. Vuestra existencia personal ha sido querida por Dios, bendecida por él y con un objetivo que se le ha dado (cf. Gn 1,28). La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias, por útiles que pudieran ser. Es una búsqueda de lo verdadero, bueno y hermoso. Precisamente para lograr esto hacemos nuestras opciones, ejercemos nuestra libertad y en esto, es decir, en la verdad, el bien y la belleza, encontramos felicidad y alegría. No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simplemente consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar como belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad.
Cristo ofrece más. Es más, ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser la Vía y, por tanto, también la Vida. Así, la «vía» que los Apóstoles llevaron hasta los confines de la tierra es la vida en Cristo. Es la vida de la Iglesia. Y el ingreso en esta vida, en el camino cristiano, es el Bautismo.
Por tanto, esta tarde deseo recordar brevemente algo de nuestra comprensión del Bautismo, antes de que mañana consideremos el Espíritu Santo. El día del Bautismo, Dios os ha introducido en su santidad (cf. 2 P 1,4). Habéis sido adoptados como hijos e hijas del Padre y habéis sido incorporados a Cristo. Os habéis convertido en morada de su Espíritu (cf. 1 Co 6,19). Por eso, al final del rito del Bautismo el sacerdote se dirigió a vuestros padres y a los participantes y, llamándoos por vuestro nombre, dijo: «Ya eres nueva criatura» (Ritual del Bautismo, 99).
Queridos amigos, en casa, en la escuela, en la universidad, en los lugares de trabajo y diversión, recordad que sois criaturas nuevas. Cómo cristianos, estáis en este mundo sabiendo que Dios tiene un rostro humano, Jesucristo, el «camino» que colma todo anhelo humano y la «vida» de la que estamos llamados a dar testimonio, caminando siempre iluminados por su luz (cf. ibíd., 100).
La tarea del testigo no es fácil. Hoy muchos sostienen que a Dios se le debe "dejar en el banquillo", y que la religión y la fe, aunque convenientes para los individuos, han de ser excluidas de la vida pública, o consideradas sólo para obtener limitados objetivos pragmáticos. Esta visión secularizada intenta explicar la vida humana y plasmar la sociedad con pocas o ninguna referencia al Creador. Se presenta como una fuerza neutral, imparcial y respetuosa de cada uno. En realidad, como toda ideología, el laicismo impone una visión global. Si Dios es irrelevante en la vida pública, la sociedad podrá plasmarse según una perspectiva carente de Dios. Sin embargo, la experiencia enseña que el alejamiento del designio de Dios creador provoca un desorden que tiene repercusiones inevitables sobre el resto de la creación (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1990, 5). Cuando Dios queda eclipsado, nuestra capacidad de reconocer el orden natural, la finalidad y el «bien», empieza a disiparse. Lo que se ha promovido ostentosamente como ingeniosidad humana se ha manifestado bien pronto como locura, avidez y explotación egoísta. Y así nos damos cuenta cada vez más de lo necesaria que es la humildad ante la delicada complejidad del mundo de Dios.
Y ¿que decir de nuestro entorno social? ¿Estamos suficientemente alerta ante los signos de que estamos dando la espalda a la estructura moral con la que Dios ha dotado a la humanidad (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2007, 8)? ¿Sabemos reconocer que la dignidad innata de toda persona se apoya en su identidad más profunda -como imagen del Creador- y que, por tanto, los derechos humanos son universales, basados en la ley natural, y no algo que depende de negociaciones o concesiones, fruto de un simple compromiso? Esto nos lleva reflexionar sobre el lugar que ocupan en nuestra sociedad los pobres, los ancianos, los emigrantes, los que no tienen voz. ¿Cómo es posible que la violencia doméstica atormente a tantas madres y niños? ¿Cómo es posible que el seno materno, el ámbito humano más admirable y sagrado, se haya convertido en lugar de indecible violencia?
Queridos amigos, la creación de Dios es única y es buena. La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, el cuidado de nuestro entorno, son de vital importancia para la humanidad. Pero todo esto no se puede comprender prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y, por tanto, inviolable. Nuestro mundo está cansado de la codicia, de la explotación y de la división, del tedio de falsos ídolos y respuestas parciales, y de la pesadumbre de falsas promesas. Nuestro corazón y nuestra mente anhelan una visión de la vida donde reine el amor, donde se compartan los dones, donde se construya la unidad, donde la libertad tenga su propio significado en la verdad, y donde la identidad se encuentre en una comunión respetuosa. Esta es obra del Espíritu Santo. Ésta es la esperanza que ofrece el Evangelio de Jesucristo. Habéis sido recreados en el Bautismo y fortalecidos con los dones del Espíritu en la Confirmación precisamente para dar testimonio de esta realidad. Que sea éste el mensaje que vosotros llevéis al mundo desde Sydney.
[A continuación, el Papa saludó a los peregrinos en italiano, francés, alemán, español, y portugués. En español, dijo:]
Queridos jóvenes de lengua española, la misión de ser testigos del Señor en todos los lugares de la tierra es una apasionante tarea, que exige acoger su Palabra e identificarse con Él, compartiendo con los demás la alegría de haber encontrado al verdadero amigo que nunca defrauda. Que este reto agrande vuestra generosidad. Un saludo muy cordial a todos.
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Traducción del original inglés distribuida por la Santa Sede
Benedicto XVI en Papamóvil por Sydney
Organizaciones de jóvenes católicos en Sydney
Seguir a Cristo es entusiasmante, dice el Papa
Policía enfermo regala su gorra oficial a Benedicto XVI
Recibe el poder del Espíritu
Cantando con el Papa en la bienvenida
Fiesta Latinoamericana
Fiesta francesa
Animales visitan a Benedicto XVI
"Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos" / Autor: cardenal George Pell, arzobispo de Sydney
Video 1
Video 2
Video 3
Homilía en la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud
Todos sabemos que Cristo nuestro Señor es a menudo descrito como el Buen Pastor del salmo responsorial de hoy. Nos han dicho que él nos guía a aguas tranquilas, reaviva nuestros espíritus decaídos y nos permite descansar en paz. Profundizando en esta imagen, Jesús una vez explicó que el buen pastor estaba preparado para dejar sus 99 ovejas e ir a buscar la que se le había perdido. Hoy en día, pocos países tienen pastores que cuidan de sólo 20 ó 30 ovejas, y en Australia con grandes granjas y rebaños, el consejo de Nuestro Señor no es muy práctico.
Sean jóvenes o ancianos, mujeres u hombres, Cristo sigue llamando a aquéllos que sufren a que se acerquen a Él para sanarlos, así como lo ha venido haciendo durante 2.000 años. Las causas de las heridas son secundarias, ya sea por drogas, alcohol, crisis familiar, la lujuria de la carne, soledad o muerte. Y quizás hasta el vacío del éxito. El llamado de Cristo es para todos los que sufren, no sólo para católicos o personas de otras religiones, sino especialmente para aquéllos sin religión. Cristo les está llamando para regresar a casa, para vivir el amor, la reconciliación y la comunión.
Nuestra primera lectura hoy fue del libro de Ezequiel, que junto con Isaías y Jeremías, fue uno de los tres grandes profetas judíos. Muchas partes de Australia todavía sufren sequía y es por eso que todos los australianos comprenden lo que es un valle de huesos secos y esqueletos sin carne. Esta visión desalentadora es ofrecida en primer lugar a todos ustedes e incluso a aquellas personas tentadas de decir: "no tenemos más esperanzas, nos sentimos como muertos". Esto nunca es verdad mientras todavía podamos elegir. Mientras haya vida, siempre estará la opción de esperanza y con la esperanza en Cristo llega la fe y el amor. Hasta el final estamos siempre en posición de elegir y actuar. Esta visión del valle de los huesos secos, la más espectacular en toda la Biblia, fue dada cuando la mano de Dios vino sobre Ezequiel mientras los judíos estaban cautivos en Babilonia, probablemente antes y no después, en el siglo VI antes de Cristo. Durante 150 años el destino político del pueblo judío estuvo en decadencia, primero en manos de los asirios, y luego en el año 587 antes de Cristo llegó la derrota catastrófica final y su viaje al exilio.
El pueblo judío había perdido las esperanzas y se sentía impotente para cambiar su situación. Ésta es la historia de la versión dramática de Ezequiel donde los muertos estaban ciertamente muertos y los esqueletos se habían tornados blanquecinos debido a que las aves de rapiña les habían despojado de sus carnes. Fue el inmenso campo de batalla de los cuerpos no enterrados. Un Ezequiel dubitativo y reacio fue incitado por Dios a profetizar sobre aquellos huesos, y mientras lo hacía, los huesos se precipitaron todos juntos de forma ruidosa creando un terremoto. Los tendones se unieron a los huesos, y carne y piel vistieron los cadáveres. Luego en otro episodio, el aliento o el Espíritu, vino de los cuatro rincones de la tierra mientras los cuerpos "volvían a la vida nuevamente y se paraban sobre sus pies formando un ejército grande e inmenso".
Mientras nosotros vemos esta visión como una prefiguración de la resurrección de los muertos, los judíos de los tiempos de Ezequiel no creían en tal concepto después de la vida. Para ellos, el inmenso ejército resucitado representaba a todo el pueblo judío, a aquéllos del reino del norte llevados a Asiria, a aquéllos en casa y a aquéllos en Babilonia. Los judíos iban a ser reconstituidos como un pueblo en su propia tierra y sabrían que el único verdadero Dios había hecho esto. Y todo esto vino a suceder. Por los siglos nosotros los cristianos hemos usado este pasaje litúrgico en Pascua, especialmente para el Bautismo de catecúmenos en la noche del Sábado Santo y es, por supuesto, una imagen poderosa de la verdadera fuerza regenerativa de Dios para esta vida y la eternidad.
La sabiduría secular proclama que el leopardo no cambia sus manchas, pero nosotros los cristianos creemos en el poder del Espíritu para convertir y cambiar a las personas del mal al bien; del miedo e incertidumbre a la fe y la esperanza. Los creyentes nos vemos alentados por la visión de Ezequiel, porque conocemos el poder del perdón de Dios, la capacidad de Cristo y la tradición católica que provoca el nacimiento de nueva vida incluso en circunstancias poco probables. Ese mismo poder vislumbrado en la visión de Ezequiel se nos ofrece hoy, a todos nosotros sin excepción. Ustedes jóvenes peregrinos pueden ver el futuro que se extiende ante ustedes tan rico en promesas.
La parábola evangélica del sembrador les recuerda la gran oportunidad que tienen para abrazar su vocación y producir una abundante cosecha y abundantes frutos. Mateo, Marcos y Lucas ubican a esta historia del sembrador al inicio del conjunto de parábolas de Jesús. La historia explica algunas verdades fundamentales sobre los retos del discipulado cristiano y se enumeran las alternativas para una vida cristiana fructífera. La fidelidad no es automática o inevitable. Un detalle hace que la parábola sea más convincente, porque parece que los judíos en el tiempo de Nuestro Señor tiraban las semillas sobre el terreno antes de que el mismo fuera arado, eso explica un poco mejor el hecho de que las semillas también caen en lugares pocos probables y no sólo en los surcos. ¿Estamos entre aquéllos cuya fe ha sido arrebatada por el diablo, como cuando Nuestro Señor explica la imagen de las aves del cielo engulléndose las semillas? Nadie en esta Misa estaría en esa categoría. Algunos podrían ser como la semilla en terreno rocoso que no puede echar raíces. Aquellas personas en esta segunda categoría es probable que deban esforzarse para volver a empezar en la vida espiritual, o al menos examinar la posibilidad de hacerlo. Pero la mayoría de nosotros estamos en la tercera y cuarta categorías, donde la semilla ha caído en tierra fértil y está creciendo y floreciendo, o estamos en peligro de ser asfixiados por las preocupaciones de la vida.
Todos nosotros, incluidos los que ya no son jóvenes, tenemos que rezar sabiduría y perseverancia. No tengo dudas en creer que Nuestro Señor explicó en detalle el significado de esta parábola a sus seguidores más cercanos y que ellos le hubieran solicitado hacerlo repetidamente. Pero las preguntas de los discípulos provocaron una respuesta desconcertante cuando Nuestro Señor dividió a sus oyentes en dos grupos: aquéllos a quienes los misterios del Reino les fueron revelados y el resto para quiénes las parábolas siguen siendo sólo parábolas. Este segundo grupo se describe en las palabras del profeta Isaías como los que "quizás pueden ver pero no percibir, escuchar pero no entender".
Probablemente el trasfondo de esto es el asombro de los discípulos de Nuestro Señor ante el gran número que no acepta su enseñanza. ¿Por qué esto todavía es así? ¿Qué debemos hacer para estar entre los destinatarios de las revelaciones de los misterios del Reino? El llamado del único Dios verdadero sigue siendo un misterio, sobre todo hoy, cuando a muchas personas les resulta difícil creer. Incluso en el tiempo de los profetas, muchos de sus oyentes permanecían espiritualmente sordos y ciegos, mientras que otros a través del tiempo alcanzaban a admirar la belleza de la enseñanza de Jesús, pero nunca fueron inspirados a responder a su llamado. Nuestra tarea es estar abiertos al poder del Espíritu para permitir que el Dios de las sorpresas pueda actuar a través de nosotros. La motivación humana es compleja y misteriosa, ya que a veces católicos y otros cristianos de fuerte devoción pueden rezar y ser buenos, pero también pueden estar decididos a no tomar siquiera un paso hacia adelante. Por otro lado, algunos seguidores de Cristo pueden ser mucho menos entusiastas y fieles, pero abiertos al desarrollo y a cambiar para mejor porque se dan cuenta de su indignidad y su ignorancia. ¿Dónde están ustedes? Sea cual fuera nuestra situación debemos rezar por una apertura de corazón, por la voluntad de dar el siguiente paso, incluso tenemos miedo de aventurarnos demasiado. Si tomamos la mano de Dios, Él hará el resto. La confianza es la clave. Dios no nos fallará.
¿Cómo podemos trabajar para evitar deslizarnos desde la última y mejor categoría de los que dan mucho fruto a aquéllos que "son asfixiados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida" y que no producen frutos en lo absoluto? La segunda lectura de la carta de Pablo a los Gálatas nos señala la dirección correcta, nos recuerda que cada persona debe tomar postura en la vieja lucha entre el bien y el mal, entre lo que Pablo llama la carne y el Espíritu. No es suficiente ser solamente un observador o tratar de vivir en "tierra de nadie" entre las partes beligerantes. La vida nos obliga a elegir y a la larga destruye cualquier posibilidad de neutralidad.
Vamos a dar buenos frutos si aprendemos el idioma de la Cruz y dejamos que ella selle nuestros corazones. El lenguaje de la Cruz nos da los frutos del Espíritu que Pablo enumera, nos permite experimentar la paz y la alegría, ser amables con regularidad y generosos con los demás. El seguimiento de Cristo no está libre de costos, no siempre es fácil porque requiere luchar contra lo que San Pablo llama "la carne", nuestro ego implacable y el viejo egoísmo. Siempre es una batalla, ¡incluso para las personas mayores como yo! No pasen su vida sentados al borde del camino manteniendo sus opciones abiertas., Sólo el compromiso plenifica.
La felicidad viene de cumplir nuestras obligaciones, haciendo nuestro deber, sobre todo en los pequeños asuntos y de manera regular; de esta forma nos elevamos para hacer frente a desafíos más difíciles. Muchos han descubierto su vocación durante las Jornadas Mundiales de la Juventud. Ser un discípulo de Jesús exige disciplina, en particular la autodisciplina, lo que Pablo llama autocontrol. La práctica del autocontrol no hará que ustedes sean perfectos (no lo ha hecho conmigo), pero el autocontrol es necesario para desarrollar y proteger el amor en nuestros corazones y evitar que otros, especialmente nuestra familia y amigos, sean heridos por nuestras fallas o pereza. Pido para que a través del poder del Espíritu todos ustedes se unan a ese inmenso ejército de santos, sanados y reconciliados, como le fue revelado a Ezequiel. Un ejército que ha enriquecido la historia de la humanidad por innumerables generaciones y que recibe la recompensa en el cielo luego de esta vida.
Permítanme concluir con la adaptación de uno de los más poderosos sermones de San Agustín, el mejor teólogo del primer milenio y obispo en la pequeña ciudad de Hipona al norte de África alrededor de 1600 años atrás. En los próximos cinco días de oración y celebración espero que vuestros espíritus se eleven, como el mío siempre lo hace, en el entusiasmo de esta Jornada Mundial de la Juventud. Pidamos a Dios estar alegres de poder participar en este evento, a pesar de los costos, las molestias y las distancias recorridas. Durante esta semana tenemos todo el derecho de regocijarnos y celebrar la liberación de nuestras faltas y la renovación de nuestra fe. Estamos llamados a abrir nuestros corazones al poder del Espíritu.
Y a los jóvenes les doy tan sólo un gentil recordatorio de que en su entusiasmo y emoción ¡no se olviden de escuchar y rezar! Muchos de ustedes han recorrido un largo camino y quizás crean que han llegado, de hecho, ¡a los confines de la tierra! Si es así, eso es bueno, ya que Nuestro Señor les dijo a sus primeros apóstoles que serían sus testigos en Jerusalén hasta los confines de la tierra. Esta profecía se ha cumplido en el testimonio de muchos misioneros de este vasto continente, y se cumple una vez más por nuestra presencia aquí.
Estos días pasarán muy rápido y la semana próxima volveremos a nuestras tierras. Por algún tiempo algunos de ustedes encontrarán que el mundo real de casa y parroquia, trabajo o estudio, es algo poco excitante y hasta decepcionante. Pronto, demasiado pronto, todos ustedes se irán de aquí. Por muy corto tiempo nos encontramos aquí en Sidney en el centro del mundo católico, pero la semana que viene el Santo Padre regresará a Roma y nosotros como habitantes de Sidney volveremos a nuestras parroquias, mientras que ustedes, ahora peregrinos de visita, volverán a sus casas en lugares cercanos o lejanos. En otras palabras durante la semana próxima nos despediremos. Pero cuando partamos felices después de haber disfrutado de estos días, no dejemos que nos apartemos nunca de nuestro querido Dios y de su Hijo Jesucristo.
Y que María, Madre de Dios, a quién invocamos en esta Jornada Mundial de la Juventud como Nuestra Señora de la Cruz del Sur, nos fortalezca en esta resolución. Y por eso rezo. Ven, ven O Aliento de Dios, desde los cuatro vientos, de todas las naciones y los pueblos de la tierra y bendice nuestra Gran Tierra Austral del Espíritu Santo. Danos fuerza también para ser otro gran e inmenso ejército de servidores humildes y fieles testigos. Ofrecemos esta oración a Dios nuestro Padre en el nombre de Cristo su Hijo. Amén.
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Traducción distribuida por la organización de las Jornadas Mundiales de la Juventud (www.wyd2008.org).
Conversión del novio de una coordinadora de la JMJ al rezar juntos por los frutos de Sydney / Autor: Anthony Barich
Basia Slusarczyk, de 24 años, coordinadora de la comunidad católica de origen polaco en la JMJ, ha explicado a Zenit que su novio está participando en el rito de iniciación cristiana para adultos que quieren recibir el bautismo. Su conversión se debe a la experiencia de rezar con ella por los frutos de la JMJ.
"Está participando conmigo en la JMJ y espero que esta semana de acontecimientos y solidaridad con tantos católicos de todos el mundo le haga sentirse orgulloso de unirse a la familia católica", afirma Basia.
Se encontraba entre un grupo de jóvenes polacos-australianos, vestidos con trajes polacos tradicionales, en la ceremonia de veneración de la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y del icono de la Virgen María en el Parque Belmore.
Con el impacto que traen los jóvenes peregrinos a Sydney, Basia cree que el evento juvenil traerá nueva vida a la Iglesia en Australia, y despertará a los que estaban dormidos. "Tenemos iglesias pequeñas y vibrantes en Australia, pero las futuras generaciones necesitan que estén vivas", considera.
Basia afirma que los jóvenes se sienten arrastrados por Benedicto XVI tal y como sucedía con Juan Pablo II, quien comenzó estas Jornadas Mundiales. "[Karol Wojtyla] se preocupó mucho cuando le pidieron que fuera el nuevo arzobispo de Cracovia, pues esto significaba para él dejar su trabajo diario con los jóvenes", recuerda Basia.
"Pero cuando fue elegido Papa, mantuvo su amor por los jóvenes, incluso después, a pesar de su enfermedad. Tenía algo en sus ojos y en su voz que arrastraba a los jóvenes".
Basia dirige un grupo de 200 jóvenes inscritos a la Jornada de Sydney, aunque reconoce que no todos son de origen polaco, pues algunos son de raíces irlandesas, canadienses o de Australia occidental.
"Todos somos fans de Juan Pablo II, pues comprendemos el enorme impacto que ha tenido en cada uno de nosotros y en el mundo", añade Agnieszka Agnes Jaszczyszyn, de 34 años, la otra responsable del grupo.
Pero sus oraciones se concentran en el actual Papa: "Gracias a Benedicto XVI podemos celebrar ahora la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney en 2008," reconoce. "Los jóvenes del mundo han venido gracias a él".
Santo Padre envía primer SMS a jóvenes en JMJ de Sydney
El Papa Benedicto XVI envió su primer mensaje de texto a los jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney 2008 y que solicitaron el servicio al momento de inscribirse en el encuentro.
"Joven amigo, Dios y su pueblo esperan mucho de ti porque tienes en ti el don supremo del Padre, el Espíritu de Jesús, BXVI", se lee en el SMS que ha llegado a los teléfonos móviles de miles de jóvenes de distintos países que participan de la JMJ.
Los jóvenes recibirán cada día que dure el encuentro un mensaje y un pensamiento del Santo Padre, escrito en inglés y en forma abreviada, como ellos lo hacen.
La Misa inugural de la la JMJ en 3 minutos en video
Llegan la Cruz y el icono de María
Las calles de Sydney se llenaron este lunes de peregrinos para dar la bienvenida a la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y el Icono de la Virgen María.
La Cruz fue entregada a los jóvenes del mundo por Juan Pablo II en 1984 para que fuera llevada como símbolo del amor de Cristo por la humanidad. El icono de maría fue su segundo regalo a los jóvenes, en 2003.
La llegada a la ciudad de los dos símbolos era la culminación de un viaje global. Después de haber atravesado todos los continentes, la Cruz y la imagen fueron entregados a jóvenes representantes de Australia por Benedicto XVI el domingo de Ramos del año 2006 en Roma.
Cientos de peregrinos siguieron la Cruz y el icono durante su llegada, transportados por barco hasta el característico muelle circular de la ciudad. Luego, los chicos y chicas, cargando las imágenes, atravesaron el centro de negocios de la ciudad hasta llegar a Belmore Park, una imagen nunca antes vista en esas latitudes.
Allí, cada uno de los peregrinos tuvo la posibilidad de venerar la Cruz y el icono, y muchos de ellos, incluidos unos muchachos de Texas, quedaron conmovidos hasta las lágrimas, abrazándose mutuamente, mientras los demás cantaban a su alrededor.
En la tarde de este martes, la Cruz y el icono formaron parte del escenario de apertura de la la misa inaugural de las Jornadas Mundiales de la Juventud, presidida por el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, en el embarcadero de Barangaroo, con la participación de unas 140.000 personas.
La llegada del Papa a Sydney y los actos previos de la JMJ en video
miércoles, 16 de julio de 2008
Video de una joven que decide tener a su hijo y no abortar para conservar su pareja
La Batalla de la Vida
¿Te gustaría conocer qué ocurre detrás del oscuro mundo del aborto? En este documental testimonial se trata de investigar qué ocurre detrás de este mal social: la soledad de la mujer que se queda embarazada sin esperarlo o desearlo, el síndrome postaborto, cuando comienza la vida, los intereses internacionales para promover el aborto, etc. En el documental han participado especialistas de la plataforma hazteoir.org, la Dra. Victoria Uroz, Secretaria de la Asociación de Víctimas del Aborto (AVA), el Dr Jesús Poveda, profesor de Psicología Médica de la Universidad Autónoma de Madrid Y Presidente de Provida España, María Echanove, probablemente la mayor 'rescatadora' de abortos de España, Javier Paredes, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Alcalá de Henares y Víctor Lozano, Presidente de la Asociación de Juristas Tomás Moro, entre otros.
Solicito, con urgencia, 1400 niños no deseados / Autora: Lucrecia R.de Planas
Hace aproximadamente un año, cuando se acababa de declarar legal el aborto en México, lanzamos desde Catholic.net una Campaña a la que llamamos “Baby Match” o “No lo mates, dámelo a mí” http://www.nolomates.catholic.net
El objetivo de la campaña era hacer un “match” uniendo niños no deseados con matrimonios deseosos de acogerlos. Pues bien, a lo largo de este año han llegado cerca de 70 mujeres que no querían a su bebé, y han sido atendidas por los Centros de ayuda que también se han registrado. Eso ha sido bueno, porque ninguna de ellas ha abortado y todas han querido conservar a su bebé. Por ese lado ha estado muy bien (Dios ha de estar contento), pero... por el otro, es triste pensar que no hemos logrado ni un solo “match”.
En un año se han inscrito más de 1400 matrimonios que están deseosos de acoger a un chiquito y... ¡no hemos podido darles ninguno! Vean los testimonios dando click aquí: matrimonios hermosos, familias fabulosas... de todas las edades, de todos los países, con muchos hijos o con ninguno, todos en espera de recibir a un bebé que otros no quieran tener. Pero... ¡no llegan los bebés! ¿No dice la prensa que hay miles de hijos no deseados? ¿Será acaso que realmente no existen tantas mujeres que quieren abortar? ¿Será que los orfanatorios del mundo están vacíos? ¿O será que las leyes son tan raras que es más fácil matar a un bebé que adoptarlo o darlo en adopción?
Me decidí a escribirles para pedir su ayuda. ¿Conocen a alguien que no quiera a su bebé? ¿Conocen a algún niño huérfano o abandonado? Por favor, mándenlos acá, que se registren en http://nolomates.catholic.net pues tenemos a muchos papás que los quieren acoger, educar y amar. Ustedes mismos pueden conocerlos haciendo click en http://nolomates.catholic.net/matrimonios.php
Son sólo 1400 niños no deseados los que necesito... ¿me ayudan a encontrarlos?
Dios los bendiga.
Nuestro hijo tiene daños, pero él no es un daño: Precisan padres de no nacido austriaco
Según el sitio web Vorarlberg Online (VOL), los esposos residentes en Vorarlberg al oeste de Austria, se presentaron el jueves a una conferencia de prensa, junto con el ginecólogo Peter Schwärzler y el abogado Paul Sutterlüty, para anunciar que realizarán una queja a la República Austriaca mediante una acción declaratoria a favor del derecho de Emil al honor y cuidado de su dignidad como ser humano, así como a la no discriminación y la igualdad de trato a pesar de su discapacidad.
La Corte Suprema de Austria declaró recientemente lícito el aborto hasta el nacimiento de niños con severa discapacidad. Sin embargo muchos son los que se oponen a esta ley. "Solo queremos evidenciar que un niño no puede ser un error", afirmaron Sabine y Andreas Karg ante los periodistas. "Nosotros vamos a recibirlo (a Emil) tal y como es", añadieron.
Dios transformó a mi esposo y nuestro matrimonio / Autora: Heily Estrella.
Hace un año y medio yo participe en el Seminario de Vida en el Espíritu de un grupo de la Renovación Carismática Católica. Cuando fui tenía tres meses de embarazo. Al regresar a mi casa mi esposo me decía que estaba loca. Porque no era la misma, ya que Dios había tocado mi vida.
Antes de asistir al seminario de vida, yo era una católica tradicional, iba a la iglesia de vez en cuando. Lo mismo mi esposo. La experiencia vivida en el retiro, me cambio totalmente y las cosas que hacia antes ya no me llenaban. Pero mi esposo no lo entendía.
Entonces comencé a pedirle a Dios que cambiara a mi esposo. Le suplicaba que me diera un esposo nuevo.
El iba a la iglesia y sentía que el Señor lo tocaba y le hablaba a su corazón, pero no cambiaba. El era un buen esposo, trabajaba y cuidaba de nosotros. De un momento a otro comenzó a juntarse con un amigo, de un ambiente no muy bueno. Yo le decía que se alejara de el que no le convenía. Pero no me hacia caso.
Al amigo de mi esposo le gustaba mucho el dinero y pensó en conseguirlo de una manera fácil. Ya que a mi esposo nunca le gusto trabajar en eso; lo convenció para que lo acompañara. Mi esposo pensó que no estaba haciendo nada malo con solo acompañarlo.
Al siguiente día, mi esposo no daba señales de vida. Yo estaba preocupada porque no había llamado, ni había venido a dormir a la casa. Algo que nunca había hecho.
Recibí una llamada, era él diciéndome que estaba preso. Que era algo serio y que no saldría libre bajo fianza. Que podrían darle una condena de 30 años. Cuando supe esto le reclame a Dios. ¿Porque a nosotros si tu quieres que el venga a tus pies? Yo me cuestionaba ya que él no trabajaba en nada malo. Sentía que el mundo se me venia encima, pensaba que me iba a morir.
Entonces unos hermanos oraron por mí y Dios me regalo fe. El Señor me dio la fuerza y me levanto para que yo ayudara a mi esposo a salir de esto. Mi fe se incrementaba y tenía una confianza plena en Dios. De esta manera le pude ayudar emocionalmente a mi esposo. Era una batalla bien difícil. Pero a pesar de estar preso mi esposo sentía como Dios estaba con el.
Entonces un lunes cuando asistí al grupo de oración, pidiendo a Dios por mi esposo. El Señor comunico una palabra de conocimiento a través de un hermano la cual era que “un familiar que se encuentra preso saldrá libre en 2 semanas”. La palabra de conocimiento es un carisma ordinario profético, que todos tenemos por el don del bautismo, y que consiste en anunciar lo que el Señor hace o realizará en determinadas personas.
Yo no dude ni un instante que ese era mi esposo. En el momento que tenemos para dar gracias en al asamblea, me levante y en fe le di gracias a Dios por lo que El haría con mi esposo.
Esto para los hombres era algo absurdo e imposible de suceder. El abogado de mi esposo no me daba esperanzas y decía que no podía hacer nada por él. Incluso durante esa semana, todos me decían que era imposible que saliera de la cárcel sin pasar muchos años pagando la condena.
Pero yo pensaba si Dios esta conmigo quien contra mi. Pero Dios que es más grande que cualquier juez, cumplió su palabra. A mi esposo lo dejaron libre 2 semanas después que el Señor comunicó la palabra de conocimiento.
Jesús le regalo la libertad a mi esposo. A mi me dio un esposo nuevo, tal como se lo pedía. El Señor toco de una manera tan especial a mi esposo, que el ya no quiere volver a vivir la vida pasada. Se ha entregado totalmente a Dios. Incluso no estábamos casados por la iglesia y cuando el regreso nos casamos y bautizamos a nuestro hijo. También participó en el Seminario de Vida en el Espíritu.
Doy gracias a Dios que aunque la batalla fue dura y difícil , Él nos transformó con su gracia.
Testimonio: "Jesús me rescató del pozo en el que me ahogó el alcohol " / Autor: José Antonio Godina
Hace unos 18 años mi vida dependía única y exclusivamente del alcohol. Tenía un buen empleo, una familia y no me daba cuenta de que cada día necesitaba beber más para desarrollar mi trabajo. Lo que empezó como eso que llaman “bebida social”, terminó haciéndome esclavo de la barra de los bares.
Me parecía que si dejaba de beber sería incapaz de hacer las cosas más sencillas, que la vida no tendría ningún sentido y que aquello de tomar copas era parte consustancial a mi existencia.
La convivencia matrimonial se fue deteriorando, no en un día, si no a lo largo de interminables meses; la falta de respeto a la vida familiar, mis continuas discusiones y mis borracheras hacían de mi hogar un verdadero infierno.
Trabajaba como jefe de área en una multinacional y mi tarea consistía en hacer visitas en el ámbito de gerencia. Naturalmente mis jefes se dieron cuenta de mi progresiva dependencia a la bebida y no tuvieron más remedio que cesarme en el puesto de trabajo. Yo, como casi todos los que beben en demasía, no me enteraba de la triste impresión que producía en los demás. Al poco tiempo me abandonó mi esposa.
Durante un año estuve dando tumbos, emborrachándome de buena mañana y llegando a la noche en condiciones deplorables. Mi única ilusión era conseguir una botella de vino. La meta más importante de mi vida era conservar la borrachera y vivir entre los vapores del alcohol. Si alguien dice que la bebida ahoga las penas yo puedo asegurarle que no es así. Las penas y los problemas flotan en cualquier copa de vino.
Poco a poco fui perdiendo a los amigos. El desmoronamiento en el que estaba inmerso me hacía imposible el conseguir algún empleo. Es más, tampoco lo buscaba. La bebida tiene una tremenda capacidad para ocultarte el porvenir. Si hoy has conseguido tu ración diaria de copas el mañana no existe. Ante este engaño te despreocupas de las cosas más necesarias.
Un buen día me cortaron la luz por falta de pago. Al cabo de poco tiempo, el agua. Más adelante se llevaron el teléfono. Debía ya unos cuantos recibos del alquiler. A todo esto mi familia no sabía nada de mi situación y yo, por un falso orgullo mal entendido, no les pedí ayuda.
En mi casa andaba con velas y por la noche bajaba hasta la calle para llenar un par de cubos de agua en una fuente pública. Me acostaba pensando de dónde sacaría cien pesetas para conseguir un litro de vino peleón... Esa era la meta de mi vida, ninguna otra. Había perdido la familia, el trabajo, las relaciones sociales y el respeto a mí mismo. Y tengo que decir que no pisaba una iglesia desde hacía más de veinte años.
Una noche llegué borracho a mi casa, como de costumbre. Encendí una de las velas y mirando a mí alrededor me di cuenta, por primera vez en muchos meses, de mi lamentable estado. Aquel día estaba desesperado.
Tenía un crucifijo en mi habitación, lo miré y aquella noche me arrodillé y llorando le dije: “¡Si tú no me sacas de este pozo yo no puedo salir!”
Unos días más tarde, mientras estaba en un bar de mi barrio, se acercó una mujer a la que conocía vagamente. Yo seguía tomando mis copas y ella, después de hablar de otras cosas, me dijo: “Jesús te ama”. Naturalmente me la tomé a broma. “¿Cómo puede Jesús quererme a mí, con la vida que llevo y riéndome de todas esas cosas de iglesia?” Y pedí otra copa.
Nos fuimos viendo, ella hablándome de Dios y yo siguiendo con la bebida. Un día me habló de un grupo de oración, en una iglesia cercana; me invitó a conocerlo. Me negué en redondo. Pero otro día y alguno más, insistió. Al fin, para quitármela de encima y no parecer un mal educado, acudí a aquel grupo de oración de la Renovación Carismática Católica. La primera impresión que saqué es que todas aquellas personas estaban locas. Levantaban las manos, cantaban. Pero algo había allí. La oración era sencilla pero directa. Parecía que el Señor estuviera sentado, acompañándoles, en cualquiera de aquellos bancos. Volví otras veces. En uno de aquellos días, intuyendo mi situación, se presentó en mi casa aquella mujer que me había invitado al grupo. Me traía comida. Naturalmente yo no había contado a nadie mi situación personal, pero no era difícil entenderla.
Empecé a trabajar en algunos empleos de corta duración y todavía seguía bebiendo. Algunos meses más tarde uno de los hermanos del grupo me proporcionó un empleo estable en un parquing. En el grupo yo no habría la boca, no cantaba y me sentaba lo más cerca posible de la puerta...
Un día me confesé, después de tantos años. Pero no podía comulgar, no me había perdonado a mí mismo. Más tarde ya lo hice. Volví poco a poco a la iglesia, participaba un poco más en el grupo y mi vida iba normalizándose.
Recuperé la luz, el agua, el teléfono y hasta me compré un coche de segunda mano... Pero todavía tenía el hombre viejo en mí. No había dejado totalmente el alcohol. Llevaba dos años trabajando cuando un día caí al suelo y no podía levantarme. Aquello pasó, pero unos días más tarde sucedió lo mismo. Me llevaron al hospital y después de una noche de exploraciones me dijo el médico de guardia: “Tienes un agujero en el pulmón como un puño, el hígado hecho polvo y una polineuritis”. Y se quedó tan tranquilo. Tenía, pues, una tuberculosis y todo lo demás.
Cuando todo parecía que iba viento en popa llegaba la enfermedad. Estuve ingresado en el hospital en situación verdaderamente grave.
Pues, bien, le doy gracias a Dios por ello, porque me sirvió de palanca para dejar definitivamente la bebida y para ver la vida bajo otro prisma. Estuve casi siete meses sin poder andar, sentado en un sillón, viendo cambiar el color de las hojas de los árboles.
Gracias a la oración de los hermanos mi curación fue, según los médicos del hospital que me trataban, espectacular. La tuberculosis quedó completamente curada, la polineuritis ha desaparecido, ando perfectamente, y en los controles hepáticos todo es normal.
Siendo importante la curación física creo que lo más importante ha sido mi sanación espiritual, porque ésta trae como consecuencia la otra. Todavía me queda mucho camino por recorrer, pero después de mi experiencia del poder salvador de Jesús el camino se hace más fácil.
Hace ya 18 años que no pruebo ni una sola gota de alcohol. Y no es mérito propio. El Señor quiso que pudiera entrar en todos los bares del mundo sin que me apeteciera tomar una sola copa. Y sigo en el Grupo de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, de Barcelona, en el Santuario del mismo nombre, y veo que el Señor actúa en nuestras vidas diariamente, en las pequeñas cosas, como un amigo al que siempre se puede acudir.
Éste es mi testimonio, para mayor gloria de Dios.
El Señor está vivo entre nosotros y a Él le debo que me sacara del pozo en el que había caído. Y animo a los que tengan problemas con la bebida a que acudan al médico que puede curarles: Jesús.