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viernes, 8 de febrero de 2008

Vive una Cuaresma Verdadera


Cuaresma Tiempo de Perdón 1

Cuaresma Tiempo de Perdón 2

Cuaresma Tiempo de Perdón 3

Cuaresma Tiempo de Perdón 4

"Dios todavía cree en tí" (Martín Valverde)

Aristos 2007 - Cuaresma

Falta hablar más del cielo y del infierno, recuerda el Papa

VATICANO, 08 Feb. 08 / (ACI).- Durante el encuentro sostenido con los sacerdotes de la Diócesis de Roma ayer por la mañana, el Papa Benedicto XVI señaló que las prédicas sobre la realidad del Cielo y del infierno deberían retomarse para bien de los fieles.

En la parte abierta a preguntas y respuestas sostenida con los párrocos romanos en el Aula de las Bendiciones, el Pontífice respondió a diez preguntas relacionadas con la juventud, la evangelización y el desafío educativo.

El Santo Padre habló de la importancia de los "Novísimos" –el campo de la teología que trata de las "cosas últimas": Muerte, juicio, cielo, infierno y purgatorio- y reconoció que "quizá hoy en la Iglesia se habla demasiado poco del pecado, del Paraíso y del Infierno".
"También por este motivo, he querido tocar el tema del Juicio Universal en la encíclica
Spe salvi". agregó.

"Quien no conoce el Juicio definitivo no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres en la tierra".A este respecto, el Papa subrayó que "el nazismo y el comunismo afirmaron que solo querían cambiar el mundo y sin embargo lo destruyeron".

Católicos en el cine

jueves, 7 de febrero de 2008

¡Este es MI sacrificio!






¡Es MI sacrificio!
It’s MY sacrifice!
Das ist MEIN Opfer!
Foto: StckXchnge © 2008

Una colega le pidió a los niños de un jardín de infantes que ordenaran todo antes de salir. Timothy, de cuatro años, dejó como herencia un simpático y respetable desorden y como si no le importara nada, ni viera a nada ni a nadie, se encaminó alegremente hacia la puerta. Emily, también de cuatro años, buscó una pequeña escobilla de mano y una palita, y comenzó a barrer; pero mi colega le dijo que eso era de Timothy, y que él debía arreglar ese desorden por sí mismo.
Con su ligera inclinación por el drama, Emily levantó su mano en el aire y exclamó categóricamente: "¡NO! ¡Este es MI sacrificio!"

Cuando ahora trabajamos en el jardín de infantes o en casa, las dos decimos una y otra vez: "¡NO! ¡Este es MI sacrificio!"
Tiene algo que ver con Jesús, ¿no?


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Fuente: Movimiento de Schoenstatt
Traducción: aat, Argentina

Oración de cura y liberación

Asumiendo con fe nuestra cura, liberación y salvación

Ven, Espíritu Santo, penetra las profundidades de mi alma con tu poder.

Arranca las raíces más profundas y ocultas del dolor y del pecado que están enterradas en mí.

Lávame en la preciosa Sangre de Jesús y aniquila definitivamente toda ansiedad que traigo en mí, toda amargura, angustia, sufrimiento interior, desgaste emocional, infelicidad, tristeza, ira, desesperación, envidia, odio y venganza, sentimiento de culpa y de autoacusación, deseo de muerte y de fuga de mí, toda opresión del maligno en mi alma, en mi cuerpo y toda insidia que él coloca en mi mente.

Oh bendito Espíritu Santo, quema con tu fuego abrasador toda tiniebla instalada dentro de mí, que me consume e impide de ser feliz. Destruye en mí todas las consecuencias de mis pecados y de los pecados de mis antepasados, que se manifiestan en mis actitudes, decisiones, temperamento, palabras, vicios. Libera, Señor, a toda mi descendencia de la herencia de pecado y rebelión a las cosas de Dios que yo mismo les transmití. ¡Ven, Santo Espíritu! ¡Ven, en el nombre de Jesús!

Lávame en la Sangre preciosa de Jesús, purifica todo mi ser, quiebra toda la dureza de mi corazón, destruye todas las barreras de resentimiento, dolor, rencor, egoísmo, maldad, orgullo, soberbia, intolerancia, prejuicios e incredulidad que existen en mí. Y, en el poder de Jesucristo resucitado, ¡libérame Señor! ¡Cúrame Señor! ¡Ten piedad de mí, Señor! ¡Ven Santo Espíritu! Hazme resucitar ahora para una vida nueva, llena de tu amor, alegría, paz y plenitud.

Creo que estás haciendo esto en mí ahora y asumo por la fe mi liberación, cura y salvación en Jesucristo, mi Salvador. ¡Gloria a ti, mi Dios! ¡Bendito seas por siempre! ¡Alabado seas, oh mi Dios! En nombre de Jesús y por Maria nuestra Madre.

Amén.

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Extraído del blog de Ana Neri
miembro de la comunidad Canção Nova

Obispo pide perdonar a ladrón del corazón de Fray Esquiú

Juan Pablo II: No tengáis miedo / Pelicula en dibujos animados

PARTE 1

PARTE 2

PARTE 3

Juan Pablo II a los jóvenes

Papa: la familia, compromiso prioritario de la Iglesia en Costa Rica

Moscú recuerda a Chesterton

El Papa envía ayuda a Bolivia flagelada por las inundaciones

Ser mujer es una misión / Auora: Miriam Díez i Bosch


Tres participantes del Movimiento de Schoenstatt en el congreso organizado por la Santa Sede
ROMA, (ZENIT.org).- Tres participantes en el congreso «Mujer y varón, la totalidad del humanum» organizado por la Santa Sede, miembros del Movimiento de Schoenstatt, están convencidas de que ser mujer es una auténtica misión. Lo explican a Zenit Perla Piovera, de Argentina; Alicia Kostka, de Polonia; y Marianne Mertke, de Alemania; presentando sus contribuciones a este encuentro mundial desde la espiritualidad de Schoenstatt, movimiento apostólico de matriz mariana.El congreso, convocado por el Consejo Pontificio para los Laicos, analiza el impacto de la carta apostólica «Mulieris dignitatem», primer documento pontificio dedicado a la mujer, publicado hace veinte años.

Alicia Kostka, de Polonia, hace dos años hizo su tesis de doctorado sobre la dignidad y vocación de la mujer desde la perspectiva del padre Josef Kentenich (1885-1968), fundador de esta nueva realidad eclesial. «Desde que se publicó, pienso que ha crecido el caos de términos en la sociedad; se define según gusto lo que es mujer y hombre. Queremos profundizar en lo que dicen la Biblia y la antropología cristiana», explica haciendo un sintético balance. Kostka insiste en el planteamiento del congreso, explicitado en una de las conferencias que llevaban por tema «Hombre y mujer, creados uno para el otro».
«Debemos ser conscientes de esto también en la vida diaria», reconoce: «el hombre y la mujer representan a Dios, cada uno en su manera».
La mujer, imagen de Dios

«A mí me fascina cómo el padre Kentenich lo presenta en su descripción de la mujer como imagen de Dios, y como todavía hoy está mucho más adelante de lo que dice la Iglesia --confiesa--. Cómo muestra concretamente a la mujer como imagen de Dios». «La Iglesia en su doctrina se queda todavía en mostrar que la mujer como persona --como persona que ama, que piensa, que actúa-- refleja a Dios. El padre Kentenich es mucho más concreto mostrando como ella es reflejo, imagen de Dios como mujer, es decir, imagen de un Dios que también es Madre en su entrega desinteresada».

«Muy raras veces se encuentra esto en la teología de la mujer: el servir desinteresado como don natural de la mujer, como potencia de la mujer, es un reflejo de un Dios que nos sirve a nosotros, porque es fuerte y porque es amor».
Otra contribución del padre Kentenich, expresada por la teóloga polaca, «es el papel de la mujer en la salvación del hombre», algo que el fundado expresa a través de «la actitud de fiat, del sí». «Si la mujer lo desarrolla en sí misma, puede también ayudar al hombre a llegar a esta actitud frente Dios. En una palabra, el padre Kentenich ha aportado mucho para que la mujer pueda estar orgullosa de ser mujer».

El padre Kentenich, «un feminista» positivo

Por este motivo Kostka, sonriendo, llega a definir al padre Kentenich de «feminista»: «Pero en el sentido más positivo. La mujer hasta el día de hoy se orienta en la escala de valores masculina, nos orientamos en el concepto masculino de la mujer, y lo hemos interiorizado sin darnos cuenta».
«Por ello no somos nosotros mismos, no somos lo que podemos ser según la idea de Dios, y como el hombre nos necesitaría. Esto lo dijo el padre Kentenich hace ya 70 años. Es un programa para la liberación de la mujer, la liberación de su orientación en la escala de valores masculina».Marianne Mertke, miembro de la dirección internacional de la Federación de Mujeres, concuerda en que el padre Kentenich fue un feminista, y aclara que «no sólo ofreció una teoría, sino la aplicación a la vida: «habla del ser, que es lo que puede orientar en un tiempo de un caos de definiciones escogidas al azar».

Mertke considera que la gran contribución que ofrece a través de su espiritualidad es la visión de «Maria como mujer, como orientación viva para todas las mujeres que buscan orientación».Por su parte, Perla Piovera, de Mendoza, confiesa: «me parece que este congreso apunta a un desafío central de la vida del mundo de hoy, a cual la Iglesia debe responder. Como dice Juan Pablo II en la carta apostólica "Mulieris dignitatem", lo que se juega con este tema no solo es el problema de la mujer, sino el destino de la humanidad».
«Me parece que en eso Schoenstatt hace un aporte muy importante. No solamente en lo teórico, en el hablar de temas importantes, de profundizarlos; el padre Kentenich puso en el centro a la figura de Maria, y más todavía, la alianza con Maria».

No sólo teoría

De este modo, constata, «le da a la mujer de hoy no sólo una teoría, sino la vida! Posibilita que surja la imagen que Dios tuvo de lo femenino cuando creo al hombre y a la mujer».
La propuesta del fundador, indica, «no ha nacido de una teoría, sino de su encuentro con muchas mujeres de todas las edades y en todas las circunstancias de la vida, y con el encuentro con la mujer, que es Maria, que es el alma de su alma».
De este modo, reconoce, se entiende «lo que dijo proféticamente el padre Kentenich ya en los años veinte. Animó a la mujer a salir a trabajar, a la política, vio en el feminismo de esa época un signo de Dios. No se puede volver atrás».
«No podemos soñar con un cambio volviendo al pasado, sino que tenemos que trabajar para una formación de la mujer siendo mujer, para la época actual, y dar a la mujer el derecho de ser mujer», añade Piovera.

«En nuestra época donde se habla tanto de los derechos humanos, nos olvidamos de los derechos básicos. ¡Devolver a la mujer el derecho de ser mujer! No quiere decir que no trabaje, que no sea madre, sino que sea mujer. Ser mujer es una misión, dice el padre Kentenich. Parece locura. Uno es mujer, ¿qué hacer? Pero es verdad: hoy en día ser mujer es una misión».
Schoenstatt no es hacer malabarares...
Foto: StckXCnge © 2008

Ardamos como un fuego vigoroso
La espritualidad y el apostolado - Hildegard Fischer


Hace un par de años aprendí a hacer malabares. Bueno, al menos lo intenté. Era fácil con una pelota, pero cuando venía la segunda y la tercera, sentía que era un desafío imposible. Cuando la segunda pelota aterrizó en mi taza de café y la tercera detrás de la biblioteca, me dije que ya era suficiente. A veces creo que nos pasa lo mismo en Schoenstatt: Cuando pienso en mi autoeducación, la oración diaria, el apostolado que exige… me siento como cuando hago malabares con tres pelotas y muy pronto todo se sale del control.

Gracias a Dios, Schoenstatt no se parece en nada a hacer malabares. Y tampoco hay que cumplir con un cúmulo de "ejercicios" y en serie y si se puede al mismo tiempo.

Yo puedo simplificar mi vida espiritual con Dios y con la Virgen María en Schoenstatt con la siguiente petición: "Sólo una cosas te pido: ¡que te ame, Señor!" La esencia de nuestra Alianza de Amor está en que me puedo abandonar en Dios, puedo experimentar un total abandono en Dios, sin condiciones, y también me puedo regalar totalmente a Dios sin dudas ni escrúpulos.
Hijo predilecto de Dios


Dios me ama en forma personal. Todos los rasgos de mi personalidad me los ha dado él como un don y una misión. La Alianza de Amor nos impulsa a creer esto muy seriamente: que Dios me quiere y me acepta como soy simplemente porque me ama. Su amor no lo mide por rendimiento o en horas, su amor lo mide en amor.


Mi respuesta en la Alianza de Amor debería medirla también en el amor. El Padre Kentenich escribió en Dachau: "Para mi mayor felicidad, cuanto tú me has dado, sin ninguna reserva te lo devuelvo."


Yo le puedo volver a regalar a Dios todo lo que me ha regalado: mi amor (porque solo puedo amar porque El me ama ) mis capacidades, mi habilidades, mis errores, mis debilidades.

Sembrar


Solo porque Dios me ama, puedo arriesgarme a pensar en transmitir y sembrar. El apostolado no se puede "hacer". El apostolado es siempre el uso de nuestras propias fuerzas y a la vez regalar esa fuerza y ese esfuerzo. Yo no hago publicidad de Dios, yo no reflejo a Dios sino que él se refleja en mí, se hace presente a través mío en mi medio ambiente. "Concédeme las gracias que me impulsen con vigor hacia aquello que sin ti no me atrevo a emprender; dame participar en la fecundidad que tu amor otorga a tu Esposa."

Nuestro apostolado consiste siempre y "solamente" en la participación de la infinita fecundidad de Dios.


Por ese motivo el apostolado es siempre irradiar lo que Dios me ha regalado, no se trata de acción ni planes personales. Mi apostolado debe venir desde lo profundo de mi corazón.

En la vida diaria


Esa idea me transmite una gran paz interior en la vida diaria. Lo que Dios en este momento me envía, es lo que aquí y ahora desea que yo le devuelva, ni más ni menos. Para mí significa que Dios me envía más trabajo profesional y más responsabilidades de las que puedo tener en un día. Servir el día entero es la regla y no una excepción.


¿Lo que Dios quiera? Le devuelvo si se puede con alegría, todo mi trabajo y mi cansancio que estén ligados a mis preocupaciones y mis esfuerzos. También cuando tengo que cancelar una cita por la cual me había alegrado o cuando no puedo asistir a una reunión en Schoenstatt porque simplemente no me puedo alejar de mi trabajo.


Claro que no por eso, voy a dejar de estar agotado al fin del día, claro que se me hace difícil hacer el turno de la noche, claro que al hablar con mi jefa debo mantener en cierta reserva el peso de la tarea. Claro que les exijo a mis colaboradores y a mis colegas de trabajo y claro que también estoy decepcionado cuando tengo una cita privada y no se realiza, pero con la misma evidencia debo entregarle todo esto a Dios.

Y en esa entrega estoy hacienda apostolado todo el día. No solo contribuyo al Capital de Gracias, sino que en mi ambiente doy seguridad e irradio autenticidad. Se puede sentir que la fe existe en la vida diaria, también cuando no hablo de ello.

A principios de octubre viajé con mi grupo de la juventud de la Bretagne. Naturalmente me dediqué a los jóvenes sin descanso, y luego de un día libre, regresé a la rutina diaria del trabajo. Los jóvenes habían tenido mi cámara y tomaron fotos.

Cuando me puse a mirarlas, tuve de repente una sorpresa: una cruz en medio de las fotos de grupo y de las de la playa. ¿Dónde sacaron esta foto? " Ya no tenemos idea, pero pensamos que te alegrarías al verla. ¡Qué les parece, cómo me he alegrado!

No dejo de sorprenderme y de agradecer al comprobar el apostolado que significa el entregar a Dios los dones y regalos recibidos. Cada persona recibe de Dios una tarea diversa; algunos las reciben directo al frente de su puerta como regalo y como misión.

Recibe Señor

Siempre me apasiona el comprobar adónde me transportan los artículos. En este caso medito en los textos que me inspiró la oración "Recibe Señor".


Seguramente no es una coincidencia. Esa oración expresa para el Padre Kentenich la Inscriptio, es la entrega total en la Alianza de Amor a Dios y a la Mater.

Con esto estoy otra vez haciendo malabares: pero es algo totalmente distinto, dado que en ese caso tengo que tirar una pelota al aire para atajarla luego, pero en la Alianza de Amor no es necesario agregar siempre algo más.

De mi entrega a Dios y de mi profundo amor a él nace lo otro: mi autoeducación, mi oración, mi apostolado.

En la Alianza de Amor Dios se ofrece por amor como compañero de la Alianza y desea que el vínculo principal en la Alianza sea el amor. Todo lo demás debe nacer de ese amor y es solamente en relación con ese amor que es fructífero.

La autoeducación es para mí no como una meta en sí, sino que es mi anhelo, la imagen como Dios me pensó, ser siempre más y más parecida a él.

Dame todo lo que acreciente el amor por ti

Esa petición me acompaña durante todo el día. Porque solo puedo ser fecundo en mi mundo, en mi vida diaria, cuando hay coherencia entre mi actuar y mi amor a Dios. Así puedo llevar a Dios a mi ambiente.


Para mí no se trata simplemente de pedirle a Dios, sino también de un exigencia a mí misma. Debo hacer todo lo que está a mi alcance para cuidar y mantener ese amor. Debo asegurarme tiempo para la oración, para experimentarme como niño predilecto, para el silencio, de tal forma que pueda estar abierta al amor de Dios.

También vale lo contrario: toda mi autoeducación o mi apostolado estarán vacíos, desarraigados, (según el Padre Kentenich, se trata de pensar, amar y vivir en forma mecanicista), cuando me separo de mi Alianza de Amor, de mi entrega total y por lo tanto de Dios.

Sólo entonces me deben llamar dichoso, pleno

La promesa no solamente está en las oraciones del Hacia el Padre sino también en toda la espiritualidad de Schoenstatt.

Seguramente no se ve a simple vista como seguro para evitar situaciones inseguras y difíciles en la vida. La felicidad y la bendición nace de mi total entrega a Dios, porque Dios me ama, nos ama, y porque todo lo que Dios nos envía viene de su amor.

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Trducción: Lourdes Heinzl, Alemania/Enrique Soros, USA








Santo Padre expresa condolencias por tránsito de Gran Maestre de la Orden de Malta

La Orden de Malta
VATICANO, (ACI).- El Papa Benedicto XVI expresó sus condolencias y cercanía espiritual a por el tránsito a la Casa del Padre del Gran Maestre de la Orden de Malta, Frey Andrew Willoughby Ninian Bertie, fallecido el 7 de febrero a los 78 años de edad, en una clínica de la ciudad de Roma, tras una corta enfermedad.

En un telegrama enviado a fray Giacomo Dalla torre del tempio di Sanguinetto, Lugar Teniente interino de la Orden de Malta, el Santo Padre dijo sentirse "espiritualmente partícipe del dolor por la muerte de su alteza eminentísima fray Andrew Bertie Gran Maestro de la Soberna y Militar Orden de Malta". "Deseo enviar a toda la orden mis sentidas condolencias al recordar la obra de este hombre de cultura y su empeño generosamente desempeñado en el desarrollo de su alto encargo, especialmente a favor de los más necesitados".

"Por su amor a la Iglesia y el luminoso testimonio de los principios evangélicos invoco para su alma la paz eterna y del corazón e imparto a vuestra excelencia y a toda la orden, la implorada y confortadora bendición apostólica", finaliza el Papa.

La amistad se construye en el perdón / Autor: Marcio Mendes

La Palabra nos revela la clase de amigo que era Jesús.

Todos buscamos un modelo de vida, queremos aprender a vivir. Y cómo estamos viviendo? Cual es la mejor forma de reaccionar? Nosotros, que somos cristianos, somos privilegiados, pues, tenemos de donde aprender y donde buscar este conocimiento.

Si te quieres evitar algunos errores y dolores innecesarios, y quedarte sólo con aquellos que son necesarios, puedes hacerlo leyendo las Sagradas Escrituras, como vivieron los hombres y mujeres de Dios y, sobre todo, como vivió Jesús. Viendo la vida del Señor, aprendemos lo que es importante. Vemos que existe algo para Él cuyo valor es muy grande: la amistad.
Jesús tuvo muchos amigos. Podemos ver que Pedro, Santiago y Juan son amigos a los cuales Él amó mucho, amigos a los cuales invitó para estar junto a Él en momentos importantes, particulares de su vida y de su historia.

Por momentos, vemos a Jesús que dice que ya no los llama siervos sino amigos. El Señor dice que el siervo no sabe lo que hace su señor, pero que al amigo todo se le revela. Dice también que nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos. Y qué fue lo que Él hizo? Sencillamente entregó su vida por los suyos. Es la mayor demostración de amor que alguien puede dar.

Y mira que para mantener una amistad con ellos, Jesús tuvo que aguantar muchas cosas; pues, fue un amigo que lo traicionó – y lo hizo con un gesto de cariño, con un beso en el rostro – Y un amigo que siempre estaba junto a Él, fue quien tres veces negó que le conocía. La Palabra dice que en aquel momento, un terrible dolor se apoderó del corazón de Pedro, pues se dio cuenta de lo que había hecho y de que la mirada de Jesús no era de acusación, sino que de perdón.

Porque quien no sabe perdonar a sus amigos, nunca tendrá amigos verdaderos. Es necesario aprender a perdonar. La amistad se construye en el perdón.

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Fuente: Comunidad Canción Nueva

El zapatero en el fin del mundo / Autora: Hna. Lelia Inés Bulacio

El mes pasado viajamos a Malí. Sin duda, es imposible determinar qué lugar preciso de la tierra constituye "el fin del mundo", pero sí estoy segura de que el sitio hacia el que nos encaminábamos las cuatro hermanas, guiadas por un lugareño, era uno de esos lugares. Hacía tiempo que habíamos dejado nuestro vehículo bajo un árbol de la planicie maliana y bajábamos la quebrada hasta su base a pie, entre piedras, en busca de un pequeño poblado de cultura dogon.

A una de las hermanas se le despegó la suela de las zapatillas, hasta que le fue imposible seguir y también volver atrás. Intentamos atarlas pero no resultó y llegamos a la conclusión de que "había que tirarlas".

Pero aquí, en el "fin del mundo" todo tiene solución, la que nace del corazón y de la imaginación de quien vive con lo indispensable. El guía se desprendió con naturalidad de sus sandalias y propuso continuar descalzo mientras la Hermana se calzaba con las suyas. Y así se hizo, mezclándose el desconcierto, la gratitud, la sorpresa y el honor de permitirnos meternos en sus zapatos. Según el guía, al llegar a la aldea un zapatero arreglaría la zapatilla. Confieso que nos mostramos algo incrédulas ya que teníamos la impresión de alejarnos cada vez más de lo que para nosotras era el centro de la seguridad y el desarrollo. Llegamos a la aldea, que se nos antojó maravillosa. Era un vergel al pie de una muralla de piedra en el más total aislamiento. Había casas y graneros, una escuelita de piedra, un pozo y rodeándolo todo, una huerta con tomates, lechugas y berenjenas que ni el más caro de nuestros supermercados podría vender.

El enfermero que nos dio la bienvenida se desprendió de sus chancletas y se las pasó a nuestro guía para que pudiera montar las laderas del pueblito y mostrárnoslo. También llamó a un viejo que llegó con una bolsa de cuero, que nos fue presentado como el "zapatero del pueblo". Sin decir nada, tomó las zapatillas, las miró y desapareció no sabemos donde. Otra vez la incredulidad asomó en nosotras como una tentación que fuimos capaces de resistir, bien porque no nos quedaba otra, bien porque ya conocemos África y su increíble capacidad de hacer funcionar lo infuncionable y de recuperar lo irrecuperable hasta hacerlo durar más allá de todas las expectativas de cualquier fabricante.

Al regreso del paseo se personó el zapatero con las zapatillas arregladas. Se las había ingeniado para coserlas y, muy discretamente, las estudiamos incrédulas abandonándonos a la evidencia de que durarían no sólo para el regreso, sino mucho más tiempo.

En nuestra cultura occidental todo se ha vuelto desechable. Sin embargo aquí, esas zapatillas que estábamos resueltas a tirar y a cambiar, y que seguramente costarían lo que una familia africana gasta en comida durante un mes, volvían a ser útiles. Ellas nos permitieron recuperar el verdadero valor de las cosas, de los oficios perdidos, de la capacidad de vivir fuera del consumo indiscriminado, nos permitieron volver a creer en la capacidad de la gente para salir adelante juntos, compartiendo y no gastando.

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Fuente: Mundo Negro

La Cuaresma, Camino hacia la Pascua / Autor: Juan Pavlo II

Invitación a la penitencia

1. Nos encontramos hoy en el primer día de Cuaresma, Miércoles de Ceniza. En esta jornada, al comenzar el de cuarenta días de preparación a la Pascua, la Iglesia nos impone la ceniza sobre la cabeza y nos invita a la penitencia. La palabra penitencia se repite en muchas páginas de la Sagrada Escritura, resuena en la boca de tantos profetas y, en fin, de modo particularmente elocuente, en la boca del mismo Jesucristo: «Arrepentios, porque el reino de los cielos está cerca» (Mt. 3,2). Se puede decir que Cristo introdujo la tradición del ayuno de cuarenta días en el año litúrgico de la Iglesia, porque Él mismo «ayunó cuarenta días y cuarenta noches» (Mt 4,2), antes de comenzar a enseñar. Con este ayuno cuadragesimal, la Iglesia, en cierto sentido, esta llamada cada año a seguir a su Maestro y Señor si quiere predicar eficazmente su Evangelio. El primer día de Cuaresma –precisamente hoy– debe testimoniar de modo especial que la Iglesia acepta esta llamada de Cristo y que desea cumplirla.

Convertirse a Dios

2. La penitencia en sentido evangélico significa sobre todo conversión. Bajo este aspecto es muy significativo el pasaje del Evangelio del Miércoles de Ceniza. Jesús habla del cumplimiento de los actos de penitencia conocidos y practicados por sus contemporáneos, por el pueblo de la Antigua Alianza. Pero al mismo tiempo somete a crítica el modo puramente externo del cumplimiento de estos actos: limosna, ayuno, oración, porque ese modo es contrario a la finalidad propia de los mismos actos. El fin de los actos de penitencia es un más profundo acercarse a Dios mismo para poderse encontrar con Él en lo íntimo de la entidad humana, en el secreto del corazón.

«Cuando hagas, pues, limosna, no vayas tocando la trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas... para ser alabados de los hombres... ; No sepa tu izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna sea oculta, y el Padre que ve lo oculto te premiará.

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas..., para ser vistos de los hombres..., sino... entra en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo escondido, te recompensará.

Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas..., (sino)... úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt. 6,2).

Por lo tanto, el significado primero y principal de la penitencia es interior, espiritual. El esfuerzo principal de la penitencia consiste en entrar en sí mismo, en lo más profundo de la propia entidad, entrar en esa dimensión de la propia humanidad en la que, en cierto sentido, Dios nos espera. El hombre exterior debe ceder –diría– en cada uno de nosotros al hombre interior y, en cierto sentido, dejarle el puesto. En la vida corriente el hombre no vive bastante interiormente. Jesucristo indica claramente que también los actos de devoción y de penitencia (como el ayuno, la limosna, la oración) que por su finalidad religiosa son principalmente interiores, pueden ceder al exteriorizan corriente, y, por lo tanto, pueden ser falsificados. En cambio, la penitencia, como conversión a Dios, exige sobre todo que el hombre rechace las apariencias, sepa liberarse de la falsedad y encontrarse en toda su verdad interior. Hasta una mirada rápida, breve, en el fulgor divino de la verdad interior del hombre, es ya un éxito. Pero es necesario consolidar hábilmente este éxito mediante un trabajo sistemático sobre sí mismo. Tal trabajo se llama ascesis (así lo llamaban ya los griegos de los tiempos de los orígenes del cristianismo). Ascesis quiere decir esfuerzo interior para no dejarse llevar y empujar por las diversas corrientes exteriores, para permanecer así siempre ellos mismos y conservar la dignidad de la propia humanidad.

Pero el Señor Jesús nos llama a hacer aún algo más. Cuando dice «entra en tu cámara y cierra la puerta», indica un esfuerzo ascético del espíritu humano que no debe terminar en el hombre mismo. Ese cerrarse es, al mismo tiempo, la apertura más profunda del corazón humano. Es indispensable para encontrarse con el Padre, y por esto debe realizarse. «Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Aquí se trata de recobrar la sencillez de pensamiento, voluntad y corazón, que es indispensable para encontrarse con Dios en el propio yo interior. ¡Y Dios espera esto para acercarse al hombre interiormente recogido y, a la vez, abierto a su palabra y a su amor! Dios desea comunicarse al alma así dispuesta. Desea darle la verdad y el amor que tienen en Él la verdadera fuente.

Liberación espiritual

3. Así, pues, la corriente principal de la Cuaresma debe correr a través del hombre interior, a través de corazones y conciencias. En esto consiste el esfuerzo esencial de la penitencia. En este esfuerzo, la voluntad humana de convertirse a Dios es investida por la gracia proveniente de conversión y, al mismo tiempo, de perdón y liberación espiritual. La penitencia no es sólo un esfuerzo, una carga, sino también una alegría. A veces es una gran alegría del espíritu humano, alegría que otros manantiales no pueden dar.

Parece que el hombre contemporáneo haya perdido, en cierta medida, el sabor de esta alegría. Ha perdido además el sentido profundo de aquel esfuerzo espiritual que permite volver a encontrarse a sí mismo en toda la verdad de la intimidad propia. A esto contribuyen muchas causas y circunstancias que es difícil analizar en los limites de este discurso. Nuestra civilización –sobre todo en Occidente–, estrechamente vinculada con el desarrollo de la ciencia y de la técnica, entrevé la necesidad del esfuerzo intelectual y físico; pero ha perdido notablemente el sentido del esfuerzo del espíritu, cuyo fruto es el hombre visto en sus dimensiones interiores.

En fin, el hombre que vive en las corrientes de esta civilización pierde muy frecuentemente la propia dimensión; pierde el sentido interior de la propia humanidad. A este hombre le resulta extraño tanto el esfuerzo que conduce al fruto hace poco mencionado como la alegría que proviene de él: la alegría grande del descubrimiento y del encuentro, la alegría de la conversión (metanoia), la alegría de la penitencia.

La liturgia austera del Miércoles de Ceniza y, después, todo el período de la Cuaresma es –como preparación a la Pascua– una llamada sistemática a esta alegría: a la alegría que fructifica por el esfuerzo del descubrimiento de sí mismo con paciencia: «Con vuestra paciencia compraréis (la salvación) de vuestras almas» (Lc. 21,19).

Que nadie tenga miedo de emprender este esfuerzo.

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Ciudad del Vaticano, 7 de febrero de 1979
Catequesis del Papa Juan Pablo II

Teresa de Calcuta / La Pelicula

PARTE 1

PARTE 2

PARTE 3

PARTE 4

PARTE 5

PARTE 6

PARTE 7

PARTE 8

PARTE 9

66 Bebés ingleses sobrevivieron a aborto y los dejaron morir


LONDRES,(ACI).- Un informe oficial del gobierno británico reveló que en el último año unos 66 bebés que sobrevivieron a abortos no recibieron auxilio médico y se les dejó morir.

Según el sitio LifeSiteNews.com, el Informe Confidencial sobre Salud Materna Infantil (CEMACH, por sus siglas en inglés) sostiene que "la mitad de los bebés sobrevivientes vivieron una hora, mientras que uno sobrevivió durante 10 horas sin ningún tipo de ayuda".

En Inglaterra el aborto es legal hasta las 24 semanas de gestación. Por ello, el Colegio de Médicos y Obstetras recomienda a los médicos aplicar una inyección letal a los fetos de más de 22 semanas que sobreviven al aborto. Para el Daily Telegraph esta recomendación "puede ser un procedimiento complicado para los médicos".

Éste no es el primer informe que da cuenta de esta manera de proceder de los médicos. En 2005, el Dr. Shantala Vadeyar, un investigador en Manchester del St. Mary's Hospital, señaló que habían casos de bebés de 18 semanas que sobrevivían fuera del vientre materno; y entre 1996 y 2001, al menos 31 niños sobrevivieron a un aborto.

A la luz del informe de CEMACH, la Asociación Británica de Medicina Perinatal indicó al Daily Telegraph que las nuevas medidas con los procedimientos indicados para los médicos en caso de que un niño sobreviva a un aborto, ya se están trabajando.

Niños soldados todavía enrolados en trece países

Calma relativa en el Chad

El 27% de los hospitales contra el sida son católicos

Perdonar

El camino para aprender a amar
es "Perdonando", quien desea crecer
en el amor lo logra amando en el perdón.

Perdonar es el camino de la liberación,
el que auténticamente se libera es quien perdona,
echando fuera de su alma al rencor y la venganza
que solamente lo envilece y lo consume.

Perdonar a pesar de tener razón y mil justificaciones
para no hacerlo, se atreve a pronunciar
en el interior del corazón "Perdón".
Perdonar cuando te han ofendido y humillado
es cuando se manifiesta la grandeza del corazón
del ser humano.

Solamente el que ama auténticamente
puede decir "te perdono y lo olvido".
Perdonar es cuando a pesar de sentirse ofendido
te atreves a dar una sonrisa de amor.

Deja hoy tus rencores, tu venganza
que anhela ver al que te ha ofendido
de rodillas pidiendo clemencia,
deja hoy ese fuego que enciende tu cólera
y abraza tu ser de rabia y de rencor,
cuando ha sido pisoteado tu orgullo
y has sido lastimado en lo más profundo,
cuando deseas con todas tus fuerzas
ver fulminado al que te ha ofendido

Te pregunto, ¿Serás hoy capaz de perdonar
a ese amigo tuyo que te traicionó, aquella ofensa
de alguien que creías no te podía fallar
y hoy le puedes demostrar que lo amas?
¿Serás hoy capaz de llenar tu alforja de olvido,
y salir al encuentro con lo único que le puedes ofrecer,
tu perdón y continuar tu camino de paz
al encuentro de Dios?

Hoy libérate y camina como un niño extraviado
a los brazos de una madre llena de amor,
como el ciego al encuentro de la luz.
Hoy perdona y olvida, eleva tu alma
a las estrellas y encuentra la paz.

Dios, sé que tu grandeza y tu más
sublime expresión de amor es perdonar.
Dame la sabiduría, la comprensión
y la fuerza para convertirme en amor,
y sin dar espacio ni tregua al odio,
entregar la vida por los que amo.

Señor, tu lo sabes mejor que nadie,
conoces el corazón del hombre y sabes
que hoy deseo amar como nunca imaginé,
Señor gracias, hoy al fin he perdonado por amor.

Hoy perdonaré para siempre y arrojaré
de mi alma todos aquellos rencores
que me envilecen y me atan al pasado,
hoy estoy dispuesto a olvidar,
hoy me demostraré a mí mismo
mi capacidad de amar.

El cardenal Zen cuenta cómo la limosna le salvó del hambre

El obispo de Hong Kong exhorta a ser generosos con los pobres

HONG KONG, (ZENIT.org).- La carta pastoral del cardenal Joseph Zen para la Cuaresma se hace eco del llamamiento de Benedicto XVI a la limosna cuaresmal y relata cómo un donante salvó a su propia familia del hambre.

La carta del obispo de Hong Kong, de 1 de febrero, cuenta los detalles de una experiencia que el joven Joseph Zen vivió de niño.

«Fue cuando Shanghai había sido invadido --recuerda el cardenal--. Mi padre había tenido un derrame cerebral y estaba enfermo. Éramos siete de familia y cinco de nosotros en edad escolar, todos con necesidad de ser alimentados. Un frío día de invierno estaba nevando, así que nos quedamos todos en la cama para estar calientes. Estábamos hambrientos y sólo podíamos pensar: "¿Tendremos arroz para comer hoy?"».

«Mi padre miró al reloj y me dijo que me levantara. [...] Mi madre dijo: "Está nevando. Las suelas de tus zapatos de plástico están rotas. Si te mojas, cogerás un resfriado. Quédate en casa a rezar"».

«Pero mi padre dijo: "Tú vas a Misa cada día. No la pierdas hoy. Quiera Dios darnos nuestro pan de cada día". Por supuesto, mi padre tuvo las de ganar -recuerda el cardenal de 76 años, nacido en Shanghai--. Apreté los dientes y corrí a la iglesia y ayudé en la Misa como acostumbraba. Cuando me disponía a volver corriendo a casa, un hombre anciano vino corriendo detrás de mí. Era Zhou Chi Yao a quien todos conocíamos».

El cardenal Zen explica que su padre y Zhou iban a Misa todos los días: «Aunque se saludaban mutuamente con un breve gesto de cabeza, llegaron a ser buenos hermanos en el Señor».

El hombre anciano dijo al joven Joseph Zen: «Amiguito, ¿no eres el hijo de Zen En Giou?».

«Sí», respondió el muchacho.

«Gracias a Dios que corrí detrás de ti --dijo Zhou--.¿Cómo está tu padre? Hace mucho tiempo que no viene a la iglesia».

El cardenal recuerda en la carta de Cuaresma: «Le hablé de la situación de mi familia. [...] Me llevó a su casa y cogió un fajo de dinero, lo contó, lo envolvió y me lo dio. Dijo: ‘Ten mucho cuidado y lleva esto a tu padre'».

Con ese dinero, explica el cardenal Zen, su familia tuvo dinero suficiente para comprar alimentos durante varios meses.

«La mano izquierda de Zhou no sabía lo que su derecha estaba haciendo», escribe el cardenal aludiendo a la exhortación de Cristo en el Evangelio. El obispo de Hong Kong urge a los católicos a seguir el ejemplo dado por el anciano Zhou.

«No deberíamos preocuparnos por la falta de medios financieros --exhortó el cardenal--. Podemos quedarnos tranquilos si hacemos lo que podemos. Jesús alabó abiertamente a la viuda por dar dos monedas de poco valor».

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Traducido del inglés por Nieves San Martín