6 de octubre de 2020.- (Camino Católico) Homilía del P. José Blanco y lecturas de la Santa Misa de hoy, martes de la 27ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Evangelio: San Lucas 10, 38-42:
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose. dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Evangelio: San Mateo 7, 7-11:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».
Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus
* «Ayer fui a Asís para firmar la nueva encíclica, Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social. Se la ofrecí a Dios en la tumba de San Francisco, en quien me inspiré como en la anterior Laudato si’. Los signos de los tiempos muestran claramente que la fraternidad humana y el cuidado de la creación son el único camino hacia el desarrollo integral y la paz como ya indicaron los santos papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. ¡Qué San Francisco acompañe el camino de la fraternidad en la Iglesia entre los creyentes de todas las religiones y entre todos los pueblos!»
Evangelio: San Mateo 21, 33-43:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y, agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestaron:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a sus tiempos».
Y Jesús les dice:
«¿No habéis leído nunca en la Escritura:
“La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
El Papa no dio la homilía. Es la oración, el silencio, la sencillez lo que marca esta visita que, a petición del Papa por la situación de salud, se realiza sin ninguna participación de los fieles siguiendo las palabras de la liturgia dedicada a San Francisco, en la víspera de la fiesta del Poverello. Inmediatamente antes de la firma, el Papa quiso agradecer a la Primera Sección de la Secretaría de Estado que trabajó en la redacción y traducción de la Encíclica.
“Firmaré ahora la Encíclica que lleva al altar Monseñor Paolo Braida, encargado de las traducciones y de los discursos del Papa, en la Primera Sección. Él supervisa todo y por eso quería que estuviera presente aquí hoy y me trajera la encíclica. Además, dos traductores vinieron con él: el P. Antonio, traductor de la lengua portuguesa: tradujo del español al portugués; y el P. Cruz, que es español, y supervisó un poco las otras traducciones del español original. Lo hago como signo de gratitud a toda la Primera Sección de la Secretaría de Estado que ha trabajado en esta redacción y traducción.”
“Fratelli tutti” es la tercera Encíclica del Pontificado de Francisco, después de “Lumen fidei”, del 29 de junio de 2013, y “Laudato si’”, del 24 de mayo de 2015.
Es, además, la segunda vez en que el Papa Francisco firma un documento magisterial fuera del Vaticano, después de firmar el 25 de marzo de 2019 en Loreto la Exhortación Apostólica Postsinodal “Christus vivit”.
El Papa Francisco había llegado a primera hora de la tarde al Sacro Convento, adyacente a la Basílica que desde 1230 guarda los restos del santo umbro cuyo nombre lleva. Para darle la bienvenida, estuvo el custodio del Sagrado Convento de Asís, el padre Mauro Gambetti. A la celebración eucarística asistieron también una veintena de frailes, algunos religiosos, junto con el obispo de la diócesis, Domenico Sorrentino, y el cardenal Agostino Vallini, legado pontificio para las basílicas de San Francisco y Santa María de los Ángeles en Asís. Esta es la cuarta vez que el Papa Francisco ha ido a Asís..
Desde su acceso al Papado, esta es la cuarta ocasión en que el Papa Francisco visita la tierra natal de San Francisco de Asís. Antes había estado el 4 de octubre de 2013, el 4 de agosto de 2016 para celebrar los 800 años de la “Fiesta del Perdón”, y el 20 de septiembre de 2016 para la Jornada Mundial de Oración por la Paz, con la presencia de representantes de diferentes religiones.
Evangelio: San Lucas 10, 17-24:
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:
«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre».
Jesús les dijo:
«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
En aquella hora, se lleno de alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños.
Si, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».